Partida Rol por web

Vallis Veniae

Escena de Juego

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17/06/2020, 16:09
Director

Año de 1483. Mes Febrero. 

La comitiva de la Reina Isabel I de castilla se encontraba en pleno viaje. La Reina viajaba en carruaje al monasterio del valle de Valvanera (en los montes Cogollanos, es decir, la Sierra de la Demanda), y adscrito a la Regla de San Benito. Su intención no era sino rendir devoción a la Virgen de Valvanera antes de viajar a Vitoria. Consigo viajaba un grupo variopinto: diez soldados (escolta principal de la comitiva), tres caballeros armados oficilamente (de los de armadura reluciente, pero a su vez quienes mejor portaban la espada de entre todos ellos; e iban a caballo, no como el resto de la soldada; un sacerdote de confianza de doña Isabel, de nombre Mateo Sandez de Oliva, cuatro escuderos, tres pajes encargados de las bestias, y cinco criados (entre hombres mujeres y hombres). Entre éstos últimos te encontrabas tú, doncella de confianza de la Reina. Prácticamente tu vida había sido complacerla, desde que tenías uso de razón. Eso sí, en ese viaje ya lo habías hecho, de manera idéntica, el año pasado: Su Majestad había viajado por primera vez un año antes, a rendir pleitesía a la Virgen de Valvanera. Tal vez aquello se hiciera costumbre cada año... El tiempo lo haría ver. Claro que, también estabas de enhorabuena por algo en concreto: entre los tres caballeros que os acompañaban estaba el joven Martín de Ondameriz, un tipo de alta arcunia, hijo del vasallo real Ruico Gonzálvez, el cual era reconocido por sí mismo pretendiente tuyo. Lo cierto es que era un buen muchacho, lejos de la fanfarronería acostumbrada en el oficio, y muy diestro con la espada.

El viaje por los montes riojano daba lugar a varias estampas: la más cercana no eran sino viajeros que iban de acá para allá, cruzando en un sentido u otro los mismos caminos que la comitiva recorría. Algunos de ellos reconocían el escudo real y se inclinaban a su paso; por otro lado, las montañas cercanas, altas, nevadas y relucientes, propias del mes de febrero. Seguramente quede poco, tal vez un día, para llegar al monasterio benedictino, el cual está bastante oculto en el valle entre dos montes.

Notas de juego

Estáis en el viaje. Puedes interactuar con:

-La Reina (va en carroza, abrigada)
-Otras sierviente/as
-El sacerdote.
-Los caballeros

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17/06/2020, 17:43
Urraca de Burgos

Pese a ver la nieve desde siempre, no dejaba a Urraca de maravillarle los paisajes nevados, el reflejo del sol en la nieve que hacía que le escociesen los ojos y le picase la piel, pero que a la vez siempre le reconfortaba y sentía cómo el sol le daba vigores renovados.

En cualquier caso siempre había preferido el frío al calor, sobre todo el frío seco al que estaba acostumbrada, fácilmente combatible poniéndose uno capas de ropa encima. No como el frío costero que te helaba los huesos, se te metía dentro. Pese a ello dio una rápida mirada al resto de criados, les castañeaban los dientes a varios de ellos e incluso también a algunos de los pajes.

Urraca en cambio estaba en su ámbito, se dirigió un momento a su señora, abrigada casi hasta los ojos. La Reina era una persona maravillosa, imponente, dulce y tierna con ella pero firme, tenía una presencia que llenaba toda la sala, era una especie de..aura invisible. Todos la trataban con respeto y admiración, no con miedo como había odio que se trataban a los reyes y reinas en las historias. La Reina era la persona más piadosa que conocía, muchos sacerdotes no eran ni la mitad de píos que ella. Se pasaba el día con su libro de horas rezando, pero siempre tenía un momento para una sonrisa a Urraca.

- Majestad. ¿Necesita alguna cosa? voy a adelantarme a hablar con los criados si me dáis permiso - no lo dijo pero lo que ansiaba era ir a hablar con soldados y caballeros también, especialmente con Martín. Cada vez que pensaba en él se le iluminaban los ojos. Era para ella como el mismísimo caballero Tristán al que había oido mencionar en alguna ocasión.

