Partida Rol por web

Bethlem Asylum Project

Una misiva

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14/04/2014, 13:38
Director

Londres, 16 de Octubre de 1883. Entre la octava y la novena campanada de la tarde.

Una noche más, emerges del sueño de muertos en el que cada amanecer te sume la maldición de tu sangre. Tu cuerpo se eleva, aletargado, movido por hilos místicos, en la segura penumbra de tu refugio.

Un rápido vistazo te permite percatarte de que hay algo añadido a la escena de la que te despediste al cerrar los ojos al salir el sol. Un sobre, de color rojo como la sangre, descansa a los pies de tu lecho. El cómo ha llegado allí es un misterio. Tampoco te extraña. No es la primera vez que sucede. 

En su interior, una misiva, escrita en tinta igualmente roja, reza:

Notas de juego

Por ahora, post sólo para el director. 

Si desean hacer algo en especial, pueden. Si quieren narrar algo en concreto, también. Doy vía libre.

Edit: Aclaración necesaria. Quien hizo ya una tirada para saber cuánta sangre le queda, tiene actualmente un punto menos que lo que poseía entonces. Quien no hizo la tirada, debe tirar 1d10 y sumarle 1+puntos de generación. 

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14/04/2014, 18:19
Edward Lusk

Displicente, leo la pequeña carta con el sobre escarlata. Molestos que no dejan trabajar tranquilo a un buen cristiano. Tomo mis objetos de uso cotidiano, ubicados en el sótano, listo para salir al mundo de las tinieblas londinenses. Seguramente Gentleman podrá ponerme al tanto de los detalles del día, a los que no podré prestarles la atención normal. Deberé confiar en el raciocinio y el accionar de estos dos tontuelos para cumplir con mis expectativas, ¡pero que decadente! Confiar en la gente...

- Tiradas (1)

Motivo: Sangre

Dificultad: 6

Tirada (1 dados): 10

Éxitos: 1

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14/04/2014, 17:03
Steve Nilson
Sólo para el director

Al llegar la noche, una vez más, mis ojos se abren con el automatismo típico al que ya estoy acostumbrado. Miro alrededor, con los ojos entornados, intentando discernir en la mancha borrosa que se traduce como mi visión cansada tras tantos años de lectura e investigación.

Busco a tiendas en la mesa que tengo al lado del catre que uso como cama y recojo esos anteojos tan útiles como necesarios para mi. Me los ajusto en la nariz y entonces vuelvo a despertarme para ver la habitación.

No hay mucho a la vista, salvo papeles y lápices, muchos papeles y lápices sobre los que escribir, y unas pocas herramientas. Pero esa marca roja en medio del campo de blancos y marrones destaca como una gota de sangre sobre una piel cerúlea. La recojo, curioso, preguntándome como se las ha apañado alguien para entrar en mi cuarto.

Lo leo detenidamente. ¿El Senescal requiere mi presencia? ¿La mía? Si solo soy una rata de biblioteca.

Miro entonces hacia mis pies. Trapos sucios. ¿Cuando fue mi último cambio de ropa? Aquello se escapaba de mis recuerdos. A presentarme en sociedad otra vez. ¿Cuando fue la ultima vez? Desecho la idea con la mano y recojo el periódico del día mientras hecho una ojeada a algún reloj y calculaba el tiempo que me quedaba para poder llegar a la reunión. Necesitaría algún cambio de ropa, pero no sabía de donde sacarla. De todas formas, seguro que ese chico vendría de nuevo esta noche, a ratear alguna investigación o estudio para mantener esas becas que tanto necesitaba...

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17/04/2014, 08:37
Ben Miles
Sólo para el director
Gruño para mí mismo en cuanto detecto la misiva. Olfateo el aire buscando algún aroma conocido, sabedor de que es perfectamente posible que no encuentre nada.
 
Finalmente me levanto del lecho, ni me molesto en ajustar mi ropa arrugada y desastrada, y recojo el sobre para leer su contenido. Valerius. Otra vez. Normalmente sólo me convoca si hay que dar caza a alguien. Espero que sea importante y entretenido. Sí, las cacerías son siempre entretenidas. Guardo el sobre en uno de mis bolsillos asegurándome antes de que no sea uno de los que están muy rotos y echo mano de mi sombrero antes de salir.
 
