Partida Rol por web

Ariadne decidió tomar la puerta de la derecha.

Aquel lugar era el claustro interior de la catedral, un jardín de considerable tamaño. Sin los cuidados necesarios, la vegetación ha crecido silvestre a lo largo del tiempo hasta formar algo parecido a un pequeño bosque. En mitad del verdor hay una inmensa fuente, de la que aún brota algo de agua. Rodeando el recinto hay un pasillo, menos afectado por la foresta, por el qeu se puede caminar sin demasiada dificultad.

Desde la puerta de entrada, se pueden ver otras dos puertas al fondo, una en la pared izquierda y otra en la pared derecha.

Al adentrarse en el claustro, la cara de Inari era una mezcla entre estupor y pena. Que un lugar así se dejase perdido de la mano de Dios era una lástima. Él, muy a su pesar, tenía que reconocer que aunque no era el tipo de lugar al que iría por cuenta propia, tenía cierta magia.

A cada paso que daba, notaba el crujir de las hierbas secas que había entre el resto. Intentaba no hacer ruido, pero era complicado. Contempló una fuente en medio de todo aquello y fue hacia allí. Se mojó el rostro levemente para espabilarse.

Avanzó tras Ariadne.

Ariadne revisó el claustro sin demasiadas esperanzas. Una combinación secreta no iba a estar escrita en las paredes del patio o el pasillo que lo recorría... aunque siempre se podía tener suerte. También echó un vistazo a la fuente, maravillada de que siguiera mandando tras tanto tiempo sin mantenimiento. Sin duda aquella catedral (si es que realmente era una catedral) había sido construido por manos hábiles.
Tras examinar lo que pudo (*) se dirigió a una puerta, de nuevo la de la derecha, a comprobar si estaba o no cerrada y/o bloqueada.

Caminando hacia la puerta de la derecha, todos estaban demasiado distraídos con el bosque y su nuevo camino para darse cuenta que, entre los matorrales, tres pares de ojos amarillos los vigilaban. Sus gruñidos no se oían, sus afilados dientes tampoco se veían. Sólo cuando les saltaron encima, vieron que tres terribes lobos negros, más grandes que lobos normales, les estaban atacando.

¡Cuidado! - gritó de pronto Inari al ver cómo se vieron sorprendidos.

Todo lo que pudo hacer es prepararse para un nuevo combate. Una de sus flechas irían para uno de esos lobos. ¿Les inflingiría daño?, eso estaba por ver.

Los siniestros lobos saltaron sobre los aventureros. Desde la oscuirdad de ese pequeño bosque que se había creado, habían seleccionado a sus presas y estaban preparados para desgarrarlas con sus colmillos y garras en el primer ataque.

Catherine gritó a tiempo de avisar. Pyros, el más diestro y más agil, consiguió saltar hacia atrás en el momento justo, aunque su ropa no corriera la misma suerte. Leon, por el contrario, no es capaz de defenderse. El lobo se aferra a su brazo como si fuera el último bocado del mundo y tira con fiereza para arrancárselo a su presa. Por último, el lobo que quedaba se abalanzaba sobre Cáliban. Gracias a su gran espadón, consiguió desviar lo justo al lobo, pero no contó con todas sus garras, y se llevó un buen zarpazo en la espalda.

Fue el momento del coontrataque. Leon consiguió liberarse del lobo dándole con el canto de la espada en el morro. Pyros, con un salto y pierna recta en el momento oportuno, golpeó con toda la fuerza de su cuerpo en la mandíbula de su lobo, que parecía meditar si esconderse entre las sombras tras semejante golpe. Inari decidió defender a Leon, pero su flecha apenas roza el pelaje de la criatura. Cáliban aprovechó la inercia de su anterior defensa para atacar al lobo y golpearle con rudeza en el cuerpo. Por último, Ariadne, como siempre colaborando con Pyros, aprovechó la baja defensa del lobo, que no dejaba de vigilar al luchador, para atacarle por un lateral, abriendo una profunda herida en el costado de la criatura.

