Partida Rol por web

Apenas la noche anterior habías llegado a Qark tras recibir una carta de un primo lejano.

Se encontraba muy enfermo, había trabajado muy duro en las minas durante gran parte de su vida, duro incluso en los estándares Enaniles.

Lo encontraste abatido en la cama, solitario propio de un Enano que vivió para dedicarse a extraer minerales de las montañas. Quiso obsequiarte un martillo mágico, sabía de la predilección que tenías por ese tipo de armas y el afecto que sentía por ti era grande, eras lo más cercano a un hijo para él, eras el único que iba a estar durante los últimos días de su vida cuidándolo.

El día te lo pasaste en el mercado comprando verduras y comida para prepararle alguna sopa o guiso en casa, la gente te observaba con precaución y desconfianza, propia de un pueblo con la reputación de Qark.

La tarde caía y era momento de escuchar otra de las historias de aquel anciano enfermo, quizá otra historia más de cuando el imperio de Tethyamar aún brillaba

Con hastío y con la ligera sensación de derrota e impotencia, el grupo salió de la caverna escoltados por Vizko Kraum.

El descenso hasta el pueblo fue lento y silencioso, todos tenían la mirada fija en un punto invisible, quizá en un punto de incertidumbre acerca del futuro que les esperaba. ¿En qué momento se habían involucrado tanto en la situación n la que se encontraban? un padre dedicado a Chauntea apenas había viajado a Cataratas de la Daga para negociar la construcción de una capilla en el pueblo, las negociaciones eran difíciles por las presiones que ejercían los adoradores de Lazhander. Pero eso era lo más difícil que códice pensaba vivir.

En su lugar, le tocó combatir con esqueletos orcos y brujos, le tocó ser prisionero y fugitivo, viajar bajo el suelo de lado a lado del valle, conocer una gran hechicera, lidiar con un odioso lord, investigar un libro, rozar la muerte en más de una ocasión, y ahora, estaba a punto de tener que combatir contra un Dragón ¿Por qué? ¿En qué momento? ¿Será el destino? ¿Casualidad?, esas preguntas y más pasaban por la cabeza de aquel sacerdote mestizo que viajaba si pronunciar casi palabra. Se sumió tanto en sus propios pensamientos y recuerdos que perdió la percepción del tiempo.

De repente, el sol había recorrido la mayor parte de su trayecto y la tarde caía cuando arrivaron a Qark de nuevo. Vizko los guió hasta una pequeña casa y abrió como si la casa le perteneciera...

La puerta de la casa se abrió de repente, una pequeña casa de dos estancias: Una sala común con una chimenea para cocinar, una mesa y tres bancos y un pequeño armario que funcionaba de despensa. Un poco más allá se encontraba una pequeña habitación de una sola camacon no más que un armario y un alijo. Una casa muy modesta.

En ella habían dos Enanos, uno Anciano enfermo tirado en cama y otro joven y vigoroso. Ambos enanos se sorprendieron al ver la puerta abrirse y dar paso a dos semiorcos (Vizco Kraum y códice), una Semiorca, un semielfo y un humano.

Dorn Palabrasagrada había oído hablar del primer semiorco en ingresar, era la ley en Qark, aunque ejercía el control mediante intimidación y amenaza, velaba por la seguridad de sus habiantes.

¿A qué se debía dicha intromisión? Vizko no sería quien empezara a hablar..... 

El día había sido agotador, Quark no era especialmente grande pero la situación de Gódin lo hacía estar mas estresado de lo habitual, por su parte las gentes no habían sido muy colaboradoras en su búsqueda, a pesar de todo no descuido  sus obligaciones para con los dioses poniendo especial énfasis en rogarle a Dumathoin que cuidara del enano cuando al fin lo llamase a su lado.

