Partida Rol por web

Vampiro: Edad Oscura V20 - Bretaña nocturna [+18]

[Prólogo 0.2] Memento mori - Selin - FINALIZADA

Cargando editor
30/12/2017, 01:47
Narrador

Costa de Cornualles, mediados de octubre de 1264

La noche era cerrada, pero la mar era tranquila, la embarcación pesquera que habías adquirido para llegar a Bretaña mediante navegación de cabotaje había cumplido con su función. Bien no sabíais cuando empezaba Bretaña, por lo que aun os adentrasteis algunas millas por sus costas antes de decidir el desembarco y lo hicisteis al vislumbrar una suerte de monasterio iluminado por una luna clara de otoño. Por consejo de los pescadores, que vaticinaban una tormenta en ciernes, aunque tú no la veías venir, decidiste que aquel monasterio era el adecuado para resguardarse. No era la mejor opción, era la única.

Mientras los pescadores se afanaban en asegurar el barco en una cala, tu y tu ghoul ascendisteis por la costa escarpada hasta el monasterio que se encontraba sobre un precipicio, podías ver como de la nada empezaban a agolparse nubes en los cielos. Los pescadores no mentían. Era un monasterio cristiano distinto a los que habías contemplado en la península, de gruesas piedras y motivos cristianos de inspiración celta, os encontrabais ante la entrada del recinto que eran unas gruesas puertas de madera noble, a un lateral había una campana para llamar.

¿Mi señora? —preguntó tu ghoul intrigado por tu decisión.

Aquel lugar rezumaba de una aura extraña, inquietante, como si algo no terminara de encajar en él. Pero a la par irradiaba tranquilidad, una tranquilidad mortuoria.

Cargando editor
30/12/2017, 17:34
Selin

El trayecto en la pequeña embarcación no me aportaba mucho más que unas preciosas vistas de las verdes costas de lo que para mí era Bretaña, aunque no podía estar segura del todo, aparte también podía disfrutar de una conversación sobre los mejores caladeros, pero esta realmente no me interesaba mucho, simplemente prefería concentrarme en mi entorno.  Pero la barca se movía despacio al igual que el paisaje, así que tenía que buscarme otras distracciones, observar los pequeños remolinos que se iban formando con el avance del pequeño navío entre las aguas era una de ellas, estos tras unos segundos girando desaparecían entre las oscuras aguas. Hasta que el aviso de una construcción que se alzaba en la zona, un monasterio, acaparó todo mi interés.

Pasar la noche ahí era una buena decisión, puesto que si debía hacer caso a los augurios de los pescadores, una tormenta se avecinaba y no iba ser yo quien les llevara la contraria. Pensaba ayudarlos a asegurar la embarcación, pero al parecer actuaban todos de una forma demasiado protectora, una amabilidad que no sabía bien a qué se debía. No merecía eso.

Me envuelvo con una vieja capa raída, cubriendo mi cuerpo y la mayor parte de mi rostro, el ascenso era complicado, pero con paciencia se podía subir con bastante seguridad. Enseguida lo embarcación y los pescadores se fueron volviendo cada vez más y más pequeños, amparados por la oscuridad que reinaba en la cala, y como consecuencia la abadía estaba cada vez más cerca de nuestro alcance.

El monasterio, era extraño, diferente, quizás como todo en esta parte del mundo, el verde era el color predominante, un ambiente frío que te calaba hasta los huesos, muy diferente a las frías caricias de las noches en El Cairo o incluso en Al-Ándalus. Acaricio la gruesa puerta que protegía la entrada del sagrado lugar.

Entonces, escucho la voz educada y protectora del ghoul. No merecía ningún título, siempre había sido la misma, aunque llevara una ropa distinta, si hasta el nombre me lo había puesto yo, había sido lo primero que había sido mío y merecía darle uso.  -No llamar señora… Solo Selin.- Digo pensando cada una de las palabras, aun me quedaba mucho por delante para dominar el idioma local. El tono no fue el de una orden, más bien el de una súplica, esperando un trato más igualitario por parte de Jean Pierre.

Observo la campana, sintiendo el aura de inquietud entremezclada con ramalazos de tranquilidad, era tan palpable como la mismísima piedra cubierta de líquenes y musgos. Extraño… ¿Debía temer ante un falso Dios? Ni siquiera aunque estuviera equivocada debería hacerlo, lo que quería para el mundo, muy posiblemente fuera lo quería el Dios que se alzara en su trono a contemplarnos desde las alturas. Al menos eso me gustaba pensar.