Me sobra una hora para llegar a la mansión pero en cuanto pongo mis pies en la calle, el frío aire nocturno golpea en mi rostro y me devuelve cierta sensación de vida. Sí, tengo una hora pero podré entretenerme por el camino. Cazar algún humano, alimentarme…

Notas de juego

Sí, tengo mucho que alimentarme... cazo a todos los humanos que pueda en esa hora, y les arrebato sangre suficiente para que se desmayen pero sin morir. Luego cierro las heridas.

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21/04/2014, 22:19
Doctor Gentlemen

Cuando abandonas tu lecho, en el sótano, descubres, como cada noche, a tus hombres, esperando tu alzamiento de entre los muertos mientras prestan especial entusiasmo a una partida de naipes en la que a esas alturas ya se ha desplegado todo un compendio de libras y objetos de valor sobre la mesa. 

Los hombres, al percatarse de tu presencia, abandonan el juego, poniéndose firmes y retirando sendas pipas de sus bocas, que emanan cierto olor etílico delatorio. 

Buenas noches, señor- dijo Gentlemen, carraspeando para aclararse la voz tomada por el tabaco- Estábamos esperándole- Durango asintió, acompañando a sus palabras- El día ha transcurrido como la seda. El único incidente en nuestros asuntos ha sido protagonizado por los chicos de Billy. Ya sabe, ese matón de poca monta que se ha dedicado a ahuecar el ala para acoger a unos cuantos criajos con granos. Han intentado quitarle la mercancía a uno de nuestros hombres, pero han salido peor parados de lo que vinieron. 

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23/04/2014, 05:04
Edward Lusk

Comienzo a caminar alrededor de mis toscos ayudantes, fingiendo suspirar. Siempre es entretenido ver sus reacciones ante síntomas de vida que hace décadas he dejado atrás. - Entonces, ¿no hay de que encargarme está noche? ¿Deberé retozar con ustedes hasta que mi tiempo se consuma?  - Sacudo uno de mis guantes, para librarlo del polvo acumulado. - Nunca. En ese caso, saldré a tomar aire fresco, charlar con ricas damas y propinar bastonazos a los incautos. - Sonrió, mientras deslizo sutilmente los guantes en mis finos dedos. Tomo el bastón, golpeo dos veces el piso de madera y lo colocó bajo mi brazo derecho. Doy una última mirada, sonrió maliciosamente y comienzo a caminar.

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24/04/2014, 09:29
Amadeus

Aún era pronto, tenía tiempo, se envolvió con la oscura capa que cubría una de las lápidas de los nichos del pequeño mausoleo, tomó su apreciado violín austríaco y salió al encuentro de las brumas de la noche, cuyas diminutas y brillantes partículas de humedad se arremolinaban de forma microscópica tras él a su tranquilo y a la vez veloz paso, caminaba despacio, se tomaba una ligera pausa entre paso y paso , pero cuando lo daba su pierna se movía deprisa, tal vez recordando en su cabeza un absurdo paso de vals en tantos salones llenos de aristócratas. Una figura se cruzó en su camino y la silueta del vampiro siguió avanzando desvaneciendose al instante, como si no le importara quien hubiera, como si no fuera realmente vulnerable.... ya no pertenecía al mundo mortal y podía permitirse el lujo de caminar entre ellos como un ente de otra calidad, como un fantasma.

Se detuvo en una librería y si no fuera por la llamada del Senescal hubiera cogido algo de lectura.... tal vez otra noche debiera acercarse a recoger algo que le amenizara la eternidad, pues no es más que tiempo vacío sin ninguna finalidad, pues todo era banal, tan solo tenía que alimentarse... y... permanecer ....¿vivo?

Las calles estrechas parecían cerrarse ante él mientras con sus extraños pasos, envuelto en aquella capa de sombras que le hacía indetectable, que tanto poder le confería, camino a la casa de Somerset

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07/06/2014, 21:39
Director

Tus hombres esbozaron una mueca divertida, aunque ligeramente asustada, al verte marchar. A pesar de la lealtad que te profesaban, esa parte de depredador que había en ti les causaba un temor innegable, que subyacía siempre en lo más hondo de sus corazones y se acentuaba ante gestos como aquel. 

