Partida Rol por web

Boris pasó la yema de los dedos por la superfície de la puerta mientras se rascaba la cabeza, pensativo. Al fin, se volvió hacia sus compañeros y les dijo: - Chicos, juraría que esto no tiene cerradura. De hecho parece que los batientes se deberían abrir empujando.
Boris se dispuso a empujar la puerta con el hombro, sin obtener ningún resultado. - Fijaos, las hojas de la puerta están desencajadas respecto al marco. Habrá que abrirla a las bravas...

En ese momento, Bronco compartió las inquietudes del osezno y el joven se puso de nuevo tenso.
- Maldición, si hay alguien dentro, la cosa se pone peliaguda. ¿Se nos han adelantado? Porque los cuentos sobre el héroe no dicen nada de que su tumba esté habitada...

- Bronco, a ver si tú puedes abrir la puerta. Los demás deberíamos estar listos por si nuestros anfitriones son hostiles. - Dicho esto, aprestó su arco acariciando la cuerda.

El druida se arrimó hasta la puerta y comenzó a empujar como si el mundo se le cayera encima, pero a pesar de tensar toda la musculatura de sus brazos y hombros, y de apretar con furia su quijada, Bronco no consiguió desplazar más que unos milímetros la hoja de la misma.

No podía ser... ¡¡Si parecía una simple puerta de madera!!- pensó el semiorco incrédulo de lo que allí estaba sucediendo. Sin más tiempo que perder y ante la posibilidad de que la cámara de Kessen estuviera siendo profanada, el chamán alzó su enorme hacha y se dispuso a poner en práctica su oficio... ¡¡Leñador!!

Descargó un terrible hachazo sobre la terrible puerta que la hizo temblar, mientras la hojas se hundía en la profundidad de la madera.

La puerta principal de la cripta, hecha de madera, cayó partida en dos tras el golpe de hacha de Bronco, que como la descarga cortante de un leñador, desmembró la madera.  La estancia en la que entraron estaba oscura, pero gracias al arco luminoso de Paul pudieron ve su interior. Una larga cámara con plataformas a doble altura en cada lado cuyos muros estaban decoradas con murales similares a los del acceso, sobre la batalla que muchos años atrás se libró para defender Kassen.

Cuando la luz del arco de Paul empezó a iluminar la estancia vieron dos cuerpos tendidos en el centro de la sala que parecían intactos, como si durmiesen. Pero poco más pudieron ver ya que justo en ese momento varios esqueletos animados y armados con cimitarras se acercaron torpemente desde diferentes rincones de la estancia. De sus anteriores vidas nada quedaba ya, nada más que los huesos y harapos desgarrados por el paso del tiempo.

La escalofriante escena suponía un nuevo desafio para el grupo, pues era un alzamiento de aquellos que debían descansar para siempre, y aquello no constaba en ninguno de los peregrinajes de la llama eterna realizados. ¿Qué horrible suceso había tenido lugar allí dentro, en una cripta que se suponía que serviría de lugar de meditación y descanso para los viajeros? Pero aquello no era todo, ya que a medida que los esqueletos se iban alzando el grupo también pudo escuchar con claridad un eco de un lamento desesperado de alguien en algun lugar cercano a aquella estancia...

Y el combate empezó.... uno de los esqueletos se deslizó hasta el osezno que junto a su compañero semiorco permanecían en la primera línea tras echar la puerta abajo, y le atacó con su cimitarra que, mal manejada con aquellos endebles y torpes huesos, quedó clavada en una de las maderas de la caída puerta.Otro esqueleto trató de rasgar la piel del recio Bronco con sus dos garras afiladas, pero este supo defenderse bien. Otro de los esqueletos arremetió contra el semiorco y si bien consiguió evitar uno de los garrazos del esqueleto, el otro le impactó de lleno en el pecho rasgandole y causandole una pequeña hemorragia. El último de los esqueletos que cerraron el paso al grupo de Kassen arremetió con su oxidada cimitarra contra Haggar pero el oso mordió la hoja de este antes de que llegara a golpearla y con una embestida se la quitó de en medio.... sabía como defenderse.

