Partida Rol por web

Vampiro: Edad Oscura V20 - Bretaña nocturna [+18]

[Crónica 1.1] Estación de Nieblas - Recepción en Brest - FINALIZADA

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09/01/2018, 17:32
Narrador

En tu viaje a Brest..

El viaje a Brest fue tranquilo, tomaste un barco en los muelles de Nantes y enfilaste el Loira hasta el mar, posteriormente realizaste un tomaste rumbo al norte en navegación de cabotaje hasta el puerto de Brest. La imponente fortaleza costera del occidente bretón era una de las plazas más fuertes de la región, allí tu transporte arribó y fuiste recibido por el chambelán de Brest, François D'Avennes, un aparecido al servicio de Gevrog, y te condujo a la estancia en la que residirías como invitado en el castillo.

La sección de las catacumbas donde te hospedaste eran húmedas por su cercanía del mar, pero el Príncipe parecía haberse preocupado por filtrar el agua y decorarlo de forma que fuera acogedor. Era una parte algo laberíntica, con múltiples puertas de las que imaginaste que eran otras salas para invitados. No llegaste a ver a nadie. Una vez en tu habitación, François te entregó la llave de la misma y te dejó que te acomodaras. Tu refugio provisional constaba de todas las comodidades que podía esperarse, y contaba con una solidez suficiente para garantizar tu intimidad.

François D'Avennes te comunicó que os anunciaría cuando dirigirse al salón principal para ser recibidos por el Príncipe, mientras eras libre de circular por el castillo por todas las estancias que encontraras abiertas.

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09/01/2018, 19:09
Narrador

En tu viaje a Brest..

Tomaste el camino hacia Brest montando un caballo ghoul que te cedió la propia Gwynnever, como si aquello viniera a ser un recordatorio de vuestra nueva relación. Era un semental zaino potente y hermoso, un buen animal que ponía a tu servicio. Fue un viaje sin percances, y llegaste a atravesar la región de Cornualles, el antiguo dominio de Riothamus, y alcanzaste a ver las siniestras ruinas de su fortaleza de Châteaulin que seguían evocando un aura de inquietud. Mas, salvo este detalle, el resto del camino pudiste hacerlo sin problemas encontrando refugio en algunas de las ventas diseminadas por el camino y especialmente marcadas para vosotros. En Brest fuiste recibido por el chambelán aparecido de la corte, François D'Avennes, que te condujo a tu estancia en el castillo.

La sección de las catacumbas donde te hospedaste eran húmedas por su cercanía del mar, pero el Príncipe parecía haberse preocupado por filtrar el agua y decorarlo de forma que fuera acogedor. Era una parte algo laberíntica, con múltiples puertas de las que imaginaste que eran otras salas para invitados. No llegaste a ver a nadie. Una vez en tu habitación, François te entregó la llave de la misma y te dejó que te acomodaras. Tu refugio provisional constaba de todas las comodidades que podía esperarse, y contaba con una solidez suficiente para garantizar tu intimidad.

François D'Avennes te comunicó que os anunciaría cuando dirigirse al salón principal para ser recibidos por el Príncipe, mientras eras libre de circular por el castillo por todas las estancias que encontraras abiertas.

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09/01/2018, 19:17
Narrador

En tu viaje a Brest..

Como no era extraordinario en los cometidos que te asignaba Raynier, el Príncipe Nosferatu te mandó a Brest con la esperanza que investigaras acerca de la misteriosa niebla que azotaba la costa occidental de Bretaña. Tu mentor parecía preocupado, pero si sabía algo más no lo compartió contigo, aunque sí te dijo que si te ganabas un puesto en la corte de Brest era tu elección quedártela o no. El viaje fue a caballo, repostando en algunas ventas del camino especialmente señaladas para los cainitas para que pudierais descansar sin problema. Ya en Brest te recibió el chambelán aparecido de la corte, François D'Avennes, que te condujo a tu estancia en el castillo.

