Partida Rol por web

Estás en la sombra, como siempre, oculto en las tinieblas esperando a saciar tu apetito. Las mentes asustadizas vienen y van, ante tus ojos, y te limitas a dejar que esos hombres y mujeres con batas blancas los acerquen a tu mesa. Tan solo es una pequeña sala dentro del edificio, donde los hombres tratan a aquellos que no tienen la cabeza tan cabal como la de los demás. Un hospital psiquiátrico, lo llaman.

Tú lo llamas hogar.

Acaba de entrar una jovencita. Apenas tendrá... ¿veinte años? Es difícil concretar la edad de los humanos, cuando tú mismo no la tienes. Pelo largo, liso, desordenado, tapando un rostro descompuesto y ojeroso. Lleva uno de esos pijamas grises de los internos, y acude acompañada de un celador robusto, Roberto si no te equivocas. La está esperando el doctor Dominguez, quien parece tener prisa por terminar su jornada. No tienes hambre ya, te has saciado por hoy, pero sientes curiosidad por esa nueva paciente...

De repente, la apacible zona fuera de la sala comienza a agitarse. Oyes gente gritando, corriendo, un gran barullo. Un par de celadores pasan ante la puerta de la sala en que te encuentras. Algo está pasando...

Estás fuera de la casa. Es un caserón bastante caro, de tres plantas, con terreno. Estás observándola desde fuera, desde el arcén de la carretera, porque te han dado el chivatazo de que es un golpe sencillo.

La venganza es cara, eso lo sabes. No trabajas, así que para comprarte ropa o simplemente darte el gustazo de comer en un restaurante, necesitas pasta. Muchas veces coges la ropa de las tiendas cuando cierran, o entras en la cocina de un restaurante o de una casa cualquiera y asaltas su frigorífico. Pero a veces quisieras darte el gustazo de entrar en alguna parte por la puerta y gastar pasta.

De modo que te encuentras observando la casa, pensando en cómo entrar...

Te han contratado. A través de tus amistades te ha llegado un encargo. Un tipo con pasta quiere tener a alguien en su casa para protegerle, y te va a pagar un buen dinero por hacerlo. Ya tiene guardaespaldas, perros, cámaras... lo normal. Pero quiere algo más, alguien con capacidades extraordinarias. Busca un guardaespaldas metahumano, alguien que sepa hacer algo más que disparar y golpear.

De modo que te encuentras en un salón inmenso, con chimenea, varios sofás, mesa de billar, e incluso una piscina climatizada interior, observando los jardines a través de unas amplias cristaleras. Algo en todo esto no te encaja. Cuando has hablado con tu cliente, trataba de disimularlo, pero tus contactos te informaron de que si te buscaba era por un motivo, que se había vuelto paranóico, que estaba convencido de que alguien iba tras él. Alguien... o algo.

Tu cliente está nadando en su piscina. Es un tipo orondo con un bañador ridículo, y no habéis hablado demasiado desde que te contratara hace dos días. Hay también por la zona un par de hombres armados.

Vas en un vehículo terrestre, uno de esos que circulan sobre ruedas. Te lleva un chico joven, un humano, a quien no te costó convencer de que te ayudase cuando te enteraste de que debías recorrer una larga distancia hacia el interior del país. El pobre idiota cogió su coche y ha recorrido kilómetro tras kilómetro hasta aquí, solo para congraciarse contigo, creyendo que tenía alguna posibilidad. Por supuesto sabes que no va a ser así, que tu corazón pertenece a otro, pero no piensas contradecirle mientras te sea de utilidad.

No sabes por donde empezar, eso es lo cierto. Aunque te has relacionado con los humanos mucho más que la mayoría de tu pueblo, lo que tienes por delante te supera. Te han hablado de una mujer, alguien que se encarga de investigaciones extrañas y que cuenta con facultades extraordinarias, una tal Katia Mendez. Has venido hasta aquí en su busca, para pedirle que te ayude, pero te han dicho que se encuentra en medio de otro trabajo, protegiendo a un humano con dinero.

Y ahí la tienes, la casa que buscabas. Es un caserón bastante caro, de tres plantas, con terreno. Es hora de librarte de tu chofer y contactar con esa Katia...

Laura comienza a mirar el lugar, no era la primera vez que hacia eso, asaltaba un lugar como ese, un lugar bastante lujoso y que en realidad salvo por las camaras de seguridad y poco mas era sencillo, aunque realmente a ella no le importaba mucho que le viesen en las camaras de seguridad, a fin de cuentas no era algo que le importase demasiado. Con tranquilidad y como si estuviera dando un paseo camina por el perimetro de la casa, para poder verlo bien y ver si habia alguna entrada o lugar especialmente vigilado o todo lo contrario, su intencion.