La puerta se abrió y por si a aquella casa no la rondara ya la muerte una mueca de desagradado asomo a su cara al reconocer a Vizco, sus ojos se dirigieron a su fiel martillo pero en el estado de Gódin no era precisamente para iniciar una pelea  en su propia casa, con unos golpecitos en el hombro se irguió descansa, yo me ocupo 

Por lo poco que había oído del semiorco no le sorprendía que estuviera allí con sus esbirros, seguro que para ver que hacía en Quark un paladín de Moradin e intimidarle, la idea lo divertia tanto como enfadaba, de no ser por Gódin..., al atravesar la puerta de la habitación la cerro tras de si y avanzo unos pasos, si había pelea que viera lo mínimo posible, es lo mas que podía hacer.

Gódin esta MUY enfermo recalco la palabra muy con énfasis de modo que agradeceré que cualquier asunto que os traiga se resuelva rápidamente, necesita reposo y las visitas no son recomendables examino al grupo, Vizco un matón, hedía a matón, vestía de maton, el otro semiorco sin embargo, demasiada barriga y el rostro bien arreglado ¿algún tipo de banquero?, pese a que la fama la tenía Vizco los mas peligrosos sin duda eran los dos guerreros, el humano y la semiorca, portaban sus armas con la soltura que da la practica, no las tenían para verse sino para usarse, las marcas de desgaste en la empuñadura indicaba además que lo hacían a menudo, apenas le hecho un vistazo al semielfo, un ratero sin duda, repaso mentalmente la disposición de la pequeña estancia, la olla rompería a hervir en cualquier momento, el fuego tenía leña fresca y buenos maderos que podían usarse de mazo improvisado, la mesa recia de madera robusta, serviría de escudo, algunas herramientas en la esquina.

Después del rápido examen de la situación dirigió de nuevo la vista al líder de esos rufianes Vizco ¿verdad? he venido a cuidar de Gódin y darle descanso, no le queda mucho en estas tierras, pronto Moradin lo llamará a la gran forja, nada mas, cuando haya vuelto a la tierra me iré tal y como he venido seguramente el truan temía que Dorn hubiera ido a investigar la aldea, pero un lugar tan lleno de maldad solo lo visitaría acompañado de sus hermanos de armas para hacer una limpieza épica, aquellas gentes se alejaban de la luz de la forja tanto como los demonios y era cosa de los monjes y sacerdotes convencerlos con la palabra, él prefería el martillo.

A Rivoel le costó gran pate del camino recuperarse de lo acontecido. La cabeza sangrante del mediano se le aparecía a cada segundo por su mente y a penas prestaba atención a nada más. Sus pensamientos andaban dispersos y sus sentimientos estaban abriendo una profunda herida en su corazón.Iban a hacer un trabajo para  un asesino despiadado que sometía  a las gentes de allí con amenazas y violencia. Le iban a proporcionar una mina de plata que lo dotaría de total poder de por vida. Sabía que era por un bien mayor, pero eso no le consolaba. Por un momento pasó por su cabeza hacer algo para acabar con el puma sin tener que llegar a servirle, pero él no era un asesino. NO tenía la sangre fría necesaria para hacerlo, aunque ganas e ideas no le faltaban. Y con pesadumbre pensaba en que tampoco sus compañeros parecían querer hacer nada por evitarlo. Hasta el recto y puro Códice se había mostrado servil con el asesino, incluso después de ver lo que era capaz de hacer... Sabía que era por un bien mayor, pero eso no le consolaba. Les habían ofrecido cualquier cosa que necesitaran, pero Rivoel no iba a pedir nada que cargar sobre su conciencia. Bastante atormentada la tenía ya... sabía que era por un bien mayor, pero eso no le consolaba. 

Cuando llegaron a la casa y el Enano se les presentó, El bardo no tuvo ánimos para hablar. La cabeza del mediano seguía adueñándose de sus pensamientos. Parecía como  si la elocuencia y facilidad de palabra innata del bardo hubiera sido expulsada en aquel desagradable vómito y le hubieran abandonado por completo. Tan solo logró pronunciar un más que premonitorio y escueto...

