Partida Rol por web

Vientos de invierno

Kimara y Strigor

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10/07/2014, 18:05

Kimara y Strigor

Escalar el Muro fue más complicado de lo que imaginasteis en un principio. Por cada vara que ascendíais, una nueva grieta aparecía en la helada estructura que os separaba de vuestro destino, amenazando con resquebrajarse de un momento a otro y dejaros caer sin piedad. De hecho, perdisteis a dos de vuestros compañeros durante la escalada, los dos que acompañaban a Kimara cuando se encontraron con Strigor. Por algún motivo la cuerda de seguridad que llevaban anudada alrededor de la cintura cedió y ambos cayeron al vacío. Sin embargo, vosotros seguisteis adelante y alcanzásteis vuestro objetivo: la cima del Muro. Desde allí, contemplasteis por primera vez las tierras del sur, hogar de los arrodillados y, de ahora en adelante, también el vuestro.

Tal y como aquellos dos os habían dicho, cerca del lugar por donde escalásteis se encuentra una enorme construcción que los cuervos llaman Túmulo Largo. Según decían, antaño Túmulo Largo estuvo tan poblado como ahora mismo lo está Castillo Negro, el principal asentamiento de los cuervos, pero en la actualidad parece estar totalmente deshabitado, lo que lo convierte en el lugar ideal para cruzar. Lamentablemente, el túnel excavado en el hielo que los cuervos usaban para cruzar el Muro fue derruído hace tiempo, así que no os quedó más remedio que escalar.

El descenso por la cara sur del Muro fue mucho más sencillo que el ascenso. Parece ser que los cuervos usaban un rudimentario sistema de poleas y cuerdas para subir y bajar de la cima sin tener que escalar. El artilugio ya no funciona, pero os las apañasteis para usar las cuerdas y descender hasta más o menos la mitad del Muro, donde encontrasteis una larga y zigzagueante escalera excavada en el hielo que descendía hasta el suelo.

Así fue como llegasteis al corazón de Túmulo Largo, una pequeña fortaleza de piedra de aspecto abandonado, con un gran patio donde todavía quedan algunos muñecos de paja clavados en palos o caídos por el suelo, y con cuatro pequeños y oscuros torreones de los cuales uno se vino abajo hace un tiempo.

Acaba de amanecer, y estáis cansados. Decidisteis escalar el Muro de noche para que fuese más difícil que los cuervos os descubrieran en el improbable caso de que alguna patrulla pasase por la zona, pero eso implica que no habéis dormido en muchas horas, y estáis exhaustos tras el ascenso, a pesar de que habéis descansado un rato en la cima. Por otro lado, tal vez no sea una gran idea pasar mucho tiempo en una fortaleza de cuervos.

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10/07/2014, 20:42
z. Strigor

El viaje había sido duro, y el muro era algo maravilloso, algo espectacular, y más aún cuando mirabas hacia abajo tras haberlo escalado- Lo hemos conseguido -dijo sonriendo cuando estaba en la parte de arriba- ahora solo queda bajar y continuar -comentó el gigantón mientras estiraba los brazos y los movía para intentar quitar el dolor de la escalada y de haberse tenido que clavar para evitar caer cuando alguno de los difuntos perdió pie.

Tras descansar un rato, emprendieron el descenso por esas cuerdas que había allí. Por un momento temió que estuvieran congeladas y se rompieran al añadir su peso, pero optó por seguir usando las púas de los pies para apoyarse, así no pondría en peligro la integridad de la cuerda. Cuando llegaron a esa escalera a mitad de muro, no pudo evitar aliviarse ligeramente, estaba hartándose de escalar, y tenía el cuerpo molido.

Cuando llegaron abajo no pudo evitar sonreír- Mira, Kimara, somos propietarios de un castillo, ¿eso nos convierte en señores de esta tierra? -y soltó una gran risotada mientras observaba las cuatro torres. Paseó la mirada por la que parecía más segura y, una vez localizada, la señaló- ¿te parece que descansemos unas horas ahí? Podríamos hacer un fuego, comer algo, descansar y continuamos hacia el sur, fuera del alcance de los Cuervos.

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10/07/2014, 21:03
z. Kimara

En la cima del Muro Kimara sonrió y cogió aire. Aire helado que le llenó los pulmones casi hiriéndola.
Strigor no hizo ningún ademán de preguntar sobre la caída de el par de hombres que iban con ellos y eso la satisfizo enormemente.