Estiro la mano para acariciar la campana, me detengo unos momentos ante su frío tacto, luego la toco dos veces. Después desvío la mirada hacia Jean, esperando que hablara el primero, él sabría mejor las tradiciones que seguían en este lado del mundo, mientras mis pasos me situaban detrás del fornido marinero, esperando que mi posición me diera un papel efímero en la próxima conversación.

Cargando editor
30/12/2017, 20:45
Jean Pierre

El silencio nocturno fue rasgado por el anunciamiento metálico de la campana, después, de nuevo, el silencio acariciado por las olas del mar chocando contra las rocas. Llegasteis a pensar que no había nadie, pero pronto el sonido unos pasos pesados al otro lado de la entrada os deshizo de tal idea. Las puertas se abrieron perezosas, y tras estas apareció la figura de un anciano monje de piel muy pálida y túnica negra. Este os miró alternativamente, serio, pero sin hostilidad en su mirada, solo indiferencia.

El hombre no habló, como si esperara que vosotros fuerais los primeros en hablar. Jean Pierre te miró extrañado, luego miró al monje y carraspeó.

Señor, somos viajeros llegados de Navarra, viajábamos en barco, pero se acerca tormenta —explicó con brevedad —. Vimos su monasterio y nos preguntamos si, por el amor de Dios, pudieran darnos cobijo hasta que la tormenta pase.

El monje no alteró por un instante su gesto, ni tampoco abrió la boca, os miró alternativamente hasta que se quedó muy pendiente de ti. Frunció el ceño, luego movió la cabeza con un asentimiento abriendo la puerta algo más para dejaros pasar. No abrió la boca en ningún momento.

Cargando editor
31/12/2017, 00:38
Selin

En primera instancia, tras una espera fuera de lo común, pienso que quizás no haya nadie, tampoco era la opción más mala de todas, simplemente tomaríamos prestada la construcción durante la tormenta. No creía que eso pudiera molestar a nadie.

Hasta que el sonido de unos pasos, me hace cambiar de idea, tendríamos que tratar con los monjes que cuidaran de este lugar.

Escucho atentamente las palabras de Jean, intentando comprender lo que dice, le entiendo bastante bien, al menos cuando escucho el francés me va bien, el problema surge cuando tengo que recordar las palabras y ordenarlas adecuadamente.  

No me parece que sean los mejores anfitriones, ya que no dice ni una palabra, además no me gusta mucho que se quede mirándome tan fijamente, supongo que es por la rareza de mi aspecto y no porque sea capaz de sentir algo más.

Sigo al ghoul hacia el interior del monasterio, pero me detengo en el umbral de este, para mirar al monje, pensando de nuevo las palabras necesarias para expresar lo que sentía, pero estas se estaban resistiendo, no acudían a mi mente, necesitaba practicar más.

-Gratias ago.- Digo en latín, los religiosos solían ser gente cultivada, esperaba que pudiera entenderme. Luego me adentro en el interior, observando el lugar  en el que nos guareceríamos de la tormenta.

Cargando editor
31/12/2017, 13:16
Abelard du Calanhel

El monje os guió por un patio anodino, el complejo monasterial contaba con el edificio principal de piedra y dos edificios auxiliares más pequeños, la rugiente tormenta ya se escuchaba con claridad, pero aquello no parecía apresurar el paso lento de vuestro mudo anfitrión. Al escuchar las palabras en latín, el hombre se volvió hacia Selin, la miró de nuevo con esa ambigüedad inalterable en sus ojos, pero encontraste una sutil respuesta en forma de asentimiento.

Os conminó a seguirle, la noche se iba cerrando cada vez más, la negrura más densa y la alargada sombra de aquel enigmático monasterio se hacia por momentos más pesada. Pero justo en vuestro avance, casi llegando a las gruesas portaladas del edificio principal, emergió una figura oculta de un lateral que no habías advertido.

- Tiradas (2)
Cargando editor
31/12/2017, 13:25
Nemain de Gales

A pesar de la noche, pudiste alcanzar a ver que aquello que os sorprendía era una esbelta figura femenina. Vuestra asaltante llevaba una lanza, la manejó con habilidad y la plantó en tu garganta con firmeza. Entonces la mujer habló en francés, tenía un acento exótico, rasgado, probablemente de origen inglés o cercano.

