Cuando la mayor comenzó a dar ese recorrido por mi brazo mi piel se erizó, a lo cual respiré hondo para después exhalar despacio, apenas logrando mirar a la contraria a los ojos mientras notaba como se iba acercando a mi oído, mientras me quedé quieto, como un inofensivo ratón mientras la peligrosa vibora repta cerca de él antes de atacar.

Una vez dice aquellas dulces palabras cierro los ojos mientras escucho como alarga las palabras, haciendo tortuosa aquella cercanía que ella tenía hasta que finalmente se separa, a lo cual abro los ojos para notar su mirada intensa, cuando de pronto algo en mi cambia. En mi pecho comienzo a sentir una gran calidez, algo surgió de un momento a otro mientras observaba cada vez más embobado a la chica mientras despacio hago a un lado el gran plato de comida, para así mantener el contacto visual.

-Sinceramente soy alguien más de acción que de diálogo... No me considero alguien muy elocuente como dices. Pero igual muchas gracias por decirlo.- Y con una leve sonrisa ladeada apoyo los codos en la mesa, dejando mi cabeza descansar sobre la palma de mis manos mientras seguía mirándola. -¿Y tu siempre eres tan celestial? Parecer ser la representación de Freya en carne y hueso, algo tan magnífico que no parece ser real... Pero aquí estás.- Y así alargué mi mano derecha a la de ella, tomando esta con delicadeza antes de llevarla hasta mis labios, dando un suave beso en esta.

Complacida por su cumplido y su caballerosidad, sonrío. Sus rasgos, tan distintos a los griegos que acostumbro a ver, su fuerte musculatura, y sus adorables maneras, hacen que sienta, al mismo tiempo, ganas de acariciar su cuerpo dulcemente mientras le hago el amor de formas que solo los mejores poetas de mi querida Grecia serían capaces de relatar, y el deseo de ser acorralada entre su imponente figura y la pared. Pongo mi mano libre debajo de su barbilla, y atraigo al muchacho hacia mí. Relamiéndome los labios, me acerco hacia su oído, y le susurro suavemente. 

- Y aún no has visto nada, muchachote... Quizá si pudiésemos ir a un lugar algo más íntimo, podría enseñarte todo aquello que mi túnica no te permite ver... - Antes de alejarme, dejo que la punta de mi lengua roce su lóbulo, y lo mordisqueo con delicadeza.

El hombre de la cicatriz en el ojo pareció hacer caso omiso de las explicaciones de Bella y la tomó de la mano sin ningún pudor. La joven dejó que este se explicara, aun tensando el brazo bajo su contacto, y después enarcó una ceja con extrañeza.

-Creo que no le entiendo, señor. ¿Me está pidiendo que le enseñe... a ser un hombre? -Con un sonrojo evidente pero expresión seria, la joven retiró la mano de su contacto y se levantó-. [b] Me temo que en ese caso deberá pedírselo a otro caballero. Si no tienen más preguntas, me marcho. Hay mucho que quiero leer antes de comenzar las clases.

Sois los primeros en entrar en el comedor, queda comida aún en la mesa, algunos alumnos de otros cursos están con el postre.

—Menos mal… — dijo cuando vio que aún quedaba algo de comida, se sentó en una de las mesas donde estaba la pelirroja con la que no había cruzado palabra alguna. — Oye, ¿tú entiendes de libros? — había que aprovechar, porque ahora sí que necesitaría una ayuda super extra si quería aprobar el curso porque vista la primera clase… podía imaginarse las demás. Quizás si se organizaba bien en la biblioteca podría aprobar y con ello cumplir con su objetivo.

Entonces entraron Blancanieves y Grey, aquel que se marchó de la clase, ¿por un apretón? Quién sabía, con la cara que el tipo ponía parecía que siempre estaba estreñido. Ese pensamiento hizo sonreír a Gastón. — Por si te preocupa, no te has perdido nada. — dijo a Grey al tiempo que se servía cuatro huevos fritos y unas pocas patatas. — ¿Se os dan bien los libros? — Y lo volvió a preguntar… esta vez a ellos dos.

