Partida Rol por web

Cuando abres los ojos sientes la suave caricia de la hierba húmeda en el rostro, y el cuerpo entumecido por el frio. Estas tumbado en mitad del claro, el mismo claro donde habías hablado con la chica, pero ahora ella no estaba solo se mantenía el rayo de sol. Tienes la sensación de que llevas varios horas hay tumbado pero la posición del sol indicaba lo contrario, no había pasado más de cinco minutos desde que había dejado Demyan oculto debajo del árbol.

Entonces al tratar de incorporarte ves que en tu muñeca hay algo atado, es una cinta roja con manchas parduzcas, es la cinta de Alexsey.

Recobro la consciencia poco a poco y me voy levantando lentamente mientras toco suavemente la cinta roja. No puedo evitar sentir un escalofrío de solo pensar que me pueda pasar lo mismo que a Alexsey y todo podría suceder pero si la niña tiene razón debo volver y solucionar esto, bueno, solucionar tampoco pero permanecer allí las dos noches que restan al menos para que la bruja descanse en paz y deje de molestar a la pobre gente de este pueblo.

¿Pobre gente? Pobre mi inocencia...

Una vez me levante mi intención será volver al pueblo por donde vine, buscaré a Demyan con mi mirada pero no le obligaré a venir solo si realmente quiere. Ha llegado el momento de ser un hombre y dejar de ser un niño.

Dios ayúdame...

Desandas el camino a través del espeso bosque, cuando estas cerca del árbol donde se escondió Demyan, escuchas la voz fuerte y gutural de Tsibulia. Has dado un gran rodeo, señor filósofo. Estaba claro que Tsibulia había encontrado a  Demyan. Hubiera resultado mejor para ti venir por el camino por donde he venido yo para alcanzarte. Es mucho más corto y más cómodo, y no te habrías roto el vestido. Mira. Qué lástima de pantalones... Y seguro que son de buen paño. ¿Cuánto pagaste por ellos?

Y sin esperar respuesta, prosiguió. Bueno, ya has dado un buen paseo. Ahora busquemos a tu amigo y volvamos a casa. A tiro de piedra ves como Demyan seguía a Tsibulia, podrías alcanzarlos sin mucha dificultad. 

Presencio Demyan ha sido encontrado por Tsibulia, en cierta manera al verlo me alegro de haber vuelto porque así no estará solo. Por otro lado tengo miedo, mucho miedo. Estar aquí significa tener que pasar otra noche con la bruja y no solo una, sino dos. Se me eriza la piel tan solo de pensarlo.

Sin mirar atrás grito.

-¡Eh! ¿Me buscáis a mí?- intento sonreír, me sale algo forzado pero quiero que el cosaco note que no tengo miedo y Demyan se tranquilice al menos un poco. -Estaba dando un paseo y...- obviamente saben que intentaba escapar pero no lo voy a reconocer, al menos de momento.

Tsibulia se giró rápidamente como si un resorte hubiera saltado dentro de él. ¿Así que solo un paseo? Comento con sorna, pero rápidamente su cara se tornó en una mueca de seriedad. No seré yo quien cuestione tu hombría. Ahora vayamos a la iglesia, es invierno y el sol se pone pronto. 

El filósofo se  rascaba la cabeza, pensativo, y muy contrariado. Le dijo a su compañero de aventuras en voz baja para que  Tsibulia no lo ollera. Ahora la maldita bruja querrá vengarse de nosotros. Pero vio la cinta que colgaba de la muñeca de Anatoli, y en el acto se envalentonó. Pero, ¿acaso no somos cosacos? Si hemos pasado una noche allí también me será posible pasar otras dos. Dios nos ayudará. Pero seguro que esta maldita bruja ha maquinado mucho para tener a fuerzas diabólicas con ella. Aturdido por estos pensamientos, caminaba siguiendo a Tsibulia hasta llegar al poblado. 

Tsibulia acompaño a los seminaristas hasta la iglesia. Todo en la iglesia era igual que la noche anterior: las tristes imágenes de los santos, los oscuros rincones sumidos en un silencio profundo y sepulcral... Pero en el centro de la iglesia había dos ataúdes: uno labrado y lleno de flores blancas y otro más escueto, una simple caja de madera. Junto al ataúd pequeño y sin flores había una figura arrodillada, era la niña.

