Partida Rol por web

 La zona estaba totalmente despejada, realmente si querías estabas en plena posibilidad de hacer preguntas sobre el ámbito sobrenatural, nadie os observaba.

- Veamos... aquí abajo debo tener un pequeño plano - comentó mientras se agachaba para mirar entre el montón de papeles que había bajo la mesa. Al cabo de uno segundos sacó un tríptico cuya portada mostraba el emblema de la Institución.

- Mira majete, aquí tienes lo que buscabas ¿no? hablarte de toda las zonas me llevaría un buen rato, así que si vas al grano y me preguntas por un lugar en concreto será mejor para los dos - dicho aquello te mostró una sonrisa bastante forzada.

Al ver la sonrisa forzada, Armand le devuelve el mismo tipo de sonrisa. La actitud de esta mujer empezaba a exasperarlo. Rápidamente hecha un vistazo a la hoja.

- Lamento decepcionarte. - Dijo mientras mantenía la sonrisa. - Pero lo que busco no aparece aquí. Estoy interesado en algún lugar que pueda estudiar sobre fenómenos "extraordinarios". - Al decir esto ultimo, alarga sus palabras y estrecha sus ojos, tirando una indirecta, bueno, bastante evidente.

- Estoy aquí por la beca enviada por el Rector Richter Fontaine, asi que me gustaría arrancar con mis estudios lo antes posible. -

 La recepcionista adquirió un semblante más serio, comprobó que no ibas con rodeos y que tenías un objetivo en mente, fue entonces cuando ella dijo información útil por primera vez.

- Creo que antes deberías saber muchas cosas sobre donde se ha metido caballero, lo mejor que puedes hacer es ir directamente a hablar con el director, hay muchos detalles que debes saber antes de que sigas buscando como sacarle partido a tu beca - acto seguido te señaló en el plano el despacho del director.

Aunque Armand quería evitar las formalidades de hablar con el Director, por lo visto no tendría más que acercarse a su oficina a esclarecer las causas de esta beca. El muchacho estaba deseoso de cualquier información sobre como recuperar a su hermana, por lo cual no quería perder tiempo en simple protocolo.

- Mmmm... - Dijo meditando sobre las palabras de la mujer. Por un momento la observo. Al principio parecía una simple empleada, poco satisfecha con su trabajo y su vida en general. Pero le acababa de demostrar que si era necesario, podía ser profesional y útil al instante.

- Tiene razón. Seria el mejor curso de acción frente a mi situación. Le agradezco mucho, señorita. - La sonrisa de Armand se volvió calida y de satisfacción, denotando lo que venia pensando. - Me acercare ahora mismo a la oficina del Director lo antes posible. Espero que el resto de su día sea agradable. -

El muchacho se despediría de la recepcionista, y se dirigiría al despacho de Fontaine apenas terminaran de hablar. Claro, si no hay nada más de interés en el lugar.

Mannfred se paseaba por los jardines distraídamente, observando a las personas, los pájaros y los árboles. Finalmente, se decidió por un roble grande y fuerte, y descargó su ira en él, dando fuertes puñetazos contra el tronco y lanzando maldiciones al aire cuando sentía que lo hacía mal o cuando le dolía. Tras un rato de práctica se arrojó contra el tronco y se sentó.-Mierda.-dijo.-Que aburrido que es este lugar.-trató de echarse una siesta en la sombra de la planta.

Armand volvía por el Jardín central, cuando vio a un joven dándole golpes al árbol con una fuerza y violencia impresionantes. Se detuvo un momento para ver el increíble despliegue de fuerza bruta. Sin dudas este no es un lugar normal.

Al tiempo de seguir con los golpes, el muchacho se sentó y se quejo de lo aburrido del lugar. ¿Acaso este tipo de cosas no le parecían interesantes?

Así, decididamente, Armand se acerco hacia el joven.

- Ey, tu. - Le dijo directamente mientras lo observaba a los ojos. - Trata de guardar algo de compostura. - Las palabras de Armand sonaban duras, pero quería que no fuera tan ruidoso. Eso realmente le caía mal.

- ¿Te encuentras bien? - Prosiguió Armand. - Increíble que puedas dar esos golpes y no lastimarte las manos... - En sus palabras se notaba algo de incredulidad.