La sección de las catacumbas donde te hospedaste eran húmedas por su cercanía del mar, pero el Príncipe parecía haberse preocupado por filtrar el agua y decorarlo de forma que fuera acogedor. Era una parte algo laberíntica, con múltiples puertas de las que imaginaste que eran otras salas para invitados. No llegaste a ver a nadie. Una vez en tu habitación, François te entregó la llave de la misma y te dejó que te acomodaras. Tu refugio provisional constaba de todas las comodidades que podía esperarse, y contaba con una solidez suficiente para garantizar tu intimidad.

François D'Avennes te comunicó que os anunciaría cuando dirigirse al salón principal para ser recibidos por el Príncipe, mientras eras libre de circular por el castillo por todas las estancias que encontraras abiertas.

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09/01/2018, 19:21
Narrador

Antes de la recepción del Príncipe..

Como era habitual en esas ocasiones, Mahé había preferido mantenerse en un segundo plano mientras iban llegando los invitados e interesados por el anuncio del Príncipe. Tu Sire te encomendó hacer lo mismo, prepararte para el cometido que te había asignado, pues, como ya te había comunicado, quería que participaras de las investigaciones para fortalecer vuestra posición en Brest. No llegaste a ver ninguno de los invitados antes de la recepción, pero saltaba a la vista que los criados iban y venían como un enjambre de abejas nerviosas por las circunstancias excepcionales del castillo.

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09/01/2018, 19:37
Narrador

En tu viaje a Brest..

Después de las indicaciones recibidas por la condesa, te viste dispuesta para tu viaje a Brest en compañía del aparecido que te había asignado como protector, Jean-Jacques Foreville. Este te condujo por los caminos bretones hasta vuestro destino, se trataba de un hombre impulsivo y deslenguado que, a duras penas, lograba apaciguar ese ímpetu en tu presencia. Pero parecía competente en combate, y su función no era otra que la de protegerte, así que tuviste que asumir su compañía. Con el objetivo de aprender lo máximo posible de esa misteriosa niebla, ser los ojos de Noella Heussaff en Brest, llegaste a la plaza tras varias jornadas de viaje. Ahí el chambelán aparecido de la corte, François D'Avennes, te condujo a tu estancia en el castillo.

La sección de las catacumbas donde te hospedaste eran húmedas por su cercanía del mar, pero el Príncipe parecía haberse preocupado por filtrar el agua y decorarlo de forma que fuera acogedor. Era una parte algo laberíntica, con múltiples puertas de las que imaginaste que eran otras salas para invitados. No llegaste a ver a nadie. Una vez en tu habitación, François te entregó la llave de la misma y te dejó que te acomodaras. Tu refugio provisional constaba de todas las comodidades que podía esperarse, y contaba con una solidez suficiente para garantizar tu intimidad.

François D'Avennes te comunicó que os anunciaría cuando dirigirse al salón principal para ser recibidos por el Príncipe, mientras eras libre de circular por el castillo por todas las estancias que encontraras abiertas.

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09/01/2018, 19:38
Narrador

En tu viaje a Brest..

Abandonar el monasterio de Saint-Matthieu rumbo a Brest fue una experiencia curiosa, la extraña hospitalidad de los Capadocios te habían salvado del naufragio y errar sin rumbo por Bretaña. Si bien quedó claro las diferencias entre tus costumbres y las suyas, el abad Jermaine era una figura ilustrada abierta a las conversaciones sin tabúes. Al final te habían hablado del intrigante anuncio del Príncipe de Brest, de aquella niebla asesina y las posibilidades de empezar de nuevo en otro lugar. Fueras a aceptar o no tal recompensa, Jermaine te ofreció un salvoconducto con el que llegar a Brest y ser, como mínimo, recibida en sus muros. No sabías cuanta influencia poseía el anciano Capadocio en Bretaña, pero al parecer la suficiente como para que cuando llegaste a los muelles de Brest el chambelán aparecido de la corte, François D'Avennes, te recibió con suspicacia pero finalmente te condujo a una estancia en el castillo.