¿Quién eres y qué pretendes en este lugar protegido por mi, extranjera? —el acto reflejo de Jean Pierre, que tampoco era un hombre de gran coraje, pero el suficiente como para actuar. Reaccionó tratando de defenderte, pero la respuesta de la mujer fue ácida como amenazante —. Ni lo intentes, hombre, sino quiere que atraviese el cuello de tu señora con mi lanza.

Pudiste apreciar entonces, tan cerca como tenías la punta del arma en tu cuello, que esta rezumaba una suerte de líquido rojizo muy familiar: sangre.

Cargando editor
01/01/2018, 19:12
Selin

Sigo los pasos del monje, contemplando la sólida arquitectura en la que está construido el monasterio, el aullido de los vientos y el sonido de los truenos dan la razón a los expertos pescadores, como no podía ser de otra forma. Me alegra no haber dudado ni un momento de sus palabras.

Entonces sin ningún aviso aparente, una sombra se alargó, acariciando mi cuello con su frío acero. El primer instinto fue apartarme y atacar pero había sido demasiado lenta. Mis pupilas se clavan en la figura femenina que ahora se dibujaba más claramente en mis retinas.

Le hago un gesto de calma a Jean Pierre, mientras intento traducir lentamente todas sus palabras al árabe, con intención de enterarme bien de todo lo que dice nuestra agresora. Aun estaba tan verde.

Pude ver que el acero había probado la sangre con anterioridad, seguramente no hacía mucho de ello. Mi rostro se ensombreció ante el acto de hostilidad de la mujer, sin razón aparente me estaba amenazando a pesar de que el fraile nos había invitado a pasar. No cuestionaba sus dudas, pero si sus actos que eran fruto de la imprudencia y la impaciencia, no se había detenido ni un momento a pensar en las consecuencias de ellos.

Decido responder a la amenazante lancera, intentando mostrarme conciliadora. -Descansar, proteger tormenta.- Al menos el escuchar una y otra vez esa palabra mientras navegábamos me había ayudado a aprenderla. -Nadie sufrir daño, si no quieres.-

-No señora… Solo Selin.- Puntualizo la importancia que tenía para mí mi nombre. No sabía si me entendería, pero si no se comportaba no podría dejar esto pasar, solo quería que todos descansáramos. Entendía que pudiera preocuparle mi presencia en el monasterio, pero no se debía prejuzgar tan rápidamente y de momento ella era la única que se estaba comportando de una manera cuestionable y agresiva.

Bajo mi vista hacia la punta de la lanza, esperando que la aparte, sabía que mis palabras no debían resultar demasiado convincentes, pero con más tranquilidad me podría expresar mucho mejor.

Cargando editor
02/01/2018, 01:38
Nemain de Gales

La mujer siguió unos instantes más con su lanza casi tocando tu cuello, te midió con la mirada, Jean Pierre se encontraba expectante y dispuesto a intervenir, pero un intercambio de miradas entre el monje y la lancera pareció resolver aquello. Apartó la lanza, la dejó descansando sobre el suelo mientras su acerada mirada no cambiaba.

Serás una invitada esta noche, forastera —dijo al final con aquel acento tan extranjero como el tuyo —. Pero por la Madre Oscura que morirás si pretendes ningún mal en este lugar protegido por mi, Nemain de Gales.

Jean Pierre se tranquilizó al ver que la mujer apartaba el arma, te miró de soslayo inseguro, pero el monje solo te dio tiempo a darle instrucciones sobre la marcha, pues volvió al camino abriendo las pesadas puertas de madera del monasterio. En su interior de piedra pudiste contemplar la obra tosca que palidecía en comparación a la exquisitez árabe de Egipto o Al-Ándalus. Había una hilera de bancos muy usados, encarados al altar del ábside de la capilla a la que accedíais. Era un silencio sepulcral, respetuoso y sagrado, el monje se arrodilló y crucificó ante el altar, así como también hizo Jean Pierre, pero no Nemain. 

Cargando editor
03/01/2018, 05:24
Selin

Observo como aparta la lanza lentamente, siento cierta alegría al pensar que he podido trasmitir mi deseo de no hacerles daño. Aunque la mujer sigue con la vista fija en mí, una nada agradable.