Quien no pregunta no tiene que hacer frente a respuestas que pueden no gustarle.

Se sentó cerca del borde osbervando la vasta extensión de tierras que habían dejado atrás. Incluso los Colmillos Helados parecían tan lejanos...

-Desciende tú primero- dijo agazapándose junto a las cuerdas apoyando los dedos en el suelo antes de asomarse a la bajada que les esperaba.

Tomó la cuerda e imitó a Strigor desciendiendo sobre él, gruñendo de vez en cuando al notar la agitación del hurón bajo las pieles.

Cuando tocaron piedra Kimara observó la sonrisa del enorme hombre libre y enarcó las cejas ligeramente ante su broma.
-Hagamos el fuego dentro- dijo en voz baja- yo echaré un vistazo.

Apenas había terminado de hablar su consciencia viajó y la cabecita del hurón negro se asomó de entre la ropa. Moviendo el hocico se deslizó por el cuerpo de la mujer libre hasta tocar el suelo.
Resopló sacudiendo la cabecita y, con saltitos ondulantes, el hurón se adentró por los rincones de la fortaleza sin hayar muestras de la presencia de cuervos.

-Estamos solos- a no ser que haya patrullas cerca; comunicó a Strigor cuando entró en la torre deshaciéndose del arco y sentándose contra la pared. Estaba fría como solo la piedra del norte podía estarlo pero la mujer estaba tan agotada que lo mismo le daba- solo un rato- murmuró cerrando los ojos pero sin soltar el arco que descansaba en su regazo.

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10/07/2014, 22:38
z. Strigor

Strigor no apartó la mirada de la mujer mientras ésta se adentraba en la torre que parecía más seguro de las demás, hasta que se empezó a remover las pieles para salir su pequeño compañero.

-Vale, hagamos lo siguiente, quédate y descansa un poco mientras intenta buscar algo de comida con tu "amiguito", yo iré a buscar algo de leña para hacer un fuego y tener algo de calor, que no he cruzado el muro para tener más frío y menos fuego que en el norte, ¿eh?

Así pues, se aferró las pieles mejor y salió, hacha en mano, a buscar leña para hacer un fuego. Necesitarían más el fuego que comer- esperemos que haya leña cerca, no quiero irme al fin del mundo para poder evitar congelarme.

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10/07/2014, 23:21
z. Kimara

Kimara como tal ya no escuchaba lo que decía el hombre libre pero en su lugar el hurón parecía mirarle atento, como si le estuviera entendiendo se adelantó con el saltito ondulante pasando entre las piernas del hombretón con la boquita llena de dientes abierta  como si le estuviera previniendo de que tuviera cuidado con dónde pisaba, desapareciendo poco después entre los huecos de los escombros de aquella fortaleza.

 

Estaba oscuro, el hielo ocupaba gran parte del mismo y había paja podrida y congelada en algunos rincones que recordaban vagamente a una especie de establos en los que hacía tiempo que no había ningún caballo. Hork se escurrió usando su olfato buscando algún conejo o alguna rata... o incluso algún cuervo (pero cuervos o pájaros de verdad, no hombres de La Guardia) que cazar con el pequeño hurón y llevarlo con su cuerpo y con Strigor.
 

Notas de juego

*Dejo a mención del master lo que encuentro curioseando/cazando.

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12/07/2014, 16:27

Los primeros rayos de sol de la mañana ya iluminan el lugar cuando sales de la torre y te diriges hacia el sur, atravesando el arco de piedra que un día hizo las veces de entrada de la muralla del castillo, pero que ahora se encuentra medio destrozado.

El lugar en el que te encuentras está completamente cubierto de nieve, como es natural. Apenas hay unos cuantos árboles finos y de aspecto quebradizo por la zona, y unas cuantas ramas caídas a su alrededor, medio enterradas por el hielo. Pero esas estarán mojadas casi con total seguridad, tendrías que dedicarte a talar alguno de esos árboles tan enclenques o dirigirte más al sur, donde puedes avistar un pequeño bosque.

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12/07/2014, 16:32

Con tu conciencia invadiendo el cuerpo de tu pequeño hurón, recorres los huecos de la fortaleza abandonada por los cuervos. No te cuesta nada moverte de aquí para allá, el lugar está repleto de agujeros, grietas y huecos. Realmente, este lugar está en muy mal estado... aunque claro, está mucho mejor que cualquiera de las "construcciones" que pueda hacer el pueblo libre.