Mérida llegó al comedor pensativa. Sin saber muy bien que pensar todavia de la presencia de Ludovic allí... Quizás si tenia su propio cuento, después de todo y estaba dandole demasiadas vueltas.

Apoyó el codo en la mesa, mientras su mejilla descansaba en la palma abierta. Tenía espacio de sobra y su madre no estaba allí para reprenderla por sus modales a la mesa. Se llevó con gesto astiado un trozo de carne a la boca cuando un chico se sentó a su lado.

Giró el rostro sin cambiar de postura para mirarlo y alzar una ceja extrañada - ¿Yo libros? Para nada. Yo entiendo de correr al aire libre, de velocidad, de subir a sitios muy altos... - cerró la boca pues  tenia que empezar a dejar de quejarse tanto y aprovechar el tiempo allí.

- Mira. Quizás Blanca si pueda ayudarte - sonrió mientras se incorporaba al verlos entrar.
 

Grey entró en el comedor y estudió el lugar y los comensales antes de entrar. El lobo parecía intentar abrir alguna puerta de su memoria cada vez que entraba en una nueva habitación, como si todo estuviese plagado de recuerdos borrosos y tuviese miedo de encontrar alguna persona indeseada.

Ignorando a todo el mundo, como era de costumbre, se acercó a la mesa donde todavía habían desplegadas varias docenas de platos suculentos que apenas mantenían el calor de los fogones.

Grey cogió una bandeja y comenzó a llenarla de todo cuanto le parecía sabroso por el olfato. La bandeja estaba rebosante de proteínas y frutas. Demasiado cocinadas para el gusto del lupino, pero que iba a disfrutar de igual manera. Su boca empezaba a salivar con solo la visión del plato.

Cuando comenzó a caminar para retirarse a comer en otro lugar "menos poblado" un hombre se dirigió hacia él.

- Por si te preocupa, no te has perdido nada. -

Grey se detuvo y miró a aquel fornido humano apartando la bandeja. Reconoció de inmediato a la chica de cabellos de fuego que se había sentado en su mesa y al grandullón de pómulos prominentes lo reconoció como uno de los alumnos de su curso, otro "Héroe".

Se extrañó de que le dirigiese la palabra, pero se sintió reconfortado de saber que no se había perdido mucho de aquella nefasta clase.

— Supongo que al ser la primera clase el profesor no quería aburrirnos mucho con teorías demasiado complicadas... eso del multiverso debe ser algo realmente complicado. —  El lobo arqueó los hombros aún sosteniendo la bandeja repleta de comida como si no pesase nada. Por supuesto no iba a decir que había abandonado la clase por la ira que le producían los comportamientos infantiles de sus compañeros de mesa, el lobo no quería volver a ser expulsado por degollar a nadie; pero como el monstruo astuto que era, había aprendido a mentir bien a los humanos — Yo ya he ido a esas clases, soy repetidor. Imaginaba que la primera clase sería igual de aburrida así que acudí a la biblioteca a buscar cosas más interesantes — tampoco iba a decir lo poco fructífera que había sido su búsqueda hasta ahora.

Entonces entró en el comedor la princesa llamada Blancanieves, con quien había tenido ya algún roce en los pasillos, pero con quien se había comprometido a cumplir una cosa. Su presencia como siempre, inundaba toda la estancia. Se acercó a la mesa pero el Héroe volvió a preguntarles.

— ¿Se os dan bien los libros? — 

Eso ya le pareció más divertido. Al parecer no solo los villanos estaban buscando cosas de sus historias. Grey se giró de nuevo hacia el hermoso caballero con una sonrisa y escuchó las palabras de la niña de cabellos rojizos.

