Partida Rol por web

-Lo necesario sería que el Emperador estuviera liderando la Cruzada y no en Terra jugando a nadie sabe qué. Mis contactos en el Hegemon dicen que ni siquiera se molesta en participar en las intrigas, ¿qué demonios hace?

Eon sacudió la cabeza.

-No tengo el menor interés en ser señor de la guerra y lidiar con la arrogancia de Hantei y el resto. No quiero eso para ti, ¿lo quieres tú? Porque te apoyaré si me lo pides.

Luego miró hacia abajo, hacia sus hijos.

-Yo acababa de pisar Terra cuando la Guardia Implacable mordió el polvo. Según me dijeron la XVI participó en buena parte de las operaciones más importantes. Mis hijos que yo no quería... entonces empezaron los rumores, los sabotajes y los asesinatos. ¿Un astartes matando a un Custodio? ¿Un psíquico latente sin registrar que acababa con la mitad de su escuadra antes de ser abatido? ¿Los bancos de semilla genética dañados? Podría contarte mucho, muchísimo, pero no es necesario. Baste con decir que oficialmente están erradicados -Eon sonrió con tristeza-. Pero claro, y te lo digo a ti porque eres en quien más confío, los muertos no roban servoarmaduras

Magnar miró extrañado a Eon como si pudiera ver a través de él.-No tienes por que actuar así para animarme, se como eres no necesito que uses la misma mascara que usas para con lo demás. Tal vez a otros puedas engañarles, pero no a mi.-le sonrió con picardía.-Aquellos que parecen más inofensivos sueles ser los más peligrosos, en tú caso creo que sería el más astuto. No estoy ni por encima, ni por debajo de ti te acepto tal cual eres y si a los demás les molesta, que se jodan. ¿lo ves? yo también puedo insultar y hablar de mujeres si eso te hace sentir mejor, pero no es absurdo perder el tiempo complaciéndonos mutuamente cuando hay tanto por hacer. Ve tranquilo, con el tiempo y la ayuda de padre mejoraré; marcha con la cabeza alta pues pronto nos volveremos a ver, es la ironía de la inmensidad de la galaxia y la casualidad de que dos hermanos se crucen.-le tendió la mano con orgullo y respeto para estrecharsela.-Recuerda, cambia si así lo deseas y es de tú agrado pero no lo hagas por complacer a otros, de hacerlo así perderás parte de lo que eres y eso sería desdeñar parte de los dones de padre ¿verdad?-le sonriño sin miramientos, de forma sincera antes de marcharse.

Para Leucas, Eon sería el primero (y tal vez único) de sus hermanos a quien devolvería tales muestras de afecto. El primarca de la 18va rodeó por los hombros a su hermano, con su brazo libre, y apretó con fuerza. Tras desenlazarse, se giró extendiendo el brazo hacia su escolta.

- Pregúntales tu mismo- Le respondió. Dos capítulos enteros de astartes azulados plantaban rodilla en la arena ante el salvador de su planeta. Cada uno llevaba en manos una figura ovalada y verduzca... la cabeza de un orko?... y un detalle más importante aún: su hombrera izquierda estaba pintada de un marrón bronce.

- los Toa Pirau y los Devoradores Carmesí están corroídos por la envidia hacia sus primos de la 16ta- Dijo, encogiéndose de hombros.

Eon rió con ganas, y era una risa verdadera, que reverberó en las bóvedas del lugar, haciendo que varios adeptos y siervos alzaran la cabeza indignados.

-No se puede engatusar al que ya ha pasado por el Sha´eil; lo tendré presente -dijo risueño-. Soy astuto, sí, o eso me gusta pensar de mí mismo. El señor de las emboscadas y la "Guerra Baja", que diría nuestro hermano Hantei, el primarca que lleva el aquila a los rincones lejanos del infinito porque quiere alejarse del nido. Demasiadas paradojas.

Estrechó la mano que le ofrecía su hermano.

