Partida Rol por web

Ha pasado algo más de un mes desde que llegasteis a este lugar. Al principio os pareció un refugio perfecto, pero ya los primeros días os disteis cuenta de sus carencias y defectos. Nada estaba en buen estado, ni el propio refugio en sí, ni la torre, ni el garaje, ni el perímetro. Y ni hablar de los huertos, asolados por el paso del tiempo, el abandono y las malas hierbas invasoras; no quedaba ni una sola mata de tomates, o pimientos, o siquiera nabos.

Lo primero fue reparar el borde, construido en su mayor parte de valla metálica. Lo habéis reforzado, tapando huecos, cavando hondo y enterrando el arranque de la valla, apuntalando algunos mástiles sueltos... Luego fue el turno del refugio, del mismo modo tapasteis huecos por los que se colaba el frío, cada vez más acusado, repusisteis la reserva de leña con la que alimentar la chimenea que sirve tanto para cocinar como para calentaros durante las largas y oscuras noches.

El taller fue fácil vaciarlo, sacando trastos y cajas viejas que no hacían más que ocupar espacio. Gaspar limpió las pocas herramientas que había e hizo inventario de las piezas y recambios que podrían servir si algún día un vehículo conseguía transitar esa carretera hasta aquí. También verificó la estructura de la atalaya, confirmando su estado deplorable; por el momento resistiría, pero en cuanto fuese posible habría que cambiar algunas barras y tornillos por otros menos oxidados.

Los huertos no tenéis claro cómo afrontarlos. No sabéis si esperar a que pase el invierno o empezar algunos trabajos. De todas formas ni tenéis semillas ni plantas que empezar a cultivar. Por ahora los alimentos con los que contáis (todo en realidad, no sólo alimentos) os los trae Tulio desde Moraime. Os ha contado cosas sobre el mundo, la realidad geográfica, las grandes potencias que manipulan a los asentamientos... También os ha enseñado a pelear, a defenderos sin armas, en los pocos días que pasa de vez en cuando aquí con vosotros.

Por ahora Hoke no es autosuficiente, y Clemente quiere que lo sea. Es vuestra labor hacer que lo sea, y el tiempo apremia, el invierno se acerca. Debéis reforzar las defensas, mejorar el estado de todo, almacenar recursos, comida sobretodo, para pasar el inminente frío invierno que se acerca.

Con los brazos en jarro observo el agua correr limpia con cierto orgullo. La fuente no está lo que se dice perfecta, pero he logrado aumentar el caudal de líquido y para la primavera, con un poco más de mantenimiento, podremos regar el huerto. Por ahora es suficiente para beber y bañarnos. Con el sol del mediodía dando lo mejor de sí, me quito la camisa y me refresco un poco al tiempo que limpio mi cuerpo. Desde que llegamos a Hoke he tenido una especie de alivio de no estar escapando, rodeado de peligros. Mantuve mi cabeza ocupada con las diversas reparaciones que este lugar necesita. Los fantasmas de La Pulga y José, los miembros del grupo que tenemos alejados, aun me acosan, pero no es momento de dejar el refugio aún, sin embargo cada día que pasa siento que es más difícil que volvamos a ver al muchacho. Trato de no pensar en eso.

Las chicas también parecen haber encontrado en qué entretenerse, Nara con sus salidas de caza y exploración, Sunhee preocupada por el huerto que parece que dará más trabajo del esperado. No hemos estado para nada ociosos, además de las reparaciones entrenamos bastante. Sunhee ha inventado unos juegos de moverse como sombras que me cuestan horrores, hasta enfurecerme, y me divierten a la vez. También practicamos para la lucha, soy mucho más fuerte que ellas y sin embargo siempre consiguen escurrirse.

Aún estoy mojado cuando levanto la cabeza y veo a un hombre en la entrada del refugio. Es Tulio, lleva un saco muy grande y va a paso de explorador. Vuelvo a ponerme mi sombrero y me apuro a recibirlo con una sonrisa, el hombre es de pocas palabras pero las escucho con atención porque conoce mucho de este mundo que nosotros apenas empezamos a comprender. Me quedan algunas preguntas desde la última vez que nos vimos. Saludo jovial y me ofrezco a cargar el saco, luego empiezo a soltar el cuestionario. Quiero saber sobre los vecinos. ¿Qué sabe Tulio sobre Touriñán, Ponte Olveira y Loroño? ¿Qué otros caminos conoce? Ayudado por el viejo mapa trato de determinar cuales siguen funcionando, cuales están cerrados y si acaso se han abierto algunos nuevos.