Tras hacer esta comprobacion no lo duda y se va a una de las partes donde no haya visto a nadie ni nada preparada para usar sus habilidades mientras piensa:

- Bueno, parece que hoy vamos a movernos un poco, a veces resulta hasta aburrido el entrar y salir con tanta facilidad de los sitios

Me arrastro perezosamente entre las sombras, como un reptil saciado, pero a diferencia de estos, busco la placidez, la calidez del rincón mas oscuro, y desde ahí, sumido en mis pensamientos, observo la llegada de un nuevo habitante a mi hogar. Un hogar que es a la vez una prisión para mi, me encuentro confinado entre estos muros, pues el MIEDO es algo ajeno a este nuevo mundo, tan alejado en el tiempo del mundo donde nací, pero el único hogar que he conocido en mucho tiempo

Observo el rostro de la joven, parece cansada.

Quizás no duerme bien por las noches, eso será algo que podría aprovechar.

Me deslizo entre las sombras tratando de aproximarme a la muchacha, quiero observar su rostro mas de cerca, y ver si ella es capaz de verme. Algunos de mis compañeros de prisión son capaces de observarme, aun cuando permanezco oculto, entonces, alimentarme de ellos, resulta casi mas placentero.

Pero antes de que pueda acercarme lo suficiente, siento la agitación en el pasillo, y los gritos, los gritos...casi puedo paladearlos, demasiado intensos para pasarlos por alto.

¿Qué ocurre?

Me deslizo entre las cálidas sombras buscando llegar al lugar de los gritos.

Esa sensación de poder que tenía al ver como esos borregos hacían mucho por una cara bonita la llenaba, de un humor ácido y de una tristeza por la falta de la única persona que quería y por la que había emprendido ese viaje. 

Durante todo el trayecto intentó hablar lo menos posible, su compañía eran un mal necesario y siempre intentaba acortar las conversaciones lo posible sin parecer fría o irrespetuosa, ya que tenía un chofer lo mantendría todo lo que pudiera.

Al fin llegó al caserón que la habían indicado, aunque sabía que allí no habría nadie, al menos por lo que la habían dicho, pero intentaría ver si era mentira o había regresado ya, pero antes tenía un lastre del que librarse.

-Muchas gracias, encanto -dijo con un tono agradecido y un tinte justo de coquetería- siento no poder agradecértelo como te mereces, pero si me das tu número de telefono -esas cosas usadas por los terrestres para hablar a distancia- te llamaré en cuanto tenga tiempo, ¿me entiendes? 

Solo esperaba que todo fuera bien y el tipo se fuera con viento fresco.

Llega vestida con un traje chaqueta de color negro ,con una blusa blanca ,desabrochada ,mostrando un generoso escote. El cabello recogido y los ojos ocultos en unas gafas de sol negras. Unos zapatos de tacón negros ,completan su atuendo. Por norma no acepta trabajos de extraños ,pero este en concreto la intrigo. Tras consultarlo con su "socio", accedió a reunirse antes de aceptar y averiguar mas. 

Al llegar y observar la seguridad con la que se rodeaba eltipo ,no entendía que quería de ella.  Había algo raro ,que la mosqueaba, y mas viendo al gordo en la piscina. La presencia de los dos tipos ,observándola , la hizo sonreír. Escudriño la casa sin retirarse las gafas oscuras. En algo tenían razón sus contactos. El tipo era un paranoico.

Con paso firme, caminó hacia la piscina ,donde el gordo se bañaba ,quedándose en el filo esperando que se percatara de su presencia.

Comienzas el recorrido exterior, tratando de encontrar un acceso sencillo para alcanzar la mansión. Es un terreno abrupto, complicado, y en varias ocasiones te acercas demasiado al muro. Te das cuenta de que hay algunas cámaras, pero tratas de evitarlas caminando más lejos cuando las ves.

Sin embargo, notas que algo va mal cuando una de ellas comienza a moverse, en tu dirección. Pero no es eso lo que hace que te detengas, sino la figura oscura que ves más adelante, entre los árboles, observando la casa. Alguien cubierto por una especie de abrigo con capucha, completamente negro, que no parece reparar en tu presencia.

Te acercas a la piscina, esperando atraer la atención de tu cliente, cuando se oye un pitido a tu espalda. Un sonido intermitente, molesto, que parece ser una especie de alarma. Uno de los guardias de la casa aparece inmediatamente a toda velocidad, cogiendo el mando del televisor y conectando un canal que despliega varias cámaras de seguridad del perímetro exterior.

En una de ellas se ve a una mujer joven, vestida de forma provocativa, que camina entre los arbustos alrededor de la casa, muy cerca del muro. Delgada, morena, realmente hermosa. No parece un peligro, pero en este mundo de metahumanos las apariencias suelen engañar.

¿Qué coño pasa? -Dice tu cliente desde el borde de la piscina, visiblemente preocupado. No eres capaz e discernir que parte del líquido que chorrea por su rostro es agua, y qué es sudor- ¿Intrusos? Venga, haz algo mujer, para eso te pago...

El muchacho humano se ve claramente decepcionado ante la perspectiva de dejarte, pero el hecho de que le pidas su número parece alimentar alguna oscura esperanza. ¿Qué se cree, que le llamarás una noche de estas para pasar un agradable y sudoroso rato juntos en algún motel de mala muerte? Bueno, los humanos son bastante útiles cuando tienen tales pensamientos.