-Un auténtico soldado -afirmó-. Es bueno tener alguno más entre nosotros. Para ser ingenios de guerra empezaba a preocuparme por la cantidad de académicos que tenemos en nuestras filas. Así pues, volaré y buscaré el fin de la Galaxia. Espero combatir junto a ti pronto, hermano. Comunícaselo a tus tutores y diles, mmmm, que les jodan, si piensan retenerte mucho tiempo.

Eon sonrió a los astartes que unían con su linaje a la XVI y la XVIII, el símbolo de hermandad entre el Corsario y el Gran Tiburón.

-Tienen poco que envidiar, de momento, aunque los muertos j´runitas de Laeran no quedarán impunes, lo juro -dijo mirando a los marines espaciales y a su hermano-. Aunque supongo que sabes que no te he hecho venir por eso.

Hizo un gesto al Leviatán para que le siguiera, paseando por la playa como dos personas comunes, y no como dos titanes de la genética del Emperador.

-Tus Acechadores del Vacío lucharon junto a mis Huérfanos mucho tiempo, antes de que tú y yo llegáramos. ¿Te han contado algo de la Guardia Implacable? ¿Te han contado algo... de la XX?

La escena tras la batalla es asoladora. Los astartes son máquinas criadas para la guerra, no muestran piedad ni duda ni remordimiento una vez que han decidido marchar a la guerra, y sin embargo aquí se perciben esas sensaciones en el aire. Los Portadores de la Agonía están muy acostumbrados a estas situaciones, buscando supervivientes u honrando a los muertos, tareas que a otros capítulos les resultan desagradables o incómodas. Pero esto es distinto... aquí se respira un aire que pocas veces se ha visto entre los elegidos del Emperador.

Vestido con una armadura de Apotecario normal, Aegror decide permanecer cerca de Eon pero sin revelar su identidad. Quiere examinar más a fondo lo que está pasando antes de revelar su presencia. Además sospecha que su hermano no va a estar muy a gusto discutiendo ciertas cosas delante de sus soldados, así que opta por esperar a que la situación se vaya aclarando y los primarcas se queden solos.

Un pequeño transporte, muy similar al que usaría un noble terrano para sus viajes personales, aterriza en un discreto puerto en una de las fortalezas de la Tempestad Imparable.

De él se bajan tres figuras, las tres vestidas con servoarmaduras con los colores de los Portadores de la Agonía. Los tres portan símbolos que los marcan como apotecarios con rangos militares, uno es un teniente, otro un capitán y el tercero es el primarca en persona, que ha optado por llevar su armadura completa dadas las adversas condiciones climáticas del planeta Nugnat. Rápidamente son recibidos y llevados a la presencia de Uliq.

Aegror hace una leve reverencia.

Saludos, hermano. Los que me acompañan son el capitán Druso y el teniente Numerio, dos de mis mejores apotecarios y aquellos en los que más confío. Digo sin dudar que me fío mas de ellos que de algunos de nuestros hermanos. Ellos dos son los únicos de mis hijos que saben el porqué estamos aquí. Aun así, si consideras que alguna información es demasiado delicada, no tendrán ningún problema en retirarse si es necesario.

- Cada uno de ellos trae... la cabeza de un enemigo... en... ofrenda... para ti, "Libertador de J'run"...- Dijo, señalando uno de los cráneos. - Ellos han... peleado... contra sus hermanos, aquellos que sobrevivieron a la ... pacificación de éste... planeta... día tras día, durante... el emperador... sabrá cuánto... para presentarte ésta ofrenda: El Mana de J'run.- EL tono de Leucas era casi paternal, orgulloso incluso. Había visto a los exploradores j'runitas perder dientes, miembros e incluso la vida retando a duelo (a primera sangre, la mayor parte de las veces) a sus hermanos más veteranos.  

Leucas suspiró pesadamente; su mandíbula tensa y sus ojos, vacíos para la mayoría pero expectantes para aquél que supiera leerle. 

- Si... he... escuchado de la... legión traidora- Respondió, casi escupiendo el adjetivo. 

