Partida Rol por web

Camináis por el pasillo en silencio, intentando no tropezar con los cables que unen las dispersas bombillas
unas con otras. Incluso estas pequeñas peras de cristal habían demostrado tener sus secretos. Iluminaban con tanta fuerza los pasillos, ahora resplendorosos de luz, que realmente parecía normal que estuviesen tan sepadas unas de otras. La estructura circular del pasillo hacía que en este no se notase tanto la inversión de la grabedad salvo por el hecho de que la luz procedía del suelo.
No sucede nada extraño, de hecho tampoco os asombráis de esto. Algo en el ambiente, puede que la iluminación, acrecenta el efecto de tranquilidad y calma total. Cuando estáis ya apunto de llegar a la enfermería véis un mono azul tendido en el suelo. Os acercáis y recoconéis a Ciara. Esta sentada en el suelo, con la espalda reposada en la pared circular del pasillo, parece ausente.

Los tres que quedaban del grupo del almacén recorrieron el pasillo de regreso a la enfermería. Era curioso ver el "suelo" iluminado por las luces que habían conseguido sobrevivir, ofrecía una atmósfera de calma...de paz...Alex iba sumida en sus pensamientos, rememorando todo lo vivido hasta ahora, haciendo un diario mental de todo para poder explicarles a los demás la situación..."La lluvia de varillas sin sentido, Dwayne atacándonos...posiblemente para que Anette no hablara más de la cuenta...esa luz extraña y esa figura fantasmal que apareció de la nada...y la puerta que no debía estar ahí. Todo esto está lleno de misterios". Seguía a sus compañeros, sumida en todo ese remolino de pensamientos cuando algo llamó su atención en el pasillo. Era una figura, sentada en el suelo, era Ciara. Alex frenó en seco.

- Chicos ¿habeis visto eso? es...es Ciara -  dijo apuntando con la linterna. Sentía temor y desconfianza, ¿qué hacía ella allí sola en mitad del pasillo?¿y los demás? -¿Ciara? -  llamó lo suficientemente algo para que la chica la escuchara - Ciara ¿que haces ahí?¿estás bien? - se sentía un poco reacia a acercarse....no sabía por qué...

Duarte había acabado arrancándose el armazón de varillas tejido en su pecho con la cinta americana para caminar con mayor soltura y porque el peso extra de las mismas suponían más una traba que una ventaja en aquel momento. Y como en un paisaje ideado por Carroll en "Alicia en el país de las maravillas" había caminado por aquel laberinto de pasillos, no sin sentir el mordisco del cansancio en sus doloridos músculos.

Procurando no pisar las bombillas del suelo que una vez fue techo, avanzó junto con las dos mujeres en dirección hacia la enfermería. Nada los entretuvo, nada se interpuso en su camino. La tranquilidad y la calma se respiraban en un ambiente solo roto por el eco de sus pasos. Y Duarte aferró con más fuerza el cuchillo, pues aquello parecía la calma que precedía a la tormenta.

En la retaguardia, escuchó las voces de Alex y se adelantó un par de pasos.

-Sí, es ella. La güera gritona -comentó colocándose junto a Alex y manteniendo la prudencial distancia de esta. Habían pasado por un infierno, habían perdido a Anette y a Mich, cuyos cuerpos se enfriaban en el almacén abandonado, y no tenía intención de correr más riesgos de los imprescindibles. No con y por aquella mujer-. Pero, y el resto. ¿Dónde están? ¿En la enfermería?