Como cada día que veía a Tulio, mis preguntas se amontonaron una detrás de otra. Quería saber más del mundo, de si los Fráteres aún nos buscaban, pero... sobretodo, quería saber si había descubierto algo nuevo de José. Desde que se separó de nosotros, no paraba de pensar en la soledad y el miedo que debía sentir. Estaba sólo, en un mundo cruel... Yo al menos estaba con Gaspar y Nara. Si estuviera sola, sentiría un pavor horrible. Además, aún me sentía culpable de que José se hubiera ido... Si tan solo me hubiera dado cuenta de que no se sentía integrado... Debí haberlo sabido... 

En el día a día, trataba de librarme de aquellos pensamientos dedicando el tiempo libre que tenía en recolectar bayas de los alrededores, enseñar a moverse en sigilo a José y arreglar el perímetro. También lo intentaba con el huerto, pero era más difícil de lo que jamás pensé. Arrancar las hierbas malas, remover la tierra y hacer los surcos para plantar las semillas... era realmente duro, y eso sin saber si era buen momento para plantar las semillas. Eso por no contar que apenas teníamos semillas. Pero adoraba pasar el tiempo intentándolo, e imaginándome el resultado: yo rodeada de plantas ricas y preciosas para hacer un estupendo estofado de verduras. ¡Qué rico~! 

Tulio sonríe al ver a Gaspar y a Sunhee:

- ¡Hola! Veo que todo va bien por aquí... Gracias Gaspar, tengo la espalda hecha polvo. -dice al aceptar la ayuda del joven mecánico con el saco.

Tras cerrar la puerta los tres os encamináis hacia el refugio, donde os sentáis en torno a la chimenea, en un colchón doblado a modo de sofá, dos asientos de coche, y otros trastos reutilizados como sillas. Tulio se apresura a introducir un trozo de leña en la chimenea. El invierno se acerca a pasos agigantados y el frío cada vez es más intenso.

- Traigo mantas y algún jersey, os harán falta. -explica señalando el saco. Y empezáis a conversar.

¿Qué sabe Tulio sobre Touriñán, Ponte Olveira y Loroño?

Touriñán es una gran región formada por un conglomerado de asentamientos pequeños y bastante precarios. Básicamente son aldeas agrícolas, granjas... siempre lo han sido, desde antes del Xacobeo. Ahora sólo siguen funcionando del mismo modo que lo hacían, casi autosuficientes. Ponte Olveira es muy similar a Moraime, también controlada por frateres, pero mucho más cerca de la Zona; sirve de enlace para Moraime para con el resto de monasterios. Loroño es un asentamiento más, un poco más grande, pero como todos los que forman Touriñán y los de esta zona de Galicia. Se enorgullece de ser libre, no se adhiere a ninguna facción, y negocia con sus alrededores con cabezas de ganado.

¿Qué otros caminos conoce?

A decir verdad caminos hay muchos, pero no son muy transitados. Es por eso que hay que conocerlos bien para no perderse, ya que a veces se desdibujan. Si te refieres a carreteras, son muy pocas, realmente pocas si las comparamos con las pre-xacobeas. Su mantenimiento es difícil, muchas están anegadas, o sus puentes y túneles han colapsado, otras pasan cerca de ex-ciudades grandes, peligrosas, otras sencillamente están plagadas de peligros, vehículos, obstáculos insalvables... Y las que hay no son mucho mejores. Muchos tramos son de asfalto, recuperando autopistas, carreteras, o calzadas, indistintamente, e incluso hay tramos de tierra o nuevos, abiertos por pura necesidad. Los vehículos son escasos, pero no raros de ver, además cada vez hay más; podría decirse que estamos ante un florecimiento de la automovilística.