Abandonaste tu refugio entonces, y te internaste en las calles de Londres. Calles en penumbra, alumbradas a duras penas por los hogares de las casas. La luz de las estrellas no podía iluminar el pavimento a través del cielo plomizo. 

Aún algunos mortales transitaban a aquellas horas por las aceras. Jóvenes y no tan lozanas parejas, así como ricas damas acompañadas de su servidumbre y caballeros ataviados al más puro estilo inglés abandonaban los teatros tras disfrutar de la última sesión del día. 

Algunos trabajadores menos favorecidos, volvían a casa, y otros, acudían a las tascas y posadas a ahogar su miseria en alcohol. Las prostitutas sacaban a relucir su fingida lujuria y los rufianes comenzaban a transitar con un mayor descaro en según qué zonas de la ciudad. Los desafortunados que no habían conseguido una cama caliente aquel día se preparaban para pernoctar en los soportales de las casas más humildes y en los arcos ferroviarios, donde la lluvia, de caer, no les calaría hasta los huesos. 

Y reluciendo como una moneda de oro en medio de aquella inmundicia, se encontraba la casa de Somerset. Rodeada por casas señoriales e imponentes edificios de arquitectura imperial. Testigo de numerosos momentos importantes en Londres, tanto para los mortales como para los hijos de Caín, presentaba un aspecto regio ante el que era difícil sobreponerse si uno no estaba acostumbrado. 

Avanzaste hacia la gran puerta que era la entrada de la verja de hierro negro que rodeaba la Casa, con la seguridad que te había dado el paso de los años. En la entrada, un guardia uniformado al típico estilo de la monarquía inglesa, totalmente envarado, te franqueó el paso al verte y te condujo hacia un patio interior, presidido por una enorme puerta doble de madera maciza y acabados dorados. 

El guardia hizo uso de una aldaba en forma de cabeza de león para llamar, y tras unos instantes de silencio, los goznes crujieron al asomarse un hombrecillo por una breve apertura. Éste, al verte, decidió abrir del todo y te dejó pasar. Vestía ropa de servidumbre doméstica, de buena calidad- El señor Valerius le espera, sígame- dijo, con la dignidad propia de quien cree que aquel que come las sobras del pez gordo puede considerarse importante, y te condujo a través de corredores y opulentas salas, hasta llegar a una pequeña escalinata, que conducía a una antesala con cómodos sillones de terciopelo rojo en la que el criado volvió a dirigirse a ti- Espere aquí, por favor. Informaré al Senescal de su llegada.

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08/06/2014, 10:19
William Charles Bradford

Me levanté y recogí con desprecio aquella carta. El hecho de que no me sorprendiera, no significaba que me gustara la forma utilizada por el príncipe para entregar esas misivas. Un vulgar signo de represión que gritaba a los cuatro vientos "hemos llegado a ti mientras dormías, estas a nuestra merced"

Tratando de no darle más importancia de la estrictamente necesaria, busqué el reloj de bolsillo en mi mesita de noche y tras realizar una estimación del tiempo que tenía por delante, empecé con el disciplinado ritual de todas las noches: me dirigí al armario y escogí uno de los trajes escrupulosamente pulidos y ordenados dispuesto a vestirme, peinarme y arreglarme para la cita que me esperaba a continuación esa misma noche. 

- Tiradas (1)

Motivo: sangre

Tirada: 1d10

Resultado: 7(+3)=10

Notas de juego

Me preparo para la cita sin hacer nada especial

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09/06/2014, 22:00
Edward Lusk

La caminata, por las calles de Londres y por la casa de Somerset, fue soporífera, interminable y tediosa. Un gesto de cansancio despacha al molesto criado, el cual aturdía mis delicados sentidos con el sonido de sus zapatos repicando por los costosos pisos de la mansión. Retiro uno de mis guantes con la sacudida de mis finos dedos, para así tocar el helado barandal de la escalinata. Asciendo por la misma aburrido y golpeando, tras cada paso, insistentemente sobre cada peldaño con el bastón. En la antesala recuesto mi frágil cuerpo sobre un diván suave como un cachorrito, sonriendo ante la extraña asociación. Vuelvo a colocar el guante tras un breve golpe al aire con el mismo. Un bostezo, imprevisto, divertirá mi reflexión hasta que el Senescal Valerius capte mi atención con su presencia.

