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Damas y caballeros (+18)

Escena 2 - La maldición del castillo

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13/11/2016, 20:32
- Narrador -

El grupo de nobles había logrado incorporarse. Al atisbar que faltaba la silueta de dos de los caballos se aprestaron a ver cuáles estaban allí. Pronto notaron la ausencia de las queridas monturas de Elisabeth y de Katarin. Por alguna razón la vampiresa las había preferido frente a las demás.

Los otros cuatro caballos permanecían ahora tranquilos, pero el suelo se podía ver "martilleado" por sus cascos, indicando el nerviosismo que habían sufrido cuando la no muerta se aproximó a ellos.

De repente, ambas mujeres se habían quedado sin sus queridos animales. El resto del equipo sí que estaba allí, caído en el suelo. Los utensilios de aseo, los de cocina, los de supervivencia, como sus propias tiendas. Solo que ahora no les era posible transportarlo.

Seguían sin haber noticias de la mascota de Phillipe y de hecho este había permanecido callado durante los últimos segundos, tal vez temiendo lo peor.

- Tiradas (2)
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14/11/2016, 01:32
Elisabeth Woodgate

No tuve que esforzarme demasiado para darme cuenta de que mi montura no estaba, pues sin duda, había sido el mejor ejemplar que había entre todos aquellos caballos. En cuanto la noticia llegó a mi cabeza, pues tardé un rato en procesarlo, apreté los dientes, pues verdaderamente quería a ese animal y ahora lo había perdido. Era prácticamente lo único de valor que había podido quedarme después de haberlo perdido todo debido a la enfermedad que había asolado a mis tierras, todo lo demás había tenido que venderlo.

Sentí como la ira invadía todas y cada una de las partes de mi cuerpo y apreté los puños, tratando de no dejarme llevar por ella. Intenté eso de respirar con suavidad, pero de lo único que me dieron ganas fue de arrancarle la cabeza a alguien.

Me quedé allí quieta, mirando al frente, aunque en realidad no estaba mirando a ningún punto en concreto y en silencio, en el más absoluto de los silencios.

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16/11/2016, 13:26
Dante Árgendur

Pronto descubrimos que aquella demoníaca mujer si que se había cobrado alguna victima, por suerte todos estábamos bien pero la desaparición de dos de los caballos hacía más profunda la herida en la moral del grupo. Tras maldecir a aquella mujer por última vez pude ver como Katarin buscaba su montura y pude imaginar el trago amargo que sentía en aquel momento.

Me acerque a ella por detrás rodeándola con el brazo atraiéndola hacía mi pecho hasta que su nuca quedo a la altura de mis labios para después susurrar, Se que era importante para ti y haremos lo posible por recuperarlo

Un suave silbido vasto para que mi caballo se acercara, todavía algo nervioso por la oscura presencia. Ahora él cuidará de ti.

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17/11/2016, 02:01
Adeline Cunningham

El quedarnos sin monturas para llevar nuestro equipaje había sido como un golpe bajo, y más aún porque eran animales que se les había entregado algo de cariño de parte del grupo. 

Me acerqué hacia donde estaban nuestras cosas, debíamos descansar y también armar un plan para poder llevarnos lo justo y lo necesario para que no nos incomodara el peso extra en nuestro viaje.

"-Veré que puedo preparar de comida para reunir fuerzas, luego de aquello deberemos hablar sobre lo que pasará el día de mañana después de descansar"

No tenía muchos dotes para la cocina, pero algo se me ocurriría, mas que mal, mi estomago ya rugía de hambre.

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18/11/2016, 00:31
Tad Dravere

Elisabeth había perdido a su caballo, y me había explicado hacía poco tiempo que lo tenía desde que era un potrillo. Yo no sabía lo que era perder un animal tan noble y tan fiel, pero me lo imaginaba. Mi bandurria se podía sustituir, aquél animal... nunca. 

—Lo siento mucho, Elisabeth... era un caballo noble y bueno. Y si me trataba de morder era porque le habían enseñado así. Es una muestra más de la maldad de la vampira. 

No sabía mucho más que hacer ante tal tragedia, sólo la empañaba las de los humanos que había matado la vampira también, para transformarlos. Me acerqué a ella y la abracé, ella tenía que apoyarse en algo o desahogarse de alguna manera. 