Quería saber más del mundo, de si los Fráteres aún nos buscaban

- Esta es la primera buena noticia que os traigo hoy. -os cuenta que hace un par de días unos pobres diablos aparecieron en Moraime montados en una furgoneta. Eran tres viajeros, desconocidos, jóvenes. Se jactaban de su vehículo, decían que era del padre de uno de ellos, de muy lejos. Los frateres les invitaron al monasterio en cuanto supieron de ellos. Fueron interrogados y torturados hasta casi la muerte. Los gritos se oían en las frías noches de la urbe. No confesaron nunca haber asesinado a los frateres de Páramos, o eso dicen; pero igualmente se les ha considerado culpables. Un carro de frateres negros visitó Moraime ayer y se los llevó. Todas sus pertenencias (y las vuestras) y también la Pulga, están ahora a buen recaudo en el monasterio. La buena noticia es que creen haber dado con los asesinos de Bitio, André y Estelvio y han dejado de buscaros.

pero... sobretodo, quería saber si había descubierto algo nuevo de José

Poco se sabe. Alguien le vio acompañando a un mercader que salía por la Puerta Sur el mismo día que llegasteis vosotros. Pero ahí se le perdió el rastro. Hay rumores de que se le ha visto en Lires, y también en Ponte Olveira, pero nadie puede afirmarlo con seguridad. Si él no quiere ser encontrado será difícil tener alguna noticia.

- Y tengo otra buena noticia... el Alguacil vendrá aquí pasado mañana.

Sentí una pena terrible por esos muchachos, pero también un ligero alivio. Ya no nos buscaban... de momento. Pero temía que esa furgoneta antigua de un pariente de nosedonde fuera nuestra Pulga. Miré a Gaspar de reojo, seguro que el chico estaría afectado. Tenía tantas ganas de recuperar la Pulga como yo.

—Bueno, al menos ya no nos buscan —dije, intentando animarle—. No tenemos nada que temer.

A Tulio le agradecí las repuesta con una amable sonrisa, aunque las respuestas sobre el paradero de Jose fueran ambiguas. Cada vez tenía menos esperanzas de encontrar al que fue nuestro amigo...

—¿Mañana vendrá el alguacil? ¡Qué bien! —exclamé finalmente cuando escuché la noticia—. Nara está ahora mismo cazando. Guardaremos algo de carne para prepararle un estofado. ¡Ven tú también, Tulio!

¡Me encantaba la idea de preparar una comida con más gente! Tener invitados en nuestro nuevo hogar y charlar tranquilamente. Ya estaba pensando hacer algo bien rico con los conejos que cazara Nara, ¡algo para chuparse los dedos!

—Por cierto, Tulio... ¿cómo  están los zombies últimamente? ¿Más... tranquilos?

Recordaba el camino hasta el refugio. Habían poquitos zombies, pero los había. Temía que Tulio hubiera tenido que enfrentarse a muchos él sólo hasta venir aquí de nuevo.

Tomo nota despreocupado mientras Tulio comenta sobre los otros asentamientos y sobre los caminos. Está claro que es imposible andar “de incógnito”, las rutas transitables son muy pocas y es probable que siempre alguien termine por verte. Cuando el hombre habla de la primera buena noticia me ilusiono, sin embargo pronto un inmenso pesar cae sobre mi pecho. Es una terrible angustia, prefiero creer que no se trata de La Pulga sino de alguna otra furgoneta, pero ¿Cuáles son las posibilidades? Muy pocas… - Pe… pero… entonces… - No puedo terminar una frase, tengo que tomar aire para continuar. – ¿Has podido ver la furgoneta? – pregunto mientras busco mi mochila para mostrar el manual de reparaciones de nuestro hogar. - ¿Se parece a esto? - Digo señalando la portada en donde se puede ver muy descolorida una versión sin modificar de La Pulga. Tengo una vaga y lejana esperanza de que estemos todos en una confusión. Está perdida. Nunca la rescataremos de las manos de los fráteres. ¿Quiénes eran esos jóvenes? ¿Cómo pudieron encontrarla?

La noticia de la visita de Clemente apenas me alivia, pero no puedo dejar de pensar en La Pulga. El escuchar que se ha visto a José aquí y allá también me parece algo muy bueno, pero todo está opacado, teñido de un gris angustiante. Es fácil que cualquiera lo note, tengo la mirada algo perdida y me pierdo parte de las conversaciones. De alguna manera La Pulga se había sacrificado para librarnos de toda culpa, bueno… y esos muchachos… pero para ser honestos no son ellos los que me preocupan. En este momento siento que es imposible que recuperemos nuestro vehículo y ese pensamiento me sume en una horrible depresión.