Necesitamos ayuda 

El descenso de la montaña fue, como la subida, agotadora para el orondo fraile de Chauntea. Pese a que sentía la necesidad de una conversación normal para no hundirse en el desánimo, Códice no abrió la boca en todo el camino: la presencia de Kraum y los más negros pensamientos de muerte hicieron que se mantuviera en silencio. Sólo cuando llevaba su mano al símbolo que Ladfiena le había hecho, y que llevaba bajo la camisola, sentía algo de paz, como si la diosa estuviera junto a él, protectora. Tampoco dijo nada al llegar al pueblo, pese a que pensaba pedirle algunas cosas al alguacil. Ya habría tiempo. Lo primero de todo era hablar con ese hermano guerrero del que les había hablado el Puma.

Kraum les condujo hasta él. La arrogancia con la que el medioorco entró en la casa indignó al clérigo, pero cuando además descubrió que había un enfermo en la casa, se sintió muy avergonzado de estar en su compañía: no quería que un campeón de la justicia se formara una mala idea de él. Cuando Rivoel y el enano se pusieron a hablar, Códice se acercó a Kraum.

—Queremos hablar a solas con el paladín —le indicó.

Códice trató de no sonar muy desafiante: quería librarse de Vizko, no más problemas. Rezó para que aquel rufián entendiera que su presencia en aquella conversación no hacía ningún bien a los negocios del Puma.

Morgan cerraba la comitiva de compañeros vigilando la retaguardia, había tenido que asegurar el paso de Rivoel en un par de ocasiones en las que parecía que no veía ni dónde pisaba, no entendía el estado de shoc del bardo. Vale que ver una cabeza sesgada del cuerpo no era plato de buen gusto, pero el estado del elfo le recordaba al que había visto en él y en Códice cuando descubrieron los cuerpos de sus amigos -Pero a ese mediano no lo conocíamos de nada...- se dijo mentalmente ya que no podía poner sus pensamientos en voz alta, tenían una compañía demasiado 'importante' como para tratar esos temas.

En hosco silencio bajaron de las montañas y llegaron al pueblo, los pensamientos de la mestiza estaban puestos en la mejor manera de enfrentarse a lo que se les venía encima, suponía que el bardo tomaría la palabra para convencer a ese paladín de unirse a ellos, al fin y al cabo el don de la palabra era lo que él dominaba -Lo mío son las armas.- Por fin llegaron al que debía ser su destino, pero en contra de lo que la guerrera pensaba que sería una buena presentación para conseguir aliados, el 'gran Vizko' abrió la puerta como si entrase en su casa -Esta no es una buena entrada, vamos a necesitar mucho de la labia de Rivoel.-

Las palabras del enano mas joven, el que no estaba tendido en la cama, confirmaron las impresiones de Morgan, pero el alma se le cayó a los pies cuando de la boca de Rivoel solo salió una corta frase sin ninguna inspiración. Por suerte Códice intervino con mucho acierto, sin la presencia del semiorco y su fama quizás el enano se mostrase mas amistoso, y quizás el bardo se recuperase mas rápido.

-Sí, seguro que tienes que hacer algo mas importante que ser nuestra niñera, -añadió a las palabras del clérigo -cuando acabemos de aquí volveremos a la posada.

Quería hacerle ver que después de la charla con su jefe se iban a portar bien -O si no te fías puedes esperar fuera rata cobarde-. La verdad es que después de haber visto su actuación la otra noche, no le hacía ni pizca de gracia que los acompañase a los túneles y mas con la amenaza de El Puma de que tenía que volver entero, pero parecía que no había mas remedio.

No...no...no nos demoraremos mu..mucho... - Fue todo cuando Lirian dijo a Vizko antes de hacer una especie de saludo militar y dedicarle una cálida sonrisa que nada tenía que ver con los sentimientos que albergaba hacia él el norteño. Dicho esto aguardó a que el semiorco abandonase la estancia y cerró la puerta con cuidado para evitar más molestias al enano convaleciente.

La la la..laamentamos la intro...intromisión buen enano. - Se disculpó en nombre de todos y en especial del bastardo que acababa de salir de la estancia. Conocía bien a los enanos ya que en Diez Ciudades no era extraño coincidir con ellos pues el Clan Battlehammer ya vivía en el Valle del Viento Helado mucho antes de que los padres de Lirian se conociesen. La experiencia que le había aportado el acompañar a carromatos desde su autoimpuesto exilio es que el carácter de pueblo enano no solía diferenciarse mucho independientemente de dónde hubiesen nacido estos. 