Notas de juego

entiendo que voy andando al lado de la carroza

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18/06/2020, 00:21
Isabel I de Castilla

Sin dejar de caminar ni moverse la comitiva, descorriste la cortinilla del ventanuco de la puerta de la carroza. Estaba tapado con varias mantas por el frío. La reina descansaba apoyada en un lateral itnerior, con la mano en la frente. Su corona se apoyaba en sus rodillas, y parecía que estaba cansada, cosa normal: tres días de viaje entre fríos. Lo cierto es que Isabel parecía estar algo ausente, y enseguida te habló.

Sí, sí, id. Estate tranquila, Urraca -te dijo, como si no necesitara nada-.

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18/06/2020, 00:22
Martín de Ondameriz

Acto seguido te adelantaste hasta donde estaban los caballeros. Los tres montaban a caballo: dos de ellos en la vanguardia de la comitiva, con algunos soldados, y otro detrás, cerrando filas con el resto de ellos. Uno de los que iban a la cabeza era don Martín. Nada más verte, pese a no ser protocolo, se bajó del caballo y avanzó tirando su montura de las riendas. Aquello no era cosa baladí, sino motivo de que le importabas.

Buen día, Urraca -te dijo, pues aún era de mañana-. ¿Estáis cansada del viaje? El frío y la nieve parecen sentaros... muy bien -y esbozó una sonrisa. El resto de soldados de delante miraban la escena, sin discreción alguna-. ¿Cómo está la Reina? -te preguntó entonces, ahora más discretamente-.

Notas de juego

Si quieres haz una tirada de Empatía (referente al estado de la Reina).

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18/06/2020, 10:52
Urraca de Burgos

Inclinó la cabeza a su Reina en señal de respeto y al levantarla observó durante apenas un segundo a la Reina. Parecía preocupada por algo... o quizás eran imaginaciones suyas. Rápidamente se olvidó del tema y se adelantó a la carroza pasando entre la impidemienta y hombres hasta llegar a la parte delantera.

Al ver cómo desmontaba Martín se sintió turbada, veía claramente las risitas de los otros dos caballeros y la sonrisa de alguno de los soldados más comedidos, bajó la mirada hasta que Martín estuvo a su lado.

- Mi Señor -le mira a los ojos -me encuentro bien a decir verdad, no me canso nunca de estos paisajes -luego sonríe abiertamente para responder el piropo -me honráis - baja el tono para añadir -está cansada y no sé si algo preocupada. ¿Queda mucho para llegar?

- Tiradas (1)
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18/06/2020, 23:17
Martín de Ondameriz

El muchacho rio, pero no añadió más regocijo en sus palabras por tu llegada hasta su posición. Tan sólo siguió caminando a tu lado, y tu al suyo.

No, mi señora. Queda poco -te respondió, sonriente-. Tal vez unas horas, a lo sumo. La marcha es buena, y la nieve no ha caído fuerte, asi que los caminos aún están despejados.

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18/06/2020, 23:17
Zulema

Tras un rato de charlas con el buen caballero de Ondameriz, volviste al lado de la carroza de la Reina, con las otras criadas. Te llevabas bastante bien con una de ellas, de nombre Zulema, una muchacha que se había convertido a la verdadera religión hacía unos años, y hasta tal punto era su nueva fe y tan buena disposición tenía que la reina la tenía para sí y sus beneplácitos. Se llamaba Zulema.

La reina descansa, Urraca: está dormida -te dijo Zulema, mucho más mayor que tú y con ciertos rasgos árabes, pero no demasiados. Ojos penetrantes, cabellos oscuros y embriagadores-. Es un buen hombre, yo me alegro por vos -te decía sonriente cuando escudriñabas, con miradas furitvas, allá adelante, al caballero Martín-. 

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18/06/2020, 23:18
Director

* * *

Las horas pasaron, y el camino parecía estar haciéndose pesado. Ocurrió que siendo ya más del mediodía, habiéndoos acercado ya a una zona de elevaciones y montañas, la comitiva pasó al lado de una cruz blanca. Antaño, según sabías del anterior viaje que hiciste hace un año, tales cruces colocadas de tal manera no eran sino el antaño límite de entrada para las mujeres en aquellos valles montañosos.

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18/06/2020, 23:18
Mateo Sández de Oliva

-dijo el sacerdote Mateo, que justo estaba a tu lado mientras pasabas junto a la cruz, tratando de explicarte, pese a que no lo pediste, la pequeña anécdota de la cruz-. Fue hace unos buenos años ya, más de cuarenta, que Su Majestad Enrique IV de Castilla, hermano de Su Majestad doña Isabel, que hizo una petición al Papa Calixto III por estas cruces. Antes las mujeres no podían atravesar más allá de dicha cruz por cuestiones banales y discordantes... decían que influían en los monjes del monasterio... PRRRFFFFF -resopló el sacerdote, como dejando ver que aquello era una tontería-. Hizo bien don Enrique, y aquella tropelía inútil se prohibió.

