Partida Rol por web

Mostrándose satisfecho por haberte convencido el recepcionista sonríe con orgullo.

- La estancia son veinticinco monedas, pero si paga ya el acceso al coto privado se hace una rebaja y queda todo en ciento diez. El desayuno está incluido, se sirve a partir de las seis en esa sala.

Señala una puerta cerrada con un letrero encima donde hay dibujado un cuchillo y un tenedor.

- Me quedan un par de habitaciones, el grupo que ha visto ocupa una gran parte. Si quiere disponer de ella puede hacerlo de inmediato, de hecho se lo aconsejo, una visita mas y puede que no tenga alojamiento disponible.

—Entonces no tentaré a la suerte — contesté con una ligera sonrisa mientras sacaba las ciento diez monedas y se las entregaba al recepcionista —. Aquí tiene. Por cierto, me gustaría salir a primera hora de la mañana... ¿sería posible?

Por fortuna, el transporte estaba incluido en el precio, pero confiaba en que la hora a la que partía fuera lo antes posible. No quería perder el día entero después de haber pagado tal cantidad de dinero. Al fin y al cabo, no disponía de una cantidad ilimitada, por lo que me venía bien invertirlo de manera adecuada ahora que aún tenía algo de libertad para no tener que ir preocupándome de buscar la manera de conseguir ingresos...

—Para ir a las habitaciones... ¿es por allí? — señalé el lugar por dónde creía que estarían.

La habitación está bastante bien para ser un hotel en mitad de la nada y dedicarse principalmente a alojar cazadores. Sin mucho más que hacer, y cansado por caminar todo el día, optas por dormir y así poder descansar para partir a primera hora.

Tal y como acordaste con el recepcionista llaman a tu puerta cuando todavía no ha salido el Sol. Una voz desde el pasillo te avisa de que en unos minutos saldrá el coche al coto privado.
El trayecto no es largo, viajáis campo a través hasta una zona boscosa todavía rodeada de niebla. El conductor te deja junto a una caseta antes de regresar, allí otro hombre se acerca a ti rifle en mano.

- Bienvenido. Le explicaré las normas básicas: Vigile sus disparos, huya siempre hacía esta salida ya que es la única. El resto del perímetro está vallado, si se topa con la valla puede seguirla hasta este lugar. Nadie se hace responsable de lo que le ocurra aquí dentro, así que vaya con cuidado.

Señala a la caseta, puedes ver la valla extenderse cientos de metros hasta perderse entre los arboles.

- Yo estaré allí, antes de marcharse avíseme para tasar sus presas. Que tenga una buena caza.

Observas la zona y ves que engloba un poco de todo lo que hay por la región. La mitad es un bosque que se hace cada vez mas denso, la otra mitad es la falda de una montaña con algo de vegetación y muchas mas rocas. Por el medio se puede ver la difusa frontera entre ambos entornos.
Sabes que los saurios, y por tanto los animales mas exóticos, se encuentran en lo mas profundo del bosque. Pese a que tengan la población de bestias controlada puede ser peligroso si aparece una manada de ellas. Sin embargo, en esta ocasión, cuanto mayor es el peligro mayor es la recompensa.

Estaba algo nervioso, o quizás sería más preciso decir que me moría de ganas de adentrarme en aquel bosque y comenzar a buscar seres extraños y exóticos por todos lados. Sí, aquélla debía ser la sensación del cazador novato que iba por primera vez tras su presa.

—Gracias por los consejos — le dije al hombre —. Iré a verle en cuanto termine.

Quería capturar y estudiar a un lince azul, pero también quería ver a los saurios y a todos los demás animales que había visto en el folleto. Obviamente, era imposible que me diera tiempo a recorrer todo el recinto... y también debía tener mil ojos para no recibir un disparo en el culo... pero en aquel momento me sentía pletórico.

Sin más, despedí al hombre y avancé lenta y cuidadosamente en dirección al bosque... Aunque mi impulso me pedía adentrarme en él, quise primero asegurar el perímetro. Al fin y al cabo, el recepcionista me había advertido que los lince azules no solían habitar por el interior del bosque.

A medida que te adentras en el bosque notas como cambia la humedad y sobretodo los sonidos que percibes.
El ruido de la brisa en tus oídos da paso a chasquidos aleatorios, movimientos de alas y la constante sensación de pisadas provenientes de detrás de cualquier árbol.

