Partida Rol por web

Venatrix

ACTO III: EL HOGAR DE LAS FLAVIAS

Cargando editor
22/06/2012, 03:21
Iniciador

A la espera de que aparezca Flavia Juliana, observas la abundante variedad de aperitivos que no paran de servir los esclavos de la casa en bandejas de plata, los cuales por sí solos bastan para quedarse bien cenado. Lo que más te llama la atención es un burrito hecho de bronce con unas alforjas de mimbre que portan aceitunas negras en un lado y verdes en el otro. Tras él, de una pequeña fuente mana vino y de otra miel, y ambos van a parar a un recipiente del cual los esclavos sirven la mezcla en vasos. Hay mucho lujo a tu alrededor, pero no observas ese afán por hacer gala de una desmedida riqueza, cuya profusión convierte la excesiva decoración en una horterada. No, aquí todo está muy bien medido y conjuntado; da la impresión de que todo tiene su lugar y su porqué.

Pasa un rato más en el que todas las conversaciones y los comentarios son tan banales como los que acabas de escuchar. El extranjero que tienes al lado es el único que no pronuncia palabra, y se limita, como tú, a observarlo todo con mucha atención.

Cargando editor
22/06/2012, 03:23
Flavia Juliana

Por fin, tras una de las columnas, aparece una mujer ricamente ataviada que no puede ser otra que Flavia Juliana. En un primer momento piensas que es demasiado vieja para que hayas tenido algún romance con ella, ya que aparenta casi sesenta años; pero luego caes en que hace catorce años esta mujer aparentaría ser mucho más joven, y tampoco es que por aquel tiempo le hicieras ascos a las maduras. El caso es que no te suena de nada.

Juliana se acerca al triclinio por su propio pie; otros aprovecharían la ocasión para venir en una magnífica silla de manos de oro con sedas y cojines de terciopelo, pero, francamente, poca falta le hace: se mueve con la majestuosidad de una reina, con movimientos suaves y elegantes, poco propios de una persona de su edad. No dice una palabra hasta que ocupa su lugar en el diván superior, junto a las dos muchachas.

"Perdonad el retraso; cosas de la edad", dice con una voz elegante, pronunciando las palabras con suavidad, pero al mismo tiempo con autoridad.

Todos los invitados guardan silencio cuando ella habla. Se ve que le tienen mucho respeto.

"Ah", exclama mirándote a ti y al hombre que tienes a tu izquierda. "Aquí tenemos a nuestros invitados de honor. Casio Dánico, cuestor; y Scylas, que ha venido en representación del culto a Minerva en Tracia. Sed bienvenidos a mi hogar. Confío en que paséis una buena velada en nuestra compañía. Por cierto, sois tan maleducados que seguro que ni siquiera os habéis presentado", dice, reprendiendo a los demás. "Lo haré yo misma, ya que habéis sido tan desconsiderados. Mi hija Flavia Maior y su protegida, Lucetia", señala con un movimiento de su mano abierta a sus dos compañeras de diván. "Mi hija Flavia Minor, su marido Fulvio Sejano y su liberto, Abgar", dice, señalando con su mentón el diván inferior. "Y vuestro compañero de diván es el poeta Lúculo Micón."

Juliana se queda callada, a la espera de una respuesta por tu parte o la de Scylas.

Cargando editor
22/06/2012, 03:32
Scylas

"Es un placer estar en tan buena compañía", se limita a decir Scylas, con una voz rajada y un fuerte acento griego. Es la primera vez que abre la boca en tu presencia.

El hombre tiene un aspecto que no inspira mucha confianza, poco apropiado, se podría decir, para estar entre gente de calidad. Observas que, a pesar de su silencio, intercambia miradas con la muchachita que responde al nombre de Lucetia, dando a entender que se conocen de algo, aunque no crees que sea una cuestión amorosa, ya que el tipo es de tu edad y la muchacha es demasiado joven, y en todo caso no se trata de uno de esos lindos Adonis por los que suspiran las damas.

Notas de juego

Haz una tirada (recuerda: 2d10, desglosar). Le añadiremos Cultura y Mitología, contra una dificultad 15.

Cargando editor
22/06/2012, 14:11
Quinto Casio Dánico

Mientras intento hacerme al ambiente distendido, degustando algunos manjares, trato de no perder detalle. No parecen gente de dobles intenciones, si no todo lo contrario. La excepción allí parece mi compañero de la izquierda, que permanece en sagrado silencio mientras los minutos transcurren sin la presencia de Flavia Juliana. Es el único que despierta mi atención, pero incluso la perspectiva de dirigirle algún comentario inocente para unirle a la conversación me resulta terrible. Parece como si en la distancia estuviese mejor.

