Partida Rol por web

"Y miré, y he aquí, un caballo amarillento; y el que estaba montado en él se llamaba Muerte; y el Hades lo seguía. Y se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con pestilencia y con las fieras de la tierra."

Apocalipsis 6:8

Las calles  oscurecen muy rápido, a poco más de un año y dos meses de que el mundo se derrumbara a causa de una terrible  enfermedad... no lo sé,  puedo decir que encaja como una maldición, la ira de un dios terrible y vengativo el cuál no permite descansar cuando se muere.

Las megápolis ahora son trampas silenciosas y mortales el concreto se ha resquebrajado y ha dado paso a hierba que ha crecido inundando de vida vegetal las desoladas calles de Atlanta.

Poco después de media tarde, -el tiempo es relativo y poco a poco van siendo olvidados conceptos cómo los días, meses y horas.-

   Algo rompe la monotonía del lugar, un hombre cruza la calle Edgewood Avenue.

3 estaciones habian pasado desde que logro hablar con su hija... esas simples palabras "Papa!!! eres tu?" Habian dejado una huella imborrable en su alma, tan solo esas simples palabras lo salvaron de una muerte segura, pues lograron reavivar en él, algo que hace rato no sentia, un ardor en su estomago que lo obligaba a moverse y andar... ESPERANZA.

Medio Pais tuvo que recorrer para llegar a Atlanta, diferentes grupos fueron su companía, incontables vehiculos lo acercaron, todo para llegar a este punto. "Gerogia Institute of Technology" era su objetivo y una ultima barrera se interponia ante él, no eran los muertos que querian su carne, sino simplemente que no sabia donde estaba Ubicada esa Universidad en esta gran ciudad...

Aunque la esperanza lo habia traido hasta aqui, ahora esta misma empezaba a desaparecer. Mucho tiempo estuvo sin contacto, lo mas probable es que no estuviera, su hija ahi... o mejor dicho que estuviera, pero como esos andantes estupidos... No, no Mike, no puedes fallarle... ya le fallaste toda una vida, es hora que puedas ayudarla realmente

Asi imbuido en sus pensamientos estaba cuando algo interrumpio la extraña tranquilidad que existia en la ciudad.

Después del caos por las calles de Atlanta y pasar varios dias esperando reunirme con Luke. Desesperada por no saber nada de él, decidí partir hacía Louisiana llevándo conmigo el auto y provisiones.

Sin embargo, las carreteras estaban totalmente bloqueadas y el tráfico no permitía seguir avanzando. Acorralada de autos, vi gente que regresaba corriendo entre gritos de angustia y terror. Voltee a ver mi bolso, se asomaba parte de la empuñadura de una pistola totalmente cargada. Tenerla conmigo me hacía sentir más segura.

-¿Qué está pasando allá afuera?- pensaba angustiada y confundida.

Entonces vi mi celular que centellaba dentro de mi bolso. Apresurada lo tomé. Una llamada perdida. Mi corazón se aceleró al ver que se trataba de Luke.

-¡Lukeeee!- grité entre emocionada y preocupada. Decidí llamarlo pero nuevamente marcaba buzón de voz, el teléfono estaba apagado.

Rapidamente tomé mi bolso y la mochica con provisiones. No iba a dejar a Luke, ahora estaba segura que él estaba vivo. Era imposible regresar en el auto, estaba completamente rodeada entre el tráfico. Tomé camino de regreso al departamento....

Al no haberse podido reencontrar con su prometido, Alexandra trató de comunicarse con su padre y hermana quienes eran básicamente sus únicos familiares. La comunicación fallaba ya en demasía razón por la cual sus intentos fueron fallidos haciendo que la joven empezara a caer en la desesperación. Se recluyó en su lujoso departamento, temiendo salir y sin saber qué hacer. Hasta que llegó el punto en que ya no tenía prácticamente nada que comer y el agua ya era escaza. El instinto de supervivencia le hizo reaccionar y comenzó a idear un plan para poder sobrevivir, sola no lo conseguiría, cayó en la cuenta que le sería necesario buscar a más personas para poder seguir viviendo.

