Partida Rol por web

Firfin escupió lo que estaba bebiendo ante la pregunta de Oten y empezó a reír de forma sonora, luego entonces, notó la seriedad en la mirada de los enanos, sobre todo de Oten. – ¿Como?, ¿es en serio? – preguntó el humano aún con la carcajada en el estómago, aunque ya intentando ahogarla, con algo de éxito – creí que era una broma – se disculpó. Realmente no sabía si la mujer era religiosa o no, pero no veía que podría de tener de provechosa dicha información para la misión que habrían de enfrentar.

– Eso, eso – señaló el humano en respuesta a lo dicho por Noren, ese enano no hablaba mucho, pero lo cierto era que coincidía en muchas ideas con él, aun cuando prefiriese no comentarlo. – La información siempre es útil, si no la vemos, podríamos morir solo por la ceguera – dijo codeando a Aren, a quien consideraba el jefe de todos para luego hacerle notar con los ojos que pusiera atención a Morkai, pues allí podría haber un problema.

—No sirvo a ningún dios. Podría servir a Haron¹ pero no veo sentido pedirle al Dios de la Guerra que vele por mí. En todo caso le ofrezco mis victorias si con ello está contento y no me causa problemas, pero no le quiero deber nada a ninguna divinidad.

Se quedó mirando un momento a Oten y luego a Firfin. No parecía tener muy claro de que iba la cosa o quien tomaría la decisión de contratarla.

—Pensé que hablaríamos más bien de mis honorarios y no de mi fe. Como bien decís el Valle es un sitio peligroso y traicionero. Es cierto que cuando fuimos allí no estábamos suficientemente preparados pero ha pasado mucho tiempo y he aprendido bastantes trucos. He preguntado por ahí a algunos colegas... creo que no habéis encontrado muchos candidatos a forma parte de vuestra compañía ¿no? Sólo tenéis a éste que es probable que no sepa ni a donde va.— señaló con la jarra a Morkai ignorando las miradas que le lanzaba —Siento curiosidad por saber cuanto estáis dispuestos a ofrecer por mi acero.

– No te fijes tanto en sus palabras – dijo Firfin retocando el momento. La mercenaria, aunque no le conocía en persona, seguramente había oído hablar de él, Firfin al menos le conocía de vista a ella. – Quizá no lo sepas, pero los enanos son un tanto desconfiados, y estos tres son de los más desconfiados. Lo que intentan averiguar es si eres una persona honorable y leal, ellos sienten que sabiendo si eres fiel a un dios podrán saber eso. Lo cual quizá sea cierto en algunos casos, yo tendría mis dudas, pero en general ciertamente no es así, al menos no para un humano. Y bien, quitándonos a todos los dioses habidos y por haber de encima, seguramente podremos llegar a un buen trato con el tema de tu pago, y recompensa – dijo el enano intentando fijar que habría un segundo pago según sus logros, buscando con ello reducir el pago inicial, aunque no se atrevió a formular ninguno, eso dependía de los enanos, ellos llevaban las sales encima. De Morkai y de la reacción de los enanos, no hizo caso, de momento.

—Digamos que nos gusta saber por lo que vamos a pagar.—

—Necesitamos un guerrero que nos acompañe en un viaje muy peligroso. Un guerrero noble y fiel que no huya con las primeras dificultades. Por ese perfil estábamos dispuestos a pagar 400 sales diarias. Pero en ti hasta ahora solo hemos visto una pose.—  Oten señaló con su jarra la mano que la mercenaria tenía sobre su espada imitando el mismo gesto con el que Stella había señalado antes al semiogro.

 —Dices no querer deber nada a nadie, tampoco demuestras tener ninguna fe que no sea las sales y, además, reconoces que en el pasado saliste huyendo del mismo sitio al que ahora vamos.— 

 —Por tanto solo pagaremos por tu acero que es lo que ofreces.— 

 —300 sales diarias.— 

 —Esa es nuestra oferta. — 

La mujer se levantó de la silla apurando lo que quedaba de su cerveza.

—¿Me llamas cobarde y luego me ofreces una miseria pidiendo lealtad en un viaje al Valle de los Sueños?— lanzó una risotada mientras apuraba lo que quedaba de su cerveza —Si a eso sumamos que se acabó la bebida no veo motivo para seguir perdiendo el tiempo.

Se levantó de su silla y abrió la puerta de forma decidida:

—Que tengáis suerte para encontrar a alguien que os ayude a cruzar el Valle de los Sueños por esa miseria.— se giró un último momento para hablarle directamente a Oten con una sonrisa de desdén: —Quizás rezando a vuestro dios se allane el camino. Buscad en una iglesia a un santo, no en una taberna a una guerrera.

