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14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Me encogi intentando encadenar mis sentimientos pues esas palabras me pedían que me lanzase, mis creencias me lo pedían, todo en mí pedía que hiciese realidad lo que habia soñado.

Pero había algo

-Nada me gustaría más que poder daros esa pasión que pedis. Algo que ruge en mi interior y que ansia salir.

Pero no sería justo para nadie. Ni para vos ni para mí.

Decis que os obligarón a casaros. En mi tierra no es lo más común pero a veces pasa. Eso solo significa que otros escogierón por vosotros.

Si de verdad quereís más exigidselo. No tiene porque ser algo directo pero teneís derecho a ello. Prometio amaros y eso no es tenerse el aprecio de amigos o de alguien superior. Es mucho más.

Y si no es capaz de daroslo se merece perderos pues no es digno de vos.-

Me calme pues la situación se calentaba y no quería lanzarme. No cuando eso se pudiese convertir para ella en un error. Yo no quería ser un error y no lo arriesgaría solo por estar una noche. Ella no era una doncella si no una mujer y quería tratarla y ser para ella como se merecía

-Dado que soís cristianos dudo que conozcaís nuestras leyendas. Os voy a contar una de la que ya os hable tiempo ha.

Blodeuwed es una diosa joven y hermosa. Es la diosa de la juventud y de la primavera que trae nueva vida al mundo. Ningún hombre o dios puede verla sin caer presa de su encanto.

Uno de esos dioses era Gwynn, el cazador salvaje, el cual viendo la belleza de Blodeuwed la secuestro auxiliado por su jauria de perros llevandosela a sus dominios de la oscuridad. Esto entristecio terriblemente a la joven diosa y con su tristeza el mundo se consumio y el frio, la noche y el hambre camparón por doquier en lo que conocemos como invierno.

Ese invierno hubiera durado eternamente pero un joven dios llamado Llew acudio al rescate de la diosa y atraveso la oscuridad y todos sus peligros. Por desgracia era joven y su impetu y valor eran mayores que su capacidad con lo que acabo cayendo.

Mas la muerte no fue suficiente para detenerle pues cuando estaba cayendo hacia el abismo del olvido oyo la voz de Blodeuwed entonando una triste canción mientras se consumia. Eso le dio nuevas fuerzas para volver a levantarse y enfrentarse a todos los enemigos hasta derrotar al propio Gwynn.

Nada de eso le importaba pues lo que buscaba era más valioso. Así cogio una de las monturas bestiales de su enemigo y montando a su amada la llevo de nuevo a las tierras de la luz mientras esta se volvia tan radiante de la felicidad que la tierra volvio a germinar y dio frutos que permitierón dar la abundancia y felicidad a generaciones enteras de hombres.-

Me pare un segundo para respirar y pensar en lo que significaba la leyenda para mí.

-Decís que vuestro corazón esta escarchado. Pues no hagaís como Blodeuwed. Buscad que os ata a la oscuridad y el frío y buscad a aquello que os devuelva a la luz.

Si vuestro marido de verdad os quiere y os ama deberá comportarse como Llew. Si no sera digno de ser comparado con Gwynn y da igual lo puro que se consideré. Solo traera el invierno y la desolación-

Sus declaraciones, su pasión que era imprimida en cada una de las palabras que de sus labios salia, hacían que las mejillas de Alanna se encendieran, y dentro de ella un deseo impuro germinaba, el cual mató en el mismo momento, no podía haber esas ideas, no podían, movió la cabeza de lado a lado, y luego miró al hombre con unos ojos llorosos.

- aunque fuese Gwynn, es mi marido y es un lazo que sólo la muerte puede terminar, nada más, y aunque fuese ese ser, es mi deber honrarlo, además, a pesar de no darme lo que espero, me da lo que necesito,  ya... ya no quiero escuchar nada de esto no..- lleva sus manos a sus oídos y luego da unos pasos alejándose de Mailcom, lo peor es que escapa de sí misma más de que él.

