Partida Rol por web

Tomé hasta el fondo de mi jarra, dando un rápido vistazo a la habitación. Habíamos quedado los que vinimos, y quienes parecían haber estado siempre.

Entonces..- dirigiéndome al gnomo, en esta oportunidad, con un tono de voz más elevado- ¿En qué continuará todo esto?- le pregunté sin mucho más que decir. Esperaba que el gnomo nos guiara un poco para con nuestro objetivo.

El gnomo, muy pensativo sobre su trago, gira en el banco haciendo un leve chirrido con su trasero sobre la madera.
-La idea es comer bien y pasar la noche aquí...- Mirando al enano de frente. -¿Sabes? Queee...- Mira alrededor y prefiere guardar silencio

Me acerqué lentamente a Manny, tomando más y más intriga a medida que hablaba. -Qué?- exclamé casi sin paciencia.

Ey, y ustedes que traman?- Me dirigí de vuelta al resto del grupo.

Los cielos se enrojecen, los vientos son nublados por los gritos de dolor, le suelo se baña en lágrimas de sangre. Tus manos se mueven como si no fueran parte de tu cuerpo, agitándose de lado a lado con movimientos casi bailarinescos. Tu risa hace eco en montañas y bosques lejanos, hasta que una voz agita tu inspiración.

Despiertas. Estás recostado sobre una mesa de madera rústica. El alcohol hizo lo que mejor sabe hacer. Dormirte. Pero vuelves en ti rápidamente. 

- Que yo qué?- Dices titubeando del sueño.- Dónde demonios están todos?- Casi gritas al notar que gran parte de la gente de la posada se había marchado. Levantas la cabeza lentamente, apoyándote sobre tus brazos para ayudarte. Permaneces sentado en tu lugar hasta sentirte mejor.

Se escucha un par de caballo llegar fuera.
Tras mirar por alguna de las ventanas se logra ver que los montaban un par de guerreros en pesadas armaduras, muy parecidas a las del rubio que se encontraba al otro extremo de la posada.
 

Rápidamente al ver a estos hombres fuera se para y se mueve, pesadamente dado a la armadura, hacia atrás de la barra, ocultándose.

Estába acercándome a Anmuth, con un leve tamboleo en los primeros dos pases, cuando sucedió la llegada de más guerreros. Noté el movimiento repentino del rubio de la barra, por lo que apronté a ponerme alerta.

Me senté apoyando los codos sobre la mesa. desviando la mirada hacia la puerta a la espera de que entren los guerreros y ver qué sucede.

No he tenido la oportunidad de decirlo antes- refiriendome a Anmuth -pero buen trabajo hace allá fuera. -Volví a mirar a donde estaba el rubio, preguntándome de qué se trataría todo lo que acababa de pasar.

Tras atar sus caballos al palenque entran los dos guardias a la posada.
Portaban grandes armaduras que se identificaban con una letra F grabada en las hombreras y una pequeña capa azul que colgaba del hombro hacia sus espaldas.
Una espada bastarda de gran calidad era lo que portaban cada uno en su cintura.

-Posadero! Pan, carne y cerveza para estos guardias que protegen este camino...- Dice con toda prepotencia, mirando el rostro de todos mientras se dirige a una mesa.

-¿Estas b...?- No alcancé a terminar la pregunta hacia Anmuth, cuando de repente, los dos guardias irrumpen en la posada. Sus atuendos y caras de pocos amigos auguraban problemas. -¿Por que se habrá escondido el otro rubio? ¿Acaso conoce a estos guardias?-. Miré hacia al gnomo, sin preocuparme mucho pero preguntándome que tenía planeado hacer.

-Lleve lo mismo a la mesa...- Dice con mejor cara que las de los guardias al posadero, con tal alegre tono de voz que quiebra la tensión en el aire.

Se deja caer del banco donde estaba sentado y se dirige a la mesa, no sin antes hacer una ceña a Gerhard para que lo acompañe.

Se sienta al lado de Anmuth, ladeando la cabeza y mirándolo fijamente durante siete segundos, en los que pestañea tres veces, entre tanto juega con los dedos entrelazados a que los pulgares se persigan dando así un sin fin de vueltas.

Vuelve la vista a Larcen y dice en tono bajo, suficiente como para que escuche Gerhard pero no el resto de la posada... Retomando... -...Que... ¿Qué iba a decir? Ah si, que la carreta que partió hace un rato fue contratada por el consorcio de magos para llevar un cargamento a una de las ciudades próximas. Lo que no me parece correcto que pierdan tiempo en volver por el camino y sobre todo arriesgarse en enfrentar un... ¿Ogro?... por algo de dinero extra.- 

No... no tendría sentido- dije una vez vuelvo a sentarme al lado de Manny. 

Con la yema de los dedos índice y pulgar, hice un recorrido por mi rostro, comenzando por la parte superior de la boca, bajando por los costados hasta cubrir el fin de la barba.

O también..- comenté de manera hasta despistada, mientras continuaba con el tic -probablemente hubieron cosas ocultas que no nos contaron. La orden esa de magos de la que hablaste...-me quedé pensativo, intentando en mi cabeza buscar las palabras adecuadas para formular una pregunta -Qué es eso a lo que parecen tener tanto interés?- dediqué una rápida mirada al resto de la gente que nos acompañaba. -Y ustedes, algo interesante?-

Mientras su compañero se acomodaba en la mesa y esperaban al que el posadero sirviera sus tragos, deja su saco sobre una silla y lo revisa sacando algunos papeles.
Estos papeles tenian el rostro dibujado de varios sujetos, sobre los rostros la palabra "Buscado" o "Peligroso" 
    

Pasa por las mesas mostrandolos... -Estamos buscando a estos hombres en nombre de la guardia de Falken, si los ven tengan cuidado, son peligrosos, asesinos, embaucadores, escoria...-

Tras ser servido de algo de comida, muerde una hogaza de pan para, masticando con la boca abierta, tener una rostro serio para contestarle al guardia tras mirar los retratos.

-Ño, no...- Traga. -Hemos viajado largo camino desde el este y no nos hemos encontrado con ninguno. Recordaría los rostros, tengo muy buena memoria...-
Sostiene la mirada a la del guardia y con un rostro convencido e inocente deja que sus ojos sean penetrados como cristal para que el guardia desconfiado solo se encuentre que el gnomo decía la verdad.

Pasa el tiempo, todos cenan y los guardias salen volviendo a patrullar.
El posadero anuncia que cerrara las puertas, que vayan todos a sus habitaciones.

La noche se sucedió tranquila, todos lograron reconfortar el sueño, menos aquellos que durmieron junto al gnomo y el enano, roncaban bastante.

Pronto, antes de decir la mañana, alguno despertaron con el ruido de leños partirse al son del hacha que estaba en manos del muchacho rubio, fuera, detrás de la posada.
Un pronto aroma a pan siguieron luego.
El que bajara de las habitaciones al gran salón se contraria con el posadero horneandolo.