Partida Rol por web

Laura mira a la figura que se había formado y suspira mientras piensa:

- Pero en qué clase de casa me he colado...si hay mas tipos raros aquí que en ningún sitio, por favor

Mira con los ojos entrecerrados a Nicte y niega con la cabeza:

- Ni se quien es Enrique ni realmente me importa demasiado para que mentir...eres de esta casa de raritos?

Hablaba tranquila o al menos aparentaba estar tranquila ya que no dejaba de mirar al tipo ese, el tal  Nicte

Observaba con extrañeza, y cierta impaciencia, las palabras de aquel tipejo encapuchado, esperando que le diera alguna respuesta a las preguntas que había formulado, pero no fue así, se dedicó a decir cosas que no tenían ningún sentido para ella. – Vale, que si chalao, lo que tú digas. – respondió a sus palabras.

Tras aquello, el encapuchado se marchó… Que poca educación tiene la gente… Pensó. Echó una mirada tras ella, donde se encontraba el portal confiando, como así fue, en que la mujer del bikini la hubiera seguido hasta allí. – ¿De verdad quieres ayudarme?. – comentó por encima del hombro a Kassandra. – Pues encárgate tú de la salamandra esa. Quien sabe lo que ha debido ver allí arriba. – señaló con la cabeza hacia donde se había dirigido el hombre reptil.

- Yo me quedaré a jugar con el gordito. – comentó sonriente mientras concentraba su energía en sus propias manos. Un remolino negro comenzó a surgir de sus palmas al tiempo que su mirada se volvía mucho más fría. – Yo me quedaré sin mi dinero, pero no sin diversión. – dijo al momento de soltar esa energía acumulada en dirección a Caliza.

Nicte observa desde la oscuridad de la habitación en penumbra, mientras Laura permanece escondida tras un mueble y el jarrón que sostiene sobre él en medio del pasillo. No termina la chica de decidirse a seguir las indicaciones de la misteriosa voz que le habla desde la habitación, aunque sus esperanzas en medio de ese pasillo tampoco son muy halagüeñas. El hombre reptil, de pie en medio del inicio del pasillo, se mantiene erguido sacando y metiendo su bífida lengua en la boca, como si con ello pudiera detectar todo lo que hay en los alrededores. De hecho, esa idea comienza a hacer mella en la voluntad de Laura, haciéndola temer ser descubierta…

Los designios del Primero son bondadosos… -Dice de repente una voz, una que Nicte recuerda demasiado bien, una que habla en un tono ceremonial y sacrílego. Laura asoma levemente la mirada para comprobar cómo el reptil se encuentra a cuatro patas, junto a un hombre oculto bajo una túnica raída y oscura, oculto el rostro bajo una capucha- …pues Signo acude a la llamada de un hijo, y te encuentra a ti… hija mía.

Laura comienza a escuchar reverberar esas enigmáticas palabras, con un profundo dolor, tanto en la cabeza como en el vientre. Finalmente, se ve obligada a tirarse al suelo sujetándose con ambas manos, mientras esas palabras martillean su cabeza incesantemente.

Laura escucha lo que sucede cuando de repente siente un intenso dolor que hace que caiga al suelo, la joven llevándose las manos a la cabeza y el estomago que le dolían dice:

- Pero...quien eres? y esto qué es?

De hecho se estaba arrepintiendo realmente de haber entrado en ese lugar, sin embargo, no podía decir nada de eso,. cuando el hombre le dice algo de hija una cara de enfado se instala junto a la de dolor y dice:

- Hija? pero qué coño hija, quien cojones eres tú?

Pues ahi van las tiradas que me pediste.

Ladeo la cabeza sin comprender, como haría un animal, cuando la joven me interroga acerca de mi pertenencia a esta casa, ¿mi casa, no es la tuya?

Antes de que pueda responder a la muchacha con una pregunta escucho la voz, y avanzo automáticamente, entre las sombras, un par de metros, decidido a terminar lo que no pude empezar , maldita voz… ¿su hija?, no, tiene que ser la hija de Enrique, cuando la muchacha cae al suelo, retorciéndose, me detengo. No, esta vez no, te arrebataré tu presa como hiciste tú con la mía, y maldecirás el día que cruzaste tu camino con el mío.

Observo todas las sombras, todas las rendijas, las bisagras de la puerta, si por ahí puedo escabullirme. Pero dos lagartijas y ese fantoche serán demasiado hasta para mí, si, debo llevármela primero.

- Hoy no. Musito.

- Liam - dejo escapar la atlante cuando recordó la voz de aquel encapuchado que había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Apenas sus ojos se humedecieron un poco frente a lo cerca y lejos que se encontraba de su meta, pero el se había ido y allí había dejado a sus bestias.

La voz de la muchacha llama su atención, había estado observando aquel encapuchado que no había casi notado que un de los monstruos parecía subir en búsqueda de algo. Si aquellos seres tenían razón podría obtener información al derrotarlos. Una pelea y ganar una aliada era un combo del cual no podía escapar, por lo que comenzó a correr rápidamente hacia la planta superior. - Diversión e información - comento a su compañera, que pensado la descripción que tenia de la muchacha, era alguien que seguro apreciaba las noticias y verdades.

