Partida Rol por web

La visión del Rey desapareció, quedando sus palabras en el eco de la sala. Os visteis allí parados, con los cuerpos magullados, cansados y heridos, pero con sonrisas y cierta impaciencia ante la misión que os aguardaba. El plan era sencillo, sólo tenian que seguir el tunel por el que habían huido los compinches de "La Vanguardia de Sertrous", compañía maligna de la que Xeron formaba parte. Pero la voz de la prudencia os hizo comprender que antes debiais descansar y reponer fuerzas. El enemigo habia ido hacia el interior de la montaña, y salvo que hubiera diferentes caminos, sería un rastro fácil de seguir.

Asi pues fueron a Kingsholm, donde durmieron y compraron enseres y materiales para encaminarse de nuevo al interior de las tumbas. Fue un largo camino de vuelta y fue entonces cuando se dieron cuenta de lo enorme que había sido realmente su persecución. Salieron por una escalera que habian ignoral al pasar y entonces vieron la gran estatua del rey. 

Vieron a Ian Turbrand, el alcalde del pueblo quien les agradeció todo lo que habian hecho por Kingsholm y les dio el pago que tenian apalabrado con anterioridad.* Comieron durmieron y de nuevo al interior de la cueva. Quizás fue por no estar tan cansados pero el camino de vuelta al interior se hizo más corto, enseguida estuvieron de nuevo en aquella sala donde el rey les habia dado la espada. Y allí, en un lateral, el pequeño agujero por el que habian escapado los esbirros de Xeron.

Habíais compartido viaje con un grupo de aventureros que se habían metido en ciertos problemas, y en los cuales habías descubierto que unos buenos compañeros bien podrían valer lo mismo que una daga envenenada en las manos apropiadas. Sin embargo, los caminos no siempre van juntos y mucho menos cuando Guybrush el loco está de por medio.

Llegasteis finalmente a la ciudad del Paso de Duvik. Era el poblado más cercano al antiguo reino del que habiais oido hablar. En el interior del mismo, el mago deseaba encontrar algo que finalmente le ayudara a acabar con el Rey Liche. Un objeto, un viejo artefacto, cualquier cosa. El objetivo de aquel ser malvado era acabar con toda la preciosa vida del mundo, y solo un mago poderoso como él podia detenerle. Además, contaba con la ayuda de su compañero de viajes, Jack, que era un formidable guerrero y...

Jack miraba al mago divagando de nuevo. Seguro que estaria pensando en aquellas locuras suyas. Palpó su bolsa de monedas, no podia negar que desde que viajaba con él habia engordado bastante. El mago le había hablado de un antiguo reino de magicas posesiones y tremenda riqueza. El objetivo parecía sencillo, sólo tenian que saquear unas tumbas... pan comido.

Se levantaron temprano y fueron a la montaña. Esperaban poder entrar por la base de la estatua, pero su fortuna fue mucho mayor. En la ladera, escondido dieron con una entrada alternativa, más pequeña y mucho más reciente. Muy tosca para ser labrada por enanos, como se suponia que estaba labrado aquel reino subterraneo. Pero iba hacia el centro de la montaña y, al fin y al cabo, alli querian llegar. Asi que aquella entrada parecía lo más apropiado para adentrarse en la misma.

Vaya, vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? Parece que hay una entrada. ¿Crees que quizás nos lleve a donde queremos ir?

Jack miró al mago esperando su conformidad. Por lo menos sabía por donde tenían que ir tanto si estaba lúcido como en uno de sus episodios. Eso era lo bueno de aquel negocio. Fuera cual fuera el estado iban a poder conseguir un buen botín. Quizás incluso lo suficiente como para poder saldar su deuda más intereses con Django. Los últimos cazarrecompesas que habían envíado a por él todavía le molestaba.

Eran unos incompetentes. Qué falta de respeto y profesionalidad. Uno tiene su reputación.

¿Puedes iluminar esto un poco Guybrush? Con un simple luz, nada de fuego explosivo. De momento.