El hecho de que aquel enano  fuera un devoto seguidor de Moradín era una buena señal para la tarea que tenían por delante, más por el hecho de que se tratase de un enano que porque fuese un paladín de aquel dios, ya que éstos estaban bien acostumbrados a caminar por túneles, con toneladas de roca sobre sus cabezas y sin necesidad de antorchas. 

No no no... - Hizo una leve pausa para reordenar en su cabeza lo que quería decir y darle tiempo a su lengua para que lo interpretase. - No era nuestra  inten...intención entrar así, y muuucho menos con semejante compa...compañía. - Dijo mostrando una mueca de desagrado en su pálido rostro. Pero...pero tenemos un pro..pro...problema en el que sus férreos brazos...brazos podrían aportar mu...mucho. - Acto seguido se apoyó en la mesa y dejó a sus camaradas, con más labia y más fluidez de palabra para que expusiesen los detalles que creyesen oportunos.

El semiorco frunció el ceño y gruñó ante la petición de su par, pero no tenía la menor intención de iniciar una discusión ni nada por el estilo, les echó una mirada desconfiada a todos los presentes y se volteó hacía la salida.

Él ya había escuchado por el camino de descenso lo que deseaban e iba a intentar conseguirlo, el problema radicaba en que en un pueblo tan pequeño no era mucho lo que se podría esperar.

Finalmente los cinco habían quedado solos -los seis si se contaba el enfermo primo lejano- para discutir los temas que tenían que tratar.

Dorn observo el evidente desprecio que mostraban los recién llegados hacia Vizco, el sentimiento era mutuo al parecer, de todos modos habían dicho que necesitaban ayuda ¿que tipo de ayuda podían solicitar de el unos matones? observo de nuevo al grupo mientras el semiorco salía por la puerta, no disimulo un ápice su escrutinio de los presentes -un momento- levanto levemente su mano, elevo una silenciosa oración a Dugmaren y una luz dorada salio de su mano sin embargo no parecía iluminar la estancia, paso la luz uno por uno a todos los presentes, una mueca de desconcierto se le noto al pasar por Códice y Morgan, cuando termino la luz se desvaneció, definitivamente no había maldad en los presentes, mas tranquilo y confiando ciegamente en los dioses, si ellos le decían que los semiorcos no eran malvados, no lo eran por increible que pareciese, paso a mostrar la cortesía que un anfitrión debe a sus invitados -por favor sentaros y explicarme que sucede ¿para que necesitáis mi ayuda y con que fin?- pese a la invitación del enano a sentarse la estancia solo disponía de tres bancos demasiado pequeños para los presentes excepto para Rivoel

Rivoel aceptó la invitación del enano aunque la silla le quedara algo pequeña. Conocía el fuerte carácter de los de esa raza y no quería que el barbudo anfitrión se ofendiese antes de empezar a hablar.
Verá señor……. Paladín , es una historia muy larga que intentaré resumir para no aburrirle. Formamos un grupo de aventureros, Los Compañeros de la Pluma Blanca. El nombre nos viene porque una bella criatura casi celestial llamada eoshee, como una perfecta elfa con alas blancas, nos salvó de una muerte segura. Habíamos caído prisioneros de un ejército de orcos, pero gracias a ella pudimos escapar entre minas y montañas. Nos pidió ayuda para recuperar un valioso objeto, un libro de gran poder  tras el que iban  también los orcos y con el que pretendían controlar el valle entero y quién sabe si el resto del mundo conocido.
Llevamos tiempo tras él y por fin lo tenemos localizado a unas pocas millas de aquí, en una cueva cercana. El problema es que esa cueva es la guarida de El Puma. No sé si lo sabréis, pero este… señor es el que controla Qark, muy a pesar de las autoridades locales, atemorizando a sus gentes con las malas artes de sus  secuaces – señalo hacia donde se ha ido Vizco-  Hemos logrado impedir un trato que El Puma tenía cerrado con los orcos para venderles el libro y Hemos intentado que nos lo entregue por las buenas, pero es demasiado codicioso y quiere algo a cambio. Tenemos su palabra, si es que su palabra vale de algo, de que nos entregará el tomo a cambio de la cabeza de La Bestia Negra, que es una especie de dragón que habita en unas minas de plata cercanas y cuya presencia impide su explotación. El Puma quiere que acabemos con ella para así hacerse con el control de la mina. No tenemos más remedio que aceptar su trato, pero no obviamos el peligro que conlleva para nosotros, pues no hará ni dos días que perdimos a dos de nuestros queridos compañeros cuando se enfrentaron a esos malditos orcos. El norteño - señalo a Lirian- se nos ha unido a la causa, pero debemos asegurarnos el éxito de la empresa por el bien de todo el valle. No podemos fallar y por eso  estemos buscando ayuda para ir a por esa Bestia Negra.
Y vos como paladín y enano sin duda nos seríais de gran ayuda dentro de esas minas. Por desgracia no podremos recompensarle con nada más que con lo que encontremos allí. Nuestro único botín será conseguir el libro, cuyo único valor  es el de impedir que los orcos obtengan su poder y conquisten el valle.