La noche anterior a que planeara incursionar en búsqueda de más sobrevivientes, un sujeto entró al departamento en búsqueda de comida y más. No era un buen hombre...Alexandra peleó con todo para defenderse, al final el sujeto la acorraló en la cocina, la pelirroja al verlo a los ojos supo que en verdad iba a matarla ¡No! Eso no sucedería, si alguien saldría vivo de ahí sería ella. Realmente no supo cómo lo logró, tal vez la adrenalina, quiza el enorme instinto de supervivencia...o tal vez el darse cuenta que quitarle la vida a otro ser humano no era tan terrible cuando se trataba de ser ella quiene viviera...Se limpió, tomó sus cosas dejando atrás el cuerpo acuchillado del desgraciado y no vio hacia atrás. Al salir de su departamento vió claramente que esto sería así de ahora en adelante y nunca titubiaría para hacer lo que se tenía que hacer con tal de vivir.

Al andar por la ciudad se fue topando con algunos grupos que en su mayoría no estaban muy bien conformados o al final alguna horda de caminantes terminaba por mermarlos. Así fue como pudo ir sobrellevándola todo este tiempo. Más ya comienza a parecerle demasiado cansado esta manera de vivir (si es que se le puede llamar así a eso), sabe que le es necesario encontrar algo más.
 

Mierda!, fue mi primera expresión al llegar a aquella azotea y no ver a mis compañeros. La primera idea era que se habrían convertido, así que anduve con sigilo recorriendo la azotea, pero no vi nada, y para mi sorpresa tampoco vi nada de lo que guardábamos allí, ni una misera lata de comida ni agua, eso me decía dos cosas, o no me habían podido esperar por lo que fuera o alguien les había seguido y robado todo, solo habían pasado 3 días desde que se fue pero eso en la actualidad era un mundo, nunca sabias que te podías encontrar a la vuelta de la esquina.
En verdad daba igual, allí no estaban y yo estaba sola, por primera vez tuve miedo de verdad, SOLA!, quien me protegería la espalda?, con quien charlaría para no volverme loca?, como podría conocerá un chico que me invitara al baile de fin de curso?.
Estaba desvariando y eso no era bueno, así que me centre, respire y baje otra vez a la calle. Debía encontrar un nuevo lugar, con suerte quizás les encontraría, o no, así que fui hacia donde solíamos practicar nuestra afición, no estaba lejos, a unas 5 manzanas, anduve con cuidado esquivando posibles dificultades, subiendo por Broad Street SW hasta la estación del metro de Five Points y llegando a Edgewood Avenue allí iba a seguir la calle hasta Hurt Park donde solíamos juntarnos.
Pero algo me distrajo, un bonito escaparate con vestidos elegantes me hicieron recordar tiempos mejores y prendas que no podía pagarme, No habían sido robadas, así que debían ser caras y con cristal blindado, una pena, no me podría llevar ninguno y aunque pudiera romper el cristal era un riesgo que no podía correr.
Estuve un rato mirándolos y luego seguí mi camino hacia el parque...

El viaje desde la estación de tranvía, que hacía a la vez de morada temporal, había sido tranquilo. Demasiado tranquilo. Harley sentía como los nervios hacían correr la adrenalina en sus venas despertando cada sentido, activando cada poro de su cuerpo. No le gustaba nada vagar sin destino por la ciudad ya que solo era cuestión de tiempo de que se encontraran con una horda de infectados de la cual no podrían escapar. La idea de venir a Atlanta había sido una decisión consensuada entre los tres tras escuchar en la radio la promesa de un refugio militar. Como en otras ocasiones, la utopia era infundada y al llegar al punto de encuentro los militares que les asistieron eran infectados que obligaron al pequeño grupo a correr por sus vidas. Y, sin embargo, la esperanza no decaía en el equipo de Harley. El optimismo y sentido del humor no eran signo de ingenuidad -los tres eran consientes de la realidad- sino simplemente luchar por ver el lado positivo de cada situación. 

