Partida Rol por web

Sybilla escuchó aquel discurso con aplomo, emitiendo, sin embargo, un jadeo, mezcla de temor y de sorpresa, dando un paso atrás mientras contemplaba la innecesariamente cruel muerte del ghoul chambelán. Las palabras amenazantes de Morgaine pesaron sobre sus hombros, funestas, y sin embargo, la consejera encontró en la amenaza emitida hacia su legítima señora la fuerza y el temple necesario para mirar a aquella mujer directamente, posando su mirada oscura sobre el acero frío de los ojos de la bruja.

- Lo haré. Mi señora recibirá vuestro mensaje.-dijo, observando las reacciones de los allí presentes, reparando en la eterna sonrisa de Bohort du Lac, y en lo poco que su presencia parecía molestar a Morgaine- Y yo sabré a quién apoyar, cuando llegue el momento.-añadió, con una breve reverencia, volviéndose a erguir, evidentemente tensa, pero también pensativa. 

La mujer oscura miró a unos, y a otros, escuchó las últimas palabras de Ingvar, y con un último y breve asentimiento, comenzó a abandonar aquella sala. 

Morgaine: ¿Todos ganaríamos? Seguro que sí.. si las ratas quieren abandonar el barco, ¿quién soy yo para impedir que lo hagan y extiendan la enfermedad?

Todo queda dicho, pues. Y como dicen en mis tierras, a buen entendedor, pocas palabras bastan. Me irrita ligeramente que se atreva a comparar a Mahé con una sucia rata, pero tras ver cómo convierte al chambelán en un trozo de estofado poco hecho, me parece que no es momento de ponerse pejiguero.

Aprieto de nuevo la mano de mi sire, estirándola hacia la salida.

Ingvar: Abandonaré Brest esta noche. Para quien desee acompañarme, sabed que me dirijo a los muelles y embarcaré en un par de horas.

A veces el saber popular es mucho más conveniente que las Sagradas Escrituras, por lo que...

-A enemigo que huye, puente de plata -observo de reojo la dialéctica entre Morgaine y Sybilla-. Dejemos a esta buena mujer encargarse de sus asuntos familiares. Aquí no somos de ninguna ayuda.

Castillo de Brest, noche del 31 de octubre de 1264

—Medianoche—

Las palabras de Morgaine son sumamente desagradables, faltando al respeto al guerrero, a la silenciosa mujer y a la por desgracia no tan silenciosa joven. Al llegar a mí, su tono cambia, al final sí sería cierto que le agradaba y eso sigue sin gustarme, pero como bien me dijo no debía ser recíproco y a pesar de eso siento que no voy por el buen camino agrandando a una mujer como ella. Hago un leve asentimiento antes de echarme a un lado, si cumple con su palabra ya sería mucho.

Morgaine no tarda en mostrar su naturaleza, extiende la mano hacia el chambelán para arrastrarlo frente a ella, abro los ojos con horror para después dar un paso al frente, rápidamente veo como la sangre anuncia su trágico final sin poder hacer absolutamente nada. No puedo evitar sentirme culpable por su la desdicha del chambelán, ese hombre nos había dado la bienvenida hacía ya unas noches, y ahora su muerte pesa sobre mis hombros como si yo hubiera sido la mano ejecutora.

-¿Por qué ha tenido que hacer eso?- Pregunto a Morgaine mientras claramente se refleja la indignación en mis facciones. Esto es lo que hemos puesto en marcha y este es el primer mortal en sufrir las consecuencias, pero seguramente no sería el último, al menos eso me ha dado a entender la escueta descripción que había hecho de François. No le importan en absoluto. -Podía haberlo dejado ir sin más. Da igual que forma tome la niebla, o que nombre, si aun así lleva la muerte a estas costas.-

Aunque ella ya da todo esto por finalizado y yo no creo que mis palabras le importen o que vayan a cambiar algo, así que cabizbaja me dispongo a abandonar la sala y el castillo.

Había avisado que esto pasaría. Pero tal vez si no hubiera mediado la perentoria orden del príncipe hubiera podido idear un método de que sus compañeras no entregaran el envenenado regalo. Ahora, como casi todo, era tarde. El lasombra miró al chambelán muerto, sin piedad alguna, pero sí con la sombra de la misma. ¿Acaso no había sido él, en algún momento de su historia, alguien parecido a la ahora pútrida y exangüe carcasa?

No hay piedad para los vencidos. Pensó el lasombra para sí y, acto seguido, hizo una reverencia cortés ante la nueva señora del lugar.