La sección de las catacumbas donde te hospedaste eran húmedas por su cercanía del mar, pero el Príncipe parecía haberse preocupado por filtrar el agua y decorarlo de forma que fuera acogedor. Era una parte algo laberíntica, con múltiples puertas de las que imaginaste que eran otras salas para invitados. No llegaste a ver a nadie. Una vez en tu habitación, François te entregó la llave de la misma y te dejó que te acomodaras. Tu refugio provisional constaba de todas las comodidades que podía esperarse, y contaba con una solidez suficiente para garantizar tu intimidad.

François D'Avennes te comunicó que os anunciaría cuando dirigirse al salón principal para ser recibidos por el Príncipe, mientras eras libre de circular por el castillo por todas las estancias que encontraras abiertas.

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09/01/2018, 19:44
Narrador

En tu viaje a Brest...

Tras ser despedida por la duquesa Margawse, se te dispuso en camino a Brest con la escolta de sieur Aimeric Foreville. Fue un viaje tranquilo, tu mentora había dispuesto un carruaje para ti para protegerte de los nocivos rayos solares, y lunares, en tu trasiego a Brest. Fuera cabalgaba Aimeric que se demostró como un hombre de armas bastante contenido y cerebral, aunque sus temas de conversación distaban de ser los típicos cortesanos, se le veía educado para tratar con una dama como lo eras tú. Fuere como fuere en la llegada a Brest fuiste recibida por el chambelán aparecido de la corte, François D'Avennes que te acompañó a tu estancia.

La sección de las catacumbas donde te hospedaste eran húmedas por su cercanía del mar, pero el Príncipe parecía haberse preocupado por filtrar el agua y decorarlo de forma que fuera acogedor. Era una parte algo laberíntica, con múltiples puertas de las que imaginaste que eran otras salas para invitados. No llegaste a ver a nadie. Una vez en tu habitación, François te entregó la llave de la misma y te dejó que te acomodaras. Tu refugio provisional constaba de todas las comodidades que podía esperarse, y contaba con una solidez suficiente para garantizar tu intimidad.

François D'Avennes te comunicó que os anunciaría cuando dirigirse al salón principal para ser recibidos por el Príncipe, mientras eras libre de circular por el castillo por todas las estancias que encontraras abiertas, también te dijo que una vez que el Príncipe os recibiera procuraría buscarte un lugar más adecuado dada tu posición como persona de confianza de la duquesa Margawse.

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09/01/2018, 19:54
Narrador

Castillo de Brest, sala del trono, finales octubre de 1264

Por unas razones, motivaciones o azares diversos os habías acabado encontrando en aquel lugar un nutrido grupo de vástagos que habíais respondido al llamamiento de Gevrog Menguy, Príncipe de Brest, para investigar aquella misteriosa niebla que, según se decía, mataba a los mortales como lo haría un vampiro hambriento. Algunos os reconocíais las caras, otros os eran desconocidos, pero ahora todos confluíais en aquella imponente fortaleza costera llamada a ser una de las plazas más importantes de Bretaña.

La sala estaba ricamente ornamentada con tapices, muebles y alguna escultura dispuesta de forma apresurada. Se notaba que la estancia estaba decorada recientemente y para la ocasión, no había acumulación de polvo en los rincones críticos y las velas eran nuevas. No parecía que el Príncipe recibiera excesivas visitas en esa parte del castillo, la ocasión lo había empujado a aclimatar la estancia.

En los laterales había hasta una veintena de servidores mortales cabizbajos, había hombres, mujeres, ancianos, niños, toda una galería de degustación para cualquiera de los invitados al castillo. Los mortales parecían bien cuidados, y se esperaba que siguieran estándolo, todos llevaban ropas sencillas y grises sin ornamentos. Estos desdichados acudían a la llamada de aquel que los requiriera con sumisión.

Presidiendo la sala, junto a lo que era un elaborado trono de madera, estaba el chambelán de Brest. Un ghoul de la familia D'Avennes llamado François que os había recibido personalmente a cada uno de vosotros, este se movía con soltura y hablaba de forma exquisita, un claro exponente de la familia de aparecidos dedicados a estos menesteres.

