Partida Rol por web

- ¡Hey hou! ¡Tranquilos amigos! Solo soy un cazador que se ha despistado en el camino. He preferido salir de entre los matorrales para que no pensasen que les estaba acechando.

El tipo era bastante alto y peinaría canas si no fuera calvo como una bola del porvenir. Contrarrestaba su falta de cabello con unas largas y profusas barbas blancas. 

- Iba con los botarates de Tim y Tom, los gemelos, pero nos despistamos un momento y los he perdido de vista. Por un casual no los habrán visto ¿no? Me llamo Jon. Jon Nieves. Por la barba ¿saben? Blanca como la nieve. Algunos me llaman también 'el del muro' porque tengo un muro rodeando mi casa. Y digo yo que un hombre tiene derecho a intimidad ¿no creen? 

Los aventureros todavía estaban asimilando la primera información pero parecía que aquel tipo tenía un serio problema de incontinencia verbal.

El enano se vio de pronto sobresaltado por el humano que apareció sin previo aviso en mitad del camino. Y era una pena, porque estaba terminando de perfilar en su cabeza como sería su flamante armadura de gólem.

En cualquier caso, el tipo se puso a hablar de unos gemelos y de que era un cazador. Pero Gromenauer era un enano, y no se fiaba de nadie. Y mucho menos de un tipo calvo y con barba que no era enano. Parecía que llevaba el pelo del revés, y eso era un claro síntoma de que no había que confiar en la gente así

Además, charlatanes y embusteros ya había conocido a muchos. Incluso llevaban al mayor intento de uno en el grupo.

El enano echó un vistazo alrededor. Si había dos tipos con aquel bocazas no deberían estar lejos. Echó un vistazo al sendero y vio tierra removida y huellas que iba hacia la derecha. No hacía falta ser un explorador para saber que por allí había pasado alguien recientemente. Las huellas podían coincidir con la de los dos individuos que buscaba aquel paisano de pelo del revés^[1]. En realidad todo parecía apuntalar la versión del individuo... al menos que alguien había cruzando el camino hacia el lado contrario dejándolo a él atrás. Pero ¿para tenderles una emboscada o según la versión de Jon, por puro despiste?^[2]. Mientras el otro seguía con su cháchara Gromenauer se fijó en ese lado. Y vio ramas que se movían a unos veinte metros, acercándose^[3].

Roark miró de arriba a abajo al recién llegado y luego escrutó los alrededores. No es que no se fiara, bueno sí. Es que, por naturaleza, no se fiaba de nadie desconocido. Y más si el desconocido aparecía en medio de la nada diciendo que estaba realizando algo totalmente inocente.

Así que dio unos pasos alrededor del grupo describiendo un círculo. Casualmente, como si tal cosa, y escuchando atentamente al recién llegado mientras lo hacía. Mientras lo hacía, la mirada rastreaba los alrededores intentando encontrar algún tipo de trampa, ya fuera para cazar animales... O aventureros. Prestó especial atención a montones de hojas, cuerdas, posibles zanjas, palos afilados y cosas así.

Aunque a lo mejor disipaba un poco la ilusión de paseo inocente de Roark, la mano libre descansaba sobre el pomo de la espada... Con mucha displicencia, pero ahí estaba.

Roark revisó el área en busca de cualquier trampa o mecanismo peligroso. No es que no se fiara pero no se llegaba a viejo en Zork silbando por los caminos sin atender a los detalles. Si aquello era algún tipo de trampa desde luego no había nada mecánico. 

Rathikus miró con desconfianza al recién llegado. Parecía un hombre vivaracho y hablador, pero no dejaba de resultar extraño que saliese sin más de entre la maleza.

—¿No es un sitio un poco alejado para cazar?— preguntó, el mago, con tono petulante —No parece que hayas tenido mucho éxito, desde luego. Ni encontrando piezas, ni a tus compañeros.