— No, no se me dan bien los libros. No son útiles para matar, degollar ni defenderse. Pero había una princesa en mi mesa que asegura que todo puede aprenderse en los libros. Tanto Bella como Rapunzel parecen eruditas de los libros, aunque ninguna de las dos tiene experiencia alguna en la vida real y en el sufrimiento que supone sobrevivir. — El lobo dejó su bandeja en la mesa antes de seguir hablando, pero cogió ante suna pieza de fruta roja, una manzana brillante y hermosa, abrió la boca mostrando unos afilados colmillos blancos y pegó un mordisco a la sabrosa fruta. Luego continuó — Aunque puedo ahorrarte mucho tiempo diciéndote que no encontrarás tu propio cuento en toda la universidad. Los han quitado para que no conozcamos el desenlace de nuestras historias... aunque algunos ya lo hemos descubierto. — dijo haciendo desaparecer su sonrisa y pegando un nuevo mordisco.

llegó al comedor y habían menos compañeros de los que pensó,  habían más chicos de otros años que ya estaban casi terminando sus almuerzos, la joven princesa se encaminó había donde estaban las bandejas y se sirvió solo verduras y frutas, hacía mucho tiempo que había dejado de comer carne, aunque a veces comía pescado, algunos bocados al menos. El estar en ese trabajo, no le impidió escuchar lo que conversaban los chicos, y pensar que no era del todo lógico que los libros desaparecieran, es decir, eso era un hecho, pero si todos los alumnos de esa universidad no tenían acceso a sus libros, y considerando que podían ser una buena cantidad de historias, ¿podrían haber libros que cuenten historias como las de ellos?. Eso hacía pensar que en algún momento, por alguna razón, los libros debían ser debelados. 

Caminó hacia la mesa, Mérida había dicho que quizás ella conocía sobre las historias, eso le hacía dar vueltas lo que dijo Bella: “si ustedes leyeran como yo, sabrían muchas cosas”, quizás su educación había sido deficiente, pero el hecho de ser sirvienta en tu propio castillo no ayudaba mucho a tener tiempo para poder leer tanto, había que ser mesurados en el tiempo y usarlo con sabiduría.

— hola — llegó con la bandeja donde ellos, colocándose justo al lado de Grey, al que miró de reojo con su ceja derecha ligeramente levantada — lamento decirles que a excepción de algunas historias... no conozco mayores detalles de ustedes, la verdad es que mis lecturas estaban algo alejadas de las historias y fábulas — se excusó, lamentando no poder ayudarles — pero si me dejan decirles algo, sus historias no deben definirlos — ahora volvía a mirar a Grey — por algo están aquí — la princesa seguía con la bandeja en las manos.

— ¿comerá aquí? — le preguntó al lobo, directamente, prefería comer con los chicos, pero si el lobo insistía en ser un solitario, iría con él, dado que necesitaba hablar con Grey.

Gastón suspiró al saber que no obtendría la ayuda que necesitaba de Mérida, como él, era un alma ligada a la actividad física, cosa rara en una mujer aunque ya no le parecía tan extraño. En esa universidad de encontraban personas de diferentes universos, así que la mujer enjaulada en la cocina o dedicada únicamente al cuidado de su marido e hijos no era lo único que había.

El lobo le observó y hasta le respondió, y eso que pensaba que se limitaría a llevarse comida de la mesa donde Gastón y Mérida se encontraban para largarse, pero de momento no lo había hecho. Esa actitud le sonaba, igual que su rostro. Estaba claro que se conocían de otro año, y fue el lobo quién se lo confirmó sin esa intención al decirle que era un repetidor.

- Yo esperaba una introducción al menos, para eso estamos aquí. Para aprender o en nuestro caso "re-aprender"- respondió al tiempo que se llevaba a la boca un huevo frito entero, lo engulló casi. - La biblioteca es mi siguiente destino, seguramente encuentre ahí la información que necesito pero como a ti, no se me da bien. Son aburridos. Y aunque me encante llevar a cabo esas actividades que enumeras, solo con eso no voy a aprobar y darle otro final a mí cuento. - Dijo muy en serio. Su semblante se ensombreció y frunció más el ceño. No quería terminar como un patético villano que moría cayendo al vacío y viéndose traicionado. Él valía más que eso, él se merecía ser un héroe. Siempre pensó que lo era en su aldea, pero descubrir que era todo lo contrario le rompió.