Tras los ataques de los no-muertos, la entrada había quedado taponada entre los esqueletos, ansiosos por acabar con el grupo y no permitir que entraran en el recinto.
 

Justo abrirse la puerta, la peor de los temores de Bronco se hicieron realidad. Una banda de esqueletos macabros, se abalanzaron con furia sobre Haggar y él. Sus cuerpos descarnados y ropas harapientas, hacían pensar que eran muertos devueltos a la media mediante oscuras artes, y eso el druida defensor de la naturaleza era incapaz de digerir. 

Los enemigos de armaduras deslustradas y cimitarras oxidadas, se fueron al encuentro de la refriega lanzado poderosos golpes y tajos, pero el chamán y su osezno inseparable mostraban un tesón encomiable. 

- ¡¡UUUUUUUUUAAAAAAAAAGH!!

Bronco alzó su enorme hacha -aquella que usaba para talar árboles mejor que nadie- y la dejó caer acompañándola con la fuerza de sus abultados brazos. El golpe seco fue brutal. Si hubiera sido un pino, lo hubiera seccionado sin apenas esfuerzo, pero al tratarse de huesos amarillentos y resecos, estallaron en una nube de polvo rancio. 

Sin pensarlo, dio un paso honrando la valentía de los jóvenes de Kessen, y se quedó en una posición comprometida, pero debía confiar en las aptitudes de los demás. Sólo así conseguirían prevalecer en una prueba, que se había endurecido más de lo que podían esperar.

Debían mantenerse unidos.

Paul se sorprendió del recibimiento, pero el joven clérigo supo reaccionar a tiempo, como Bronco, para resarcirse de la sorpresa. El combate se había iniciado con una pequeña desventaja para el grupo, en cuanto a número, por lo que debían de afianzar su defensa para posteriormente, y en una mejor posición, pasar al ataque.

Invocando los dones de su deidad Paul otorgó una aureola de protección sobre Bronco, que resultaba ser en aquel momento, la línea defensiva del grupo.
 

Dos de los no-muertos que habían permanecido al final de la estancia corrieron como presas de una maldición diabólica hacia los jovenes de Kassen y arremetieron duramente contra Bronco, que tras despedazar a otro de aquellos sacrílegos esqueletos, había ocupado la punta de la lanza del grupo entre el grupo de no-muertos. Uno de ellos logró hendir su oxidada cimitarra en el semiorco hiriendole levemente.
 

Apenas la puerta cayó al suelo derribada por el impresionante hachazo de Bronco, que unos esqueletos se abalanzaron sobre ellos taponándoles la entrada. Sin tiempo para pensarlo mucho, Jalles desenrolló la cadena de su cintura y empezó a hacerla girar por el aire mientras buscaba un resquicio por el que acercarse al enemigo. Entonces Bronco abrío un hueco en la formación enemigo y otorgó al joven el espacio que necesitaba.... La cadena voló certera hacia el cráneo del esqueleto que estaba en el costado izquierdo del semiorco produciendo un sonoro ¡Clonc! que resonó por toda la sala.

La puerta cedió ante los golpes de Bronco y reveló el macabro espectáculo que escondía.
Un grupo de esqueletos se les abalanzó. ¿Era esto otra ilusión, o eran realmente muertos caminando?
Si se trataba de otra prueba, los de Kassen ya se estaban pasando, habría que hablar muy seriamente con el alcalde a su llegada.

Boris vio como sus compañeros se enfrentaban a esas criaturas e incluso presenció como varias de ellas atacaban a Bronco, causándole alguna herida.
- Me cago en... Y todo esto por una llama. ¡Será que no hay antorchas en el pueblo!

El joven tensó el arco y dejó que una saeta volase libre con un silbido.

El osezno se puso en posición bípeda mientras rugía. Haggar estaba furibundo, pues compartía su asco por la no muerte con Bronco. Ya en posición vertical, el oso garra de runa lanzó una poderosa dentellada y dos zarpazos capaces de desjarretar al más pintado, pero aquellos seres de ultratumba apenas poseían jirones de ropa y cualquier resto vital abandonó su cuerpo mucho tiempo ha.

A pesar de ello, la lealtad que seguía profesando el animal era algo propio de elogio, pues se mantenía firme en primera línea de combate.

