Partida Rol por web

Antes de nada lo mas importante es un piscolapis no queda nada bien ir desmayado y que te rujan las tripas.

La verdad si el motivo por el cual había venido era para quedarme en los huesos, bueno ya empezaré el régimen mañana o el lunes o mejor aun cuando empiecen los juegos, no es plan de desaprovechar un buffet libre :D

Un cerdo asoma la cabeza... ¿es aquí? que sala mas fría, me recuerda a mis años mozos cuando iba de plató a plató buscando el papel de mi vida. Os he contado ya cuando tenía un papel en la película de enredados, y ese maldito cupido desvió todas las miradas...

Como nadie le escuchaba, se callo. Fue al estante donde estaban las armas y escogió la mas sofisticada, la más letal de todas las armas que había, ¿una fregona y un cubo? ¿pero donde se había metido el cerdo este? en el cuartito de la limpieza y se lió a ostias con el el cubo en la cabeza estampando se varias veces contra su enemigo"WC" que se resistía a moverse un milímetro. (carga) Por fin dio su merecido y grandes chorretones de sangre"heces y agua cañería rota" brotaron salpicando al cerdo. que bien sabia el sabor de la victoria. ¿por que la victoria olerá a mierda?

Entonces le vino un apretón, pero no podía tirarse un enorme pedo, eso no quedaría nada bien, delante de los examinadores... así que salio un momento de la sala, "o sea ahora entra en la sala" y descargo su enorme pedo que formo una enorme bola de gas dejando a los presentes con un gran presente y esa fue toda la actuación por la que pudieron juzgar al cerdo.

Estábamos todos reunidos en una sala de espera inmensa cuando me doy cuenta de que uno a uno son llamados todos mis "compañeros". No sabía muy bien lo que estaba pasando y fue mi amiguita Mary Poppins la que me informó que era la hora de exponer nuestras habilidades.

Me emocioné tanto que en seguida me puse a dar saltitos -¡Viva! ¡Viva! Me encanta salir al escenario y hacer mi show-

Entonces fue cuando escuché mi nombre por megafonía. -¡DUMBO! Su turno.

"¡OH MY GOD!" pensé "Ni si quiera he ensayado"

Al ritmo de una musiquita de marcha que me prestaron mis amigos elefantes del "Libro de la selva" hago aparición en la sala de entrenamiento para demostrar mis virtudes.

Me pongo frente a un palco y digo:

-¡Hola! Soy Dumbito, un elefantito feliz y vengo a enseñaros lo que se hacer- tímidamente saludo con la trompita

Es entonces cuando abro de par en par mis orejotas y cualquier mínimo ruido de la sala llega a mí. Es ahora cuando alzo el vuelo. Hago un par de piruetas en el aire de esas que aprendí en el circo. Mientras digo -¡Yupi! ¡Yupi! ¡Estoy volando! ¿A que nunca habíais visto un elefante volar?

Entonces paso cerca de unos balines que hay en un mostrador, los absorbo con mi trompa.. -Blup, blup, blup- (sonido de los balines entrando en la trompa). Doy otro par de piruetas en lo alto de la sala y...

-Fiummmmm, fiummmm, fiummmmm- disparo mis tres balines. El jurado ve como dos de ellos van a parar a una de las dianas de entrenamiento acertando de lleno en ella y el tercero va a parar al suelo...

Después de mi demostración aterrizo y digo... -Ey ey, ¡he acertado los tres disparos! ¡Yupiiiiii!- el jurado le mira extrañado ya que solo dos de ellos habían dado en la diana. Entonces me acerco al balín del suelo y cojo algo con mi trompita.

-¿Habéis visto? He logrado alcanzar a la hormiguita que escuché con mis orejitas jijiji- y así Dumbo termina su demostración. El jurado no hace comentario alguno así que salgo un poco triste, esperaba aplausos y más aplausos... "Ohh.. Dumbo... la próxima vez será supongo..."

Stitch entró en la sala cuando fue nombrado y se quedó de pie, mirando hacia todos lados y observando todas las cosas que tenía a su alrededor. 

-Me llamo Stitch -hizo una reverencia y se quedó quieto, pensando.

Su cabeza, que funcionaba cual superordenador, comenzó a dar vueltas a todas las posibles estrategias que podría realizar, y no le interesaba destacar en la matanza, ni que le pusieran la mayor nota, pues le convertirían en un objetivo... tenía que ser original y práctico.

Una sonrisa apareció en su rostro y comenzó a desmontar armas y objetos que había a su alrededor. Comenzó a desmontar casi todo sin ningún tipo de sentido y tapando lo que estaba haciendo, así pues, cuando terminó alzó un objeto que parecía una navaja multiusos, abrió las secciones y se mostraba una cuchilla, unas tijeras, un serrucho que se cayó al suelo y, por último, lo que parecía una pequeña pala que salió despedida cuando el muelle interno se salió de su posición.

Con una sonrisa hizo una ligera reverencia y se quedó quiero hasta que le dijeran que se podía ir. Si había hecho una herramienta multiusos sin nada, solo materiales aleatorios, ¿que podría hacer con unas herramientas adecuadas?

