Partida Rol por web

Tras despertarse con la voz alarmante del cochero, dando unas pequeñas sacudidas a su mente para despabilar y tomando una posición de defensa inmediata, respondió alarmada para que la oigan los de afuera:

-¿QUÉ SUCEDIÓ?, ¿ES NECESARIA ALGUNA INTERVENCIÓN?-

-Y yo en mi error, que pensaba que iba a ser un viaje tranquilo, que ilusa, los problemas acechan estas tierras-
 

Cerré los ojos y coloqué el puño derecho cerrado, tapando la boca y de manea tal que roce con los orificios nasales el dedo índice.

Hablé para mis adentros unas pocas palabras hacia Pelor, ignorando los gritos de la única fémina en la carroza.

Una vez finalizado, no se escuchó más que el silencio de los gritos, ni por dentro, ni por fuera de la carroza.

Si para el final del día no lo adivino, yo pago la hidromiel- con un comentario quizás fuera de lugar para el presunto caos que había -ooh.. pero si lo hago, yo seré el invitado, ¿tenemos un trato? -una risa más antes de dirigirme a la gente de afuera

Oi, afuera, ¿qué rayos está sucediendo?

El conductor no se detuvo por nada del mundo, cuatro caballos y a prisa pudieron alejarse lo más rápido del peligro.
Un par de horas más y habían llegado a la altura de un puente, paresia propicio detenerse a atender la herida mientras hubiera luz de día.
Ya pronto llegarían al primer y único paraje de todo el camino.

Bajan del carruaje a estirar las piernas.
A pocos metros más adelante hay un puente de piedra.
El sol marca media tarde, el cielo comenzaba a tornarse naranja para poco más empezar a anochecer.

Fui el primero en salir de un salto de la carroza, descontracturando cada hueso de mi cuerpo, y apronté a dirigirme hacia los dos que estaban fuera de la misma, llevando las riendas del transporte.

¿Changos, qué ha sucedido?- todavía tenía en mente el acertijo, intenté ver la escena y tratar de descubrirlo, nada.

Puse una mano sobre la parte baja del lomo del caballo, hasta donde llegaba la extensión de mi brazo, -áspero.

¿Qué hay tras el puente, alguno sabe?- pregunté con tonada campechana, dirigiendomé casi con exclusividad al gnomo que nos acompañaba, después de todo, era del único del que podía conocer las intenciones del viaje.

Al bajar se encuentran con Luneth, que viajaba afuera, junto a Anmuth quien tenia las riendas.
Luneth llevaba una flecha clavada a un lado de sus ropas y aunque la herida no había penetrado dejo un corte en él de todas formas.

Visualizo la herida de Luneth, un poco de sangre y nada alarmente. Me tomé el atrevimiento de limpiarla un poco.

Te quedará una cicatriz, nada tan lujoso para presumir en la taberna, pero sobrevivirás- dije tras analizar la herida con profundidad, me preguntaba todavía a qué se referirá el gnomo con el acertijo.

Si todos están de acuerdo, habemos de continuar la marcha-

-Muy bien, marchemos. Ya quiero probar esa deliciosa hidromiel extragratis- Dice el gnomo colgando de la ventana que tiene la puerta del carruaje.

Y así sin ton ni son de demorarse más dejan atrás el pequeño puente que se extendía sobre un pequeño río que corría por debajo.
Pronto llegarían a la posada, para el anochecer.

-Llegaremos para la hora de la cena.- Acota el gnomo frotando las manos.