Partida Rol por web

¿La muerte es esta oscuridad total que os rodea? ¿Tan triste y solitaria va a ser?

...

...

¿Qué es eso que suena? Unas campanas...

El eco de esas fuertes campanadas parece deciros que la muerte no os ha llegado...

Al menos todavía

Al abrir los ojos, os encontráis en una playa. El cuerpo os duele, estáis empapados, pero no parece que haya nada roto.

Cuando os decidís a levantaros, una nueva ola hace su aparición y os baña de nuevo. Al mirar a vuestro alrededor, veis varios tablones, seguramente pertenecientes al zepelin.

Vuestras pertenencias están dispersas por la playa, al igual que vuestros compañeros.

Coff, coff, coff!!!! Kami comienza a escupir litros y litros de agua que había tragado e incluso algún que otro trozo de alga que se le había metido. Su aspecto era el de un oso mojado, todo su cuerpo estaba empapado y las gotas de su pelo chorreaban por su cara. Alzó la vista para comprobar cuán grande había sido la caída, pero se dio cuenta de que no sabía a cuanta altura estarían volando.

Al menos podía dar gracias a los dioses por haber sobrevivido. Salió corriendo para dirigirse hacia Linette y le tendió la mano. ¿Estás bien, chica?

Linette nota una mano y como le llaman, trabajosmente abre los irritados ojos y mira como se trata de Kame, algo mareada pregunta:

- Donde estamos? que ha pasado?

Poco a poco con ayuda de su compañero se pone de pie y mria a su alrededor, aliviada se da cuenta que su sombrero esta cerca, asi pues lo coge y se lo pone, esta empapado y lo unico que hace es mojarla mas aun, pero aun asi prefiere tenerlo puesto

Ahora que estás despiertos, el eco de las campanadas se escucha más fuerte, muestra de que hay una población cerca.

Una arcada y vomitar agua salada, eso es lo primero que hizo Aenar al despertarse. Se puso a cuatro patas mientras continuaba evacuando ese líquido salado de su cuerpo. Cuando terminó, escuchó la voz del hombre que peleaba a puños. Intentó enfocar la vista hacia él, pero aún veía borroso. 

Escuchaba campanadas, la voz de una chica.

Intentaba ver lo que había y se percató de estar en una playa- ¿Qué? -se preguntaba. Todo había pasado muy rápido- ¿Qué ha pasado? -dijo con la voz ahogada aún por las arcadas.

No lo tengo muy claro, la verdad. Hemos caído con La Dama, no hemos podido hacer nada para remontar el vuelo y este ha sido el final. No veo a nadie de los que viajaban, por lo que es posible que se hayan ahogado todos... dice mirando a su alrededor en busca de alguien más.

De todas maneras parecen escucharse campanas por allí, dijo señalando la dirección de éstas, lo mejor será ir hacia allá. Necesitamos un lugar donde descansar y que nos revisen nuestro estado. ¡Estoy francamente agotado!

Dice tendiendo la mano a quien todavía no estuviera en pie y dirigiéndose hacia el lugar de las campanas.

La mujer observa el lugar y dice:

- Si, es cierto, deberiamos ir a la ciudad o bueno si hay un campanario seguramente haya una iglesia y donde hay una iglesia hay fieles cerca asi que no deberia haber una poblacion muy lejos

Mira los restos y dice:

- Pero no se, poco restos ahi aqui no? el zepelin era muy grande como para dejar solo estos restos

El joven pelirrojo intentaba no vomitar por el agua salada ingerida. No es que fuera alguien con un físico excepcional, solo que era capaz de invocar a su compañero, pero él en realidad no hacía o servía para nada.

-Bueno, no vamos a conseguir nada quedándonos quietos en la playa, ¿vemos pues? -dijo mientras intentaba no tambalearse.

La playa avanza un par de decenas de metros antes de empezar a convertirse en una verde campiña llena de colinas, adornadas por algún que otro árbol de gran tamaño. Lo único que estropea tan precioso paisaje es el hecho de que el cielo está gris y oscuro, como si presagiase una inminente tormenta.

Algo raro os ocurre según camináis. Notáis que vuestro cansancio desaparece, que os sentís con energías renovadas como si de algún modo os hubiesen curado de los combates y de la caída que habíais sufrido.

Tras caminar un buen rato, llegáis a una aldea, desde la que suenan las campanadas. Una entrada abierta con casas a los lados desemboca en lo que parece la plaza del pueblo. Hay una gran cantidad de gente, os atreveríais a decir que está todo el pueblo. Parecen estar preparando algo, pues hay mucho movimiento y muchos gritos.

Pero vuelve a pasar algo. Un niño se gira y os ve. Se queda pálido y corre hacia la profundidad de la multidud. Poco a poco todo el mundo se silencia y se gira para observaros, y su mirada no parece precisamente acogedora, aunque tampoco agresiva. Os empiezan a rodear, dejando cierto margen de distancia, mostrando curiosidad, incertidumbre y algo de preocupación.

Pasados unos segundos, un fornido hombre de mediana edad da unos pasos hacia delante, con expresión escéptica y, carraspeando, os pregunta.

¿Quién sois? ¿Qué hacéis aquí y cómo habéis llegado a nuestra isla?

