Partida Rol por web

Hugo se atemoriza cuando descubre a los hombres rata.  En el último año ha presenciado muchas cosas que le han sorprendido, armas de la gente grande que son como palos del trueno, humanos malvados, otros que hacen cosas imposibles -como expulsar fuego por la boca o desaparecer- bestias aladas, goblins (aunque estos ya los había visto en la asamblea, pisoteando las flores y quemando campos), y otras bestias grandes; pero nunca ratas tan grandes -más que él- y que encima hablasen. Aquello era una novedad -otra más- en la vida del halfling.

Hilda, su posadera, se hallaba a unos dos metros, atada a otro árbol semejante al suyo. El mediano le hace señas, pero esta no hace caso, vigilando a las ratas le chista por lo bajo, captando su atención, pero todos sus intentos por ser discreto se acaban en cuanto Hilda le ve.

¡Socorro... señor Montespino! ¡Socorro! ¡Estas... sucias ratas nos... van a matar! ¡Sáqueme de... aquí! ¡Rápido!

La mujer se revuelve en sus ataduras y tres ratas se quedan mirándola con las armas en la mano.

¡Mire! ¡Mire! ¡Me... han... envenenado! ¡Me hierve la sangre!... ¡Sáqueme de aquí... y... lléveme a los Schnider! ¡Son buenos médicos! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Que alguien... me ayude! ¡Por favor!

Dos ratas intentan taparle la boca y una de ellas recibe un mordisco en la mano. La rata chilla algo incomprensible

¡Fschziiiiii, ghiiistiiiztz, dintitiiiiiz!

Y le clava una de sus dagas a la mujer en el estómago, la pobre Hilda, deja de gritar en el acto, para empezar a lamentarse de las heridas.

¡Ay!...¡Ay!....¡Ahhh! ¡Ay! Sigmar...sálvame

Hugo se queda helado al ver lo que esos seres le hacen a la mujer y es entonces cuando se da cuenta sin ningún tipo de duda, de que esto no es ninguna pesadilla, ningún mal sueño provocado por los excesos de la cena de esa misma noche. Esas criaturas son reales, los árboles son reales, la cuerda con la que está atado al árbol es real, la daga, los truenos, la lluvia que cae... ¡TODO!

¡Hilda! Grita de miedo sin poder evitarlo y cuando se da cuenta de lo que ha hecho, se muerde la lengua para evitar volver a hacerlo, lo último que quiere ahora es que esos bichos se fijen en el y que lo recompensen con la daga.

¡Maldición! ¿Que son esos seres? No me puedo creer que esto me esté pasando a mí Piensa descorazonado Mira que he visto cosas raras desde que me expulsaron de La Asamblea, pero esto es demasiado... Debí quedarme en Nuln haciendo pastelitos en cualquier pastelería, claro que no se cuanto hubiera durado en un trabajo así, hubiera terminado comiendomelos.

Intentando no llamar excesivamente la atención de los monstruos, prueba la fuerza del nudo de la cuerda y si hay alguna manera de desatarme.

Al atravesar con ferocidad al primer enemigo sonrío irónicamente a la otra rata que queda en pie, haciéndole ver que el mismo final le espera.
La torre tiembla y tengo que esquivar algunas piedras que se desprenden de la pared, la rata que quedaba se ha despeñado por los escombros. No puedo evitar sentir rabia al ver como, parece, que escapa hacia el bosque.

Bien, ahora decidiremos que hacer.- Pienso al oir la voz de Johannes en el tercer piso.

Como si de un acto refeljo se tratara dejo caer la espada corta y la rodela para tomar el arco. Cargo una flecha con sumo cuidado.

No puedo dejar que se escape con vida.- Es lo último que pienso antes de efectuar el disparo.

Al ver como la flecha impacta en la inmunda rata sólo puedo quedarme observandola y esperando a que mis compañeros bajen.
 

Johannes, mareado, torpe y apoyando el brazo en la pared desciende por la escalera de caracol tan rápido como le es posible, le sigue el ulrita, armas en mano y ojos vigilantes, y Wolfgang, imitando a los otros dos, aunque con cara de somnolencia y desagrado. Cuando llegan al segundo piso se encuentran a Eldarendil arco en mano apuntando a algo que hay en el exterior de la torre, fuera se oye -además de la lluvia que aún cae, pero con menor intensidad- como un montón de rocas se desmoronan. El ladrón, el charlatán y Rainer se acercan al elfo y pueden ver, a través del agujero en la pared, cómo un ser huye de la torre, el elfo dispara su arco, e inmediatamente después ese ser se desploma en el suelo, y ahí se queda, inmóvil.

