Partida Rol por web

-¿Cómo que os han robado?- pregunta a Ella. -Todos tenemos entrada, déjelos pasar, han sido invitados, si no, no estaríamos aquí.- se acerca a la verja dispuesta a arrancárla de cuajo, pero escucha al hombre que está tras la verja decir que nadie había pasado por ahí con la descripción que los demás habían dado.

-¿Cómo era?- luego señala al suelo. -Y esta de aquí?- refiriéndose a la mujer encapuchada que había visto nada más llegar.

Tras esto, y por si acaso, busca su invitación.

Diana puede respirar tranquila, pues la invitación está donde la había dejado.

Gruñó con molestia y cerró de golpe el visor de su casco.

—Genial —escupió, casi, más que decirlo. Dio un par de zancadas hacia las escaleras e hizo un gesto a Ella.

—Vamos. Deberíamos poder pillarla por la zona. No tiene ningún sentido que se haga con la entrada para luego no venir.

La Vástago asintió a lo que dijo el Señor Meme.

-De acuerdo...

Dijo, sus ojos brillaron y apretó los puños en tensión. La susodicha iba a pagar su falta, no podía robar algo tan valioso y sair indemne.

Tal vez esto también sea parte de la prueba, pensó Ella, no sería totalmente extraño que los testearan antes de siquiera comenzar oficialmente con aquello. La otra mujer estaba asombrada del hecho, espero que no te la hayan quitado a ti también...

-Nos vemos, Fray... 

Saludó la joven con cabellos como alas de cuervo y se dispuso a seguir al hombre en busca de la ladrona.

Suerte con la búsqueda, acabé comentando, para después ver si el maestro de ceremonias aceptaba la entrada de Diana, pues si me llevaba a mi solo ella tendría que esperar en la puerta. 

Cuando quiera señor. Dije poniéndome un paso detrás del hombre que cogía las entradas. 

La mujer del suelo es, es complicado de explicar, digamos que ha habido una diferencia de opiniones acerca de la propiedad de las invitaciones, pero ya ha entrado en razón. 

Al principio quizá Johan intentó ser más agresivo al respecto, pero ahora las cosas se estaban complicando y lo suyo era llegar lo antes posible a La Sacra. Seguía sin ver al responsable de la voz que había escuchado pero no podía pararse a mirar nada sin que aquel bestia le arrancase la cabeza del sitio. Sentía como sus músculos ardían al bombear más sangre hacia ellos para exprimir su fuerza y no dejar que Rach le hiciese más daño del que ya le estaba haciendo.

Me acerco a la mujer y comienzo a registrar su cuerpo sin muchos miramientos. Tampoco tenía grandes esperanzas de que mi invitación siguiera presente entre sus pertenencias. 

- Parece que no todo el mundo respeta la norma de no agredir a los invitados. Aunque claro, no es como si tu fueras uno de ellos. - De todos los reunidos alrededor de la vampiresa, sólo reconocía a Ella. Así que la saludo con un gesto, y después abriendo con una de mis uñas mi muñeca, doy de beber el primer trago a la incauta inconsciente. Nadie podía culparme de querer despertar a un miembro de la comunidad en estas circunstancias.- No os dejéis engañar por su apariencia inocente, quiere entrar en la competición al precio que sea. 

Johan demostrando una resistencia notable logra ascender la escalera y ver la verja que le daría paso al evento, pero no está solo...

De pronto todos se ven interrumpidos por la súbita aparición de un hombre que parece que le vaya la vida en ello, tras él pronto aparece otro personaje de constitución más que fornida persiguiéndole y hostigándole, si no llega pronto a la verja Johan acabará muerto, si le dejan pasar, pues la mole que le persigue parece estar enajenada.

No alcanzas a sentir nada.

El hombre pone una mano sobre tu hombre.

- Un momento, veamos cómo se desarrollan los acontecimientos, por favor.

Un hombre que parecía haber acudido bien vestido ahora tiene algún que otro agujero en su ropa, tratando de esquivar los golpes de aquel bestia de la mejor manera posible. Sus heridas parecen ser bastante graves, pero Johan sigue avanzando entre golpes hasta la verja para tratar de cruzarla.

—¡No te vas a llevar mi entrada, orangután!— rugió Johan sacando fuerzas de donde pudo. Volvió a forzar su sangre para lanzar sus garras de nuevo contra Rach, viendo de reojo como parecía haber más gente allí presente, incluídos dos de los vástagos que había visto la noche anterior—. ¡Un poco de ayuda, por favor!

Por supuesto señor. Veamos que ocurre. 

En silencio, liberé a la serpiente que traía consigo el veneno paralizador. Ataca al de detrás. 

Con el susurro que solo pudo oír el maestro de ceremonias, la pequeña serpiente fue rápido hacia el objetivo. 

Ya empezaban a haber mil lios, como no, entradas desaparecidas, gente en el suelo, persecuciones... No supo muy bien por qué, pero aquella mole tenía pinta de querer matar al que sprintaba hacia la verja. Diana guardó su entrada y se apartó hacia un lado,  ¿otro que robaba entradas? Quizás ese "orangután" tenía las demás entradas.