Entró en la sala con aire indiferente, tirando de las raídas solapas bermellón de su traje y deslizando la mirada violácea entre el rostro de los presentes. Enarcó levemente las cejas sin ocultar un mohín  de desprecio no hacia los vigilantes sino hacia cualquier cosa, sus movimientos estaban cargados con un desmedido desdén hacia todo lo que le rodeaba.

El bastón que llevaba anunciaba sus pasos levantando eco al repicar contra la piedra.

-Pollos-saludó quitándose el llamativo sombrero de copa negro en el que lucía una calavera con dos tibias cruzadas bajo ella y una pluma del mismo color que sus ojos prendida a una franja rojiza. Hizo un gesto teatral al dedicarles una reverencia cruzando el brazo que sostenía el sombrero por delante del torso doblado y estirando el brazo que sostenía el bastón. Su sombra reptó sobre la piedra y tomando una dimensión hasta ahora impensable (quizá para el chico Pan en cualquier caso) tomó el sombrero y el bastón como si de un mayordomo se tratara. Se enderezó pasando una mano por el cabello engominado hacia atrás y sonrió-  no os levantéis, no es necesario ¿verdad?- giró el rostro hacia la sombra que asintió dibujando una sonrisa de luz en la oscuridad de su silueta, lanzándole de nuevo sus bártulos que el bueno del doctor tomó al vuelo girando sobre sí mismo.- Pues aunque yo haya venido... a un paso de mi mundo estáis- la misma sonrisa torcida de la sombra (Que había vuelto convenientemente a su papel de sombra normal y corriente) apareció en su rostro, torciendo levemente el fino bigote que coronaba los igualmente finos labios dejando a la vista una sonrisa blanca y desigual por la oscura separación de los incisivos. 

La oscuridad aumentó en la sala  o quizá solo fue el contraste con la luz y la oscuridad, como si algún dibujante medio inútil se pusiera a jugar con el photoshop y se hubiera pasado de rosca con el contraste. 

-Si no os importa, esto de estar aquí a solas es un poco aburrido. ¿Habéis visitado mi distrito? No, claro que no- comenzó a hablar como si nada, todo lo que había callado en los entrenamientos y en el absurdo e innecesario desfile lo empezó a soltar en ese momento como si no tuviera nada mejor que hacer... o ninguna habilidad que mostrar. Imperceptiblemente al principio, la tierra empezó a gorgotear como si sus entrañas se abrieran y  de una fisura en una losa se mostraron figuritas envueltas en un halo parpadeante verdiblanco  que se movieron tambaleantes al principio con un gorjeo alegre y agudo (pues su tamaño no les permitía más) y  juntas, sacaron de la oscuridad más oscura una mesa y una silla de ébano de adornos claramente excesivos cual catedral de Notre Damme.

-Adorables amigos ¿eh? Es bueno eso de tener amigos, incluso en el más allá- asintió con la cabeza tomando asiento en el mobiliario sacado de las sombras-las cartas... oh, las cartas...- de un bolsillo interior de la chaqueta bermellón sacó una modesta (y manoseada) baraja con la que se puso a jugar descaradamente-pasado, presente y futuro... bañera en casa, chicos, serán un éxito.- después de hacer la exhibición pertinente de destreza con las manos extendió en una sinuosa fila todas las cartas  con el dorso hacia arriba, en ese momento los muñequitos empezaron a tocar unos timbales aparecidos también de las propias sombras con una cadencia suave que aumentaba el ritmo y la fuerza de los golpes de forma gradual, acorde con la ruptura de la aparente calma e indiferencia del doctor facilier- El parné es importante me dijo mi mentor. ¡Mi mentor! Os lo presentaré, ha cambiado un poco desde la última vez que pisó el Capitolio- del bolsillo del chaleco que lucía bajo la chaqueta apareció un colgante y el buen doctor hizo un gesto realmente teatral comenzando con su propia función- ¡Qué consejos daba!¡Y me da! ¡Hay que tener amigos en el más allá!

El ritmo se volvió frenético acorde con la emoción sin límites que convulsionaba los cuerpecillos de los muñecos en una melodía tribal y primitiva de lo más oscuro del Distrito 4.

-¡Preparáaaos!- entonó un coro que provenía de los entresijos de la oscuridad que envolvía la sala como si de una jaula se tratara.

-¡Preparáaaos!-dijo el mismo Facilier cuya participación en esa prueba no parecía más que un espectáculo dedicado a un público limitado y cuyas facilidades económicas escapaban a las que él tenía. No tendría ninguna habilidad en especial, y de seguro habría podido hacer algo, pero de todas las cosas que el hombre de las sombras podía hacer se decantó por lo que más le gustaba... escurrir el bulto. Se dejó envolver entre las sombras y con él se envolvieron los muñecos y el recargado mobiliario.

-Shhhhhh- se puso un dedo en los labios y la oscuridad se le tragó  dejando como único rastro el destello liláceo de la perturbada mirada del Hombre de las Sombras. La puerta no se había abierto pues la luz exterior habría disuelto la penumbra reinante en el recinto y sin embargo Facilier ya no estaba ahí, ni él, ni los muñecos voodoo, ni su sombrero y su bastón ni tampoco el atrezzo usado. Con la luz solo quedaba el retumbar vibrante de los tambores que se negaba a terminar de desaparecer.

La sala quedo vacía después de la entrada del ultimo representante, una vez mas la puerta del fondo se abrió y por ella debía de entrar el siguiente tributo.