- id solo, convencer a vuestro familiar, yo debo retirarme, no puedo seguir con esta conversación - aprieta los labios, y se retira caminando dándole la espalda,tomando su vestido y dando apurados pasos.

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

La agarre por la mano sujetandola

-Si de verdad os da lo que necesitaís y es un buen hombre ¿por qué no quereís darle la oportunidad de demostrarle que no lo es?.

¿Qué es lo que os ata a la oscuridad y al frío? ¿La indiferencia de vuestro esposo o vuestra propia inmovilidad aterrada de perder lo que tiene aún pudiendo ganar algo mejor?-

Solte su mano

-Si de verdad quereís iros no os detendre. No soy quien para hacerlo ni quiero causaros dolor.

Y aunque para eso sea necesario no volver a entablar conversación y sería algo que rompería mi corazón aceptaré lo que haga falta para apartar las sombras del dolor de vuestro rostro y poner una sonrísa en su lugar.

Si no quereís ser Blodeuwedd al menos sed Llew. Os mereceís ser feliz.

Rezo a los dioses, y si hace falta me traicionare a mi mísmo y a todo lo sagrado rezando al vuestro, para que vuestros ojos se abran y os deís cuenta de ello.-

Ansiaba más pero nuevamente lo había perdido todo por impulsividad e impaciencia.

Así que me gire rumbo a la cabaña de mi primo.

Cuando sujetó su mano, en un acto que requirió mucho valor en la misma dosis que locura, Alannase giró hacia él, pensando que la jalaría hasta su pecho y la estrecharía ahí, en medio de un beso apasionado, eso la trastocó, y la culpa la comenzó a poseer, no podía tener esos deseos, esas imágenes  en su cabeza, pero Mailcom no hizo eso sino en un rugido intentaba hacerle ver que no merecía la suerte que pensaba que tenía. El rostro de Alanna se cruzó por el gesto de la aflicción, su ceño se entrejuntó, y luego su mano tembló, agradeciendo que soltara su agarre.

Mailcom comenzó él a retirarse dejando a Alanna más confundida que nunca, y si bien pensó en irlo a detener, no pudo hacerlo, su cuerpo se quedó estático en el mismo lugar donde el la detuvo.

- lo haré - grita y levanta las manos para luego dejarlas caer a los costados de su cuerpo - lo haré, le pediré a mi marido que sea lo que espero, le pediré y sino sabe,  se lo enseñaré... - mordió su labio inferior - y seré Blodeuwedd, el hielo no me apresará... he tomado mi vida en mis manos antes, no es el momento de rendirme así - llevó sus manos ahora  a su cabeza, y  puso sus dedos entorno a sus orejas, arreglando sus cabellos. - y no quiero dejaro de ver, sólo... que ahora me siento abrumada, hasta luego - murmuró, despidiéndose de el, moviendo su mano y dándole la espalda para retirarse.

14 de diciembre de 468. Alanna y Mailcom

Sus palabras me tocaban al fondo ansiando ir a por ella. Pero esta vez no volvería a cometer el mísmo error.

-Suerte, mi señora. Para juntar vuestras fuerzas y consigaís lo que os mereceís- susurre.

Segui mi camino sin darme la vuelta en dirección a donde esperaba encontrar a mi heredero. Aunque ahora eso ya no me parecía tan importante.

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

Blainer un día más había decidido dejarme sola, eso no me sorprendía por lo que tampoco pensé demasiado en ello. Bajando las escaleras hacia los patios, miré hacia los lados, en busca de un lugar en el que dejar reposar las prendas que acababa de lavar en las orillas del río. Mis manos estaban completamente enrojecidas por el frío, al igual que mis delicadas mejillas. Pero pese a todo, mantenía ese encanto que me caracterizaba y es que se me veía resplandeciente cómo cada día.-Por allí..-Susurré. Me encaminé sin dudarlo, cargando en mis brazos con todo ello y al llegar al muro en el que el sol daba, dejé todo posado con suavidad. Tomando las primeras prendas las sacudí con delicadeza, para después colocarlas al sol, dejando que este las secase. Y así continué con todas las restantes, mientras a mi alrededor se daban cantidad de conversaciones y ruidos, pero ninguno de ellos llamó mi atención, ni tampoco me perturbó. Solo hubo una cosa que obligó a parar mis quehaceres, llevando rápida mi mano al muro me sujeté, mientras la mano libre se juntaba a mi rostro en un gesto de agotamiento ”Otro mareo... Estoy cansada, eso es todo... Los días son largos” Temblorosa me senté unos instantes, mientras respiraba despacio, intentando serenarme nuevamente. Mientras tanto, mis ojos viajaban de un lado a otro, observando los movimientos de la gente que con la mañana se ponía en movimiento.