Dworkin dio un respingo al ver al hombre que salía entre la maleza. Como él, sus compañeros tampoco se habían percatado de su presencia y reaccionaron con suspicacia.

- Saludos, Jon- dijo, no venía mal un poco de amabilidad, de las preguntas y las suspicacias ya se estaban encargando los demás- nos dirigimos a Sarem, pareces muy familiarizado por la zona, ¿cómo está el camino? ¿algún problema que debamos tener en cuenta?

Menudo cazador más incompetente. Desde luego, eso explicaba porque estaba tan delgado. Si perseguía a sus presas igual que a sus compañeros, pasaría hambre.

Sea como fuere, su versión parecía que tenía parte de verdad, pero Gromenauer era un enano. Y eso significaba que no se iba a fiar de lo que decía el primer viejo calvo que se cruzaba en su camino.

Así, ignorando la conversación, saco su martillo y se dió la vuelta, preparado y esperando que pasase algo en su retaguardia.

- ¿Alejado? Claro, claro que está alejado. La caza no se caracteriza por vivir cerca de las poblaciones. Pero, uhm, esta zona se llama 'coto del cazador' por algo ¿sabes? Antes se llamaba 'coto de caza real' pero el rey, la verdad, nunca vino por aquí. Mi abuelo me dijo que el duque viejo vino en cierta ocasión pero que no se cobró ninguna pieza... no destacaba por ser un gran cazador, aunque dicen que era un buen gobernante, no como sus descendientes... ops... espero que no seáis de la nobleza. Aunque me atrevería a decir que parecéis más bien aventureros ¿no? ¡Menuda arma más portentosa! - dijo señalando el martillo de Gromenauer - ¡La de historias que debéis saber! Siempre me ha parecido una locura ir por ahí de aventuras arriesgando la vida pero ¿quién soy yo para juzgar a los demás? Seguro que es algo emocionante.

El tipo no paraba. Soltaba palabrería a una velocidad increíble.

- Por aquí vais bien para el camino principal. Está a un par de kilómetros por delante siguiendo el sendero. ¿Peligros? No. Algún jabalí debería haber pero para nuestra desgracia no los hemos encontrado. Aunque para una gente como vosotros un jabalí dudo que se considere un peligro. Definitivamente no, para vosotros esto debe ser un paseo. Si queréis algo de emoción he oído que en algún sitio del bosque hay un lago de dríadas, una torre de un viejo nigromante y las ruinas de un alquimista. Aparte de un nido de mantícora. Pero no sé si creerlo. Nunca he visto nada de eso, claro que nunca me he adentrado tanto en el bosque. Solemos cazar en esta zona y.. ¡hey hou! ¡aquellos deben ser Tim y Tom!

Señalaba hacia el bosque, al otro lado de los aventureros, lugar hacia el que Gromenauer ya estaba mirando. Efectivamente dos muchachos jóvenes, totalmente idénticos, se asomaban por esa zona. No disimularon la sorpresa de su rostro al ver al grupo de aventureros.

Los dos jóvenes eran como dos gotas de agua y, además, vestían de forma idéntica.

- ¡Jon! ¿Pero qué pasa contigo viejo cascarrabias? 

- ¿Y quién es esta gente?

- ¡Son aventureros! ¡Son aventureros! 

- Sin duda lo son.

Hablaban a la vez, interrumpiéndose el uno al otro o terminando las frases de forma separada. Era como si más que dos hermanos estuvieran en presencia de una imagen espejo creada por un mago. Pero con aquella cara de pánfilos nadie podría creer que Tim o Tom fueran poderosos magos.

- ¡Nosotros también queremos ser aventureros!

Lo que les faltaba a los aventureros: aprendices.

