Partida Rol por web

En ese momento, Aenar siguió al grupo y se fijó en esa chica, que no estaba nada mal, pero ahora tenían otros asuntos que atender.

Según seguía a la chica e iba delante del "gran hombre" de rojo, se tironeaba un poco del parche y parecía murmurar por lo bajo. No parecía un gran guerrero o luchador, y tampoco parecía que estuviera muy dispuesto a tener que preocuparse de esas cosas cuando estaba a bordo.

Con un suspiro de resignación miró alrededor y decidió situarse cerca de la chica y detrás del gran hombre.

A lo mejor tendría que dar lo mejor de sí mismo.

Kami se retiró hacia la puerta, independientemente de lo que hicieran los demás. Una vez estuviera dentro de la sala ya se plantaría lo que haría y como actuaría, aunque sin lugar a dudas, esperarles en el quicio de la puerta era la mejor opción.

Retrocedisteis hasta el Comedor. Yuudai se puso en un lado de la puerta y Kami en otro. Linette y Aenar se colocaron tras Kami.

Sin esperar mucho tiempo, un soldado llegó y atravesó la puerta. Yuudai no le dio oportunidad de seguir avanzando, golpeó con fuerza con su espada. El soldado intentó esquivar su golpe, pero no pudo, ya que Yuudai apuntó con su espada al pecho, haciendole una profunda herida. Rápidamente, volvió a golpear con su daga, pero esta vez sólo consiguió rasgar ropa del soldado.

Ahora que teníamos al primer soldado a tiro, comencé mi danza de puñetazos y patadas para descargarla sobre el recién llegado. Comenzaría a golpearle y ya de paso a proteger a mis recientes compañeros. Había que quitarse a los soldados esos antes de que La Dama cayera al suelo. Íbamos contra reloj. Aunque realmente parecía que no haría falta insistir, pues el drástico final parecía que sería el mismo para todos.

El baile de Kami esta vez no tiene el efecto deseado. Apoyando una mano en el suelo, hace un medio arco con su pierna derecha, pero este no roza ni tan siquiera a su objetivo, fallando su ataque.

Linette estaba acumulando la magia. Al igual que Aenar, esperaba el momento preciso para atacar.

Aenar vió como el gran hombre de rojo fallaba sus ataques y no pudo evitarlo. Era hora de sacar la artillería pesada.

-Grakius, te necesito -dijo mientras se llevaba una mano hacia el parche y con la otra comenzaba a moverla mientras murmuraba unas cuantas palabras extrañas por lo bajo.

Pero no parece que pase nada.

A pesar de haber fallado su último ataque, Kami no se rindió. Continuó con los mismos pasos de danza-lucha en los que se había entrenado, moviendo un pie hacia un lado y luego el otro hacia el otro. Se movía también sus brazos cuando decidió colocar las manos en el suelo y comenzar a girar para asestar un torbellino de patadas contra el enemigo.

Se establece un pequeño combate entre Yuudai y el soldado. Yuudai se lanza con su espada contra el soldado. Con rápidos movimientos de despiste, intenta pillarlo desprevenido; pero el soldado es capaz de seguir los movimientos. Yuudai hace un ataque directo al estómago, pero su rival con un giro lo esquiva con mucha soltura. Aprovechando la inercia de ese movimiento, el soldado intenta clavar el filo de su espada en el cuello de Yuudai, pero éste lo ve venir, así que se pega al cuerpo del soldado y aprovecha para clavarle la espada en el brazo derecho.

En ese momento, Kami aprovecha que el soldado está despistado; apoyándose en el suelo con las manos empieza a girar y golpear con sus pies a su rival. El soldado recibe varios ataques y, justo al caer al suelo, Kami descarga una poderosa patada sobre su pecho, antes de volver a su posición normal y ver que el soldado ya ha muerto.

Linette sigue acumulando su magia y Aenar llama a Grakius, pero no pasa nada.

El resto de soldados entra corriendo, alejándose un poco de vosotros cuatro para tomar mejores posiciones.

Sonreí cuando vi como había aniquilado a aquel soldado, no me gustaba sesgar la vida de nadie, pero si había que elegir entre la suya o la mía, sin duda no dudaría.

Y entonces vi como todos los soldados que habían venido antes se adentraron en la sala de manera rápida y veloz. Nuestra estrategia no fue suficiente y tendríamos que enfrentarnos a todos.

¡Dejadmelos a mi! ¡Yo puedo con todos! ¡Vosotros cruzad la pasarela y tratad de haceros con el control de la aeronave, yo les entretendré!

Y tras decir aquellas palabras comenzó a ejercitar de nuevo su baile, llamando la atención de todos los soldados y escogió al más cercano para golpearle con una patada en forma de medialuna.

Linette no lo duda ya que sabe que esta preparada para realizar su accion, sabe que afectara a sus compañeros tambien, pero no es momento para andarse con remilgos, por loq ue no lo duda y comienza con el encantamiento para tratar de dormir a los que estan alli, al menos tendra tiempo de hacer algo y despertar a sus compañeros si todos se quedan dormidos

Uno de los soldados decide adelantarse a toda acción. Corre hacia Yuudai y, con un salto, cae sobre él con la espada dispuesto a cortarle el brazo. Pero Yuudai está prevenido y esquiva con soltura su ataque.

Kami, teniendo cerca a ese soldado, se pone junto a él y le ataca de forma repentina, haciendo que su pie describa una media luna que le impacta en el estómago.

Los otros soldados, como ven que Kami y Yuudai son los dos únicos armados o que atacan, deciden ir a por ellos.