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12/06/2014, 14:09
Director

Abandonaste tu refugio entonces, y te internaste en las calles de Londres. Calles en penumbra, alumbradas a duras penas por los hogares de las casas. La luz de las estrellas no podía iluminar el pavimento a través del cielo plomizo. 

Aún algunos mortales transitaban a aquellas horas por las aceras. Jóvenes y no tan lozanas parejas, así como ricas damas acompañadas de su servidumbre y caballeros ataviados al más puro estilo inglés abandonaban los teatros tras disfrutar de la última sesión del día. 

Algunos trabajadores menos favorecidos, volvían a casa, y otros, acudían a las tascas y posadas a ahogar su miseria en alcohol. Las prostitutas sacaban a relucir su fingida lujuria y los rufianes comenzaban a transitar con un mayor descaro en según qué zonas de la ciudad. Los desafortunados que no habían conseguido una cama caliente aquel día se preparaban para pernoctar en los soportales de las casas más humildes y en los arcos ferroviarios, donde la lluvia, de caer, no les calaría hasta los huesos. 

Y reluciendo como una moneda de oro en medio de aquella inmundicia, se encontraba la casa de Somerset. Rodeada por casas señoriales e imponentes edificios de arquitectura imperial. Testigo de numerosos momentos importantes en Londres, tanto para los mortales como para los hijos de Caín, presentaba un aspecto regio ante el que era difícil sobreponerse si uno no estaba acostumbrado. 

Avanzaste hacia la gran puerta que era la entrada de la verja de hierro negro que rodeaba la Casa, con la seguridad que te había dado el paso de los años. En la entrada, un guardia uniformado al típico estilo de la monarquía inglesa, totalmente envarado, te franqueó el paso al verte y te condujo hacia un patio interior, presidido por una enorme puerta doble de madera maciza y acabados dorados. 

El guardia hizo uso de una aldaba en forma de cabeza de león para llamar, y tras unos instantes de silencio, los goznes crujieron al asomarse un hombrecillo por una breve apertura. Éste, al verte, decidió abrir del todo y te dejó pasar. Vestía ropa de servidumbre doméstica, de buena calidad- El señor Valerius le espera, sígame- dijo, con la dignidad propia de quien cree que aquel que come las sobras del pez gordo puede considerarse importante, y te condujo a través de corredores y opulentas salas, hasta llegar a una pequeña escalinata, que conducía a una antesala con cómodos sillones de terciopelo rojo. 

Sobre uno de ellos, se sentaba un hombre en apariencia algo entrado en años, acompañado de un bastón. No te costó reconocerlo como Edward Lusk. El criado que te acompañaba volvió a hablar- Espere aquí al Senescal, por favor.

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12/06/2014, 14:12
Director

Poco después de tu llegada a la antesala, la voz del criado que te había acompañado hasta la misma volvió a resonar. Esta vez venía acompañado de otro hombre, al que no te costó reconocer.

Notas de juego

Pueden describirse a si mismos en la narración o en notas. He asumido que al menos de vista se reconocen. 

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13/06/2014, 04:21
Edward Lusk

Me alzo débilmente, como si me encontrase enfermo de muerte, aunque sólo era tedio acumulado por lo aburridos que pueden ser mis temblorosos sirvientes, y observo sobre el respaldo del sillón hacia la escalinata. Una figura caballeresca y sórdida se asoma por la misma, incorruptible. Esto facilito el reconocimiento de su silueta. Con agilidad y presteza, algo incomprensible divisando mi frágiles facciones, me posiciono, como el portavoz de la elegancia y la caballerosidad, en la cima de los brillantes escalones.