Supongo que tendrá que pensarlo, pero lo cierto es que no tenemos mucho tiempo....

Por fin, después de una mirada ceñuda, Vizko abandonó la casa y para sorpresa de Morgan quien tomó primero la palabra fué Lirian -Parece que está perdiendo un poco esa 'timidez', mejor- pensó para sus adentros. Cuando acto seguido el paladín levantó una mano y comenzó a murmurar hasta que una luz salió de su palma, la guerrera tuvo que hacer acopio de toda su disciplina y apretar todos los músculos de su cuerpo para no avalanzarse sobre el enano. Cierto era que estaban en presencia de un paladín de un dios bondadoso, pero no dejaba de ser un extraño que invocaba su poder sobre ellos. La luz fué iluminando a todos los compañeros y cuando lo hizo sobre ella miró fijamente al paladín, vió claramente el desconcierto en su cara y se preguntó qué sería eso que estaba haciendo pero no lo dijo en voz alta, pues antes de las preguntas tenían que asegurarse su ayuda.

El enano les ofreció asiento, pero una ojeada a la pequeña estructura le dijo a Morgan que mejor se quedaba de pié y no destrozaba el mobiliario de la casa con su tamaño, por lo que declinó la oferta con un 'leve' gesto de la mano y murmuró que se quedaba cerca de la puerta por lo que pudiera entrar. Rivoel sí se sentó, parecía que había recuperado un poco de su ánimo y, si bien sus palabras no estuvieron cargadas de retórica como en otras ocasiones, fueron muy sinceras y directas. Cuando el elfo comenzó a hablar de la criatura que les había encargado la misión, la guerrera desvió su mirada hacia el norteño, a él todavía no habían tenido tiempo de contarle esa parte y se preparó para su reacción.

Dorn escucho atentamente lo que el semielfo contaba con los pies firmemente anclados en el suelo sin hacer un solo movimiento, de no ser  los pelos del bigote moviendose bien se confundiría con una estatua cuando termino tardo un rato en responder mientras asimilaba la historia.

La historia de la elfa casi divina bien podía ser adornada o distorsionada por amor, en cuanto a lo del libro, bien existen en el mundo objetos conocidos que en malas manos pueden ser peligrosos, pero lo del Puma "a pesar de las autoridades" "¡¡a pesar de las autoridades!!" la cara del enano se fue enrojeciendo mientras lo que esto significaba tomaba conciencia en su cabeza, pese a ello sus palabras salieron en un tono neutro.