Pero no entro nadie. La puerta se quedo abierta y la sala en silencio. Los vigilantes no destacaban por su paciencia y mas pronto que tarde apartaron sus miradas de la habitación y continuaron a lo suyo. Ademas, los tributos importantes ya habían pasado. Los primeros distritos siempre empezaban antes y eran los fuertes, Alice era de las ultimas y nadie esperaba demasiado de ella.

Pero como era de esperar, ninguno de los vigilantes tenia conocimiento previo de las habilidades de la chica. Bueno... Para eso estaba ella allí. Aun que nadie podía verla aun.

Las luces eléctricas de la sala parpadearon y se apagaron con un chasquido eléctrico. Uno de los vigilantes le dio una voz al guardia que estaba detrás de la puerta mientras remarcaba lo inútiles que eran y como podía pasar algo así en este lugar.

El guardia volvió a los pocos segundos e informo de que las luces funcionaban perfectamente, entonces los vigilantes prestaron mas atención a la sala, pasaba algo raro en ella.

A lo lejos de la sala la puerta pareció abrirse, lentamente. Y por ella entro una persona... Bueno, persona exactamente no. Quien acababa de entrar era Lumière el representante del distrito 2. El pequeño candelabro andante se movía en la distancia de manera confusa, las luces de sus velas alumbraba por donde andaba. Parecía asustado.

Se escucho como si alguien descorchase una botella de vino y debajo de la ventana por la cual miraban los vigilantes se pudo apreciar un pequeño destello plateado, la punta de una flecha.

Un rayo cruzo la sala y se incrusto en la cabeza del tributo. Se pudo escuchar un sonido semejante al explotar de un globo cuando la flecha le perforo el “cráneo”al candelabro, la vela superior que hacia de cabeza se había desintegrado. Las luces del fuego se apagaron y la sala quedo en completa oscuridad.

Después de unos segundos la oscuridad desapareció, fue como si nunca hubiese estado realmente allí. Alice estaba en el centro de la sala y sostenía un arco en sus delicadas manos.

En la punta de la sala donde hace unos momentos había desaparecido la cabeza del candelabro ahora había una flecha incrustada en la pared y de ella colgaba una nota pequeña que rezaba:

Distrito 10.

Alice hizo una reverencia formal, dejo el arco apoyado en el marco de la puerta y salio por esta sin mas.

Aun que nadie lo vio, al otro lado de la puerta la chica estuvo a punto de desmayarse del esfuerzo acometido. Sin duda la actuación le había salido bastante bien, breve pero concisa. Le había requerido demasiado, ahora necesitaba descansar.

Con paso dubitativo, el pequeño reloj entro en la sala de entrenamiento ahora vacía. El camino desde la puerta hasta el centro de la sala le pareció enorme y mantuvo la cabeza gacha pensando que todos lo estarían mirando y recordando el ridículo del desfile....pero al llegar a la zona de prueba se dio cuenta de que no era así, nadie la miraba. Carraspeo un poco, tosió levemente para llamar la atención de los patrocinadores y Vigilantes pero no parecían escucharle ¿o acaso no les importaba?

En cualquier caso tenía que realizar su prueba pero no sabía qué hacer, estaba acostumbrado a organizar las compras del castillo, supervisar a los moyordomos y doncellas, comprobar la limpieza y la cocina...¿de qué le serviría todo eso allí? Había sido un tremendo error que le eligieran pero era la esencia de los juegos, podía ir cualquiera y le había tocado a él...y a la chica del caballo pero no parecía muy predispuesta a formar equipo.

Se acerca la mesa y coge una tijeras enormes, entoces recuerda la vez que asaltaron el casitllo del amo y se lanzó por la baradilla de las escaleras con su arma hacia adelante apuntando al trasero del individuo que quería destruir a su amigo Lumiere........un momento ¿eso había pasado? No podía ser porque ese candelabro vivía en otro distrito y él nunca lo había visto....sea como fuera activó uno de los drones de entrenamiento esperando que realmente solo fuera una prueba y que si salía mal no le mataran antes de comenzar los verdaderos Juegos.

El androide se convulsionó cuando loa energía recorrió su cuerpo y adoptó una pose de combate. Tenía cuatro brazos y de cada uno de ellos surgió una espada de luz de diferente color. Tenía una mirada de odio y la voz le saliá como si su alatvoz estuviera roto. Si aviso se lanzó a por Dindon y tras varios tajos consiguió reducir su bonito sombrero a cenizas.

- Eso no ha estado bien, dijo el tributo y tocando las agujas del reloj de su pecho el tiempo pareció reducirse para él. Moviendo sus cortas patas con rapidez pasó por debajo del dron y levantando sus tijeras dio un salto y se las clavó profundamente a su enemigo en la espalda con repetidos golpes. El dron cayó al suelo pero una risa maléfica se escapó de su sintetizador de voz cuando la bomba de autodestrucción de su pecho comenzó a pulsar en un claro aviso de que toda la sala iba a quedar reducida a escombros. Dindon estiró su brazo, levantó solo un dedo y comenzó a moverlo lentamente de lado a lado: Me temo que el Amo no lo va a permitir, con esto el mecanismo se detuvo de repente y se apagó.