Entrecierro los ojos, repasando cada una de las facciones del recto hombre. Podía usárselo como regla de ser necesario. Creía no decir nada, pero lo decía todo. Una sonrisa que fusionaba ideas maliciosas con muestra de buenas intenciones se presenta como bienvenida. Golpeo la alabastrada superficie con el bastón, para luego colocar el mismo bajo mi brazo derecho. Con la mano libre realizo un gesto de reverencia protocolaria y recepción suntuosa. - ¡El caballero William Charles Bradford! Un gusto estar en su presencia, hombre de buen haber. Por favor, acompáñeme mientras esperamos al Senescal Valerius. La solitaria espera es para los bárbaros, no para nosotros, los hombres civilizados. Siéntese junto a mi, buen señor. - Digo, mientras me dirijo, como dueño por su casa, a los sillones aterciopelados, con una sonrisa amistosa, de recepción del recién llegado, y observando la hora en un perfecto reloj de bolsillo de plata.

Notas de juego

Hombre entrado en años, con porte de buen inglés, a pesar de una silueta ligeramente enjuta y pequeña. Calvo y con profundos ojos grises. Viste con un traje un poco hosco, gastado, pero visiblemente costoso, y botas de caballero, poco decoradas. Un grueso abrigo de cuerpo entero, negro como la noche, se cierne sobre sus hombros, y el corolario de su vestir es un sombrero de hongo, en tono con el abrigo. Su bastón de ébano, el cual siempre pende de su mano derecha, posee un extraño remate: un ojo humano tallado en hueso, que genera un opaco resplandor.

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13/06/2014, 10:07
William Charles Bradford

Mis pasos eran rectos y no se desviaron ni un centímetro de su trayectoria hacia Edward Lusk. Mi rostro gélido no aparentó sorpresa alguna ante la presencia del caballero y sin duda en mi cabeza las hipótesis sobre los motivos que habrían llevado a la senescal a citarnos a nosotros dos en particular circulaban por mi cabeza a toda velocidad.

La pomposidad habitual de Edward no era nada nuevo, tenía incluso un punto irritante; pero sin duda era muy preferible a los retrasos y las esperas a las que estaba seguro nos iba a someter nuestra senescal. Aquel hombre al fin y al cabo era otro hombre de mi tiempo. 

Mi salutación fue seca y concisa, solo una leve y rápida inclinación de la cabeza.

- Señor Lusk.

Y antes de ceder a su invitación de sentarme, saqué de la pechera mi reloj de bolsillo y con un rutinario toque abrí la tapa para comprobar la hora. Después, me senté con calma: recto, sin cruzar las piernas y con los brazos reposando sobre el sillón de terciopelo.

- La impuntualidad no resulta una cualidad grata, especialmente tratándose de una figura pública como es la de un senescal ¿no cree?

Notas de juego

Descripción+imagen de mi apariencia actual en la hoja de personaje

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13/06/2014, 18:42
Edward Lusk

Con apariencia de regodeo, y una sonrisa de convidado sereno, me reclino despreocupadamente, como un monarca en su trono, posando las manos sobre mis escuálidas piernas. Complacido, me muestro impávido ante los sinsabores indomesticables de Bradford. - La impuntualidad es una habilidad igualmente compartida por toscos y dirigentes, créame. La experiencia me lo ha probado de sobra. El resto nos encontramos oscilando en una cuerda entre unos y otros. - Una carcajada extremadamente reprimida desorbita por un segundo mis ojos. - Pero, ¡que mala educación la mía! ¿Cómo se encuentra usted, caballero? ¿Sus trabajos con el sheriff son provechosos? Me he enterado de unos pormenores llamativos que debería conocer... - me detengo, pensativo, observando la suntuosa bóveda de la antesala. - Pero no, mejor no. Dejemos los quehaceres para otro momento. -

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13/06/2014, 20:18
Director

Abandonaste tu refugio entonces, y te internaste en las calles de Londres. Calles en penumbra, alumbradas a duras penas por los hogares de las casas. La luz de las estrellas no podía iluminar el pavimento a través del cielo plomizo. 

Aún algunos mortales transitaban a aquellas horas por las aceras. Jóvenes y no tan lozanas parejas, así como ricas damas acompañadas de su servidumbre y caballeros ataviados al más puro estilo inglés abandonaban los teatros tras disfrutar de la última sesión del día. 