-¿me estas diciendo que habéis hecho un trato con un bandido que no respeta las leyes y atemoriza a las buenas gentes con su poder para darle mas poder y riqueza todavía mientras tenéis que fiaros de su palabra de que estando debilitados por el combate con esa bestia os entregara de buena fe un libro del que depende el destino del valle?- paso un momento  que parecía que no iba a decir nada más y entonces estallo -¡¡Pero os habéis vuelto locos!! si no fuera porque los dioses os han exonerado de tener maldad en vuestro corazón...- una vena palpitaba en la sien del enano con la cara totalmente roja de ira mientras su respiración movía con fuerza los bigotes

Perdone señor.... paladín, no piense que estamos orgullosos de lo que estamos haciendo y no creo que se le pueda llamar trato a lo que hemos hecho... Necesitamos ese libro a cualquier precio y el precio es acabar con un dragón que ha matado también mineros inocentes del pueblo, algo de bueno tiene lo que vamos a hacer.  Nos ofreció oro y joyas a cambio y no las aceptamos. Bien saben los dioses que intenté convencerle para que repartiera ese oro entre las gentes de Qark y dejara de oprimirlos a cambio de acabar con la bestia, pero es más codicioso y cruel de lo que esperábamos. Nos dimos cuenta tarde... ese ha sido nuestro error.

Quizás si lo hubiéramos pillado en otra situación... pero estaba en su guarida, rodeado de sus secuaces, amenazantes en todo momento y nosotros éramos solo cuatro... No hemos podido hacer otra cosa, créame. Somos gente de bien y nos movemos por un bien mayor. En eso pensamos...

Todos tenemos claro que tarde o temprano El Puma tendrá que rendir cuentas a la justicia, pero mejor cuando tengamos el libro  en nuestro poder. Si el libro cae en manos de los orcos el puma va a ser el menor de nuestros problemas.

La verdad es que solo queremos llegar hasta el libro, los caminos que tomemos hasta él nos importan poco. Si nos pudiera guiar por el bueno le seguiríamos hasta el final.

Cuando Vizko por fin se largo de la cabaña, Códice respiró aliviado y lanzó una mirada de gratitud a Morgan y Lirian. Rezó para que el tiparraco no volviera por allí. Códice también valoró mucho el enorme esfuerzo de Lirian: dar un paso al frente por unos mestizos (algunos, de sangre tan odiada) y un pícaro a los que acababa de conocer era una gran muestra de confianza y buena voluntad, pero cobraba más valor al saber cuánto le costaba. Mientras su amigo hablaba, el fraile no pudo evitar dirigir furtivas miradas hacia a la puerta entornada de la otra habitación. Por lo demás, el sortilegio de aquel individuo no sorprendió ni preocupó a Códice, que supo entender lo que ocurría. Confiado en la ausencia total de maldad que aquel servidor del Forjador de Almas encontraría en su alma, el sacerdote se enderezó y sacó pecho, casi desafiante.

Las palabras de Rivoel le sorprendieron por su franqueza e incluso llegó a pasársele por la cabeza si no estaría siendo algo imprudente, pero al momento se avergonzó: seguramente habría hecho lo mismo. (De hecho, así había sido con las dos compañeros que ahora les acompañaban.) Por ello, Códice mostró su apoyo a su -por qué no- amigo poniendo una de sus zarpas en su hombro. Sólo una vez que el bardo hubo expuesto la situación, intervino.

—Noble guerrero, permitidme que me presente —dijo, y tirando del cordel sacó de su camisola la rosa de madera que Ladfiena había tallado para él—. Soy Códice, de Valle de la Sombra, y tengo el privilegio de ser un siervo ordenado de la Gloriosa Madre del Grano. Por eso, creedme cuando os digo que detesto tanto o más que vos tratar con hombres de la calaña del Puma y no poder ayudar ahora mismo a las gentes sencillas de este pueblo... Lo juro ante este medallón —añadió agitando el amuleto, conmovido aunque controlado—. Pero lo que ha dicho mi amigo es cierto: lo hacemos por un bien muy superior y no vemos otra alternativa. Dejar escapar esta oportunidad es una acción más infame que aceptarla: si no conseguimos ese libro, ese hombre lo venderá a los orcos y todo estará perdido para este valle y quién sabe cuáles más.

No dijo nada más: los argumentos secundarios (matar al dragón es bueno, luego nos encargaremos del Puma...) eran... Eso: secundarios. Estaba convencido de la superioridad de su misión.