El pequeño relos colocó de nuevo las tijeras en su sitio se dirigió a la puerta de salida pensando si alguno de los presentes se habría dado cuenta de que les había salvado la vida...cedió a la tentación y miró de reojo...si, un par de ellos se fijaban en él.

Las puertas se abrieron y Mushu entro decidido, miró hacia los jueces que estaban ahí charlando distendidamente y riendo.

Mushu resopló algo enfadado.

-Yo no tengo nada que demostrar…¿es que no han odio toooodoo lo que he hecho? Soy un dragón legendario – Murmuró para el mismo pero sin controlar el tono de voz.

Miró que los muñecos de entrenamiento estuvieran colocados tal como había pedido a su mentor. Estaban repartidos por toda la sala creando una especie de circuito. En algunos tramos había varios de ellos y en otros solamente uno.

Se dirigió hacia las estanterías de armas y recogió los Sai con los que ya había practicado anteriormente.

Inspiró y se dirigió hacia un extremo donde se colocó junto a la pared.

-¡Empieza la fiesta!

Mushu proyecto varias sombras en el suelo, no es que fuera algo realmente útil estando el solo contra unos muñecos, pero pensó que quedaba muy espectacular y de eso se trababa ¿no?

Mushu y sus tres sombras corrieron lo más rápido posible hacia los muñecos y empezó a sortearlos con gran destreza y rapidez mientras los golpeaba en sitios precisos.

Brazo, cabeza, pierna, brazo cabeza, cabeza, pierna.  Corría veloz y el ser pequeño solo hacia que aumentar la sensación de velocidad. Las sombras ya se habían desvanecido.

Terminó con el ultimo muñeco y siguió corriendo en línea recta, en el momento preciso se soltó del techo un último enemigo. Saltó volteando sobre sí mismo y finalmente intento incendiarlo con una llamarada.

-¡¡¡Ahora!!!

Un aliento de fuego apareció de la boca del dragón, pero lamentablemente no le salió una gran llamarada. Solo un hilillo de fuego que fue suficiente para quemar uno de los brazos del muñeco de entrenamiento.

Mushu cayó rodando por el suelo y con un gracioso salto se puso en pie.

Se giró lentamente sin mirar a  nadie y con las espaldas gachas se fue por donde había venido, pensando que tal vez, no había conseguido quemar todo el muñeco pero si había demostrado que era capaz de hacerlo…si la suerte estaba siempre ,siempre de su lado.

Todos estaban mirando la sala que no estaba muy iluminada por lo que pude ver como sus miradas me buscaban y no me encontraban,pensaban que aun no habia llegado por lo que se pusieron hablar entre ellos a la espera de que llegara a la sala.

Todo estaba listo del techo colgado una docena de muñecos de paja y desde la oscuridad invoque 12 bolas oscuras que danzaron por toda la sala libres incluso por delante de aquellos que me tenían que recordar y cuando todos miraban doce bolas negras en el aire hice un movimiento con mi mano y todas ellas impactaron cada una en un muñeco diferente dejando solo las cenizas de estos.

Salí de las sombras hice una reverencia y me marche.

Peter se pasó toda la mañana dando vueltas de un lado para otro, nervioso con la prueba que debía hacer. No era el único, claro, pero su punto de vista era ligeramente distinto. La mayoría de tributos pensaban "con claridad", por llamarlo de algún modo, y sabían qué eran los juegos y qué se jugaban con esta prueba. Peter... Bueno, el seguía pensando que la palabra "Juego" era la más importante y que lo que importaba de esta prueba era ganar al resto por el simple hecho de ganar. 

Su mentor había intentado por activa y pasiva hacerle entender de qué iba la cosa, pero el niño simplemente no escuchaba.

- A ver Peter, por última vez... Los llaman juegos pero en realidad es una batalla. En la prueba para los vigilantes tienes que demostrar que tienes unas capacidades muy buenas para que los patrocinadores te ayuden durante loe juegos. ¿Lo entiendes? - le repetía por última vez Robin Hood antes de tener que separarse.

- Sí, sí. Conseguir muchos puntos. Entendiiiiiiido. - contestaba el niño con el menor de los intereses mientras se mecía en una hamaca. 

Y es que era normal: Robin Hood, un zorro que andaba a dos patas y que no era especialmente alto, recordaba a Peter a uno de los niños perdidos. ¿Cómo tomarse en serio a alguien así si no dejas de pensar en que es un niño que normalmente está a tus órdenes?

El mentor suspiró y negó con la cabeza antes de darle un último consejo.

- Al menos haz lo que hemos planeado, ¿vale?

Pero de eso hacía ya muchas horas. Ahora Peter planeaba de un lado a otro esperando a que le llamasen mientras se mordía las uñas.

- Peter Pan, distrito 7, tu turno.

Al escuchar su nombre Peter dio un saltó y se precipitó hacia dentro, cambiando su postura preocupada por una alegre y risueña de manera automática. ¡Por fin era su turno!

La sala tenía muchas posibilidades y un grupo de personas se aglomeraba en un rincón. Tenían comida y bebida además de unas libretitas y la mayoría no prestaba mucho interés, pues habían pasado ya 12 personas por delante de Peter. Sin embargo él no se dio cuenta: la empatía y el leer las expresiones de la gente nunca habían sido su fuerte.

- ¡Señoras y señooooores! - empezó a decir Peter imitando a al perfección la voz del presentador de los juegos - Aquí está Peter Pan y os enseñará cómo se juega de verdad. ¡Atentos y disfruten!