- No. No tenéis nada que temer. -asegura el joven con una sonrisa.- Clemente vendrá y creo que tiene algo importante que deciros, pero yo no sé el qué. Tengo que irme esta misma tarde, debo llegar a Belir mañana... ¿los zombis? Como siempre... mejor evitarlos. He visto algunos de camino.

- Todos en Moraime la han visto. -mira el manual- Sí, supongo que era algo así, con una pala delante y bastante más reforzada. Era la vuestra ¿verdad?

Luego Tulio se acomoda y se tumba. - ¿Os importa que duerma un poco? Estoy muy cansado. Despertadme cuando vuelva Nara por favor, también quiero saludarla.

- Claro, duerme tranquilo – Apenas murmuro, al tiempo que doblo el manual y lo guardo nuevamente. Camino unos pasos sin rumbo por la habitación hasta que finalmente me decido a salir a tomar aire.

Mecánicamente camino hacia el taller, no le he puesto esfuerzo al lugar, sabiendo que faltaba algún tiempo para poder traer a La Pulga… pero no pensé que fuera tan difícil. Empiezo a acomodar y limpiar un poco, por mantener la cabeza ocupada. Apenas puedo contener las lágrimas.

Era la Pulga, no había dudas ya... Sentí una pena horrible. Para mí, la Pulga era uno más de la familia; uno más de nosotros. Pero, para Gaspar, era más que eso. Había dedicado muchas horas a arreglarla. Casi se podría decir que era fruto de su creación y, por lo tanto, casi como un hijo. Cuando Tulio se acostó, seguí con la mirada cómo Gaspar salía del lugar. Iba cabizbajo y como si hubiera perdido la energía de golpe.

En un primer momento dudé qué hacer, pero finalmente me decidí a seguirle hasta el taller. Allí le vi recoger las cosas y limpiar.

–¿Cómo estás? —le pregunté, sin rodeos. 

A veces, hablar las cosas y desahogarse con alguien que te escuche era lo mejor que se podía hacer. Yo pensaba escucharle todo lo que necesitara y apoyarle. Incluso si me decía que le dejara sólo. Siempre le apoyaría, al igual que a Nara y a José...

Estoy revolviendo cacharros sin mucho sentido cuando llega Sunhee, no la veo, ni me doy cuenta que está allí hasta que habla. Detengo mis movimientos erráticos para girarme a mirarla.

- … estoy… frustrado… supongo – aprieto los dientes para no llorar, muchos pensamientos me invaden pero uno es el que destaca. - ¿Recuerdas antes de que se fuera José? Discutimos por si dejábamos o no escondida La Pulga.

FLASH BACK ZOMBIS: ÉXODO, EPISODIO 04 SUPERVIVIENTES

Detengo un momento La Pulga porque no puedo creer lo que estoy escuchando y tengo la ilusión de que el motor no me deje oír bien. Estoy por responder bastante enojado cuando Nara pone a José en su lugar. De hecho contengo la risa cuando le dice que mató un zombie y un anciano para no quitarle seriedad. - Me van a sacar de La Pulga muerto. Si la dejan aquí mejor me dejan comida también... y no puedo prometerles que estemos cuando vuelvan. - Sentencio antes de encender nuevamente el motor y continuar. - En mi plan imaginario el hermano de Luska nos deja guardar La Pulga en su taller y me ayuda con el humo negro.-

- Me puse en duro con José… Lo desafié. Pero luego no pude sostener mi palabra y terminé dejando La Pulga abandonada. – Mientras hablo tomo asiento, el cuerpo me pesa una tonelada. - José nos dejó por actitudes como esa. ¿Y si tiene razón y no lo tratamos como se trata a alguien a quien queremos? Ahora hemos perdido a ambos y siento que en parte es mi culpa por no mantenerme firme.

Cuando empezó a hablar, le escuché atentamente; pero cuando dijo que era su culpa que José se hubiera marchado, negué con la cabeza. No era su culpa que las cosas fueran como estaban ahora. Ni tenía culpa de lo de José, ni mucho menos de lo de la Pulga.

