Partida Rol por web

Tyrion Lannister negó con la cabeza ante la pregunta del niño. Lo siento, dijo el enano. No tengo poderes para curar, no soy médico, he leído mucho sobre medicina pero no tengo el material suficiente, ni necesario para poder intentar algo. Quizá si le administraseis la leche de la amapola podría hacerle sentir menos daño, es lo único que sé. Dijo El Gnomo encogiéndose de hombros.

Y entonces, un nuevo objeto se manifestó en la habitación. En aquel ex-vestuario, ahora quirófano, se materializó una... ¿nevera? ¿congelador? No estaba muy claro lo que era aquello, pero en su interior hacía fresquito y tenía las baldas y los cajones necesarios para colocar la compra del mes. ¿Por qué había aparecido una nevera allí?

Mientras tanto, Ketsu Sen observaba sin mucho éxito el cuerpo de Marcial, estaba tratando de hacer algo por él, pero no era capaz de identificar el origen de su dolor, ni del daño que había sufrido. No tenía heridas, solo se podía apreciar en él un mal estado generalizado que lentamente le iba dejando un color pálido en la piel y que poco a poco le acercaba hasta el otro barrio.

Elena dio un respingo del susto que le dio la asiática, no esperaba que se refiriese a ella de una forma tan brusca, y a pesar de que el nuevo poder adquirido de la muchacha la protegía de casi cualquier cosa, no la protegía del susto que se acababa de llevar.

¿Y qué quieres que le diga? ¡Si él no ha sido, es que no ha sido! Dijo echándole valor para contestarla.

-¡Ya está bien de discutir, Hostia! - Lucas lanzó ese grito nacido de la impotencia y frustración. - Marcial se está muriendo. Si no podemos hacer nada por él, hay que buscar ayuda. - Dijo el policía ya harto de tanta discusión. Sacó su querido revolver y lo miró unos segundos, recargó la bala que habia usado antes y luego se lo tendió a Ismael. -Abre la marcha, si ves a una de esas tias diabolicas apuntas y disparas. Y ojo, no te caigas, tiene mucho retroceso. Yo puedo llevar a Marcial. Vosotros tres, - Dijo mirando a Elena, Luis y Tyrion. - seguidme de cerca. Y tu... - No sabia muy bien que decirle, puesto que dudaba de que hiciese algún caso. - Tu haz lo que quieras. ¿O alguien tiene un plan mejor?

Si nadie tenia mejor plan, se acercaria a Marcial, lo cargaria aprobechandose de su gran fuerza, y esperaria a que Ismael saliese de la habitación para seguirlo.

Ketsu Sen puso los ojos en blancos. Tan tonta como su hermano pensó, mientras se daba la vuelta, y dejaba a Marcial allí. No podía hacer nada por él, salvo acabar con su vida de un golpe. La presencia de las neveras no la descolocó, aunque tampoco entendía qué narices hacían esas neveras allí. No iba a preguntar.

Algo le había quedado claro: De allí no iban a salir todos con vida, pero ella no se iba a quedar a comprobarlo. Y mucho menos tras las órdenes de Lucas

Reirme de ti sería un plan mejor, aunque dudo que sea más útil que lo que hasy dicho tú. Más te vale absorber el material de la pistola, Ismael, creo que va a ser para lo único que te va a servir y se quedó tan tranquila.

Se había dado cuenta de que no iba a poder acabar con la vida de Marcial. No, no la dejarían. Y tampoco quería provocar la furia del niño, que era tan tonto que no era capaz de ver todo su potencial. Así que, ni corta ni perezosa, con sus armas desenfundadas, lamentando por enésima vez no haberse armado más, comenzó a caminar, abriendo ella la marcha.

Y así, mientras Ismael trataba de insuflarle algo de energía haciendo cualquier intento desesperado con su poder, mientras esa nevera seguía ahí, y mientras el policía trataba de imponer algo de orden en la sala. La japonesa daba por muerto a Marcial, o al menos por perdido. Y así había sido, el orondo hombre, el que por fin había recuperado la memoria y había aprendido a canalizar sus poderes, había fallecido. Lo había intentado, se había enfrentado a su cruel destino y había tratado de cambiar su anterior yo, por un nuevo yo, pero de nada había servido. Aunque hubiera sido por unos minutos, había comprendido la anterior vida que había llevado, y ahora se había vuelto contra él.