El jurado parecía interesado, o al menos sorprendido, de la habilidad de imitación de Peter. Eso no era algo muy útil si se tenía en cuenta qué valoraban normalmente pero el hecho de escuchar esa conocida voz les había hecho (como mínimo) mirar a Peter. Era un comienzo.

El niño no perdió mucho el tiempo. Fue directo al otro lado de la sala y tiró de una máquina que Robin Hood le había descrito claramente. La máquina parecía una especie de ametralladora pero con los cañones mucho más grandes y separados. Peter lo enchufó y la maquina empezó a zumbar instantaneamente. El niño se alejó entonces y se colocó a unos metros de la máquina, planeando, y mirándola con una sonrisa. Fue entonces cuándo la máquina empezó a disparar. Las balas eran unas bolas negras que, aunque no mortales, hacían mucho daño si te golpeaban. Sin embargo eso no era nada para Peter. 

El niño hizo uso de su habilidad de esquiva, su pequeño cuerpo y su capacidad voladora para esquivar todos y cada uno de los proyectiles. Giraba, saltaba, volaba, daba volteretas... Era un blanco imposible de golpear, y lo sabía, con lo que su risa llenaba la sala por completo. 

cuando la máquina se quedó sin munición Peter no perdió un segundo. Se lanzó volando a gran velocidad y con una sonrisa en la cara hacia las diferentes armas expuestas, cogiendo un cuchillo de combate (más manejable que una espada para un movimiento cómo ese) y sin pararse ni un segundo siguió el vuelo de forma circular hacia la máquina, que aún giraba por culpa de la inercia. El cuchillo se incrustó con fuerza en la ranura giratoria cuándo Peter lo clavó y la máquina empezó a humeras mientras Peter seguía su vuelo sin imutarse.

El niño se paró justo enfrente de los jueces en el momento en que la máquina explotaba en mil pedazos.

- ¡Boooom!¡Uh uhu uhuuuu!* - exclamó el niño dando un brinco - ¡Cómo la bomba de Garfio! Qué mal tipo, oye... 

Meintras los últimos pedacits de máquina caían alrededor de la sala y los vigilantes recuperaban la compostura, Peter sacó su flauta de pan (era su token) y les entonó una alegre canción.

- ¿Quién quiere ser un niño perdido?

Rafiki intentaba mantener el equilibrio sobre su bastón mientras veía cómo se acercaban a toda velocidad un sinfín de frutas diversas. Era verdaderamente complicado, pero lo cierto es que había hecho cosas mucho más difíciles. Pero empecemos desde el principio.

Alguien le había dicho... mejor, alguien había tenido la disparatada ocurrencia de decirle que tenía que hacer una prueba para sorprender a un jurado. Rafiki no sabía qué era tal cosa (allí en la sabana el Rey era juez, jurado y verdugo), pero su prodigioso cerebro le permitió, más o menos, extrapolar su significado. Sorprender. Aquello iba a ser terriblemente complicado. Con lo podridos que estaban los cerebros civilizados, requemados de ver estúpidos programas de televisión, iba a ser difícil que vieran algo nuevo. Hasta los niños habían visto ya en programas infantiles demasiados espectáculos de jovencitas ligeras de ropa cuya única obsesión era buscar a un tipo malote para el baile de graduación. Y de violencia ya no hablemos. Montando un espectáculo sangriento no lo lograría, estaban demasiado acostumbrados. Pero se le ocurrió una cosa. Algo que no habrían visto por mucha televisión que hubieran tragado, por muy intoxicados que estuvieran de progreso y civilización: un rito tribal. Mundo salvaje en su más puro estado. Seamos sinceros....

... ¿quién cojones se tragaba los documentales de la 2?...

Y así había acabado todo. Ese razonamiento atravesando la "peculiar" mente del mono había desembocado en la peliaguda situación en que se encontraba en el momento. Se encontraba danzando un baile tribal conocido como la "Chewe-Vara" que se realizaba (como su propio nombre indicaba) sobre un bastón. Se trataba de un baile comnplejo, en el que el intérprete, ritualmente, invocaba a los espíritus de sus ancestros, así como de los animales salvajes mediante una imitación marcial de sus rasgos distintivos. Originalmente dicha danza servía para protegerse de las innobles bestias que acechaban en la noche y de los espíritus malvados.

Rafiki había comenzado con la introducción, que consistía en chillidos animales y golpes muy rítmicos en su pecho y en sus muslos. Poco a poco, se había introducido a sí mismo, con el ritmo y las danzantes sombras, en un estado de trance bestial: la furia por fuera, en el cuerpo, la paz y la calma por dentro, en la mente. Y entonces, cuando su percepción había cambiado, cuando se había sumergido a través de la danza y la invocación en su yo primigenio y había representado a los grandes espíritus de la sabana (el rugido del león solitario, rugiendo, con las manos formando unas fauces abiertas, el veloz antílope, con elegantes saltos en parábola, el veloz guepardo en carrera, apenas una flecha con manchas...), cuando se encontraba sincronizado con el mismo Ciclo de la Vida, empezó la segunda parte de la prueba.