Notas de juego

Aparte de los PJs presentes, también podéis ver los siguientes PNJs en solitario por la sala:

  

Los siguientes PNJs, están junto a otros PJs:

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09/01/2018, 19:56
François D'Avennes

El chambelán requirió vuestra atención desde el estrado junto al trono del Príncipe, una brizna suficiente como para daros la arquetípica bienvenida general a todos los presentes.

En nombre de su Alteza, el Príncipe Gevrog Menguy, os doy la bienvenida a Brest y a su castillo. Me honra anunciarles, ilustres invitados, que hoy es la primera vez que este salón se ve abierto para recibir visitas y no encuentro mejor elenco de personalidades para que sea así —os agasajó de una forma que hasta parecía sincero y no simple agasajo —. El Príncipe estará en breve con nosotros, mas, mientras aguardamos su presencia, su Alteza ofrece a sus invitados un refrigerio para que la espera se haga más llevadera.

Hizo una señal a los mortales repartidos en los extremos de la sala.

Yo mismo estoy dispuesto a solventar las dudas que puedan tener y esté en mi mano ilustrarlas. Sin más, sean bienvenidos a Brest.

Notas de juego

Anotaciones:

— El siguiente post de avance de trama será el jueves 18 que viene (aproximadamente).

— Durante ese tiempo podéis interaccionar entre vosotros o los PNJs (los cuales trataré de postear con ellos con cierto ritmo).

— Respetad los turnos cuando estéis en grupo. Sé que algunos os quema responder, pero si estáis interaccionando con varios PJs, esperad que todos hayan posteado antes de añadir la vuestra.

— Podéis hablar en privado (marcando solo a los PJs que os interese), pero si hacéis eso quiero un post general describiendo que estáis haciendo eso. Para que otros jugadores tengan claro lo que estáis haciendo en ese momento.

— Salvo que indiquéis lo contrario. El lenguaje que se usa es el francés.

— Cualquier duda mecánica/trasfondo/etc.. hacedla por vuestra escena personal, no aquí.

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10/01/2018, 08:47
Leyre de Abin

Suspiro ante las palabras del chambelán, ¿cuánto más tendremos que esperar? No me gusta estar de pie. Ni la gente. Ni llevar tanta ropa. Tengo ganas de regresar a mis aposentos, con Mahé, y pasar el tiempo las dos solas. Eso sí que resulta gratificante, no cualquier reunión por una niebla misteriosa, probablemente producto de la imaginación de los mortales supersticiosos. 

Nieblas asesinas. Ya. Probablemente también haya dragones a lomos de unicornios dando vueltas sobre nuestras cabezas ahora mismo. No puedo creer que el Príncipe haya dado crédito a semejante patraña. Pero bueno, él sabrá. Iremos a investigarlo, y cuando resolvamos el misterio (probablemente algún vampiro cretino que se ha metido en su Dominio sin presentarse; nieblas mágicas aparte), todo el mundo se dará cuenta de que el Príncipe chochea, y que ya toca otra fumata blanca. O no. Siempre puede ser que haya una niebla mágica. Al fin y al cabo, ¿no somos, nosotros mismos, personajes de cuento? Incluso por ahí se dice que hay vampiros que siguen creyendo en esos dioses africanos con cabeza de animal. Bah, qué sabré yo.
Tendré que preguntarle a Mahé su verdadera opinión sobre todo esto.

Para distraerme observo a los humanos que han traído para servirnos de banquete, y pronto llego a la conclusión de que sólo hay una palabra para describirlos: aburridos. Sin embargo, me veo obligada a inclinarme hacia un lado para susurrarle unas palabras a mi sire.

-¿Te traigo alguno? -Si tiene hambre, será mejor que lo solucionemos cuanto antes. Ella no debería pasar hambre. Nunca. 

 

 

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11/01/2018, 00:01
Selin

Vestida con mi habitual ropa de cuero oscuro contemplo la sala, los vástagos, los mortales… Todo era desconocido para mí, desde el castillo hasta la enigmática dama de negro, solo había una única excepción, el noble de Llanes. No me importaba, lo había asumido ya, estaría sola, así nadie podría engañarme nunca. Aunque realmente sola del todo no lo estaba, tenía a Jean Pierre e incluso debía agradecer su trato a los vástagos del monasterio, los cuales se habían ganado mi respeto.