Salis de la enfermería y emprendéis la ruta que habían seguido vuestros compañeros. Recorreis el hall de la zona de la enfermería, donde las puertas colgadas del techo presentan una imagen onírica y salís al pasilo. La puerta de la enfermería había sido trabada para que no se cerrara con muy buena idea. Camináis por el pasillo en silencio, intentando no tropezar con los cables que unen las dispersas bombillas unas con otras. Incluso estas pequeñas peras de cristal habían demostrado tener sus secretos. Iluminaban con tanta fuerza los pasillos, ahora resplendorosos de luz, que realmente parecía normal que estuviesen tan sepadas unas de otras. La estructura circular del pasillo hacía que en este no se notase tanto la inversión de la grabedad salvo por el hecho de que la luz procedía del suelo.
No sucede nada extraño, de hecho tampoco os asombráis de esto. Algo en el ambiente, puede que la iluminación, acrecenta el efecto de tranquilidad y calma total. Al poco que salís de la enfermería véis un mono azul tendido en el suelo. Os acercáis y recoconéis a Ciara. Esta sentada en el suelo, con la espalda reposada en la pared circular del pasillo, parece ausente.

Su preséncia casi hace que paséis por alto la de otro grupo de personas vestidas con monos azules que tenís delante.

Duarte practicamente parece haber invocado, con su pregunta, a los demás.
Poco despues de formular esta un pequeño grupo de tres se detiene frente a ellos. Pilni, que desprende un extraño y fuerte olor a tinta. Macario, que paree andar con comodidad, no hay rastro de ninguna varilla en su pierna. Y la tercera y última figura: un jovial y a la vez canoso Steven Seagal.
En los ojos del grupo se nota el alivio de encontraros, a la vez que en sus rostros se nota el cansáncio acumulado. Esto és idéntico a ambos grupos.
El grupo de los que regresan del almacén está formado por Alex, Duarte y Shan-Mei. Los tres parecen salidos de la escena de los cristales de La Jungla de Cristal, con peor aspecto Alex y la palma para Shan Mei con la cabeza envendada con cinta negra. Se nota en los tres que llevan peso en los bolsillo, a la vez que van cargados con las linternas -que en estos momentos han dejado de ser útiles, pero que con buen criterio nadie se deshace de ellas- u otros elementos del taller.

La imagen de Ciara, ubicada entre ambos grupos, separandolos con su extraña expresión, es lo único que enturbia el reencuentro de todos.

Duarte miraba a Ciara cuando el sonido de unos pasos reclamó su atención. Al volverse pudo ver a Macario andar con normalidad, su pierna liberada de la camilla que lo había condenado a ser un Sísifo en vida; a Seagal, que lucía un sorprendente cabello blanco y a Pilni, cuyo olor hizo que frunciera la nariz. Era el conocido olor de un periódico recién impreso. Pero no había rastro del cura. Ni del oriental. Y aquello solo podía querer decir una cosa. Malas noticias. Una vez más.

-Ayúdenme. Debemos llevar a las güeras a la enfermería. Alex tiene la nariz rota y Shan Mei se hirió en la cabeza. Poco para lo que pudo pasar, pero no están bien -señaló al tiempo que daba un paso atrás y guardaba el enorme cuchillo que esgrimía en la vaina de su cinturón-. Mich murió. Y Anette. Los mató el simio negro, el Puño. Ese pinche cabrón nos atacó en el almacén al que fuimos en busca de algo para liberar a ese -dijo señalando a Macario-. Tenía una escopeta. De la policía. Y granadas. A la güera la reventó de un tiro en las tripas. El gringo... no pudo escapar de la granada. Pero ya no es problema -su acento mexicano daba musicalidad a sus terribles palabras-. Lo maté. Maté a ese perro. Con esto -mostró una de las sierras circulares que habían conseguido para cortar la barra de la camilla y que ahora parecían inútiles en una cruel broma del destino-. Sufrimos mucho. Nos perdimos al principio, porque Anette no reconocía el lugar. Era más grande de lo que decía el mapa el dossier. Estaba todo lleno de torres de varillas. Algunas se cayeron sobre nosotros, separándonos. Haciéndonos daño. Di con Anette. Fue cuando la señorita descubrió que las varillas no eran todas iguales. Unas para cruces, dijo. Otras para balas. Y no le gustó. Ella no sabía nada de aquello pero creía que el simio sí sabría. Después nos encontramos con ellas dos, Alex y Shan Mei y también con Mich, que entró tarde al almacén. Encontramos armarios llenos de cosas pero entonces... El Puño la cadaverizó. Nos salpicó con su sangre y tripas. Luego esa pinche serpiente apagó las luces con un aparato raro. Tenía una máscara de esas que permite ver a oscuras y quiso darnos matarile. A todos. Soy sincero cuando digo que me cagué de miedo. Y no creí posible volver a verlos. Pero las güeras me necesitaban. Aunque tuvimos suerte y ayuda. Rara, como todo acá. Un fantasma, una luz, no sé. Parecía un hombre pero no lo era. Tal vez Mich ya cadaverizado por la granada se revolvió en su tumbaa y nos ayudó. La escopeta del simio se rompió en mil pedacitos y pude darle mi medicina.