El primero de ellos se va a por Kami, con la espada en un lateral, intenta producirle un corte en el estómago, que Kami evita con un pequeño giro de su torso. Otro de los soldados también se dirige a por él. Lanza su estocada hacia el cuello, que el esquivo Kami evita con un salto hacia atrás.

El otro soldado que se mueve se dirige a por Yuudai, consigue rozar su cuerpo con la espada, pero la herida es tan superficial que apenas lo nota.

Linette, desde su posición, se pone tensa. Empieza a mover las manos de una manera hipnótica. Todos empezáis a sentiros muy relajados, así que bajáis las armas. Los párpados parece que os pesan demasiado para que sigan abiertos. Los bostezos os van dejando casi sin fuerzas...

Todos caéis dormidos. Al final, la única que está despierta es Linette.

Linette al ver el efecto piensa en que al final ha sido el efecto mayor del esperado, pero no importa, tenia que hacer algo y eso ha sevido al menos para parar a los enemigos, asi que no lo duda y se dirige hacia el mas cercano de sus compañeros, se acerca y se pone a tratar de despertarlo sin hacer demasiado ruido tratando por supuesto de que no se despierten los enemigos, si hace falta tapara unos segundos la nariz del compañero para que no pueda respirar y asi despertarle o incluso darle unos golpecitos

Me sentía pletórico, cuanto mayor era el estado crítico en el que nos encontrábamos mejor era mi rapidez y mis reflejos, así que, a pesar de que la colisión fuese inminente y que los soldados eran más numerosos que antes e incluso nosotros éramos menos, había logrado esquivar cada golpe que me había dirigido y cuando estaba dispuesto a asestar un nuego golpe noté como las palabras de nuestra compañera me hicieron quedarme completamente dormido hasta caer en un sopor del que vería realmente difícil salir.

No, no... no voy a ver mi final... por qué... no puedo... ¿acaso ya ha llegado? - un lejano golpe de metal contra el suelo resonó levemente en sus oídos, sus manos ya no agarraban nada... las rodillas temblaron, le pesaba el alma, le pesaba incluso el cuerpo... ¿Estaba de rodillas? nunca lo supo, intentó mirar hacia abajo pero algo le impedía hacerlo... sintió un golpe y el frío suelo en una de sus orejas... la visión estaba cada vez más y más nublada...

... llegó mi fin... fue su último pensamiento amargo antes de caer en la inconsciencia.

Linette se agacha a vuestro lado y, con más o menos dificultades, consigue despertaros. Los soldados siguen dormidos, aunque no esperáis que sea por mucho tiempo.

Salis con velocidad hacia la plataforma de paso para alejaros todo lo posible de esos soldados.

Una vez lo cruzáis, os encontráis con un largo pasillo lleno de escotillas por las que se pueden ver las nubes del exterior. No tienen tantos adornos como los corredores de las alas residenciales, pero aun así está hermosamente decorado con una larga alfombra de lino rojo. Pero algo os llama la atención: los arañazos de algo similar a una afilada garra se extienden varios metros por la pared.

Tenéis dos opciones a seguir: La primera es seguir recto. Podéis ver al final de ese pasillo una puerta que os lleva hasta otra plataforma de paso. A mitad del camino, hay una puerta a la derecha y otra a la izquierda, una enfrente de la otra.

La segunda es girar por el pasillo a la derecha. A mitad de este hay una puerta y al final otra.

En cuanto recuperé la conciencia miré a mi alrededor y tras ver a todos los soldados dormidos se me ocurrió un sencillo plan, esperé a que todos mis compañeros abandonaran la habitación y saque algun mueble que atrancara la habitación para que no pudieran seguirnos. De esta manera ganaríamos algo de ventaja.

Después me puse a observar todo lo que había a mi alrededor y traté de ubicarme.

Debemos de estar en una de las alas del zepeling. Si este pasillo conduce hacia otra de las alas eso quiere decir que el centro de mando debe estar, por lógica en el centro. Digo mientras tomo el camino del frente. Después llegué al mitad del camino, una de las dos puertas podría conducir al centro de mando, la otra... la otra quizá sería mejor no saber hacia donde conduciría. Sin duda, lo que había sucedido es que alguna extraña criatura estaba aquí dentro. Esos arañazos no eran normales y quizá aquello que había hecho caer a La Dama tuviera relación con ellos.

Así que, por pura deducción y pensando que el centro de mando estaría en la parte delantera, decidí tomar la puerta de la izquierda, suponía que allí podría estar, aunque, si lograse alcanzarlo, no sabía como iba a lograr que no cayeramos a tierra.

Entráis en una gran habitación ligeramente ovalada, con grandes ventanales y diversos aparatos que permiten controlar el zepelin. Casi todo está decorado con madera y grandes cortinas, lo que le da un aspecto majestuoso y solemne. Desdichadamente, presenciáis un espectáculo muy poco agradable. Media docena de individuos, entre los cuales hay algunos militares, yacen muertos en distintos lugares de la estancia, cada cual de modo más horrible. El cadáver del capitán de La Dama es el que más llama la atención, pues permanece aferrado al timón con una expresión de terror absoluto. Los cuerpos sin vidas se van desplazando lentamente hacia el extremo opuesto a la puerta de la sala debido a la inclinación y caída del zepelin, dejando un surco de sangre y vísceras tremendamente desagradable.

Allí, de pie y observando los cadáveres con expresión seria, veis a un hombre rubio, bien parecido y de aspecto seductor; lleva un flamante uniforme de gala, aunque adornado con los galones de capitán. A su lado, hay tres hombres. Todos se giran cuando llegáis y os miran.