- No quiero la ayuda de ninguna de las dos. Bella me traicionó en mi cuento y Rapunzel es una especie de bruja... - le daba miedo la magia, y no lo reconocería abiertamente por la patética imagen que podía dar a los demás. - Así que tú también has descubierto el final de tu cuento ¿Eh? Parece que también quisieras ponerle remedio. Por eso sigues aquí. - Era lo que creía y no era difícil pues Gastón estaba allí por el mismo motivo. Además, la sonrisa que el lobo había tenido en su rostro se vino abajo tras lo último dicho.

Los ojos azules del cazador se posaron entonces en Blancanieves, escuchó sus palabras y se permitió sonreír. - Ya... Ya he oído eso antes - que las historias de los cuentos no le definían, si para quienes lo leían al completo. - Lo que me interesa de los libros es aprender de su contenido, no quiero saber nada de mí cuento porque ya lo conozco. Y por lo que dices a ti se te da bien, puedo pagartelo con otro favor. - porque según Gastón todo el mundo ayudaba por interés, ¿No? A cambio de otra cosa.

Esperó pacientemente lo que tuviera que decir, aunque tenía pinta de que el lobo no quería permanecer mucho tiempo con tantas personas.

Asintió a lo dicho por Blancanieves pero por un momento se quedó mirando al chico malo que comia manzana. 

"El sufrimiento que supone vivir" dió vueltas a esa frase mientras echaba la espalda contra el resplado y se cruzaba de brazos mientras bajo la mesa sus pies también se cruzaban a la altura de los tobillos.

Solo la sacó de sus cavilaciones lo que dijo Gaston de la bruja - ¿Cómo te atreves a llamarla bruja? Retira eso ahora miso - Habia vuelto a enderezar su espalda y giró el torso para encararlo con el enfado realmpagueando en sus ojos.

Úrsula entra cabizbaja.

Queda comida en la mesa grande, ves a tus compañeros reunidos en una de las mesas, los alumnos de otros cursos y profesores han terminado ya de comer y no queda nadie.

Úrsula entró cabizbaja en el gran salón. Echó un vistazo a los compañeros de su clase que estaban sentados ahí y sintió la tentación de sentarse a su lado. Se quedó unos segundos pensándolo hasta que finalmente se sentó en la misma mesa pero varios asientos más allá. Temía que aquel grupo la ridiculizase o se metiese con ella. Volver a ser joven de nuevo había despertado antiguos y horribles recuerdos de su infancia que gracias a su nueva apariencia creía tener superados. Pero no era así.

Así que sin mucha hambre, tomó la decisión de agarrar unas verduras que le recordaban a las algas de su tierra natal, las hechó un líquido verdoso por encima y empezó a comer.

No entendió muy bien el gran enfado de Mérida que la empujó a girar su cuerpo hacia Gastón y mirarle con el ceño bien fruncido. - ¿Retirarlo? ¿Por qué? Una mujer que usa magia es una bruja, y un hombre que también lo hace es un brujo. Así es en mi mundo, el único concepto que conozco y que he aprendido en mi pequeña aldea. Quizás en tu mundo eso de la magia y los rituales sean comunes pero para mí no. - - Dijo tajante. En ningún momento usó ese término para ofender sino para describirla y no iba a retractarse.

Entonces llegó aquella mujerona, porque para Gastón es lo que era, una mujer alta y bastante masculina, muy diferente a las demás. Eh, tú! ¿Se te da bien estudiar? - Era mejor preguntarlo así y no de otra manera que pudieran malinterpretar. Se quedó mirando a Úrsula, esperando una respuesta.

Úrsula alzó la cabeza cuando oyó una voz que creía que se refería a ella. Cuando miró hacia la mesa donde estaban los estudiantes vio que uno de ellos, en el que aún no se había fijado la estaba llamando de una forma un poco tosca. Ella era una mujer elegante y atractiva y aquellos modales le generaban sentimientos encontrados. Por un lado, no dudaría en huir de alguien así, porque sus modales no eran los que una dama como merecían, pero otro lado ese cuerpo, esa masculinidad rebosando por cada poro de su cuerpo, esa tosquedad, le hacía sentir un fuerte calor en su interior.