Rato después, al fin, nuestra anfitriona hace acto de presencia sorprendiéndome en varios aspectos. Primero su apariencia, pues es lo que la vista nos regala nada más conocer a alguien. La esperaba más joven, pero aun así me impresionan sus maneras y modales gratamente. Es una mujer digna, sin duda. Evito mirar de nuevo a mi compañero al mencionar que ambos somos invitados de honor. ¿Él también? Quizá esa sea la razón de su hosquedad, aunque parece muy educado al saludar, y discreto. Pero me llama más la atención que atienda a Minerva. Tampoco dejo escapar el detalle de las miradas, sobre todo tras escuchar el curioso nombre. Lucetia...

Demasiadas cosas, de modo que le ofrezco mis saludos a nuestra anfitriona con un gesto amable.

"Y agradable" añado. "Gracias por honrarnos con la invitación".

Decepción. Esa es la última sensación que me deja Flavia Juliana. No sé por qué, esperaba algo más, un momento de lucidez en el que todo encajase en mi cabeza. Pero no ha sido así. Queda esperar el transcurso del resto de la velada.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Qué repartido. 9 y 1 en los dados.

Cargando editor
22/06/2012, 14:23
Iniciador

Lucetia... te suena de algo ese nombre. Les das varias vueltas hasta que las Musas al fin te traen a la memoria el origen de ese nombre: es uno de los epítetos de la diosa Juno, que significa la que trae luz. No es normal que alguien lleve ese nombre.

Notas de juego

Por poner un símil, es como si alguien en nuestro tiempo se llamase "Jesucristo" o algo por el estilo.

Cargando editor
25/06/2012, 14:09
Flavia Juliana

Hechas las presentaciones, Juliana da dos palmadas, y al instante los esclavos retiran los alimentos y las mesas y traen una nueva, grande y rectangular, que sitúan en el centro, con gran variedad de carnes. Todos los comensales atacan a los platos, lanzando al suelo los huesos, donde son recogidos y roídos por sus esclavos personales.

Todo sigue igual: Scylas permanece en silencio observando todo a su alrededor, Flavia Maior te lanza furtivas miradas de vez en cuando, y Lúculo intenta seguir entablando conversación contigo hablándote de nosequé poeta griego. Entonces Juliana, que ha cruzado alguna palabra con sus compañeras de diván, vuelve a dirigirse a ti.

"Y bien, Casio, ¿cómo te van las cosas? Dicen que estás preparando unos magníficos juegos para el nuevo... emperador."

Notas que pronuncia la palabra emperador con intención.

Esta es una situación nueva y extraña para ti; hablas con una persona que te conoce, con la que se supone que has compartido algo especial, pero tú no sabes nada de ella. Es como si estuvieras caminando a oscuras por un campo lleno de pozos, temiendo caer en uno con cada paso que das. Recuerdas el consejo de Espurino: desconfía, y enmascara en todo momento tus intenciones y pensamientos.

Cargando editor
29/06/2012, 16:23
Quinto Casio Dánico

Un poco más hecho al ambiente, tanteo diversas posibilidades degustando los manjares que se nos ofrecen. Lúculo parece la vía de escape más a mano con su entusiasmada conversación, y dado que mi otro acompañante permanece en silencio sepulcral, logra que alivie las tensiones. No puedo evitar de tanto en cuando recaer en la mirada de Flavia Minor. ¿Creerá que tengo algo que ver con el "asesinato" de su padre? No se me hace raro, sobre todo tras la pregunta que me dirige la anfitriona. Después de todo, no es un secreto mi trabajo.

Rememoro las palabras de Espurino y las tengo en cuenta. Salir de aquí bien parado sin quedar en evidencia podía convertirse en todo un reto.

-Creo que dejaré que la audiencia valore mi trabajo, y luego me atreveré a definir mi situación -expongo con una sonrisa jocosa-. Ahora estaba tratando de retomar hábitos de lectura, para recobrar algo de inspiración.

Cargando editor
29/06/2012, 23:48
Flavia Juliana

Juliana apoya su mano en su barbilla y sonríe, dedicándote una tranquila mirada de superioridad, como si para sus adentros estuviera confirmando lo que sospechaba que ibas a decir.

"Hablando de lectura", dice, tras dejar pasar unos instantes de incómodo silencio, y hace una señal a uno de los esclavos, que se retira al instante. "Ese libro que nos regalaste es magnífico, digno de un rey. No tuvimos ocasión de agradecértelo en su momento; lo menos que podía hacer era abrirte las puertas de mi casa."