Guybrush se quedó mirando la entrada. Desde luego a la mayoría de la gente meterse dentro de un agujero quizás no le pareciese la mejor de las ideas, pero claro que sabrán ellos. De riquezas escondidas. Se imaginaba ya dentro, con todo ese oro. Podría utilizarlo para reunir un ejército y…. bueno ya vería ara que necesitaba un ejército, pero desde luego todo el mundo necesita un ejército.

Poco a poco una voz se fue oyendo por la sala tesoro, luz… luz…

¿Puedes iluminar esto un poco Guybrush? Con un simple luz, nada de fuego explosivo. De momento.

-Luz, luz. Ahora los jóvenes solo os dedicáis a pedir cosas. Haz luz por aquí, crea oro por allá, consígueme una poción de amor, bla bla bla… dijo mientras se dedicaba a escarbar entre sus bolsillos. Trozos de galletas y demás objetos irreconocibles cayeron al suelo, donde un pequeño dinosauro se dedicó a comerlos.

-Donde lo tenía… a ver.. Sí aquí esta. Dijo sacando una pizca de algún polvo. Recitó un pequeño versículo initeligible y tocando la nariz de su “sobrino” la hizo brillar.

-Eureka!, ¡ahora ya tenemos Luz! ¡Una buena luz siempre es necesaria! Deberías saberlo, jovencito.

El mago empezó a andar hacia la cueva con resolución y dijo. Venga, no te quedes ahí pasmado, que tu llevas la luz. Una amplia sonrisa asomaba a su rostro.

Malickud estaba bastante satisfecho con las compras que había hecho, y aunque no esperaba encontrar aquél tipo de material en aquél pueblo, cuando vieron lo que podían adquirir no le importó cambiar todo lo que habían conseguido por una serie de objetos que incrementasen sus posibilidades de supervivencia.

Con el nuevo equipo, y mientras que sus compañeros se encargaban de adecuar el suyo, investigó¹ acerca de La Vanguardia de Sertrous pues necesitaban saber a qué se enfrentaban si es que querían tener la esperanza de derrotarles. Lanzarse a ciegas a una carrera hacia lo desconocido era demasiado arriesgado incluso para él.

De vuelta en las catacumbas, y con un nuevo pasadizo ante ellos, miró a sus compañeros un tanto incrédulo por su falta de decisión - Bien empezamos si empezáis a dudar nada más empezar. - negó con la cabeza y tomando la delantera se adentró por el agujero.

Sertrous es un principe demonio serpentino.

La Vanguardia es su culto personal, que trabaja para él tratandolo como una entidad divina y tratan de elevarle a esa posición.

Aunque parece que ha existido durante siglos, su actividad ha sido muy baja y no hay registros de grandes hazañas.

Jack había pedido luz. Pero no en su cara. O más concretamente en el broche que le sujetaba la capa. Al estar tan cerca y ser tan inesperado le dejó ciego unos instantes. No mucho, lo suficiente como para tropezarse y casi caerse.

Pero qué narices... Agh. No veo. Arg, que me caigo.
Mierda.

No era la primera vez que se preguntaba si no habría sido mejor dejar al viejo loco donde lo encontró. Seguramente no sería la última.

Mierda.

Ya vale ¿no? Necesitamos luz para avanzar. Echalá en una moneda, o una piedra pequeña. Pero no en mi car, así no puedo ver.
Venga. Que tenemos que movernos.

El enfado era evidente. Bueno, evidente para cualquiera menos para el mago. Con lo que se obligó a calmarse para poder continuar.

A Gerald parecía que el descanso le había sentado bien; Lucía una nueva, lustrosa y pesada armadura, mucho más resistente que la anterior, irremediablemente abollada tras tantos y tan intensos combates. También estrenaba cinturón, y parecía que sus musculosos brazos habían ganado en volumen desde la última vez que le vieron. Además, llevaba su mochila llena de pergaminos, preparados para resolver la mayoría de las eventualidades que pudieran encontrarse.

Bien, chicos... cuando queráis, nos ponemos en marcha para dar con esa misteriosa banda.