Otra figura más se sitúa a los pies de las rocas, inmóvil como la otra, tiene cara de rata y cola de rata, es, a todas luces, una rata. (XD) El elfo baja su arco, satisfecho del resultado de su disparo y su destreza con las armas. Bajo sus pies, en la planta baja, el caballo sigue relinchando, tras haberse despertado con el ruido.

Las ratas ven a Hugo y le prestan atención, al parecer mientras había estado inconsciente no se habían preocupado de él, pero una vez se percatan de que está despierto se acercan a él. Le olfatean y dicen algo entre ellas, con la punta de la espada le pinchan un poco las piernas, como comprobando su grosor, es delgado para ser un halfling. Mientras están ocupadas en ello otra de las ratas chilla algo, otra rata más regresa corriendo de la torre cuando es alcanzada por una flecha, o al menos eso parece, y cae muerta al suelo.

Las otras ratas se juntan en círculo, Hugo puede contarlas: son seis, una de ellas herida. Discuten y señalan a la torre y a los prisioneros, están maquinando algo, pues varias de ellas han sacado unos pequeños frascos y con un trapo impregnan las armas con su contenido. En este momento Hugo aprovecha para intentar zafarse de las cuerdas, es muy complicado, y su escasa fuerza no ayuda.

¿Que pasa? exclama Rainer mientras agarra su maza y rodela que nunca separa demasiado de si y sigue a Johannes. ¿Que has oido? Yo no he escuchado nada...

¿Estara aun bajo los efectos del veneno?

Ora a Ulric mientras baja las escaleras temiendo lo peor.

Sintiendo un sudor frío que empieza a manar por todo su cuerpo, y las gotas de lluvia de su frente mezclarse con las del sudor, Hugo da varios leves respingos y se retuerce todo lo que puede en lo que le permite la cuerda cuando es pinchado por los monstruos, gimiendo algunas quejas de dolor que no consigue aguantar pese a sus intentos por hacerlo.

Aaaargh! Malditos bichos! Esto no me puede estar pasando... piensa horrorizado ante su situación y la de Hilda.

Luego, los seres se girán y hacen lo que parecen ser ciertos preparativos cuando uno de los suyos vuelve de una especie de torre y cae abatido por una flecha. Es en ese momento, cuando Hugo siente más holgura en las cuerdas, provocada segurámente por los movimientos hechos por él mismo cuando han estado pinchándole, y prueba a intentar zafarse de sus ataduras con desesperación. Para su sorpresa, lo consigue.

Ay, ¡Me he liberado! piensa y luego mira a las seis criaturas Rápido, tengo que escaparme ahora que parecen estar entretenidos... Su mirada se desvía de los seres hasta Hilda Pero no puedo dejarla así. Parece que alguien los está atacando y se disponen a defenderse, me esconderé para intentar desatar a Hilda en cuanto pueda.

Hugo se queda totálmente quieto, sujetando la cuerda como puede para que le crean atado en caso de que ahora le miren, y espera la oportunidad de poder alejarse en cuanto los mostruos se distancien un poco más

El semblante era frío e impasible, aún notaba esa sensación. Ésa que sentía cuando el combate estaba a punto de empezar; solo que esta vez había acabado, aparentemente.
Recojo las armas que antes me habían ayudado a acabar con aquellas monstruosas criaturas. Al advertir a mis compañeros me acerco a ellos.

-Eran dos, los vi trepando por los escombros y decidí emboscarlos pero...- Miro a ambos lados de la planta, como queriendo encontrar el mejor lugar para esconderse ahora que tenía más tiempo.- Cuando supe que me habían detectado me abalancé sobre ellos. Conseguí matar a uno – miro por el hueco en la pared y señalo a la criatura que yace inmóvil – el otro resbaló y cayó por donde había subido. Ese es el motivo del temblor de la torre. El que quedaba vivo se dirigía hacia el bosque, supongo que con la intención de avisar….no sé. Creo que deberíamos asegurarnos de que el montón de escombros sigue bloqueando la entrada a la planta baja y prepararnos por si deciden volver más.

Dirijo la mirada por el hueco descendente de la escalera de caracol con semblante preocupado.