Era un buen hombre el padre Mateo Sánchez, otro de los hombres de confianza de los Reyes, y confesor personal de la reina entre otros tantos, claro.

¿Vos ya vinísteis aquí el año pasado, no? ¿O tal vez me equivoque? -te preguntó finalmente-.

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19/06/2020, 13:14
Urraca de Burgos

Pobrecita, el peso de la corona es demasiado para una mujer, aunque fuese Doña Isabel la que la portaba. ¿Y el Rey? casi siempre está sola... con lo que ama a su marido. El matrimonio era complejo, pensaba ahora en Martín. Casi todas se casaban obligadas y algunos hombres eran buenos maridos, pero otros... a ella siempre le había parecido que el matrimonio tenía que estar basado en el amor, ¡LO DECÍAN LAS ESCRITURAS! Pero desgraciadamente, eran las menos veces.

- Gracias... - iba a decir que ojalá aquello finalmente llegase a buen puerto, pero se abstuvo. Le gustaba mucho aquella mujer, se habían hecho amigas. Aunque hubiese sido mora.

Recordaba las cruces del año anterior y así se lo dijo al sacerdote -en efecto Padre. Es un sitio maravilloso. Me alegro de que nos permitan a las mujeres ahora pasar. Nuestro amado Rey Enrique, Dios lo tenga en su gloria, era un gran hombre. Le debemos mucho todos los castellanos -aquello era algo discutible, en verdad. Pero Urraca era una castellana de pura cepa, sus Reyes y clérigos eran inviolables, lo que hacían, bien hecho estaba, siempre.

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19/06/2020, 15:26
Director

El sacerdote asintió y finalmente marchó a otra parte de la comitiva. Ésta, tras algo menos de una hora, se internó directamente ya en los montes riojanos. Sabías, por la otra vez, que el monasterio se situaba en una recóndita localización entre dos montes (al norte, el Mori, y al sur el Umbría*), en el pequeño valle lleno de quebradas y barrancos. A su alrededor crecían encinas, hayas y robles, y una manta de pinos cubrían los montes de alrededor. Las copas y ramas de todos los árboles estaban nevados. El monasterio se situaba en tal encrucijada de dos montes, y se accedía por un serpenteante y recóndito pasaje, enfilando la montaña cual precipicio.

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19/06/2020, 15:27
Director

La comitiva, tras flanquear las curvas cerradístimas del camino, dejó a un lado una ermita, que decíase del Santo Cristo, y luego accedió por los accesos principales del santo templo. Al internaros en el recinto, ya veíais a algunos monjes por allí, benedictinos todos, y también a ciertos peregrinos sorprendidos por la llegada de tan gran cabalgata. La reina bajó de la carroza, y tú la asististe con el resto de criadas. Los caballeros se hicieron a un lado, bajando de sus caballos, y los soldados se pararon a descansar delante de la portada principal de la Iglesia.

Junto a esta portada había una pequeña escultura de piedra de Atanasio de Alejandría, que según la tradición vivió en el monasterio.

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19/06/2020, 15:27
Isabel I de Castilla

Caballeros, tomad un siervo e id a dar aviso al abad de este santo lugar -ordenó Isabel-. Decidle también que disponga el interior de la iglesia -el joven Martín asintió, y él tomó un muchacho joven para introducirse en el complejo-. No lo había dicho, pero sabías que la reina iba a rendir culto a la Virgen de Valvanera, pues a eso había venido y sería lo primero en hacer.

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19/06/2020, 15:28
Abad Ximén

Instantes después, el caballero llegó con un hombre enjuto, cierta barba descuidada y en torno a la cincuentena. Llevaba hábito de benedictino.

Bienvenida, Su Majestad. Es un honor y un placer el ver su presencia aquí. La Santa Virgen de Valvanera estará muy agradecida -dijo el abad. Era Ximén, recordabas aún el nombre-.

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19/06/2020, 15:28
Isabel I de Castilla

Bienhallada -respondió cansada por el viaje-. Pero no digáis blasfemia, la agradecida soy yo por poder ver a la Virgen un año más -aplacó Isabel-. El abad asintió y no la replicó. Los pajes llevaron los caballos a los patios traseros, donde había una especie de improvisada cuadra para bestias. Es muy bello este sitio, ¿Urraca, verdad que sí? Somos afortunadas de estar aquí... -añadió la reina, mirando la inmensidad de las montañas detrás y delante del monasterio.