A Rathikus se le iluminó el rostro ante la mención del Nigromante. Esas viejas cabras solían atesorar valiosos objetos de poder como varas o filacterias, todo un botín de magia arcana. Claro que siempre cabía la posibilidad de que hubiese logrado transformarse en liche, y eso sí que podía ser un fastidio.
—Esto... ¿has dicho "nigromante"? ¿Nos podrías decir más cosas acerca de esa torre?— preguntó, ignorando totalmente la llegada de los gemelos y, por su propio bien, cualquier cosa relacionada con las mantícoras.

- Hey hou, no sé que más decirte.- eso era una novedad con el paisano, pero pronto lo desmintió - El caso es que la llaman el Colmillo o el Diente o una cosa parecida. Está por el nordeste en lo más profundo del bosque. Mira, nadie se acerca por allí porque dicen que hay esqueletos protegiéndola. No es que yo los haya visto pero Axichal fue allí por una apuesta y cuando volvió no quiso hablar con nadie de lo que vio. De hecho se tiró un par de meses sin hablar. Estaba todo pálido y se asustaba como un ratón por cualquier ruido brusco. Nunca se recuperó del todo. ¿Verdad chavales? - dijo dirigiéndose a los gemelos, que absorbían la historia como esponjas - Y de vez en cuando pasan aventureros por Salem pidiendo las referencias de por donde se va hasta allí. Como vosotros, vaya. Hey hou, pero yo no me acercaría al lugar ni por todo el oro del mundo. Pero bueno, ¿qué sabré yo? soy un cazador, no un aventurero. Seguro que para vosotros cargarse esqueletos vivientes es como para nosotros cazar ardillas ¿eh? Estoy seguro que el martillo ese es fenomenal para aplastar huesos.- señaló nuevamente el arma de Gromenauer - ¡Que digo huesos! Eso debe aplastarlo todo como si fuera mantequilla. Yo prefiero el arco ¿sabes? Mejor a distancia. Y eso que un ciervo no te va a comer las entrañas pero esos astados pueden ser peligroso en época de cría. En serio. No digo que sean como esqueletos vivientes, que no voy a restar mérito a lo vuestro, pero que tienen también su peligro. Y los jabalís. ¡Esos sí que son jodidos! Porque a Rober le arrancaron una pierna así de golpe, por despistado. Si yo siempre le decía que no bebiera cuando fuera de caza, pero no tenía cabeza. Ahora la sentó porque se casó con Mariela, pero mira que le costó. ¡Una pierna! ¡Hey hou! Si me hubiera hecho caso eso que se ahorraba el cabeza hueca. Porque labrar la tierra con una pata de palo es jodido... Y Mariela ya no le deja ir de caza, normal. Lo malo es que ahora bebe a escondidas, lo que es casi peor.

El tipo era, simplemente, imparable. 

-Podría meterse a pirata...- Terció Roark mientras le estrechaba la mano -Amigo eeeeh, Jon, ha sido un placer conocerle pero es que tenemos prisa ¿sabe? Tenemos una reserva en la cantina de Shen y no queremos llegar tarde.- Dicho lo cual le soltó la mano e hizo un gesto a sus compañeros con el arco para que siguieran andando -¿Verdad que no queremos llegar tarde?- Sin aguardar respuesta se volvió a Jon -¿Lo ve? No queremos llegar tarde. 

Echó a andar hacia Sarem y añadió un -¡Suerte con la caza!

"Lo más profundo del bosque", "esqueletos guardianes"... Ahí debía esconderse algo realmente valioso, sin duda. Sin embargo, y tal como había expresado de forma tan impertinente Roark, lo que estaban deseando era tomarse un buen descanso. El "colmillo" podía esperar.

Antes de contestar, dedicó por primera vez un vistazo a los gemelos. ¿Querría alguno convertirse en aprendiz de mago?
Negó con la cabeza; ya tenía bastante con el zoquete de Roark.

—Coincido con mi compañero— dijo —, tenemos bastante prisa. Y no os pensamos vender el martillo —añadió.

