Partida Rol por web

Balaena torció por un instante el gesto, en parte no era malo pero por la otra tampoco era bueno. No dijo nada durante unos segundos en los que desvió la vista pero tampoco te soltó.

—Gabrielle—titubeó en un principio, como si se sintiera torpe—. Estoy viva gracias a ti, hemos unido nuestra caravana a vuestra ruta así que iremos donde vosotros vayáis e intentaremos quedarnos donde no molestemos. Como con la granja. No quiero que por ir solos nos vuelva a ... bueno, no es bueno ir solos por los caminos.

Se mordió el labio inferior pero luego volvió a mirarte.

—Además, está... bien eso de tener amigos—esbozó una sonrisa tenue, como si le costase recordar cómo se sonreía. Te apretó un poco las manos—. Y no te preocupes, conseguir que un dalishano comparta su artesanía con un "orejas redondas" es casi imposible. Pero eso es lo de menos.

Balaena: Amistad (+3)

-Muy bien.-Respondo.-¿Y hacia dónde hay que ir o con quien hay que hablar? Quiero decir... ¿Dónde está?

- Con la que está hablando Gabrielle. -

Sion se acercó a las dos mujeres y esperó por cortesía al mejor momento para explicarle a Balaena lo mismo que a Nolan y poder usar los caballos para alcanzar a Dreren.

Gabby no contestó a lo último que dijo Balaena, sino que interrumpió lo que iba a decir para observar a Sion aproximarse.

—Os he oído hablar sobre pedirle los caballos a Balaena para perseguir a Dreren —dijo—. Pero me gustaría que me contarais antes quién va a tirar entonces del carromato y de todo lo que hay dentro.

Señaló con elocuencia el pesado yunque.

—¿No sería mejor comprarlos en la ciudad?

Derek llevaba mucho tiempo en silencio, meditabundo, con una expresión que recordaba a la que provocaba un dolor de barriga. Su rostro había ido ensombreciéndose cada hora, hasta el punto en que le costaba trabajo salir de su burbuja y participar en las conversaciones del mundo exterior.

Ahora que hacían planes para continuar su viaje y buscar a Dreren, Derek despertó. Carraspeó levemente y dijo, en voz muy queda:

-Gabby, ¿puedo... puedo hablar contigo un momento? No será... no será mucho.

Realmente esa niña era especialista en ponerle peros.

- Acabamos de llegar a la ciudad, no creo que Nolan y Balaena quieran marcharse o mover el carromato precisamente ahora, solo necesitamos los caballos para alcanzar a Dreren en unos pocos minutos, cerciorarnos de que está bien y luego ya los devolveremos. Habría que estar borracho o ser realmente estúpido para intentar robar un yunque a una herrera que hace armas escoltada por un guerrero orlesiano delante de sus narices.  -

Un caballo no es algo precisamente barato, y un vendedor de caballos no es precisamente parco a la hora de negociar, por lo poco que entiendo de lo que ocurre parece que vamos con algo de prisa. -

Balaena, que había estado hablando con Gabrielle, se cruzó de brazos y ladeó la cabeza.

—Bueno, da la casualidad de que sí íbamos a irnos—apuntó—. Por si alguien lo ha olvidado, dijimos de unir nuestra caravana a vuestra ruta... así que si vais al sur, podemos ir en ella y seguiremos siendo más rápidos que vuestro mago.

Estiró el cuello para mirar por encima del hombro de Sion (bueno, estiró el cuello y se tuvo que poner de puntillas para mirar por encima del hombro de Sion) y así poder observar a Alexei.

—¿Y tú eres... ?

-Alexei es mi nombre.-Digo inclinándome con torpeza a modo de saludo.-Encontré a estas personas por una más o menos feliz casualidad y desde entonces les acompaño en busca de su compañero.

En ese instante, hago una pequeña pausa antes de decidir si hablo más o menos. Finalmente, me decido.

-El motivo que me trajo a la ciudad fue que, desde hace algunos años, he querido entrar en la Guardia Gris y... bueno, viviendo en un pequeño pueblo era difícil que alguien de la guardia se fijase en mi.

—Estupendo, otro elemento armado hasta los dientes y con ansias por machacar cráneos en el grupo—resopló Balaena a modo de resumen. Como si, de hecho, el motivo que hubiese traído a Alexei a la ciudad le resultara del todo indiferente.

—Balaena...

—Los Guardas Grises están en el Alcázar de la Vigilia, en el arlingo de Amarantine—interrumpió la herrera, como si supiera de antemano lo que iba a decir Nolan—. Aquí no tenemos ninguno.

Recogió la pieza que había estado forjando en el yunque (la cual había enfriado en algún momento de la charla con Gabrielle) y la limpió un poco con un trapo que llevaba colgado del cinturón mientras se dirigía a la forja.