Mannfred abrió un sólo ojo.-Creo que tendré que posponer mi siesta.-pensó.-¿Y a ti qué te importa, humano?-dijo con toda la rudeza  que pudo encontrar, y pronunciado con asco la palabra "humano".-Seguramente te dedicas a contar billetes y sumar números.-se sonrió.-Jamás podrías igualarme en velocidad, fuerza o resistencia, así que no te trates de alabarme con esas estúpidas palabras, no te ensañaré ni mierda; creo que incluso tú entiendes esa expresión.-se acomodo para dormir, pero de inmediato se incorporó y miró a Armand.-Una cosa más: nadie, NADIE, me dice que hacer, y menos con mi puta cabeza.-escupió cerca de los pies del chico y se tiró de vuelta.

Armand devolvió la mirada al muchacho. Sin duda sus modales dejaban mucho que desear. Un bruto que solo se regodeaba de sus capacidades sin tener un objetivo claro.

- Mmmmh... Que patético. - Respondió simplemente. - Palabras de un bruto, claramente. Apuesto que nunca te has puesto a pensar en nada en tu vida. ¿No? No tengo interés en aprender nada de ti. Te regodeas de tus habilidades pero seguramente no tienes ningún uso para ellas. Que desperdicio. Hablas duramente, pero sin embargo estas ahí tirado sobre tu trasero, sin hacer nada. Dime, ¿Para que viniste a este instituto? Déjame responderte, me importa un carajo. Es más difícil construir que destruir. Alguien que se la pasa "rompiendo cosas" nunca podría entender eso. A ver si eso entra en tu duro cráneo. -

Después de sus palabras, Armand dara media vuelta y se dirigira a la oficina del Director.

Mannfred se sonrió. La actitud del chico le gustaba, a pesar de que era un pomposo humano que parecía que simplemente se dedicaba hablar. Dejó escapar una risa y habló.-Sabiduría y lengua rápida y venenosa, que rara combinación para un humano, y más aún para un pendejo. Podría incinerarte (de hecho tengo muchas ganas de hacerlo) pero no lo haré, no pareces de esos idiotas que no saben lo que hacen, y eso vale mucho para mí.-se echó de vuelta bajo la sombra del árbol, cerró los ojos y dijo.-No te retendré más, pues parece que tienes cosas que hacer, pero que te quede claro que la próxima vez que me hables así tendrás problemas.-Una nube se movió ocultando el sol, hora perfecta para una siesta.

Armand escucho las palabras del joven. Su cara reflejaba un ceño fruncido. Le molestaba tener que tratar con ese tipo de personas, pero no le convenía tener una pelea sin razón.

- Me parece bien. Es mas, preferiría no tener que dirigirte más la palabra. - Una vez dicho eso, Armand dio media vuelta y se dirigió a la oficina del director. Podría haberle dicho alguna otra cosa al joven misterioso, pero no le interesaba tener la última palabra, lo cual llevaría a prolongar la charla con tan odioso sujeto.

Armand empezó su viaje hacia la oficina del Director Fontaine. Su cruce con el misterioso joven le había dejado de mal humor, así que intentaba relajarse como podía antes de tener que hablar con el Director.

Se detuvo un momento, ya dejado atrás el Jardín, para ordenar sus ideas.

No puedes perder los estribos tan fácilmente. Piensa. Piensa. Michelle te necesita.

Respiro profundamente dos veces, para calmar su furia.

Así se siguió dirigiendo a su objetivo.

Mannfred dejó escapar un bufido y se quedó dormido, pensando en lo que podría hacer o dejar de hacer en aquel lugar, la gente que conocería, a quiénes mataría y bastantes preocupaciones más que tenía en la cabeza. El sol descansaba lejos de él, para su suerte.

El día estaba transcurriendo con normalidad, faltaban pocas horas para que la noche llegara, cada uno de vosotros estaba absorto con sus quehaceres por los alrededores de la Institución, fue así como sonó la megafonía de manera chirriante pero concisa.

- Al habla el director Richter Fontaine, se solicita la inmediata presencia de los miembros: Bill Camposoto, Armand Lemonde, Brent O'Hara y Mannfred Leich en mi despacho inmediatamente, cualquier demora será inexcusable - comentó con un tono bastante serio. Al director se le conocía por ser un hombre frío, muy distante con el resto del personal y bastante enigmático en cuanto a historia, lo poco que podíais saber de el es que era el único realmente ciego en el centro y que su fortuna y bienes podrían llegar a ser astronómicamente altos.

Aprovechando que ya se encontraba en dirección hacia la oficina, Armand llega con prontitud.

Observa detenidamente si hay alguna persona en el lugar, con lo cual la saludara y esperara las instrucciones del Director Fontaine.