Nos. Se supone que ese libro se lo regalaste a ella, o en todo caso a alguna de sus hijas. Está claro que Juliana está jugando al despiste, pero no necesariamente contigo; el regalo de un amante no es algo que deba airearse delante de todo el mundo.

Al poco, el esclavo vuelve con una capsa de plata con grabados, la cual se supone que contiene el famoso libro, y se lo entrega a Juliana, que espera con la mano extendida. Esta se queda mirando la capsa, pensativa.

"Se me ocurre algo. Lucetia, ¿por qué no nos recitas alguna de las elegías de este libro? Lo hace muy bien", te dice.

Cargando editor
29/06/2012, 23:50
Lucetia / Titiana

"¡Deja de llamarme así!", grita la muchacha. "¡Me llamo Titiana!"

Su reacción te pilla por sorpresa; ¿quién iba a decir que esa adolescente aparentemente tan dulce iba a sacar un carácter tan salvaje delante de todo el mundo?

Cargando editor
29/06/2012, 23:52
Flavia Juliana

Pero más inesperada es para ella la reacción de Juliana, que le cruza la cara de un guantazo. La muchacha, sorprendida, se lleva la mano a su mejilla enrojecida. Todos los comensales se quedan sin palabras y observan la escena, como paralizados.

"No seas insolente", le contesta Juliana con su acostumbrada tranquilidad, que contrasta con la violencia de su acción. "Obedece."

Cargando editor
29/06/2012, 23:53
Lucetia / Titiana

La matrona le ofrece la capsa a la muchacha, pero esta la mira desafiante y comienza a recitar unos oscuros versos de memoria:

"Un infame lugar en la noche profunda
yace oculto y resuenan en él negros torrentes;
Tisífone, con fieras serpientes por cabellos,
grita, y por doquier huye la sacrílega turba.
Rechinando sus fauces de sierpes, en la entrada
cuida el negro Cerbero de las puertas de bronce.
Allí, por abordar a Juno, los culpables
miembros de Ixión dan vueltas sujetos a una rueda,
y estirado por nueve yugadas alimenta
Ticio a miles de aves con sus negras entrañas.
También está allí Tántalo, en un lago, mas cuando
va a beber, deja el agua su sed desamparada,
y la prole de Dánao, que contradijo a Venus,
en tinajas sin fondo vierte agua del Leteo.
Que allí termine quien mi amor haya ultrajado
y me haya deseado prolongada miseria."

Los dos últimos versos, más que recitarlos, los escupe. Reconoces en ellos un pasaje de una elegía, pero no de Propercio, el autor del libro, sino de Tibulo. De hecho, es una de tus favoritas, la tercera, que habla del sufrimiento de los condenados al infierno por haber cometido crímenes contra el amor. De pronto, algo golpea tu memoria; entonces recuerdas la nota que escribiste: en ella decías que conociste a la misteriosa dama mientras leías, precisamente, la tercera elegía de Tibulo.

Cargando editor
29/06/2012, 23:57
Flavia Juliana

Juliana no parece muy contenta, pero disimula su gesto contrariado.

"Demasiado tenebrosos para mi gusto" , comenta, y luego le entrega la capsa a su esclavo para que te la dé.

Cargando editor
29/06/2012, 23:58
Flavia Maior

Notas que Flavia Maior mira a la muchacha con un gesto de desaprobación, más severo incluso que el de Juliana. Lucetia, al verla, baja la mirada; un simple gesto de Flavia Maior ha surtido mucho más efecto que el sonoro guantazo de Juliana.

Cargando editor
29/06/2012, 23:58
Iniciador

Tras contemplar esta curiosa escena, y ya con la capsa en tus manos, reflexionas sobre lo ocurrido.

Titiana... ese es el sobrenombre de la viuda de Pertinax, el antiguo emperador. ¿Tendrá algo que ver con él? Pero en todo caso, ¿por qué razón renegará la muchacha de ese nombre tan curioso, Lucetia? ¿Y por qué ha recitado precisamente esos versos, desafiando a Juliana? Viniste aquí en busca de respuestas, pero en lugar de ello cada vez se te abren más y más interrogantes.

Cargando editor
04/07/2012, 11:10
Quinto Casio Dánico

Desvío la mirada sutilmente. Nos. Internamente me reprocho haber venido mientras doy trago largo a un vino refrescante. Noto cómo se desliza por mi garganta, igual que el desasosiego se aferra a mi cuerpo. Pero yo también se jugar al despiste, me digo con firmeza, aunque las condiciones son altamente desfavorables... Al menos voy a recuperar mi libro, de modo que cuando sea oportuno y cortés puedo abandonar el lugar. Creo que ya he tenido suficiente dosis para saciar el vicio de la curiosidad, aunque conforme pasan los minutos y se suceden las conversaciones, nuevas sendas se abren.

