Partida Rol por web

Tras equiparse completamente, los chicos salieron acompañados de Quiron hasta la entrada del campamento. Cuando atravezaron el arco, sintieron nuevamente la sensación de que todo la tranquilidad y la seguridad la habían dejado atrás. Quiron, el centauro, no cruzó ese arco, sino que se quedó detrás de la puerta, mirandoos desde allí con una sonrisa y la cabeza ladeada a un lado.

La furgoneta estaba a pocos metros de la entrada, aparcada junto al camino que llevaría a los aventureros desde el Campamento Mestizo hasta la gran ciudad. Desde allí, tendrán que seguir sus instintos para poder encontrar el Portal al Inframundo, al oeste, sin otra ayuda más que su propia inteligencia.

Nadie apareció para despedirse, ni siquiera el Señor D.

Allí sólo estaba Quiron, que os saludaba con la mano desde dentro de la seguridad del campamento.

Era noche cerrada, las estrellas se podían ver entre las ramas y las hojas de los árboles que se elevaban varios metros hacia el cielo y en los que, hace algún tiempo, alguno de vosotros estuvo encaramado para no morir presa de algunos enemigos.

- ¡Que los Dioses os protejan! - Gritó Quiron desde la puerta y acto seguido, dio media vuelta y se alejó galopando hacia el campamento.

Ahora, los chicos estaban solos.

Y con ganas de aventura... ¿o no?

¡Hah! exclamó divertida Brianna ¡Que los Dioses nos protejan, qué cachondo!

Dicho lo cual se subió en el asiento del conductor, metió las llaves en el contacto y las giró mientras pisaba el embrague, haciendo que la furgoneta arrancara, algo a trompicones, pero arracanda al fin y al cabo. Vaya tostadora... Bueno, ¿subís o qué?

Dudo que algun dios se preocupe de nosotros...

Al ver a Brianna arrancar la furgoneta Angelo arqueó una ceja. ¿En serio va a conducir ella? Podríamos haber pedido un taxi...

Con un pequeño suspiró se acercó a la furgoneta y se sentó en el asiento de detras del copiloto. Poniendo el espadon apoyado sobre el asiento central miró a Olivia y a Grace, despues volvió a mirar a Briana y finalmente clavó su vista hacia el oeste.

Creo que será mejor llegar a algun sitio habitado lo antes posible. El oeste es muy amplio pero seguro que encontraremos alguna pista más... o al menos eso espero.

La furgoneta petardeó un par de veces cuando Brianna le dio al contacto, pero tras unos segundos y algunas nubes de humo algo tóxicas que salieron del tubo de escape, el motor pareció aclimatarse y ahora mismo sonaba relativamente bien.

Era un buen coche, según las palabras de Quiron.

Aunque estás fueron: "No es que los vaya a dejar tirados a mitad del camino. Es una buena furgoneta".

Las luces de la misma se encendieron ni bien arrancó e iluminaron un camino entre árboles, bastante conocido por los cuatro, que se adentraba en el bosque y, como algunos sabiáis, terminaba en un gran campo verde, con una pequeña alambrada que separaba los sembrados de la carretera.

- ¡Me pido delanteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!

Después de haber perdido de vista al señor D, Grace parece haber vuelto a ser la misma de siempre. Aunque sus compañeros no supieran apenas como era la Grace de siempre...

Lo primero que hace al subirse al asiento del copiloto es bajar la ventanilla y asomarse, sacando ambos brazos y casi la mitad de su cuerpo. Con algo de esperanza aún, mira hacia atrás, esperando ver a alguien de quien despedirse... Pero Quirón ya se había ido.

Sin perder la sonrisa, vuelve a meterse dentro y a sentarse bien. Aunque su definición de "bien" es algo diferente a lo esperado. Cruza sus piernas al estilo "indio" encima del asiento sin ningún tipo de pudor.