Mientras tu reciente y casi desconocida aliada sigue tus instrucciones y se aleja escaleras arriba, ves cómo la mole rocosa comienza a moverse. Y con cada movimiento, las rocas que cubren su piel, así como las protuberancias que surgen de ella, van descomponiéndose y liberando polvo de roca, que cae al suelo en una ligera nube polvorienta. El tal Caliza viene a por ti, pero estás dispuesta a darle toda una sorpresa.

Levantas tus manos, ejecutando un hechizo arcano en una lengua que nadie ha empleado en la faz de la tierra en demasiado tiempo, un lenguaje infernal que sólo los demonios entienden y obedecen. Tus manos señalan el objetivo, y a tu alrededor comienzan a surgir pequeñas grietas de la realidad, portales diminutos por los que se cuelan en nuestro plano una bandada de demonios menores, pequeños y maliciosos, deseando devorar y destruir. No entienden otra cosa, son carniceros y destructores, pero tus palabras les permiten acceder a nuestro plano brevemente, forzados a convertir en objeto de su malignidad a quien tú has marcado para ello. La bandada se lanza contra el pecho de Caliza, con garras y colmillos, agitando sus alas como diminutos murciélagos buscando sangre.

Y sin embargo, nada detiene el avance de la mole. Los demonios chocan contra su pecho sin siquiera frenarlo, expulsados a los lados como si se interpusieran en el avance de una auténtica locomotora. Te quedas petrificada al comprobar el poder bruto y salvaje de la bestia, consciente de que renunciar al poyo de tu compañera ha podido ser todo un error. Quién sabe si entre las dos hubierais tenido una oportunidad, lo que sí te parece, en estos momentos, es que tú sola no vas a poder. Y es que, ante el inexorable avance del gigante, no puedes siquiera reaccionar. Ves su inmenso cuerpo alzarse ante ti, con el puño en alto, y tus ojos se abren desmesuradamente por el terror.

Sí, por primera vez en mucho tiempo, sientes miedo.

Ni siquiera puedes conocer el incierto destino que te aguarda. El puño cae sobre ti, sientes todo tu cuerpo arrasado por una fuerza incontenible. El mundo gira alrededor tuyo, golpeándote desde todas direcciones. ¿Estás en el suelo, has atravesado una pared? ¿Este líquido que obstruye tu garganta es agua de la piscina, o sangre de tu cuerpo? No lo sabes, sólo puedes rezar, rezar por no morir, mientras la consciencia te abandona junto al dolor...

Kassandra asciende las escaleras a grandes saltos. Desplazarse por este entorno es pesado y molesto para ella, en las profundidades de su hogar hubiera recorrido esta distancia en dos brazadas, deslizándose entre las aguas con soltura. Aquí, en el mundo de tierra y aire, las cosas son mucho peores.

Al doblar una esquina de la última planta, a la que llega siguiendo el rastro de arañazos que deja el hombre reptil a su paso, se encuentra un extraño panorama. De espaldas a ella se encuentra el desconocido de la capucha, ese ser despreciable que le robó a su humano, el objeto de su odio y motivo por el que ha acudido en busca de la mujer que ha quedado abajo. A su lado, también de espaldas pero girándose al detectar su presencia, el hombre reptil se mueve nervioso, como un animal. Lo que es, por otra parte, al menos una parte de él.

Al fondo del pasillo puede ver, tratando inútilmente de ocultarse tras un mueble, a la desconocida a quien detectara en los exteriores de la casa. La chica, de cabellos negros, está en el suelo, arrodillada, sujetándose la tripa con un aparente gran dolor. La escena le recuerda lo sucedido con él, con Liam. ¿Le está... le está haciendo lo mismo?

Antes de que nadie reacciones, dos manos negras como la noche sin luna surgen de las sombras tras Laura. Desconcertada y desorientada por el dolor, Laura sólo puede oír dos palabras del desconocido que le hablase desde las sombras de la habitación- Hoy no -Solo que ahora, esas palabras surgen de su espalda, mientras dos manos firmes y poderosas la sujetan y tiran de ella. Sin fuerzas para debatirse siquiera, se ve arrastrada a la oscuridad, a las sombras, donde siente un intenso frío en su cuerpo sufriente, pero también dos brazos que la sostienen.

En ese instante, todos pueden oír un intenso impacto en el piso inferior, un golpe brutal que hace temblar los cimientos de la casa. Las lámparas colgantes del techo campanean ligeramente, merced a un temblor al que sólo sigue el silencio.

Un silencio, tras el que Signo ya no está presente ante vosotros.

