Partida Rol por web

Días extraños

Crisis de fe

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19/11/2009, 16:04
Director

 

Elías despertó.

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19/11/2009, 16:59
Director

Su mano detuvo el despertador, cuyas letras digitales en rojo decían 8:00. Tiró sin querer el libro que se había quedado leyendo hasta las tantas el día anterior. Era una novela, la primera novela que leía en mucho tiempo, y se titulaba "Desde mi cielo". No podía negar que el título le había llamado poderosamente la atención desde la estantería de la biblioteca. Al fin y al cabo, estaba intentando cambiar de aires, pero no podía hacerlo de un plumazo. Tenía que ir poco a poco.

El café no se hacía solo y en el comedor lo esperaban a las nueve. Debía darse prisa, ducharse, vestirse e iniciar un nuevo y plano día... o no.

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19/11/2009, 22:25
Elías

Se levantó de la cama y se rascó la cabeza. Es una acción que realizaba inconscientemente todos los días, desde niño. Algunos tomaban agua, otros se masturbaban. Elías se rascaba la cabeza. Por tradición, por inercia. Del mismo modo que seguía rezando cada noche, pese a saber que su fe era una mentira, que el Dios en el que creía, o solía creer, era el dios de los ricos y pudientes, el dios del primer mundo.

Él había estado en Etiopía y había visto la inmundicia del mundo, la que no sale en las noticias, reptando lentamente, agonizando por comida cada día, o por una gota de agua. Y ahí Despertó.

Despertó de un mundo en el que se había encontrado todo hecho, desde sus cimientos, desde su más tierna infancia. Elías había sido un niño feliz. Feliz e ignorante. Desde niño aplaudían su fe ciega en el Padre, y en su Iglesia, poderosa y compasiva. Compasiva y un cuerno. Elías había comprendido la verdad del mundo, y le había dolido. Se había sentido roto, traicionado, por el gran juego tejido por un puñado de hombres poderosos hace más de dos mil años.

Y aún así, por costumbre, seguía rezando. Era más difícil perder la certeza de que había algo en lo que creer, que tragar con una existencia sin ningún fin. Así que sacó fuerza de flaquezas y arrastró sus pies al baño.

Se tomó una ducha, y jugueteó con sus pensamientos bajo el agua tibia. Luego se hizo un café, cargado, negro como la boca de lobo, y lo tomó de un trago, como siempre. Porque así lo había hecho siempre. Se vistió, y se adecentó, para una vez más, tirar de un día más en el mundo. Porque había gente allí fuera que lo necesitaba. Porque a los comedores de beneficiencia no llegaba Dios. Sólo llegaba el hombre. Porque el Papa y sus cardenales no lidiaba con drogadictos, ni con sin hogar, ni con mujeres maltratadas. Lo hacía él. No sabe si por convicción o porque estaba acostumbrado a hacerlo.

Sí. Elías era un hombre de costumbres.

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19/11/2009, 23:09
Director

A pesar de su derrota y su conflicto interno, Elías sabía que la única manera de acceder al Uno, al menos, la única verdadera, era mediante el sacrificio por los demás. Si deseaba la Ascensión de los durmientes, debían hacerles amarse y creer en lo imposible, en la bondad del otro, en la generosidad. Por algo se empezaba.

Y así, Elías fue al comedor de beneficencia.

La verdad es que no había tanta miseria como decían en la tele. Había mendigos, parados y gente sin donde caerse muerta. Inmigrantes sin papeles, gente sin suerte. Pero había en ellos esperanza. Al menos no habían renunciado a comer. Estaban vivos y tenían una oportunidad.

Muchos miraban a Elías con admiración. Elías sabía que algunos de ellos le debían tanto que estarían dispuestos a hacer por él lo que fuese. Lo que fuese.

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20/11/2009, 15:45
Elías

Elías se puso el delantal, y manos a la obra. Saludó a algunos necesitados, y les sonrió, afable, mientras les servía el desayuno. Aquella gente era todo cuanto tenía en el mundo, y muchos lo miraban con una devoción ciega. Sabía que estarían allí para él, cuando lo necesitara.

María y Manuel, la pareja de cincuentones desempleados, que se habían portado con él como unos padres. Elena, una drogodependiente de 17 años, casi su hermana pequeña, y también Blas, un indigente con problemas de alcoholismo con el que se reía mucho. Ellos eran la única familia que le quedaba.

Ellos se merecían todo lo que pudiera hacer por su bienestar.

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20/11/2009, 17:04
Director

Un hombre que Elías no había visto nunca entró en el comedor. Llevaba vaqueros muy desgastados, una camisa y una cazadora vaquera. Muchos drogodependientes vestían así. Entró timidamente y miró en derredor como si no se creyese lo que estaba ante sus ojos. Se tropezó con un viejo que llevaba un cuenco de sopa y estuvo a punto de derramarlo, pero el viejo no dijo una palabra.

El hombre se puso a la cola que le llevaría hasta Elías. Estaba nervioso. ¿El mono? Viéndolo de cerca, tenía el pelo rubio y corto, sombra de barba y ojos claros. Era atractivo, pero si se hubiese dado una ducha estaría mucho mejor.