"Será todo un placer escucharla" digo, apoyando la sugerencia de Flavia Juliana mirando a la joven. Un breve recital a modo de interludio me dará tiempo para recomponerme y ordenar los pensamientos.

Pero el descanso se ve interrumpido por la insolencia, acallada con un sonoro bofetón que nos deja a todos helados, a mí incluido. Titiana... De nuevo extrañas conexiones que dan pie a descabelladas elucubraciones por mi parte. ¿Y si tiene algo que ver con el antiguo emperador? Es protegida de Flavia Maior, en todo caso. ¿Querrán protegerla de algo dándole el nombre de Lucetia? Es un nombre demasiado llamativo como para que pase desapercibido. Miro de reojo a Scylas. ¿Y él, qué tendrá que ver en todo esto?

Finalmente la jovencita comienza a recitar con voz desafiante los oscuros versos de Tibulo. Permanezco impasible al reconocerlos; sólo una arruga aparece en mi frente ante el desconcierto. ¿A qué viene todo aquello? Pero mayor es mi sorpresa al recordar el fragmento de la nota encontrada en mi capsa, en la que decía que cuando conocí a Flavia Juliana (en teoría) leía aquel autor. Empieza a faltarme el aire, y también la cordura y el raciocinio para encajar todas esas piezas dispersas y dispares. Flavia Maior reprende a Lucetia, y yo me pregunto quién lleva realmente la vara de mando en aquel lugar.

Bebo de nuevo, temiendo que al hablar las palabras se queden atascadas. Le hago una señal al criado para que recoja la capsa con el libro.

"Eso no les quita mérito, en cualquier caso. Hay que saber apreciar todo tipo de escritura. ¿Qué opinas tú, Lúculo?" Animo a mi compañero a hablar, que con el vino que lleva en el cuerpo seguro que está encantado de ello.

 

Cargando editor
04/07/2012, 18:17
Lúculo Micón

"Pues...", balbucea tu compañero de diván, al que sacas de su asombro ante la escena que acaba de presenciar; acto seguido, decide seguirte la corriente para relajar un poco el ambiente. "Pues que llevas toda la razón. Aunque personalmente prefiero a Propercio, Tibulo es sin duda una de los padres de la poesía elegíaca romana, uno de los primeros que se atrevió a alejarse de los cánones griegos; empresa difícil para los romanos, cada vez más helenizados. Pues como dijo Horacio, los romanos conquistaron por las armas a los griegos, pero los griegos conquistaron a sus conquistadores por su cultura."

Cargando editor
04/07/2012, 18:20
Scylas

"No es ningún pecado querer beber agua del pozo de la sabiduría", interviene Scylas, con el peculiar acento con el que arrastra las palabras.

Cargando editor
04/07/2012, 18:21
Flavia Minor

"¡Qué aburrido!", exclama Flavia Minor. "Os habéis cargado la diversión."

Parece que esta mujer, a pesar de que le causó el mismo asombro que a los demás, estaba disfrutando del conflicto entre la matrona y la muchacha.

Cargando editor
04/07/2012, 18:23
Iniciador

Durante un rato, la conversación se desvía hacia temas políticos. Lúculo y Sejano te preguntan por varios temas acerca de la administración del imperio y el ambiente de la corte, sin comprometerte con ello. Los demás intervienen de vez en cuando, incluso Lucetia ríe con algunas bromas de Lúculo, lo que demuestra que ha olvidado lo ocurrido. Sin embargo, Scylas y Juliana permanecen callados y pensativos, aunque de diferente manera: mientras que Scylas está muy atento a todo lo que se dice, Juliana parece estar en otro mundo.

Cargando editor
04/07/2012, 18:23
Flavia Juliana

En un momento dado, Juliana, inesperadamente, vuelve a dirigirse a ti:

"Ah, Casio, ¿quién iba a pensar que llegarías tan lejos el día que te conocimos? ¿Lo recuerdas? Creo que fue en aquel magnífico banquete en casa de Silio, ¿verdad?"

Tal vez para cualquier otro pasaría desapercibido, pero tú notas que tanto sus intervenciones como sus palabras están muy estudiadas, y que aprovecha el tema de conversación para hacerte preguntas sin que suenen forzadas. ¿Qué pretenderá esta mujer? En todo caso, a Silio ya lo conocías hace catorce años, y en sus banquetes tuviste ocasión de conocer a mucha gente; no es raro que conocieras en uno de ellos a la mujer para la que compraste el libro, máxime siendo esta de noble cuna.