Partida Rol por web

- Pero esto es una magnífica noticia para nosotros entonces, estimado Galion - intervengo -. Al fin alguien podrá indicarnos qué camino seguir y nos dirá todo aquello que pueda ser de ayuda. ¡Cuando haya publicado mis crónicas se sabrá de la inestimable ayuda que se nos prestó en este momento de necesidad! Decidnos, por favor, en qué dirección fueron y todo aquello que nos pueda servir para dar con esos enviados del Rey Bajo la Montaña
 

Galion hace una seña con la mano alzada haciendo cículos primero y después cerrando elpuño y abriéndolo, para que el vigía que contempla el encuentro desde las enormes raices que coronan las rocas pueda verlo. En ningún momento se ha vuelto para comprobar que ha recibido el mensaje.

-Muy bien, encárgate de que llegue nuestra colaboración tal y como dices humana -dice Galion mientras su cabeza gestiona órdenes-. "Ya va siendo hora de que me restituyan en mi puesto" -piensa para sus adentros-. Nuestra misión cubre un área muy vasta. Si os hemos de llevar hasta su último campamento habrémos de ponernos en marcha ahora mismo. No sé si conseguiréis llevar el ritmo y menos aún después de tantas horas sin dormir. Tenéis una hora para descansar y otra para comer; el cocinero Flanduin os preparará algo.

Galion da por terminada la charla y se dispone a levantar el campamento con una diligencia propia de un mariscal de campo.
 

Giro la vista hacia Wynna y le muestro tanto una sonrisa como un asentimiento de cabeza: Galion no parecía muy dispuesto a compartir la información de que disponía, y yo no sabía ya cómo poder sonsacársela.

Vernos acompañados por una patrulla de elfos por esas tierras, y tener tiempo para descansar algo sin necesidad de mantener un ojo abierto constantemente era más de lo que se podía desear.

Las viandas de Flanduin eran buenas y restituyentes. No tanto como los manjares que se podían consumir en las Estancias, pero eran alimentos de viaje y de patrulla, no de banquete.

Llenar la barriga y cerrar los ojos sentado contra un árbol fue todo lo que Falenthal necesitó para recuperarse. Se puso en marcha en cuanto oyó la orden, y se situó junto a Wynna, mirando por sobre su hombro las runas y los esquemas que iba garabateando en sus pergaminos mientras se internaban aún más al sur.

El pastel de manzana de la tía Lila era el más dulce de todos, y este no era la excepción. Siempre lo acompañaba con un té de hierbas amargo como para compensar tanto dulce, pero Griffo iba dejando migas flotando en la taza de lo rápido que comía, una manía que desde pequeño tenía cuando comía algo que le gustaba. Mientras Lila lo regañaba, el pequeño hobbit se zambullía tres galletas con pasas enteras. Dio un último sorbo al té, lleno los bolsillos de su chaqueta con galletas y salió corriendo hacia el jardín en dirección al monte para jugar.

Escondido entre los arbustos en ese bosque tenebroso, Griffo recordaba la comida que su tía le hacía de niño y comenzaba a extrañarla mientras comía una de las galletas sin sabor que había comprado en el campamento de pescadores. Era comida, pero para un hobbit la comida que no tenía buen sabor no era digno de llamarse comida. Del otro lado, la comida de los elfos no se veía mejor que los pasteles de su tía pero seguramente ersn mejores que las galletas que estaba comiendo.

Comenzaron a levantar campamento e irse, así que el hobbit bebió un poco de agua de su cantimplora para poder tragar esas horrendas galletas y se dispuso a seguirlos sin que lo descubran.

Te mantienes durante media jornada a una distancia aceptable, si bien esta ha de ser más lejana de lo que te gustaria. El sudor resbala por tu cara y los mosquitos de la ciénaga no te han abandonado desde que te apoyastes en una conífera con mucha savia.

el barro se hace patente en las rodillas de tus calzas.

Atletismo NO18 (¡Ya!)

Incluso los élfos tienen que bajar la marcha en ese lado del bosque, tan cerca de las ciénagas, la humedad y el suelo enfangado. No es un terreno fácil: el fango si se sopne un pie en falso puede llegar hasta la rodillas, sin la ayuda de los elfos el camino habría sido un infierno. un leve holor que huele a mil demonios empieza a hacerse notar.

-Aún estamos a unas cuantas leguas del río Podrido que baja de las montañas del bosque negro -le comenta Flanduin, cocinero y lugarteniente de Galion a Wyna-. Pero su pútrido hedor llega hasta muy lejos. Tomas estas Asëa aranion o athelas con miel y menta, plantadas por mí mismo en El Reino del Bosque. quizás las conozcas como <<hojas de reyes>>, creo que así las conocen los humanos. mastícalas y te facilitará las horas que quedan. toma un poco también para tu amigo -se sonríe-; no parece que tenga muy buena cara.