Naturalmente, Gerald no tenía ninguna intención de entrar el primero en el agujero; para eso estaban Thognar -mucho más fuerte- o Malick -mucho más agudo- así que espero a que cualquiera de los dos se decidiera a meterse allí dentro en primer lugar.

Venga, chicos. Que no se diga que nos da miedo la Oscuridad...

Malickud avanzó el primero después de emitir un gruñido. Detrás entraron sus compañeros. El espacio completamente oscuro dió lugar a la iluminación del clérigo -independientemente de que el enano ya pudiera ver por sí mismo- revelando un angosto y abruptamente inclinado pasadizo que podría tener unos cinco pies de ancho -metro y medio- por siete pies de alto -unos dos metros-. El aire era húmedo, con un olor horrible a putrefacción. Dividiéndose el camino tanto a derecha como a izquierda, el de la derecha -que apuntaba al norte- parecía ascender, mientras que el de la izquierda descendía -en dirección sur-.

Entonces escucharon unas voces que venían rebotadas por el eco, desde su derecha:

- Pero qué narices... Agh. N* ***. Arg, que me caigo. *****. - y luego algo ininteligible
 

El grito de Jack resonó por todo el túnel, haciendo ver que era claramente muy profundo, más de lo que podian haber imaginado de primeras. La luz reveló un pasillo angosto y abruptamente inclinado pasadizo que podría tener unos cinco pies de ancho -metro y medio- por siete pies de alto -unos dos metros-. El aire era húmedo, con un olor horrible a putrefacción.

Más adelante escucharon unas voces que venian rebotadas en las paredes:

Venga, chicos. Que no se diga que nos da miedo la Oscuridad...

En cuanto escuchó las voces Jack miró a Guybrush y se llevó un dedo a los labios señalando silencio. Luego escondió su broche iluminado para que no les revelara su posición la luz.

Trató de calcular la profundidad del tunel y la distancia a la que podrían estar, y le susurró al mago unas palabras antes de avanzar con mucho cuidado.

Deja que me adelante un poco para ver quienes son. No queremos encontrarnos con gente indeseable. ¿Verdad?
Espero que no sean buscatesoros, ni nada por el estilo. Con un par que haya en esta empresa ya es suficiente.

Venga, chicos. Que no se diga que nos da miedo la Oscuridad...

-Esto solo puede ser hechicería! No pueden saber que SI NO miedo a la oscuridad, dice el mago mientras se chupa el dedo con cara de pánico.

Se agazapa detrás del guerrero y echando una ojeada por encima de su hombro añade. No, no, no, jovencito. Lo que deberíamos hacer es ir con cuidado y sin hacer ruido. No se en que pensáis la juventud hoy en día.

Mientras le sigue, no puede evitar que su mente se ponga a divagar mientras observa como el jubón asoma por detrás de la ropa. Con una sonrisa extiende la mano y cambia el foco de luz. Ahora son los pantalones de Jack, a la altura de donde la espalda pierde su nombre, lo que emite la luz, dejando una amplia sonrisa en la cara del mago.

El gnomo ante lo inclinado del pasillo avanzó con cautela para evitar resbalarse. Apenas había avanzado unos metros cuando una bifurcación se presentó ante él por lo que se detuvo para estudiar cuál era el mejor camino a seguir cuando voces provinientes del pasillo de la derecha le alertaron.

- Hay gente por allí. - susurró indicando la dirección de dónde provenían. El ruido se acercaba a ellos, así que dio un paso atrás para alejarse del cruce, lo que fuera que viniera parecía que lo hacía a gran velocidad, debía haberse escurrido y el pasillo estaba haciendo de tobogán y no quería ser arrollado. Sacó su escudo y esperó expectante el devenir de los acontecientos.

¿Más enemigos? ¡Por supuesto! ¿Quién más podía ser si no? ¿Acaso se habían encontrado con algún amigo en todo aquel periplo? No, nada de eso.

Preparémonos para el combate, pues.

Gerald sacó su espada nuevecita, embrazó su escudo y se preparó para saltar encima a lo que fuera que se acercaba.

Estad listos, no les deis tiempo para defenderse. Acabemos con ellos con rapidez.