- Informaré de lo que aquí ha ocurrido,  Señora de Ynys Afallach. 

Y, tras esas palabras, marcha.

Si bien sabes que Breizh es el nombre bretón de Bretaña, de Conan Meriadec no sabes más que lo que se conoce comúnmente. Las habilidades de Morgaine te son desconocidas, pero indudablemente mágicas a juzgar por lo que manifiesta, no sabrías saber qué clase de poder está manifestando.

Pero hay algo que ves con claridad mediante tu visión féerica. Lo has visto otras veces, la mayoría de forma residual, pero el aura de Morgaine irradia una extraña mezcla entre lo cainita y lo féerico. No te cabe duda que la bruja que tienes delante es una Kyasid, como tú.

Castillo de Brest, noche del 31 de octubre de 1264

—Medianoche—

Era estremecedor, un pequeño escalofrió le recorrió la espalda cuando vio cómo se deshacía del ghoul. En su opinión eso había sido un poco excesivo, pero a aquellas alturas, prefería no ponerse en el punto de mira de la cainita. Ni siquiera para preguntar lo mismo de nuevo que en el lugar de las piedras.

Cuando les  hizo retirarse, intento no hacerlo de una manera apresurada. Hizo una reverencia y luego se giró para salir de la sala. Era hora de volver a casa e informar a la condesa. La idea del normando no le pareció mala y solo cuando se encontraron fuera del salón se dirigió a él.

¿Os importaría entonces dejarme en las costas de Treguier en el trayecto que tengáis pensado hacer?

Castillo de Brest, noche del 31 de octubre de 1264

—Medianoche—

Con Morgaine presta a daros partida, tanto Mahé como Bohort también hicieron lo propio. La primera más tensa, el segundo con una tranquilidad aparente exteriorizada por su sonrisa. Antes de marchar, Morgaine dirigió la mirada hacia Selin. Sus palabras, lejos de molestarla, le causaron diversión.

—Podía haberlo hecho, pero no lo hice. ¿Qué esperabas que sucediera, niña? Sigue viviendo en tu mundo ideal, ciega a la realidad, y veremos cuantas veces más te verás exiliada y repudiada por los que dices proteger —repuso la bruja mientras hacia un gesto despidiéndola —. No será la última vez que nos veamos, oriental. Si quieres tu venganza, aquí estaré esperándote. Aunque tú lo llames torpemente.. hacer justicia.

Tras hablar Morgaine se quedó estática en su nuevo trono, inmóvil e inhumana mientras aguardaba que el último de los presentes salvo Gevrog, abandonara el salón.

Había sido el primero en abandonar la sala del trono. Pero, antes de que pudiera abandonar el corredor que conducía a la salida del castillo, el resto de los cainitas también abandonaron el lugar. El éxodo iba a ser muy rápido, al parecer. Fue la brujah la primera en dirigirse a él.

-No habrá problema. -Contestó, deteniendo sus pasos para girarse hacia la cainita. -Usaré el mismo barco con el que viajamos hasta Kermorvan. No es ningún lujo, pero es suficiente para regresar. Sin embargo... no estoy seguro de que sea suficiente para todos, si es que resulta necesario. 

Las últimas palabras que me dedica Morgaine me sientan francamente mal, mantengo fija la mirada en ella unos instantes antes de apartarla hacia el suelo. -No estoy ciega, había tenido en cuenta esta posibilidad.- Voy a volverme para salir de la sala, como ella ha ordenado y yo misma deseo, pero no temo sus amenazas, ni lo que pueda hacerme a mí. Me muerdo el labio con fuerza y apunto estoy de provocarme una herida y regar mi boca con mi propia sangre. -Este no es mi hogar, nada me une a estas tierras, no puedo ser exiliada.- Añado para terminar, después hago una leve inclinación de cabeza, recojo mi bolsa de viaje y me marcho, saliendo del salón y recorriendo los pasillos del castillo en pos de la salida.

De camino, no miro a nadie, avergonzada por mi labor en todo los sucesos acontecidos. Camino rápidamente, sujetando con una mano la bolsa y con otra mi espada, evitando así lo mejor que puedo el molesto golpeteo que producen al no moverme con tranquilidad.

Artur ha salido igualmente y, al ver a Ingvar hablando con Maëlys, se detiene un instante.

- Os agradezco la oferta, Ingvar, pero regresaré por mis propios medios. La verdad: dudo que nos elimine. Creo que a sus intereses les conviene más que todos extendamos las nuevas de lo aquí ocurrido. No creo que charlar en estos muros sea lo adecuado, pero es cierto que me gustaría hablar con todos y, si es del gusto de algunos, privadamente con algunos.