- ¿Sabes conducir? Qué guai... algún día aprenderé, aunque creo que no sería una buena idea viniendo de alguien como yo. ¿Sabes qué? Creo que sabemos muy poco de nosotros mismos, y en teoría somos un equipo. ¿Cuál es tu color favorito, Brianna?

Luego se da media vuelta y se arrodilla en el asiento para poder mirar a los asientos de atrás.

- ¿Y el tuyo, Angelo? ¿Y el tuyo, Olivia? El mío es el verde. Dicen que es el color de la esperanza, pero también es el de la envidia. No creo mucho en esas cosas, aunque tampoco creía en Dioses antes de todo esto.

Con una sonrisa, cierra por fin la boca esperando una respuesta.

Olivia había tardado un poco en decidirse. Prefería ser precavida y pensar bien las cosas. Ya que mayoritariamente tendría que combatir con el arco decide equipar su cuerpo de forma cómoda y elige unos protectores para el pecho y las muñecas.

No le hacían falta flechas, pues con la pluma-arco que su "padre" le había regalado tenía munición infinita. Sin embargo, no desecha la idea de que pueda quedar desarmada en algun momento y no duda en coger una pequeña espada que le sirva de protección cuerpo a cuerpo. Ligera y delgada... quizá no cortase cabezas, pero le serviría para hacer algo de daño.

Una vez lista, salió junto a sus compañeros y Quirón. Se despide de él con un simple gesto de cabeza y cuando se quiere dar cuenta sus compañeros ya estaban dentro del vehículo. La loca conductora, la parlanchina copiloto y el chico serio, aunque parecía el más cuerdo y el más confiable en combate de todos.

Suspira y se sienta detrás de Brianna. Mira con una ceja levantada a Grace. ¿En serio esto era necesario? Apoya el codo en la ventana y la cabeza en la mano. Iba a ser un viaje largo.

¡Uaaa, se saleeee! exclamó Brianna viendo que sí, finalmente iba a poder conducir aquel armatoste. Unas cuantas nubes apestosas después, la furgoneta recorría el camino de salida del campamento mestizo entre saltos y trompicones.

Ya te digo, respondió alegremente a Grace, esto de conducir es la leche. No es que yo sepa mucho, tan sólo lo que pude aprender mangandole el coche a mi padre adoptivo... pero nunca había pasado de las farolas de al lado de casa admitió suscitando cierto nerviosismo en sus compañeros.

¿Color favorito?  Bueno... no se, supongo que el morado está genial. ¡Sí, el morado, sin duda!

La furgoneta arrancó petardeando un poco por el tubo de escape, pero después, el viaje se tornó tranquilo. Claro que, mientras los aventureros iban por el caminito de tierra, el vehículo no paraba de saltar con cada bache en la calzada, pero todo era normal. Los cuatro se abrocharon los cinturones nada más subir al coche, por que siendo Mestizos, nunca se sabía lo que podía pasar a la vuelta de una esquina... o pasando aquel frondozo árbol de allí delante.

Pero al parecer, la buena suerte los estaba acompañando.

A los diez minutos de trayecto, dejaron el oscuro bosque detrás, no sin reparar en los sonidos y en los movimientos de la maleza mientras pasaban entre los árboles. Parecía como si el bosque hubiera despertado a su paso. Sin embargo, nada sucedió.

Entraron al campo despejado con tranquilidad, y a lo lejos, podían ver la carretera y algunos coches que circulaban por ella.

Brianna se acercó hasta el borde de la alambrada que dividía el campo del asfalto y recorrió casi un kilómetro en paralelo hasta que encontró una subida a la carretera, la cual no dudo en tomar. Al poco tiempo, nuestros amigos iban en dirección oeste, en busca de su destino.

La carretera era la típica carretera provincial, bien asfaltada, y con un carril para cada sentido. El tráfico no era denso, pero si había bastantes coches que transitaban la misma a estas horas de la noche. Después de un par de kilómetros más, ya por la carretera, un cartel apareció a la derecha, junto al campo.