El combate estaba resultando complicado, ya que aunque los esqueletos no conseguían prácticamente herir a ningún integrante del grupo, los no-muertos eran difíciles de dañar con las armas que los jóvenes de Kassen utilizaban. Un nuevo lamento de alguien en apuros en algún lugar cercano resonó en la estancia.

Nuevamente, el fornido druida semiorco dio un paso a través de las líneas enemigas. Bronco era un ser valiente y duro. Demasiado duro. Y a veces, sus arriesgadas decisiones, lo conducían a posiciones comprometidas, pero el guerrero del bosque sabía que era la única forma de igualar el combate contra aquellas criaturas. 

El movimiento del leñador creó un pasillo en el centro de las líneas enemigas, permitiendo el paso de sus compañeros. Mientras se movía, el druida alzó nuevamente su gran hacha, pero esta vez, el espacio era demasiado angosto para que consiguiera ni tan siquiera emplear dicho armatoste con soltura. Bronco marró su ataque y espetó maldiciones en su cortante y afilada lengua.

- Hölle So bringen sie !!-  La suerte estaba echada. Ahora dependía de sus compañeros. A buen seguro que actuarían expeditvamente, pero por si acaso, se preparó para soportar un nuevo embate.

Paul pudo contemplar lo duro que era combatir con aquellos seres que eran un insulto a la vida. Había que compensar de alguna forma el combate antes de que se desetabilizara en contra del grupo.

Paul dió un paso a su derecha e invocó la presencia pura de Erastil para que arremetiese contra los grotescos seres muertos.

El jóven clérigo de Erastil invocó la luz de su dios cazador, protector del grupo, para castigar aquel alzamiento nigromántico que estaba profanando el descanso del fundador de su pueblo y una explosión de luz blanquecina provocó que los huesos de los esqueletos animados vibraran violentamente retorciendose entre sí y en el caso de algunos de ellos, quemandose gravemente. A pesar de ello, la mayoría resistió bien aquella canalización divina.

Uno de los esqueletos asestó un nuevo golpe a Bronco, que ahora se encontraba casi entre espada y la pared para poder permitir el paso de sus compañeros entre la horda de no-muertos y así poder diezmarlos mejor. La oxidada cimitarra golpeó con un sonoro ruido el suelo de piedra, fallando en su ofensiva contra el chaman.

Otro de los esqueletos aprovechó el lugar vacío que dejó el semiorco entre la horda y se aproximó para hendir su cimitarra en el brazo de Jalles mientras agitaba su cadena amenazante, logrando causarle una hemorragia importante.
 

Los enemigos consiguieron aislar a Bronco de resto del grupo, ya que fruto de su empuje el semiorco se había avanzado al resto de sus compañeros. Jalles se vio acosado por un esqueleto, que fue capaz de penetrar sus defensas y causarle una herida bastante fea. El joven siguió enarbolando la cadena y la lanzó contra el esqueleto que tenía delante pero no fue capaz de impactar... Mientras, se escuchaba un lamento que le helaba la sangre... Alguien estaba en peligro dentro de aquella cripta.

Bronco, su amigo, estaba en peligro. Su osadía rayana a la imprudencia, le hizo avanzar abriendo el camino a expensas de su integridad física. El pequeño osezno, se veía incapaz de ayudar a su compañero, pues sus mordiscos y zarpazos parecían no afectara a aquellas criaturas óseas.

Pero Haggar era la cría de una de las criaturas más peligrosas que un peregrino podía hallarse en el bosque. Era un oso garras de runas, un animal fatal en todos los aspectos. Con salvajismo bramó rabioso - ¡¡¡BRRRAAAAAAGGGH!!!- y lanzó una dentellada con furia sobre el enemigo que tenía enfrente. El bocado fue duro, pero apenas pareció incomodar al no-muerto. Acto seguido, sus garras brillaron y lanzó un zarpazo que partiendo por la mitad al esqueleto. Ya se había hecho hueco, pero debía continuar. Nuevamente lanzó su garra brillante con furia. Pero esta vez, sobre el esqueleto que hacía unos segundo había herido a Jalles. El topetazo no fue suficiente para destruirlo, pero lo hizo tambalearse.