Partida Rol por web

Luis observó, primero con cierta aprensión en previsión de un peligro, y luego enfadado al ver lo que eran, las pelotas de plástico que cayeron sobre ellos.

Tch- masculló por lo bajo, para luego volver la vista hacia arriba al escuchar a Ketsu -¡¿Cómo que copias?!- le preguntó con cierto tono de enfado al no entender lo que sucedía, sujetando con fuerza a su hermana, listo para protegerla si hacia falta.

"Pelotas? Que diantres pasa esta vez?" Pensé que no podia ponerse mas raro esto, hasya que Kersu, nos dijo que allí arriba habia copias nuestras. "Odio este lugar..." Pensé con fuerza suficiente como para que si habí alguien escuchando mentes le dejara sordo.

Subí arma en mano y apunté a esas "copias" al grito de: -¡Quieto todo el mundo, Joder! - Pero no sabia si me habrian oido con el grito soltó la asiatica. 

En cuanto Lucas subió al piso de arriba, pudo ver a un niño, un chaval bastante atractivo, un hombre de aspecto desaliñado y una asiática. Le sonaban de algo... ¡y mucho!

Las cuatro figuras observaron gritar a Ketsu Sen, pero ninguna de ellas se quedó paralizada. Ni tampoco lo hizo el Lucas real. El chillido de la asiática no había sido tan potente como en otras ocasiones y sin duda eso supuso un problema. Que se paralizasen era lo mejor que les podría pasar a sus enemigos.

Y entonces, la Ketsu Sen falsa se puso en guardia, imitando la misma pose que su homóloga, colocando los brazos en cruz y... y justo antes miró al pequeño Luis de mentira que asintió como si comprendiese. De pronto, una serie de luces se materializó en las manos de los presentes, y estos se las llevaron a las orejas. Minutos después, la asiática de mentira repitió los mismos gestos y pegó una fuerte voz. Pero ni nuestra Ketsu Sen, ni tampoco nuestro Lucas se vieron afectados por él. ¡También se habían librado!

Segundos después, el Lucas de mentira cubrió su cuerpo con el blindaje típico del policía e Ismael le tocó para convertir su cuerpo en el mismo material que el de su compañero.

¡Venga, gritó el Lucas de mentira, dispara a ver si consigues algo! Dijo mientras desenfundaba la réplica de la pistola que él llevaba.

Elena miró hacia la trampilla y después a su hermano. Por último miró a Ismael que parecía que los había estado tratando de proteger desde el principio. Es absurdo que sigamos aquí. Les dijo. Nos necesitan. Miró a su hermano. Creo que podemos ayudarles, está claro que tú sabes hacer cosas, y esto que me ha pasado a mi dijo mirándose a las manos, tiene que servirme de ayuda como a vosotros. Creo que si queremos salir de aquí, debemos seguir adelante y enfrentarnos a lo que haya allí arriba. Y sin dudarlo ni un momento más, se dispuso a subir con la esperanda de que Ismael y su hermano le siguieran.

Lucas, el Lucas real, no se lo podía creer. ¡Allí delante suyo estaba él mismo! Tenía que ser otra maldita ilusión, ¿No? 

La asiática, la que había subido antes que yo, gritó, pero no ocurrió nada y luego la falsa, también lo hizo. Aunque antes se habían protegido. Ellos estaban mejor coordinado que nosotros. Además éramos dos y ellos tres. Vale, el crio también estaba pero no iba a contar a un crio en una pelea. El grito de la asiática falsa tampoco surtió efecto, y entonces el otro Lucas (¡Impostor!) se cubrió de blindaje como el original. Y para colmo el Ismael falso le imitó tocándolo. 

"Oh mierda." Pensó el policía. Sabía que su arma, por potente que fuera no podría herirle. Y tenía que enfrentarse contra dos como él. Podría ir a por la chica y el niño, pero jamás podría hacerles daño. ¡Era policía, no un jodido asesino de mujeres y críos!

Todo esto amenazaba con superarle. 