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

Volvía de una de mis cacerías cuando vi a la dama Éire apoyandose en un muro como si se encontrase mal.

Por supuesto Blaine no estaba cerca. Era demasiado pedir que estuviera junto a su esposa. Así que me acerque hasta ella

-¿Os encontraís bien, dama Éire?- dije mientras cogía las prendas que llevaba encima. La humedad serviría para limpiar mi propio sudor y solo necesitaba no tocar demasiado la ropa y así evitar ensuciarla de nuevo.

-Pareceís mareada- continue mientras me arrodillaba para ponerme a su altura. Tampoco era muy díficil dado que nunca he sido muy alto.

Fecha:1 de Noviembre
Lugar: Gran salón del castillo de Sarum, celebracion de la fiesta de la cosecha.
Destinatarios directos: Alanna, Edar, Eire y Mailcom

Tres eran las damas a las que el empujón del picto envió a Edar, hijo de Ederrn. Y quizás fuera el que el linaje de Ederrn fuera conocido, el que impidiera que tal torpe acercamiento fuera reprendido. Aunque por otro lado, por más torpe que fuera, no era distinto a lo que era normal en tales tiempos. Las jóvenes doncellas eran, efectivamente, las más jóvenes casaderas invitadas a la comida, y con mejores trajes, lo que obviamente las hacía superiores en rango a todos los guerreros presentes. Incluso al hijo menor de Ederrn, último jefe digno de tal nombre del otrora clan de Tilverton. 

En todo caso la ayuda que esperaba de Marcio, no se produjo, teniendo éste que retirarse al poco, avisado por otro de los guerreros, con lo que quedó, sólo, y luego con la compañía de Mailcom, Edar. Y era evidente que a pesar de su intento sus palabras no sonaron corteses, y que las damas no vieron su acercamiento con benevolencia.

Tres eran, en efecto, las jóvenes. Y digo tres porque atraída por el espectáculo también la joven morena que había estado mirando a Edar se acercó a ver lo que pasaba.

- ¿Creéis por ventura que soy una criada para ir trayendo bebidas o una furcia para acompañar sin más a un desconocido que tan directamente a mi y sin esperar siquiera hablar con mi padre, me pide que le acompañe? - te dijo Briant, la joven del vestido verde y pelo castaño, mirándote con tono orgulloso, aunque bajo, y los ojos llenos de enfado, haciendo caso omiso de la mano sobre su hombro de la joven que le acompañaba que, con tal gesto, le pedía prudencia

- Disculpad a mi amiga, guerrero - interviene la mujer del vestido azul, llamada Vilania, con cortesía- Lleva una mala noche, y sin duda ha confundido vuestro noble ofrecimiento - mira a su compañera con reprobación y luego te sonríe- Quedaos aquí, con vuestro amigo, contadnos vuestras hazañas  

La tercera joven, que se ha acercado, no dice nada aun  

1 de Noviembre celebracion de la fiesta de la cosecha, Gran salón del castillo de Sarum , Alanna, Edar, Éire y Mailcom

Las palabras de la joven del vestido verde estaba sacandome de mis casillas e iba a responderle cuando su amiga calmo los anímos recordandome que esto lo hacía por el joven Edar y que tenían razones para ofenderse por mis actos.

-Lo cierto es que alguna razón para ofenderse tiene aunque se haya llevado los palos el que menos culpa ha cometido.