Me acaricio el cuello lentamente y la miro, realizo un leve asentimiento a sus palabras. -No mal, prometido.- Era una promesa fácil de realizar, ya que nunca haría nada que considerara injusto, pero…  ¿Qué es la justicia?

Continuo tras ellos, no había otra opción para mantenernos a salvo de la tormenta. Ya dentro del monasterio contemplo su interior, en esta zona del mundo no solo era malo el clima, húmedo y fresco, sino que también su forma de construir era burda, casi parecían bárbaros y vista su hospitalidad estaba siendo bastante amable con mi forma de catalogarlos. Realmente no era culpa suya, había mucho mal en el mundo, así que en cierta manera podía comprender su forma de actuar.

Me detengo ante el altar viendo así, santiguarse a los dos hombres, este hecho, hace que mire de reojo a la lancera, si ella no lo hacía no debía ser una obligación, además esa religión era falsa, por muy buenas que pudieran ser algunas de sus intenciones, adoraban a la nada. Pero no era mi labor instruir en la verdadera fe, sino la de que vástagos y mortales, actuaran de una manera correcta y digna.

¿Por qué protegería Nemian este reciento? Realmente me costaba evitar mirar a la guerrera, quiero preguntar, pero romper el silencio que embriagaba la sala me parece una falta de respeto, así que tengo que conformarme con esperar a ver si el recibimiento que nos están dando mejora un poco, no era muy difícil. Silencios, lanzas y falsas oraciones.

Cargando editor
03/01/2018, 15:07
Abad Jermaine

El paseo por el monasterio no llevó demasiado tiempo, vuestro guía os terminó por llevar a un gran salón que parecía que hacia de comedor para la parroquia. Allí había otra figura, más encogida y enjuta que la del monje mudo, pero igualmente pálida, su presencia evocaba presencia y autoridad, pero una que no imponía ni intimidaba, era la autoridad que daba la vejez. No necesitaste demasiado para intuir que el cainita ahí presente tenía muchos años. Este alzó la mirada hacia ti ignorando a Jean Pierre, el cual estaba bastante nervioso, y te mostró una sonrisa amable.

Bienvenida a Saint-Mathieu, joven —anunció con tempo lento en sus palabras —. Disculpad el celo de Nemain, nuestra protectora cumple con su función, así como cada uno la nuestra. Él es Abelard —hizo una referencia al monje que os había guiado —. Su silencio no es por desdén, sino por su voto.

El citado Abelard asintió de nuevo de forma imperceptible hacia ti.

¿Y yo? Yo me llamo Jermaine, soy el abad de este monasterio, ¿cómo os llamais, joven?

Cargando editor
04/01/2018, 16:10
Selin

Al entrar a la sala, para presentarnos al abad del monasterio, hago una leve inclinación de cabeza y me coloco frente a él, juntando mis manos sobre mi vientre, aunque antes de fijar la vista en el anciano me pierdo un instante entre los muros de la sala, aprendiendo un poco más sobre las construcciones en este lugar del mundo, casi al borde del oscuro abismo que representaba para mí el inmenso mar que bañaba sus costas.  

Sonrío tímidamente ante el saludo del abad. -Selin, señor.- Digo con voz entrecortada. -Gracias por resguardo tormenta.- Mi acento era tan fuerte que me daba vergüenza seguir hablando, pero estaba perdida, debía dejar de estarlo.

Miro a la lancera y luego poso mi vista en el silencioso monje. -Lo entiendo. No ofensa. “Si vis pacem para bellum.1- Digo en un mucho más correcto latín, aunque vuelvo al francés rápidamente, la práctica me llevaría a la perfección. -No querer molestar a nadie, pero tormenta peligrosa para todos, hombres de mar decir muchas veces.-

El anciano abad me parecía amable y respetable, mi impresión sobre Bretaña estaba mejorando notablemente, empiezo a pensar que tal vez Nemain no era la adecuada para recibir a las visitas o incluso sería mejor poner a alguien que pudiera hablar para abrir la puerta. ¿Cuántos serían en el monasterio para tenerlos a ellos en la entrada? Intuía que pocos, muy pocos.