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18/11/2016, 00:55
Elisabeth Woodgate

Agradecí las palabras de Tad, aunque no pude articular palabra en aquel momento, simplemente asentí y me dejé abrazar en silencio y así, me quedé durante un rato, luchando conmigo misma para no ponerme a llorar allí mismo. Hubiera sido cuando menos curioso que no hubiera derramado hasta ahora una lágrima, después de como habían ido las cosas y ahora, me echara a llorar.

En cuanto Tad me soltó suspiré y después me puse a buscar entre las cosas esparcidas por el suelo, a ver si encontraba alguna de las mías que fuera a necesitar.

- Odio este lugar, odio este viaje y...

Sabía que no iba a conseguir nada cabreándome, pero no lo podía evitar.

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20/11/2016, 14:58
Katarin L'Brianne

Con rabia, vi que faltaba mi preciado Maru. Maldita fuera la vampiresa, el asunto pasó a ser algo personal cuando decidió tomar prestad mi querido caballo. Me había comprometido con ella, me había intentado mostrar comprensiva, pero me robó la montura que mis padres me habían regalado y eso sí que era intolerable. Esperaba recuperarlo algún día, en buenas condiciones, o no pararía hasta convertir a la noble vampiresa en poco más que polvo al viento.

En silencio, me quedé observando mis enseres esparcidos por el suelo, poco me importaban en aquel momento. Un cálido abrazo vino a sostener mi dolido corazón. Sentí el aliento de Dante en mi nuca y sus tranquilizadoras palabras. 

- Gracias, Sir Dante, yo... mis padres me regalaron a Maru, espero volver a verlo - dije con voz queda, pero le sonreí agradecida - cabalgaré contigo... hasta entonces - dentro de la desgracia una pequeña luz de alegría asomó.

Por suerte, yo no llevaba demasiado equipaje, no al menos importante. Salvo algunos trajes de viaje y algunos objetos personales que podría dejar allí, el resto se limitaban a mis ingredientes de conjuros y objetos mágicos, mis armas y mi libro de magia, además de la comida y la manta para dormir.

- Lady Adeline tiene razón, debemos organizar lo que llevaremos y decidir qué haremos mañana. Además, deberíamos salir del castillo, no quiero volver a ver este lugar nunca más.

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20/11/2016, 16:25
Tad Dravere

Elisabeth se dejó abrazar. El momento era uno de esos en los que una persona necesitaría un abrazo. Y aunque a mi me gustaría abrazarla de otras maneras y yo era muy travieso, esta vez sólo daría un abrazo de afecto. Se había quedado sin un ser querido y tenía que saber que tendría otros además de sus padres y amigos. Bueno, que yo estaría por ahí, vamos.

Por fin acabé soltándola y me puse a recoger con ella sus cosas, todo lo que hubiera tirado y a cargarlas en mi caballo. 

—Yo llevo de todo, cargué varias veces cada objeto que pudiera necesitar, Elisabeth, y puedes dormir en mi tienda... todo lo que tengo es tuyo.

Dante también abrazó a Katarin para consolarla de la pérdida. El grupo estaba compuesto de gente agradable, noble y buena, a los que podría llamar amigos. A los que hasta me daría pena darles alguna vez un sablazo. 

Una poca.

—Sí, recojamos todo, salgamos del castillo y pongamos tierra de por medio. Hemos tratado de jugar a héroes, hemos tratado de ayudar y mira lo que ha ocurrido. ¡Malditos monstruos vampiros!

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20/11/2016, 19:08
Phillipe Devonshire

Phillipe captó el dolor en los ojos de dos de las mujeres que le acompañaban en el accidentado viaje. El noble también estaba angustiado pero no por su montura sino por su fiel can, del cual no había rastro.

Sin decir nada más, echó a correr hacia el interior del edificio donde se había librado la batalla contra la antigua dueña del castillo ahora maldito. Era consciente de que todos querían abandonar el lugar, pero cómo iba a marcharse él sin su querido amigo.

El corazón le latía apresuradamente, por el temor a que también le hubiera ocurrido lo peor. Sus pasos le llevaron arriba, explorando en solitario las diversas habitaciones. El noble, que no era un hombre atlético, logró subir los peldaños de piedra más rápido de lo que jamás habría creído.

Unos minutos después, volvía con Doug en brazos. El animal, inerte, mostraba profundas heridas en su piel de suave pelaje. El pelo estaba empapado en sangre. Su amo, Phillipe, no pudo cargarlo por más tiempo y lo dejó con cuidado en el suelo, de un modo respetuoso. Se aferró con fuerza al cuerpo del perro y cerró sus ojos tratando de contener la pena.

