Partida Rol por web

- Había dos hijos de puta por mi lado que me tenían como colador - masculló. - Vine a ver cómo están las cosas por acá, o si puedo enboscar a los dos idiotas esos.

Le doy un vistazo alrededor, percatándome de la ausencia de la única mujer del grupo.

- ¿Dónde demonios está Carla? No me digas que la dejaron para trapo... Estos hijos de puta - agregó - saben que somos vampiros. Será mejor que nos juntemos y salgamos de esta juntos. Después de todo no somos más que uns putos neonatos, ¡maldita sea!

Frunce la boca, pero asiente a la idea. Aunque cuando mencionas a Carla encoje un poco los hombros.

-Ella se puso loca... no se que le paso. Empezo a delirar, a prenderle fuego a todo y a dispararle a cualquiera, a mi, a la otra tipa... Creo que es esa Bestia que nos dijeron. Ni en pedo subo a buscarla. Que se maneje. 

Sus palabras le traen algo a la cabeza.

-Esto... lo malo es que creo que ella tiene las llaves de la camioneta. 

- ¡A la mierda! - no puedo evitar decir.

Como siempre en la vida (y en la no-vida también, al parecer), no se cae en cuenta de la idiotez que uno comete hasta muy tarde. Bueno, en mi defensa yo sí que me había dado cuenta; y hasta se lo hice ver a Carla, pero ¡esa maldita mujer! Ahora estamos aquí metidos con la mierda hasta el cuello, sin poder hacer prácticamente nada para salir de aquí.

- Tenemos que encontrarla, por mucho que nos duela. Si no, ni salimos de aquí.

Me acercó entonces al cuerpo de la mujer muerta. He perdido tanta sangre que mi alimento anterior casi se está secando dentro de mí. Necesito más vitae si quiero proseguir por esta maldita aventura.

- Pero antes - agregó - discúlpenme. Casi no me queda sangre gracias a esos malnacidos de allá arriba.

Y luego procedo a agacharme hasta quedar junto a la guardia, y tomar de ella lo que aún le queda de sangre.

Por desgracia la mujer esta bastante dañada, y mucha de su hermosa vitae esta desparramada en el suelo... pero algo queda en sus venas para reanimarte. La vitae del cadaver te hace estremecer de gustito. Esta tibia todavia... Y esta vez no necesitas controlarte, al ser ya un fiambre. 

Cuando tu boca esta roja completamente, manchada la camisa y mejor tu animo, es hora de seguir. Pero José esta arrimado a la puerta, mirando fuera con nerviosismo. Adriel ha desaparecido en los breves segundos que tu atencion se centrara en alimentarte.

-Mira macho, yo me voy...+escuchas lo que dice+ Prefiero arriesgarme andando a pata y esquivar la yuta que volver con esa loca. ¿Vos que haces? El otro pendejo se fue enseguida atras de ella...

Miró a José sin poder definirme en lo que debo hacer. ¿Está bien o mal que me vaya? ¿Está bien que ponga en riesgo mi no-vida? ¿Está mal darle la espalda al "clan" y abandonar a Adriel y a Carla a su suerte? Aunque Carla ni me va ni me viene - y realmente considero que está más loca que una cabra -, siento simpatía por ese muchacho, que aunque inútil me recuerda a los años ilusos de los niños, esos años que yo perdí hace mucho tiempo.

Le doy la espalda a José. No sé realmente si lo que estoy haciendo está bien, pero después de todo acepte estar en este lugar. No me voy a ir dejando a mis compañeros tirados, aunque eso signifique quedar peor que el colador en que me había convertido antes. Carla podría matarme, pero ¡¿qué importaba?! Después de todo no tengo nada que perder - ¡ni siquiera estoy vivo!. Estoy bien alimentado, me estoy manejando bien con el machete y la sangre me vuelve loco. A jugar se ha dicho.

- Yo sigo - digo. - Prefiero morir aquí, que retirarme como un cobarde para que luego Davo me apalee, ¡no gracias!

Me giró hacia José sólo para verlo un momento.

- Qué tengas suerte - le digo.

-Igualmente.- Dice, abriendo la puerta, y saliendo rapidamente hacia la noche...

Ya sin el, podes retomar tu atencion hacia arriba. Los tiros no son seguidos, sino que suenan erraticamente. Podes ver claramente la escalera de marmol, con barandillas de hierro forjado, por donde se sube. Da un giro sobre si misma a media altura y se pierde en el segundo piso. 