Al principio piensas que incluso los animales han abandonado este sitio, porque no encuentras ningún signo de vida en los alrededores, pero en cierto momento te percatas de la presencia de un par de pequeñas ratas enfrente de ti. Agazapada, esperas una oportunidad... pero las ratas salen corriendo por un pequeño hueco al notar tu presencia, y tú las sigues todo lo rápido que puedes, atravesando el mismo agujero y terminando en el exterior, en la nieve.

En se momento, un pájaro negro se posa en una piedra cercana y te observa con curiosidad, ladeando la cabeza mientras las ratas siguen corriendo.

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12/07/2014, 16:53
z. Strigor

Le atraían más esos árboles del bosque, pero no quería dejar a su compañera indefensa y, además, no sabía si podría llegar a lo lejos o si pasaría algo, así que intentaría hacer algo con esos árboles escualidos. 

Ignorando las ramas del suelo, Strigor se dirigió hacia uno de esos árboles y comenzó a talarlo con cuidado. No quería que cayera sobre el hielo y se mojara la madera, así que los golpes con el hacha eran comedidos, intentando cortar ese tronco a pocos. Cuando estuviera a punto de caer, cogería el tronco y con una mano y talaría con la otra, cargándose el árbol al hombre y luego, en la torre, lo trocearía y haría leña. Primero un árbol, y una vez tuvieran una hoguera iría a por otro para asegurarse un fuego y tener suficiente combustible.

Todo eso era el plan, pero ahora tocaba ver como reaccionaba ese árbol. Así pues, con decisión y un plan en mente, se dirigió a ese árbol para empezar a cortarlo.

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12/07/2014, 18:23
z. Kimara
Sólo para el director

Cuervo.

Abrió la boca cerrando las mandíbulas a modo de aviso y siguió su carrera en persecución de las ratas, tenaz, implacable.

La primera rata sobre la que saltó no tuvo ninguna oportunidad mientras los colmillos perforaban la carne del cuello desde la nuca del animal. La rata se sacudió y dos más llegaron a su auxilio, alertadas por el chillido de dolor de la presa y el olor a sangre que invadía los sentidos de los animales cuando ésta salpicó la tierra helada cubierta por la nieve.

Kimara sacudió la cabeza asegurándose que la primera presa estaba derrotada y abrió las fauces llenas de sangre. No le gustaba el sabor de la rata si lo comparaba con el sabor a conejo o liebre... pero era mejor que nada. Las ratas se tiraron sobre Hork y una punzada de dolor se extendió desde el lomo, donde una de las ratas había clavado los dientes, arqueando la espalda ondulante con la flexibilidad imposible del hurón, Kimara prácticamente envolvió con su cuerpo a la enorme rata y comenzaron una pelea que acabó con la rata con la mitad de la cabeza desgarrada al igual que el pescuezo. El sabor a óxido era tan intenso en la boca de Kimara que enloquecía al instinto del pequeño hurón. Instinto que ahora era suyo.

No hizo falta perseguir demasiado a la tercera rata que, si bien se revolvió con la misma violencia que la anterior también compartió su mismo destino, alimentándose el hurón de las entrañas de la pequeña bestia antes de regresar con el morro húmedo y brillante por la sangre que cubría el oscuro pelaje de Hork. Le dolían los mordiscos de las ratas pero tenía que llevar ese par de ratas hacia la torre donde se encontraba su cuerpo y donde iría Strigor. Empujando ambos cuerpos con el hocico las alinéo de forma que pudiera morder las colas de las ratas y arrastrarlas bajo la mirada de ese estúpido cuervo.

De solo tener que haberse alimentado ella habría intentado capturar al ave... pero las aves vuelan y la irritaba el tiempo que se perdía cazándolas pues su carne al final no era mucho mejor que las de las ratas.

Despacio, a trompicones,  y con paciencia, Hork entró con el par de ratas a la torre y Kimara liberó su espíritu recobrando la conciencia, recostada contra la pared, con el arco donde lo había dejado, sobre su regazo.