- Lo ha matado.

Confirmó lo que era evidente, pero invadido por el dolor apenas tenía palabras.

Notas de juego

Pnjotizado. Podéis seguir posteando.

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22/11/2016, 22:03
Dante Árgendur

La visión de Phillipe con con Doug en brazos sería la última que veríamos de aquel castillo, un último amargo recuerdo de un lugar por siempre marcado en nuestra memoria. Partimos sin mirar atrás como si de hacerlo algún mal espíritu pudiera acompañarnos el resto del viaje.

No había muchas ganas de hablar, sino más bien de alejarse de aquel lugar y su recuerdo... durante las siguientes pocas horas trate de hacer la mayor parte a pie para no cansar en exceso la ya castigada montura, las miradas furtivas y la dulce sonrisa de Katarin era todo lo que necesitaba para seguir el camino.

Dejamos varias cosas atrás, el viaje sería más austero en verdad lo era cada día pero era algo a lo que ya nos habíamos acostumbrando quizá mañana echáramos aquellas cosas más en falta pero en aquel momento poco o nada importaba.

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25/11/2016, 00:20
Elisabeth Woodgate

Levanté la cabeza del suelo para mirar a Tad y regalarle una sincera sonrisa, triste, pero sonrisa y al fin y al cabo, pues estaba siendo muy atento conmigo y la verdad era que entre eso y lo que había podido hablar con él en aquel viaje, ahora me sentía bastante más cómoda con la idea de que fuera mi marido. Ya había pasado la fase de tener ganas de darme cabezazos contra un muro.

- Gracias Tad. - Le dije suspirando, aunque el suspiro era porque me había vuelto a acordar de mi montura y lo que la iba a echar de menos.

Momentos después escuché las palabras de Phillipe y me incorporé para observar al pobre hombre destrozado. Sabía cómo se sentía en aquel momento, era más, yo me sentía igual de desolada, aunque no fuera por su mascota.

- Lo siento mucho. - Le dije. - Si quieres podemos pararnos a enterrarlo...

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25/11/2016, 12:32
Tad Dravere

Me hubiera gustado seguir con las risas y las bromas, con los malentendidos y los juegos con Elisabeth, pero la vida se nos había cruzado por el camino y había sido una ducha fría de realidad. No me extrañaba que hubiera gente tan comprometida con el deber como ella si en el mundo había unos monstruos como los que nos acechaban además de las hambrunas, las seguías, las enfermedades y las inundaciones.

Usaría mi ingenio y lo que quedara de mis fuerzas para hacer el mundo un lugar un poco mejor. Si es que podía. 

—No es nada —dije algo incómodo por sus agradecimientos. Incómodo pero no disgustado, simplemente no estaba acostumbrado a esto, sólo a los gritos, golpes y jaleos, eran más propios de mí y de mi entorno en el Sur que la sinceridad y rectitud de Elizabeth.

Luego quedaba el asunto del can de Phillipe —Sí, pero enterrémoslo en el bosque lejos de esta horrible mujer. Mételo en esta bolsa... —no le dije lo obvio, que la malvada vampira lo podría levantar como muerto viviente si lo enterraba en el castillo. Ya habíamos visto dos caballos así. No quería que pasara lo mismo a la mascota de mi compañero. 

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27/11/2016, 17:13
Phillipe Devonshire

Tad había tendido un saco a Phillipe pero este negó, sacudiendo lentamente la cabeza. En su lugar prefirió levantar al can de nuevo aunque dado que no era un hombre corpulento eso le suponía un gran esfuerzo.

- Lo enterraremos. No lo podemos dejar en este sitio maldito.

Aceptó vuestras indicaciones.

- Ayudadme por favor.

Dijo reconociendo que necesitaba que otra persona le echara una mano. Con esas, pudísteis abandonar finalmente el castillo, atravesando la puerta en la que yacían los cadáveres aún sin descomponer de algunos pueblerinos. En el exterior, a un lado del camino, era buen lugar para dejar el cuerpo y buscar piedras con las que cubrirlo. Para vuestro viaje no contábais con palas así que las opciones eran rodearlo de pedruscos o volver al interior a buscar alguna herramienta.

Phillipe parecía haber optado por lo primero así que miró alrededor en busca de cualquier cosa.