Durante los primeros minutos ves animales comunes, ardillas, conejos y pájaros similares a los que existen en tu país.
Poco a poco ves como la fauna se va reduciendo y los arboles aumentan en densidad y numero. Mientras te adentras mas en el bosque los sonidos cambian hasta que los graznidos se oyen lejanos y las pequeñas pisadas se han vuelto menos regulares pero mas pesadas.
Te aseguras de no internarte demasiado, manteniendo la linde localizada para no perderte y poder salir del bosque sin riesgo a perderte.

Cuando vas a rodear el tronco de un árbol caído ves al otro lado algo moverse con velocidad. Se trata de un pequeño saurio, tiene el tamaño de un perro y, pese a tener diminutos colmillos, sus garras apenas se han desarrollado.
Por lo poco que sabes no suelen alejarse de sus madres hasta que son capaces de cazar en solitario, y aun así siempre se mueven en manada.
Observas los alrededores y no hay rastro de mas ejemplares, puede que se haya perdido o puede que la manada esté oculta.

Sea como sea estás a escasos diez metros del primer saurio que ves en libertad. La bestia parece buscar algo en el suelo. Olisquea sin parar e intentar cavar con sus débiles garras.

¡Un saurio! ¡Un saurio! ¡Un saurio~!

Sí, parecía un imbécil con la boca abierta mirando aquel precioso ser. Pero la imbecilidad no implicaba que no me tomara mis precauciones y me arrojara con cuidado en el primer matorral en el que me pudiera ocultar. Me daba igual que los bichos me picasen por todo el cuerpo, o que la ropa se me hiciera jirones... ¡quería observar el máximo tiempo posible a aquella preciosa criatura!

Sabía que aquel saurio debía ser una cría. Su tamaño me impedía pensar que se tratara de un adulto, por lo que su madre debía estar cerca. Pese a todo, por más que me tomara mi tiempo en mirar a mi alrededor en búsqueda de cualquier otro saurio capaz de mordisquearme y saborearme como un buen aperitivo, no veía nada...

¿Qué haces aquí solito, pequeñín? ¿Dónde están tus amgiuitos?

Debía admitir que no tener controlado a su madre o a su manada me ponía ligeramente nervioso, pero como todo loco amante del resto de criaturas diferentes al ser humano no pensaba marcharme de allí sin tomar al menos algunas notas en mi libreta. En cuanto a capturarlo, creía que era un riesgo que me podía llevar a graves problemas. Me contentaba solo con mirarlo, comprobar sus características y buscar algún rasgo particular que me llamara la atención. Al fin y al cabo, mi presa debía ser el lince azul...

Desde tu escondite observas a la cría de saurio, continúa buscando en el suelo e intentando cavar sin éxito.
El animal deja de intentarlo durante unos instantes, se queda mirando al pequeño agujero que ha creado, esperando algo.
De repente algo salta del agujero directamente al morro del saurio, ves una enorme araña que se encamara a su mandíbula. En cuanto la bestia se sacude el arácnido cae y se apresura a regresar a su escondite. El saurio sigue sacudiéndose pese a no tener nada encima, al mismo tiempo emite un gruñido agudo que no tarda en obtener respuesta de algún punto del bosque.

En apenas unos segundos aparecen tres saurios adultos, vienen de tu izquierda, del interior del bosque. Rápidamente rodean a la cría y a empujones se lo llevan, seguramente de vuelta a la manada.
Mientras ves como se alejan y te fijas que dirección toman notas algo trepar por tu pierna. Al mirar compruebas casi con alivio que se trata de un ciempiés de casi un palmo de longitud.

Me quedé mirando totalmente perplejo toda aquella escena, desde el saurio en busca de aquello que había llamado su atención hasta el ataque sorpresa de la araña gigante. ¡Había sido maravilloso! Primero porque había descubierto que en aquel lugar también habían arañas gigantes... y segundo porque había visto un encuentro totalmente magnífico entre una araña gigante y una cría de saurio. Si por ello fuera poco, la aparición de los tres saurios protegiendo a la cría y llevándola de nuevo al interior del bosque era el broche que culminaba la escena.

Todo hubiera sido magnífico de no ser porque, de repente, noté cómo algo trepaba por mi pierna. Un frío intenso recorrió mi cuerpo mientras mi cabeza recordaba aún el feroz ataque de la araña.

Maldición... muerto por el veneno de un araña, ¿hay una forma más patética de morir...?

