Partida Rol por web

Tras el árduo descenso por la ladera de la Garganta Serpentosa los jóvenes peregrinos, cansados y magullados tras combates, intensas emociones y arriesgadas travesías se acercaron a la gran puerta de piedra tallada en la montaña que, según el mapa, era el acceso a la Cripta de la Llama Eterna. Habían sufrido mucho para llegar hasta allí, tal y como otros jóvenes del pueblo hicieron durante decenas de años. Algunos de los integrantes ya fantaseaban con el honor con el que les recibirian sus congeneres y como celebrarían haber podido encender el candil con la mágica llama del interior de la cripta y proteger así al pueblo de las inclemencias del invierno.

Cuando el grupo se acercó lo suficiente, pudieron comprovar que no se habían equivocado de lugar, pues el portón de piedra en forma de arco estaba tallado con abundancia de detalles y una inconfundible runa estilizada en forma de llama en el pico del mismo. No habían puertas aparentes, ya que parecía que tras el portón un oscuro túnel conducía a su interior. Junto a la puerta, una plancha de piedra pulida rezaba algún tipo de inscripción.

Sólo un elemento desvió la total atención del portón al grupo, y fue un olor amargo que inundó rápido sus fosas nasales mientras se acercaban al lugar y pronto supieron cual era el origen. En la entrada de la cripta dos caballos y tres ponis yacían muertos y ensangrentados con varias moscas merodeando encima de ellos.

El largo camino parecía haber llegado a su final. El grupo observaba en la distancia, la enorme arcada que daba entrada a la Cripta de Kassen. El lugar, rodeado de lomas de piedra gris e imbuido de un silencio profundo y solemne, resultaba sobrecogedor. 

Bronco caminaba tranquilo. Todavía conservaba algún rasguño de la precipitada bajada, pero eso no le impedía mantener su buen ritmo de marcha. A su lado, Haggar correteaba feliz. El osezno, se distraía con el vuelo de alguna mariposa y emitía algún sonido apagado de dicha. De repente, sus orejas se alzaron y comenzó a rugir enfadado

- ¡¿Qué pasa muchacho?!- preguntó el semiorco acercándose hasta el animal. Haggar había olido lo que el grupo no tardó en descubrir... ¡¡Sangre!!

La escena era grotesca. Un par de caballos y tres ponis yacían muertos, mientras una espesa nube de moscas se daba un festín y acaudalados regueros de sangre pegajosa fluían dispersándose por doquier.

- Ya veo chico...- dijo el druida extrayendo su enorme hacha. Tras esto, fue dando unos pasos hasta llegar a los cuerpos de los animales muertos. Había que examinar la posible causa de la muerte. No sería de extrañar que fuera un predador hambriento y peligroso, pero tampoco se podía descartar otras opciones como bandidos o saqueadores...

Pese a que el descenso había sido precipitado, el grupo se puso de nuevo en marcha.
Se podía decir que estaban incluso contentos, pues se encontraban muy cerca de la gran puerta que habían divisado desde lo alto de la loma.

Sin embargo, el ánimo de los muchachos pronto se ensombreció de nuevo: cerca de la entrada hallaron varios caballos y ponis que yacían muertos en el suelo. el desagradable espectáculo podía ser obra de alguna bestia del bosque, pero pensándolo fríamente, ¿qué depredador mata y abandona la comida?.

Boris se temió lo peor. De hecho, ya habían comprobado de sobra que incluso lo peor que alguien pueda imaginar tenía cabida en esos parajes.
El joven vio cómo Bronco se acercaba para examinar los cuerpos. Él, por su parte, agarró con fuerza el arco y se dispuso a buscar alguna pista que les aclarase un poco aquél asunto.

Bronco y Boris fueron los primeros en aproximarse, prudentemente, a examinar los animales muertos. No pudieron averiguar que o quién fue lo que las mató ya que la tensión de poder encontrarse con un nuevo enemigo desvió su atención. Alrededor de los caballos y ponis lo único que observaron fueron las alforjas de las sillas esparcidas por la tierra, la mayoría rotas o vacías aparentemente.

El grupo se recuperó la accidentada bajada y procedió a aproximarse a su destino. El aura de triunfo se difumino con la tétrica recepción. La escena sanguinolenta no era la mejor de las tarjetas de presentación, y los obligaba a estar alerta. Paul se aproximó a los cuerpos junto a Bronco y comenzó a examinarlos con él:

- Qué opinas? - Dijo escuetamente mientras seguía examinando los cadáveres equinos.

Cuando se acercaron a la puerta en la ladera un espectáculo dantesco les estaba esperando. El olor precedió a la visión de una auténtica masacre perpetrada contra unos animales de monta. Los batidores del grupo empezaron a buscar rastros y a examinar los restos para intentar averiguar qué había pasado allí. Él observaba alrededor por si había señales de los que habían sido transportados por aquellas bestias de carga. Revisó las alforjas en busca de más información...