Y tras estas palabras, y escuchar la réplica si la hubiera, Artur sale fuera del castillo, con el interés de hablar como ha dicho, tanto con todos, como con algunos de forma más privada y separada.

Aprieto la mano de Mahé mientras abandonamos la fatídica estancia, escenario de la caída del Príncipe de estas tierras.

Supongo que podría ser peor; lo que ha sucedido esta noche será conversación protagonista en todas las cortes de cainitas, y haber estado delante nos ahorrará horas de parloteo y tribulaciones.

"Morgaine vio, vino y venció". Ah, qué gran mujer. Hay que otorgarle el mérito de saber hacer entradas dramáticas y triunfales.

Sin embargo, mis compañeros de la noche se detienen en el pasillo para repartirse los pasajes en el barco del normando, e incluso con ganas de mantener una conversación sobre lo ocurrido. A mí se me ocurre una fácil respuesta para toda esta cháchara, pero me vuelvo hacia mi sire con gesto de consternación.

-¿Qué deseáis hacer? -Murmuro, calculando mentalmente cuántos días tardaríamos en llegar hasta el reino de Navarra y recuperar mi hogar lejos de esa peligrosa bruja.

En un aparte, antes de partir.

Un serio Artur se acerca a Sybilla antes que ambos partan.

- Dama Sybilla- dijo haciendo una reverencia corta y cortés- Me gustaría que ambos habláramos unos instantes antes de separarnos. Si lo tenéis a bien. Hay una duda que tengo por todo lo ocurrido. ¿Por qué fuimos obligados a regresar tan pronto? Había planeado hacer que la manzana se perdiera antes de llegar puesto que no me había comprometido a nada con Morgaine, no como mis compañeras... pero la orden del príncipe me impidió toda capacidad de reacción.

En un aparte, antes de partir.

Antes de partir, Artur se acercó a Selin.

- No te eches toda la culpa de lo ocurrido. Te han manipulado, es cierto. Pero Morgaine tiene siglos, al menos, de experiencia en hacer tal cosa. Y ha abusado de tu impetuosidad, como también de la del resto de implicados. Dime, Selin, ¿cómo te encuentras?

No hubiera sido correcto afirmar que había empatía en las palabras del lasombra, pero sí seriedad, seguridad y firmeza. Era obvio que el lasombra había estado pensando en lo que había ocurrido y que estaba creando, en su mente, un puzzle con todas las piezas, tratando de saber cual debía ser su próximo movimiento.

En un aparte, antes de partir.

Sybilla observó el acercamiento del castellano, con curiosidad, y las manos enguatadas recogidas sobre el regazo.

- Gevrog así lo quiso.-indicó, a su presunta- Supimos que algo iba a ocurrir en Brest, aunque no el qué, y que era Morgaine quien estaba detrás del asunto de la niebla y la desaparición del chiquillo del Príncipe, y Gevrog se alarmó. Quiso saber cuanto antes si vuestras mercedes también habían llegado a conocer algún dato relevante sobre el asunto. -explicó, algo más pormenorizadamente, mirándolo largamente, con sus pupilas profundamente oscuras.

- ¿Qué tenéis pensado hacer ahora, monsieur?

En un aparte, antes de partir.

- Lamentarme por la oportunidad perdida, no, desde luego- respondió Artur- Supongo que, en primer lugar, estoy obligado a informar a los mayores de mi sangre de lo aquí ocurrido. Si no estuviérais vos, me plantearía también informar directamente a la señora de Bretaña, pero estando vos, como su consejera, es un trago que puedo evitarme. Salvo que entendáis que lo oportuno es que os acompañe, en cuyo caso, lo haría- hace una pausa, negando con la cabeza- Todo esto ha sido tremendamente desafortunado. Lamento lo que le ha pasado a Gevrog, aunque sobre todo se debe a su temeraria imprudencia. Avisé de lo que era ese regalo y de como se había obtenido antes que lo tomara. ¿Cómo se le ocurrió aceptarlo? En todo caso, es evidente que todos hemos sido manipulados. Aun cuando hayamos cumplido con lo que se nos exigió. Decidme, si os place, ¿qué pasó en el otro grupo? Y más importante aún, ¿qué vais a aconsejar a nuestra señora?

En un aparte, antes de partir.