Agarrándome la muñeca y apoyándola sobre mi vientre, doy unos pasos observando los tapices de la sala seguida por el servicial marinero, era algo que no me hacía falta, pero intentar que no estuviera pendiente de mí todo el rato era una tarea complicada de la que ya había desistido, a la mínima siempre lo tenía detrás. Supongo que es lo que me había buscado.

Sin embargo las palabras del Abad sobre la niebla asesina, habían llamado tremendamente mi atención y ahora mismo estaba algo nerviosa por poder saber más sobre ella. Sucesos como estos eran los que tenía que investigar para salvaguardar al mundo de la maldad inherente en él. Quizás mi camino me había traído a esta tierra precisamente por ese extraño evento.

¿Alguien estaría guiando mis pasos?

Me paro ante una escultura y la observo de arriba abajo. Es todo tan diferente al otro lado del mundo. Giro lentamente mi rostro hacia los mortales ahí presentes, clavando mis oscuros ojos sobre ellos. ¿Estarían aquí por su lealtad o cómo castigo?

Demasiadas preguntas rondaban mi mente, debía centrarme en lo más importante. La calígine portadora de oscuridad, esa mortal bruma de la que me habían hablado, la niebla que preocupaba al Príncipe y a mí, al menos coincidiríamos en algo, cuando tantas eran las diferencias a primera vista estaba bien saber que tendríamos eso en común.

Entonces las palabras del Chambelán hicieron que volviera mi atención hacia él, concentrándome en entender cada una de ellas y darles significado. Realizo una respetuosa inclinación de cabeza al terminar su presentación. Él tampoco era nuevo para mí.

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11/01/2018, 07:47
Artur de Aquilare

Artur se había aposentado en el cuarto preparado para él, agradeciendo al chambelán su trabajo con un asentimiento educado.

- Son estancias más que aceptables para mi y para mi acompañante. Transmitid a vuestro señor, y a vos mismo, mi deferencia y agradecimiento por el trato recibido- el tono en las palabras era severo, propio de alguien acostumbrado a obedecer, y a ser obedecido. Al fin y a cabo, el propio Artur había sido, en muchas ocasiones, chambelán de otros.


- Espera aquí. Ejercítate mientras tanto, puesto que no dudo que tus capacidades para el combate y la guerra serán útiles en estas pesquisas, tarde o temprano- ordenó a su acompañante cuando se le indicó que debía acudir a presentarse ante el Príncipe Gevrog Menguy. 

Sin esperar respuesta, con ropas elegantes y caras, y el movimiento del que está acostumbrado a las cortes humanas y vampíricas, Artur de Aquilare anduvo hasta aquella sala, lujosamente adornada, y que era evidente había sido engalanada para la ocasión. El vampiro escuchó con atención al chambelán y, tras un cortés asentimiento de cabeza, repasó la disposición de los mortales, así como al resto del mobiliario. Finalmente volvió toda su atención al chambelán.

- Artur de Aquilare agradece al señor de estas tierras, el Príncipe Gevrog Menguy, su cordial bienvenida a su corte, chambelán, y aprovecho para agradeceros el desempeño de vuestras funciones. El buen hacer del vasallo engrandece a su señor. Comprendo que lo que escuché de vuestra estirpe era bien merecido. Será un placer esperar al príncipe para que él nos informe de cuanto considere oportuno-  tras las palabras mira a los presentes, y asiente en dirección a los mismos- Caballeros, damas, señores.

Sólo por un instante enarca las cejas, ligeramente sorprendido, al ver a Selin y se acerca a la misma, hablando con ella en un aparte.