Laura realmente no sabía porque se encontraba así, porque le habían atacado de esa forma si ella no conocía a ninguno de los allí presentes, se sentía realmente mal y trata de teletransportarse lejos, sin embargo, le hecho de sentir ese dolor en el estomago y la sensación de que le arrastraban no le permitieron concentrarse lo suficiente como para poder hacerlo. Sentía como la sombra le tragaba y mientras tanto dice:

- Vais a pagar esto, me da igual cómo pero os lo voy a devolver con intereses malditos mierdas

Durante un instante el impacto en el piso me desconcierta, las sombras tiemblan y surge la luz en algunos recodos donde sólo había oscuridad. Debo hacer acopio de mi voluntad para aferrarme a las sombras, sujetando a la muchacha y evitar el sol. Cuando cesa el temblor y vuelve la calma, relajo mi presa sobre la joven, busco a Signo con la mirada.

Abajo, en el piso de abajo...no, que tontería, de nuevo a escapado, ¿por qué esta muchacha, qué tiene en común con Enrique?

Salgo de las sombras entonces depositando a la muchacha con suavidad sobre el suelo. Sus amenazas no me preocupan, pues no considero que vayan dirigidas a mi, pero me resultan tan confusas sus palabras. Mas tarde hablaré con ella, cuando me deshaga de Enrique, necesito comprender. Y ahora necesito callarla y centrarme en Enrique y por segunda vez, me dirijo a ella, en un tono de voz neutro que no denota ninguna emoción. - Guarda silencio.

Enrique, si, sigue aquí. Miro a Enrique y niego con la cabeza mientras le observo. Huye de nuevo, te encontraré una vez mas, y cuando lo haga, él no escapará, la próxima vez no. ¿Demasiado obstinado Enrique?

Me preparo entonces para el ataque de Enrique, ya no voy a subestimarte, lo imagino lanzandose hacia mi, quizás pueda encontrarme entre sus recuerdos y su miedo se convierta en odio, la pared, si, no me costará ladearme y aplastar su cráneo contra la pared, supongo que eso lo dejará fuera de combate.

Reparo entonces en otra figura, detrás de Enrique.

Va a huir.

Había llego a la planta superior tras el lagarto. Por sorpresa había encontrado a alguien, - Tú otra vez? - comento a la joven morocha que anteriormente había peleado con la otra joven. Sin dudas aquella chica sabía cosas o estaba empezando a meter la nariz en algunos temas.

Para sorpresa otra criatura parecía emerger y tomar por sorpresa a la muchacha; una sombra, una niebla. Pero Kassandra tenía otro objetivo, debía atrapar al lagarto para sacar información; además aquella muchacha sabía defenderse. - Lo siento - pensó por Laura que parecía estar enojada con su enemigo. Sin embargo, aquella criatura no uniforme parecía salir del resguardo de la oscuridad y dejaba a su presa. - Problema de ella - pensó rápidamente mientras volvía a su enemigo, debía actuar y evitar que aquel lagarto se perdiera.

Nicte continúa manteniendo a Laura, la presa de Signo, oculta en las sombras. Ella no es consciente de hasta qué punto eso puede estar salvándola de algo mucho peor, y trata de liberarse sin éxito. Aún no controla sus poderes tanto como para lograr teletransportarse en una situación así, y en lugar de desaparecer para reaparecer en otro lugar, lejos del peligro y de esta gente tan rara y peligrosa, se da cuenta de que su mano comienza a arderle, con un escozor intenso y casi doloroso.

Fuera de las sombras, en cambio, la situación se precipita rápidamente. Ambos pueden observarlo desde las tinieblas. Con la desaparición de Signo, Salamandra se enfrenta a la recién llegada. Con una rapidez de reacción endiablada, el reptil se lanza en un torbellino de garras, lanzando zarpazos a vertiginosa velocidad que se estrellan en la piel de la mujer. Y sin embargo, la firme y dura piel de la desconocida, habituada al frío y a la presión de las profundidades marinas, soporta estoicamente cada envite, sin sufrir más daño que simples roces que dejan apenas un hilillo de sangre que se seca casi al instante.

Por su parte, la atlante soporta el ataque vertiginoso con una estrategia en mente. Cuando el último zarpazo de la bestia cesa, la mujer se abalanza contra el cuerpo sinuoso del reptil, dispuesto a agarrarlo y evitar así que pueda seguir moviéndose a tal velocidad. Sin embargo, Salamandra es mortalmente veloz, y antes de que los poderosos brazos de la atlante se cierren firmemente en torno a su cuerpo reptiliano, se escabulle ágilmente, adentrándose en una habitación contigua.

El combate no ha hecho más que empezar...

Observo todo como si de una película se tratase, extrañado de que Enrique ataque en lugar de seguir a su "amo".

El ataque de Enrique a la mujer no parece causarle a esta ningún daño, ¿quién eres?

De nuevo Enrique me sorprende, cuando creía que escaparía, no lo hace. Me siento molesto conmigo mismo por haberle subestimado nuevamente. Pero entonces se escabulle, y sonrío satisfecho al comprender, no eres mas que un animal, acorralado haces frente, pero cuando ves una vía de escape, la utilizas...¿qué encontrarás en esa habitación?, ¿qué temen los reptiles?, no, los reptiles no, ¿qué temes ahora Enrique?, puedo saborear entonces mi triunfo, si, seguro que temes defraudarle, decepcionar a tu "amo", no tanto el castigo que puede inflingirte, como el reproche silencioso, su mirada torva, si.