Partida Rol por web

Los guardias armados os dirigen en fila con grilletes en manos y piernas¹. 
En la entrada del vehículo encontráis a dos humanos: Uno muy bien vestido, rasgos cuidados y barba, y otro corresponde al noble que os adquirió. Ambos hablan² sobre el viaje y Uphir le da al otro hombre una caja de hueso y una llave.
El interior de la caravana es muy caluroso, la madera cruje al dilatarse. Uno a uno sois atados por el cuello con un collar de cuero que a su vez queda unido con una cuerda de pelo de gigante a una argolla de resistente hueso situada en la pared del habitáculo³. La estancia parecen las bodegas del carro, posee un retrete de madera en su centro, exactamente a la distancia que pueden llegar vuestras cadenas. No existe ventilación alguna, y una vez cerrada la pesada puerta la luz brilla por su ausencia. Pasan las horas en silencio…

- Tal vez ahora podamos tener algo de descanso, aquí al menos no nos golpea el calor externo, pero con tan poca ventilación, acabaremos cocidos... - dice en voz baja

Una caravana digna de un  noble...con todas las comodidades...mascullo Kavan apoltronandose en las tablas de madera, tratando de encontrar un resquicio por ellas por las que filtrase algo de aire que aliviiara el bochorno del interior...

Habia estado en caravanas peores, hacinado con otros soldados petrechados con sus armas antes de un ataque a otra caravana...una situacion desagradable pero nada se podia hacer al respecto...mas o menos como ahora; el esclavista habia atado muy bien las cosas y tras ojear con el ojo bueno alguna posible esquirla o algo con lo que aflojar las cinchas, Kavan opto por guardar fuerzas en espera de lo que viniera....

El grandullón, estaba poco predispuesto a colaborar con los maltratadores esclavistas, no era igual con los hombres del mercader, no hizo nada por enfrentarse a ellos.

Si no lo trataban como a una bestia, no se comportaría como tal. Solo quería poder servir a alguien. En la humilde vida de un Semigigante no había mucho más.

Los encerraron dentro de una celda, y los dejaron a oscuras.

Bretus no gustar oscuridad. Bichos oscuros ser malos bichos.

No terminaba de quedar claro que pretendía decir, pero estaba claro que el semigigante no era precisamente una bestia inconsciente armada para matar, sino que también tenía sentimientos, y le preocupaba su propia vida.

Bretus procuro escuchar que decían. Normalmente la gente se cuidaba mucho de no hablar delante de los esclavos, y sobre todo de los elfos, pero los semigigantes eran otra historia. Pues como solían ser unos cabezas de mekillot nadie pensaba que un semigigante pudiera traicionarles.

El quería información, quería saber a dónde iban, y que pensaban hacer con él. Ver si podía escapar en algún punto. Incluso pensaba en manipular a los idiotas que viajaban con él para montar un motín.

Pero no era tonto, tenía que esperar el momento oportuno, y estaba claro que aun no había llegado ese momento.

Todo a su tiempo. Una vez que habían pasado unas horas, se mostro vulnerable, era una manera de hacer que los demás se interesaran por protegerlo, al mismo tiempo que pretendieran usarlo como ariete contra todo lo que les cayera encima.

Menos mal que el sabia cuidarse solo. Su plan estaba en marcha. Ahora tenía que dejar caer las piezas.

Lord Txala, pensó Hidem. Su rostro estaba crispado por el odio hacia su nuevo dueño. Por una parte era un alivio, había escuchado a los exclavos decir que los nobles trataban mejor a los exclavos que los exclavistas, dudaba que fuera exactamente así. Pero peor no podía ser su situación. Su única esperanza era poder huir cuando llegara a su destino, aunque ¿a dónde podía huir un exclavo?. Recobró el aliento, tranquilo Hidem, tú siempre has sabido salir ileso de todas las situaciones, se dijo a sí mismo. Pero aquello era diferente.

Sorak aun estaba aun un poco indispuesto debido al exceso de calor, y la caminata no había ayudado a ello. A pesar de ser un Mul y haber sido criado para ello, los recuerdos de su pasado no hacían más que recordarle que era un objeto de comercio común. Como lo había sido a lo largo de su vida, y eso que esta no había sido muy larga, pero nunca se había salido de la rutina de compra-venta y luchas. Excepto la vez que intentaron huir, pero no se llego muy lejos y el castigo aun perdura en su cuerpo, sobre todo en la espalda, con las marcas y señales que le habían dejado.

A pesar de ello, ahora había vuelto a ser una mercancía y a pesar de todo, no aspiraba a mucho más. Se mantenía observando todo aquello que iba aconteciendo, analizando la zona y las posibilidades. Intentando de vez en cuando forzar sus grilletes para probar su consistencia y evaluar si tendría la oportunidad de liberarse de los mismos.

Sorak había sido colocado en su nuevo recinto hasta alcanzar el destino que les esperaba a el y a los demás.

Si Weom...

Toma un desvío al suroeste de la carretera de Urik a Tyr... luego visita el poblado que hablamos.

Allí hallarás un oasis para repostar.

Susurra Uphir en un tono apenas perceptible.

Hum?....¿guantes?...¿ en esta epoca?...este no es de la ciudad.. mascullo Kavan con la conversacion zumbandole en los oidos cuando trataba de comenzar una alegre cabezadita.