- Tened buen día, amigos- se despidió Dworkin con la mano- tal vez nos veamos más tarde. Como ha dicho mi compañero estaremos en la cantina de Shen. ¿Hay mejor sitio que una cantina para intercambiar historias?

El enano era consciente de la incontinencia verbal de aquel hombre pero creía que, tal vez, debajo de toda aquella verborrea, pudiera aparecer información que valdría su peso en oro. Al fin y al cabo, información era lo que buscaban, ¿no?

El tipo no paraba de hablar. Sin duda, era todo un incordio. Pero si se quería sacar oro de un río, había que tamizar todo el agua. O algo así. Lo cierto es que Gromenauer no era muy amigo del agua, así que tampoco prestó mucha atención a ese dicho.

Pero fuese como fuese, el dicho tenía parte de razón. Así que el enano, ni corto ni perezoso, antes de que volviesen a emprender la marcha, preguntó—. ¿Has dicho alquimista? ¿Sabes algo de quién vivía ahí? ¿Y de las dríades? ¿Acaso no son las mujeres que viven en los árboles y no en los lagos? ¿Qué hacen las dríades en los lagos?* Y por todas las trancas cachiporrantes, ¿has dicho mantícoras? ¿mantícoras en este bosque? ¡Pues sí que está concurrido!

Y dicho todo esto, el enano se preparó. Pero no como se preparaba normalmente. Esta vez no sacó su escudo ni preparó el martillo. Esta vez sacó su odre enano y se echó un trago por uno de los pitorros. Seguramente el tipo fuese para rato. Si podía aguantar golpes, podría aguantar la charla de este tipo sin desfallecer.

Roark, que ya se veía libre del plasta del cazador, inclinó la cabeza derrotado durante un segundo al oír a Gromenauer. Luego decidió hacer como que no había oído nada y siguió caminando...

Rudar se echó las manos a la cabeza. Estaban a punto de irse y Gromenauer se iba a entretener dandole gancho a ese tal Nieve.

Sin pensárselo dos veces se puso detrás del enano y comenzó a empujarlo como si fuese una gran piedra.

—Disculpe señor... no recuerdo su nombre, he oído tantas palabras que creo que ya olvidé si alguna vez lo dijo. Nuestro compañero no entiende la necesidad de darse prisa —se excusó mientras esbozaba una falsa sonrisa en la cara.

—Venga pasmarote, no queremos que este hombre nos cuente otra vez todos los milagros de su vida —le susurró al enano mientras trataba inútilmente de moverlo.

- Oh, pues yo no sé mucho del alquimista pero mi primo Ernesto, que se dedica a la fabricación de tintes, puede que sepa algo más ya que ¿acaso no es lo mismo mezclar tintes que otro tipo de alquimia? Claro que bueno, mi primo no es muy hablador. Una tumba, que le decimos en las comidas familiares. Y ni comer come. Yo creo que es porque su mujer le está dando la tabarra con el tema de la dieta. ¿Y desde cuando un hombre de bien se pone a dieta? Uh, oh... Las dríadas no sé si son de río, de mar o de bosque pero seguro que son más interesantes que una mantícora. Que yo ver no he visto a ninguna pero un amigo de mi cuñado una vez...

La voz del individuo fue quedando atrás, imparable, mientas Rudar empujaba a Gromenauer. No es que el mediano pudiera mover al enano si éste no quisiera pero en realidad el subconsciente del guerrero se había activado para la supervivencia y había tomado el control de las piernas para seguir el camino.

Un poco después el grupo encontró el sendero principal tal y como esperaban. A partir de este punto el bosque ya no era tan amenazador. Si bien pudiera albergar mantícoras, dríadas de lago, ninfas, duendes o cazadores bocachancla todos esos peligros estaban hacia el norte, hacia la espesura. Hacia el sur les esperaban los terrenos cultivados y la aldea de Sarem. 

Así continuaron su camino hasta salir del bosque y adentrarse en los fértiles terrenos de las cercanías de Sarem.