- Encárgate de ti misma y del enano. Yo iré a por mí y el otro. - Le dijo a Ketsu flojito, para que no le escuchasen los impostores. - Por favor, hazme caso por esta vez. Por fuerte o hábil que seas, ese cuchillo que llevas no te servirá de nada contra ese blindaje, créeme. 

Lucas esperaba que por una vez no discutiera o hiciera lo que le viniera en gana. Para colmo del todo, el impostor Lucas le estaba retando a dispararle. 

Si se parecían en algo, el impostor sabía que su pistola no le haría nada y probablemente ni siquiera reaccionaria si le disparaban, como haría el original. Pero si el falso Ismael se parecía al de verdad, nunca le habrían disparado. Y aunque seas invulnerable y lo sepas, que te peguen un tiro o varios es psicológicamente devastador. 

De modo que empecé disparándole a él. Lucas no sabía si conseguiría dañarle pero con suerte, podría dejarlo acojonado o inconsciente. Para su homologo tenía otros planes. 

La asiática levantó la ceja, comprobando lo estúpido que era Lucas. ¿No se daba cuenta de lo peligroso que era el niño? ¿No entendía que tenían que cargarsele primero a él? Todos intentarían protegerle y sería el mejor momento para pillarles desprevenido.

Pero no, era mejor dividirse, como no. Evitó la mirada de su copia, pues conocía plenamente sus capacidades. Sin embargo, no iba a dejar de vigilarla por el rabillo del ojo. Pero su objetivo principal era el niño. Con él fuera de juego, tendrían una gran ventaja. Si él seguía allí, perderían casi seguro.

Dejando que Lucas disparara como un histérico al objetivo equivocado, Ketsu Sen parecía en estado pasivo. Se quedó mirando a la copia de Luis fijamente, como si la vida le fuera en ello.

Pe…- empezó a decir Luis tras escuchar a su hermana, pero antes de que pudiese siquiera terminar la primera palabra, Elena ya se había vuelto hacia la escalera y empezado a subir hacia donde Lucas y Ketsu estaban… y también esas copias que habían mencionado. Luis hubiese preferido quedarse allí hasta que fuese seguro para su hermana subir, pero si Elena subía, no había manera de que él permaneciese abajo. Tenía que protegerla, y no lo podría hacer si se quedaba allí.

Está bien- masculló, tras lo cual se apresuró a subir tras ella, listo para hacer lo que fuese con tal de defenderla.

Luis logró esquivar la mirada de la asiática, así que como ya no podía oír, cerró los ojos sabiendo que tampoco podría mirar. Pero su poder no tenía nada que ver con sus sentidos, así que sabía cuál era el siguiente paso a dar para ayudar a sus compañeros. Mientras tanto, el Lucas real se dedicó a pegarse tiros contra sí mismo, y por cada bala que disparaba, ésta rebotaba contra el férreo cuerpo de ambos hombres. Tal y como decía Ketsu Sen, se estaba equivocando de rival, pues el niño estaba empezando a hacer de las suyas.

No tardó mucho tiempo en actuar, unas cuantas luces blancas iluminaron las manos de la asiática y los dos hombres de metal,en seguida aparecieron tres lanzallamas de gran tamaño, con unos potentes y gigantescos tubos. El cuerpo de metal de Lucas no serviría de nada contra una poderosa llama como la que seguramente desprenderían, el fuego tarde o temprano terminaría derritiendo el metal, y además, el blindaje de Lucas no le hacía invulnerable al dolor. Si Marcial hubiera seguido con vida, aquello no hubiera supuesto un reto para él.

Armados con aquellas tres mangueras de fuego, Ketsu Sen, Lucas e Ismael impostores, las activaron y caldearon el ambiente. El niño seguía con los ojos cerrados, sin mirar lo que hacían, pero manteniendo las distancias de todo lo que estaba pasando. La temperatura comenzó a aumentar, y los tres clones no dudaron ni un instante en acercarse a ellos para prenderles fuego.

Y justo en ese momento, tanto Luis como su hermana subieron por la trampilla para contemplar todo lo que estaba sucediendo. Debían actuar cuanto antes, pues todos estaban en grave peligro.