 No seré yo quien cuestione tu hombría.

Estas palabras resonaron en mi cabeza, me hacen recordar a mi "padre" diciéndomelas y mi "madre" contestando  "Es tan solo un niño...". "¡Claro que sí! Soy tan solo un niño, no debería estar corriendo estos riesgos, ni velando a una bruja... Pero en fin ¡Aquí estoy!"

El trayecto se me hace corto, gracias a la cinta roja y a las palabras de seguridad de Demyan voy más tranquilo y seguro. Serán dos noches más y todo acabará.

En la iglesia nos espera la pequeña que ora a un ataúd más pequeño que el de la bruja. Se me viene una cara a la mente.

-¡Alexsey!- exclamo mientras que corro al ataúd más pequeño para asomarme.

-¿Por qué está aquí? ¿Por qué nos hacéis esto?- pregunto lo suficientemente alto para que me escuche también el cosaco.

Mientras me aseguro, no sé lo que voy a ver dentro del ataúd aunque me lo suponga.

¡Es la única iglesia del pueblo! ¿Quieres que no encuentre el camino del cielo? ¿QUIERES QUE ARADA EN LAS LLAMAS DEL INFIERNO? Grita la niña ofendida. Tal odio y bilis en sus palabras solo podía surgir de un sentimiento igualmente grande y profundo. ¿Habría encontrado la niña el amor en Alexsey? Aunque algo estaba claro, la niña del bosque no actuaba de igual manera que esta. 

Tsibulia se quedó pálido por momentos. Nunca habías visto dudar al cosaco, siempre parecía lleno de decisión y confianza. Pero en ese momento estaba dudando que hacer. Tranquila Nadia. Ellos están tan compungidos como tú. Deja que sean ellos los que velen el cuerpo.

Mientras tanto te acercas al pequeño ataúd y compruebas que en él está el cuerpo pálido de tu compañero y amigo. Parece dormido y su cara muestra tranquilidad. 

La niña suena realmente afectada, casi más que nosotros que al fin y al cabo conocíamos al chico de hace poco más que unas semanas. "¿Será esta niña la misma del bosque? ¿Quizá la del bosque era una trampa de la bruja para hacerme volver?" pienso tembloroso mirando anonadado a la niña.

-Lo siento... Tienes razón.- digo tímidamente mientras dirijo mi mirada a mi compañero difunto.

El cosaco duda en sus palabras y suena por primera vez realmente humano.

-Tsibulia... ¿Qué está pasando? ¿Quienes sois? ¿Sois reales?- las preguntas pueden sonar locas pero recordar la historia de Alexsey explicándonos como vio la cabeza del cosaco en la casa de la bruja me hace pensar que quizá esté muerto. Me hace pensar que quizá todos lo estén.

Intento dar realmente pena en mis palabras, que al menos nos de una pista de todo lo que está sucediendo.

La niña asintió con la cabeza y salió de la iglesia con paso autoritario. ¡Reza a Dios, pero mantén tu juicio sano! Fueron sus únicas palabras. Palabras que eran las mismas que había pronunciado en el bosque. 

¿Reales? Por supuesto que somos reales. ¡Ojalá resbale en el hielo ese maldito anticristo! ¿Qué diablo te ha chamuscado las barbas y el cerebro?  Responde Tsibulia volviendo a su tono de voz autoritario y carente de sentimiento.

Siguiendo los pasos de la niña el fornido cosaco también abandono la iglesia. Nos vemos al amanecer. Dijo cerrando las pesadas puertas de madera que gimieron tristemente en sus gonces.

Demyan abrió el libro de rezos y se puso a leer. Estaba decidido a continuar rezando, sin prestar atención a cuanto pudiera suceder en torno suyo. Durante una hora entera fue lo único que hizo y en la iglesia no pasó nada.