-Si nosotros poder aportar algo como agradecimiento, honrarnos más aun.- El tosco acento francés lleno de reminiscencias del árabe se me marca muchísimo más en esta última frase una vez había cogido algo de confianza, haciendo que me retraiga de manera sútil. Agacho la cabeza para fijarme en la dura piedra del suelo. 

Notas de juego

1."Si quieres la paz, prepara la guerra." 

Cargando editor
04/01/2018, 19:49
Abad Jermaine

Como si hubiera estado esperando a ser mencionada, el rugido de los truenos se escuchó atenuado al otro lado de las gruesas paredes del monasterio. Jermaine te escuchó con atención, sin perder detalle de lo que decías o, al menos, esa sensación te evocaba.

Citas a los clásicos, pero no necesito demasiado para ver que no eres cristiana —dijo con cierto humor contenido —. A lo largo de mi existencia he conocido a varios como tú, una hija de Haqim, pero tus circunstancias distan de ser las de alguien que trae conflicto.

Se acarició el mentón, podías sentir como te escrutaba con detenimiento.

¿Qué te trae tan lejos de tu hogar, Selin de los Assamitas? —preguntó el abad con curiosidad —. ¿Qué traes a esta tierra para que los Capadocios te ofrezcan refugio esta noche?

Cargando editor
05/01/2018, 23:00
Selin

Giro un poco mi rostro al escuchar el sonido de los truenos, al menos estas solo traían agua, recordaba otras tormentas mucho peores, las de arena que cubrían todo con su áspero velo. Muevo ligeramente mi boca, pudiéndose ver un etéreo movimiento en las comisuras de mis labios, una sonrisa que se apagaba antes de surgir.

Mis cejas se levantan un poco antes de empezar a hablar. -No lo soy, pero nunca traer conflictos.- Apoyo mi mano sobre mi corazón y hago una pequeña reverencia. -La traición, el miedo… La justicia, eso traerme.- Marcando mi fuerte acento extranjero.

Pienso la última pregunta, que podía interesarles a los Capadocios, lo desconocía, no sabía mucho de los otros clanes, conocía algunos, pero sus inclinaciones y sus deseos escapaban totalmente a mi comprensión.

En este mismo momento me sentía sola y abandonada, pero eso no haría que perdiera mi determinación, aunque no conociera el idioma y a pesar de ser eternamente una extranjera en esta tierra como en muchas otras a lo largo de toda Europa, trasladaría mis ideas al mundo, como quien tejía un tapiz, con calma y perseverancia, pero sobretodo con tesón.

-No conocer lo que poder traer que os guste, pero siempre traer justicia y quizás algún día… Paz.- Miro al anciano, buscando en su mirada algún signo de aprobación que me hiciera sentir que iba por el buen camino o al menos que nuestros pensamientos no eran radicalmente opuestos, solo quería refugiarme una noche, no era tan complicado.

Cargando editor
06/01/2018, 18:54
Abad Jermaine

El anciano Capadocio soltó una breve carcajada, movió la cabeza mientras seguía con su mirada enclavada en ti, ni lo veías parpadear.

Grandes atrocidades han sido justificadas por la justicia, joven —dijo con seriedad —. ¿Qué es justicia para ti? ¿Para mi? ¿Para Nemain? —alzó momentáneamente la mirada hacia la guardiana del monasterio antes de volver a ti.

Paz, un trascendencia adecuada para un lugar adecuado como este —se movió lentamente hacia ti, aparentaba fragilidad, lentitud —. Este es un lugar ajeno a las disputas de príncipes y reyes, me basta con saber que no traes nada de eso aquí y lo que aquí se estudia pueda seguir haciéndose sin injerencias.

Miró al monje mudo antes de dejarte hablar.

Abelard, prepara una celda para nuestra invitada. Podrán quedarse esta noche —el citado Capadocio asintió silencioso, se marchó del salón dispuesto a cumplir el cometido —. Bretaña no acoge de buen grado a los extranjeros, Selin de los Assamitas. Menos aun aquellos que identifican como.. infieles —hizo un gesto para que se sentaras en la bancada, él se sentó enfrente de ti —. Afortunadamente para ti soy un anciano que ha visto suficiente para entender que la única certeza de la existencia es la Muerte. La única deidad certera e igualitaria para todos. Reces al Dios que reces, sea cual sea tu empresa, todos acabamos en el mismo lugar.

Hizo una pausa significativa, podías ver como Jean Pierre se mantenía en pie, así como Nemain.