Las flechas de Inari volaban de un lado para otro. Apuntando con decisión, atravesó una de las patas del lobo que seguía acosando a Leon. Aprovechando esos momentos de aullidos de dolor, Leon intensificaba el dolor golpeando cerca de la flecha de Inari. Cáliban y su lobo se muestran esquivos, ninguno de los dos logra dañar a su rival. Los saltos, dentelladas y espadazos son insuficientes para hacer que ninguno de los dos sucumba al otro. El lobo de Pyros no parece tener intenciones de ser nuevamente atacado, por lo que decide ser el primero en morder. Pyros, haciendo gala de su gran destreza, consigue esquivar el mordisco, al tiempo que alza su mano para dar en el cuello de la criatura. Pero estos lobos parecen aprender de su rival, y, mostrando un gran arte de esquiva, no muestra ningún problema en escapar de ese gople. Pero de poco le sirve, pues Ariadne está más que preparada y, cuando la criatura piensa que ya está a salvo, el filo de la joven cercena su cabeza.

Ante la caída de uno de sus compañeros, los lobos parecen volverse más agresivos. Leon intenta golpear al suyo, pero éste no sólo esquiva su espada, si no que salta sobre él para morderle nuevamente el brazo. Cáliban, con mente calculadora y aprovechándose de la furia de su rival, le hace creer que está cansado. El lobo, aprovechándose de esa situación, salta sobre su cabeza, sin esperar el movimiento de Cáliban, que alza rápidamente su espadón y atraviesa la garganta del lobo, llegando hasta la base del cráneo. Ahora todos parecen concentrarse en el único lobo que queda, esperando poder derrotarlo con rapidez. Pero los golpes de los demás no parecen ni siquiera estar cerca de rozarle.

Justo cuando el lobo vuelve a la carga con Leon, Inari volvía a lanzar su flecha. No hería al lobo, pero éste se desvía lo suficiente como para que Leon pueda frenar su ataque e incluso devolver el golpe, aunque sin efecto. En ese momento, Cáliban se une a ese combate, saltando con rabia sobre la criatura que estaba en inferiores condiciones. Aún así, mostrando una gran inteligencia, espera hasta el último segundo, saltando hacia un lado, provocando el golpe de la espada contra el frío suelo. Leon vuelve a la carga, pero apenas consigue hacerle un bonito corte de pelo. Saltando desde atrás, Pyros gira en el aire y dirige su pie a la boca de la criatura. El lobo se hace a un lado, consiguiendo que Pyros sólo le golpeé en el lomo. Mientras, Ariadne corre hacia el otro lado y lanza un certero corte... Que apenas es profundo.

Con frustración, todos pueden comprobar que el lobo, a pesar de ser sólo uno, parece capaz de leer sus pensamientos. Sus ataques no son efectivos y el lobo parece estudiares detenidamente, para poder acabar con todos ellos. Con gran decisión, el lobo va atrasando sus pasos, buscando la seguridad del bosque, donde seguramente podrá acabar con ellos en pocos momentos... Pero no parecía tener ocasión. La flecha de Inari corta su retirada, aunque no se sabe si esa era su intención. Pyros, aprovechando el momento de distracción y sorpresa, rueda por el suelo y lanza al lobo por los aires de una gran patada. Leon hace un arco con su espada, cortando con profundidad el lomo de la criatura, que cae al suelo desvalido, sin capacidad aparente de levantarse. Y, como si fuera un acto de total generosidad, Cáliban separa su cabeza de un solo corte. El lobo había caído.

Pyros se quedó observando el lugar por si había más enemigos rondándoles. Al ver que el camino volvía a estar libre observó a sus compañeros. ¿Estáis bien para continuar? Les preguntó. Una vez que todos comprobaran su buen estado, Pyros siguió avanzando dirigiéndose hacia donde tenían decidido. No quería perder más tiempo.