—Gaspar, no hiciste nada mal —dije, acercándome a él y sentándome justo en frente suya, luego le apoyé una mano cariñosamente en la rodilla—. Hasta los mejores hermanos discuten, y no por eso se quieren menos. José lo sabe. Y la Pulga... no podíamos seguir con ella con los Fráteres siguiéndonos. No teníamos otra opción que ocultarla, o... nos habría acabado pasando lo mismo que a esos pobres chicos. 

Incliné mi rostro tratando de buscar su mirada.

​​​—Yo también echo de menos a José, pero no podemos obligarle a que esté con nosotros. Fue su decisión, y debemos respetarla.

​​Pronto decidiría volver y todo sería como siempre, solo necesitaba tiempo. O eso quería creer... 

La calidez de Sunhee siempre es reconfortante. - Estamos encerrados en este lugar como cuando empezamos. – Suspiro profundo y por fin dejo correr algunas lágrimas. Siempre llegan cuando empieza a bajar el enojo y da lugar a la auténtica tristeza.  Sollozo un momento en silencio. Luego empiezo a buscar culpables. – Fráteres de mierda. Sólo nos han traído problemas. Nos acorralaron, nos presionaron y acabamos medio enloquecidos y discutiendo entre nosotros. Han torturado a unos pobres chicos inocentes y nos roban lo que es nuestro… -

Sabía cómo se sentía. Yo también me sentía así... Quizá fue por eso que, cuando las lágrimas empezaron a recorrer las mejillas de Gaspar, me levanté de mi asiento y le abracé el rostro con mi cuerpo. Mis brazos rodeaban la parte posterior de su cabeza, y mi mejilla la apoyé suavemente en su pelo. Le abrazaba para animarle e infundirle tranquilidad, pero también lo hacía por mí.

Así estuve, callada escuchándole. Luego, sin separar su rostro de mi pecho, le respondí casi en un susurro... 

—Ya no nos seguirán más y podremos rehacer nuestra vida con tranquilidad...

No quería separarme del abrazo, aunque lo hice para cogerle el rostro con mis manos, secándoles las lágrimas y mirándole a los ojos.

—Ya no tenemos nada que temer, olvidemos lo que pasó en la abadía... 

Mientras habláis tan íntimamente. Los problemas parecen minimizarse. Todo parece desaparecer y desvanecerse a vuestro alrededor. No hay problemas. No hay sufrimiento.

La cercanía al otro, y el contacto físico mutuo os reconforta, a ambos. Os hace sentir bien, en paz.

Un grito, proveniente de afuera, del monte, de la fuente, os interrumpe. Es Nara: - Gaspaaaaar!

La cazadora grita desde la fuente, subida a una roca que sobresale un poco entre los arbustos que la rodean y los árboles. Va cubierta de sangre y carga un trozo de carne peluda.

Está lejos aún.

Veo a mis amigos a lo lejos y me acerco hasta ellos, sudando. En cuanto estoy cerca dejo  caer la pierna, me pesa mucho y estoy harta de cargarla, por no hablar de lo llena de sangre que estoy. Tengo que lavarme y volver corriendo a hacer guardia, porque menudo rastro de hedor a sangre he dejado.

​¡Ya tenemos cena!

El momento, el lugar y la compañía se expanden por mi cuerpo relajando poco a poco la tensión de las malas noticias. Suspiro una vez más, pero esta vez es alivio. Dije lo que necesitaba decir y con las palabras liberé un peso. Las palabras de Sunhee dispersan aquella noche, me ayudan a mirar hacia adelante.

- Gracias por estar siempre – Alcanzo a murmurar cuando un llamado se lleva mi atención.

Desde la fuente Nara grita para que vayamos. Está toda cubierta de sangre y lleva un enorme pedazo de carne con ella. ¡La cacería ha ido excelente! Salgo del taller muy aliviado. Me apresuro a ayudar a la cazadora, se la ve exhausta y feliz. Le daré su momento antes de darle las malas nuevas.

-  ¿Con qué te topaste? Eso es enorme. – Me acerco para ver la pieza más de cerca, saco el cuchillo para revisarla. – Voy a prender el fuego ahora mismo. Cuidado con aparecerte así, ha llegado Tulio y está durmiendo. Puedes matarlo de un susto. – Bromeo mientras cargo la comida para llevarla a la cocina. El tono de la broma me sale algo amargado, sin alegría.