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16/07/2014, 23:27

El frábil árbol se quiebra con facilidad con solo unos pocos hachazos, así que no pasa demasiado rato antes de cargártelo al hombro y volver a la torre donde dejaste a Kimara. Todo está tranquilo y silencioso, pero cuando está cerca de tu destino un pájaro negro sale volando en tu dirección desde algún lugar del interior de la fortaleza. En el último momento asciende y se aleja hacia el oeste mientras grazna. Por alguna razón, te parece que el graznido sonaba como "Maíz, maíz."

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16/07/2014, 23:32

Cuando Strigor entra por la puerta de la torre, Kimara acaba de regresar a su propio cuerpo. Junto a ella, su hurón negro contempla las dos ratas que ha cazado momentos antes.

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17/07/2014, 00:18
z. Kimara

El pecho de la mujer libre se hinchó al aspirar por la boca la bocanada de aire que necesitaba el cuerpecito de Hork,cansado se perseguir, cazar y arrastrae ratas entre las ruinas.

Reclinó la cabeza hacia atrás sin abrir los ojos disfrutando de nuevo de la sensación de ocupar su cuerpo.

-Mm-dijo sin despegar los labios cuando las pesadas pisadas de Strigor irrumpieron por el lugar-se te oye andar casi desde el otro lado del Muro-musitó abriendo un ojo que se clavó en la enorme figura de su compañero de viaje.

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17/07/2014, 15:19
z. Strigor

Strigor se quedó un momento quieto al ver a ese cuervo pidiendo maíz- yo también quiero comida -dijo al pájaro que se iba tras lo que soltó una sonora carcajada, y con el árbol al hombro, el enorme hombre libre se puso de camino hacia la torre que habían decidido habitar en ese momento.

Al llegar y ver las dos ratas junto con el hurón de la mujer, no pudo evitar sonreír- bueno, al menos tenemos comida -dijo mientras entraba con el pequeño árbol que iba a convertir en leña. Una vez dentro, cerró la puerta lo mejor que pudo para evitar que el frío impidiera que pudiera encender la hoguera- Sí, bueno, la verdad es que no es que me preocupara mucho de no hacer ruido, ya que estamos solos, salvo por un pajarraco que pedía maíz.

Con movimientos mecánicos, el hombre libre comenzó a cortar el árbol y despedazarlo, dejando los trozos más tristes a un lado para usarlos como yesca y los que parecían más leña de verdad a otro lado- ¿Qué te parece si despellejas las ratas mientras yo preparo la hoguera? -y continuó cortando lo que sería casi la mitad del árbol. Prepararía la hoguera, y una vez encendida, terminaría de hacer leña del árbol caído, pero ahora mismo necesitaba calor y algo con lo que cocinar la comida.

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17/07/2014, 15:32
z. Kimara

-El sur del Muro te está afectando- dijo Kimara en un susurro cálido, lo que viniendo de ella tenía más posibilidades de ser algo malo que ser un buen indicio- creo haberte oído proponerme despellejar las ratas... como si planeara quedarme de brazos cruzados- De entre las capas de piel de gatosombra que conformaban sus botas Kimara extrajo una de las dos hojas que guardaba en ellas.

Aún observaba a Strigor cuando la misma hoja se hundió en las tripas de la rata y la deslizó dejando caer sus intestinos sobre el suelo, salpicando la piedra del mismo modo que se había salpicado la nieve al clavar Hork sus dientes en el cuerpo del animal.
Cortó los rabos de las ratas y sus cabezas, dejándolas sobre las tripas desparramadas en las que el hurón hundía el hocico tomando algun trozo de carne más... y de donde podría tomar más carne en lo que ambos descansaran.
Seguramente no sería mucho, una rata no es nutriente suficiente y la energía que les fuera a dar no compensaba una décima parte de lo que habían gastado durante la subida y la bajada del Muro.

Fuera como fuese, Kimara no necesitó amenazar a Strigor con la caza del hombre si osaba quejarse de la comida que Hork había arrastrado hacia ellos y despellejó a los animales que, sin rabo y sin cabeza casi podían pasar por conejillos.

Hacía frío, quizá una parte de ella pensaba, en su ingenuidad, que pasado el Muro se dejaría atrás el frío... como una cortina de agua caliente o similar. Sorbió por la nariz y se rascó la misma con el antebrazo, sin mancharse el rostro de la sangre de la rata. Ese era el momento perfecto para tararear, el momento que solía compartir a solas con Hork.
Un momento que rompía la presencia de Strigor aunque era evidente que ambos trabajaban mejor juntos y se coordinaban bastante más decentemente que aquellos bastardos que Kimara había dejado caer al Muro.