Ismael contempló como todos habían decidido subir a la planta superior, él había sido el último dejando al resto que abanzaran. Debía ser él el siguiente, pues si perdía más tiempo allí solo, corría el riesgo de sufrir una emboscada y que terminaran con él. Cuanto antes se reuniese con sus compañeros, más fácil sería que todos salieran con vida.

¿Es que no te das cuenta de que estás desperdiciando tus balas? Debía ser de las primeras veces que Ketsu Sen se dirigía directamente al Lucas verdadero. Para ella estaba claro quién era el rival más poderoso y a quién había que vencer primeramente.

La asiática dio unos pasos para atrás, viendo como las copias se acercaban a ellos dispuestos a hacer su carne muy hecha. Las altas temperaturas no la preocupaban, su entrenamiento había sido muy variado, y ese calor no iba a hacer que su fuerza disminuyera.

Vigiló los movimientos de todos ellos. Le extrañaba que su yo no atacara por su cuenta. Pero estaba claro que no tenía su pensamiento ni su forma de ser. Y si no era así... No tenía su capacidad de reacción ni su inteligencia, ni sabría aprovechar cada situación.

Como la que sucedió en ese momento. El Luis falso cerró los ojos. Lo que le impedía totalmente esquivar cualquier ataque que fuera dirigido hacia él. Y el Luis verdadero aparecía por la trampilla, viendo todo lo que ocurría.

¡Imbécil, cambia de objetivo, dispara a mi copia! le gritó la asiática a Lucas. ¡Luis, haz que exploten sus armas! le gritó al pequeño. Estaba claro que tenía que ser una mujer la que tomara el control de la situación.

Ella lo tenía muy claro. Perdería una de sus dagas, pero tenía que hacerlo, o al menos, intentarlo. Dando un salto para esquivar una de las llamaradas que iban a por ella, giró en pleno vuelo y apuntó al cuerpo de la copia de Luis. Un ágil y fuerte movimiento envió la daga contra el falso pequeño. Si le atravesaba la garganta, la cabeza o el corazón, ese rival habría acabado. Los demás serían cosa fácil si Lucas era capaz de acabar con la copia de la asiática.

Tan solo un breve vistazo fue suficiente para que Luis se percatase del tipo de situación al que se enfrentaban, con Ketsu y Lucas luchando contra lo que parecían copias de todos ellos, copias que de repente se encontraron armadas con lanzallamas y con clara intención de usarlos., lo que hizo que Luis se colocara instintivamente delante de su hermana, como intentando protegerla con su pequeño cuerpo.

¡No!- gritó, aunque no estaba claro si era una respuesta a las palabras de Ketsu o si era otra cosa -No le harán daño- masculló en tono decidido.

Luis observó con determinación a esas copias que tenían intención de atacarlos, intención de hacerles daño, de dañar a Elena… No permitiría que eso pasase. Nunca más.

Antes moriré… antes, mataré- pensó, nada dispuesto a que su hermana volviese a sufrir algún daño, a que la escena que había visto antes en su mente se transformase en realidad, así que se concentró. Se concentró en todos los que les amenazaba, en el espacio que les rodeaba -No- se dijo.

Se encontraban en un aprieto enorme. Ahora loas copias tenian lanzallamas. Eso podia llegar a destrozar mi poder, además de que el dolor seria insoportable. 

Ketsu por fin le dirigia la palabras directamente. Lucas se sorprendió, pues creia que era la primera vez que lo hacia desde que se habian visto en la entrada del circo, hacia una eternidad. 

Le decia al policia que malgastaba las balas y en eso tenia razón. Y queria que le disparase a su copia. Una lucha interna estaba dejando a Lucas frustrado y muy cabreado. 