 Mannfred se levantó.-Que fastidio, pero ya era hora de un poco de acción.-Con pasos pesados y cansancio, camino por todo el edificio hasta llegar al maldito despacho del director. Ya había escuchado los nombres de sus compañeros de misión, pero no le hacia gracia trabajar con ninguno de ellos.

 Brent O´Hara

Llevaba varios días en el Instituto y apenas se había relacionado con los otros miembros del "equipo docente", solo una pequeña conversación con Richter Fontaine a su llegada, espera haber tenido la oportunidad de volver a cruzar alguna palabra más con el pero había sido una misión imposible. Dejo a un lado esas preocupaciones y siguio mirando en su ordenador, el foro de una pagina de poker, era ahí donde sus contactos le dejaban pequeños retazos de la información que iban a suministrarle, pero no había encontrado nada solo silencio, no era lo habitual aunque podía darse el caso. Tendría que mandar algún mensaje a sus contactos para ver si seguían bien y mas tras el incidente que le llevo al instituto. En el momento en el que comenzaba a escribirlo una voz de la megafonía le interrumpio...

- Al habla el director Richter Fontaine, se solicita la inmediata presencia de los miembros: Bill Camposoto, Armand Lemonde, Brent O'Hara y Mannfred Leich en mi despacho inmediatamente, cualquier demora será inexcusable.

- Asi que por fin volvere a hablar con el director, veremos que necesita de mi - penso mientras salia a toda prisa hacia el despacho, no queria hacerle esperar, mejor dicho no queria perder mas tiempo del necesario, buscaba respuestas y esperaba que el director se las entregase en bandeja de plata.

Cruzo los jardines del instituto casi corriendo, esquivando estudiantes y pidiendoles disculpas si se tropezaba con ellos, la incertidumbre le corroia por dentro, y los nervios le atenazaban el estomago. Tras unos minutos alcanzo el despacho, golpeo con sus nudillos la puerta y la abrio suavemente, aun sin saber que pregunta formular primero, para despues acercarse a una de las sillas.

- Buenas dias, señor Fontaine. ¿Que necesitas de mi? Y lo que es mas importante, ¿Cuando me daras respuestas a mis preguntas? - pregunto golpeando suavemente el respaldo de la silla con los dedos de la mano derecha. 

Mientras estoy en el balcón leyendo, se escucha el megafono llamarme, junto on algunos nombres mas. Con un chasquido de lengua, pues estaba en una parte muy interesante del libro, coloco el marcapaginas y salgo de la habitacion con el libro bajo el brazo. El poco tiempo que llevo en la institucion ha echo que me acostumbre a estas cosas, el director llamando y todo el convocado rapidamente a su despacho, asi que voy tranquilamente hacia alli. Saludo a las caras conocidas que encuentro por el camino, y cuando llego al despacho, saludo a la secretaria con un 

Buenos dias, me reclama el director- con una de mis mejores sonrisas en la cara.

  La puerta del despacho del director, de increíbles dimensiones y adornada con remaches de oro macizo, le daban una estética sorprendente al lugar. Salvo el día que ingresasteis por primera vez aquí, jamás habíais regresado.

Cuando las puertas se abrieron os encontrasteis de frente al director. Su semblante era serio, como siempre, y sus ojos ciegos cuyas pupilas eran de color blanco podían llegar a sobrecoger a alguien que no estuviera acostumbrado. A su lado había una hermosa mujer de melena rubia recogida en una cola, por su modo de vestir sería seguramente la secretaria. Ella hizo una leve reverencia según ibais entrando.

Ahora vosotros cuatro estabais junto al director, probablemente era la primera vez que os encontrabais los unos a los otros pero quizás no era un buen momento para presentarse.

- Os agradezco que hayáis acudido a la llamada tan rápidamente queridos miembros - comentó mientras entrelazaba sus dedos, era como si a cada segundo os analizara de arriba a abajo.

- Sé que algunos de vosotros estaría encantado de mantener alguna charla conmigo en privado, pero como miembros de la institución os necesito, así que ruego que escuchéis mis palabras - comentó con templanza.

- No sé si lo habréis intuido, pero vuestra estancia en la Institución no era meramente formativa, todos sabemos que allá afuera existen grandes males que no merecen la redención, nuestra intención nunca fue librar una batalla contra las criaturas que desean el mal para la humanidad, sin embargo esta sociedad tiene un juramento desde hace siglos y personas como vosotros son los que han hecho que se cumpla. ¿Aceptáis vuestro cometido para llegar a ser denominados "Acechadores"? - el director esperaba una respuesta por vuestra parte, a conciencia de que estas palabras podrían resultar confusas.