Al alzar su rostro se colocó el pelo deseando que estuviera lo más atractiva para es endiablado adonis pero cuando escuchó lo que realmente quería de ella, sintió como si todas sus sensaciones eran electrocutadas por un par de anguilas. Eh... no supo muy bien que decir. Sí... supongo que sí... he pasado toda mi vida estudiando... ¿por?

El lobo sigue en silencio y la princesa suspira y termina sentándose en la mesa de los chicos, dejando aún sin responder la pregunta de Gastón que estaba entusiasmado en encontrar empleados para leer y ¿darle clases?, le sonrió con algo de calidez, en realidad el hombre, a pesar de su ruda postura y modos de ser, era un ser simple que rayaba en la inocencia. 

— el problema es que por mucho que te... diga lo que leo, necesitaras leerlo para poder comprenderlo mejor — Ursula entra y su semblante era muy distinto al del salón y a la diva que les encantó con su voz — ¿que te pasó?¿estas bien? — le preguntó después de Gastón, que estaba más entusiasmado de saber si encontraría más empleados para su misión. 

— ummm Gastón, por otro lado ¿qué es lo que buscarás en los libros? — aún no sabía como funcionaba ese plan en la cabeza del hombre, y aunque le había preguntado aquello, estaba mirando a Ursula. 

Úrsula volvió a mirar al grupo cuando Blancanieves habló con ella. Aquella chica seguramente sería la más guapa de su Reino, o quizá la segunda, pero desde luego era muy hermosa. Con una sonrisa tratando de disimular su melancolía le respondió: Oh... no... nada, nada... no pasó nada. Es que primero me dijeron que fuera a una mesa, allí nadie se dignó a hablar, luego me fui a la segunda, y todo pareció mejor, pero a la hora de quedar para comer me ignoraron bastante y se marcharon cada uno por su lado. Yo al haber llegado más tarde me sentí incómoda con seguirles y además parecía que querían estar a solas. Dijo encogiéndose de hombros. No sé si fue un asunto entre ellas, o un asunto conmigo. Así que bueno, pues me vine sola a comer. Pero tranquila, estoy acostumbrada a que me ocurran estas cosas. Nadie cuenta conmigo para nada. Solo cuando la gente está desesperada y quiere ayuda, ahí es cuando les interesa mi presencia. Concluyó mientras continuaba comiendo el pescado que había escogido.

Una sonrisa encantadora se abrió paso en los labios de Gastón. Ya tenía a otra ayuda potencial para poder superar el curso y conseguir lo que se proponía. Obviamente, si se acercaba, era por puro interés, así era Gastón. Igual que lo había intentado con “la bruja”, ahora lo intentaría con la mujerona de tez de ébano y cabellos dorados. — Porque vas a tener el privilegio de ayudar a Gastón a estudiar. Si lo vas diciendo por ahí seguro que ganas popularidad. — guiñó el ojo el muy engreído.

Por otra parte, miró a Blancanieves cuando ésta le dijo lo que para el cazador era una excusa para no ayudarle. ¿O acaso no podía explicarle lo que lee? Empezó a entender lo que Úrsula empezaba a decir, como se sentía. Era una sensación extraña la empatía, más que nada porque nunca la había sentido antes.

— Cada uno tiene sus objetivos, no puedes culparlos. Apuesto que tú también tienes los tuyos. Además, no eres igual que el resto de chicas, es normal que te rechacen. — dijo abiertamente, porque a los raritos siempre se le tratan como raritos, como le pasaba a Bella en la aldea. Era la única mujer que se dedicaba a leer, culturizarse, así que el único trato real que tenía era con su padre, el bibliotecario y con Gastón, y eso porque él le iba detrás. — Nadie más que tú misma va a quererte de verdad — de eso Gastón sabía mucho — Así que no te afecte lo que piensen los demás — se encogió de hombros. Él también había notado que en aquella universidad él no era “nadie”, pero no por eso iba a desanimarse y llorar por las esquinas, ni añorar lo que tenía en la aldea. Allí se dio cuenta de que no era alguien valioso por los elogios y la devoción de las personas de su alrededor, sino por la propia percepción que tenía de sí mismo porque estaba seguro de lo que valía. — Podemos ayudarnos mutuamente si te interesa.