Kurt saluda con el sombrero a la dama cuando entra en el tren y busca un sitio que parezca limpio e invita a Ludmilla a sentarse.
Por favor, siéntese.
Cuando el tren inicia nuevamente su recorrido Kurt desea en voz alta.
Espero que el viaje se haga lo más deprisa posible.
La mujer no parece hacer aprecio a las palabras de Kurt, depositando sus penas en algún lugar cerca del horizonte.
El hombre andrajoso dirige una mirada a la pareja, más de ubicación que de interés, pero no contesta más que con un breve asentimiento de saludo.
-Buenos días.
digo escueta y me siento junto a Kurt.
-Bueno, qué le parece, Kurt, si intercambiamos información durante el viaje. Hay cosas de las que usted puede tener lagunas, o dudas, y lo mismo me pasa a mí. ¿Le parece?
Hablo lo suficientemente alto para que me escuche el resto de viajeros, y además me fijo en su reacción con bastante disreción, sobre todo en la del hombre andrajoso. Soy un tanto desconfiada, pero con lo que estamos pasando, me gusta saber quien está a mi lado. La mujer no me preocupa, pero el hombre me intranquiliza, sólo un poco, y quiero saber si se interesa por nuestra conversación.
Ambos viajeros parecen ignoraros, cada uno a su manera, sumidos en problemas que ensombrecen los vuestros, a su parecer. Tienes la sensación de que ambos viven profundas pérdidas, lo que te genera un leve momento de empatía, al pasar revista a tu memoria.
Tirada oculta
Tirada: 1d100
Motivo: psicología
Resultado: 13
Apúntate una de psicología.
¿Cree usted que es el sitio más indicado? dice Kurt bajando la voz.
En cualquier caso, no creo que yo tenga lagunas. Más bien son islotes inconexos en un océano de dudas...
Bajando la voz ostensiblemente hasta tener la tranquilidad de que no nos oyen los otros viajeros, hablo con Kurt.
-Tan sólo quería saber si nuestra conversación interesaba a esas personas. Puede que sea un poco paranoica, pero... creo que no me culpará usted. Me parece entender que esas personas tienen sus propios problemas y no están, para nada, interesados en los nuestros.
Pobres, se les ve tan desolados. No me avergüenza decir que me siento identificada con sus sentimientos. Tanto sufrimiento en el mundo...
Viendo que empiezo a divagar me centro de nuevo en la conversación.
-Bueno, esperemos que sea un viaje agradable y que no nos encontremos otra casa quemada. Por todos los dioses egipcios.
Yo quedo a la expectativa. Si no sucede nada durante el viaje, pues esperamos al destino.
Sí que parecen tener sus propios problemas...
Dice Kurt mientras observa a la mujer.
Click
El tren se detiene en una coqueta estación bastante vacía. A pesar del sofocante calor, el sol no parece conseguir atravesar tampoco aquí el deslavado manto nebuloso qu lleva días ensombreciendo la zona.
A pesar de ello, el olor del agua salada os sacude en cuanto sal´s, con una refrescante sensación costera. El hombre andrajoso sale enérgicamente, aunque algo encorvado, justo delante de vosotros. La mujer llorosa espera un poco más, pero también desciende. Parece tener algún problema de circulación, a decir por su modo de caminar y su enrojecida piel.
La estación desemboca en una ladera en descenso, que vierte varios caminos empedrados sobre un arrecife de casitas pesqueras, de aspecto veraniego. Las calles están bastante vacías, pero no carentes de los ruidos cotidianos de una aldea.
El nivel tecnológico parece haber descendido al menos una generación tras pasr el tunel de montaña, y la escasa gente os mira como si fuerais un poco marcianos.
A pesar de ello, todo parece tranquilo en derredor.
Y ahora?
Busco a alguien que esté trabajando en la estación. Si no encuentro un revisor o alguien que se ocupe de los billetes voy hacia el maquinista o cualquiera que vea de uniforme. Una vez lo encuentro pregunto con toda la simpatía que puedo, que no es mucha:
-Oh, buenos días. Verá, quisiera saber donde queda la calle, Old port Street. ¿Sería usted tan amable de ayudarme?
Acompaño a la señora Davourier y me fijo en la gente que se ve, si hay algún kiosco quiero ver la portada de la prensa local y ese tipo de cosas.
El revisor te responde sin inconvenientes, mientras el tren efectua la pausa de fin de vía y las recargas y mantenimientos típicos.
-Oh, claro. La calle del puerto viejo queda por allí.- dice señalando hacia la zona izquierda de la aldea -Da a un arrecife natural donde se apiñaban antes los pesqueros, para protegerlos del viento del norte. La cara norte del saliente, al haber sido más castigada, forma una playa, y a su lado se hizo el nuevo amarradero de embarcaciones deportivas y de veraneo, por la cercanía a la zona nueva, más utilizada por los turistas.- el hombre sonríe a Kurt y pregunta -Van al casco antiguo, entonces, supongo.
Asiento sonriendo al revisor, sin dar muchas más explicaciones.
-Muchas gracias, muy amable.
-De nada señora. Que pasen un buen día.- responde el revisor.
Presupongo que vais hacia allí y tal? Confirm, please, que no quiero moveros yo.
Vamos hacia allá.
Es que no sabía si el tipo ese iba a decir algo más. Se le veía con ganas de conversación. XDDdd
Pronto os dais cuenta de que las casas de Old Port Street están organizadas en torno a patios interiores, siendo el único número el del portal principal. Comprendéis que dentro debían almacenar aparejos y realizar las típicas reparaciones de redes y demás parafernalia. La calle parece terminar abruptamente en el número 8, desde el que un senderillo empinado asciende hacia el risco que separa ambos lados del pueblo bífido. Tras preguntar a un viandante, este indica a Kurt que el número nueve está más adelante por ese caminillo, así que os encamináis por él.
Una coqueta casa de veraneo descansa en un altillo privilegiado sobre el puerto y la playa. El aire es fresco, y la brisa marina enaltece los pulmones. La casa, espléndidamente cuidada, no desentona en absoluto con el panorama alrededor, vivo retrato del antiguo estilo pescador. Un camino de loseta satinada invita a dirigirse a la puerta.
Acepto la invitación del camino y voy hacia la puerta donde llamo con golpes suaves pero firmes. Muy... fino.
Tras inisistir una vez más, la puerta se abre por fin, luciendo una mujer con aspecto laborioso, pero en ropa de calle. LLeva un trapo en una mano, y sujeta la puerta con la otra:
-Buenas tardes tengan. ¿Desean algo en particular?- dice la mujer con un tono muy neutro.
Buenas tardes, señora.
Dice Kurt con un gesto de saludo.
¿Es esta la residencia del señor Nathan Dexter?
-Sí, bueno, esta es la residencia estival de los Dexter, en efecto, pero la señora no se encuentra en casa en estos momentos.- dice la mujer, con una leve cara de confusión.