Con su bate fuertemente aferrado, Harley daba cada paso tensando al máximo los músculos dispuesta a salir corriendo si la situación empeoraba. Ya estaban a la altura de la avenida Edgewood, el punto más distante que habían alcanzado en su búsqueda por provisiones. 

Un día más...ahora todo se reduce a eso...un día más. Desde que tuve que dejar atrás el cuerpo transformado de Mark en la sala de nuestra casa, solo me he dedicado a mantenerme con vida, sobreviviendo es la mejor palabra ya que me he mantenido prácticamente en automático sin permitirme detenerme a pensar demasiado en el pasado o a sentir, si así lo hubiera hecho no estaría aquí todavía.

Por un tiempo me refugié en una casa de los suburbios, recolectando de los alrededores todos los víveres posibles. Sabía que eso no podría durar para siempre, pero necesitaba hacer un plan y recluirme mientras tanto. La ciudad se fue llenando de infectados y para empeorar la situación comenzaron  a aparecer grupos hostiles. Mi vocación de policía la llevo tatuada en el ADN, ya no existe el orden ni autoridad, pero cuando veía a estos tipos no podía simplemente dejarlos ir, no sabiendo todo de lo que son capaces. Así en una ocasión mientras iba en búsqueda de más comida vi a una familia siendo atacada por un par de ellos, no lo dudé ni un momento y les metí una bala a cada uno antes de que pudieran llevarse a la hija pequeña. La familia quedó muy agradecida y me insistieron que fuera con ellos, tenían un vehículo con gasilona y se dirigían a una granja afueras de Atlanta. Decidí acompañarlos y después de algunos contratiempos con infectados logramos llegar. Logramos hacer del sitio un lugar más decente para vivir, aún había para sembrar y un par de animales se habían salvado. La estancia ahí estaba bien y sin poder evitarlo me fui encariñando con ellos, eran buenas personas aunque demasiado ingénuas para los tiempos en que vivíamos. Mary, la mamá enfermó y decidí ir a la ciudad en busca de antibióticos, le dejé a Robert su esposo una pistola en mi ausencia. Tomé la camioneta llevando conmigo mi arma y municiones. Cuando iba a mitad del camino pude ver por el espejo retrovisor  humo en dirección de la granja, di la media vuelta de regreso y encontré lo que ya me temía, un triste espectáculo de muerte y desolación. Algún grupo había venido, llevado toda la comida y agua, el resto lo habían quemado. Los cuerpos sin vida de la familia en el granero.

Junté mis cosas y subiendo a la camioneta regresé a Atlanta...fue un trayecto difícil. No sabía bien por qué el regresar a la ciudad, solo tenía que alejarme de ahí. Por un tiempo no me sentía muy diferente a los infectados, caminaba pero me sentía completamente vacía por dentro. Pero en verdad que este mundo es pequeño, me topé con Amandha una psicóloga forense con la que trabajé algunas veces. Tener a alguien con quien platicar era bueno. Juntas nos establecimos momentaneamente en un departamento.

Aquella tarde era como una de tantas, Amandha y yo habíamos salido una vez más a buscar alimento, el que teníamos ya estaba por agotarse, sabíamos que tendríamos que marcharnos de ahí pronto. Con sigilo entramos a una tienda departamental, normalmente siempre reinaba el silencio o los gruñidos de los muertos vivientes, las calles no se veían transitadas por humanos pues todos siempre estábamos escondidos. Por eso el sonar de paso rápidos llamó inmediatamente mi atención. Apreté con fuerza mi glock 17 y con mucha precaución me asomé al exterior...

El viejo tranvía era una zona, admitidamente, extraña para dormir, pero una vez descubrieron que se podían abrir las puertas y cerrar sin necesidad de combustible (útil dado que además NADIE sabía manejar uno) no fue una mala idea del todo: se estaba caliente, había asientos y podía uno subirse a la parte de arriba con facilidad, que habían comunicado con coches vía tablones para hacer una escapada desesperada de ser necesario. El interior estaba todo lo limpio que se podía esperar y sorprendentemente decente y libre de vandalismo: quizá fue una vivienda para otra gente como ellos en algún momento. Ahora había en su interior bajo los asientos bolsas con mantas y mudas de ropa. Todo con todo, no era el peor sitio.