- Soy policia, no un jodido asesino!  - Le gritó a la Ketsu verdadera, mientras se apartaba de las llamas. - Y tu... Ella... Es apenas una cria! No puedo matar a una cria! - Lucas estaba cabreado consigo mismo, porque en el fondo sabia que la asiatica tenia razón, pero iba en contra de todo lo que su placa representaba. Si hubiese alguna manera de noquearlos, o dejarlos malheridos sin matarlos... Entonces se dio cuenta de algo muy obvio. Los lanzallamas. No sabia si el crio podria hacer que sus armas explotasen, pero Lucas tal vez pudiera conseguirlo. Apuntó con cuidado al arma del que iba en el centro de ellos,  para que la explosión, si lo lograba, les afectase a todos. Y disparó.

Ismael pudo sentir como de la trampilla salía un intenso calor. Parecía que allí arriba estuviera ocurriendo algún tipo de incendio.

Ketsu Sen dio un gran salto en el aire para esquivar una de las llamas que iba directamente a por ella, y como por arte de magia sacó una de las dagas que siempre llevaba consigo y ésta terminó clavada en el cuello del niño. El Luis verdadero no podía creer lo que estaba viendo. Allí se encontraba, con los ojos bien abiertos, llevándose las manos al cuello tratando de impedir que la sangre se desbordara. Aquello no duró mucho, e instantes después el falso Luis cayó al suelo para inmediatamente después desvanecerse y desaparecer. El clon del niño había sido eliminado, y con él un enemigo menos a abatir.

Lo que ocurrió a continuación fue algo que costó explicar. Incontables armas se materializaron tras varios haces de luz. Todas fueron a parar contra los tres enemigos contra los que estaban enfrentando, las armas rebotaron contra los cuerpos de Ismael y Lucas, mientras que Ketsu Sen esquivaba sin parar todas y cada una de ellas, pero se habían materializado tantas que la asiática no llegó a librarse de todas, una de ellas terminó clavándosele en el pecho. La mujer estaba gravemente herida e instantes después se desvaneció.

Después el hombre de metal disparó contra uno de los lanzallamas, el impacto hizo que explotara el lanzallamas pero la explosión no dañó a nadiel. Así que rápidamente tomaron el que había soltado Ketsu Sen al desaparecer para volver a armarse.

Pero haber eliminado al niño y a la mujer no había sido suficiente, Ismael y Lucas continuaban con los lanzallamas en su posesión, y el verdedaero Lucas pudo sentir como su cuerpo se iba derritiendo lentamente. Por fortuna, Elena evitó que Luis la protegiese y se interpuso ella misma entre las llamas y el pequeño. Los clones no comprendía la presencia de aquella adolescente, pero por mucho que le impactaban con las llamas estas no parecían afectarla.

Ahora todo estaba lleno de cuchillos, hachas y katanas, por todas partes. Se habían materializado en todas direcciones salvo hacia Luis. Por fortuna la asiática esquivó todas las que habían ido dirigidas hacia ella, y Lucas y Elena, aunque no la pudieron esquivar, sintieron como al entrar en contacto con su cuerpo, rebotaban sin ningún éxito. Era probable que de haber alguien más, aquel misterioso ataque pudiera haber acabado con la vida de algún compañero.

No habían hecho lo que ella había dicho, pero también había funcionado. Las dos copias más mortíferas habían desaparecido, dejando sólo a la de Lucas e Ismael aún ilesas. Mientras esquivaba las llamas, intentaba encontrar alguna solución a la situación. No podía usar plenamente sus poderes, pues necesitaba cierta tranquilidad en el combate, y el fuego no ayudaba. Si quería golpearles, tendría que acercarse lo máximo posible, tenía que llegar hasta ellos y, quizá en el suelo, consiguiese hacer algo. Como hacer que se tragasen el fuego que sus armas estaban soltando.

¡Vuelve a disparar a sus armas! ¡Luis, dame una a mí! gritó, sin esperanza de que ninguno de los dos la obedeciera de nuevo.

Esperó el momento oportuno para salir corriendo, intentó esquivar las llamas saltando, deslizándose por el suelo o todo lo que se la ocurriera en el momento. Tenía que ponerse a su espalda e intentar derribar a uno de los dos. Si ambos le hacían caso, podría tirar al que todavía tuviese el lanzallamas en la mano. El otro poco podría hacer ya.