Ruta 66. 24 Km.

¡Uaaaa, si es que soy na crack del volante! exclamó muy satisfecha de sí misma la joven estudiante. ¡no sólo he logrado arrancar sino que no nos hemos chocado ni una vez!

Tras varios kilómetros de disfrute generalizado por la emoción de la conducción nada ortodoxa de Brianna, los pasajeros de la furgoneta alcanzaron la autopista, llegando entonces el momento de respirar y dar gracias porque los baches habían terminado.

Al ver el cartel que anunciaba la famosísima Ruta 66, Brianna ni siquiera lo dudó.

¡Allá que vamos! ¡Siempre he querido viajar por la 66! ¡Es como si estuvieramos en Easy Rider! O en Cerdos Salvajes, pero esa era un truño...

Angelo se estaba comenzando a poner palido... no le hacía ninguna gracia conducir por medio de un bosque, los enemigos no serían un problema, más bien lo que le preocupaba era la conduccion de Brianna. Ademas los comentarios de la joven no ayudaban precisamente a tranquilizarlo.

Cuando por fin alcanzaron la carretera el joven mestizo respiro tranquilo. Su vista se desvió por un segundo a sus compañeras. Finalmente el joven se dió cuenta de que estaba rodeado de chicas... Hasta el momento había tenido su mente en otras mil cosa. Carraspeando un poco Angelo trato de decir algo para romper el hielo.

¿Bueno, teneis algun plan para cuando logremos llegar?

Grace por el contrario no parecía nada disgustada con el paseíto. Se había pasado todo el camino lleno de baches hablando, riendo y gritando... ¡Incluso cantando! No parecía haberse percatado de que no todos disfrutaban tanto del viaje.

- ¡Ostras, Bri! ¿Puedo llamarte Bri? No te importa, ¿no? ¡Eres una crack!

Y mientras Angelo suspiraba aliviado por haber llegado a una carretera decente, Grace parecía más decepcionada que otra cosa.

- Jo... Ahora que estaba empezando a cogerle el tranquillo a eso de saltar en el asiento cuando hay baches... ¿Lo habéis probado? Es como si estuvieras en una montaña rusa...

Sentándose bien en su asiento, por fin, Grace presta atención a las palabras de Angelo.

- Pues ni idea... No suelo planear cosas, salen sin más...

Se encoge de hombros, despreocupada, antes de empezar a tararear una nueva canción. Ahora que la carrocería de la vieja furgoneta no trastabillaba ni hacía ningún ruido sospechoso, lo hace en voz más baja que antes, sin ser a grito pelado.

A medida que sigue cantando, su culo vuelve a moverse del asiento e incluso va saltando y bailando, moviendo los brazos sin llegar a pegar a nadie y, asombrosamente, sin parecer patosa. Y cantar... bueno, ahora que no berrea, no se le da nada mal. Si antes había habido alguna duda, estaba claro que ahora ya no. Era hija de Dionisio seguro.

La carretera estaba en buenas condiciones por lo que poco a poco, y a una velocidad constante, los carteles iban apareciendo cada dos por tres, indicando que cada vez estabáis más cerca de llegar a la ruta 66, por la cual podriáis cruzar el país de una punta a la otra en dirección oeste... aunque... ¿cuando debiáis parar?

La Profecía, bueno, como todas ellas, no era lo suficientemente clara.

Decía Oeste, nada más.

También sabiáis que en el Oeste estaba la puerta de entrada al Inframundo... pero no creíais que iba a estar señalada con un cartel de neón dejando que todos entren así por que si... bueno, por lo menos los vivos, claro está.

Pero tal vez estaría oculta por la niebla y cuando os encontraráis cerca... la podriáis ver sin más...

La niebla... la dichosa niebla...

