Partida Rol por web

-¡JODER!-Bramó mientras retrocedía al instante que lanzaba ese mordisco. Alzó su mano con el látigo y le atizó en el morro dos veces seguidas.-¡Perro malo! Le miró desafiante y pudo entender sus pensamientos. Cenicienta sonrió lujuriosa. -¡Oh, querido! ¿De verdad?-Preguntó divertida.-Está bien. Haremos lo siguiente: Cuando sea Reina Negra utilizaré mi poder para convertirme en...-le señaló-...en una hembra de tu especie, ¿te parece bien mi trato? No acabaremos con la maldición.-Le prometió.-Tendrás cachorritos, si es lo que deseas. Incluso ¡un harén! ¿Qué te parece Caperu y Blancanives entre otras para ese harén? Se sentó en la cama con las piernas cruzadas, teniéndole a sus pies. Tal y como le gustaba que los hombres se encontrasen ante ella. -Vuelve a ser Príncipe. Convence a Alicia para salir al balcón a solas. La tormenta acallará sus gritos y vuestros aullidos.-Comentó mientras le daba un toquecito con la punta de los zapatos en el hocico y ahora que lo pensaba mejor... Me quedaría mejor unas botas altas.-Volved a mí, protegerme hasta que a medianoche las Puertas Del Inferno se abran. No habrá boda, sólo... orgías.-Le juró.-Elimina a mis enemigos y yo cumplo mis promesas. ¡Mata a Alicia! Muajajajjajaja *Cof, cof*-Empezó a toser.- Nota mental: ensayar risa malvada.

Se agazapó considerando la oferta con un gruñido de rabia por los golpes en el hocico.

Cuando te enganche zorra rubia prepárate, se prometió el Lobo escondiendo el hocico bajo las patas para convulsionarse sobre la alfombra.

Y se hizo la luz.

Cenicienta se fue corriendo y se puso su vestido de novia y envolvió la herida de su mano con un pañuelo que apretó con fuerza. Se olvidó de los zapatos negros pero nadie los vería bajo el vestido. -Eres tú el príncipe azul. Que yo soñé. Eres tú. Tus ojos me vieron, con ternura de amor. Y al mirarme así, el fuego encendió mi corazón. Y mi ensoñación se hará realidad. Y te adoraré como aconteció. En mi sueño ideal.-Cantó y cuando volvió sonrió con dulzura.- ¡Oh, querido mío! Has quedado como en trance cuando cantaba. Creo que... tienes que ir a ver a Alicia sobre un asunto del cadáver de Bella.-Comentaba con voz dulzona.-O algo así, dijiste.-Dijo haciéndose la tonta.

El plan de Cenicienta era bueno, pero con lo que no contaba era conque había agotado el poder para revertir el conjuro. Cuando quiso que su príncipe volviera a su estado normal, el hechizo falló y el licántropo seguía allí en su forma bestial, que probablemente no desaparecería hasta el alba.

Ahora no le quedaban más que dos opciones: o contarles a todos los invitados la verdad y que los aceptaran tal cual o idear un plan B para acabar con Alicia. Ya se sabe que si Mahoma no va la montaña...

Cenicienta se dio la vuelta con su perfecto vestido y gruñó.Nada haces bien se asomó al pasillo. Parecía despejado. -Chucho, tienes buen oído sino hay nadie en el pasillo y Alicia está sola con el tonto del mellizo, podrías ir a atacar.-Le sugerió.

Cenicienta se colocó las pechugas bajo el corsé, comprobó que el frasquito de sangre siguiera intacto y salió al pasillo despues del monstruo.
-Vamos allá-Se animó

Tu oído agudizado empieza a distinguir voces por el pasillo. Son varias: dos mujeres, un hombre, el inconfundible vozarrón gutural de Bestia... Las misma personas que estaban en la salita del té cuando te habías ido seguían allí lanzando acusaciones bastante comprometedoras.

El príncipe azul no tenía la costumbre de cerrar con llave sus aposentos. ¿Para qué? Normalmente los criados de palacio se ocupaban de esos asuntos, y además, ¿quién iba a osar irrumpir en su alcoba privada? Pero esta vez cometió un grave error.

Cenicienta y el licántropo que gruñía al lado de su cama con los ojos inyectados de furia se sobresaltaron cuando alguien entró en la habitación sin llamar siquiera a la puerta. Era ¡Caperucita!

Lobo se mantenía agazapado con el hocico escondido entre las patas con un gruñido ronco y los ojos entornados. 

Al abrirse la puerta movió las orejas y giró la cabeza encontrándose con Caperucita.

¿Sabía ella de la naturaleza de su prima? No, no era eso lo que podía ver en sus ojos... y él era ahora la bestia.