-Nunca me planteé qué haría al llegar al otro lado del Muro- dijo de pronto, rompiendo el silencio mientras la hoja rascaba los cuerpos de las ratas, separando piel de carne- quizá jamás pensé que conseguiría pasar.

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17/07/2014, 17:09
z. Strigor

Ante el comentario amenazante sobre decirla lo que tenía que hacer, Strigor soltó una risilla divertida, pues el genio y temperamento de esa mujer era algo que apreciaba y le gustaba, no tenía que preocuparse por ella, simplemente, coordinarse con ella, y de momento no iba del todo mal.

Estaba machacando a hachazos unas ramas para hacerlas los más pequeñas posibles cuando la mujer dio a conocer su incredulidad porque hubieran sido capaces de cruzar el muro- Yo tenía esperanzas de conseguirlo, pero no sé qué nos podemos encontrar, y hacer planes ante lo desconocido me parece una pérdida de tiempo.

Terminó un momento de machacar ramitas y las preparó en un montón en el centro de la sala- Si te parece bien, podemos hacer lo mismo que al norte del muro. Cazamos, vagamos y buscamos refugio, y cuando creamos estar lo suficientemente al sur de esos malditos cuervos, podemos buscar un lugar donde asentarnos o una guarida desde la que acechar a los arrodillados -cogió unas ramas de un tamaño pequeño y alguna de tamaño medio y las llevó junto al montoncito de astillas- creo que de momento con centrarnos en cazar y buscar un refugio mientras vamos hacia el sur, es una buena idea. Cuando no necesitemos pieles creo que será lo suficientemente al sur, ¿te parece? -y sacándo un trocito de pedernal* comenzó a frotarlo con la punta del cuchillo con la esperanza de generar una ascua que prendiera las astillas.

Notas de juego

*si no tengo pederna, pues palito con palito xD

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17/07/2014, 17:44
z. Kimara

Cuando las ratas estuvieron despellejadas miró los cuerpecillos de los animales y dirigió su atención hacia el Hombre Libre.
Strigor era muy grande. Bien podía ser cierto lo que afirmaba dada su estatura y su corpulenta musculatura, quizá por eso el par de estúpidos habían creído que era imbécil, que tanto músculo no permitía que la sangre fluyera bien al cerebro... pero lo cierto era que Strigor tenía la cabeza muy bien puesta sobre los hombros (unos hombros que bien podían cargar con una mujer en cada uno) y sus razonamientos eran pausados y comedidos. Nada de hablar sobre cosas fijas y planes inamovibles que se derrumbarían en cuanto algo saliera mal.

-Asentarnos-  se levantó hasta la madera que había ido arrancando prácticamente y tomó un par de ramas que por su grosor resultarían lo suficientemente prácticas para ensartar las ratas- No estaría taaan mal..- Se acuclilló sobre las ratas y atravesó por el ano como si de una nueva columna se tratase el cuerpo del animal, repitiendo el proceso con el otro.

-Así a primera vista suena bastante bien- reconoció rodeando lo que había de ser su hoguera para ponerse frente a él, dejó a un lado las ratas ensartadas y, con la piel de las ratas limpió el cuchillo que volvió a su lugar entre los cordones que sostenían las pieles a modo de bota.-Hork- se dirigió al hurón para señalar la "entrada del refugio" y el hurón, sin necesidad de más, se acercó hasta allí en su deber de silencioso vigía.

 

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20/07/2014, 22:12
z. Strigor

-Asentarnos, y me ves como si fuera un granjero ahí con esos animales raros que tengan por aquí, ¿no? -dijo divertido mientras conseguía sacar una chisca y, con el mayor mimo del mundo, la colocaba bajo la yesca y comenzaba a soplar. Ver a un hombre tan grande tener tanta delicadeza con algo era chocante o divertido, según pa persona. Cuando consiguió que la yesca prendiera bien comenzó a poner leños pequeños haciendo una pequeña pirámide encima del fuego, para que prendieran poco a poco.

-A ti te veo cuidando a los niños en una casa -esbozó una sonrisa amplia al imaginarse a esa mujer ruda cuidando de una casa como una mujer normal y no pudo evitar soltar una gran carcajada- eso si que sería digno de verse.