Joder, que ascazo....

Paul se quedó mirando más detenidamente los cuerpos y las características que estos tenían:

 - Por el estado en el que se encuentran, hace unos dos días que fueron masacrados, y por las heridas que presentan, tuvieron que hacerlo con armas afiladas y garras.

Paul se levantó y se quedó mirando a Bronco y Boris, que estaban más cerca:

 - Como bien ha dicho Boris, ningún depredador mata sin comerse una parte de su presa, y ningún depredador hace cortes por arma afilada, ..., pero sí por garras, ...., es un poco extraño la doble combinación de los dos tipos de heridas.

Se giró a Jalles, que estaba examinando las alforjas y le dijo:

 - ¿Alguna pista más de qué puede haber sucedido, a parte de la suposición de que era una partida de dos personas mayores y tres pequeñas?

Jalles encontró algunas pertenencías entre las alforjas mientras buscaba al tiempo que se dió cuenta que estas pertenecían básicamente a los ponies muertos, que probablemente habían servido de bestias de carga. Mientras rebuscaba su mano rozó algo con extraña textura, parecido a una roca pero más frágil, hacia lo que dirigió la mirada e instantes después descubrió su naturaleza. Un cráneo de esqueleto aparentemente humano y varios huesos aplastados sobresalían por debajo del cuerpo de uno de los caballos.
 

Jalles investigó la escena con detenimiento para acto seguido compartir con sus compañeros las nuevas pistas encontradas... Señaló el cuerpo de uno de los caballos...

Aquí hay huesos aplastados... incluso un cráneo aparentemente humano....Aquí debajo.... Solamente puedo decir que viendo el estado de las monturas es muy difícil que pertenezcan a sus jinetes... Por lo que..... ¿Necesitáis que continúe con el razonamiento?

O aquellos huesos eran transportados por los dueños de aquellas alforjas, argumento tétrico donde los hubiera, o pertenecían a algún no-muerto que pudiera haber caído en combate con estos.... No sabía qué lo inquietaba más...

El comentario de Jalles hizo que a Boris se le revolviese el estómago. En su fuero interno, albergaba la esperanza de que existiese otra razón para que aquellos restos estuviesen allí. Se negaba a creer en algo tan espeluznante como lo que su compañero había insinuado. Aunque ya empezaba a estar curado de espantos...

- No me gusta este sitio, chicos. Propongo que entremos, terminemos nuestro trabajo cuanto antes y nos larguemos de este maldito lugar.

Era curioso, pero pese al miedo que el joven sentía en ese momento, se sintió extrañamente bien. Algo dentro de él estaba cambiando. Unos meses atrás ni siquiera se estaría planteando la posibilidad de entrar en esa oscura cueva.
Esa aparente transformación podía ser fruto de un crecimiento personal o, lo que era más probable: debido al hecho de que los jóvenes estaban creando unos lazos tan sólidos que se sentían, en cierto modo, capaces de cualquier cosa.

Tras el macabro hallazgo de aquell esqueleto desmembrado, cuyos huesos eran amarillentos y parecían muy antiguos, muchos interrogantes empezaron a aparecer en las mentes del grupo. ¿Quién o qué había matado los caballos y a quién pertenecían? ¿Y por qué entre las alforjas habían flechas melladas, que utilidad podrían tener? Y aquel esqueleto... ¿era uno de esos no-muertos contra los que el padre Rantal Prasst, de la capilla local,  siempre decía que se debían tomar "especiales protecciones" o lo transportaba alguien con algún macabro propósito?

Muchas preguntas y pocas respuestas, más que la que se hallaba frente a ellos, el acceso a la cripta, tal vez todo aquello fueran casualidades o hechos mundanos a los que otros viajeros de más camino les hubieran parecido triviales. En cualquier caso, tenian una misión que cumplir, y a buen seguro que esta arrojaría más respuestas sobre los misterios.

Antes de entrar por el túnel hacia el interior de la cripta, todos pudieron leer la inscripción tallada en piedra que había inscrita a un lado del portón:

Bienvenidos viajeros y peregrinos a la Cripta de la LLama Eterna.

Aquí descansa Ekat Kassen, así como todos los caídos, amigos y enemigos, de la cruel batalla que se libró en el bosque y el interior de la cripta. En el interior todo viajero hallará un lugar de paz y descanso bajo la luz de una llama de recuerdo que jamás se extingira. Que todo el que entre aprenda del pasado, para que los hechos aquí sucedidos no vuelvan a repetirse jamás en la historia de Nirmathas.

Que Erastil proteja sus almas,

- Alfrid Smallholder, I alcalde de Kassen. Año 4525 AR -

Cuando entraron pasaron en primer lugar por una especie de pasadizo subterraneo cuyos muros estaban decorados por grabados, la mayoría carcomidos y algunos cubiertos de musgo, que parecían relatar una batalla. En él, varios humanos armados con arcos y hachas luchaban contra otros humanos representados como bandidos . La sensación de cerrado y aire viciado empezó a hacerse notar cuando el grupo llegó hasta una vieja puerta de madera de acceso que parecía cerrada a cal y canto....