Al observar la reaccion de la gente Linette se queda unos segundos callada, como asustada sabedora de que puede suceder cualquier cosa, pero entonces un hombre les pregunta, ella no era la mas habladora ni la mas extrovertida del grupo, pero aun asi dice:

- Esto... nos estrellamos aqui cerca y no sabemos donde estamos

Kami no se esperaba semejante recibimiento. Parecía como si hubiesen caído en la tierra de unos hombres aislados. Quizá fuera eso y por eso se sorprendían tanto de ver gente extranjera. Kami se sentía un tío carismático, al menos así lo había sido en su pueblo natal. Por lo que dio un paso al frente de su grupo, mostró una amplia y blanquecina sonrisa y saludó a los presentes.

¡No temáis por nosotros, señores, señoritas y niños! Hemos venido en son de paz, nuestra aeronave ha sufrido un percance y nos hemos estrellado en la playa. Hemos escuchado el sonido de las campanas, y como imaginábamos que aquí había gente hemos decidido acercarnos.

Tan solo necesitamos un lugar donde reposar, tomar algo y aclarar nuestras ideas. No queremos molestar ni importunaros.

-Y si no es mucha molestia -añadió el pelirrojo- ¿podríamos saber donde estamos?

Caminaba aún algo aturdido detrás de los otros supervivientes. Aún no entendía como habían conseguido sobrevivir al tremendo y aparatoso accidente. Se tambaleaba un poco al caminar, por lo que iba unos pasos por detrás de los demás.

El caso es que no le daba buena espina esa reunión popular.

¿Náufragos? dijo el hombre extrañado. La gente empezó a hablar, pero en un tono distinto, amigable.

¡Ah, son náufragos! se oyó en la multitud.

El hombre se acercó a vosotros y se presentó tendiendo su mano.

Mi nombre es Raymon, soy el alcalde. Estáis en Corvinus, una pequeña isla del mar interior. Contadnos, ¿una aeronave? ¿De qué tipo? Estoy convencido de que a toda la isla le encantará escuchar vuestras aventuras.

Tras estas palabras tan amables, un río de gente os empezó a llevar hacia la plaza. En ella, había una gran mesa con gran cantidad de alimentos.

¡Mamá, puedo sentarme al lado del señor pelirrojo! chilló un niño dando tirones de la manga de Aenar.

No, cariño, deje que se siente con la gente importante le acalló su madre llevándoselo.

Os sentaron en la mesa y pusieron ante vuestros ojos una gran cantidad de manjares.

Os acosaron a preguntas sobre vuestra aeronave y vuestro destino.

Kami no pudo evitar sonreír ante semejante generosidad. El banquete era impresionante y estaba contento de haber llegado donde estaba. Se moría de hambre por lo que comenzó a ponerse en su plato pequeñas cantidades de todos los platos que había sobre la mesa.

Mientras sonreía de oreja a oreja y entre bocado y bocado, les iba explicando el tipo de aeronave, su nombre y la intenció del viaje. Lo que no les contó fue nada sobre el secuestro, ni sobre las extrañas criaturas que había visto allí dentro. No quería asustarles. Simplemente comentó que perdieron el control del zeppelin y que terminó estrellándose. Pero que afortunadamente ellos se encontraban bien, aunque no tenían muy claro que había sido del resto de pasajeros.

Aenar se dejó llevar algo angustiado. No le gustaban las multitudes, y cuando el niño tiró de su manga, el pelirrojo dio un ligero respingo. Siguió a todos y, cuando les sentaron en la mesa, se limitó a comer un poco pues aún tenía el estómago encogido por la experiencia reciente.

Mientras Kami contaba sus aventuras e historias, el pelirrojo no podía evitar pensar- ¿Porque estaban todos reunidos allí y luego se los llevan? ¿no era una reunión importante? ¿entonces porqué sonaban las campanas? -con estas dudas en la cabeza se inclinó hacia el adulto más cercano y, sin interrumpir a Kami, susurró- Disculpe, ¿cual era el motivo por el que doblaban las campanas?

Son las fiestas de nuestro patrono fundador, la fiesta de Corvinus le contestó el hombre al que Aenar había preguntado.

Tras un rato más de agobio por parte de todos los pueblerinos, una joven y hermosa mujer, embarazada de unos cuantos meses, se acerca hasta vosotros sonriente.

Mi nombre es Miriam Moonflow. Regento "El Pequeño Castillo", la única posada que hay en la ciudad. Supongo que estaréis cansados y querréis tumbaros un poco, así que sería un placer para mí teneros como clientes.

Muchísimas gracias. Dice Kami limpiándose educadamente su boca con una servilleta. La verdad que todo aquel pueblo le estaban tratando con mucho agrado y diligencia. Kami no podía evitar sonreír. Después de todo lo que habían sufrido y después de haber visto todo lo visto hasta ahora. Recibir unas palabras amables eran de agradecer. Aunque quizá estaba siendo demasiado confiado.

Pero antes, resolvedme una duda, si sois tan ambles; ¿Cuál es el motivo de que nos mirabais tan extrañados cuando llegamos? ¿Teméis algo o a alguien?

Estáis en una isla que se dedica a la agricultura y a la ganadería. No tenemos casi contactos con los alrededores, porque nuestras barcas son pequeñas y no son capaces de llegar a los otros islotes debido a las bravías aguas contesta el alcalde.

Eso me recuerda... Dentro de un par de semanas llegará una fragata comercial en la que podréis embarcar para ir a la costa.