Pero cuando Demyan paro para recobrar el aliento, ya con la garganta seca. Fue ese lapsus de escasos segundos cuando sin darse cuenta miró hacia el ataúd. En ese instante su cuerpo fue bañado por un frío sudor, y su corazón casi dejó de latir. El cadáver estaba ya sentado dentro del féretro y estaba mirando con sus ojos llenos de odio. Demyan empezó a pasaba las páginas frenéticamente para empezar a rezar de nuevo, mientras se oía el ruido que hacían los dientes del infernal monstruo al temblar de rabia.

"Reza a Dios, pero mantén tu juicio sano. Reza a Dios, pero mantén tu juicio sano." se repite en mi cabeza y es que ya era la segunda vez que lo escuchaba en boca de estos lugareños. Es un proverbio que he escuchado bastante en mi corta vida y es que al ser seminaristas los aldeanos nos lo repiten mucho. Yo siempre he entendido que debemos rezar a Dios pero no dejarlo todo en sus manos, si queremos hacer algo debemos hacerlo nosotros mismos... "¿Qué querrán decirnos?"

Mientras pienso en ello es Demyan el que se encarga de los rezos pero como era de esperar termina cansándose y es cuando la bruja despierta de su letargo.

-¡Demyan! ¡Sigue leyendo! Pero aléjate de ella- grito a mi compañero. ¿Qué debo hacer? ¿Debo acabar con ella de algún modo?

-¡Qué quieres! ¿Qué buscas de nosotros?- le grito también a ella nervioso por no saber que hacer... ¿Debería acabar con ella clavandole algo? 

El cadáver, enfurecido, rugía sin cesar y gruñía palabras ininteligibles como respuesta a la preguntas del niño. El ruido que producían era como el del alquitrán en ebullición. A pesar de no poder comprender el significado exacto de las palabras, se intuía que contenían amenazas terribles.

La bruja comenzó a caminar con rígida solemnidad con los brazos abiertos, como si fuera a agarrar a alguna persona invisible. Comenzó a dirigirse hacia el atril donde descansaban las escrituras y Demyan aun pasaba las páginas azaroso.

 Pero, de repente, el caminar de la bruja se vio detenido por una barrera invisible. Puso las manos extendidas sobre sobre un cristal inexistente y comenzó a buscar un modo de entrar. ¿Qué era lo que retenía a la bruja? Anatoli no tuvo que buscar mucho para encontrar la respuesta, en el suelo aún se podía ver las marcas de tiza. El círculo mágico de la pasada noche, eso era lo que retenía a la bruja. Pero al revisar el círculo Anatoli comprobó con horror que este estaba borrado en varios puntos y que la bruja no tardaría en encontrar dichas aberturas y entrar. Tenía que pintar esos puntos rápido.

La bruja parece no pararse ante los rezos de mi compañero, ya no sé si se levantó por el cese de estos o porque simplemente había llegado el momento. El caso es que me percato de que no puede atravesar el círculo de tiza y quizá esa sea nuestra única salvación.

Corro lo más veloz que puedo hacia donde la noche anterior dibuje aquel círculo con el propósito de repasarlo y así detener a la bruja.

Con rápidos movimientos el pequeño Anatoli completo el círculo de tiza. La bruja empezó a dar vueltas en torno al círculo, buscando una entrada, pero no la encontraba. A cada vuelta que daba su ira iba en aumento y lo alaridos que emitía eran más espantosos.

Tras dos horas de gritos infernales, la bruja se detuvo en el centro de la sala y comenzó a recitar una serie de palabras que parecían una oración. En seguida, como resultado de aquellas palabras, la iglesia fue invadida por un gran torbellino, parecido al que causaría una bandada de aves volando todas juntas. La causa del torbellino eran diabólicos monstruitos como murciélagos con cuerpo de niño regordete que chocaban contra los cristales de las ventanas, mientras otros arañaban las paredes queriendo entrar en la iglesia.

Los rezos se dejaron de escuchar dentro de la iglesia, Demyan permanecía de pie delante del atril con la vista perdida en uno de los cristales donde los diabólicos monstruitos no paraban de golpear y arañar tratando de entrar. Por cada segundo que pasaba sin recitar los textos sagrados, los pequeños monstruitos conseguían arrancar una astilla, mellar un cristal o levantar un tablón suelto. Cada minuto que pasaba sin oírse la letania sagrada los pequeños enviados de la bruja estaban más cerca de entrar en el recinto sagrado.