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11/01/2018, 08:07
Artur de Aquilare

- Merhaba, Selin. La paz sea contigo.- no parecía molesto y, tras el pequeño relámpago de sorpresa que había atravesado sus ojos al reconocerte, una cortesía que parecía envolver al vampiro como una segunda piel traslucía en sus gestos- Espero que vuestro nombre sea ese, de no ser así, lo entendería. Creo que es un largo viaje como bien dijistéis... aunque también creo que ya os comenté que debía ser mucho más interesante de lo que afirmábais. Y creedme cuando os digo que los hechos parecen dar fe de tales afirmaciones. ¿También, como yo mismo, habéis venido por la petición del príncipe sobre la niebla asesina?- no había ironía en las palabras del hombre que se había dirigido a ti en tu idioma árabe natal.

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11/01/2018, 09:52
Sybilla

Aquella figura inusualmente alta y sinuosa que era Sybilla se había presentado en el salón dispuesto para la recepción, ataviada con ropajes de buena factura, impolutos y tan oscuros como su mirada insondable, dedicando un breve saludo silencioso a todos los presentes, comprobando que entre ellos se encontraban caras reconocidas como la del caballero du Josselin, la dama de Abin e Ingvar Lundson.

Inclinó levemente la cabeza cuando, tras las palabras del chambelán, aquel noble caballero de cabello claro dedicaba un asentimiento general a la sala, y aprovechó aquel instante para observar, desde una cómoda posición expectante, cómo unos y otros comenzaban a hablar entre si, y aquellas expresiones de reconocimiento que se dibujaban en los rostros de aquellos que encontraban en otros a alguien conocido, dibujando una expresión curiosa y discreta al vislumbrar al mismo caballero de cabellos claros dirigirse hacia la mujer de tez oscura que sin lugar a dudas resaltaba entre tanta piel pálida. 

No dedicó más que un breve vistazo a la pareja, por decoro, y sabiendo que Aimeric salvaguardaba su sombra se dirigió hacia Ingvar, aprovechando para dedicar una breve cortesía al caballero du Josselin en su camino, por deferencia, antes de presentarse ante el gangrel, dedicándole una leve sonrisa, y descubriendo con un gesto grácil su cabello negro como ala de cuervo, dando solaz a su rostro perfilado, para disponerse a continuación a conversar con él. 

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11/01/2018, 10:18
Sybilla

No esperaba encontraros aquí, Ingvar.- confesó, entornando ligeramente la mirada- ¿Habéis acudido a la convocatoria del Príncipe Gevrog de motu proprio o lo hacéis en nombre de vuestro mentor?- preguntó, sin que pareciese existir intencionalidad mayor en aquellas palabras que la de símplemente, saber, intuyendo cuál sería la respuesta a aquella pregunta. 

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11/01/2018, 10:28
Sybilla
Sólo para el director

Notas de juego

Activo mi radar de mentirijillas desde este momento (primer nivel de Mythercería, vamos)

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11/01/2018, 18:51
Ingvar Lundson

El viaje hasta el castillo de Brest había sido relativamente largo, aunque Ingvar no se había molestado especialmente por ello. Lo cierto es que en realidad agradecía las esporádicas oportunidades que lo alejaban de su actual hogar, el dominio del Príncipe Raynier. No era algo inusual, por supuesto. Pocos fuera del clan de su gobernante se sentían a gusto dentro de los muros de la leprosería, e incluso parte de los nosferatu consideraban el lugar excesivamente opresivo. Pero para él, que había crecido entre bosques y montañas, resultaba especialmente difícil la vida allí, encerrado entre paredes de piedra repletas de enfermos.

Una vez llegado al final de su viaje, resolvió rápidamente las formalidades necesarias.  Dejó a su criado alojado en la ciudad, resolviendo aquellos asuntos que sólo podían llevarse a cabo a la luz del día, y él mismo acudió al castillo, donde tras una breve entrevista con el chambelán del Príncipe, fue conducido a unos aposentos simples pero más que suficientes para lo que él necesitaba. Y es que, en comparación con su hogar, él nunca necesitaba mucho.

Trató de descansar, pero sin mucho éxito. La emoción de lo desconocido, de la caza, comenzaba a tomar fuerza en su alma, y tenderse en un lecho no le aportaba reposo alguno, sino impaciencia. De modo que, tras poco tiempo, se levantó y se preparó para la ocasión. Recogió su largo pelo en una trenza a su espalda, y se cubrió con una sencilla túnica verde, desprovista de más adornos que unas runas bordadas en sus extremos. En su habitación dejó las armas y la armadura. El tiempo para utilizarlas llegaría más adelante. Por el momento, era tiempo de hablar, de modo que se dirigió al salón de audiencias.