—Respecto a la firmeza del trato —añadió, algo ansioso por convencer al paladín—, hay en el pueblo un siervo del Morndinsamman como vos, un clérigo de Dumathoin, que nos ha aseverado que el Puma, pese a la maldad que habita en su corazón, es un hombre de palabra. En todo caso, es eso o nada.

Pensando en cómo ayudar al enano convaleciente, Códice recordó haber leído en algún lugar, durante sus tiempos en el templo de Valle de la Sombra, que la sangre de dragón tenía propiedades curativas que a veces ni la magia divina podía replicar. "Claro que de nada sirve saber esto", pensó, "si no podemos matar al dragón". Tuvo una iluminación: ¡podían usar eso para tratar de convencer al paladín! Sin embargo, no dijo nada: para el fraile, no era muy decente obligar al paladín a elegir entre trabajar para el Puma, traicionando tal vez sus ideales, o dejar morir a su pariente. Quizás lo tomase como una afrenta. Quizás ni siquiera así le convencerían. No: se lo diría al final se uniese a ellos o no, más para no privar de la información al caballero que para tratar de convencerle.

Tranquilo...quilo buen enano... - Se apresuró a comentar Lirian tras la intervención de sus dos compañeros. To..todo esto responde...ponde siempre a...a...a un fin mayor, como bien han explicado mis compa...compañeros. - Al norteño le costó sobreponerse tras enterarse por boca de Rivoel de cuántas vivencias habían padecido -  Sí, padecido es la palabra. -  ya que él era un recién llegado y conocía lo poco que Códice le había informado acerca del libro y de la señora para la que trabajaban. Aún así estaba más que resuelto a acompañar a aquellos tipos - "No hay tormenta que mil años dure Lirian", solía decir su padre, por lo que esperaba que la suerte de aquellos tres extraños personajes cambiase, y con ella sus riquezas, y con sus riquezas las del propio Lirian.

So..somos nosotros quienes estamos solicitando...ando  su ayuuuda no el Puma, y lo hacemos únicamente...mente porque creemos que ese li...li...libro bien mereeece el sacri...sacri...sacrificio de trabajar pa...para semejante rata. - Tomó asiento en la esquina de la mesa mientras cruzaba los brazos y miraba de forma serena al enano. Un tenue rubor se había apoderado de sus mejillas pero aún así continuó. Lo...lo que pa...pase con el Puma una vez consigamos el li...li...libro me tiene sin cui...cuidado. Y de hecho. - Tomó aliento. -  Si si si es voluntad suya el sacarle las espinas a ese pesca...pesca...pescado - Dijo en referencia al Puma. - una vez lo hayamos conse...conseguido, yo mismo le...le..le  ayudaré a ello. -

Por supuesto que le ayudaría, sobre todo después de haber visto semejante cofre repleto de joyas. La futura flota pesquera se Lirian Ventormenta se encontraba en manos de aquel Calishita y no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad, pero eso no era necesario decírselo ahora.

El estallido del paladín no tomó por sorpresa a Morgan, era de esperar que no estuviese de acuerdo en 'ayudar' a un hombre del percal de El Puma, pero su última frase sí que llamó su atención -¿Los dioses nos han exonerado de qué? ¿Qué dios ha hablado en mi favor?- se preguntó la guerrera pues, si bien no los maldecía, tampoco seguía muy fervientemente a ninguno. Por la cara del enano pensó que tendría que intervenir para calmarlo, pero de nuevo sonaron las calmadas palabras del bardo que fueron apoyadas por Códice y por Lirian.

Con el guerrero totalmente de su parte, la mestiza se relajó un poco, miró hacia el fornido enano y le habló en su propia lengua, esperaba por fin vencer la resistencia que estaba poniendo.

-[Enano]Mi causa no era noble, -comenzó a hablar en voz baja -solo había venido para ayudar a lord Alba con la limpieza del Valle a cambio de unos oros, pero las palabras de un paladín atormentado por las visiones que le enviaba su dios de muerte y destrucción, y la historia hablando de lo mismo de estos supervivientes no puede ser casualidad. No permitiré que los orcos se hagan con el control, al precio que sea evitaré que esos salvajes hagan a su antojo, una vez el libro sea destruido ya traeremos a este pueblo la paz que merece.