Partida Rol por web

Le susurro al chaval - Ese es el ejercito al que sigues? La fe de la que tanto presume! Esa que perdona inocentes y se apiada de inocentes damas? Ahí tienes la prueba de que la vida es cruel y todo el sistema está corrupto, venga de donde venga. Todos son viles mentirosos y crueles, y usan la incredulidad y la desesperazna de los hombres para mutilar las ilusiones de los mortales...

El soldado se sorprende y busca a su alrededor el origen de las palabras. Tras unos instantes se decide a mira hacia arriba y te encuentra. Cuando te ve, se pone tenso y se pone en posición defensiva.

-Pero que...qu...-te das cuenta que apenas tendrá 17 años. Ya es casi un hombre pero ¿en un asalto a una ciudad así?

El chico parece que mengua ante tus ojos. No es mucho más joven que tu, pero si mucho más inexperto y en estos segundos en los que tu te mantienes ahí expectante, él decide marcharse por donde ha venido.

Con calma desciendo de mi posición y me aproximo a la muchacha con paso seguro y firme. -Sigues con ganas de bromear?

La mujer levanta un poco la mirada para observarte, pero no se mueve demasiado. Está totalmente derrotada y no parece que se pueda poner en pie.

-Bastardos...

Le tiendo la mano como si no hubiera pasado nada, despues de todo, por suerte o no, seguía con vida. -Vienes o te quedas? Si regresan no creo que se apiden... sabes de un lugar al que ir?

La mujer observa tu mano y estira la suya para agarrarla. Sacando fuerzas de donde no las tiene se levanta despiacio haciendo gestos de dolor. Las piernas la tiemblan considerablemente, pero aún así consigue mantenerse en pie.

Comienza a caminar apoyándose en gran medida en tu hombro.

-Conozco un lugar...la casa de una mujer que se ha quedado en la ciudad-habla despacio mientras camina, sin duda siente un dolor terrible, pero sigue adelante- ella podría ayudarme, es...sanadora y su casa está cerca de uno de los cuarteles, así que es un lugar seguro.

Camina a tu lado, indicandote el camino. Intenta cubrir su cuerpo con las ropas rasgadas y ahora que no lleva cubierta la cara observas que es una chica bella, de rasgos finos sin duda alguna, aunque ahora están maltratados con las marcas de los golpes que ha recibido.

-Me llamo Mizhara...-te susurra levemente- no olvides mi nombre pelogris...por favor...

A vuestro alrededor, se escuchan combates, aunque ella te lleva por callejas estrechas y disimuladas. Aun así, parece que unos pasos se acercan a la carrera.

-¿Me dejarás atrás otra vez para que me violen?

-Les provocaras de nuevo delatando nuestra posición?... No te culpo por ello ni te lo echo en cara. Al igual que no me disculpo por mis acciones, pero ninguno de los dos nos conocemos de nada. Y mis decisiones... yo no tomo decisiones sino que tan sólo sigo la senda que aparece ante mi.

-Si debo combatir lo haré pero no porque me provoquen o me lo pidan, sino porque sea... lo elegido... en fin... no lo entenderias...

-Ocultémonos..!!

Os ocultáis lo más rápido que podéis en un pequeño hueco que tiene delante unos barriles con algo dentro. En principio estáis a salvo y la chica se hace un ovillo totalmente en silencio.

Pasados unos instantes, se escuchan unos pasos por el callejón que acabáis de abandonar. Se acercan, y se escuchan  dos voces que hablan de buscar algo para comer y saquear.

Cuando llegan a vuestra altura se detienen un instante, no os han visto, pero están mirando por la zona. 

Uno de ellos lleva una armadura de piezas, sin duda alguna es el oficial de alguno de los grupos de asalto que quiere sacar un sobresueldo.

El soldado mira en vuestra dirección y señala uno de los barriles -manzanas- dice con intenciones de acercarse un poco más, pero el oficial, se niega a conformarse con unas manzanas y siguen caminando por el callejón.

Cuando se alejen lo suficiente saldremos de nuestro escondite y proseguiremos nuestro camino.

-Continuemos antes de que regresen...

Una vez ha pasado el peligro, avanzáis por nuevas calles y te percatas de que cada vez están mejor cuidadas (aunque no llegan a ser como las de las zonas ricas de la ciudad). Llegáis a un espacio abierto, con algunos jardines de plantas aromáticas y fuentes. 

Mizhara te indica una de las casas a la que os dirigís con presteza. Una vez allí, llama a la puerta con cuidado.

Os abre la puerta una mujer joven. Es algo mayor que Mizhara, pero de rasgos similares. Viste ropas elegantes y aunque no lleva joya, porta un hermoso colgante con una piedra verde con tonalidades oscuras 

-¿Qué ha ocurrido?- dice sorprendida al veros. Notas como te ha mirado extrañada, pero aun así os hace pasar inmediatamente -entrad, la zona es segura, pero aun así no es bueno permanecer fuera, para no llamar la atención.