Sos muy consciente ahora de tu soledad. Al pensarlo, es la primer vez que estas realmente solo. Incluso durante la caceria, habia gente cerca, luego la presa, y el vibrar de la ciudad, menguado por la noche, alrededor tuyo, asi como la emocion de la tarea en si. Ahora, por primera vez en semanas, esa sensacion de vacio te vuelve a embargar. No sabes que te espera arriba. No hay nadie a tu lado. Otra vez, como al principio. Solo.

Contengo un suspiro. La soledad me vuelve a embargar, y yo aquí, todavía con la decisión de si lo que estoy haciendo es correcto. Después de todo, ¿qué ha sido mi vida hasta ahora? (modo depresivo - on) De la muerte me recibe la cárcel, de la cárcel la miseria, de la miseria mi propia destrucción, de mi propia destrucción el monstruo que soy ahora. Realmente no tengo identidad, no tengo nada que defender ni nada por lo que defenderme. Claramente que el camino que tomó es de lo más riesgado, pero la sangre me llama, ¡y cuando la sangre me llama yo voy a ella!

Arriba el fuego es dueño y señor de varias salas, o por lo menos trabaja en eso. No te resulta dificil localizar al centro de la destruccion... Los ruidos, las risas y los tiros son bastante claros.

Carla tiene la mirada febril, mientras con el mismo soplete prende obras, alfombras, cortinas, en una sala hasta ahora no tocada. Lleva la pistola en la otra mano. Su sonrisa demente, con los colmillos a pleno, el subir y bajar de su pecho bajo la blusa como si estuviera agitada... no, no cabe duda que no esta en sus cabales, si es que alguna vez los tuvo.

Tenes la confirmacion muy pronto. Apenas te haces visible, vuelve su atencion hacia ti y te "saluda" con un balazo que atina justo en tu costado, mientras rie histericamente, 

-JAJAJAJAJAJA!!!!JAJAJJA!!!

¡Maldita! ¡Yo que vengo a salvarla!... Pero bueno, esto no es peor que lo del colador que era antes... ¿o sí lo era?

¡Por un demonio! ¡Eso no importaba ahora! Lo único en lo que debería concentrarme ahora es detener a Carla, o pensar en la mejor manera de terminar muerto (lo que venga primero). Pero ¿cómo detengo a esta miserable? Quizá lo mejor que podía hacer para tratar de detenerla al menos era quitarle la basuca, o intentarlo al menos. Lo único de lo que sí estoy segura que clavándole el machete en la cabeza no era la solución (aunque me hubiera gustado hacer eso).

Agarrarla resulta complicado, Carla esta realmente ida. Para colmo, no parece sentir dolor, y probablemente sea mejor asi. Vaya a saber uno como reaccionaria si la hieren en este estado.

Por otro lado, te sacude como un pelele. Cada fibra de su menudo cuerpecito esta enervada, de modo que tan pronto la atrapas trata de zafarse revolviendose violentamente. En ningun momento su risa se detiene, alta y clara sobre el ruido de las llamas... pero no sobre otro sonido. Las sirenas de la policia tambien estan llegando.

- ¡Maldición, Carla! - gritó. - ¡Ya basta!

Intentó detenerla, pero no es suficiente. ¡Qué voy a hacer! ¡Esa mujer está enloquecida! (literalmente). ¡Y además, dónde está el estúpido de Adriel! ¡Todo yo! ¡Todo yo! ¡Maldita sea!

- ¡Está vez de voy a detener, no' joda!

Me lanzó otra vez hacia Carla. Tengo que detenerla rápido. Ahora el asunto no se centra sólo en ella, sino en esas malditas alarmas de policía. ¡Por un demonio! ¡¿Por qué todo tiene que salir mal?!

Es imposible, pero continua retorciendose, aunque ahora el destello de maldad en su mirada se incrementa. Sin importarle grandemente al parecer, lleva el soplete hacia tu brazo, aun con el riesgo que tiene de quemarse tambien ella. 

La sola vision de la ardiente llama azulada basta para estremecer tu esencia... No sera capaz... no... ¿no, verdad?

Esta pregunta queda pendiente en el aire del museo, mientras las sirenas se hacen mas fuertes en el frente del lugar. De Adriel ni señas. ¿Donde se metio el pendejo? A no ser que halla seguido a otro de los cuartos, ignorando a Carla...

No sé en qué estaba pensando cuando me metí en esta. Quizá entre tantos pensamientos deprimentes ni me había dado cuenta del peligro en que me había metido. ¡Estoy tratando de sostener a la maldita de Carla! ¡A Carla! ¡A la que me metió aquí! ¡La hija de puta esa! ¡¿Por un demonio, qué estoy haciendo?!

