Partida Rol por web

Gabby miró con empatía triste a su amiga. No contestó inmediatamente, sino que meditó un momento sus palabras. No quería herir a su amiga. Imitó el gesto de su amiga y se mordió. Ojalá fuera tan sabia como Wynne. Ella sabía siempre qué decir.

—Dreren no es tonto —señaló—. Sabe perfectamente que la Capilla puede dar con él por otros métodos. Sólo trata de despistarnos a nosotros, probablemente porque tenga un plan y crea que así nos protege de los posibles riesgos que entrañe. Que te protege a ti. Pero las dos sabemos que Dreren no es precisamente la persona más perceptiva de Thedas en cuanto a prever las consecuencias de sus actos. Las buenas intenciones nunca han sido y nunca serán una salvaguarda infalible contra las malas consecuencias. Tenemos tiempo debemos investigar qué se propone y a dónde se dirige antes de que nos saque mucho tiempo.

Sonrió y le dio un achuchón en el carrillo antes de inclinarse hacia Alexei.

—Dreren es un amigo nuestro, compañero del Círculo de Hechiceros de Ferelden. Él también está buscando a Ayla, la maga de la que hablábamos antes, y desapareció cuando Lynn quedó inconsciente en el callejón.

Mientras Gabby elegía sus palabras, trató de tranquilizarse. La Hermana Bethel le había enseñado unas sencillas técnicas de relajación mediante la oración. Pero lo cierto es que le resultaba más sencillo evocar la sensación que tenía cuando Astucia estaba a su lado. Dejó que los recuerdos de aquella paz la embargaran antes de razonar y contestar a su amiga.

Y mientras lo hacía, sintió añoranza por Astucia. Sabía que el Velo estaba gobernado por la emoción, que no existía el flujo del tiempo, pero esperaba que no tardase demasiado.

Gabrielle debió pulsar la cuerda correcta en algún momento puesto que Lynn relajó el ceño pero continuaba visiblemente inquieta. Cambió el peso del cuerpo de pierna y se puso a alisar una arruga de la manga... por hacer algo con las manos.

—No está solo. No tiene por qué hacer nada solo—sacudió la cabeza y levantó ambas palmas como quien le pide un alto al torrente de pensamientos que le corre por el cerebro—. ¿Qué... sugeris que hagamos ahora?

Lynn recordará la compasión de Gabrielle.

El tendero parecía no querer meterse en vuestros asuntos así que se limitó a respodner a Sion.

—Lo siento, messere—dijo—. Se marchó por el mismo lugar que todo el mundo: el arco de salida del puerto que lleva a la ciudad. Creo que hará una hora o así.

Gabby se lo pensó unos momentos.

—Nuestra mejor apuesta es viajar hacia el Sur como nos indicó el posadero. Si encontramos a Ayla, Dreren no estará muy lejos. Y es nuestra misión al fin y al cabo.

Una sonrisa se le escurrió en el rostro cuando se dio cuenta de que iba a ser más astuta que Dreren.

—Oh, y le compraré un pescado, señor, a ser posible de la misma especie que le comprara nuestro amigo —le dijo al hombre—. Cuando salgamos de la ciudad, la peste a pescado que le va a quedar encima le dará a Kando un rastro mejor del que su olor corporal nos podría haber proporcionado.

Bueno al final tenían respuestas, desconocía las razones por las cuales buscaban con tanto afán a esa maga. Asuntos del círculo, la prudencia exigía no hacer muchas preguntas e inmiscuirse solo lo necesario. Se puede pelear contra otro hombre, pero la magia tiene sus propias reglas y aun así tiende a romperlas y ser deshonesta.

- Gracias buen hombre.

Quizás algún guarda o trabajador del arco lo haya visto pasar, tiene un aspecto inusual, sería posible que lo recordaran. Desconozco que ritmo de paso puede llevar, pero una hora de ventaja puede ser difícil de salvar, mejor moverse ahora. -

El hombre estuvo encantado de venderos un par de lenguados.

No obstante, la búsqueda por la ciudad no resultaría frustrante, resultaría lo siguiente... porque pensándolo bien, era bastante normal que la gente anduviese más atenta a no tropezar con un escombro o a terminar de reparar un travesaño que a un Tranquilo que anduviera paseando por ahí. Simplemente no podíais preguntarle a toda la ciudad sin tiraros días en ella (aparte, si el mago no había hablado con nadie más, aquello también dificultaba las cosas) de modo que decidisteis volver directamente a vuestra caravana para no perder más tiempo.