Al llegar junto a Eldarendil observo que he llegado tarde. Todo ha acabado para bien, pero perfectamente podría haber sido lo contrario.

- No he sido lo suficientemente rápido. - pienso aun bajo las secuelas del veneno. Tras tanto movimiento siento que el  mareo y las nauseas se apoderan de mi cuerpo. Relajo las piernas y me deslizo, apoyado en la pared, hasta acabar sentado en el suelo. - Sólo un poco. Lo justo para recuperar el aliento.

- ¿Estás bien? Estaba preocupado pero veo que mis temores eran infundados. - sonrío levemente al elfo - Te has desecho con facilidad de los pielesv... - por primera vez poso realmente la mirada sobre la figura que yace tendida. Está claro que no es ni orco ni goblin. Ni siquiera es verde. - ¡Sigmar nos proteja! ¿Pero qué criatura es esa?

Desde mi posición no alcanzo a examinar con detenimiento el ser y aún no me he recuperado de la carrera, así que sigo observandolo de lejos.

- Es... ¿una rata gigantesca?

- Juraría que parece humanoide. ¡Bah! No puede ser, esas habladurías que corrían por Altdorf me están jugando una mala pasada. Quizás tenga todavía fiebre. ¡Hombres-rata! Cuentos para asustar los niños. - pienso - Pero por otro lado... después de Nuln cualquier cosa puede ser posible.

- Sea lo que sea no parece un pielverde. - me levanto con suavidad para acercarme y averiguar de una vez con que tratamos - Pero si hay más cosas de estas ahi fuera espero que no se lleven con los orcos. Eso serían malas noticias. - me agacho junto al cuerpo y finalizo - Tienes razón Eldarendil. Será mejor echar un vistazo, no tengamos un ejercito monstruoso a las puertas.

Aún medio dormido, no puedo evitar comentar, mientras me acerco al cadaver- ¿Veis?. Ya os dije que aquello que vimos fuera no eran orcos. Los orcos atacan a lo primero que ven con fiereza, y esas criaturas no. Solo nos observaron. Eso me da que pensar. ¿Por qué la hemos matado, si no nos ha hecho nada?. No se, no dudo que si hubiese tenido oportunidad nos hubiese sacado las entrañas, pero creo que es excesivo. Aunque dicen que más vale prevenir que curar. Pero, posiblemente, un tiro en la pata hubiese sido lo más adecuado, así no podría haber huido, y podríamos haberle interrogado. Si es que esa cosa habla nuestro idioma, claro. Quizás nosp odría haber dicho que habitaba en la torre, y a que se dedicaba. O quizás ese sea uno de los habitantes de la torre. Si así era, creo, sin ninguna duda, que está mejor ahí, tendido en el suelo... Bueno Johannes... ¿Que pertenencias tiene ese ser?

Johannes registra el difunto monstruo, es un híbrido ntre hombre y rata, con garras prensiles y dos dagas como armas, también lleva un pequeño frasco con una sustancia viscosa negra, la misma que contenía el dardo que ha envenenado a Johannes, o al menos eso parece. Pero no hay tiempo para averiguar qué es, Rainer señala el frente de la torre, forzando la vista (aunque Eldarendil las ve al primer aviso, a pesar de la lluvia y la oscuridad) veis como dos ratas se dirigen hacia vosotros de frente, otras dos por la izquierda y una quinata por la derecha, rodeando la torre. Intentan sorprenderos, pero ellas van a ser las sorprendidas, cuando les estéis esperando.

Pero además, ya en el límite de la visión, se ven tres figuras más en el límite del bosque, y quizá haya más. Parecen estar atacando por oleadas, y lo peor es que no sabéis cuántos son.

Intentando pasar desapercibido el mediano permanece casi inmóvil, ha logrado liberarse gracias a su agilidad, su suerte y a una fuerza del todo insospechada. Tiene los dos brazos libres y en un momento también las piernas, no lleva armas, pero tal vez no las necesite. Pues de las seis ratas, cinco se dirigen hacia la torre, donde está el arquero que ha matado a su compañera ratonil; y una sola, la que está herida, se queda con Hugo y Hilda, que se retuerce moribunda y sangra por el estómago. Lleva las armas guardadas y se pasea de un lado a otro, en algunos momentos llega a acercarse a escasos dos metros del halfling, mientras observa cómo las otras ratas se separan y atacan la torre desde varios puntos distintos.