Marcial dio su último respiro, su última bocanada de aire corrupto para después fallecer.

Desde que habían llegado a ese polideportivo, habían sido unos cuantos los que habían muerto, pero quizá Marcial era con el que más trato habían tenido. Ahora aquel hombre, protector y bonachón había encontrado la luz que le llevaba hacia el otro barrio. Y el resto solo tenían una oportunidad, abrir la única puerta que había en ese quirófano/vestuario/cámara frigorífica y seguir hacia delante. Tenían que entrar en ese endemoniado juego de las asiáticas, y esa puerta parecía la siguiente casilla por donde llevar sus fichas.

Estaban destinados. No todos iban a salir con vida, y cada vez eran menos los que quedaban en pie.

Sin nada que pudiese hacer Luis miró a Marcial mientras los últimos vestigios de vida se iban escapando de él. Miró también a la camilla de quirófano en la que estaba tendido, observándola con cierto enfado, así como también a las vendas y medicinas que habían aparecido en la sala. Enfado que pareció acrecentarse al posar su vista sobre el congelador que había aparecido y luego sobre la joven japonesa. Y tras eso, volvió a mirar al cuerpo ya sin vida de Marcial, y su rostro adoptó una expresión de seriedad.

Vámonos de aquí- le dijo a Elena, con un tono que dejaba claro que no quería seguir más en aquel lugar -Hagamos lo que dice- añadí con evidente esfuerzo mirando a Lucas de reojo, como si no quisiese admitir que le haría caso.

Luis observó a Marcial y todo lo que había en la sala. Quirófano, medicina, congelador… todos intentos de salvar la vida de aquel hombre, todos recuerdos de su fracaso.

Lo intenté, de verdad que lo intenté, pero…- pensó, enfadado consigo mismo y sin atreverse a expresarlo en voz alta -No dejaré que esto pase otra vez- se dijo a si mismo con rostro serio y determinado al mirar el cuerpo ya sin vida de Marcial -Aunque tenga que seguir a ese- añadió, no sin dificultad al mirar a Lucas.

Ketsu Sen escuchó el úlitmo aliento de Marcial. No sintió pesar en absoluto. Sólo que era un tipo gordo que podía haber aprovechado su vida en otra ocasión. Podría haber dado su vida más adelante, en un enfrentamiento con las asiáticas locas. Ahí sí que hubiese sido útil, no muerto como en ese momento.

Y siguió caminando. Había dejado claro que no iba a hacer ni caso de Lucas. No le había gustado nunca, y jamás aceptaría órdenes de alguien que tenía ese carácter tan prepotente.

-Mierda, mierda, mierda...!- gritó apretando los dientes Ismael. Había intentado salvar de alguna manera a Marcial y todo había sido inútil.

Otro más había caído en aquella macabra pesadilla y él estaba convencido que no sería el último en perder la vida en aquel juego sanguinario. Pero no era momento de desfallecer en el intento y caer vencidos. Tocaba levantarse de nuevo y continuar adelante.

-Toca moverse...-dijo con voz fría y segura. Y con un gesto, invitó a la pareja de hermanos a continuar el camino por aquella única puerta que ofrecía salida.

Ismael agarró el arma que le había ofrecido Lucas se dirigió hacia la puerta. El hecho de llevar una pistola no le proporcionaba ningún tipo de seguridad. Al contrario: se sentía un objetivo claro al mostrar hostilidad con aquello entre las manos. Pero no era momento de filosofar en como actuar.

-Chicos, situaros tras de mi...vamos a salir de aquí, os lo prometo!

Al darse cuenta de sus inutiles esfuerzos Lucas estalló en rabia. Lanzó un grito y golpeó con todas sus fuerzas una pared. Se sentia impotente por las circunstancias y es lo cabreaba muchisimo. Una vez se le pasó se volvió hacia el cuerpo de Marcial. Le cerró los ojos (si le habian quedado abiertos), y le habló. 

- Detendré a esas zorras y volveré a por ti, amigo. - Tal vez no tenia derecho a llamarlo así, puesto que tan solo hacia unas horas que se habian conocido, y ni siquiera habian hablado demasiado. Pero le dolia el alma pensar que no habia podido protegerlo. - Volveré a por todos... - Terminó, redcordando con dolor que no era el unico que habia caido en ese absurdo dia. 