-¿Yo el libertador? Tú acabaste con el Kaudillo. Fueron tus legionarios los que liberaron a tantos esclavos y fueron esos esclavos, tan valientes como astartes, quienes nos condujeron hasta el corazón del enemigo -sonrió a los Leviatanes-. Si es una prenda de honor, deberían conservarla para sí, pero si así les honro y es tu voluntad, conservaré esas cabezas. Y a cambio yo te entregaré los cráneos de esos monstruos laer que han hecho sangrar a nuestra familia.

Pensó mucho en cuál debía ser su siguiente paso. Leucas era mucho más honesto que él, mucho más franco a la hora de afrontar las cosas. Pero se lo debía, a él y a todos.

-Que un orko robara una armadura de nuestro hermano el Alcornoque Eterno es algo ridículo, que no pasaría de ser una situación de chiste de no ser por otras... sospechas que me atormentan -prefirió no hablar de acertijos ni de videntes. Pasó directamente a sus suposiciones-. Los orkos, ya lo sabes, roban por los materiales, o piezas relativamente operativas que luego "mejoran" según sus criterios. Una servoarmadura no es algo que comprendan. Es demasiado sutil, demasiado específico; no es un cañón ni un tanque. Si quisieran servoarmaduras las tendrían, créeme; son capaces de construir naves espaciales, dreadnoughts y sensores que rivalizan con los nuestros. 

Miró al cielo, el cielo bajo el que había combatido con el Leviatán, ¿podría hacérselo entender sin parecer un loco paranoico?

-Hablo demasiado. Lo que quiero decir es que la XX está detrás. Por eso no confío en el Consejo; se incrustaron en el Imperio hasta la raíz la última vez, y es posible que nunca se fueran del todo. No hay forma de saberlo y este... evento... o es un paso en falso o es que están preparándose para dejarse ver. 

La risa de Magnar fue casi un rugido que se propago por la sala haciendo perder el orden y concierto a muchos pero tanto le daba, por primera vez desde su llegada no se sintió juzgado y eso sería algo que en el paso de los años valoraría por encima de muchos otros gestos de sus otros hermanos.-Así lo haré, hermano, así lo haré. Te veré un día en el campo de batalla y ese día el enemigo lo lamentara.-con esto el primarca se marchó para atender sus deberes. Había sido un placer conocer su hermano menor, esperaba que los demás fueses así pero se equivocaba...

Duncan rió con ganas ante las alabanzas de Eon y su diatriba sobre el Aquila.

-¿Las virtudes de Padre? Hermano, creo que esa es una carga demasiado grande sobre los hombros, ¡incluso para los míos!-dijo, aún riéndose-oh, no, no soy Padre. No creo que pudiera serlo nunca, creo. Él es... Distinto. Es humano, sí, pero a la vez es mucho más... más. Más de lo que cualquiera de nosotros podría ser jamás, creo. Y no sé si querríamos serlo. Por las veces que he hablado con Padre, no sé... ¿Tú crees que es feliz? Yo creo que está preocupado. Que ve más, y más lejos, que ninguno de nosotros. Me preocupa qué es lo que ve, y no sé si querría tener esa virtud, si es tal-explicó, aunque quizás no había sido la explicación más elegante o refinada del mundo. Ante la mención de mostrar su lado salvaje, miró con extrañeza durante un segundo a Eon, comprendiendo poco después.

-¿Mostrar mi...? Oh, no. No de manera intencional, al menos. Pero a veces los pensamientos vienen. Pensamientos sobre cosas que han ocurrido, y cosas que quizás están por ocurrir. Sobre pérdida y tristeza, y esos pensamientos hacen aflorar más esa otra mitad, supongo. Pero no temas, no creo que desate la furia de la tempestad sobre Terra. Hoy no, al menos-dijo riendo. Aunque cesó la risa ante la duda de su hermano. No había en él reproche ante aquel pero, si no curiosidad y apoyo en su mirada. Duncan, señor del clan Brodie, se jactaba de ser un hombre franco y sincero, y de no precipitarse en sus juicios. Y no iba a cambiar en ese momento. 

-¿Pero?