Recogiendo a Belgar por el camino, claro.

A aquellas alturas Lynn iba haciendo algo que no quedaba muy claro si era "correr muy despacio" o "andar muy rápido" pero parecía que tuviera prisa por tener prisa puesto que os sacaba varias zancadas cuando llegásteis a la salida sur. Una vez allí no tardásteis en localizar la caravana.

Había un hombre con el pelo muy corto y tan rubio que parecía blanco, ataviado con una cota y sentado cerca de una de las ruedas de la carreta, afilando la hoja de su espada. Gabrielle y Sion le indicaron a Alexei que se llamaba Nolan y era el guarda de la caravana.

Un fogón de herrería y un yunque habían sido montados en el otro extremo de la misma. De vez en cuando, el hombre miraba con expresión casi aliviada a una muchacha que en aquel momento se encontraba dándole forma a un trozo candente de acero, golpeándolo con auténtico brío.

—Ah, hola, ¿ya estáis de vuelta?—preguntó nada más localizaros. Alexei detectó enseguida el inconfundible acento orlesiano que ahogaba las "r" con suavidad—. Y veo que habéis encontrado un amigo. Bienhallado, señor...

Dejó la frase en el aire para que él la terminara con un nombre.

—Nolan, ¿ha vuelto Dreren por aquí?

—Pues no, ¿no estaba con vosotros?—Lynn suspiró con resignación en lugar de responder y se dirigió a la parte trasera de la carreta. El orlesiano parpadeó, la siguió un instante con la mirada y luego os volvió a mirar arqueando ambas cejas—. Sé que mis chistes dan pena pero juro que en este caso no estaba haciendo ninguno.

Gabrielle lanzó un hondo suspiro.

—Se llama Alexei —dijo terminando la frase de Nolan que Lynn había ignorado—. No se lo tengas en cuenta, está preocupada porque Dreren ha desaparecido por voluntad propia y no tiene visos de querer volver. ¿Te importaría enseñarle a nuestro nuevo amigo dónde están las cosas? Tengo que hablar un momento con Balaena.

Gabby cruzó el campamento para dirigirse donde Balaena había montado una forja improvisada.

—¡Vaya! Menuda forja te has montado en un momento. Tienes un buen... trozo de hierro candente ahí —soltó una risita nerviosa y empezó a hablar apresuradamente—. Verás, resulta que nuestra ruta ha cambiado. Vamos a viajar hacia el sur, en dirección a una taberna que no sabemos si está allí y hacia los clanes dalishanos si no lo está. ¡Sí, a los dalishanos! Imagina que gran aventura. Tal vez si tenemos suerte y nos dejan acampar cerca podrías comerciar con ellos y tener un artesanía dalishana a mano para aprender de ella.

Gabrielle sonrió de oreja a oreja, y de repente bajó la mirada hacia sus botas. Se puso de puntillas y bajó de inmediato, y le echó instintivamente las manos a las manos de Balaena.

—Mira, la verdad es que quería que nos acompañaseis al sur —dijo levantando la mirada para hacerle un puchero—. Eres la única amiga que tengo fuera del Círculo y no me gustaría separarme de ti tan pronto.

El calor aumentó conforme te acercabas a la forja y diste gracias de que tu túnica fuese una prenda fresca. De hecho, te hacías una muy buena idea ahora de por qué Balaena llevaba siempre una blusa tan fina: Forjar cualquier cosa con algo más grueso debía de resultar infernal.

Aun así, la herrera tenía la frente brillante por el sudor, la cara y las manos algo manchadas del tizne del carbón y sin embargo no pudiste menos que fijarte en que la ropa la mantenía impoluta. De hecho ni si quiera utilizaba el mono de loneta propio de un herrero. De cómo rayos se las apañaba para no ponerse perdida no tenías ni idea.

Cuando te vió se detuvo, dejó el martillo e introdujo la pieza al rojo en un cubo de agua que tenía al lado con el consecuente siseo de vapor. Al sacarla viste que era la hoja de una daga.