De pronto os visteis de frente. Ambos grupos en la misma posición. Espaldas semi gachas, las armas levantadas en posición preparada. Estaba claro que os habiais escuchado mutuamente.

El grupo que subía desde lo profundo de la caverna estaba formado por un hombre de pesada armadura con una espada brillante en la mano, un enano también de pesada armadura con un gran hacha y detrás, semioculto un gnomo con un túnica que le tapaba prácticamente por completo los ropajes.

El grupo que se internaba en la cueva era sólo de dos personas. Un hombre con túnica en la parte trasera y otro semiagazapado con un estoque.

La situación era extraña por otro lado, ya que la luz que emanaba de los dos que entraban surgía... del trasero del hombre con el estoque.

Gerald no se dejó intimidar por aquellas dos misteriosas criaturas. Con la espada aún en alto, apuntó hacia ellas y ladró.

¡Alto ahí! ¿Quién os envía? ¿Estáis a las órdenes de Sertrous? ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? ¿Por qué te arde el culo?

Gerald se dio cuenta de que aquellas eran un montón de preguntas, y se calló para darles a los dos misteriosos personajes la oportunidad de responder. Tenía aún más preguntas, pero se las guardaría para más adelante si sus respuestas habían sido satisfactorias.

Y si no lo habían sido, bueno... entonces, probarían el filo de su espada nueva.

El gnomo se mantuvo simplemente a la expectativa, la verdad es que no le apetecía que comenzasen tan pronto las hostilidades y las palabras de Gerald no ayudaban demasiado.

De todos modos ninguno de los encuentros que habían tenido en aquél lugar habían sido amistosos, así que el tono inquisitivo y seco de su compañero se adecuaba a tal circunstancia. 

Solo le quedaba esperar a la respuesta de los recién aparecidos, bien para lanzarse decididamente al combate, bien para suavizar el encuentro con cuidadas palabras.

Jack vio la espada apuntando del tipo en armadura y volvió a maldecir mentalmente una vez por el viejo loco. Si no hubiera sido por él no les habrían visto. Tendría que hacer algo al respecto en algún momento.
No parecían ser hombres de Django, por lo menos no les conocían. Aún así no era custión de bajar la guardia, eran tres contra dos. Bueno uno y medio. Seguramente uno.
Decidió tratar de salir de aquello hablando.

No sé quién es ese tal Sertrous que mencionas. Pero diría que no eres el dueño de estos túneles, así que os podríamos preguntar lo mismo. ¿Qué hacéis aquí abajo?

¡Alto ahí! ¿Quién os envía? ¿Estáis a las órdenes de Sertrous? ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? ¿Por qué te arde el culo?

 Guybrush no pudo evitar hacer un amago de mirarse el trasero, hasta que cayó en la cuenta de que el culo que ardía no era el suyo. Bueno el picante le molestaba pero no creía que fuera por eso por lo que el niño con un palillo amenazador lo decía.

Al acordarse de la broma que le había gastado a su "sobrino" una sonrisa asomó a su boca, hasta que cayó en la cuenta de que por culpa de la broma estaban en un apuro. Se rascó la nariz y pensó que lo mejor sería curarse en salud, así que pronunciando unas palabras mágicas, una envoltura de fuerza le rodeó. Desde luego podrían ser servidores del enemigo, o no, ¡¡o saqueadores de tumbas!!, eso podría ser emocionante.Quizás incluso podrían ayudarlos. Jack había dicho algo de un tesoro. quizás incluso nos sirvan de porteadores. Sería muy amable por su parte.

La menté había empezado a divagar por diversos derroteros, pero sin embargo una parte de esa misma mente debía seguir funcionando, porque se coloco en posición defensiva, con el cuerpo presto a saltar. Se acercó a la pared y encdió la luz mágica en una piedrecilla. La broma había dejado de tener gracia.

- Ese tal Sertis, sertus... ese, vamos, ¿es amigo vuestro? Nosotros no lo hemos visto, pero si le estáis buscando, lo mejor es que preguntéis en una taberna, jovencitos. Nosotros estamos buscando.... hmmm  setas, ¿Y vosotros?