El Príncipe Corsario conversa en voz baja con los apotecarios de los Portadores de la Agonía. Agradece a algunos su presencia, da palmadas en las hombreras de otros e incluso tiene fuerzas para bromear con un par. Aegror aún oculto es uno de los últimos, y escucha a su hermano decirle:

-Bienvenido, pequeño hermano. Disculpa el desorden, de haber sabido que veníais habríamos limpiado un poco.

Los ojos del primarca, no obstante, no sonríen. Constantemente vienen y van siervos de la legión con informes, y le siguen varios individuos humanos, entre ellos una documentalista bastante famosa: Kallista Eris. Fue todo un escándalo cuando los Corsarios la "abdujeron" de la flota de los Dragones Esmeralda. Sobre todo porque no dieron ninguna explicación.

Aegror consigue escuchar algunas frases, dichas con prisa y en el tono siseante de quienes intentan susurrar pero no consiguen contener su frustración.

-... me da igual. Quiero estar en V´run cuanto antes. Jin se quedará aquí y conquistará este planeta, ¿acaso debo hacerlo todo yo solo?

-... no tenemos tiempo, ¿recuerdas a quien nos enfrentamos?

-Llevad a la señorita Eris a la Horizonte. Aseguraos de que no se pierde nada.

Una orden extraña, pero al fin el Corsario se queda solo, contemplando la negrura del cosmos desde una ventana rajada que no ha llegado a partirse.

-No eres Padre -asintió Eon-. Yo no he dicho eso. Eres su príncipe, eres Padre si hubiera sido joven alguna vez; Padre si hubiera tenido un padre. Supongo que no tiene sentido hablar de ello. Él... está solo, ¿verdad? -los comentarios de Duncan le habían sorprendido-. No creo que sea feliz. Dudo que quede en él la suficiente humanidad como para ser feliz. Creo que está complacido o decepcionado; dadivoso o temible, pero esas son cualidades que describen a un dios de la Vieja Noche, no a un hombre. Creo que no podemos entender cómo funciona su mente. Es posible que por eso nos necesitara, para crear catalizadores que diluyeran un poco de esa... virtud, como la has llamado. 

"O tal vez se estaba librando de cosas de sí mismo que no quería". 

Finalmente, llegó el momento del pero.

-Pero he visto los motores de la Unidad. Al final, el Imperio es una gran máquina y sus ciudadanos son su combustible. Sabes que destruí una expedición, ¿verdad? Pues los miles de vidas que apagué en aquella batalla en la frontera de Sycorax sólo fueron un "incidente" para el Sigilita y para Padre, ¡nada comparable con recuperar a uno de los primarcas!

Eon sintió que se ibra frustrando más. Tenía miedo de provocar al Señor de la Tormenta, pero por otra parte, Duncan, el Alegre Duncan, era uno de los pocos que podrían entenderlo...

-Pero eso no es lo peor. Mi regalo de bienvenida fueron millares de niños convertidos en bestias de carne y ceramita; carne para la picadora de la Cruzada que sólo quería morir con mi nombre en los labios -el Corsario estampó el puño contra la baranda más cercana. A lo lejos, aves asustadas echaron a volar -. Y aún así, lo habría aceptado todo, toda esa noble mentira, de no ser por Aliathra.

Se giró hacia Duncan con lágrimas en las mejillas.

-Era poco más que una campesina, hermano. La posibilidad de especiación entre eldar y humano es del 0´005%. Ella era una de aquellas criaturas mestizas. Su sangre alienígena era tan escasa que pasaba por humana si se ponía la capucha. Nunca había hecho daño a nadie. Era un alma inocente. Pero algún lord general decidió que era una abominación, así que quemó su hogar y la asesinó. Donde estaba su granja ahora hay una bonita arcología imperial donde los obreros se hacinan para dormir seis horas antes de volver a la fábrica. Dime: ¿ese es el sueño por el que morirán mis hijos fabricados para la muerte? ¿El sueño por el que algún día moriré yo y moriremos todos?

