Partida Rol por web

Anna Kratz estaba siendo transportada por un vehiculo utilitario propiedad del ejercito americano, de incognito, a su nueva posición. Carentan.

En aquella ciudad del norte de Francia, Anna iba a recibir las próximas instrucciones para su misión.

Días atrás, había aceptado servir como espía para el ejercito estadounidense, con la sola idea de vengarse de su pasado reciente, y de todo el dolor que los nazis habían causado a su familia. Le habían prometido que si colaboraba con ellos serviría a la causa y lograría ser una ayuda inestimable para derrocar al regimen de Adolf Hitler.

El coche se detuvo en una intersección a dos kilometros del pueblo de Carentan.

-Esperaremos aquí. Dijo el conductor en un tosco inglés americano.

Aquel era un tipo callado, aunque le pudo notar el acento yankee las dos veces que se dirigió a ella. Vestía de paisano y por su pelo rubio y sus ojos azules pudo pasar tranquilamente por un alemán en los controles policiales que tuvieron que cruzar.

Gracias a que Anna era alemana y que sus ojos celestes le libraban de parecer judia, aunque en realidad lo fuera, Anna había sido entrenada en espionaje y en armamento básico. Su perfecto acento berlines y sus cualidades para mezclarse entre los nazis y parecer una de ellos era lo que más les importaba a los aliados y lo que pretendían explotar en ella.

 Anna todavía  no se sentia a gusto con todo esto. No sabía si sería capaz de participar en algo para lo que fue tan cortamente entrenada. Su ansiedad y sus nervios se notaban  en cada movimiento que su mano hacia. Estrujaba su ropa, repiqueteaba sus dedos, jugaba con su pelo. Dicen que uno llega a un limite en su ansiedad y pronto esta baja. Anna no sabe bien si fue por eso o por recordar a ese innombrable hombre que frio, duro y pálido habita en su memoria. Ya  no sería un manojo de nervios ni una niña domesticada. Sus deseos de venganza tornaron esos ojos claros en los ojos de una fiera y el odio pronto desfiguró toda su belleza convirtiendola en poco mas que una sombra. El odio era su combustible y sus armas el transporte.

 Frotando sus piernas para que no se duerman por estar tanto tiempo sentanda se dirigió a su compañero.

- Por tu apariencia diría que te han aprovechado como agente detras de lineas enemigas. ¿Algun consejo?.-

Anna le sonrie. Sabe que sonreir es un regalo para cualquiera en estos tiempos.

El hombre de pocas palabras también se mostró de gesto duro, no respondió a la sonrisa de Anna y sus palabras no fueron amables.

-No la cagues. Dijo secamente. Aquel tipo seguramente curtido en situaciones escabrosas había visto demasiado de aquella guerra para tratar de ser amable con él, o esperar que él lo fuera.

Pocos instantes después un vehiculo se acercó a la intersección por la izquierda, para después girar hacía ellos y frenar a su lado. Un tipo de edad avanzada, pelo escaso y canoso y arrugas en la cara se bajó del vehiculo y entró en el otro. Para sentarse junto a Anna.

Guten morgen. Dijo con acento de Munich que Anna reconoció rapidamente. Tengo las instrucciones de tu misión, Anna. El hombre hablaba en alemán y con un tono más amabale que el de su tosco chófer. Incluso sonreía a Anna amistosamente.

-Verás, debes inflirtarte en Carentan, y entablar contacto con el Capitán alemán Frederick Strags de las SS. Has de ganarte su confianza para que puedas informarnos sobre como defiende la ciudad, guarnición, sus movimientos, constumbres y todo lo que puedas aportarnos sobre él.

No tienes que preocuparte por la manera de informarnos, un agente se encargara de contactar contigo. Recibiras más instrucciones después de evaluar tus informes.

El hombre volvió a sonreir a Anna. ¿Tienes alguna duda?

-Posee información sobre este capitan Strags, hablo de gustos personales, habitos, lo que fuera. Sino no se haga problema, se como conseguirlos.-

Anna hablaba con una confianza que, minutos atras, no hubiese tenido. Esta misión le resultaba poco realmente para todo lo que deseaba conseguir, pero si lo hubiese considerado dos veces hubiese entendido que para una primera misión se le estaba pidiendo demasiado.