¿Por qué has venido a Bretaña, joven?

Cargando editor
07/01/2018, 03:25
Selin

La risa del abad me molesta, algo que se aprecia con un ligero fruncimiento de mis cejas, pero soy una invitada, así que debía intentar ser amable.

-Sí, meditar antes de impartir una pena. Es justo.- Los miro pensando en que idea podrían tener sobre lo que era realmente la Justicia. -No molestar su estudio, ni apoyar ningún rey, solo buscar mi camino.-

Infieles… No saben nada… Pero no es mi deber castigar los otros credos mientras no sean abiertamente malvados y crueles, el cristianismo no lo es, la idea de ayudar al prójimo y respetarse todos como iguales encaja en mi visión de un mundo mejor, aunque no he visto a muchos adaptarse a los fundamentos más básicos. No matarás, pocos lo cumplen en las guerras a lo largo del mundo, las cruzadas están demasiado cerca de nuestro tiempo. Sus creencias eran palabras al viento, lamentablemente esto se iba repitiendo de manera paulatina en el resto de religiones que me eran conocidas.

-Ir con cuidado, pero no practicar ningún rito religioso abiertamente.- Hago una leve reverencia, agradeciendo su consejo. -“Mors certa, hora incerta…”- La muerte era siempre justa, se cobraba los pecados de toda una vida tarde o temprano.

-Bretaña…- Susurro casi para mi misma. -Aun no conocer la respuesta. Esperar que llegar pronto, sino seguir buscando más adelante.- Digo agachando la mirada hacia el pétreo suelo.

-Quizás volver a casa…- Añado finalmente, mis dedos se entrelazaban nerviosos por las dudas que tenía sobre esto último. Me gustaba Egipto, pero… había dejado tanto atrás. 

Cargando editor
07/01/2018, 20:45
Abad Jermaine

El abad te contempló durante unos segundos, aquel rostro ajado que decía haber visto tanto no parecía proyectar ninguna emoción o sentimiento fuera de la voluntad de este. Sus ojos te escrutaron, por un instante casi sentiste como era capaz de leer tu alma.

Ve con cuidado, joven. Adjudicarse la virtud de saber quien es malvado y quien no a tus ojos es algo que solo Dios puede hacer —habló con cierta solemnidad, pero con una clara vocación de aconsejarla —. Otra resolución es arrogancia, así como aquellos que te señalaban a quien debías matar y a quien proteger.

Antes de que pudieras reaccionar a su revelación, pues parecía muy consciente de lo que hablaba, te expuso.

Tranquila, Selin de los Assamitas. Soy viejo y curioso, y eso me ha hecho cauto. Tus secretos y tus historias están a salvo, pero no iba a dejar que una forastera pernoctaran en este santuario sin asegurarme que no era un peligro para mi o los míos —con estas palabras te dejó bastante claro que había sido capaz de leer en ti mucho más que tus gestos —. Mas cuando veo en ti la mácula del Amaranto.

Se frotó las manos como si con ello fingiera sentir frío, un trueno pretendió hacer temblar las piedras del monasterio, pero fue una acción inútil.

Mañana hablaremos de tu camino, si eso deseas. Eres una forastera en Bretaña, ninguna puerta se te abrirá —dijo con honestidad —. Pero algo podremos hacer, si aceptas mi ayuda.

Cargando editor
08/01/2018, 02:49
Selin

Parecía que el viejo abad podía entrar en mi mente sin mucha dificultad, no tenía ningún sentido mentirle, pero no lo había hecho, al menos ahora ya estaba avisada.

-Sí, creer que comprender sus palabras, pero alguien deber hacer esa función en la tierra por el bien de todos.- Digo aceptando su consejo, pero eso no cambiaría mis ideas tan fácilmente, tenía claro que había que estudiar bien y analizar cada caso por separado, pero a veces la sentencia tenía que ejecutarse, no se podía permitir que el mal campara a sus anchas.

-Comprender su preocupación, pero mi palabra es suya, no problemas, promesa.- Amaranto, diablerie, con sus trazos éramos marcados todos los guerreros Assamitas, para que no titubeáramos a la hora de aplicar la máxima pena hacia un vástago, la destrucción de cualquier posibilidad de salvación, su alma desaparecería de la faz de la Tierra como castigo por sus pecados. Por supuesto era esa mi creencia. ¿Por qué si no se decía que nuestras auras siempre eran negras?