De todas maneras si lo que le falta es permiso de su padre siempre se lo podemos pedir. Aunque juraría que estamos en un lugar bien visible y mi amigo es de origen noble. Y no me refiero a sus padres si no a que no hará nada reprochable- hice un mohin como de disgusto y desaprobación -Una pena pero así es.

En cuanto a historias ¿de qué preferís oir?.

Las tenemos de batalla cuando planto cara a un ejercito enemigo que nos rodeaba para cubrirnos la retirada... antes de darse cuenta nadie de que estabamos en el mísmo bando.

¿O quizás seaís más dadas a las de caza como cuando se le ocurrio salir de caza y cazo un jabalí con su capa?. Mira que le había dicho que no se sale de cacería con prendas tan largas pero...- me pare dejando tono de misterio ramatado con una sonora carcajada.

Cierto era que simplemente eran bromas y mentiras pero quedaba por ver lo que el mísmo Edar opinaba al respecto y como se lo tomaría.

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

-Mi señor..-Quise levantarme al verle, pero él frenó mi acción. Quedándome sentada lo miré con tranquilidad, dejando las manos sobre las faldas de mi vestido. Cada movimiento de él, fue perseguido por mis ojos, mostrando una pequeña sonrisa.- Cansancio tal vez, los días son largos... Y mi descanso se ve perturbado por malos sueños-Confesé. Suavemente me levanté, ajustando mi vestido al cuerpo, dejando después las manos sobre el vientre, mostrando una pequeña sonrisa, que se vio borrada al recuerdo de mi esposo. Sacudí la cabeza lentamente, mientras lo observaba.- Dejad que os de algo con lo que limpiaos....-Sin dudarlo tomé uno de los paños que había en mi montón, con paso rápido me acerqué al pequeño estanque de agua, hundiendo mis manos, sintiendo cómo si mil cuchillas me atravesasen, aún así no me quejé pues estaba acostumbrada a esos trabajos.- Mailcom, tomad este trapo....-Tras escurrirlo lo acerqué a él, tendiéndoselo, con la mirada bajada, evitando la de él.

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

-Muchas gracias, señora- dije mientras tomaba el pañuelo y me limpiaba un poco el sudor. La verdad es que era agradable

Fue entonces cuando una imagen que habia visto antes me volvio a pasar ante los ojos para recordarme algo a lo que no le había dado importancia

-Dama Éire, no quiero molestaros y tampoco soy un experto en mujeres pero juraría que la manera en que os habeís tapado antes el estomago no es de malestar si no como si protegesieseís algo-

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

- ¡Señor! -Exclamé a la par que daba unos pasos hacia él. Con suavidad agarré sus manos y lo miré directamente a los ojos, por primera vez pudo ver mi temor, cómo si buscase a alguien llevé mi mirada hacia los lados y nuevamente a mi acompañante.- Bajad la voz pues podrían escucharos... -Nuevamente me separé, mis manos se posaron sobre mi vientre y una pequeña sonrisa brotó de mis labios, quizás en el momento no lo buscaba, pero ahora que lo sentía crecer dentro de mí, me sentía realmente obligada a protegerlo. Lo cuidaría, lo amaría... Sería la luz en la oscuridad. Alzé la mirada y busqué la de él, mis claros ojos se posaron en Mailcom.- Os rogaría por vuestro silencio... Si bien es cierto que debería darle las nuevas a mi marido, pero está demasiado ocupado, darle una noticia cómo esta solo perturbará sus pensamientos.... Y pues ahora hay cosas más importantes que un futuro alumbramiento.- Acaricié mi vientre con mimo, mostrando una pequeña sonrisa, pero esta se borró. No podía entender cómo alguien ajeno a nosotros era capaz de ver algo así y mi marido.. Ese que pasaba día y noche conmigo no se había ni siquiera dado cuenta.- Sé que no es de buena cristiana esconder tales cosas... Pero es necesario... Muy necesario-Mis ojos se vieron entristecidos, pero la sonrisa de mis labios no desapareció, si no que permaneció todo el tiempo.