Ahora todo queda entre él y la rata. Hugo mira con malicia las piedras del suelo, algunas más grandes que una manzana.

Hugo miraba cargado de miedo y dudas al ser rata que se paseaba cerca de él y de Hilda, las alimañas que eran sus compañeras, se habían alejado en dirección a la torre que podía ver en la lejanía y de donde habían sido atacadas, y ahora Hugo se debatía entre las dudas de salir de allí corriendo cuanto antes, o hacer algo por la pobre Hilda.

Parece que la fortuna me sonríe, esta es mi oportunidad de largarme rápidamente de aquí, no quiero saber nada de lo que está pasando, pero tampoco puedo dejar a esa pobre mujer así pensaba mirando las piedras junto a sus peludos pies. Asdfghj... refunfuñó Odio tener que vivir así, ¡Con lo bien que estaba en La Asamblea! Muy bien allá vamos... pensó mientras lentamente se agachaba a recoger una de las piedras del suelo para lanzársela al ser rata. Tengo la impresión de que voy a cometer el error de mi vida. Fue lo último que pasó por su cabeza antes de estirar todo lo que pudo el brazo hacia atrás, y arrojar la piedra con certera puntería a la cabeza del monstruo, impactando en la cocorota del ser.

La piedra, golpeó la cabeza, pero apenas rozó la cabeza y continuó hacia delante.

¡Maldición! Se lamentó Hugo, sabedor de que ahora lo que tocaba era poner los pies en polvorosa.

Las palabras de Wolfgang hacen que la expresión de mi rostro se torne incrédula.

¿Cómo que por qué la hemos matado? Desde luego que esa cosa no tenía buenas intenciones. Supongo que Wolfgang aún estará medio dormido.  – Suspiro al tiempo que contemplo el cuerpo inerte de la rata.

Al ver que Johannes se decide a registrar el cuerpo del hombre-rata le lanzo una mirada de desaprobación, aunque él me da la espalda y de poco sirve.

-Johannes, yo no tocaría mucho a esa criatura repugnante y mucho menos guardaría….. – Digo a modo de susurro que se entrecorta cuando Rainer nos hace una señal.

¡¡Más ratas!! Seguro que vienen a vengar a sus compañeras. – Pienso mientras se apodera de mí una excitación que había experimentado momentos antes.

Dedicando una mirada de odio y repulsión a las criaturas que se aproximan. Me alejo del hueco de la pared hacia una zona, de ese primer piso, desde la que no puedan verme.

-Nos están intentando rodear. Seguro que como mucho me habrán visto a mí, tenemos el factor sorpresa de nuestro lado. Que decís, ¿Atacamos o esperamos a que estén más cerca para emboscarlos? – La mirada en mi rostro se torna feroz, podía notar la tensión que recorría todo mi cuerpo.

Me detengo un momento para mirar a Wolfgang y digo con una sonrisa:

- ¿Querías hablar con una rata? ¿En serio? A diferencia de nosotros no creo que aprecien mucho tu conversación, amigo. - tras dejar de bromear continúo con el registro. - Pues no lleva mucho, esto - respondo a Wolfgang señalando las dos dagas - y un frasquito. Mmm, es negro y viscoso, me pregunto si será la misma sustancia que me envenenó... ¿Creeis que viven aquí? Sería una casualidad que la trampa de arriba use el mismo veneno que tienen las ratas y que no la hubieran puesto ella. Aunque no me imagino a un bicho de estos manejando una cerradura tan delicada como la que me encontré.

- ¿Qué hago con esto? ¡Me lo quedo! - pienso alegremente - Quizás sea de utilidad.

El elfo me advierte sobre la seguirdad de registrar a un engendro como éste. Normalmente me comporto con más cuidado pero me siento algo más atrevido, quizás por los restos del veneno. Me dispongo a desestimar su aviso con un gesto cuando Rainer nos indica la presencia de más criaturas.

- Esta noche no dormimos... - me quejo apartandome a un lado para que no puedan verme - Con las prisas me he dejado el arco arriba, así que no puedo echar una mano hasta que estén aquí. ¿Y vosotros? - pregunto a Rainer y Wolfgang - Si sólo ataca el elfo no podrá abatirlos a todos y además les avisaremos de nuestra presencia. Yo los esperaré espada en mano. 

- En cuanto asomen su cabecita de rata los tiro de una patada. Un momento, - me paro antes de colocarme en posición. Echo mano al frasco y lo observo. - Hora de la venganza, ratas.