Notas de juego

Los soldados descansan, los criados desempacan, la carroza se va guardando. Estáis justo en el patio principal, vaya, a punto de ir a presentar los respetos y primeros rezos a la Virgen.

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19/06/2020, 17:55
Urraca de Burgos

Por fin habíamos llegado. A ella no le imporataban las incomodidades del camino, pero como había visto a la Reina tan fatigada, se alegraba de que al fin pudiese Doña Isabel descansar. También se alegró sumamente por la Reina, cuando mencionó a la Virgen vio cómo se le iluminó el rostro a la Reina.

- En verdad lo somos mi Señora, este sitio es especial. Ya ha pasado todo un año... parece mentira -añade esto último más para sí que para la Reina. Tenía claro que lo primero que haría la soberana sería ir a rezar a presentar sus respetos a la Virgen - si no os importa Majestad, me gustaría acompañaros a rezar -dijo humildemente - quisiera darle las gracias a la Madre de Dios por todo cuanto tengo.

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19/06/2020, 19:33
Isabel I de Castilla

Por supuesto, Urraca -respondió la reina esbozando cierta sonrisa, a pesar del cansancio-. Todos los que hemos llegado aquí pasarán a venerarla, pues no quedará nadie sin hacerlo. Vos sois piadosa, además. Mi corazón está tranquilo con vos.

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19/06/2020, 19:38
Director

Tras internarse ella primero en la iglesia por la entrada principal, acompañada de tí, Zulema y el abad Ximén, los tres caballeros organizaron a la soldadesca para desembarazarse de sus armas y armaduras y hacerlos pasar, en fila de a uno, a dar el recibimiento a la Virgen de Valvanera. Ni soldados ni criados rechistó. La iglesia poseía una bella nave de gran altura y planta de cruz latina. Finalmente, tras toda la parafernalia, la comitiva real debía instalarse debidamente en el monasterio. Los caballeros y los soldados se alojaron en celdas disponibles del monasterio, así como en la recién construida torre junto a la Iglesia. En esta última construcción gozábais de descanso los criados y la propia Isabel.

 

Notas de juego

Bueno, pues, según orden de la reina, estaréis allí durante algo más de una semana. Urraca atenderá a la Reina en su alcoba y la acompañará a rezar o a pasear,  aunque también podrás interactuar, en todos esos días, con el resto de habitantes del monasterio. Te recuerdo:

La propia Reina.
Criadas (Zulema incluida)
Los caballeros (Martín incluido)
El sacerdote Mateo Sandez
Los soldados.
El Abad Ximén
El resto de frailes.
Algunos peregrinos Compostelanos que acuden allí a rezar.

También podrás visitar zonas del monasterio que están señaladas en el dibujo con flechas.

Digamos que ahora vienen unos post estilo sandbox :)

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20/06/2020, 17:53
Urraca de Burgos

Aprovechó la buena de Urraca para rezar junto a su Señora. Utilizar la Iglesia debidamente y también la ermita si se lo permitían. Después de utilizar la Iglesia y la Ermita, para rezar a la Virgen y a Dios, visitaría a los caballeros en el Monasterio o en la torre.

- Martín mi Señor, este monasterio es enorme. Me he perdido dos veces ya. ¿Me acompañaríais?

Preguntó según le vio. La idea era dar un agradable paseo.

Notas de juego

Iglesia

Ermita

Martín

Paseo

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21/06/2020, 17:56
Director

Aquellos días, sabían todos los miembros de la comitiva, no se haría más que rezar y orar, pues ese era el motivo del viaje. En esos ocho días, según tenía estipulado el motivo del viaje durar, habrías de servir igualmente a tu señora, pero ahora en el Monasterio. Por eso trataste de sacar tiempo para ir un poco por libre y deambular entre aquellos nuevos muros y las maravillosas vistas en el exterior. La iglesia la visitaste con Su Majestad todos los días (no así los caballeros o soldados, pero sí los criados suyos), y la ermita del Santo Cristo, con una bella y escueta fachada con tres arcos de medio punto, que tan sólo pudiste entrar otra de las jornadas para contemplarla un poco, pues estaba vedada a los benedictinos (aunque a la Reina y a sus criados se les concedía tal merced).