- El viaje no debía de haber sido así. Estos caminos tenían que ser seguros. Quiere la maldita suerte que tengamos que agradecer que todos nosotros sigamos vivos.

Abatido pronunciaba las palabras pesadamente. Phillipe, aunque entristecido, llegó a escuchar un sonido distante y miró en dirección al camino. Al igual que vosotros, le había llegado el retumbar de unos cascos de caballos contra el suelo. Parecía que algo se acercaba.

Notas de juego

Pnjotizado, claro.

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28/11/2016, 00:00
Elisabeth Woodgate

No recogí demasiadas cosas porque me parecía que el animal de Tad ya iba a sufrir por mi culpa, pues ahora tendría que cargar con otra persona. Además, la persona en cuestión iba armada y... en fin, que el pobre animal se cansaría el doble que hasta ahora.

En cuanto terminé o simplemente, me dije que ya era suficiente, ayudé un poco a Phillipe, aunque para cuando acabé a él ya no le quedaban demasiadas cosas que coger tampoco. Después, le ayudé a buscar alguna herramienta para que después pudiéramos enterrar al animal.

- ¿Puede llevarlas alguien que vaya solo en el animal? - Dije refiriéndome a las palas. No quería ni pronunciar la palabra caballo.

Estaba mirando a mis compañeros a ver quién hacía el favor de llevar las palas para luego, con la esperanza de no tener que usarlas para enterrar a nadie más que al perro, cuando se escuchó el sonido de cascos, por lo que solté las palas y saqué la espada, para sujetarla con fuerza con ambas manos.

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30/11/2016, 12:34
Tad Dravere

Teníamos que irnos cuanto antes... a Tad se le partía el arma al ver los cuerpos de la pobre gente del pueblo asesinada por la malvada vampira. Y no solo eso, sino que también los había desecrado levantando sus cadáveres como muertos vivientes. Era un lugar de horror.

Fuera, ya podíamos plantearnos cubrir de piedras al animal. Era un gesto simbólico... porque los cadáveres de los pueblerinos no habría manera de darles sepultura. 

Phillipe comentó algo sobre los caminos, y todos notamos que alguien venía. Elisabeth desenfundó su espada y yo saqué mi pincho. No estábamos con el cuerpo para luchar, pero a veces no había otra posibilidad.

—¿Quien se dirigirá hasta este lugar maldito? 

Algo le decía que sería otra vez la nobleza del lugar... y no era un pensamiento muy agradable. 

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30/11/2016, 14:10
Katarin L'Brianne

Me alegré de alejarme de aquel lugar maldito. Montando junto a mi prometido, eché un último vistazo al castillo sabiendo que a partir de entonces muchas cosas cambiarían. Al enterrar al pobre can recogí tantas piedras como pude de los alrededores y se los entregué a los que estaban afanados con su sepultura.

- Tal vez no deberíamos habernos metido en asuntos que no eran de nuestra incumbencia - dije en voz algo baja - aún con toda nuestra buena fe, no hemos conseguido más que desgracias - estaba segura de habíamos obrado bien, pero en aquel momento dudaba de si haber actuado correctamente había sido lo mejor. 

Al oír el sonido de cascos, me volví hacia el camino como los demás.

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01/12/2016, 11:24
Dante Árgendur

Todos colaboramos en el entierro del pobre can, recogiendo piedras del camino en una especie de ritual silencioso, no había muchas ganas de hablar y cada uno digería lo que había sucedido como podía. No pudimos casi acabar de despedir a Doug cuando un nuevo peligro parecía asomar.

Un ruido de cascos de caballo nos saco de nuestro letargo y pesar, casi instintivamente eche mano a la empuñadura de una de las espadas mientras buscaba a Katarin con la otra mano para ponerla tras de mi. No teníamos el ánimo suficiente como para entablar otro combate pero sin duda cobraría cara mi vida.

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04/12/2016, 19:55
Rodoryan

Los cascos de sendos caballos resonaron por el camino hasta que las figuras de dos personas aparecieron. Uno era un caballero en armadura plateada que llevaba presto su escudo y una lanza de caballería. Tras de sí cabalgaba una mujer protegida por una cota de mallas. De su cuello pendía un colgante con el símbolo de la Dama del Lago, elevando la espada Excalibur. Aquello significaba que la mujer era una sacerdotisa.

El hombre se detuvo al instante. Tuvo que subir su yelmo usando para ello el borde del escudo.