-Amaranto ser… “stigma” de Assamitas guerreros, no deber temer a la Justicia, solo pecadores deber hacerlo.- Digo intentando excusarme, bien conocía el miedo que generaba eso en otros vástagos, era una de las primeras cosas que te hacían estudiar los maestros en Egipto.

Asiento mostrando una tímida sonrisa. -Halagar mucho sus palabras y su ayuda Abad Jermaine, esperar paciente a mañana a la noche.- El simple hecho de que mi color de piel me marcara rápidamente como una extranjera lo había asumido rápidamente, pero además la negrura de mi aura me marcaba como un ser temible, pero no era esa mi intención, no quería generar miedo en los seres dignos de los dones de la sangre. Debía convivir con las dos marcas, la que me alejaría de los mortales y la que haría lo propio con los vampiros. Estaba condenada a la soledad, pero me conformaría mientras pudiera impedir parte de la maldad que asolaba el mundo en esta oscura era.

Cargando editor
09/01/2018, 02:20
Abad Jermaine

El Capadocio no pareció querer darle mayores vueltas al asunto de tus objetivos o misiones, simplemente asintió de forma ambigua mientras apuntaba al asunto más delicado que había visto en ti.

No estás en tu tierra, y mi consejo es que seas cauta con esas.. prácticas —tildó con un gesto bastante severo —. Para mi el Amaranto es una técnica abominable, pero tolero tu presencia porque veo honestidad en tus palabras —con una actitud bastante inapelable, Jermaine procuró rebajar su autoridad momentánea.

Ve y descansa ahora. Ya he pospuesto mis estudios en exceso, Nemain te contará lo que necesites saber —te miró con cierta picardía en los ojos —. Creo que os llevaréis bien. Nemain no tiene la oportunidad de conocer a una egipcia.

Con estas ambiguas palabras abandonó el salón dejándoos a ti, Jean Pierre y Nemain solos.

Cargando editor
09/01/2018, 19:49
Selin

No estás en tu tierra… Parecía un recordatorio que se repetiría eternamente mientras no volviera a un territorio árabe, no parecía que fuera a ser pronto, tendría que conformarme con ser considerada una desarraigada. No me importaba mucho o eso creía ya que no tenía la certeza de que pudiera decir que un sitio era mi hogar, quizás El Cairo, pero… ¿Cómo me recibirían?

Me muerdo el labio al escuchar lo abominable del Amaranto. No lo entendían… -Honestidad ser virtud al igual que Justicia…- Quizás sería mejor que yo dejara de hablar, puesto que no parecía que nos fuéramos a poner de acuerdo. -Comprendo, gracias por su confianza y su consejo.- Podía entender el miedo que causaba la Diablerie, pero solo los indignos merecían ese castigo, era algo que no debía haber conseguido expresar bien por más vueltas que le había estado dando en toda la conversación.

Hago una pequeña reverencia a modo de despedida, para luego volverme hacia la lancera, Nemain. No estaba de acuerdo con el abad, no veía ninguna razón por la que me llevaría bien con ella, la primera impresión que había tenido es que era agresiva e impulsiva.

Me acerco hacia ella con prudencia y la miro, esperando a que nos guíe por el monasterio.

Cargando editor
12/01/2018, 20:59
Nemain de Gales

Nemain te condujo a la celda habilitada para ti, un rincón prosaico, con una ajada cruz de madera y una caja de madera alargada con unas pocas comodidades. Durante el trayecto, la guardiana del monasterio conversó parcamente, principalmente para mostrarse ufana y desafiante por haberte sorprendido.

¿A qué viene esa cara? —preguntó con una sonrisa que alejaba la seriedad inicial con la que te había recibido —. Eres una guerrera, eso lo vi enseguida, pero esto es mi dominio. Pero me resulta curioso encontrar a una guerrera aquí, de Egipto, el hogar de la fundadora de mi linaje. Por Lilith, el Destino es caprichoso en la noche eterna, aunque yo nunca he pisado Egipto, soy galesa.

Hablaba algo rápida, pero con un vocabulario bastante sencillo de entender, se notaba que no era francesa de nacimiento.

Tu ghoul puede dormir contigo en el suelo.. o podemos ofrecerle un camastro en otra celda —ofreció.