Aún así estoy tratando de detenerla. Con la policía pisándonos los talones, con esta loca que no se detiene y con el tiempo que pasa y yo, ¡sin poder sostenerla, maldita sea! Bueno, realmente eso es lo que menos me preocupa. Carla está tan demente que por poco me da con el soplete. Tratando de esquivar aquel fuego infernal he tenido de soltarla una vez más. ¡¿Por qué maldita sea las cosas no se me hacen más fáciles?! ¡A la próxima tengo que lograrlo, maldita sea!

La mirada perdida y febril de Carla se centra en ti. Ya es muy dificil que vuelva a permitirte que le agarres. Se agazapa, como una felina, enseñando los colmillos...

De pronto avanza y trata de "apuñalarte"... con el soplete encendido! La vision de la llama azul buscando tu carne ahora si, con total conviccion, te convence de que esta totalmente loca. Adriel hace acto de aparicion entonces en la puerta, moviendo la cabeza hacia un lado.

-El camino es por arriba, la verdad por abajo. ¿Estas listo? +balbucea, en tono impasibe.

Siento el daño del soplete en mi piel como un garfío que me arranca el pellejo. ¡Qué dolor! Ahora que más necesito de mis fuerzas para salir de estas, me siento de nuevo en este estado tan deplorable. Sólo algunas palabras escapan de mi boca, roncas a fuerza del dolor:

- Hija de puta...

Vine hasta aquí con las intenciones de volverme el héroe, pero la verdad es que no alcancé si quiera a ponerme la capa de vencedor. ¿Quién iba a decir que tratar con una mujer fuera tan difícil? Quizá lo mío no eran las mujeres, sino los hombres... quizá hasta me había vuelto gay... o no, ¡mejor dicho, todo era culpa de Carla! Además de loca, estaba entrada en una especie de etapa sádica* que la volvía de lo más incontrolable. Yo no tenía la culpa de no poder con ella, después de todo ¡era un maldito neonato!

Además, la policía ya viene para acá y realmente no tengo deseos de volver a ser apresado, y mucho menos de volver a encontrarme con Papi y sus... caricias... Mejor era salir de allí. Que Carla se las resolviera sola. Sin nada más que decidir, sigo a Adriel, esperando poder salir de ese museo antes de que nos atraparan.

Atras queda Carla, que libre de tu molestia se entrega de nuevo al arrebatado ansia de quemarlo todo... Adriel camina pausado y tranquilo, pero sientes el escozor en tu interior al ver que se dirige a un cuarto en llamas poco mas alla. Al parecer ha dado uso a todos sus cocteles el desgraciado... 

Mas alla el museo sigue. Sin duda no debe andar muy lejos el que se te escapo junto al tirador del rifle, malditos sean. Pero entonces ves el objetivo de tu dudoso guia... una ventana rota. Y da al aire libre. Aunque estas en un segundo piso, eso es basicamente nada. Solo hay que pasar junto al fuego... Solo eso. Luego un saltito y estaran libres de esta mierda.

A veces creo que estoy maldito, o que alguien me echó algún tipo de mala vibra encima, pues he tenido tanta mala suerte últimamente como para regalar. No acabo de ajustarme a la sensación de libertad de haberme desprendido de la desquiciada de Carla cuando el desquiciado número dos se le ocurre saltar por una ventana, ¡rodeado de fuego por todas partes! ¡¿Qué se creía ese maldito?! ¡¿Que era yo un hijo de puta elefante de circo para hacer piruetas?!

Por un demonio, es mi única oportunidad de salir de allí. Salto salto... o voy a buscar otro lugar por el que escapar entre todo lo que queda del museo, ahora abrazado por las más infernales llamas. Mi subconsciente me dice que me detenga, que debería otra mejor opción (¿no?), pero al ver la facilidad con que Adriel salta, mi cobardía se convierte en rabia. ¡Si ese muchacho puede hacerlo, yo también! ¡A saltar se ha dicho! ¡Un, dos, tres, y al vacío!

El salto es muy breve, apenas un par de metros, y aterrizas en un tejado... Adriel esta alli, mirando a la noche con tranquilidad. 

Pronto te haces idea que alli atras hay una especie de casa alargada, con multiples apartamentos, unidos por un pasillo. Bajar al piso seria otro salto insignificante, pero resulta mas sencillo seguir por el techo y el lateral del museo hasta donde puedas bajar a la calle. Al menos eso es lo que hace tu colega, mientras de abajo llegan las voces de los mortales que viven alli, despertados al parecer por el estruendo de las sirenas. 

Es hora de huir. Con la compania de un joven que mas parece un automata, pero por algun motivo se orienta facilmente... 

-Tara... las luces llaman, ella grita y todo se rompe... tara, laralara... el sur es la respuesta, el sur es la pregunta... lara..+canturrea para si.