A continuación destapo el frasco con cuidado y derramo parte del líquido sobre la hoja de mi espada. Nunca he usado venenos pero tras conocer de cerca los efectos de una pequeña cantidad de este espero que la dosis que echo sea lo suficientemente grande como para entrar en acción rápid y contundentemente.

- ¿Queréis? - sonrío a mis compañeros con malicia mientras les ofrezco el tarrito - Toda ayuda es poca.

La rata cae derribada a causa de la pedrada, arrastrándose unos centímetros sobre el resbaladizo suelo, no está muerto, ni mucho menos, pero se queja de dolor en el suelo, con una de sus manos se toca la herida -una pequeña brecha por la que cae unas gotitas de sangre oscura-, mientras con la otra intenta levantarse, pero el barro del suelo es resbaladizo, y sólo consigue dar con su cabeza en el barro una segunda vez.

Apenas me manejo con esas armas amigo... esperare a que esten cerca para que prueben el frio acero de mi maza, ¡Ulric sabe que estoy deseoso de rozar sus mugrientas pieles! ¡Arrgggghhh! grita Rainer mientras prepara maza y rodela, preparado para matar ratidos.

Apostados mientras esperan a las ratas el ladrón termina de huntar su espada con el líquido negro, que produce un efecto adormedecedor, obligándole a apartar el acero de su cara. El rato pasa y de vez en cuando echáis un vistazo por el agujero, tres de las ratas están escalando las rocas, despacio y sin hacer ningún ruido, a pesar de lo resbaladizo del barro ellas suben como si nada les molestara, subiendo palmo a palmo, agarrándose en las rocas y ascendiendo hacia los emboscados.

Están a menos de tres metros cuando se oye un estruendo bajo vuestros pies, el sonido de algo pesado cayendo con un único y potente golpe, y el caballo relinchando. Notáis cómo se mueve y oís unos chillidos emitidos por las ratas en el piso de abajo. Las tres ratas que subían se apresuran a esconderse entre las rocas.

Un frasco de cristal entra por el agujero y va a romperse al suelo, el líquido de su interior se derrama y comienza a emitir un humo amarillento que pronto envuelve toda la habitación.

¡Bien! Pensó Hugo al ver que su pedrada había conseguido el efecto deseado y sin tardar ni un segundo, soltó las cuerdas y se dirigió hacia donde se encontraba Hilda para ayudarla a escapar.

Cuando llegó hasta donde ella, comenzó a trastear con las cuerdas, buscando una manera fácil de desatarlas mientras le hablaba a la mujer:

-Tranquila señora, estoy aquí para ayudarla, a mi también me habían atado, pero he conseguido liberarme, la desato en un periquete y nos marchamos de aquí. No se de donde han salido esos monstruos, pero hoy se van a quedar sin cena.

Mientras le hablaba, Hugo intentó fijarse en el estado de la mujer, pensaba que si no era capaz de andar por si sola, poco más podría hacer por ayudarla, pero no tenía tiempo de fijarse en mucho, sus manos se movían freneticamente buscando un punto débil en las cuerdas mientras lanzaba nerviosas miradas al monstruo tendido en el suelo.

Creo que como se levante, vamos a estar en un buen problema, pensó nerviosamente.

Le niego, con la cabeza, el ofrecimiento de líquido a Johannes. Jamás impregnaría mis armas con el sucio líquido de esas criaturas.
 Las palabras de Rainer en otro tiempo me hubieran parecido macabras, pero inexplicablemente me producen una sensación reconfortante.

Las palabras de Wolfgang vuelven a mi cabeza, al ver con asombro como las tres ratas gigantes trepan fácilmente los escombros.

¿Hablar? Ahora podremos comprobar si aprecian tus historias de alcachofas.

-¡Rocinante!- La impaciencia se apodera de mí. El pobre animal había estado nervioso desde que llegamos y se me había olvidado por completo bajar a calmarlo después del combate con los hombres-rata.

Una acción instintiva, no sabía el porqué pero cuando aquel humo amarillento se había extendido por el Segundo piso, acerqué mi rostro al antebrazo derecho para intentar cubrirlo. Probablemente la imagen de Wolfgang con el pañuelo, cuando estuvimos en las cloacas de Nuln, tuvo algo que ver. Con paso rápido bajo al primer piso preocupado por lo que le pueda pasar a Rocinante.