Algunos trabajadores menos favorecidos, volvían a casa, y otros, acudían a las tascas y posadas a ahogar su miseria en alcohol. Las prostitutas sacaban a relucir su fingida lujuria y los rufianes comenzaban a transitar con un mayor descaro en según qué zonas de la ciudad. Los desafortunados que no habían conseguido una cama caliente aquel día se preparaban para pernoctar en los soportales de las casas más humildes y en los arcos ferroviarios, donde la lluvia, de caer, no les calaría hasta los huesos. De estos últimos fue de quienes tomaste la preciada vitae que necesitabas para inflamar tus ánimos y mantener tu mortecina vitalidad aquella noche.

Y reluciendo como una moneda de oro en medio de aquella inmundicia, se encontraba la casa de Somerset. Rodeada por casas señoriales e imponentes edificios de arquitectura imperial. Testigo de numerosos momentos importantes en Londres, tanto para los mortales como para los hijos de Caín, presentaba un aspecto regio ante el que era difícil sobreponerse si uno no estaba acostumbrado. 

Avanzaste hacia la gran puerta que era la entrada de la verja de hierro negro que rodeaba la Casa, con la seguridad que te había dado el paso de los años. En la entrada, un guardia uniformado al típico estilo de la monarquía inglesa, totalmente envarado, te franqueó el paso al verte y te condujo hacia un patio interior, presidido por una enorme puerta doble de madera maciza y acabados dorados. 

El guardia hizo uso de una aldaba en forma de cabeza de león para llamar, y tras unos instantes de silencio, los goznes crujieron al asomarse un hombrecillo por una breve apertura. Éste, al verte, decidió abrir del todo y te dejó pasar. Vestía ropa de servidumbre doméstica, de buena calidad- El señor Valerius le espera, sígame- dijo, con la dignidad propia de quien cree que aquel que come las sobras del pez gordo puede considerarse importante, y te condujo a través de corredores y opulentas salas, hasta llegar a una pequeña escalinata, que conducía a una antesala con cómodos sillones de terciopelo rojo. 

En ella, dos vástagos, conocidos para ti, conversaban. Dos caballeros de presencia impecable, uno con mejor fama que el otro. Se trataban de Edward Lusk, conocido "hombre para todo" y William Charles Bradford, un vástago que alguna que otra vez había ayudado a la ley imperante de Londres, al igual que tú. 

Notas de juego

Puedes llenarte la reserva. 

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13/06/2014, 20:24
Director

Mientras los caballeros conversan, de nuevo el criado conduce a alguien a la antesala. Se trata de Ben Miles, al cual pueden reconocer como vástago londinense.

Notas de juego

Si no es molestia, ¿pueden repetir la descripción para nuestro amigo Ben? O indicarla en la ficha, como ha hecho William, y así no tienen que repetirla para nadie más ^^.

Ben, tú haz lo mismo, por favor. Descríbete.

 

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13/06/2014, 20:25
Director

Ben es un gangrel y es otro de los ayudantes ocasionales del sheriff. 

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13/06/2014, 20:26
Director

Edward Lusk es un vástago con cierta fama de "hombre para todo" 

Ben Miles es gangrel y es otro de los ayudantes ocasionales del sheriff. 

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14/06/2014, 16:41
William Charles Bradford

Me quedé viendo como Edward Lusk hacía y deshacía, con su indomable lengua, los propios entresijos de su discurso. Durante unos segundos me pregunté si aquel comportamiento suyo respondía a algún tipo de trampa dialéctica para conseguir información o era solamente charlatanería insulsa.

Como fuera, mi mirada fría e inquisidora no se apartó ni un momento de su persona. Incluso al percatarme de que alguien más estaba entrando en la sala, esperé unos segundos antes de apartar la vista de Edward para girarme a ver quien se acercaba.

Se trataba de aquel vástago enorme, el inconfundible Ben Miles a quien, por alguna extraña razón, no me sorprendía ver allí a pesar de no estar esperándolo.

Sin levantarme de la silla, esperé que su mirada se encontrara con la mía para saludarle con una simple inclinación de cabeza. Conocía su carácter reservado y huraño; por ese motivo esperé que fuera él quien iniciara una conversación si se sentía cómodo para hacerlo. Personalmente no me molestaba el silencio, aunque teniendo al incallable Lusk en la sala sería complicado darle al granduyón protagonismo. 

Notas de juego

saludo a Ben y espero acontecimientos

mi descripción está en la hoja del personaje