Kavan estiro el cuello desde su comoda posicion para poder ver mejor lo que se traian entre manos los tipos que conducian la carreta...

Vaya..nos espera un recorrido interesante...nos vamos a un oasis...un desvio de la carretera a Tyr..

Informo a los demas esclavos del interior de la carreta de los planes que estaba haciendo su alegre captor..

¿A alguien le suena de algo Weon?.... 

Pasaba el tiempo y el calor era sofocante. Llevaba algún tiempo compartiendo calamidades con la elfa, el mul, el semigigante de pocas luces y aquel humano que no se callaba ni bajo agua. Apenas había intercambiado un par de palabras con algunos. Su humor se había agriado, se había vuelto más huraño, porque estaba furioso. Sin embargo, ahora no podía pasar más tiempo ignorándolo, así que habló.
Al principio las palabras sonaban extrañas, pero elevó el volumen de su voz y comentó con un tono un tanto jocoso:
- Eh, mul - dijo dirigiéndose a Sorak - supongo que lo llevarás mejor que nosotros. Tenéis fama de duros ¿nó?

La actividad en la caravana es frenética. Se escucha el ir y venir de los trabajadores y esclavos llevando mercancía. 

Las varias horas de espera tienen sus frutos...

Se abre la puerta de par en par. Dos guardias entran, uno lleva agua y comida, la sirve de forma indiferente. Posiblemente sea capaz de tratar a los animales de mejores maneras. La comida esta compuesta por un potingue de cereal grisáceo y agua maloliente.

El otro comprueba los grilletes de cada uno de los habitantes del corral. Cuando ambos llegan a Derian aparece un humano de mirada malvada en la puerta.

¡Alto, ella comerá con el capitán Weom! dice mientras señala al exterior del hediondo habitáculo.

Los guardias obedecen sin cruzar la mirada con su jefe. Al llegar con la elfa aun encadenada a la puerta, el delgado hombre asiente. Continuad.

Querida el patron de esta espedición nos ha pedido que te cuidemos. Por lo que el capitán a insistido en comer contigo cada día para asegurar tu estado de salud. Acompañame, y mejor que no trates de hacer nada extraño.

En la mente de Derian una profunda y cavernosa voz que vagamente recuerda a la del jefe de la guardia le dice Que curioso, posees el talento. Una burda protección mental. Mi poder lo ha sobrepasado sin esfuerzo.

Te estaré vigilando. Si te sobrepasas te arrepentirás.

¿TE HA QUEDADO CLARO? proclama con un grito psiquico que hace temblar las paredes del craneo de la elfa.

Kavan medito unos segundos el estamparle el cazo de la comida al cocinero y clavarle el cucharon en el ojo al vigilante que atendia que los grilletes estuvieran en su sitio pero luego recordo que eso era mas que problabe que acabara con su sangre bajo el sol y sus huesos clareando el desierto...

Recogio su parte del potingue y se lo comio rapido y eficientemente; como se esperaba sabia a mierda seca y el agua tampoco era mucho mejor pero cada trago en el desierto valia mas que el oro asi que bebio todo lo que pudo sin perder de vista a los guardias, atento a gestos que le permitieran saber cosas de ellos y que mas tarde podria servirle para romperles el cuello...

Observo con su ojo sano el extra de atencion que recibia la elfa; no era de sorprender dado el interes que el comprador habia puesto en el mercado; bueno, su destino era bastante jodido de por si, no necesitaba mas ayuda....

Buen viaje chica mascullo Kavan cuando pasaba cerca de el ten cuidado ahi fuera, no todas son buenas intenciones en el desierto y estos cabrones no saben lo que son los modales...

El semigigante comio, bueno engullo, mas bien. Y luego miro la escena. Vio como sacaban a la chica. No le gustaba que se la llevaran, podrian hacerle daño. 

Eh, chica. Ten cuidado. A Bretus le gusta tu. Si necesitas ayuda grita. 

Luego miro a los exclavistas, como pidiendo que tuvieran cuidado con la dama. Sin duda el grandullon se preocupaba por sus compinches. 

Nada mas lejos de la realidad, Bretus calculaba lo que tardaria en matar a los guardias. Pero preferia ganarse a sus compañeros y usarlos para la parte mas trasiega del trabajo de escaparse. 

De ahí que pusiera en practica su estrategia de ser sobre proctector con la Elfa. Que sinceramente le importaba una mierda de can su seguridad. 

Pero si iba y venia sin un rasguño, creia poder convecerla para que el resto de los dias, robara comida para el. Eso si seria un detallazo. Y como los elfos eran tonto que se sobreestiman cada dia de su vida, seguro que podria hacerlo. 

El bardo sintió alivio cuando los guardias trajeron las "generosas" provisiones. La comida apestaba, al igual que el agua, pero al menos no moriría de inanición.
- Todo un festín, ¿verdad amigo mul? - comenta con una sonrisa sarcástica - no os atragantéis con tan copiosa comida.
Hidem calla de inmediato cuando observa la mirada fulminante de uno de los guardias. Observó con tristeza la elfa que era llevada ante el patrón. Si lo tuviera delante le retorcería el cuello sin duda.
Esperó que los guardias volvieran a cerrar la puerta, y se colocó junto al semigigante, le caía bien, era un bonachón.
- Qué me dices compañero, si pudiéramos tener una ocasión les retorceríamos el cuello ¿verdad?