El muchacho se marcha y te quedas sola frente a la casa. Es grande, y desconoces los rudimentos humanos para solicitar que se te permita el paso. Lo curioso es que lo primero en que te fijas no es en la puerta, sino en los alrededores. Y es que ves a alguien, una jovencita, caminando alrededor de la casa e internándose entre la vegetación que la rodea.

¿Es acaso una actividad tan extraña entre los humanos como a ti te lo parece?

Las sombras te acogen en su tenebroso seno, y a través de ellas te desplazas por tu pequeño reino. Afortunadamente, la oscuridad impera en este lugar, motivo por el que lo has convertido en tu hogar, y puedes recorrer todo el lugar oculto en ese manto de tiniebla para observar, aprender, alimentarte.

Los gritos te guían hasta una sala de descanso. Es un lugar amplio, una sala con juegos, mesas, una televisión, todo preparado para los pacientes internados. Hay unos cuantos, y los conoces a todos y cada uno de ellos. Son tu alimento, conoces sus nombres, sus historias, sus miedos más profundos. Son la esencia que te mantiene con vida, lo más parecido a una familia que tendrás jamás.

Y algo los mantiene aterrados.

Y no eres tú.

Están todos contra las paredes, apiñados, evitando aquello que les aterra, del mismo modo que los sanitarios y celadores están tratando de acceder a la sala sin éxito. La puerta de acceso, de metal, ha sido doblada y presionada, y el mecanismo se ha encajado. Hay un par de cuidadores dentro, pero están en el suelo, inconscientes. Hay también un paciente que no está contra la pared, sino en el centro de la sala. De rodillas, llorando y gimiendo de puro terror, ante él se alza una figura oscura, como si su ropa -un amplio abrigo con capucha- estuviera hecho de pura negrura. En lugar de un rostro, una rara máscara de metal asoma bajo las sombras de la capucha, clavada su negra mirada en el enfermo.

TU enfermo.

Lo sabes todo sobre él. Que se lama Enrique, que sufrió una depresión a raíz de la muerte de su mujer y su hija recién nacida, que tiene pánico a los espacios abiertos...

...Pues como una semilla serás regado, y germinarás en la oscuridad que yo te otorgue...

El desconocido le habla a tu enfermo con el tono de un sacerdote, desplegando un rezo que parece causar el mayor de los daños a TU víctima.

Laura camina por los alrededores de la casa, parece que tiene buena seguridad, sin duda debe de ser una buena pieza para tomar algo, quizas pueda relajarse durante bastante tiempo con lomque saque de esa casa. Caminamdo con tranquilidad observa todo a su alrededor, ya mas o menos tiene una zona decidida para acercarse y usar sus habilidades para entrar cuando se da cuenta que una camara la se mueve, rapidamente reacciona tratando de disimular cuando se da cuenta de algo, hay una persona no muy lejos, con una capucha y no puede ver bien quien es ni sus rasgos, al parecer no se ha dado cuenta de su presencia 

- ummm asi que alguien mas esta interesado en la casa, bueno, creo que me mantendre un poco a la espera por el momento para ver que es lo que hace 

Trata de colocarse en un lugar donde pueda ver que hace el hombre pero que este no pueda verle a ella 

Kassandra estaba queita mirando ese lugar cuando vio aparecer a otra chica y esta, ni corta ni perezosa, se metió en la vegetación que la rodeaba. Ante la duda de si era normal o no, la atlante optó por desplazarse hacia el interior con cuidado, acechando a su presa y dispuesta para la cacería. Era una sensación, una emoción que hacía tiempo que no sentía y ahora volvía a sentirla.

Con cuidado se intentó colar en esa vegetación y seguir, sin ser descubierta, a esa otra chica que había decidido colarse en esa casa.

Conozco cada sombra de este lugar, por lo que no me cuesta llegar al lugar del que proceden los gritos. Voy mirando los rostros de las personas que se cruzan en mi camino, pacientes y trabajadores, y de manera mecánica musito sus nombres, Federico, Sophia, Juan Carlos...

Y entonces llego, la sala de descanso. Ladeo la cabeza sin comprender cuando observo la puerta, 

¿Qué sucede?

Y cuando observo el interior... Algo comienza a germinar en mi interior, el celo, el celo por mis pacientes, mis puños se crispan y mis mandíbulas se tensan, apretando los dientes.

Enrique, Enrique... es, es mio.

Y de manera inconsciente, sin pensar, enfadado e indignado con el extraño que se atreve a pisar mi santuario, busco un resquicio en la puerta, que me permita entrar.

Vas a conocer el horror, me alimentaré de tu alma durante todas las noches, hasta que tu mente esté tan destruida, que no seas capaz mas que de arrastrarte y babear por el suelo, como una sucia cucaracha, como el insecto que eres.

Se mantiene impasible cuando suena la alarma, para observar la figura femenina en las cámaras. De repente, el cliente, abre la boca, girándose, mientras retira sus gafas,mostrando una temible mirada.

- Que me pagues, no te da derecho hablarme así. Cuida tus modales o te devuelvo tu asqueroso dinero, y te las veras conmigo. Rata cobarde.

Mientras,se encamina hacia la zona, en sigilo, para buscar a la fémina intrusa.