La respuesta vino cuando, tras girar con lentitud y sumo cuidado mi cabeza, vi aquel enorme (aunque no tanto como la araña) ciempiés. Un suspiro salió de mi boca, pero no era un suspiro de alivio total... Conozco de sobra a los ciempiés, y sé que hay algunos tipos que pueden ser realmente venenosos...

Sí... si que lo hay. Morir asesinado vilmente por un ciempiés es más patético aún...

Mientras pensaba en aquello, saqué de mi mochila con algo de cuidado el frasco con el mejunje azul que me dio el vendedor de Memmingen y me unté un poco en la parte de la pierna por la que iba a pasar el ciempiés. Y, oh dios... qué mal olía aquello... pero todo fuera por espantar a ese magnífico (aunque probablemente peligroso) insecto.

El ciempiés vuelve por donde ha venido en cuanto se acerca al ungüento, de hecho notas como varios insectos que hasta hace segundos eran imperceptibles huyen de tus proximidades.

Aliviado observas la zona para comprobar que no hay mas presencias peligrosas. Los saurios se han marchado y seguramente han vuelto con su manada, aunque no debes estar muy lejos de ellos.
La araña sigue en su agujero, o eso supones, a la espera de que una victima mas asequible pase por los alrededores de su trampa. Realmente desconoces hasta que punto esa araña puede ser venenosa, su tamaña es considerable y es posible que utilice las patas para retener a sus presas. Aunque ha sido todo muy fugaz calculas que podría medir unos treinta centímetros de ancho, casi podría abrazar completamente tu pierna.

El resto de alimañas del lugar no parecen tan peligrosas, algunos ratones de campo, ardillas y pájaros completan el hábitat local. O al menos lo que puedes ver, no sabes que se mueve bajo tierra ni entre las ramas de los arboles. Y apuestas a que los saurios comen algo mas que pequeños roedores, pero de momento no has visto nada mucho mas grande.

Suspiré aliviado al ver cómo el ciempiés, y las decenas y decenas de insectos que tenía adheridos a mi ropa y de los que ni siquiera me había percatado hasta entonces, salían huyendo tras untarme el ungüento. No sabes lo mucho que agradecí al cielo que aquel vendedor me hubiese regalado aquello... En cualquier caso, ahora iba oliendo a perros, pero más valía eso que estar lleno de picaduras y ronchas por todo el cuerpo.

Bien, ahora vayamos a lo serio...

Lo primero era salir de aquel arbusto en el que me había metido, luego echar una ligera ojeada desde una distancia prudencial al agujero de la araña y, finalmente, dejar colocada la jaula con un poco de carnaza... No sabía hasta qué punto una araña comería carne, pero considerando su tamaño y teniendo en cuenta el ataque que había efectuado sobre el saurio, algo me decía que quizá sí que se sintiera ligeramente atraída por ella.

En cualquier caso, por si la moscas procuré sacar la pistola que le había "robado" al contrabandista y me alejé lo suficiente como para que el olor del ungüento no interfiriera en la caza. Quería capturar a aquella araña y echarle un ojo más de cerca, pero si por algún motivo... en 15 o 20 minutos no había habido suerte, dejaría de perder tiempo con ella y me internaría en el bosque (lo más lejos, dentro de lo que cabe, del camino que habían tomado los saurios) en busca del linceazul.

Preparas la jaula con bastante acierto y esperas a cierta distancia para saber si la araña reacciona al cebo.
Tras unos minutos aparece un pequeño roedor atraído por el olor de la carnaza, en su aproximación a la trampa pasa cerca del agujero de la araña. En apenas un segundo el arácnido sale de su escondite y se abalanza sobre el ratón. La victima esquiva con rapidez y sale corriendo con tan poco acierto que acaba entrando en la jaula.
Atrapado, el roedor apenas tiene tiempo de buscar una salida cuando la veloz araña se cierne sobre él.
Desde tu posición privilegiada ves como la araña usa las patas delanteras para atraer al animal hacia su boca y le clava sus venenosos colmillos. En apenas unos segundos el roedor deja de moverse, para entonces has cerrado la jaula y tanto la araña como su presa están atrapados.

Te acercas para observar con mas detalle y ves como la araña permanece totalmente quieta, estas seguro de que te observa con sus múltiples ojos mientras el roedor, puede que muerto o puede que paralizado, yace bajo sus patas.
A tu alrededor el bosque continúa su monotonía, ajeno a lo que acaba de ocurrir.