Esperaba con ansia la llegada de mi hermano Aegror y los suyos, en cuanto el transporte entró en el sistema di orden de que fueran conducidos a mi presencia.

Respondí igualmente con una reverencia —Sed bienvenido Hermano —escuché su presentación, —así sea entonces. A mi también me acompañará Naga de la primera compañía —.

—Creo que lo mejor será ir sobre el terreno —me dirigí por el comunicador —venid a buscarnos en la Arvus modificada —la Arvus es un pequeño transporte de carga empleado por la Flota Imperial para el traslado de materiales y personal entre la superficie de un planeta y el espacio. Sin embargo nada más entrar se percibe que está muy modificada. Tiene espacio para más tripulantes y en la sección de carga hay varias celdas de aislamiento.

—Deseo que los veáis en acción. A las criaturas Grakt —me dirigí a los dos pilotos —apagad todas las luces, pasad a visión nocturna. Rumbo hacia la antigua capital —me giré hacia Aegror —antes de que viniera Padre destruimos su núcleo principal. Los Astartes que vinieron con Padre purgaron gran parte del planeta... y ahí están otra vez. Segregan algo de su boca, oxidan, pudren... se multiplican y... —bajé el tono como si alguien más pudiera oírnos —contagian —sentencié.

—Ahí hay uno —apunté, —volad rasante y descended la celda —el ataque fue limpio, y en poco tiempo los gritos de la criatura se oían en la nave hasta que Naga tocó un botón y todo quedó en silencio.

—Es vuestro —dije a mi Hermano —volvamos a la Fortaleza, ahí podemos estudiarlo, ya lo he hecho pero espero con ansía tus impresiones —.

-Bueno... Yo diría que Padre tuvo que haber sido joven en algún momento, y tenido un padre, ¿no?-preguntó Duncan, aunque sin tanta seguridad como solía manifestar. Al fin y al cabo, el Emperador era un gran enigma, y seguramente nadie en la Galaxia lo sabía todo sobre él. 

-Sí, sin duda está solo. Pero creo que si le queda suficiente humanidad. Y quizás no nos hizo simples máquinas de matar, si no que nos dotó de más, precisamente por eso. No solo por cumplir su sueño de una Galaxia unida... Si no por, de algún modo, estar menos solo. Probablemente ninguna mente humana normal y corriente podría comprenderle, pero las nuestras quizás sí. 

Y allí llegaba el gran pero, Duncan podía sentirlo desde el momento en que Eon empezó a contar la historia, que escuchó con gesto serio, y algo compungido después. Lágrimas de primarca. Eso no era algo que se viera todos los días. Pero demostraba que tenía un punto, que a la postre, eran mucho más que simples carniceros y generales.

-Yo... Lo lamento, Eon. No puedo decir que sea muy seguidor de los xenos, pero no me gusta desperdiciar vidas si puedo evitarlo. Los eldar están extinguiéndose, y diría que ellos lo saben tan bien como nosotros. Mostrar un poco de humanidad permitiéndoles retirarse no me parece algo reprobable, y siempre que tengo oportunidad, negocio una rendición honorable. Pero lo que comentas... No sabía siquiera que existiera la posibilidad de tal híbrido. Pero con su muerte, no se ganaba nada-dijo, con cierto tono reprobatorio.

-Los eldar y la humanidad... Bueno. Han tenido ciertos choques. Tanto unos como otros han atacado y asesinado inocentes. Pero se puede elegir. Se puede intentar ser mejor. Y ese general no lo hizo. Las pérdidas de vidas, humanas o xenos, es algo con lo que debemos contar en la guerra. Es una moneda más que persigue un fin. Lo importante es que el fin sea suficientemente valioso, y que las vidas empleadas no se gasten con ligereza. Quiero pensar que con nuestros actos, aunque matemos a millones, salvaremos y ayudaremos a largo plazo a billones. 

Y tras esa explicación se quedó unos cuantos segundos en silencio, aunque había una pregunta que rondaba sus pensamientos, y que acabaría por volverle loco si no la dejaba salir, cosa que hizo finalmente.