—Somos una caravana errante, nuestra forja es de montar y desmontar—te contestó mientras la examinaba primero y, una vez dado el visto bueno, la dejaba sobre el yunque. Se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano y luego se limpió ambas en un trapo que llevaba colgado del cinturón—. Ya que estamos en Denerim, debíamos aprovechar algo...

No supiste si fué tu veloz explicación o tu gesto amistoso pero una de las dos cosas la hizo arquear las cejas un tanto confusa. Se te quedó mirando y le costó un par de titubeos de hecho terminar de asimilar lo que acababas de decir.

—¿Puedo... preguntar por qué ahora tenéis que ir al sur?—atinó a responder finalmente—. Es decir, no ha pasado nada malo, ¿no?

«¿Frustrante?» había dicho Allure con una risita «A mí me resultará absurdamente cómico»

Preguntaste al guardia por la casa y por un lugar en el que conseguir un mapa y te indicó que la primera había ardido en la Calle de Peleteros y que lo segundo se hallaba una manzana más al norte. Decidiste pues ir primero a la casa y luego a comprar un mapa.

Deambulaste por la ciudad con los ojos atentos a no atisbar ninguna figura conocida, cosa que no ocurrió, te llevó unos diez minutos pero lograstes encontrar la dichosa calle y, gracias a un par de señalizaciones de los ciudadanos locales, hallaste también la casa en la que se había visto a Ayla por última vez.

El edificio en cuestión tenía el inequívoco aspecto de haber ardido, la madera crujía de vez en cuando pero parecía razonablemente sólido todavía aunque seguramente el hecho de que nadie trabajase en las inmediaciones se debía a que pronto lo derrumbarían.

Si te asomabas al interior, el olor a madera quemada te saturaba las fosas nasales, los cristales de las ventanas habían estallado aunque lo que llamó tu atención estaba en el suelo: una marca circular de carbonilla en la que parecía haber "estallado" algo. Un círculo perfecto.

-Saludos.-Digo con cierta timidez.-Como han dicho, mi nombre es Alexei. Encontré a estas personas por casualidad y, al ser un recién llegado... decidí acompañarles. No tenía nada mejor que hacer y pensé que una espada más les haría falta. No quisiera volver y encontrarme otra vez con la joven Lynn en apuros.

Aun había demasiados cabos sueltos. Los motivos que tuviera Dreren podían explicar algo esta súbita desaparición, pero cada persona tenía el derecho de compartir o no sus asuntos con los demás. El problema era recortar toda la distancia que los separaba, pero ahora que caía un par de caballos tiraban del carro, aquello podía ser la mejor baza a jugar.

- Para ir al grano Nolan, Dreren se ha ido por el sur y creemos que puede llevarnos una hora o puede que más de ventaja. No se que motivos puede tener para actuar así, probablemente algo que concierna a los magos y mi cabeza me dice que es mejor no preguntar mucho.

Con la racha que llevamos veo difícil que esto se resuelva con toda tranquiladad y sin tener que preocuparnos, pero se me acaba de ocurrir una idea. Esos dos caballos vuestros, si nos los pudierais dejar podríamos intentar alcanzar a Dreren y ver que demonios está ocurriendo. Yo podría ir con Lynn en uno, y para compensar la armadura de Alexei sería mejor que Gabrielle montará con él. -

-Me parece bien.-Digo sonriendo.-Mi cota de mallas puede ser muy pesada para un caballo. Gabrielle puede dar el contrapeso suficiente para que el caballo no se nos muera por el camino.

Tras decir esto, espero para ver qué dicen o hacen los demás. Sin embargo, caigo en la cuenta durante un instante de que puede que mis habilidades aun sean útiles al grupo.

-Por cierto, también soy un rastreador medianamente bueno... si fuera preciso podría rastrear a vuestro amigo por la maleza o los caminos... aunque necesitaría algo de informacion sobre su altura, peso y complexión para deducir el tipo de huellas que debería buscar.

—Pensamos que la maga a la que seguimos se dirige hacia allá. Dreren ha desaparecido y creemos que va en la misma dirección —respondió Gabby.

Nolan levantó ambas palmas con gesto de disculpa.

—No sé qué habrá pasado con vuestro mago pero espero que por una vez se pueda solucionar sin detalles desagradables—dijo—. Aunque no es a mí a quien debéis preguntar estas cosas. La caravana... y bueno, por ende los caballos, son de Balaena, no míos.