Tras ver la rapidez con la se mueve la araña decides mirar bien donde pisas a partir de ahora.

Sí que tenía veneno entonces. No había más que ver el estado del roedor como para suponerlo... solo me preguntaba si el veneno era tan fuerte como para provocar el mismo resultado en el saurio. Quizá aquella parálisis, o quizá muerte, fuera debido a que el roedor era de un tamaño muy inferior a la araña y el veneno hubiera recorrido su cuerpo a gran velocidad.

En cualquier caso, había algo que tenía seguro... pensaba andarme con mil ojos allá por donde pisara. Lo que menos quería era acabar con un pie en una de las madrigueras de aquellas arañas...

Va siendo hora de que vuelvas a tu casa con tu merienda...

Con algo de prisa, anoté un par de datos de la araña en mi libreta, así como realizar un ligero boceto de la forma que tenía. Luego, anudé una cuerda al extremo de la puerta de la jaula y me alejé hasta colocarme en una distancia prudente para, finalmente, tirar de la puerta y hacer que ésta se abriera y dejara salir a la araña. Al fin y al cabo, solo tenía una jaula... y lo que menos quería traerme de vuelta era una araña, por muy grande que ésta fuese.

Si la araña decidía salir sin darme muchos problemas, probaría a adentrarme en el bosque en busca de algún nuevo ser que capturar... por supuesto, pensaba internarme en una dirección diferente a la de los saurios; y, por si fuera poco, la pistola no pensaba guardarla ni en broma. ¡Quién sabía lo que me podía encontrar por allí!

Tomas todo tipo de precauciones para liberar a la enorme araña. Cuando abres la puerta el arácnido no se mueve, permanece quieto como si fuese victima de su propio veneno.
Pequeños movimientos te hacen comprobar que está viva, sin embargo la situación para ella es realmente optima. Se encuentra en un lugar cerrado, a salvo, con su presa aún caliente y una vía de escape por si la situación se complica.
Así que decides eliminar ese confort y obligar a la araña a salir. Con un fino palo empujas el cuerpo del arácnido, te asustas cuando se gira y ataca al palo.
Viendo la complicación optas por usar otra estrategia, empujas a su presa hasta dejarlo fuera de la jaula. La araña no tarda en seguirlo y, en cuanto ambos están fuera, tiras de la cuerda para recuperar tu jaula.
Vigilando a la araña abandonas el lugar, tiene lo que quiere y no debería perseguirte.

Sigues hacia el norte, dejando a la araña atrás y a los saurios lejos y a la izquierda. Durante un rato largo no ves nada interesante, te topas con otro nido de araña pero lo esquivas sobradamente.
Las horas pasan y el mediodía llega sin que hayas encontrado nada de interés. Te has cuidado de no perderte manteniendo ubicada la linde del bosque. Mientras decides si regresar o arriesgarte a profundizar algo se cruza por delante de ti. Son dos comadrejas, normales y corrientes, pero una de ellas lleva algo brillante en la boca.
No te ha dado tiempo a ver de que se trata, solo has recibido un destello cuando el sol ha incidido en el objeto.
Las dos comadrejas siguen corriendo hacia el norte, saltan a un árbol y trepan varios metros hasta ocultarse entre las ramas mas altas.

Dos comadrejas jugueteando por los árboles. Aquello no me sorprendería en absoluto si no fuera porque, con un pequeño destello, algo había llamado mi atención. ¿Qué era lo que aquella comadreja tenía en la boca? Si había brillado al darle el sol, lo más probable era que se tratase de algo metálico.

Quizá no tuviera importancia, quizá sí... el caso es que, como buen curioso que soy, sentía la necesidad de saber de qué se trataba. Así pues, me acerqué con cuidado al árbol por el que habían trepado y busqué con la mirada a las dos comadrejas mientras pensaba en alguna estrategia para arrebatarle aquello.

Trepar, obviamente, no era una opción. Antes de que lo hubiera hecho, las comadrejas probablemente huirían de mí. Podía quizá hacer que bajaran tendiéndoles una trampa con un cebo. O, como última opción, esperar a que dejaran el objeto en algún hueco del árbol que hubieran tomado como refugio. De momento solo me limitaría a tratar de ver si el objeto era realmente importante y si realmente se refugiarían en aquel árbol o volverían a emprender la marcha hacia otro lugar.