Accedéis directamente a una amplia estancia, cubierta de alfombras y de tapices y levemente iluminada por lamparas de aceite que cuelgan del alto techo. En el centro, hay una mesa rodeada por varios cojines y varios cuencos con hierbas aromáticas recogidas sin duda alguna del jardín de la plaza.

-Ve por aquella puerta, ahora voy a ayudarte-le dice a Mizhara, que no ha dicho nada y mantiene la cabeza agachada. Cuando ella desaparece por la puerta, te lanza una mirada de preocupación -¿Qué es lo que ha ocurrido? 

La miro con rostro serio. -Sería mejor que le preguntases a ella... comentó que aquí estaría a salvo, es asi?, tarde o temprano puede que los soldados aparezcan.

La mujer parece algo extrañada ante tu respuesta.

-No te preocupes, este es un lugar seguro y antes de que deje serlo lo sabremos-te dice con una sonrisa y muy segura de ello

-Mi nombre es Behelna y eres bienvenido a mi casa, todo el que está de nuestra parte en un momento tan crítico es bien recibido en mi hogar.

Abre los brazos en gesto de bienvenida. Tras ello, te ofrece sentarte y te trae agua limpia para poder asearte.

-Voy a ver cómo está la chia y enseguida estaré contigo.

-Gracias. Pero esperaré de pie. Acepto el agua sin embargo.

Pasan lentamente los minutos hasta que la mujer regresa. Trae una bandeja con un par de tazas y un recipiente donde flotan las flores de una infusión. Se sienta en el suelo y tras servirse una taza de la humeante bebida te mira.

-Te lo ruego, comparte unos minutos de tu tiempo conmigo, la ciudad está siendo atacada y estoy segura de que pasar un tiempo en un lugar tranquilo te hará bien, incluso puedes quedarte hasta mañana si así lo deseas, mientras ella descansa y se prepara para partir.

-Además, tienes que contarme qué es lo que le ha ocurrido a la chica, ya que lo poco que me ha contado me tiene confundida...

-Si prefiere que se lo cuente yo... ahí va! Permanecíamos escondidos en una casa cuando a ella le dió por provocar su atención. Tuvimos que salir huyendo para evitar un enfrentamiento pero sin éxito. Consiguieron acorralarnos y ella desgraciadamente fue mancillada en el asalto. El destino quiso que aun despues de ello siguiera con vida y he nos aqui despues. Permanezco serio mientras narro lo ocurrido.

-Entiendo que ahora esté algo traumatizada, ahora entenderá la corrupción de la vida nos rodea. Y si las cosas suceden es por algo.

-Por cierto, asegura que este lugar es seguro pero no he visto guardias que protejan la zona, no dará por supuesto que yo pueda defenderlas satisfactoriamente si algo surgiese. Yo puedo valerme por mi mismo pero su seguridad... no la decido yo.

La mujer tomó un sorbo de su té antes de hablar.

-¿Cómo consiguieron violarla?- dijo sin evitar palabras duras-si os acorralaron a ambos ¿por qué tú no tienes ninguna marca de combate?.

Se queda unos instantes observándote con curiosidad.

-Bah, no me hagas caso- te sonríe amablemente-lo importante es que la trajeras aquí. Es una chica muy impulsiva y sin duda alguna demasiado confiada con sus capacidades.

Hace girar el contenido de la taza antes de tomar un nuevo sorbo con el que se quema.

-Si quieres sírvete un poco de té, está algo caliente pero tiene un sabor delicioso, en cuanto a la seguridad, no tienes por qué preocuparte, ahora mismo eres un invitado de la casa de Behelna- te sonríe al decir su nombre- ¿de donde vienes tu? ya que no eres de esta ciudad ¿verdad?

Permanezco callado, dejando que ella fuese quien llevase el hilo de la conversación... -como bien dices, no soy de aquí, y de donde soy pues... qué te diria, la verdad que poco importa. Lo que ahora importa es que andando andando he terminado en esta gran ciudad, y ya es casualidad... sonrio... pues eso... que misteriosos son los caminos que seguimos... que me han traido a una ciudad en guerra.

Tomo la taza del te y mareo el contenido mientras se enfría.

-Ciertamente ha sido una terrible casualidad, la verdad, los cristianos siempre intentando poner a todo el mundo bajo su ley...

Niega con la cabeza durante un instante mientras toma un poco más de té.

-De todas formas no pareces alguien poco preparado para la situación y no parece preocuparte el combate...

Notas como te observa fijamente, mirando cada detalle de tu persona, apenas sin pestañear.

-Usted tambien está muy segura de su situación... Yo tambien la observo con detalle, hablando lo mínimo posible.