- No, no considero que tal cosa sea necesaria. Pero si lo deseáis, en Rennes seréis bien recibido, por supuesto.-indicó, con una breve cortesía- Yo también lo lamento. Tanto lo que le ha ocurrido a Gevrog, sobre todo por las consecuencias que tal asunto va a tener sobre mi señora, como el hecho de no poder refutar vuestras acertadas palabras.-dijo, con un leve suspiro- Pero os confesaré algo, y es lo siguiente: A mí no me sorprende. Creo saber atisbar las prioridades de Gevrog, y sin duda no aparentar ser un cobarde está entre las primeras. 

- En cuanto a nuestro viaje... -dijo, pensativa- Tuvimos un inesperado encuentro: Viviane du Lac. Ella fue la que nos advirtió de que algo debía ocurrir la noche de hoy en Brest, y mencionó a Morgaine, asegurándonos además la desaparición del chiquillo de Gevrog. -comentó, frunciendo levemente el ceño- También nos dijo que la niebla era un poder que se encontraba entre lo vampírico y lo feérico, y nos pidió que diésemos un mensaje suyo a Bohort du Lac.-apuntó- "Decidle que ha llegado la hora" nos indicó. Y tal hora, según Bohort du Lac, era la hora de las brujas. 

Artur llama mi atención y se va acercando a mí mientras lo observo con detenimiento, midiendo cada uno de sus pasos hasta que se detiene y entonces continúo midiendo sus palabras, intentando comprender cuan molesto está el Lasombra, y si así es, mi conclusión es que lo disimula muy bien.

La pregunta con la que termina las pocas palabras que me dedica se me hace extraña, no solían hacérmela, y no sé responder a ella ¿de verdad es importante saber cómo me siento? Relajo mi cuerpo antes de comenzar a hablar e incluso tomo algo de aire. Intento decir algo pero al abrir la boca para hablar me quedo en blanco y simplemente vuelvo a cerrarla un instante antes de volver a intentarlo de nuevo.

Balbuceo un poco antes de que mis palabras tomen la forma correcta. -No pude hacer nada, ni en Pen-Hir, ni aquí, y seguramente muchos paguen por ello. Solo me quedó una opción, confiar en que alguna vida se salvaría sacando la niebla de esas costas, pero fue egoísta, porque quizás estaba pensando en salvar la mía para conseguir más adelante lo mismo que ha dicho ella, venganza. No debería ser así, debería intentar conseguir lo que deseo de otra forma.-

-Sigo dándole vueltas, buscando otra forma de actuar diferente, la cual hubiera sido más correcta. Creo que así es como me encuentro.-

Tras una larga pausa en la que no sé si debo decir algo más, le pregunto. -¿Dónde vas a ir, Artur de Aquilare?-

En un aparte, antes de partir.

No responde de inmediato Artur quien, finalmente, niega con la cabeza.

- En tal caso, os agradezco vuestro ofrecimiento, pero no os acompañaré. Aunque si vos o vuestra señora lo consideráis oportuno, acudiré. Reconozco que me preocupa la reacción de vuestra señora ante lo ocurrido, y no voy a fingir que no me preocupe que dirija contra nosotros su ira. Espero que no sea así. En cuanto al príncipe Gevrog creo que lo que deseaba fundamentalmente era demostrar su valor y su capacidad ante su sire. Eso es precisamente lo que ha usado Morgaine a su favor. Creo que tanto Viviane du Lac como el propio Bohort du Lac son inmortales cuya lealtad debe ser... reexaminada. Por así decirlo. ¿Qué pensáis que hará vuestra señora respecto a nuestra actuación en este asunto?

En un aparte, antes de partir.

- No era una situación sencilla, Selin. Tal vez si no hubiéramos aceptado y hubiéramos confiado en la protección de las piedras protectoras, no hubiera podido tocarnos. Quizás con la palabra y la conversación hubiéramos ganado el tiempo suficiente. Pero también es probable que nos hubiera destruido.- Artur hace una pausa- Fuisteis, sin embargo, impulsivas. Tanto Maëlys como vos misma. Y ella usó y abusó de dicha circunstancia. Algo, en todo caso, hicistéis bien. Seguís existiendo, y habéis visto, y oído, y aprendido. En cuanto a mi... bien, debo acudir a mis antiguos, y temo que afrontar su decepción por mi evidente fracaso. Dudo que como consecuencia de mis actos el clan lasombra ostente ahora mejor posición en estas tierras que antes. Y mi prioridad será hablar con ellos. Luego... deberemos saber qué hacer, por supuesto.