Consistía en que, sin bajarse del bastón y en ese estado de trance, Rafiki iba golpeando un sinnúmero de frutas arrojadas desde unos gruesos cañones de colores situados alrededor de él. No había un ritmo coherente en la frecuencia de lanzamiento, que parecía totalmente aleatoria. El mono golpeaba frenéticamente todas las frutas mientras mantenía el equilibrio con golpes marciales imposibles. Fuah! y una calabaza era partida por la mitad al ser impactada por el canto de la mano del viejo babuino. Zziup! y una sandía era despedazada mediante una patada voladora. Ryashai! Y dos melocotones eran agarrados y vueltos a lanzar contra una pared.

A medida que el número avanzaba, el suelo se iba poblando de frutas despedazadas. El mismo Rafiki empezaba a parecerse demasiado a una macedonia de mono viejo, lo que era divertido además de espectacular. Sin embargo, el punto final, el clímax del número estaba por llegar. Un observador atento se habría dado cuenta de que Rafiki había dejado pasar todos los cocos, esquivándolos. Solo los cocos. Era parte del número. ¿Cómo lo hacía? No era solo destreza y entrenamiento. Su mente superior calculaba las trayectorias de las frutas y además, racionalizaba, ordenaba y preveía qué fruta iba a salir y de donde. Y cuando llegase el último coco, y solo el último, lo partiría de un golpe con la cabeza en medio de una voltereta.

Y la macedonía de mono loco a las artes marciales estaría lista para ser degustada.

Gilito entra en la sala andando con tranquilidad y premura, la visión de todos los árbitros es algo intimidante, pero no para él, no para alguien de su entidad. Saluda con la cabeza a los vigilantes y dice:

-Gilito McPato, distrito nueve.

Detrás de Gilito aparece su fiel mayordomo, ahora transportando una caja de aspecto pesado la cual deja en el centro de la sala. Con un gesto de asentimiento, abandona el lugar. McPato abre la caja sacando de ella una especie de sandía, bastante grande y voluminosa. Con un golpe suave de bastón, la parte en dos. Coge otra de aspecto similar y esta vez se sube encima de su bastón y salta encima de la sandía, pero no la parte, hace un agujero perfecto de lado a lado.

Retira el bastón de la sandía y coge el último objeto de la caja, una piedra pesada y rudimentaria. Gilito va dando golpecitos hasta que se detiene y repitiendo la maniobra, salta con su bastón sobre la roca, haciendo otro agujero perfecto. Con un chasquido de dedos, su mayordomo guarda todo de nuevo en la caja. Gilito hace una ligera reverencia y se marcha.

- DO es traaaato de varóoon, RE selvático animaaaaaal.

Mirad, soy consciente de que esta canción no es pertinente, pero a la gente le gusta. Incluso en su versión española que no tiene ningún tipo de sentido. Estoy hasta los pololos del supercalifragilístico y toda esa mandanga, así que a veces se me va la cabeza intencionadamente y empiezo con la escala musical y el chitty chitty bang bang.

- Mirad, señores vigilantes, mis dotes de danza!

Contoneo de cadera, apertura de piernas, palmada en las nalgas, abro el paraguas, doy una vuelta, me meto el dedo en la boca, lo acerco a mis caderas, hago como que quema.

Precioso.

Me adelanto hasta las herramientas que puedo utilizar para que los vigilantes se queden asombrados. Durante el recorrido, habré tirado ya alrededor de 50 puñados de azúcar, así que los zapatos empiezan a rechinar en el suelo pegajoso.
Intento tirar azúcar sobre los vigilantes, pero hay como una especie de barrera que impide que les llegue.
Ellos se lo pierden.

- Bueno señores, ahí va mi demostración.

Comienzo a mover el dedo hacia todo lo que hay en la sala que no pese demasiado. Requiere cierto esfuerzo.
En cinco minutos la sala se convierte en una orgía de movimiento y color. Todo un poco peligroso, como mi numerito de los apartamentos sacados del bolso. Acaba de pasarme un juego de cuchillos rozándome por la cara. Estoy un poco fuera de control, pero nadie puede decir que no me esfuerce. Estaré contenta con el resultado si no termino perforándome un pulmón.
Es en ese preciso instante, cuando decido sorprender y dar un giro inesperado a aquella vorágine sin sentido de elementos volando por la sala.
Con un chasquido de mis dedos, todos los objetos comienzan a unirse configurando figuras mundialmente reconocidas.
Empiezo con un botijo y termino emocionada (como siempre) a recrear figuras más grandes.
Apunto mentalmente, que en el futuro debería tener algo de mesura.

Que si la giralda, que si la pirámida de Keops, que si el Aconcagua, que si la gran muralla china, que si una reconstrucción a escala de la vía láctea, plutón incluido.
Cuando comienza a salir humo de mi dedo índice, las palpitaciones y el fuerte dolor en el pecho me indica (sabiamente) que debo parar.

- Dadme un Aquarius! - grito en la sala, para hacer saber a todo el mundo la deshidratación inminente y mi posterior inanición.

Recuperadas las fuerzas, comienzo a tararear una músiquita en plan El último mohicano. No la de El último Mohicano, pero así como muy épica. Me rasgo la falda, me rasgo la blusa dejando al descubierto mi impresionante y maravilloso gusto en lencería, me deshago el moño y me dejo el pelo suelto. Abro mi paraguas.