Menos mal que habiáis aprendido a ver tras ella, después de varios intentos, claro.

La niebla...

Justamente como la que Brianna vio por el espejo retrovisor, la cual se estaba formando a un par de kilómetros tras la furgoneta...

Ruta 66 - 8 Km.

Pues claro, llamame como quieras, Grace, hahah reía Brianna mientras escuchaba canturrear a su copiloto. Aún más, cuando la canción ya se hallaba en su punto álgido, Brianna meneaba la cabeza arriba y abajo, a veces hasta perdiendo de vista la carretera.

Por ello, cuando por fin se fijo en que tenía un espejo retrovisor, y que no era sólo para comprobar el maquillaje, exclamó

Corcho... ¿esa niebla lleva mucho tiempo ahí? ¿No os recuerda a algo...? preguntó entrecerrando sus ojos para intentar verla mejor.

Grace seguía saltando y cantando hasta que escuchó las últimas palabras de Bri. La morena baja la ventanilla de su lado y observa por el espejo de la derecha, pero no contenta con ello, termina sacando la cabeza (de hecho, sólo quedan dentro del coche sus piernas, arrodilladas sobre el asiento) para observar hacia atrás.

- Tú no te preocupes, déjame ver...

Con una mano aparta el largo cabello que revolotea alrededor y delante de su cara debido a la velocidad del vehículo para poder ver mejor. ¿Era de aquella niebla especial? ¿Aquella que servía para camuflar cosas "raras" que ya no son tan raras desde hace un tiempo?

Entrecerrando los ojos, escudriña la niebla para intentar ver a través... también se fija en su velocidad y su dirección, aunque seguramente los seguiría.

La niebla se aproximó rápidamente, como si de una tormenta de verano se tratase.

Poco a poco, con una rapidez impresionante, la niebla se colocó algunos cientos de metros de la furgoneta, pero aún no la había alcanzado.

Sin embargo, Grace observó algo extraño entre la niebla.

Tres figuras algo encorvadas, y con alas, comenzaban a aparecerse y cada vez más, se veían más y más nítidas.

Olivia se giró y negó con la cabeza... ella sabía de que se trataban. Su profesora se había convertido en esa criatura antes de salir por patas de allí.

¡Eran Furias!

Maldita sea... Angelo se giró hacia la niebla preocupado. Brianna, ni se te ocurra parar. Voy a tratar de alejarlas. Angelo miro a los laterales de la carretera. Las señales seguro que serviran

El joven tomo aire lentamente y se colocó de rodillas sobre el asiento mirando hacia atras apoyandose en el cinturon de seguridad. Angelo extendió ambos brazos hacia los lados y se concentró. Tenía que lanzar las señales, piedras o arboles del camino. Cerró los puños como sujetandolos y se centro en las furias.

Grace parpadeó un par de veces y con toda la calma del mundo, volvió a introducir la mitad de su cuerpo que estaba en el exterior, dentro del coche.

- Vale, Bri. Tú no mires atrás. Intenta que no choquemos con nada, esa es tu misión. Sólo son... unas furias de nada. Tooooooooooodo está bien.

Con una enorme sonrisa, como si no pasara absolutamente nada, Grace vuelve a asomarse por la ventana del coche, mirando alrededor para ver si encuentra alguna planta que pueda ayudarla a los bordes de la carretera. Y si por casualidad ve que algún árbol sale despedido, se encargará de decirle cuatros cosas bien dichas a Ángelo.

Hah rio Brianna Furias a mí... deberían ver cómo se ponía la profe de latín de mi tercer instituto cuando no entregaba los ejercicios a tiempo   un volantazo brusco hizo que la muchacha dejara a medias la frase, esquivando por los pelos a un camión de naranjas que parecía empeñado en detenerse en la calzada.

¡Domingueroooo! gritó la joven al pasar junto a la cabina del camión. Bueno, a lo que ibamos. ¿las hemos despistado?