Miró un momento hacia atrás, hacia el hurón, y no pudo evitar quitarse una de las capas de pieles y ponerla donde estaba el animal, apartándolo un momento- ya que va a hacer guardia que no se hiele del todo el pobre, que nos ha conseguido la cena.

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20/07/2014, 22:23
z. Kimara

-El día que yo tenga hijos- dijo mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa peligrosa- y me quede en una casa, el sol se volverá negro y el hielo cubrirá más allá del Mar Angosto, oye lo que digo... pero puedo vivir  asentada- especificó- cazando y haciendo algo de provecho en vez de engordar el culo como una arrodillada que no vale para nada más que para preñarse y amamantar a sus crías.

De la madera saltaron pequeñas chispas rojas que crepitaron en el aire mientras las ratas se ponían al fuego sin que Kimara diese la menor importancia a sus palabras. Para ella las mujeres arrodilladas eran meras mascotas a las que se usaba para mantener la cama caliente y hacer que perdurase la sangre... y cocinar. Y para colmo, hasta donde había oído las historias, ni siquiera todas sabían procurarse la comida.

-¿Ehm?- miró al animal, que desde su perspectiva no era más que un bulto que se removía.-Bien- aprobó con un cabeceo mientras el olor de la carne de rata dorándose hacía que las tripas se quejasen dolorosamente de la falta de comida.

-... antes vi un cuervo. Mientras Hork perseguía las ratas.-dijo en voz baja, mirando las llamas que les iluminaba tenuemente el lugar y los rostros.

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14/08/2014, 21:11
HACEDORA

Cuentan los ancianos que hace muchas generaciones, hace tanto que los Gigantes se contaban por miles, la noche oscureció el día y el frío heló las tierras y parte del mar más allá del Muro. Llegaron los Caminantes Blancos junto con el penetrante frío, o el frío llegó con ellos. Allá donde iban la muerte no descansaba y regresaba depravada, corrupta, impía...

Ahora, los ancianos, hablan por experiencia. Sus viejos huesos no han conocido un frío tan intenso, obligando a las grandes y pequeñas tribus a emigrar por igual. Llegan rumores que ponen los pelos como escarpias hasta al más valiente, rumores que hablan del regreso de la "muerte blanca"; de los Caminantes que una vez se marcharon y ahora, con el intenso frío, regresan. ¿O son ellos los que traen el intenso frío?

Las llamas de la hoguera hablan sin hacerlo. Os prometen una vida mejor al otro lado del Muro, donde los arrodillados tienen caza abundante y no se preocupan por morir congelados. O eso creíais, porque aún sigue haciendo mucho frío y la comida escasea. La madera podrida y húmeda no calentará por mucho, y vivir de ratas... Sabéis que más al Sur, hacia el Oeste, se encuentra una cadena montañosa; y algo más al Sur un bosque más extenso que el Bosque Encantado. O eso decían aquellos dos que el Muro se llevó consigo, junto al lamento de tantos otros que buscaban una vida mejor.

Cuentos y promesas.

La única certeza es que la rata está bien hecha. El interior tiene el punto justo y el olor hace que ruja vuestro estómago; sólo esperáis que sepan a las ratas del Bosque Encantado, que son algo parecidas a las liebres salvajes. Coméis y, aunque el sabor es distinto, os vale por esta noche. Mañana... ¿Qué haréis mañana? Se dice que algunos salvajes a este lado se agrupan en esas montañas, evitando su captura por la dificultad del terreno y la lejanía de los arrodillados. No los teméis, pero estáis solos.

"Cuando la noche es fría la muerte blanca acecha", entonan las llamas.

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16/08/2014, 19:37
z. Kimara

Con la espalda apoyada contra la piedra de la torre a medio derruir, Kimara mordía la rata con renovadas fuerzas, la piel desollada, churruscada por las llamas, crujía bajo los dientes de la mujer libre pero la carne que había debajo estaba relativamente tierna, bien hecha. La noche se cernía sobre ellos y, pese a todo, se encontraba casi segura, al menos más segura de lo que se encontró desde el momento en que regresó al emplazamiento de su clan para descubrirlo arrasado.

-Creía que el sur del Muro sería distinto...- y lo cierto era que por el momento era prácticamente igual que las tierras cercanas al otro lado del Muro, de donde ambos venían.

Escupió los huesecillos de la rata a un lado y a los huesecillos les siguió el palo donde había ensartado (con mejor o peor habilidad) al animalillo. Una buena comida, insuficiente, pero menos era nada.