Poco después de que hubiera llegado, el chambelán del príncipe dio la bienvenida a los allí reunidos, haciendo gala de un lenguaje que a los ojos del guerrero resultaba tan educado como falso. Francamente, dudaba que el príncipe Gevrog tuviera el más mínimo interés real en aquellos que habían acudido a su llamada. Para los poderosos, los demás cumplían simplemente un papel de herramientas, y él lo sabía bien. Pero Raynier le había enseñado lo suficiente de la etiqueta de las cortes bretonas como para saber cuándo debía guardarse sus ideas para él mismo. El único gesto que se permitió exteriorizar es una afilada sonrisa, a medias despectiva y a medias burlona.

Otro de los presentes respondió en un tono similar, pero Ingvar apenas le prestó atención y dejó que su vista vagara por la sala, observando a los allí reunidos. Había más cainitas de lo que esperaba. Al parecer, el puesto en la corte de Brest era un premio más codiciado de lo que él esperaba. Quieto en la parte más alejada del trono, repasó con ojo crítico a los asistentes. Muchos de ellos parecían cortesanos. Se preguntó qué harían aquellos que gustaban de vivir encerrados tras la seguridad de sus muros cuando la investigación se pusiera verdaderamente peligrosa. O cuando la competición se agravara. Al fin y al cabo, sólo era un puesto el que se ofrecía en Brest.

Continuó repasando a los allí reunidos. Reconoció algunos rostros de anteriores encuentros en otras cortes. Siempre en otras cortes, claro. Prácticamente nadie acudía al castillo de Raynier por voluntad propia. De igual modo, aquellos que conocía no eran sino una minoría entre los asistentes. Dedicó a los caballeros Eadwing y Edwin una respetuosa inclinación de cabeza cuando sus miradas se cruzaron.

Muchos, decididamente eran muchos. La competición prometía volverse rápidamente interesante. Y aunque el Gangrel apreciaba la soledad, también sabía que una manada de un solo lobo estaba destinada a morir de hambre. Tarde o temprano, debería buscar aliados entre los presentes. Pero aún era pronto para escogerlos.

Tras el breve análisis de los inmortales presentes, Ingvar dirigió su atención al público mortal. Alrededor de la sala, un buen número de sirvientes mortales aguardaban su turno para servir como alimento a los cainitas que se habían congregado por la llamada del Príncipe. Como si fueran inertes vasijas, como simples recipientes de vitae, privados de voluntad. Ligeramente asqueado, Ingvar se adelantó desde su posición en la parte trasera de la sala y se acercó a algunos de ellos, buscando en sus ojos algún destello de fuerza… de rebeldía… pero no lo encontró. Sus voluntades parecían estar quebradas más allá de todo retorno, y ni siquiera alzaron sus ojos hacia el Gangrel. Éste terminó por darles la espalda, renunciando a alimentarse. Sin la emoción de la caza, alimentarse era simplemente una necesidad, y no estaba hambriento hasta ese punto.

Fue entonces cuando una alta y delgada figura se presentó ante él. Uno de los rostros conocidos de la sala había decido acercarse. Sybilla. Ampliando su sonrisa en un gesto que resultaba un poco más sincero y salvaje de lo que era habitual en sociedad, se giró hacia ella para conversar.

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11/01/2018, 18:58
Ingvar Lundson

-Buenas noches, Sybilla. –Contestó, aparentemente satisfecho de entablar conversación con la mujer de cabellos del color de la noche. –¿No esperabais encontrarme aquí? Bueno, reconozco que el premio que Gevrog ha ofrecido no es el que yo hubiera escogido, pero alguien que conozca el exterior tendrá que salir a los caminos para investigar todo esto, ¿no creéis? –Añadió, mientras lanzaba una significativa mirada a los allí reunidos.