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20/11/2009, 17:43
Elías

Elías fue poniendo los desayunos pausadamente a cada uno, y cuando el nuevo llegó frente a él, sonrió y le preguntó.

- No sueles venir por aquí, ¿verdad? Bienvenido.

Quería ayudarle, nada más.

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20/11/2009, 18:07
Jacobo

-Eh... no -contestó él.

Y de repente hubo un destello de sorpresa en los ojos del hombre. Le observó como si nunca jamás hubiese visto a nadie como él.

Elías comprendió.

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20/11/2009, 18:08
Director

Elías caminaba por un sendero de plata que separaba dos tierras putrefactas. La corrupción y el dolor se habían extendido allá donde le alcanzase la vista. Espinos rasguñaban sus pies descalzos, el viento azotaba su torso desnudo y el polvo le hacía daño a los ojos. Pero él continuaba caminando. No importaba lo duro que fuese el camino, pues la Verdad estaría esperándolo en el final.

En algún punto se encontró a otro ser humano, el primer ser humano vivo. Y era él. Estaba asustado y perdido. Él no sabía que tenía que andar por la senda.

-¿Quién eres tú? -preguntó el desconocido, encogiéndose para ocultar su desnudez.

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20/11/2009, 18:14
Elías

Miré al hombre, y apoyé mi mano en su hombro, apretándolo con confianza.

- Yo soy Elías, y voy a ayudarte. ¿Cómo te llamas?

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20/11/2009, 23:56
Jacobo

-Jacobo. ¿Dónde estamos? ¿Qué es esto? ¿No tienes frío?

El hombre, desesperado, miró en todas direcciones.

-¿Por qué estamos aquí? ¿A dónde debemos ir?

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21/11/2009, 00:05
Elías

Elías sonrió.

- Estamos en el camino de la Verdad. Es nuestro deber acabar el sendero para llegar a ella. Debemos ir porque es nuestra misión. El Uno lo decidió.

Le tendió la mano y esperó a que la tomara.

- Ven conmigo. Caminaremos juntos.

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21/11/2009, 00:26
Jacobo

-¡NO!

Jacobo se hizo a un lado y se posó sobre un espino. Las afiladas agujas vegetales se clavaron en sus plantas provocándole un agudo sufrimiento.

-Esa senda no es de verdad. ¡Esa senda es falsa! ¡Conduce a Eva, la primera pecadora! Suya es la culpa de que nos expulsaran del Paraíso, de la Comunión con el Uno. Abandona la senda, Elías, pues no es de Verdad, sino de Mentira.

Fuera del camino, el cuerpo de Jacobo inició un proceso de descomposición acelerado. Sus ojos se abrieron de par en par y su alma murió con un gemido ronco.

Entonces sí, Elías despertó.

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21/11/2009, 00:33
Elías

Elías soltó el cucharón con el que repartía la leche, después de la revelación, pero se repuso rápidamente, cogió un tazón, y le sirvió al extraño.

- Luego, después de que desayunes, podremos hablar, si quieres. - y le sonrió. Debía hacer algo con él. Debía guiarle de nuevo.

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21/11/2009, 00:36
Jacobo

-¿Hablar? ¿De qué? -preguntó él extrañado.

El desconocido que no era tan desconocido frunció el ceño mientras dejaba que le llenase el tazón de leche. Tragó saliva y miró de nuevo al Corista Celestial.

-Eres la primera persona que habla conmigo en semanas. Eres la primera persona que realmente me ve -murmura en voz baja-. ¿Quién eres?

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21/11/2009, 00:38
Director

Un mendigo dio un golpe en el mostrador.

-Bueno, los demás también tenemos hambre, ¿sabes? -espetó a Jacobo-. Terminad ya con la cháchara, que me aburrís.

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21/11/2009, 00:41
Elías

Elías hizo un gesto de cabeza.

- Ve y siéntate. Ahora te daré todas las respuestas que buscas.

Y atiendo al mendigo con toda amabilidad. Cuando se desocupó de la ronda, se escabulló hasta la mesa del desconocido y se sentó.

- Hola. Me llamo Elías. Tú... Eres Jacobo, ¿verdad?

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21/11/2009, 00:49
Jacobo

-¿Cómo sabes mi nombre? -preguntó Jacobo a la defensiva.

El tipo que estaba sentado a su lado cogió su tazón, se levantó y se cambió de mesa. Ni siquiera levantó la mirada hacia ellos dos cuando se pusieron a hablar. Jacobo lo miró ofendido antes de volverse hacia Elías otra vez.

-Mira, espero que no seas uno de esos tipos raros, porque si lo eres me iré.

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21/11/2009, 00:53
Elías

Elías sonrió.

- Te he visto en sueños. Sé cómo te llamabas por ello. No te preocupes. Pasas desapercibido porque tu... Espera. Sabes lo que eres, ¿verdad?

Quizás debía empezar por el principio.

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21/11/2009, 01:01
Jacobo

Jacobo lo miró entre asustado y cabreado.

-¿Qué? ¿Qué soy, eh? -El hombre dio un golpe en la mesa-. ¿Y cómo es eso de que has soñado conmigo?