La pequeña comadreja permanece sobre un nudo, vigilando a su alrededor mientras intentar morder el objeto.
Puedes ver su tamaño, no debe medir mas de un par de centímetros y tiene una forma cilíndrica. Compruebas que es hueco cuando el roedor mete parte del hocico dentro, es entonces cuando la teoría de que se trata de un casquillo de bala coge fuerza.
No dejas de estar en una zona de caza, aunque muchos usen postas seguramente algunos disparen con otro tipo de armas.
El objeto pierde interés para ti, pero también para la comadreja que, en vista de que no es comestible, lo deja caer al suelo.

Mientras te acercas para verificar que se trata de un casquillo escuchas un rugido lejano, seguramente perteneciente a un saurio. Ha sonado a grito de dolor, agónico, pero desconoces como suena normalmente un rugido de saurio.
Proviene de la zona por donde se fueron los tres que viste, en algún lugar hacia el Este muy dentro del bosque.

Un casquillo de bala, ¡vaya decepción! En cualquier caso, mi curiosidad por determinar con exactitud si realmente era lo que creía me llevó a acercarme al objeto. Y a punto estuve de agacharme para cogerlo cuando sonó aquello...

Era un rugido de dolor y agonía. Obviamente de un saurio... y, probablemente, imaginaba de qué saurio de todo el bosque podía tratarse. Aún tenía presente de manera bastante reciente el encuentro entre la araña y la cría de saurio; y, al fin y al cabo, había visto con mis propios ojos lo que le había hecho a la pobre víctima que había atrapado cuando lo cacé con la jaula.

Un acto reflejo me hizo girarme rápidamente con la intención de ir al encuentro del saurio, a pesar del peligro que ello conllevaba... pero había algo que, como buen curioso que soy, no podía dejar escapar.

¿Realmente eres un casquillo de bala?

Antes de salir en busca del origen del lamento recoges el casquillo del suelo. Dedicas unos segundos a examinarlo y confirmas que efectivamente se trata de uno casquillo de bala normal y corriente. En vista del comportamiento de las comadrejas parece normal que no haya muchos mas casquillos por el suelo.

Procurando no hacer ruido, ni pisar ninguna trampa de araña, te adentras en el bosque siguiendo de memoria el sonido.
La vegetación se va haciendo mas frondosa y eso favorece tu ocultación, pero también dificulta el avance.

De repente te topas con un saurio, sin embargo la curiosidad supera con creces al miedo. La bestia está tirada en el suelo, su cabeza está llena de sangre y la lengua le cuelga fuera de la boca. Se trata de un adulto, no es la cría que te encontraste antes.
No hay ni rastro de su manada, parece que nuevamente se trata de un saurio solitario, algo raro en esta especie.

Un ruido llama tu atención, al girarte ves algo que ningún libro te enseñó. Una bestia enorme está apoyada en un tronco caído e invadido por la flora. Parece un lagarto, aunque por el tamaño casi está mas cerca de los dragones que de los reptiles comunes.
Debe medir como cinco metros desde la cola hasta la cabeza y su altura rondará el metro y medio.
Lo que mas llama tu atención es el porte, sobretodo la expresión que parece tener. Su barbilla sobresale y su cabeza parece estar echada hacia atrás, otorgándole una imagen orgullosa y noble.
El temor no tarda en regresar a tus pensamientos cuando ves sangre en el centro de su cabeza, por la cantidad supones que pertenece al saurio que yace a varios metros.

Permaneces oculto tras un arbusto bastante alto, apenas asomas un ojo entre las ramas pero el lagarto no deja de mirarte. O eso crees, ni siquiera sabes realmente cuantos ojos tiene y si te están mirando. Sigue quieto, sus escamas se mueven con su lenta respiración.
Os separan escasos seis metros, si no fuese por el saurio casi hubieras pasado por delante de él. Su inactividad y el color de sus escamas lo camuflan bastante bien en este entorno.

No sabes si está catalogado en algún lugar, si eres la primera persona en encontrarse algo así o si es una bestia común en esta zona. Lo que si tienes claro es que si ha acabado con un saurio tu no durarías mucho contra él.

Me encontraba totalmente inmóvil, no sé si fruto del miedo o de la emoción que sentía. Uhm, curiosa mezcla de sentimientos bastantes contradictorios, ¿verdad? En cualquier caso, ni pude pestañear... ni siquiera llevar mi mano a la mochila y ponerme a dibujar un detallado retrato de aquel ser; y, aunque mi corazón me pedía a gritos que lo hiciera, mi cerebro agradecía mi reciente inmovilidad, ya que así evitaba hacer ruido.