-Y a vuestra pregunta, os diré que Raynier estaba interesado en que alguien se ocupara del tema. –Añadió con sencillez. –Pero yo mismo también estaba interesado en investigarlo. Parece bastante más interesante que actuar simplemente de enviado.

Hizo una pausa, y la mirada de sus ojos del color del hielo se clavó en Sybilla sin ningún tapujo. Casi eran de la misma altura, a pesar de que Ingvar hacía gala de la estatura de un verdadero norteño. Rara vez había encontrado a alguien así, y eso había ayudado a fraguar el respeto que el guerrero mostraba hacia ella.

-¿Y vos? –Preguntó, al cabo de unos instantes. –¿Habéis venido para conseguir el premio por iniciativa propia? ¿O actuáis como enviada?

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12/01/2018, 00:15
Selin

De reojo, veo como una sombra se aproxima hacia mí, me vuelo en su dirección y al reconocer  en ella al noble de Llanes, muestro una tímida sonrisa. -Merhaba, Artur de Aquilare. La paz sea contigo.- Una leve inclinación de cabeza acompaña mi saludo en mi lengua natal.

-Lo es Señor, yo misma me lo puse al desconocer cual querían para mí mis padres.- Digo con orgullo, mi nombre era muy importante para mí, ya que había sido una de las primeras decisiones que había tomado y me acompañaría siempre. El viaje… -Demasiado largo.- Digo con timidez.

Un destello de determinación brota sobre mi iris azabache. -Pero se presenta ante nosotros un claro propósito, así que quiero creer que no ha sido en vano. Pero… sigo pensando que no ha sido tan interesante, al menos el viaje, las razones y los sucesos son lo que me han llevado por este camino.-

Desvío la mirada hacia el trono de madera. -No, el Príncipe no me ha mandado llamar, no le era posible, pues no me conoce todavía, pero su anuncio alcanzó a aquellos que ahora podría llamar incluso amigos. El mensaje era claro y no podría hacer oídos sordos a semejante fenómeno, no me lo perdonaría.- La pasión se reflejaba en mis palabras dejando claro que la niebla me resultaba sumamente atrayente.

-¿Y usted? Ahora sí está lejos de su hogar, también le preocupa como a mí el posible mal que se siente solo con escuchar las historias sobre la niebla.- 

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12/01/2018, 00:27
z/Maëlys de Trebaul

Había sido un viaje algo largo y con algún que otro percance de rápida resolución, y si bien no le desagradaba del todo la protección que le habían puesto para el viaje, sí que le hubiera gustado que supiera guardar mejor las formas y contener más su lengua en algunos momentos, mas no negaría que al menos el viaje había sido moderadamente ameno y poco aburrido. Igualmente, agradeció la llegada a Brest y ser guiada hasta los aposentos que ocuparía durante su estancia en el lugar. Había especulado mucho durante las noches del viaje con todo aquello de la niebla misteriosa sin llegar a una conclusión satisfactoria.

Tras acomodarse y quitarse el polvo del camino decidió que mejor que quedarse allí esperando a que fueran requeridos para la reunión con el príncipe de Brest, podía aprovechar el tiempo en conocer un poco el laberintico lugar.

No había pasado mucho caminando por los pasillos con Foreville a su lado, cuando el anuncio llego y nuevamente fue guiada al salón principal.

Sus ojos recorrían la sala de una lado a otro contemplando la manera tan exquisita con la que se había aclimatado el lugar y durante unos instantes sus ojos se posaron en la fila de humanos que habían sido llevados allí como alimento para todos ellos. Se llevó un dedo al mentón, dando unos golpecitos, y finalmente negando lentamente con la cabeza. Tal vez más tarde.

En cambio los cainitas que allí se había congregado eran todo un misterio para ella, y se preguntaba cuántos habían acudido por verdadera curiosidad, a descubrir que era lo que había detrás de aquella niebla y cuantos a causa de la promesa de un puesto en aquella corte. Había llamado su atención especialmente la mujer de los ojos negros. Auténticos pozos insondables. Resultaba llamativa a la par que extraña.

Esperaba que el Príncipe no se demorase mucho más.