Esa su tarea, conseguir esa información. Como si mirara a alguien al que no vovlería a ver nunca el hombre echo un último vistazo a Anna y con tono serio le deseo suerte.

-Tenga cuidado hija, no cometa locuras. Que no sepan su identidad será su mejor baza. Cuidese. Suerte.

El tipo volvió al coche y este arrancó para desaparecer rapidamente levantando un nube de polvo tras de si.

Entonces el conductor se giró para hablar con Anna.

-Desde aquí sigues tu sola. Y se quedó mirandola, esperando a que bajara para irse.

Para incomodar un poco al gelido chofer le dio un sorpresivo beso en la mejilla. Le sonrio y se bajó del vehiculo con su equipaje. Al lado del camion se encargo de verificar su armamento. Todo limpio, todo en orden. Pronto emprendió camino hacia su destino. Lo primero qeu debía hacer era conseguir ropa de algun lugareó. Decidioó apartarse del camino, para no ser vista. Aun así lo mantenía los la ruta al alcance de su vista. No deseaba extraviarse. Buscaba alguna casa o algun lugar donde pudiese conseguir informacion ropa y comida.  Luego ya en la ciudad intentaría buscar a este Capitan para cumplimentar su misión.

Bien Anna, este es tu momento. Es ahora o nunca, es hora de la venganza.

Los ojos de Anna no descansaban. Iban y venían buscando figuras en el horizonte.

Anna no consigió encontrar lo que buscaba, la carretera serpenteaba a lo largo de un buen tramo, era una carretera de tierra y había debido llover recientemente. Los charcos y el barro que había le obligaban a fijar la vista en el suelo para no mancharse o resbalar y las pocas veces que alzaba la vista lo único que podía ver eran árboles. Había muchisimos árboles alrededor de la carretera. Era como si estuviera atravesando un bosque. Lo que era más que probable en Normandia.

 Anna decide seguir su marcha, posee agua y podrá seguir adelante. Se mantendrá en los margenes de la ciudad hasta que la noche cuide un poco mas su espalda. No importaba como, ella entraría en esa ciudad y procuraría obtener un disfraz adecuado.  No tardaría mucho en llegar, de eso estaba segura. Nunca lo dejan a uno a mas de 30 Kms de su destino. Aunque a veces si se esta detras de lineas enemigas cualquier cosa puede pasar. 

  Por ahora no había escuchado ningun vehiculo pasar. ¿ Habrá un fuerte toque de queda?. Anna tenía que pensar en todas las posibilidades y su cabeza estaba en eso.

Mientras Anna caminaba por la carretera acercandose al pueblo se encontró con un grupo de soldados alemanes que patrullaban la zona. El de más alto rango la saludo con la cabeza, por la insignia de su pechera pudo ver que se trataba de un sargento.

El grupo desfilaba en estricto orden, los pasos cordinados golpeaban en el suelo energicamente y sus movimientos semirigidos producían un sonido inconfundible. Pasaron por el lado sin preocuparse de Anna, las ropas de ciudadana normal que llevaba no les hicieron sospechar nada más que se trataba de otra mujer de aquel pueblo francés.

Anna miró al frente y vió la torre de la iglesia de Carentan. Se estaba acercando al pueblo.

Desde la distancia vio como los nazis habían levantado trincheras alrededor del pueblo y una pequeña guardia estaba tranquilamente apostada junto a la carretera, en una actitud muy relajada.

Anna decidió acercarse. Actitudes tan displicientes demostraban una confianza exagerada. Quizas allí se creían invencibles.

Debería ser prudente. ¿Que papel jugaré, el de golfa o el de patriota incansable?. Estos perros no merecen ninguna de mis mejores artimañas y mucho menos mi cuerpo.

Anna se aproximó con una sonrisa hacia donde estaban apostados los soldados. Proceso tipico, contar la cantidad de enemigos, sexo, condiciones fisicas y armas.  En lo posible evitar conflicto  pero en caso de combate debería tener cuidado. Su cuchillo siempre bien escondido es su ruta de escape. 
 