Se acercó a Ismaél y le cogió la el revolver por el tambor. Evitando que pudiese dispararse de modo accidental. Se habia dado cuenta de lo incomodo que se sentia con ella en las manos. Era mas peligroso para ellos mismos que para las diablas esas. - Dame eso antes de que hieras a alguien. - La voz de Lucas era demasiado seria y fria. Empuñó la pistola y avanzó para salir detrás de la asiatica que iba por libre, pero por delante de Ismael y los crios. Al menos a ellos si los sacaria de ahi. 

Cuando la asiática tomó el pomo de la siguiente puerta, lo giró y la abrió. Y entonces una situación que ya les resultaba familiar, volvió a ocurrir.

Aquella sala parecía absorber la luz de todo lo que les rodeaba. Pero, ¿acaso aquello era posible? Aunque claro, desde que habían recibido aquella entrada, lo posible o imposible se fundían en una delgada línea. El caso es que, ahora ya no podría verse nada. Todo volvía a estar completamente a oscuras y ya ni siquiera había nada que les guiase, ni un punto fijo de luz hacia una dirección. Oscuridad absoluta. Y la oscuridad provocó el grito de Elena, que a pesar de su aparente invulnerabilidad, seguía igual o más asustada que antes.

Ahora estaban de nuevo a oscuras y nada se podía ver. Esa puerta les recordaba a la que habían visto antes en el rellano, justo la de la izquierda del todo. La del dibujo de la lámpara. La del medio era la del dibujo de la familia, seguramente correspondería con la que acababan de dejar, y donde se habían encontrado con sus "amigos y familiares", la otra era la que correspondía a la "?" dónde se habían encontrado con aquellas imágenes tan reales.

Sin duda habían atravesado dos de las tres puertas, y esa tercera era la que devoraba cada partícula de luz. ¿Qué harían para poder avanzar?

La reacción de Lucas, junto con su comentario prepotente, sacó de los nervios a Ismael. De acuerdo que era policía, de acuerdo que no sentía cómodo con la pistola en su poder... Pero desde el inicio de aquella pesadilla, Lucas no había parado de actuar de forma desagradable y sintiéndose superior al resto de los miembros del grupo.

Estuvo a punto de decirle alguna cosa no muy agradable, posiblemente con la afectación de todo lo que estaban viviendo en aquel lugar, pero de repente, abrieron otra de las puertas y todo quedó a oscuras de nuevo.

-Mierda!- gritó Ismael.

Buscó la mano de los muchachos y, con toda la tranquilidad que pudo, les habló en voz baja.

-No pasa nada, coged mi mano y salgamos de aquí cuanto antes.

Y, con la clara intención de salir de aquella maldita oscuridad, avanzó tanteando con la mano libre las paredes de la sala. Si seguían las paredes, encontrarían una puerta de salida...supuso Ismael.

Lucas se sorprendió al ver que desaparecia ala luz de nuevo. "Como puede estar aquella sala que se traga la luz otra vez aqui?" Este sitio infernal empezaba a darle dolor de cabeza. Lucas secundó la expresión de disgusto de Ismael. No podian hacer otra cosa. 

- Iré delante. - Dijo el policia. Enfundó el arma para no dar a nadie en mitad de aquella infernal oscuridad por accidente. Se valdria de sus metálicos puños si era necesario. - Pegaos a la pared y avanzad con cuidado. - El policia creia que era la única forma de salir y guiarse por algo. Privados de la vista, sentir la pared era el único medio. Entonces se acordó de la pobre Elena, que con su reciente poder no podria sentirla. Se sentiría extremadamente perdida. 

- Elena pega una mano a la pared y concentrate todo lo que puedas en esa mano. Y en los tirones que de tu hermano de la otra mano. Tal vez no sientas nada con esa piel nueva, pero los tirones de él y que la pared detiene tu movimiento si deberias sentirlo. Concentrate en eso y no desesperes. - El policia ignoraba su posición (excepto por le gritito que habia soltado). La ayudaria él mismo, pero preferia no recibir mas miradas malvadas de su hermano. No sabia tratar bien con crios. A cualquier adulto que le hubiese mirado así ya le habria dado una ostia. Pero con un crio no podia hacer eso. 

Tan solo quedaba tratar de avanzar y salir de ese lugar. 