No-muertos...

Esa fue la idea que sutilmente, se fue introduciendo en la mente del druida semiorco. Alguna vez, había escuchado relatos de criaturas maldecidas a caminar sin vida, exentas de sueños o aspiraciones. Criaturas muertas sin emociones y meras caricaturas macabras de lo que antaño fueron. Bronco sabía que eran peligrosas y una ofensa al curso natural de las cosas. Los no-muertos eran una burda pantomima al ingenio de la naturaleza y la peor prisión en la que podía ser confinada un alma.

A pesar de eso, ya era demasiado tarde para echarse atrás. Debían entrar y cumplir su propósito, pues si no, todo el camino habría sido en balde. El semiorco cogió tres cantos rodados de un buen tamaño y tras realizar un breve y corto ritual con un poco de agua y unas hojas de romero, las piedras emitieron un destello azulado. Bronco las cogió y con sumo cuidado se las echo en el zurrón. Si había muertos en vida, quizás aquellos proyectiles fueran de utilidad...

Poco a poco se fueron adentrando en la oscura cueva. Antes de entrar, todos pudieron leer la talla conmemorativa de la entrada. En ella se ensalzaba el valor y el honor. Sin dilación prosiguieron su curso adentrándose en la cripta.

¡¿Podía ser verdad que algún desalmado corrompiera la pureza de aquella tumba?! ¡¿Era aquello posible?!- ese era el temor que rondaba la mente del semiorco y a juzgar por el gesto de sus compañeros, no era el único que pensaba en ello.

Finalmente llegaron hasta una puerta de madera cerrada.

- Quizás deberíamos descartar posibles trampas...-  Las criptas de gran importancia solían hacer galas de ingenios y mecanismos letales, y aquella era la segunda tumba importante que Bronco conocía.

La primera era la de su madre...

El peregrinaje ritual de los jóvenes de Kassen se estaba convirtiendo en una sucesión de malas experiencias que, por lo que habían descubierto, era muy probable que aún no hubiera terminado. El macabro espectáculo le había dejado mal cuerpo pero no iba a rehuir de la responsabilidad de finalizar aquella misión, aunque solo fuera para comprobar que la tumba del héroe de su aldea natal no hubiera sufrido algún sacrilegio ignominioso.

Junto a sus compañeros penetró en aquella oquedad de la misión para acabar ante una recia puerta de madera. Bronco hizo una apreciación y no pudo estar más de acuerdo...

¿Alguno tiene conocimientos en la búsqueda de mecanismos de defensa? No tengo ganas de recibir un virote intentando abrir la puerta...

La cosa parecía ganar misterio y peligrosidad, la "no-muerte" no era para tomársela a broma. A pesar de eso, el grupo se adentró presto a cumplir su misión. Antes de entrar procedió a que uno de los dones de Erastil les iluminase el camino. Después procedió a seguir al resto del grupo. Hasta que se toparon con la inscripción:

 - ¿Alfrid?, ..., vaya, ..., resulta que es mi antepasado. - Comentó el hecho que no dejaba de ser una simple curiosidad.

Prosiguieron por el túnel de la entrada principal, hasta que llegaron a un portón cerrado. Bronco y Jalles inquieron sobre determinadas habilidades:

 - Siento comunicaros que mis conocimientos no están alineados con la situación.

Y luego se giró a Boris, ..., la última esperanza de salvar el obstáculo sin utilizar la fuerza bruta.

Paul se dirigió inquisitivo hacia el joven arquero.
- Bueno... siempre se me han dado bien los mecanismos; tengo los dedos ágiles- Tras decir esto, soltó una risilla: -¡Mi padrastro guardaba su dinero en un viejo cofre, creyéndolo a buen recaudo!

Boris carraspeó un tanto avergonzado, sabedor de que la situación requería cierta seriedad.
- Dejadme ver... acercadme esa luz.
El muchacho se dispuso a inspeccionar la puerta.

Haggar se puso algo tenso en cuanto el grupo llegó hasta la puerta de madera. Rápidamente se acercó a Bronco y comenzó a mordisquearle el zurrón, mientras tiraba del corpulento semiorco. El druida se detuvo para mirar al osezno, y el cachorro comenzó a emitir una serie de gruñidos entrecortados como si explicara algo. Sin perder un instante, el animal comenzó a olfatear cerca de la puerta para volver sobre sus pasos hasta llegar nuevamente al fornido chamán del oso.

- Creo que mi peludo amigo a detectado a alguien en el interior de esa cámara... Y por lo nervioso que está diría que hay más de uno.- afirmó Bronco mientras señalaba con su enorme hacha en dirección a la puerta de madera. No era nada nuevo que Haggar detectara algún peligro gracias a su olfato, como ya sucediera con los lobos.