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

Accedi a sus deseos y baje la voz mientras la miraba preocupado

-¿Algo más importante que la llegada de un nuevo guerrero o guerrera? La verdad es que no se me ocurre que puede ser. Los cristianos soís muy raros-

Me levante y le tendí la mano

-Me gustaría que caminasemos un poco mientras hablamos y me explicaís vuestros comentarios porque no os entiendo.

Vuestro marido tiene que estar muy contento y en lo único que debería centrarse es en vuestra comodidad y en estar preparados para cuando la nueva vida llegue.

Él tiene creencias muy parecidas a las mías... o al menos así debería ser. Y la Diosa y los diversos dioses nos enseñan a celebrar la vida y que no hay nada más importante.

Aunque me extraña que no se haya dado cuenta. ¿Durante los sucesos recibio algún golpe en la cabeza y no me enteré?-

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

Suavemente mi mano se posó sobre la de él y ayudada me levanté de donde estaba sentada. Sin apenas dar unos segundos, me separé por miedo a ser vista y que alguien malinterpretara la acción. Acomodando nuevamente mis ropas lo miré y hice un gesto para indicarle el camino, hacía tanto que no salía a dar un paseo en compañía que casi me hacía ilusión. Sin mediar palabra esperé a que estuviésemos alejados, bien sabía que las jóvenes del castillo eran demasiado chismosas y si a oídos de ellas llegaba la noticia, antes del anochecer todos, incluido mi amado lo sabría.

- Mi señor, bien sé de la importancia que supone la llegada de un nuevo ser a nuestra familia. Con alegría espero que el día llegue para ver esas pequeñas manitas, las mejillas rosadas y las sonrisas que alejarán todos mis pesares-Empecé diciendo con tranquilidad. Mi paso no era rápido, pero tampoco excesivamente lento. Mientra caminaba miraba todo a mi alrededor, se veía realmente hermoso el día y la tranquilidad se agradecía. Girando apenas un poco mi cabeza lo observé mostrando una pequeña sonrisa.- ¡Oh dios mío! No debería decir tales cosas... Yo amo a mi marido por encima de todo, daría la vida por él si fuese necesario, pero es tan necio... -Esas fueron las únicas palabras que formulé para explicarle mis comentarios. Cómo buena mujer yo no debía hacer algunos comentarios, había aprendido a callar, bajar la cabeza y sonreír. Esa era mi vida... Sumisión.

- ¡No digáis tales cosas! Si a él algo le pasase yo moriría... Es cuanto tengo ¿Y qué haría yo si el falleciese? Cada noche le pido a mi dios que lo traiga un día más... Que lo proteja. Si algún día él me falta nadie me querrá, una mujer viuda con un ser en su vientre.-Sentí mi cuerpo temblar por el miedo, fuertemente aferré mi vientre, cómo transmitiéndole tranquilidad y protección.- Pocas veces me mira... Para él solo una hermosa mujer que le calienta en las noches de frío y de la cual huye al amanecer. Esa es la razón por la que aún no alcanzó a darse cuenta de la nueva vida que crece dentro de mi, señor-Sentencié con una dulce mirada, acompañada de una sonrisa tranquila.

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

-En verdad que no os entiendo a las cristianas.

Todas amaís a vuestros maridos, que son gente a la que yo respeto como compañeros de armas, pero os negaís a compartir vuestras vidas con ellos y a exigirles lo mísmo.

Y todas teneís la mísma ridicula ídea de que quedariaís indefensas si le pasase algo a vuestros compañeros. Soís la mujer de un guerrero del conde y teneís un hermano y una hermana entre sus siervos. ¿En realidad pensaís que os dejariamos abandonada a vos y a vuestro retoño en ese caso? Es ridiculo.-

Mire hacia delante mientras aclaraba las ídeas. Habia cosas que me costaba entender

-Y en cuanto a calentar su cama... He oído que hay hombres que hacen eso pero entonces no diferencian entre una esposa y una esclava.

Vos no soís más de su posesión que él de la vuestra. Y debería saberlo.