Comienzo a elevarme del suelo, bragas al viento. Se me ocurre que si giro con mucha potencia, la fuerza centrífuga hará que se forme un remolino a mi alrededor. Visualmente es impactante pero entonces, en el ojo de un huracan improvisado, mareada y sin biodramina, se me ocurre una genial idea.
De mis bolsillos hago que salga todo el azúcar que todavía tenía guardada porque, por increíble que parezca, tengo todavía cantidades ingentes de azúcar en los bolsillos. Sobres de azúcar, terrones, azúcar moreno, panela, miel de caña, todo comienza a salir de los bolsillos arremolinándose a mi alrededor.
Comienzo a detener mis vueltas y a bajar del techo para posarme en el suelo de la sala.

Soy un enorme algodón de azúcar.
Coloco mis piernas como un Flamenco, para simular el palito del algodón y me quedo quieta, expectante ante la confundida mirada de los vigilantes.
Bien Mary, bien, seguro que esto no lo ha hecho nadie - me digo a mí misma consciente de que esto puede resultar o impresionante o una soberana mierda.

Comienzo a sacar un brazo del algodón y acerco mi mano hasta el bolso. Saco de él un mechero que me regalaron con el menú del día en el bar Manoli de Fuenlabrada y CHAS! Prendo fuego a todo el algodón de azúcar.
Aquello prende de lo lindo, comenzando a derretirse lentamente y dejando entrever muy poco a poco que mi cuerpo, otrora enfundado en capas y capas de lino y franela, está completamente desnudo, pero recubierto por una fina capa de azúcar cristalizada que emite deslumbrantes destellos por toda la sala.
Duele? Sí, obviamente, es caramelo líquido hirviendo sobre mi cuerpo, pero todo es mental. La mente sobre la materia, todo está en mi cabeza. No hay dolor Mary, ahora no.

Me sitúo en el centro de la habitación, preparada para el final de mi actuación.

Todo a mi alrededor es un desastre. Todas las armas, decoración y objeto susceptible de ser movido con mi índice está disperso por toda la sala. Todo cubierto de azúcar. Toda una verdadera liada.

Alzo la vista hacia los vigilantes. Intento desafiarles con la mirada, consciente de no poder abrir mi párpado derecho por culpa del caramelo. Y entonces... les digo.

- E... EL PESO DE TODOS LOS OBJETOS DE ESTA HABITACIÓN, ES DE EXACTAMENTE QUINIENTOS SETENTA Y SEIS MIL OCHOCIENTOS VEINTE KILOS!

Pausa dramática.

- EL VOLUMEN DE AIRE CONTENIDo EN ESTA SALA MENOS EL VOLUMEN DE TODOS LOS OBJETOS INCLUÍDOS LOS CUERPOS DE LOS VIGILANTES Y EL DE LA PROPIA MARY POPPINS, DA UN RESULTADO DE 487 METROS CÚBICOS.

Hago una reverencia y me marcho por donde he venido, con la cabeza bien alta.
En la puerta me espera todo el equipo médico de la unidad de quemados intensivos de Nunca Jamás y 5 goteros de morfina.

Ha valido la pena Mary.
 

Estimado señor director, disculpe mi tardanza.
Se me ha ido el santo al cielo tomando el té con Dumbo y haciendo Muffins con Maléfica.
No volverá a pasar, se lo aseguro. Como compensación, puede comerse todos los Muffins que quiera.
Coja de mi bandeja no le recomiendo los de Maléfica, es propensa a echarles veneno y cosas mortales.

Ella intenta cambiar, pero comprenda que está muy acostumbrada al mal. Son muchos años dedicados a joder al prójimo y una no se quita la costumbre de la noche a la mañana.

Tampoco he hecho ninguna tirada de dados. No sé cómo se hace, así que si no le importa lo dejo en su mano.
Tenga en cuenta que yo ya tengo mis años y soy muy analógica. Muy de teléfono de ruedecilla y braga de cuello vuelto, así que me pierdo con las nuevas tecnologías.

Deseo que me disculpe por todo, de verdad, con todas mis fuerzas. Quizá muera en unas horas en el campo de batalla y no quiero ninguna mancha en mi currículum.

Soy británica, eso quiere decir, que soy puntual, educada y tengo un sentido del humor muy particular. Intentaré cumplir estrictamente esos preceptos de aquí en adelante.

Sinceramente suya; Mary.

  Estaba ahí de pie, frente a todos, dispuesto a hacer gala de sus habilidades. No se sentía nervioso, estaba bastante confiado de que lo haría bien, pero su mayo preocupación era que todos se viesen impresionados por lo que hacía.

  Se acercó al centro de la sala con su típico traquetear al moverse. Estaba totalmente concentrado y se disponía a empezar con su número, para ello agitó los extremos de sus manos a la par que escupía levemente entre éstas.

  Provocó una gran llamarada roja que iluminó el lugar completamente, la llamarada había originado un anillo de fuego que había dejado marcas del fuego por el lugar y unas cuantas pequeñas hogueras. Mientras esto ocurría comenzó a hacer que las velas que formaban los extremos de sus brazos producieran cera, la cual moldeaba a voluntad. Podía solidifcarla y hacerla flexible como quería, usarla como un látigo, o como un arma contundente y larga. 