Un ligero sudor frío te perla la frente mientras retiras tu pie de una forma redondeada que te hace pensar, por la linea de plantas que cubren el cordel, que es una muy vieja trampa de tramperos abandonada. No sabes si se habría accionado pero por si acaso...

Ni pasando mil veces por el mismo sitio te habrías percatado de la misma "¡Vaya hoy es mi día de suerte! ¡va por tí y tus galletas querida tía!".

el optimismo te sube la fuerza y consigues recuperar la distancia perdida con la expedición que va por delante.

Oyes alguna convesación aislada que muestra el pesar de los elfos por el adorno de vuelta queos estáis dando "¿Te acuerdas de esa elfa de la última fiesta? ¿Crees que me miró?"

Afinando un poco más el oído (por aquello del Gran Éxito) recoges del aire un comentario con el contenido de las próximas órdenes de Galion a su capitán:"Espero que en que los llevemos hasta el campamento de los enanos nos despidamos rápido. Tengo ganas de volver a casa".
 

Así que te enteras de que no vas a poder contar con más ayuda por su parte. Te reconfortas sabiendo que podía haber sido mucho peor.

después de tres horas más de trayecto sinuoso pisando raices y fango y sufriendo un olor fétido que se pega hasta lo más profundo del cerebro -si no fuera por las hierbas élficas sería insoportable- véis una pequeña parcela de tierra seca que se alza al oeste del curso del río, unos cuantos kilometros al norte de donde el arroyo  podrido desagua sus pestilentes aguas en el río Rápido.

-Joven elfo, Dama humana -dice Galion con solemnidad- empieza a oscurecer. Este es el claro. Nosotros tenemos prisa y hemos de irnos. Recomiendo que esperéis hasta mañana para buscar pistas. Tomad más plantas y masticad hasta que os durmáis porque el olor es inaguantable -Despidiéndose ya-. Espero enterarme de que no habéis errado en vuestra búsqueda. estaré vigilando.

- En verdad, estimado Galion, habéis sido de importante ayuda. Os llegará noticias de cómo terminaremos nuestra búsqueda, no me cabe duda. Espero que nos volvamos a encontrar en mejores y más plácidas circunstancias. ¡Y me permitiréis retrataros con más calma para mi libro!

Y así, sonriendo, me despido de Galion. Me siento más reconfortada gracias a la magnífica hoja de reyes proporcionada por los elfos y lo dispongo todo para vivaquear de la manera más confortable posible.

Supuestamente, en este claro es donde acamparon los enanos por última vez. Para buscar rastros no voy a hacerlo de noche, porque no soy tan diestra, aunque quizá mi compañero Falenthal sí que pueda y no sería de extrañar que encontrase algo vista su destreza en el medio. Por mi parte, prepararé para ambos algo frugal para cenar con lo que nos quede disponible, pero en frío, nada de encender fuegos.

- Falenthal, me gustaría que me contases un poco como los elfos habéis llegado tan al sur de vuestras Estancias. ¿Llegan las patrullas aún más al sur? ¿Se adentran también más hacia el interior?

Un poco de charla y adquisición de conocimientos para mi futura obra antes de ir a descansar...

El elfo agradeció la compañía de los suyos durante el trayecto, y la indicación sobre el último lugar donde habían sido avistados los enanos. Ahora, por lo menos, sabían con seguridad que se hallaban sobre una pista cierta. Si conseguirían encontrarla en esas tierras movedizas y traicioneras, y luego seguirla, estaba por ver.

De todas formas, no dejaba de sentirse algo abandonado por Gallion y su patrulla. Esperaba algo más de implicación en los asuntos de las Tierras Ásperas por parte de los elfos del bosque de la que habían mostrado. Pero quizás esa sensación era un reflejo de los cambios que estaba sufriendo el propio Falenthal: tampoco era habitual que un elfo oyera una llamada para abandonar su reino, si no era para dirigirse al Oeste, y que saliera en busca del mundo de los hombres.

Quizás era él mismo quien estaba haciendo cosas "raras" para un elfo, y no se daba cuenta.

Gracias a Wynna y las Athelas que había conseguido, pudieron dedicar un rato sin agobios a preparar su campamento para la noche. El elfo hubiera empezado la búsqueda inmediatamente, pero se dio cuenta que su compañera humana no veía a la luz de las estrellas como él, y que necesitaba el descanso nocturno. Otra señal de cómo su día a día se estaba adaptando más a los humanos que a los elfos. Consiguió unas ramas frondosas para tapar sus reducidos equipajes y los lugares de descanso, de forma que no fueran fácilmente visibles para alimañas y roedores que pudieran acercarse a mordisquear y quizás robar alguna de sus posesiones.