— Tranquila mujer, nadie te ha llamado cobarde — las palabras del explorador surgieron calmadas mientras seguía acariciando a su oso en un rincón de la habitación — Sólo estamos negociando. Pero si decides irte, las negociaciones se acabarán. Es tu opción — agregó encogiéndose de hombros y sabiendo que la oferta de su compañero resultaba insuficiente.

— Si crees que tu espada vale más que 300 sales diarias, dinos cuanto crees que vale. Pero recuerda que no hablamos de un par de días, sino de un par de semanas. Probablemente más. Y nosotros nos haremos cargo de las comidas, incluso en el caso de que seas capaz de comer tanto como Morkai — bromeo mientras señalaba al semiogro — Y, si para ti es importante, podríamos estar dispuestos a conversar sobre una parte de lo que podamos encontrar en el Valle. Nosotros buscamos un objeto en particular sobre el que no cederemos ningún derecho, pero sobre el resto... bien, estamos abiertos a hablarlo —

— Si realmente has aprendido tanto como dices del lugar, tu ayuda puede ser bienvenida. Yo estoy acostumbrado a moverme en la naturaleza. Mis hermanos quizás no tanto, pero saben como usar sus armas. Incluso nuestro amigo Kraken es capaz de eliminar a un Jagert con un único disparo de su honda — exageró la participación del pícaro sin sentirse mal por ello.

Tras pensarlo un momento añadió — presiento que a ti te interesa volver al lugar. Quizás para probarte algo a ti misma? Quizás para vengarte de esos hombres lagarto? No se el motivo. Sin embargo, así como a nosotros nos puede interesar que nos acompañe alguien que ya conozca el lugar, a ti te interesará hacerlo acompañada por combatientes experimentados. Quizás, debas tomar eso en cuenta al momento de plantearnos el monto de tus honorarios —

— Por cierto, te aconsejo que no descartes la ayuda divina. La fe de Oten es reconocida por todo nuestro pueblo por justos motivos. Si esos hombres lagartos que nombras te dejan al borde la muerte, agradecerás que sea capaz de solicitar los dones de Kramor para mantenerte con vida —

– ¡Olvidaos de la fe! – dijo el ladrón menospreciando el asunto, – hagamos negocios – le dijo a la mujer. – Como bien dice Aren, no dudo en que si tuvieses la oportunidad, no buscases algo importante allí, nosotros te ofrecemos esa ayuda, a la par del pago que habremos de darte por que tu nos ayudes a nosotros. Y no solo eso, a la par, definitivamente, como antes te dije, habrá riqueza allí, y bien lo sabes. Podrías regresar en unos días no solo con tus anhelos cumplidos, sino también con grandes riquezas – exclamó el pícaro buscando convencerla. – Te ofrecemos entonces, 400 sales por día, compartir con cierta tasa las recompensas obtenidas y ayudarte con tus metas personales en aquel lugar. Vamos, una ganga –.

- Es una oferta más que generosa - añadió Noren con voz baja tras las palabras de Kraken. 

La mujer se detuvo donde estaba, mirando a Firfin un rato largo. Luego sonrió:

—Eres un individuo artero en los negocios Firfin, tu fama te precede. Precisamente por eso capta mi interés esta expedición. Si tú estás con ellos es que esperas sacar algo a cambio y no seré quien de desaprovechar la oportunidad por mi orgullo.

Regresó al puesto que había dejado.

—Cuatrocientas sales diarias y una parte de lo que encontremos de camino.— luego miró fijamente a Aren —¿Un par de semanas? ¿Tanto pensáis adentraros en el Valle? Valioso debe ser lo que buscáis, pero si es sólo una cosa entonces entiendo que encontraremos recompensas en el camino. Recompensas que bien os darían para pagar esas cuatrocientas sales.— miró nuevamente a Firfin —Aceptaría incluso cobrar trescientos cincuenta gramos diarios a cambio de añadir una porción del tesoro que encontremos en ese largo recorrido¹.

— Entonces parece que tenemos un trato! - asintió Aren sin siquiera pensar en estrechar la mano de la mercenaria. Después de todo el no compartía esas bárbaras costumbres humanas.

Tras pensarlo un momento agrego — Solo tomad en cuenta que deberéis repartir esa porción, digamos, una tercera parte de lo que podamos encontrar, tanto con los porteadores, que seguramente recibirán una parte menor como con Morkai — señaló al semiogro, mientras le guiñaba un ojo a Oten, antes devolver a dirigirse a la mercenaria — Supongo no dudareis que será de gran ayuda contra esos hombres lagarto y cualquier otro ser que intente atacarnos —

Antes de que el clérigo pudiera preguntarle sobre su guiño se explicó — Después de todo, cuando salgamos del Valle, nuestro enorme amigo necesitará algo de sal para establecerse como un ser libre. O planeas llevarlo con nosotros a tierras enanas? —

Morkai sonrió bobalicón cuando la mercenaria se volvió a sentar. Temía que el viaje fuera mucho más aburrido sin la compañía femenina. Siguió comiendo y bebiendo sin dejar de mirar a la mercenaria. No le importaba mucho el mercadeo de la conversación ni cuantas sales iban a llevarse cada uno.

