Colgué mi tridente, cogí el cuchillo, y me balanceé hacia el tronco. Corté la cuerda cuando iba a chocar con el tronco, y me intenté agarrar. Casi lo conseguí, pero cuando estaba casi en el tronco, el hombro me falló, y caí, rascándome los antebrazos y parte de las palmas de las manos. Suerte de tener manos callosas de pescar, pensé, pero aún así, me hice más daño.
Terminé en el suelo, hecho polvo. Daba pena. Recogí los fragmentos de cuerda más grandes, y me puse a buscar señales de algún peligro, de algún camino, o de movimiento en el lugar donde el Bebé se estrelló. Me levanté y me fui caminando con cuidado, tras los árboles, hacia donde podía estar Elica. No podía dejarla herida allí, si estaba con vida. Me puse a buscar rastros de su presencia, o de cualquier otra hostil. No estaba preparado para recibir más heridas, no por el momento... tendría que buscar algún lugar seguro, para descansar...
Motivo: Agilidad
Tirada: 1d6
Dificultad: 10+
Resultado: 2(+4)=6 (Fracaso) [2]
Motivo: Habilidad
Tirada: 1d6
Dificultad: 10+
Resultado: 3(+4)=7 (Fracaso) [3]
Motivo: Daño doble
Tirada: 2d4
Resultado: 2 [1, 1]
Pifiarla está bien... si es en dados de daño, doble 1 :). Raspaduras en los dos brazos . Heridas de 8 a 10.
La cuerda se pierde, si, por cortarla, pero quiero coger varios trozos de los más grandes, por ejemplo el que me queda en la cintura. Lo quiero usar, junto al cordel, para fabricarme otra red en el futuro.
¿Hago tirada de búsqueda para ver si veo a Elica o algo sospechoso en esa dirección?
Recoges algunos trozos de cuerda, pocos, cortos, retales... ya has visto a ancianos reparar redes con algo así e incluso peor pero ¿serás capaz de elaborar una red a partir de esto? Ocupas tu mente con esos pensamientos y empieza a caminar hacia el lugar del accidente. Te resulta muy fácil seguir el rastro de troncos partidos.
Avanzas despacio, a causa de las heridas, has perdido mucha sangre y la cabeza te da vueltas; sigues perdiendo sangre, y cada vez ves más difuso. Temes toparte con algún zombi, o que Elica se haya convertido en uno de ellos. Avanzas, pues, con cautela, cojeando, apoyándote en el tridente, dolorido, perdido.
Llegas a lo que fue una de las cabinas, está hecha trizas. No ves a Elica, ni su cuerpo; tampoco sabes si esta era la cabina en la que ella viajaba; podría ser en la que ibas tú. El amasijo de metal se mezcla con las ramas, la tierra y el olor a combustible. Más adelante ves el principio de la vela del barco, cubriendo una amplia extensión de árboles.
Te notas desfallecer por un segundo, estás mareado, confuso. No ves ni piensas con claridad. Estás en las últimas. Te desplomas.
Bajar, golpearte, caminar cuesta arriba y a oscuras (sin tu luz), ver el barco destrozado, la oscuridad... todo se mezcla y puede contigo.