En cuanto la oscuridad rodeó a Ketsu Sen, esta se agachó todo lo que su cuerpo la permitió, aún conservando la manera de desplazarse, aunque pareciera torpe y lenta. Quizá no pudiera ver, pero sus capacidades iban más allá. Su entrenamiento había sido extremadamente riguroso, y el realizar un combate ciego no era nuevo para ella. Tampoco lo era caminar de esa manera, así que Ketsu Sen casi se sintió cómoda.

Para que sus ojos no intentaran desesperadamente ver algo, los cerró. Si eran inútiles, mejor era no hacerlos trabajar. El oído y el olfato podían ser igual de buenos guías, y aquí era su turno. Ketsu Sen acompasó su respiración y buscó que su corazón latiera más lentamente. Así podría escuchar mejor y, con suerte, podría prever un posible ataque.

De repente y sin previo aviso, cada luz fue extinguida en el momento en el que Ketsu abrió la puerta, como ya había ocurrido antes con la sala del dibujo de la lámpara. ¿Era acaso la misma sala? La verdad es que Luis no lo sabía ni tampoco le importaba como podía ser eso posible, pues en su mente solo resonaba el grito de su hermana al quedar todos sumidos en la oscuridad.

Estoy contigo Elena- le dijo a su hermana, en un intento de tranquilizarla… aunque nadie lo diría, teniendo en cuenta la inseguridad que se reflejaba en su voz mientras se agarraba fuertemente a ella, sin intención alguna de soltarla. Marcial y Lucas habían hablado de guiarse siguiendo las paredes, y dado que no parecía mala idea, Luis, sin soltarse de la mano de Elena, pego su cuerpo a una.

Tenemos que salir de aquí- pensó, consciente de que esa oscuridad era demasiado peligrosa -Y cuanto antes mejor- se dijo, refiriendose tanto a esa sala como a todo aquel lugar.

La oscuridad absoluta de aquel lugar era agobiante. No había forma de ver absolutamente nada, y los ojos no parecía adaptarse en ningún momento. Ni una luz de emergencia, ni un solo sonido. Nada. Así que, rápidamente todos se pegaron a la pared más cercana y empezaron a moverse pegados bien a la pared. Lentamente iban buscando alguna puerta que pudiera guiarles hasta la salida de aquella sala, y entonces un grito ahogado se escuchó. Un grito seco y doloroso. Alguien había sido herido, y desgraciadamente parecía de gravedad. Pero no se escuchó nada más. Fuera quien fuera, alguien había caído. ¿Pero quién? Pero la peor pregunta no era esa sino... ¿estarían de nuevo las asiáticas merodeando por ahí y aprovechando para matarles lentamente?

Ketsu Sen escuchó los pasos de una especie de reptil, cuando era más joven y se pasaba el tiempo entrenando, alguna vez había luchado contra reptiles de tamaños enormes, como varanos o lagartos gigantes. De hecho algunos los hubieran catalogado como dragones, pero todo el mundo sabía que no existían.

Aquel sonido era fácil de detectar para una persona que tuviera el sentido del oído bien desarrollado y la mejor en eso era la asiática. Allí había algo o alguien, y desde luego que era un monstruo o algún extraño ser, no se trataba de las asiáticas, si no de un enemigo que había atacado a uno de los miembros de aquel extraño grupo, y que por desgracia había matado.

Pero aquella bestia seguro que no sabía que ella era capaz de escucharla y por tanto era como si la viese. Con suerte, podría acabar con ella antes de que se diera cuenta y despejar el camino para todos. Siempre y cuando no apareciesen de nuevo las dichosas asiáticas.

Por mucho que forzase la vista, Lucas no podia ver nada por lo que era una estupidez apuntar con su arma. La guardó y confió en que sus puños y su piel de acero impenetrable fueran suficientes para poder defenderse o defender al resto. 

El policia se congeló al escuchar el grito. Era un grito de dolor... Tal vez aquellas zorras asiáticas demoníacas habían atacado aprovechándose de esta oscuridad. 

- ¿Quien está herido? - Dijo Lucas deseando que no fuesen ninguno de los crios. Tal vez si el herido hablaba podia localizarlo y ayudarlo a salir de esta. 

El grito no la alteró, pero sí quizá las palabras de Lucas. Era lo peor que podía hacer, indicar al enemigo que acababa de atacar cuál era su posición.

Se planteó la opción de gritar que se quedaran quietos. Pero sólo se lo planteó. En aquella oscuridad, se sentía cómoda. Seguiría con lo suyo.