—Grrr— gruñó ante la broma de Aren acerca de llevarse a Morkai a tierras enanas. En este mundo todo está conectado. No solo las cosas y personas que lo forman. También los actos y las consecuencias de los mismos. Son las hebras que forman el tejido mismo del universo. Los enanos y demás razas apenas pueden influir en el devenir de ese tejido pues escapa de sus mundanas habilidades. Son los Dioses los únicos capaces de tejer el universo, de influir en lo que sucede y de alterar lo que está por venir. En verdad sólo esperaba  estar equivocado y que los Dioses no se sintieran ofendidos por usar a Morkai en sus propósitos. 

—Creo con ésto, está todo arreglado. — Se levantó y se dirigió a la mujer guerrera.

—Saldremos mañana a primera hora.— le dijo

—Se puntual y también discreta— 

– Perfecto entonces – señaló Firfin ante las palabras de todos – bienvenida al equipo le dijo sonriente mientras miraba por una ventana hacia las calles del exterior. – Lo mejor será que hagas como dicen los enanos, prepara todas tus cosas y ya mañana partiremos, encontrándonos, supongo en esta misma posada, lo cual quizá sea mala idea – puntualizó.

– Pero no perdamos el tiempo, demos paso a los que siguen y ya luego podremos ultimar detalles innecesarios – dijo riendo para si mismo, sin dar detalles del porque de todo ello.

La mujer asintió y se retiró sin hacer ningún comentario adicional sobre el reparto posterior.

Al poco rato entraron por la puerta los dos porteadores. Uno de ellos, Ronald, era un hombre entrado ya en años que sin embargo parecía mantenerse en plena forma. Su curtido rostro mostraba una permanente mirada de recelo. Tras él venía un chico más joven que respondía al nombre de Tempest. Tenía un rostro dulce, casi élfico, y una mirada traviesa que acompañaba de una sonrisa siempre a punto para mostrar su perfecta dentadura.

—Buscáis porteadores que se atrevan a viajar hasta el Valle de los Sueños. Aquí estamos. Podemos ayudaros con la carga y en mi caso tengo buena vista para forrajear en entornos salvajes. Mi compañero Tempest es un gran arquero: puede ser un buen cazador si la situación lo requiere.

El otro se limitó a asentir sonriente.

—Es un lugar peligroso. Esperamos que la paga sea acorde al riesgo. Y quisiera dejar claro algo desde el principio: sólo lucharemos para salvar nuestras vidas en caso necesario. No somos guerreros, no es nuestra labor. Tampoco aventureros. Si lo que pretendéis es saquear tumbas subterráneas o entrar en castillos malditos me temo que no os quedaremos al margen.

En ese momento intervino el joven:

—Bueno... a mí no me importar...

Tempest se calló al momento cuando una glacial mirada de Ronald lo atravesó como una cuchillada.

—Oh, bueno. Es cierto. Mejor no tentar a la suerte ¿verdad?

Noren observó fijamente a los dos porteadores y no pudo evitar tenser una sensación de mucha más confianza en el curtido Ronald que en el joven Tempest, sensación que se acrecentó aún más al oír las palabras de este último. Desde luego, parecía que ocultaba algo y Noren no estaba dispuesto a confiar en él de momento.

- Yo creo que cada uno se labra su propia suerte, ¿no es así? - preguntó dirigiendo la pregunta a Tempest mientras observaba con atención su reacción a la pregunta...

- Importante lanzador flechas. Pájaros sabrosos difícil atrapar. - Observó Morkai al oír la palabra arquero. Sabía lo complicado que era cazar ciertos bichos voladores y consideraba un lujo disponer de alguien con la paciencia y la puntería para proveerle de las jugosas criaturas aladas.

Aren esbozó una sonrisa ante el comentario del semiogro antes de girar su rostro ante los posibles porteadores y asentir con un seco cabezazo — Exactamente eso es lo que necesitamos — afirmó — Asegurarnos que nuestras mulas estén cuidadas y el campamento bien provisto —

El enano dudó un momento antes de preguntar, sin saber como expresar lo que quería expresar — A mucha gente el Valle de las Sombras le produce temor, si no pánico. A vosotros os veo bastante tranquilos. Alguna vez lo habéis intentado? No pediremos que hagáis más que lo que ofrecéis, pero no me gustaría volver un día al campamento y encontrarnos que el miedo os ha obligado a huir - expresó mientras observaba con cuidado a Ronald, que parecía el que llevaba la voz cantante