Ir a la ciudad no había sido la mejor decisión. Apostaron a la base militar... y perdieron. A lo grande.

Ahora estaban atrapados en la ciudad con cada vez menos recursos, cada expedición acercándose más a arañar lo justo en comida y bebida, los recursos cada vez más difíciles de encontrar y arriesgados de encontrarse, cada vez más con el miedo a lo desconocido, el tirado que te sorprenda o el solitario que acabe atrayendo a la manada, con el miedo a los bandidos que te saquen hasta lo último y te maten o te dejen morir de hambre, con el miedo a tener un fallo en una de las expediciones y caer lentamente. Las cosas... no estaban muy bien. Pronto tendrían que plantearse si volver a correr el inmenso riesgo que suponía tener que bajar.

-...

Luke se separó de la ventana frente a la que medio "meditaba" tumbado para dar el aviso, asomándose. 

"Pero qué..."

-Tíos -dijo, llamando la atención en silencio- Hay alguien ahí fuera. Vivo.

Es curioso cómo en medio de una calle desolada el desesperado jadear de un hombre corriendo puede escucharse incluso desde dentro de alguna construcción abandonada.

Las grandes zancadas del hombre lo alejan de una inmensa horda de cadáveres vivientes, algo ha salido muy mal, entre sonidos guturales y ruidos de estampida humana la carrera del tipo comienza a disminuir en velocidad haciendo visible el tremendo esfuerzo de recorrer varias calles a todo lo que su resistencia física le permite.

La Edgewood Avenue comienza a inundarse de cuerpos en descomposición expuestos casi un año a la intemperie, de entrada 300+ cadáveres recorren la avenida algunos desviandose en las calles alternas, también es curioso cómo algunos se agrupan en pequeños rebaños de hasta 10 ó 15 cuerpos animados

-¡Maldita sea!... algún imbécil a atraído a esos monstruos.... ¡Dios... Dios... Dios...!- Me oculto nuevamente detras de un ventanal en una de las tantas oficinas de la Edgewood Avenue... desde allí alcanzo a ver el tranvía que atraviesa Wall St SE.

Me vuelvo a asomar y veo a un viejo con aspecto de mendigo y mas adelante a una chica de cabellos rojos. Me vuelvo a ocultar rápidamente. La horda es inmensa.

-Dios... Dios... Dios... P-parece que se ocultan también... ¿Que hago... que hago?...- me arriesgaré tratando de llamar su atención.

Mike estaba distraido en sus pensamientos, por una calle aledaña a la Avenida Edgewood, cuando los pasos resonaron fuertemente en sus oidos.

Una persona corriendo de esa manera solo es signos de problemas. 

Con la calma que lo caracteriza en momentos de problemas, no pierde tiempo en localizar lugares de escapes, la avenida no es una opcion posible, mientras retrocede hasta tocar con su espalda una pared lateral dejando angulo para ver lo grave de la situacion (la horda que se avecina que hasta ahora no la a visto) y buscar escalera contra incendios o cualquier cosa con altura que le den una posicion elevada urgentemente.

Se me acelera el corazón ante el horrible espectáculo que pasa afuera, son demasiados infectados. Pobre del tipo que huía de ellos, pero no hay nada que pueda hacer por él. Con muchísimo cuidado y sigilo camino hasta el interior de la tienda, un movimiento brusco o algún ruido podría delatarme; cuando siento que no podrán escucharme apresuro el paso.

Mike se repliega a un enorme muro de ladrillos de uno de los edificios de la avenida Edgewood recorre unos 4 metros y distingue la escalera contra incendios que alcanza sin mayor dificultad, apenas al subirlase da cuenta de que  cruzando la calle hay una figura de alguien que se asoma y oculta nerviosamente,  también hay una chica pelirroja cerca, a unos cien metros volteando hacia Edgewood AV ES una inmensa horda comienza a invadir toda la calle acercandose peligrosamente.