  - ¡Y esto no es todò! - Al acabar la frase hizo que las armas que sostenía fuesen imbuídas en fuego, un fuego verde con reflejos naranjas que dejaba ver la silueta del arma pero a la vez se veía como una amenaza, se sabía que si ese fuego te tocaba ibas a sufrir las consecuencias.

  Con un ágil juego de malabares, Lumière, empezó a hacer que sus armas se moviesen por el aire, iluminando el lugar gracias al fuego que las envolvía, las tiró alto e hizo que el fuego se apagase y, al caer, las armas desapareciesen volviendo a formar parte de sus velas.

  Hizo una reverencia, acompañada de una gran sonrisa y levantó la cabeza mirando a los presentes. - C'est fini.

Había llegado el momento de enseñar sus mayores destrezas para que le puntuasen. Pero claro, ¿y si lo hacía tan súmamente bien que conseguía una puntuación muy alta y le perseguían desde el principio? Era escurridizo, pero no lo suficiente si más de cinco se centraban en él.

Aún así pensar nunca había sido el fuerte de Cupido Borracho y menos en esos momentos en que se encontraba demasiado sobrio.

Entra en la sala, saluda a los vigilantes mostrando su desdentada sonrisa. El traje de X-Men que le han puesto le aprieta demasiado en ciertas partes que suelen estar más libres, pero no se queja. Tira de esa zona para apartarse la pegadiza tela y se gira.

- Vamos allá.

Se saca del bolsillo una botellita de alcohol casi puro y duro que ha cogido prestada del mini bar de su habitación y se la bebe del tirón. 

Al momento ya tiene la nariz coloradísima y se encamina, tambaleante hacia la zona en que unas afiliadas hachas y pinchos salientes del suelo le impiden el paso. ¿Morirá antes de que empiecen los juegos?

¡¡ASOMBROSO!! ¡Si incluso está cantando mientras pasa sin que siquiera le rocen!

- ¡Mi sueño es... mi sueño es...!

Al final sale sin siquiera un pequeño rasguño. ¡Parece increíble! Con su embriaguez y su bizarro baile ha logrado salir airoso de esa situación que tan mal pintaba!

Mira a los vigilantes y lanza un beso genérico.

Bien, parecía que Arquímedes iba a tener por fin la oportunidad de entablar una conversación con los mandamases del juego, una oportunidad para explicarse. Motivo por el cual vuela hasta situarse delante de los vigilantes.

Estimados vigilantes, permítanme presentarme. Soy el gran Arquímedes, apodado el sabio. Un búho con excelsas capacidades intelectuales, posiblemente superiores a cualquier humano presente o pretérito. Mi dominio comprende extensas ramas de todos y cada uno de los saberes conocidos, y según cuenta mi compañero Merlín, también de los que están por llegar.

Mi dominio de la matemática, la retórica y la ciencia supera la excelencia, he de decir, desde mi más cultivada modestia. He desarrollado recientemente un principio físico que será la base futura para el estudio de la física de fluidos – Arquímedes consideró que ya era suficiente para darse a conocer, por lo que cambió de tercio...

...centrándose a continuación en sus aptitudes físicas, una vez finalizado el resumen de sus habilidades mentales – Como miembro del orden de las aves rapaces tengo a bien comunicarles que soy una creación de la naturaleza diseñada para imponer la destrucción en el reino animal. Me sitúo en el escalón más elevado de la cadena alimentaria, cazando mamíferos menores, y no tan menores, y también otras aves.

Mi potente vista nocturna me permite campar a mis anchas cuando el astro sol y sus lenguas de helio dejan de ser visibles debido a la rotación terrestre – Eso sobra Arquímedes, no creo que conozcan el significado de las palabras helio o rotación – Soy el rey de la noche, el amo de la penumbra.

Dotado con estas potentes garras puedo capturar a mis presas e inmovilizarlas a voluntad. Además, con estas amplias alas – Muestra en toda su amplitud ambas alas pardas, moviéndolas a modo de abanico para facilitar la explicación – puedo caer sobre las infelices criaturas de forma rápida, precisa y letal, en total silencio. Si me lo propongo, el débil sonido del viento en una noche en calma es lo único que escuchan mis presas.

Bueno, y hasta aquí un breve resumen teórico de tus habilidades. Ahora daremos paso a una demostración práctica para afianzar lo explicado...

Durante el transcurso de su demostración Arquímedes hace todo tipo de piruetas, indicando además las posibles opciones a llevar a cabo en función de la existencia o no de viento y de la dirección de este, de cola, lateral, inestable... Para finalizar realiza una demostración en estático de las diferentes posiciones que deben adoptar las plumas de la cola para ser utilizada como timón en pleno vuelo.

Bien, y una vez me he dado a conocer, me gustaría exigir... solicitar amablemente a sus ilustrísimas – seres inferiores a la familia de las Strigidae – me liberen del compromiso de permanecer en este lugar. Pues no estoy aquí de forma voluntaria, sino engañado por Madame Mim. Seguro que han escuchado cientos de historias sobre su malévola forma de actuar para con los seres de este mundo...

Y sin más el búho comenzó su despedida – He de añadir que me encuentro en una situación bastante incómoda, pues estar rodeado de tipos subdesarrollados mentalmente, a excepción de un primate que parece tener cierta formación académica,  no me resulta indiferente. Por eso les apremio a que aligeren los trámites de mi salida de este espectáculo. Tengan un buen día.