Por una vez, Lobo deseó no estar en su piel sino retenido en el aspecto formal de la parte humana de su naturaleza. Estaba jodido... y todo por una bruja que no pensaba más que en su pellejo y sus ambiciones. Aun así, obligado por el aquel del deber se interpuso entre  Caperucita y Cenicienta no sin cierto pesar y resignación.

-¡Oh, Dios mío!-Exclamó Cenicienta escandalizada mientras miraba al monstruo temblando de arriba a abajo. Se quedó mirando a Caperucita detrás del lobo que le estaba gruñendo.-¡Menos mal que has llegado!-Exclamó aliviada al ver a su prima.-¡Por favor, deténlo, quiere matarme!

¡Corre! Y cumpliré con mi parte del trato.Pensó la joven doncella mirándole a los ojos mientras la herida de su mano seguía goteando sobre el vestido blanco de novia.

- ¡Bien! dijo la joven Roja sonriendo de satisfacción... los novios pillados in fraganti... bien bien... dijo mientras sin dar la espalda a los presentes, pasaba el cerrojo de la habitación. Estoy harta de tantas interrupciones. ¡Esta vez vamos a hablar bien claro! dijo mientras sacaba una enorme AK 47, curiosamente había podido esconder el arma en su preciosa y roja capa.

Aprovechó el ruido de preparar el arma para disparar, para darles un primer aviso. Mientras con sus manos sujetaba el arma, casi acariciándola como si fuera su más deseado tesoro, con sus ojos mantenía la mirada fija en los dos tortolitos, tal vez ahora menos enamorados. Dejó salir todo su adiestramiento y toda su rabia por los cambiaformas, esta vez pasaba de mantener las distancias o guardar las apariencias, ya estaba bien de tanta tontería. Al infierno con la dichosa boda.

- ¡TÚ! dijo refiriéndose al lobo, ni se te ocurra moverte o te vuelo los sesos aquí mismo. Le apuntó con el arma directamente. Su hermoso rostro dejaba poco margen, su mirada era fría como el hielo que sus ojos azules reflejaba. Su boca roja y apetecible ahora marcaba un extraña sombra en su cara. Agradeció sobremanera que no tuviera su forma humana, no habría sido tan fácil mirando al Príncipe Azul.

- ¡TÚ! habló a su primita sin quitar la vista del lobo. ¿Eres una bruja? No me andaré con rodeos, estoy hasta las narices de ir protegiéndote por todas partes. Así que más vale que me digas qué pretendes o dejaré que esta bestia te devore mientras disfruto mirando cómo lo hace. Estaba cansada de tantas ñoñerias y tanta tonterías, necesitaba la verdad y la quería ahora.

-¡No soy una bruja!-Exclamó protestando.- ¡Sólo la criada de mi madrastra y hermanastras!-Le explicó nerviosa y sollozando.-Si aquel lobo no hubiese matado a nuestra abuelita, yo me podría haber criado contigo pero el destino fue cruel y nos separó.-Dijo sin parar de llorar, retorciéndose de dolor (psicológico y emocional).-Por favor, ¡tienes que creerme!

Cenicienta miró al lobo fijamente, tratando de hacerle entender sus pensamientos.

Por un momento las palabras de Cenicienta parecen conmoverte. Sí, sabias que ella había tenido una vida desgraciada esclavizada por aquella odiosa madrastra y que si había había dado el braguetazo de casarse con el príncipe no había sido sino por su candidez y su dulzura. Ella no podía estar mintiendo.

Pero ¡un momento! ¿Esta compasión que sientes? no será más bien otro de sus trucos de bruja? El licántropo se encontraba a un metro escaso de ella pero no parecía querer atacarla, sino más bien estar sometido como un perro sumiso. 

El Lobo sintió el pinchazo que el mismo Príncipe sentía cuando la muchacha de rojo (y no, no era la menstruación de Cenicientrix, ahí presente) hacía su aparición. Puede que, después de todo, éste no fuera tan ignorante a lo que hacía el Lobo... o era simplemente el instinto del cazador que hacía de las suyas.

Ladeó la cabeza hacia Cenicienta que se empeñaba en darle órdenes incluso en esa situación. Era una visión bastante patética, con el rabo entre las patas traseras y las orejas gachas interponiéndose de mala gana entre dos primas, una de ellas pirada de la cabeza hecha una diosa de la manipulación y la otra una pirada armada.

Pf, y el Príncipe pretendía quitar la maldición... pues va a tener razón el calzonazos de los cojones. Rezongó para sus adentros.

Sin embargo, tenía una orden de Cenicientrix y él tendría que obedecer asíque se deslizó sin quitarle ojo al arma de Caperucita, procurando no pensar en dónde tendría guardado ese y si donde lo tenía escondido cabría algo más "bombeante". No gruñó, pasaba de hacerlo mientras rodeaba a Caperucita a regañadientes (interiormente) para acercarse a la puerta.