El tipo nervioso le hace señas a Mike y luego se oculta. La horda se acerca rápida y peligrosamente en cualquier momento la avenida quedará infestada, desde las escaleras también se alcanza a ver parte del parque y a lo lejos el tranvía de la ciudad.

Había contado tantas veces sin aburrise los cuadrados que adornaban el techo del tranvía, que estaba empezando a cuestionarse su capacidad intelectual. Permanecía tumbado sobre un par de asientos, con los brazos colocados como almohadones y las piernas dobladas para caber en el reducido espacio. Parecía una postura de lo más despreocupada, pero la verdad quedaba reflejada en un pequeño detalle: la orientación. Si bien hubo un tiempo en el que los pasajeros apoyaban la cabeza en el cristal, de cara al interior del autobús y el resto de pasajeros, habían quedado muy atrás. En el nuevo mundo, un error como ese podía resultar mortal.

Se mordió el labio inferior para obligarse a no silbar. No podía quejarse de sus dos compañeros de viaje. Con sus más y sus menos, estaba seguro de que era lo mejor que había podido encontrar. Pero llevaban el tiempo suficiente como para haber detectado su crispación ante cualquier estímulo que rompiera ese silencio sepulcrar que él tanto odiaba y que ellos parecían adorar.

En su rostró apareció una mueca de desagrado cuando éste fue roto por el rugir de su estómago. Había olvidado el último día en el que no había sentido hambre. Intentaba contenerse, pero esa sensación solo hacía que ponerle más nervioso. Solo esperaba que en el refugio militar la cosa fuera a mejor. Era el único motivo por el que había aceptado ir hasta allí.

-¿Qué?

Se puso de pie de inmediato. En un mundo en el que lo único que sus ojos veían era a Luke, Harley y ordas de 'mortientes', cualquier pequeño detalle era una novedad. ¿Romper la rutina? ¡ALELUYA!

-¿Qué has visto?

Saltó del asiento acercándose hacia Luke manteniendo una posición baja. Con o sin moros en la costa, ese año y dos meses le habían enseñado que nunca, NUNCA, debía exponerse. Algunas veces no eran los 'mortientes' de los que más debían preocuparse.

-Joder, ese tío está haciendo mucho ruido.

No tardó en notar el latido de su corazón. ¿Qué coño le estaba pasando? ¿Es que era nuevo? ¿Es que ya no tenía nada por lo que vivir? Tuvo que agarrarse al borde de la ventana para contener su impulso de ponerse en pie y salir corriendo hacia él.

-Tenemos que matarlo. - Sintió la mirada entre incrédula y asesina de sus compañeros. - No me miréis así joder, si no atraerá a...

No terminó la frase. No había nada que atraer, porque lo peor que podía ocurrir estaba detrás de él.

-Mierda...

Estaba nervioso, muy nervioso. Por eso no controló sus movimientos. Solo intentaba agacharse y ocultarse, intentando evitar por todos los medios que ninguno de los mortientes se fijaran en ellos. Pero por supuesto, las cosas salieron alrevés.

-¿Qué has visto?

Hizo una señal para que se agachara. SABÍA lo que tenía que pasar. En el fondo todos lo sabían. Sólo... lo negaban hasta que pasaba.

Miró a Andy con la cara patentada HOSTIA, ANDY cuando soltaba una de esas. No sólo matarlo no serviría absolutamente de nada a aquellas alturas sino que... qué leches, ¿¡qué coño Andy!?

-Mierda...

Asintió mientras bajaba. A Luke por lo general si no otra cosa escurrir el bulto había demostrado que se le daba muy bien; se podría especular si siendo la no-persona que debía haber sido siendo camarero de comidas de plástico para gente sin futuro.

...

Miró hacia arriba. Vio la cara de Andy.

Vocalizó un "NO" mudo y el corazón empezó a reventarle en el pecho, mientras su mano empezaba a tantear desesperadamente, aún sin mirar, hacia la mochila.