En cualquier caso, aquel ser parecía haberse percatado de mi presencia... Aun así, me atrevería a decir que, para él, yo no era más que un ser insignificante. Algo similar a una hormiga para nosotros, los humanos.

Lo que pasara después de aquel encuentro solo se trataría de cumplir con el deseo de aquel ser. Si decidía atacarme, no podría hacer nada para impedirlo... si decidía ignorarme y comenzar a comer al saurio, aprovecharía la oportunidad para tomar notas de él lo más ligero posible y, con sumo pesar, largarme de allí. Pasara lo que pasara, me llevaría a mi tumba el recuerdo de haber visto a una bestia totalmente majestuosa.

Como espectador casi involuntario de la escena permaneces totalmente inmóvil a la espera del siguiente paso de la bestia.
Comienza a caminar con un porte elegante, pese a su anatomía de reptil la forma de moverse se asemeja mas a la de un felino.

La bestia menea lentamente la cabeza de un lado a otro mientras se mueve, rastreando sus alrededores en busca de nuevos enemigos o nuevas presas. Se acerca al saurio y lo olfatea, después empuja el cadáver con la cabeza a la espera de una reacción.
Levanta la cabeza como si hubiese detectado un olor o escuchado un ruido y rápidamente se gira hacia tu posición. Cuando está a poco mas de un metro se yergue y estira sus patas delanteras hacía ti. Al caer aplasta una enorme araña que estaba a punto de subir a tu pierna.
Tan cerca la bestia te parece aún mas grande, puedes ver su piel acorazada por gruesas escamas y como sus ojos no dejan de moverse analizando el entorno.

Levanta la pata mostrando los restos de la araña y acerca su morro a tu pecho. Expira con fuerza y notas su fétido aliento, después te empuja con su pétrea mandíbula. Lo hace con delicadeza pese a su tamaño y fuerza, retrocedes para evitar caer y deja de empujarte en cuanto has salido de la vegetación que te ocultaba.

Te mira durante unos instantes y se da la vuelta. Pasa por delante del cadáver del saurio y continúa avanzando bosque adentro.

Mi corazón parecía querer salir de mi pecho y gritar a los cuatro vientos que que me dieran por culo. Incluso el color de mi tez debió ponerse exageradamente blanquecina en cuanto el gélido frío del que sabe que va a morir en breves instantes recorrió todo mi cuerpo. Y ya no solo por el pisotón que creía que iba dirigido a mí y no a la araña de la que ni me había dado cuenta hasta ese instante, sino por el hecho de que tenía a aquella enorme y majestuosa criatura mirándome cara a cara.

Sin embargo, para mi asombro, y para mi satisfacción, parecía que yo no era un peligro potencial para ella. Aun así, tardé unos minutos en poder reaccionar incluso después de que la criatura se hubiese marchado. Y, bueno, esa primera reacción tampoco me hubiera ayudado mucho en caso de que la criatura no se hubiera ido, pues fue solo mirarme las manos y pellizcarme la palma de una de ellas para ver si realmente seguía vivo o si mi corazón de verdad había decidido salir huyendo mandándome a la mismísima mierda.

¿De verdad ha pasado esto? ¿Por qué no me ha matado? ¿Quizá me ha confundido con otra cosa por el olor del mejunje? ¿O quizá no quería comerme? De ser así... ¿por qué no quería comerme? Sé que no tengo pinta de algo apetecible, pero...

Y ésas eran solo las primeras cuestiones que se me vinieron a la cabeza. En cualquier caso, yo estaba vivo... el saurio y la araña no podían decir lo mismo. Lo demás era secundario, así que cogí mi bloc de notas que se había caído debido a la parálisis que había sentido en el momento de ser empujado por la criatura, y salí huyendo del bosque. Suficiente acercamiento con la muerte había tenido por aquel día. Eso no quitaba que me sintiera como una nube por haber visto a una criatura como aquélla.

El alto precio había merecido la pena al fin y al cabo. Ahora solo quería volver al hotel, apuntar todos los datos que sabía de la criatura, hacer un boceto de ella e ir recopilando información. Quizá pronto hiciera otra nueva incursión por aquel bosque...