Partida Rol por web

24 de diciembre por la mañana. 

De vuelta a la urbanización, las casa de Chicago, grises y tristes... ahora que Lara se había acostumbrado a los campos y las praderas verdes... al aire limpio, sin contaminación, era un choque que había olvidado recordar. 

La casa, situada en uno de los barrios prestigiosos de la ciudad, tenía los abetos del pequeño jardín adornados, y luces en uno de los balcones que le daba un aspecto navideño en aquel oscuro lugar... a su manera, Chicago era bonita, y además, había nevado... y le daba un aspecto bastante nostálgico... sobre todo al recordar algunos momentos de aquel primer semestre que quería olvidar. 

Sus padres salieron a recibirla al ver el taxi, y ajenos a los acontecimientos, la abrazaron y besaron. 

Lara los abraza con algo más de sentimiento de lo normal.

Hola papá, hola mamá. Os he echado de menos. Dice tranquila pero sonriendo con una alegría bastante convincente.

¿Cómo estáis? Les pregunta mientras coge su maleta y deja que su padre la lleve, pues ya había pagado al taxista, y se metía en casa. No ha cambiado nada... Murmura un poco para sí, pero oible a los demás. Y era cierto, la decoración, el ambiente... es como si hubiera retrocedido unos años, y nada de lo que había pasado estos meses hubiese ocurrido. Y ojalá fuese así. Bueno, quizá no todo le gustaría olvidar.

- Cariño, has adelgazado. -  te dice tu madre, a tu lado, pasando al interior de la casa con tu mano cogida - ¿Ya comes bien? Quizás deberías venir a vernos más a menudo... 

Te mira un poco preocupada, tu padre, deja tu maleta en tu habitación, al piso de arriba, y vuelve a bajar. 

- Vamos, An, no empieces... - te mira y te sonríe - Estás tan guapa como siempre, o más - te besa en la frente. 

El salón está decorado con el abeto de Navidad, y con la chimenea encendida, dándole un aire muy acogedor. 

Lara se deja "regañar" por su madre, pues sabía que lo decía por su bien. Durante toda la charla, sonríe. Sintiendo el calor de su família.

Quizá lo haga. Le dice para intentar tranquilizar a su madre. Gracias papá. Le agradece con una sonrisa.

Coge aire profundamente, y se deja caer en el sofá. Quería charlar con ellos un rato.

¿Y vosotros como estáis? No habéis cambiado nada. ¿Alguna novedad desde que me fui? Les pregunta queriendo ponerse al día.

Se quedan pensando... y es tu madre que se pone a tu lado, sentándote al sofá.

- Pues mira, la vecina del final de la calle... aquella que tiene aquel bulldog francés tan horrible, su hija se ha casado con un millonario... un director de no sé qué banco, y de penalti además. Ella, que iba de tan recatada y educada, mira, su hija con bombo... suerte que ha elegido un buen partido. Y la vecina del delante se ha divorciado, se ve que su marido se fue de casa y se lo encontró tres semanas después por la calle cogido del bracito con una niña quince años menor que él.  

El padre suspira y niega con la cabeza, sonriendo levemente. Él ya está acostumbrado. 

Lara ríe sin poder evitarlo. Su madre siempre había sido así de cotilla, y se enteraba de todo lo que pasaba.

Jajajaja. Vaya... me voy unos meses y el mundo se vuelve loco. Dice sonriendo con sinceridad. No dice nada, pero la mirada expresa "os echaba de menos".

¿A quién habéis invitado para la cena de navidad? Era su época del año preferida. Todos reunidos, sonreían, cantaban y contaban chistes que hacían gracia de lo malos que eran. Solo quería volver a esos momentos para olvidarse de los demás.