Aún cuando hombre no lo supiera como devoto debiera reconoceros como una mujer embarazada el avatar de la Diosa, un milagro en la vida y digno de ser tratado igual.

A estas alturas teneís que descansar y tomaros la vida con tranquilidad pero no puede ser que os ignore. Tiene unos deberes tan sagrados como su dedicación a las armas en defensa de los derechos de su señor.

Aún cuando no os amase y vuestra boda hubiera sido una obligación lo mínimo que debiera hacer es preocuparse de vos y aunque no seaís su amada si soís su esposa y os debe un respeto.

Es algo obvio hasta para los salvajes-

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

- No todo hombre piensa cómo vos. Es cierto que él me debe un respeto, que debería velar por mí en estos momentos, pero no es así..- ¿De qué serviría que yo le explicase si él no quería entender? Era cómo pedir manzanas a un peral. Al ver que habíamos recorrido un gran tramo me permití el pararme suavemente, colocándome frente a él.- Mi marido tan solo ansia una cosa... Y no soy yo, ni esto que crece dentro de mí. Odio decirlo, pero desgraciadamente mi amado peca de avaricioso... Y sé que eso acabará con él, con su vida. Oh dios mío, este hombre mío...-Miré hacia el cielo, cómo rogando al altísimo que me escuchase, lo necesitaba más que nunca. Pero tras eso volví a mirarle a él- ¿Cómo compartir mi vida con alguien que ni siquiera me mira? Creedme cuando os digo que lo intenté... Desde el mismo día que sus dioses y mi dios nos dio la bendición yo hice cuanto estuvo en mi mano por acercarme a él.-Retiré mi cabello hacia atrás, para después seguir caminando con tranquilidad.- Y es el día de hoy que sigo haciéndole... Pero nuestras diferencias hacen de nuestra convivencia un sin vivir... -Bajé la mirada hacia mis manos en silencio. Más de una vez él había estado tentado de golpearme, y más de una vez su brusquedad había sigo llevada a mi pequeño cuerpo, pero eso no debía decirlo... Claro que no. Él no entendería que cuando yo decía que era solo una mujer en su cama era así, claro que no lo entendería, pero mi marido era realmente especial...

- Pero no hay mal que ahora perturbe mi vida... Ahora le debo todo a él.-Dije haciendo referencia a mi vientre.- Ahora debo cuidarlo para que nazca sano y fuerte... Confío en que será un fuerte varón o quizás una hermosa dama.-Un leve rubor adornó mis mejillas al hablar de él, nunca pensé que eso pasase, pero estaba tan ilusionada que millones de emociones y sentimientos afloraban.- ¿Os soy sincera? Desconozco la forma de decírselo... Él está siempre tan ocupado con sus quehaceres, que temo que mi presencia lo moleste o interrumpa... Ojalá él fuese cómo usted mi señor, una simple mirada os sirvió para saberlo y apenas me veis en estos días.-Le sonreí con suavidad, para después negar con la cabeza.- Debéis disculparme, hace tanto que no hablo que... Seguro os estoy arruinando la tarde.

Tarde en los patios del Castillo año 468. (Mailcom y Éire)

Sonreí abiertamente casí echandome a reir

-Señora soy un salvaje sin fe ni ley. A cualquiera que le pregunteís os lo confirmará.

Y por lo tanto no tengo deberes, modales ni cortesia.

Cuando estoy con alguien es porque quiero estar con esa persona. Y cuando hablo con esa persona digo lo que pienso sin cortarme.

Vuestro cuñado esta tentado de cortarme alguna cosa precisamente por eso.-

Dedique un momento a pensar

-Y en cuanto a como decirselo podeís hacerlo de dos maneras.

Si fueraís como las mujeres de mi clan lo agarrariaís fuertemente contra una puerta y le diriaís como estan las cosas.

Pero puesto que preferís un metodo menos brutal y más acomodado al estilo del sur una sugerencia al conde sobre que tenía que recordarles a sus siervos que cuenta con que nutran sus ejercitos en el futuro puede dar pie, cuando alguno se sienta que esta faltando a su deber, a que vos salgaís en defensa de vuestro marido comentando que él cumple con su parte.