Arco en ristre, Inari contestó a Pyros avanzando junto a él, señal de aprobación y de que estaba dispuesto a continuar sin detenerse.

Acababan de librar otra dura batalla y, una vez más, habían salido victoriosos. Una suerte - pensó. Puede que esté de nuestro lado, así que aprovechémosla - se volvió a decir.

Miró al resto, tras dar los primeros pasos. ¿Venís o qué?

Tras caer el último lobo y asegurarse de que no había más en las inmediaciones, Ariadne evaluó a sus compañeros. Leon parecía bastante tocado. Alguien que sepa algo de medicina debería echarle un ojo, pensó. Ella, incapaz de ayudarle, sólo pudo preguntarle - ¿Estás bien? - posando una mano en el hombro de su brazo sano.

Esperando que alguno de sus compañeros fuera más capaz de ayudar al herido, se agachó un momento a examinar uno de los lobos que les había atacado. El tamaño lo delataba como antinatural, pero a lo mejor el animal aportaba alguna pista sobre su origen. Incluso era posible que esos lobos estuvieran protegiendo algo. O no, una no podía estar segura de nada en esa isla...

Leon se apretaba las heridas para que dejaran de sangrar mientras respiraba lentamente. El contacto de la mano de Ariadne en su hombro le hizo alzar la cabeza y sonreír a la joven.

Sí, sí... No te preocupes, son sólo unos arañazos profundos, pero se cerrarán solos

Los lobos son excepcionalmente grandes y sus ojos están inyectados en sangre. Por desgracia, no hay nada que puedas sacar de ellos que te de algo de información.

Catherine, que se había mantenido apartada durante toda la batalla, se acercó hasta las criaturas muertas y acarició su lobo, apartando rápidamente la mano

¿No lo notáis? Parecen llenos de maldad y oscuridad Si no fuera porque no eran las primeras palabras extrañas de la joven, era para pensar que le faltaba algo en la cabeza.

Ni corta ni perezosa, avanzó junto a Pyros, que en esos momentos encabezaba la marcha. Abrió lentamente la puerta para ver qué escondía en su interior.

La sala que estaba tras esa puerta era espectaular. Era una amplia estancia llena de espejos. Todo lo que hay en ella está recubierto de mármol negro, lo que sumado a la gótica estructura de la construcción, aumenta aún más el siniestro aspecto de la catedral.

En el centro de la pared norte hay un panel metálico lleno de números y letras.

Tras avanzar hacia la siguiente sala, lo que le vino a la cabeza a Inari fue "¿Qué demonios significa todo ésto?". Así pensaba dado que lo que tenían ante ellos, unos metros más adelante, parecía una especie de enigma.

A ver ahora quién es el listo que resuelve este rompecabezas - soltó sin pensar. Mientras, trataré de comprobar que no hay nada que nos pueda entorpecer alrededor.

Se dispuso a buscar trampas u objetos sospechosos. Lo haría con sumo cuidado, mirando, palpando prácticamente cada baldosa. Después se limpiaría la porquería de las manos, que no sería poca.

Pyros se quedó mirando el panel y después miró a Ariadne. Los documentos esos que encontraste, ¿tienen algo que ver con esto que tenemos frente a nosotros? Dijo mientras lo analizaba tratando de buscar algún tipo de explicación al panel. Estaba seguro que aquello significaría algo, pero no era capaz de resolver el intrincado acertijo.

Ariadne se plantó frente al panel pensando qué podía significar mientras se rascaba pensativamente la cabeza.

Tenía una serie de letras en cuadrícula, con números a los lados y encima. Cinco letras estaban marcadas con círculos alrededor.

Trató de buscar en ella palabras que le dijeran algo. También se giró interrogativa hacia Catherine, creyendo que la joven podía conocer cosas que ellos ignorasen.

En esa sala no hay nada salvo ese acertijo

Obviamente, los números y las letras tienen relación entre ellos. Quizá los números indiquen la cantidad de letras que hay en cada columna o fila.