- Habéis de ser vosotros los caballeros que buscamos. Soy Sir Rodoryan y me acompaña Lady Ysyvyra. ¿Estáis todos bien? Hemos venido... en cuanto hemos tenido noticia de que las gentes de Foix corrían peligro. Hallamos al conde y nos habló de vuestra presencia.

Las noticias debían de volar pues sólo habían pasado unas cuantas horas.

 

 

Notas de juego

Lady Ysyvyra esa la sacerdotisa de la que os habló alguna vez Elona comentando que estuvo en Foix y acabó marchándose.

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06/12/2016, 20:23
Elisabeth Woodgate

No bajé el arma hasta que ambos jinetes no estuvieron lo suficientemente cerca como para poder distinguir el colgante que llevaba la mujer, es decir, prácticamente había medio metro entre su montura y mi espada. En cuanto comprobé que eran amigos y no enemigos, bajé la espada y la guardé.

- Sí, estamos bien. - Al menos físicamente pues al menos dos habíamos perdido algo muy preciado para nosotros, por lo que anímicamente había tenido tiempos mejores. - Pero la vampira se nos ha escapado.

Teníamos que reconocer que no habíamos podido hacer nada contra ella.

- Nuestras fuerzas no se acercaban siquiera a las que hubieran hecho falta para poder derrotarla.

Quizás nuestro orgullo también podía haber quedado un poco dañado y no sólo nuestro ánimo.

- Pensaba mandar un mensaje al llegar para ver si algún clérigo con experiencia suficiente contra vampiros podía venir a solventar esto antes de que tengamos vampiros por todas partes.

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09/12/2016, 13:28
Tad Dravere

Ningún enemigo del reino llevaría el colgante de la Dama del lago. Tad respiró aliviado. Acababan de enterrar al pobre can. Estaban sucios, cansados y derrotados. Y no sabía que más hacer.

Ellos se presentaron, Elisabeth les habló con amabilidad y Tad decidió ser el siguiente en hacer las presentaciones.

Saludos caballero y sacerdotisa, somos nobles en peregrinación de cortejo —los dos recién llegados conocerían el rito por el que estábamos pasando— entre nosotros están las Damas Caballero Adeline Cunningham, Clériga Elizabeth Woodgate y encantadora Katarin L'Brianne, los caballeros Sir Dante Argendur y Sir Phillipe Devonshire y vuestro humilde servidor, Tad Dravere. 

El no era caballero, ni falta que le hacía.

—La noche anterior, encontramos a la guardia de Foix patruyando por los bosques, sin esperanza contra los vampiros. Les ayudamos contra uno, contra un pobre capitán de la guardia que había sido convertido en una de esas aberraciones no-muertas.

Aquello parecía muy lejos, con todo lo que había ocurrido.

—Pasamos la noche con la guardia y por la mañana fuimos a Foix, donde nos encontramos a Lady Elona y a sus sirvientes y guardias. Tenían problemas con vampiros y decidimos ayudarles, porque parecían estar bajo asedio con los pobres campesinos sufriendo.

—Al final decidimos venir a este castillo porque era donde pensábamos que los encontraríamos. Y había muchos aldeanos reanimados como muertos vivientes, los pobres. Les destruimos y luego entramos en el castillo, allí en las mazmorras estaba el conde, al que Lady Elona creía desaparecido y que volvería, pero estaba atado por el cuello como un perro y le habían arrancado los brazos.

—Le rescatamos y aunque él nos previno que su mujer había sido transformada en vampiro por una traición —Tad no tenía muy claro lo que había pasado en esa familia, o que el fantasma niña que decía que ella era la verdadera Elona— decidimos intentar destruir a ella y a su sirviente, un fantasma de una pobre niña, antes de que causaran más daño.

—No lo conseguimos... ella nos derrotó. Antes quiso advertirnos sobre un tal Uthard, diciendo que había sido él el que la había seducido y entregado a los vampiros... y quería dejarnos ir para que lo detuviéramos. 

—De hecho nos dejó ir. Nos hemos despertado hace poco con las heridas curadas y vivos... La vampira no nos convirtió en sus esbirros eternos. Pero en su vileza se llevó a dos de nuestras monturas y mató al perro de Phillipe... no entendemos muy bien lo que ha pasado y nos sentimos derrotados y cansados. Quizá vuesas mercedes puedan acampar con nosotros a corta distancia de aquí, compartir algunos alimentos y explicarnos algo de lo ocurrido anteriormente.