Mientras cenaban entablaron una conversación ligera, hasta que Wynna sacó un pergamino y una pluma y se asentó cómodamente envuelta en su manta:

- Falenthal, me gustaría que me contases un poco como los elfos habéis llegado tan al sur de vuestras Estancias. ¿Llegan las patrullas aún más al sur? ¿Se adentran también más hacia el interior? -le preguntó.

Precisamente se encontró con la pregunta cuando había estado pensando que a lo mejor debía repensar lo que sabía sobre los elfos. Pero Falenthal sabía muchas cosas sobre los suyos, era cierto, y Wynna era una buena oyente.

-Casi debería decirte que no es que los elfos hallamos llegado al sur de las Estancias ¡sino que venimos del sur, y las Estancias son el más septentrional de nuestros hogares!

Quizás para una vida humana parezca que el Reino del Bosque ha estado ahí desde siempre, pero el primer asentamiento fue en una Edad anterior, cerca de donde ahora se alza la Colina de la Hechicería. Sí, al sur de todo del Bosque Negro. Pero la Sombra expulsó a los mios, que se dirigieron hacia el refugio que proporcionaban las Montañas Oscuras, las Emyn Duir, en el medio de la floresta. Pero la Oscuridad creció sin oposición, y el lugar pasó a llamarse Emyn-nu-Fuin: las Montañas del Bosque Negro. Y también las abandonamos, y continuamos huyendo más al norte, hasta nuestro actual hogar. Aún hoy quedan algunos refugios secretos entre las estribaciones de las Montañas del Bosque Negro, y algunos de los exploradores más capaces hacen alguna incursión en busca de noticias sobre la Oscuridad. Pero cada vez más peligros se esconden en ellas, y cada vez menos los míos se acercan al sur. Durante mucho tiempo proteger el Reino del Bosque de arañas y otras maldades ha sido tarea suficiente, como para pensar en salir de nuestras fronteras. Hasta la desaparición de tantas criaturas malignas después de la Batalla de Cinco Ejércitos no han vuelto a ser enviadas patrullas a comprobar el estado de nuestras antiguas tierras al sur. Pero, como has visto por la actitud de Gallion, sigue sin ser una tarea agradable para nadie.

Las Emyn-nu-Fuin son lugar donde los elfos habitaron un día, huyendo del terror a un gran Mal, y del que huyeron nuevamente cuando el Mal creció. No creo que esas montañas nos recuerden con cariño, ya que vinimos obligados, y las abandonamos horrorizados.

Falenthal volvió a centrar su mirada en la humana. No había dicho nada en todo ese rato, desplazando con gran velocidad su pluma sobre un pergamino tras otro. 

-¿Era eso lo que necesitabas saber? Espero haberte ayudado en lo posible. Quizás mañana me puedas contar tú cosas sobre Valle. También parece una historia de hogares perdidos, como la nuestra. Sólo que vosotros luchasteis por él y lograsteis recuperarlo con más esplendor si cabe, al contrario que los elfos.

Mientras la humana se disponía a dormir, Falenthal se mantuvo un rato aún despierto. Hablar sobre las tierras de los elfos le habían despertado una inquietud. De alguna manera, incluso una rabia por ese Bosque que en ocasiones parecía rechazar a los de su pueblo.

Se levantó en silencio, y observó los riachuelos mugrientos y apestosos que humedecían la mayor parte del suelo, como tratando de ocultar cualquier rastro o señal del paso de un ser vivo.

Falenthal se arrodilló, y posó su mano sobre el barro del lugar, sabiendo que los enanos habían estado allí pocas noches antes. Las ciénagas no eran un lugar amistoso, y tratarían de ocultar toda la información posible de unos ojos escrutadores. Pero el elfo era capaz de escuchar a la Naturaleza, y de hablarle cuando era necesario. Y en esta ocasión sabía que tendría que imponer su voluntad para que los barrizales y las hierbas trepadoras cesaran en sus artimañas y le dejaran ver qué había pasado a los enanos, y a dónde se habían dirigido.

...das con los rastros de un campamento montado hace unos días, sin embargo dirías que no han acampado aquí y que por alguna razón que desconoces algo los apremiaba...

Se ha hecho de noche y estas agotado, dado el estado de alerta del elfo no esfácil mantener el sigilo. De no entrar al claro, al lado del río, réstate uno de aguante -no ha sido tarea fácil seguir al grupo