-Eh... Hermano, soy consciente de que es algo personal, pero... ¿Qué te unía a esa Aliathra?

-¿Quién sabe lo que es, ha sido o será Padre? -preguntó Eon, más para sí mismo que para Duncan.

Lo cierto es que había esperado desprecio, no comprensión. Había contado al Señor del Relámpago su mayor secreto, tal vez con la esperanza de que le aplastara como el Mundo-arma había hecho con Elan. Si los primarcas podían morir, como Textrom, él también podía, ¿por qué no?

Pero se había encontrado con un hermano.

-No es lo que piensas -dijo-. Estoy muy seguro de que no podemos sentir el apego, el deseo, como los mortales. He visto mujeres de un millar de mundos y, aunque aprecie su estética o me gusten sus personalidades, no me siento como se supone que se siente el común de los mortales. No me atraen, ni siquiera me gustan. Aprecio más una buena estocada que la sonrisa de cualquier mujer, es para lo que fui fabricado por ese Padre que tanto nos quiere. Aliathra... sólo era una granjera a la que me gustaba visitar y hacer reír. Era una muchacha triste con ojos ancianos, y me entendía. Hablábamos, meditábamos y perdíamos el tiempo -"porque estoy pogramado para pensar que pasear, charlar o cantar es perder el tiempo", pensó con amargura-. Era una amiga, si tienes que ponerle una etiqueta. Claro que una amiga no era nada comparada con los deseos del Imperio. Arrasaron su granja, hermano. Para hacer... fábricas -la palabra le salió como un insulto.

-No lo sé, y creo que nadie lo sabe en realidad, que solalmente él sabe al cien por cien qué hace allí -sonrió ligeramente- yo tampoco tengo interés en ser el Señor de la Guerra y tener que lidiar con Hantei para que cumpla las órdenes, la verdad.

Frunció el ceño un momento.

-Creía que el robo de servoarmaduras era cosa de los orkos, ¿crees que nuestro hermano nos está mintiendo? Todo eso que cuentas, todas esas cosas, debió de ser una mala época; pero no suena distitno a las maniobras políticas que se han dado en algunos planetas, ¿crees que puede afectarnos de forma más grave?

El debate sobre la esencia de Padre se podría alargar eternamente, la verdad, pues Duncan seguía creyendo que era, en esencia, humano. Quizás el humano más poderoso de todos los tiempos, quizás simplemente la cúspide de lo que todos podrían ser. Pero el asunto de la semieldar era más relevante para Eon.

-No sé si sentimos del mismo modo, nunca he sido un humano normal y corriente. Pero la amistad en estos casos es... problemática-dijo, chasqueando la lengua-más aún si le añadimos el componente xenos, pero cuando uno está en una posición de poder, sea político, económico, físico o cualquier otro, no se puede estar muy seguro. No sé, ¿esas personas que dicen ser tus amigas lo son porque quieren medrar siguiendo tu estela y aprovechándose de ti, o realmente te tienen aprecio? Como príncipe primero y rey después, es una de esas cosas que me preocupaban, al menos levemente. Hasta que os conocí a vosotros. Iguales, casi todo poderosos. Creo que vosotros sois menos proclives a esa clase de ardides. O eso me gustaría pensar.

Tras una breve reflexión Aegror se dirige a su hermano, lo hace en privado, sin incluir a ninguno de los demás astartes.

Interesante, Uliq... estas criaturas son realmente fascinantes. Me veo obligado a hacerte una pregunta incómoda, así que sientete libre de responder o no. ¿Qué quieres hacer con ellos? ¿Quieres encontrar una cura? La máscara de cirujano del primarca examina la mancha en la cara de su hermano. ¿Quieres erradicar la enfermedad? ¿Quieres refinarlo y usarlo contra nuestros enemigos, por ejemplo haciendo que sólo afecte a orkos y no a humanos? Dependiendo de cuál sea nuestro objetivo así tendremos que plantear nuestras investigaciones, y cuanto más claro tengamos el objetivo más rápido avanzaremos.