-Guten tag, alabada sea la presencia de mis compratiotas en estas tierras. Deseaba saber si necesitabais provisión alguna  de alimento o quizas cigarrillos. Podría buscarlos para ustedes.-

Obviamente Anna solo haría eso si entendía que podía ganar la confianza de los brabucones.

El soldado al que Anna se dirigió se puso tan nervioso por la presencia de una dama que al saludarla se golpeó en el casco y en la cabeza y cerró los ojos de golpe hacíendo una mueca de dolor.

-Gu... guten tag Fräulein. Dijo atropelladamente. Dió un paso hacia delante, otro hacía detrás indeciso y miró a la bella dama que tenía delante sonriendo como un idiota. No.. no necesitamos nada... jeje.. Esta... estamos bien... Contestó sin dejar de reir y de mirar a Anna.

-Oh Entonces es cierto  que el Capitan Strags está realizando un trabajo brillante aquí en este lugar. ¿Me podrías contar mas sobre el? Es que me interesan muchos los soldados-   Anna le guiño un ojo mientras jugabas con un mecho de pelo que caia sobre su hombro.- Ah y disculpa mi torpeza mi nombre es Hilda. ¿El tuyo?-

El pobre soldado no notaba los ojos maliciosos de Anna. Ella pensaba en sacarle toda la información posible y ademas cortarle el cuello por lo que representaba su traje. Escupiría sobre su cuerpo o lo humilllaría de cualquier manera. El odio era todo su combustible, no tenía mas razones que esa para vivir.

Habla pequeño cerdito antes que decida sacrificarte.

El soldado sonrió y se movio con con torpeza, intentó disimular apoyandose en su fusil.

-Sí, bueno, estamos tranquilos aquí. El capitán Strags es un buen oficial y tenemos a los enemigos lejos. Esto tan solo es un sitio tranquilo. Aunque dicen que los americanos y los britanicos van a atacar Calais, por eso aquí estamos pocos y tranquilos. La mayoria fueron para allí a defender el puesto y también...

El soldado fue interrumpido por otro que le empezó a gritar.

-¡Callate idiota, no debes dar la información confidencial a la ligera!

El soldado enseguida se disculpó: -Lo siento gefreiter Müller, pero es una mujer inocente y alemana.

-Largate de mi vista. Dijo enfadado el cabo. El soldado no quería problemas y así lo hizo alejandose rapidamente miró una vez más a la mujer con sonrisa bobalicona y eso casí le hace chocarse con un pelotón que salía de patrulla.

El cabo, o gefreiter, estaba sentado al pie de la trinchera algo apartado. Tenía el pelo negro y los ojos verdes. Había contemplado toda la escena desde que vió llegar a Anna y la miraba con rostro serio y analizador.

-Guten Tag. Disculpe no quería molestar. Simplemente quería saber si una civil podía colaborar con ustedes. No importa si la ayuda deba ser hacer  tareas de limpieza o lo que fuera.  Pero no los molesto mas, quizas deba preguntarle a algun allegado al capitan en donde puede una dama ser util en la guerra. Disculpe las molestias.-

Anna juntó las manos por debajo de las caderas como si de un rezo se trataba. Cordial y tranquila miraba al cabo, aunque por dentro una bestia escupía acido en su estomago.

No se preocupe señorita. Dijo el cabo mirando a Anna con ojos perspicaces. Por aquí tenemos todo controlado y el capitán ya nos tiene a nosotros para lo que necesita. ¿No prentendera usted quitarnos el trabajo a nosotros? Le guiñó un ojo. Me llamo Karl Müller.

-Mi nombre es Hilda  Haider, encantada. Y no se preocupe no les quitaré trabajo, pero siempre podría ayudarlos-

Anna le sonrió sutilmente y luego se mordió un poco el labio inferior. Quizas cierta privacidad con el señor muller le facilitaría las cosas. Probablemente tendría que jugar el juego de la "decepción". Irse desnudando hasta que su cuchillo apareciera demasiado cerca del cuello del hombre. Pero haría un intento mas para evitar la sangre...por ahora.

-Ah por cierto, ¿sabe donde puedo encontrar al señor Strags?. Mi madre es una muy buena cocinera y le ha preparado comida tipica de nuestras tierras en honor a la presencia de nuestros hombres defendiendo estas tierras. Si me dices podría conseguirte un poco de Strüdel. -