Siendo hombre aguerrido y belicoso le hinchara el orgullo saber que se ha puesto por delante del resto de sus compañeros. Pero es solo una apreciación.

Y si él no tiene la cabeza necesaria para administraros y cuidar de su familia lo siento pero tendreís que compensarlo vos.

Discretamente, como habeís hecho las mujeres del sur durante generaciones, sed la inteligencia que pare su necedad y ocupaos de lo que os corresponde. Después de todo creo haber oído comentar entre vuestros nobles, una reunión de señores a la que el nuestro quiso que acudiese, -un escalofrio me recorrio recordando tan desagradable tarea- que las mujeres soís las guardianas y defensoras de las casas y familias y que es vuestro deber administrar las haciendas y aseguraros del bien de quienes habitan bajo vuestro techo.- movi la cabeza como aturdido

-Lo cierto es que no lo acabe de entender muy bien, la verdad-

Fecha:1 de Noviembre
Lugar: Gran salón del castillo de Sarum, celebración de la fiesta de la cosecha.
Destinatarios directos: Alanna, Edar, Eire y Mailcom

Intento recomponerme mientras observo a las damas, las he visto con anterioridad pero no caigo ahora quienes son sus padres, por lo que no tengo mas remedio que excusarme, pues sus ropajes tienen calidad y seguramente no hablo con cualquiera.
Por lo que hago una reverencia profunda primero a la ofendida y después a las otras dos mientras digo:- Tenéis razón, soy un torpe y un mal educado, os pido mis mas profundas disculpas si os habéis sentido ofendida, y si pudo remediarlo de algún modo indicarmelo y gustoso lo haré. Mas antes de proseguir podríais decirme vuestros nombres, pues no los se y así difícilmente podre pedir a vuestros padres el favor de poder acercarme con su beneplácito. Después podéis indicarme que queréis tomar y cuando tengamos algo de beber os contaremos lo que queráis saber mis preciosas damas, como por ejemplo como he podido adiestrar a un azor y hacer que cace para mi.

Gran Castillo de Sarum Festival de la cosecha 468. Alanna, Edar, Mailcom y Éire.

-¡Hermana mía!- Cómo cada vez que la veía, posé mi mano zurda sobre su mejilla, acariciándole la misma, para después besar la contrario con tanto amor cómo lo haría una madre.- Alegría la mía al ver que estáis aquí -Respondí con una gran sonrisa. Cuando me presentó al otro hombre, no pude más que sonreír haciendo un suave gesto con la cabeza, afirmando a cada palabra de él.- Cómo bien dice el Señor Mailcom ya nos conocemos.-Mi mirada se tiño de preocupación por las últimas palabras de este.- A cada persona le doy la importancia que se merece, señor.-Mis palabras salieron con un tono brusco, por lo que bajé la mirada.- Y si no mal no recuerdo, a usted hasta el momento... Trato cómo podría tratar a cualquier otro compañero de armas de mi marido.- El tono cambió a uno más suave, a la par que hacía aparecer mi sonrisa en los labios.

Pasando por alto el tema me volví hacia mi hermana, atendiendo a sus palabras, sin poder evitarlo busqué a mi hermano riendo con suavidad.- Las artes amatorias jamás fueron su lado bueno... Recemos por que algo bueno salga de esto y que con vuestra ayuda consiga una buena mujer.-Sentencié. Suavemente mis manos buscaron las de mi hermana, no hice nada más, no dije nada más. Sin dudarlo llevé sus manos hacia mi vientre y tras eso las solté, dando un paso atrás. Éramos mujeres, cualquier señal por mínima que fuese serviría para decir lo que se diría en una larga conversación. Aparte era mi hermana, si me conocía un mínimo sabría a que me refería.- ¿Gustáis de beber algo? -Pregunté en general para poder ir a por ello. Mis manos, entrelazadas se posaron a la altura de mi vientre, descansando tranquilas ahí.

Mientras esperaba llevé la mirada hacia donde estaban aquellas mujeres y mi hermano.