—Dadme un rato para recoger esto y nos ponemos en marcha.

Una vez la muchacha estuvo lo bastante lejos, te susurró discretamente.

—Sé que no lo parece... pero está de buen humor. Ya te acostumbrarás.

Gabrielle dejó que Balaena contestara a Sion y se giró hacia su hermano.

Suspiró.

La última vez que habían hablado le había hecho sentir muy culpable, y le apetecía lo más mínimo que volviera a hacerlo.

—Está bien —claudicó, mientras se alejaban de los demás—. Dime que te pasa.

- No estoy muy familiarizado con la escuela elemental. - reconocí a pesar de querer siempre saber de todo cuanto estaba en mis manos saber, a Dreren lo mundano, entre ellos los elementos, era algo considerado como básico a lo que se le puede sacar buen partido pero no trasciende como el espíritu. - ¿Crees que esto ha sido provocado por algún hechizo?

 Dreren siempre suponía que Allure podía tener información útil, desconocía hasta donde alcanzaba su erudición, hasta el momento había demostrado ser observadora, la perspectiva de un ente encerrado en una gema era una perspectiva diferente, y necesitaría muchos puntos de vista, siempre los agradecía, era la forma de llegar a la Verdad, a la profundidad de las cosas.

 Aquello era una cuestión intrincada.

 - Considero la posibilidad de que ella explote de rabia...literalmente, pero esto me parece excesivo y tal vez sin un motivo evidente demasiado claro.

 Se acercó al círculo para comprobar el estado de la madera y las posibles marcas, para ello, se acercó con cuidado. Vislumbrar una huella humana de aquella catástrofe sería...confuso a la par de esperanzador. Después echaría un vistazo detenido a lo que quedase allí, tratando de saber que clase de habitación era aquella o a quien podía pertenecer por los restos.

 - No me encaja que estuviese buscando un guía y éste se negase. - propuso como hipótesis - Si se trata de ella, algo debió de enfadarla de verdad.

 Sino, o se trata de otro mago involucrado, o de algo más...volatil.

 Era sencillo ponerse en lo peor. Ella era talentosa pero..¿lo suficiente para provocar aquello? era temeraria, ¿lo suficiente para no temblar ante aquel acto?

 Debía de tener un buen motivo, y posiblemente sólo restasen cenizas allí.

 Esperó a las conclusiones y observaciones de Allure, parecía que jamás se arrepentiría de haberle ofrecido la posibilidad de estar junto a él. Era todo cuanto podía pedirse, incluso su humor empezaba a gustarle.

Derek se la llevó a un lado y disimuló que se abrazaba a sí mismo cruzándose de brazos. Evitó mirarla a los ojos y habló con voz grave, una voz que le salía casi del estómago.

-Tengo que irme. Me necesitan en Risco Rojo...

Gabby frunció el ceño y parpadeó varias veces. Se sintió culpable por no sentirse culpable.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿No se supone que estabas asignado a la misión de buscar a Ayla?

«Sí y no» escuchaste decir a Allure. Luego guardó un extraño silencio antes de añadir: «Sí, esto ha sido provocado por la rabia y no, no fue Ayla»

Mientras esperabas a que te explicara su hipótesis, husmeaste por el interior de la casa. No era un espacio muy grande puesto que se trataba de una de las muchas viviendas en construcción de la ciudad de modo que sólo contaba con un par de habitaciones en el primer piso. No obstante, una se había medio derrumbado y la otra (en la que estabas) había ardido con gusto.

Caíste en que la hipótesis de Allure estaba tardando en llegar justo cuando te pareció identificar en el suelo unas marcas casi borradas de lo que parecían botas. De hecho, el motivo por el que aún se pudieran ver era porque al haberse tratado de una carrera, el talón estaba más marcado en la arena del suelo: alguien había entrado corriendo allí y el rastro se perdía en la marca circular de hollín.

No descubriste nada más y, de hecho, si no llega a ser porque el terreno todavía no se había entablado, no habrías visto ni eso.

«Esa explosión del suelo ha hecho un Demonio de la Cólera» dijo de pronto la entidad de la gema con un tono atípicamente carente de picardía alguna «Justo en ese punto veo un desgarrón... recién cerrado. El manto que separa el Velo de tu mundo ahí es tan sólido como un retal de seda»

-Sí, es cierto. Pero me necesitan con urgencia en Risco Rojo. Si no fuese tan importante no me habrían llamado, pero... -Tragó saliva. Hablaba muy bajo, como si le costase elegir las palabras-. Debería quedarme contigo. Me gustaría quedarme contigo. Pero no puedo. No... no debo. Lo entiendes, ¿verdad, Gabby?