No había orgullo en su voz. Su rostro mostraba cansancio y sentía la boca seca.

-No tendrán agua, ¿verdad? Estoy seco como un lagarto de Sonora -dijo frotándose la mandíbula y llenando todo con el rasposo sonido de su barba sin afeitar-. Cuando cayó, de su mano se escapó lo que había usado para apagar las luces. Lo rompí. Con esto -su mano palmeó el gran cuchillo que había pertenecido a Dwayne-. Y el  mundo se volvió del revés. Arriba fue abajo y abajo fue arriba. El pinche cabrón murió poco después pero escupió su veneno entre risas. Ahí se pudra ese alacrán. Habló de cebos y que se nos comerían vivos ahora que habían quedado libres. No sé qué quería decir -señaló negando a un tiempo con la cabeza-, pero de seguro nada bueno para nosotros. Y allá ya no pintábamos nadita. Empezamos el regreso, llevando con nosotros cuanto pudimos. Cosas para defendernos y hacer cara a este pinche infierno. Todito estaba tranquilo en el camino, pero ellos no estaban fuera -señaló a Ciara-. Y no veo al padrecito. ¿Dónde está? ¿Qué les pasó? ¿Y a ustedes?

Shan Mei no paraba de tocarse la venda improvisada que le cubría parte de la cabeza. Aún no se había visto la herida, pero por la cara y la expresión de Alex mientras le vendaba no podía tener muy buena pinta. Caminando por aquellos pasillos iluminados desde abajo, Mei iba notando el peso de las diferentes cosas que había recogido en el maldito almacén, pero también había perdido algo. La cruz que de forma tan misteriosa había aparecido en algunos de ellos ya no estaba en su pecho. Se había esfumado, disuelta en el aire como un millón de partículas de plata que desaparecieron poco a poco en la oscuridad.

Cuando los tres supervivientes del almacén se encontraron con Ciara, Mei dudó en lo que debía hacer. Sin embargo, sus dos compañeros tuvieron la precaución de no acercarse, así que ella sencillamente asintió y se quedó quieta. Aunque no tuvieron ocasión de hacer nada más, ya que en cuanto Duarte preguntó por el resto aparecieron algunos supervivientes, con un aspecto igual de cansado que ellos mismos. Pedro tomó la iniciativa, explicando con claridad lo acontecido en el almacén. Hubo algunas cosas que el hombre no podía saber, así que en cuanto paró para tomar aire, Mei colaboró en la explicación.

-...y nos ayudó. La escopeta del simio se rompió en mil pedacitos y pude darle mi medicina. Dijo Pedro, y la chica asiática tomo aliento y añadió:

-P...pu...puede que tenga una explicación p...para esa figura que vimos. -Titubeaba, pero poco a poco cogió confianza.- Justo antes de que todo ocurriera yo... os parecerá una locura pero... le pedí a mi marido que me ayudara. Cogí la cruz de plata y le hablé. No se si está relacionado, pero... Quiero creer que Michael, desde otro lugar, llamadlo cielo, purgatorio o lo que sea, nos ayudó. -Tras un momento, acabó explicando lo que le había ocurrido a ella.- En mi caso, fuí una tonta y no me di cuenta de que aquel asesino podía vernos en la oscuridad. Intenté lanzarme a por él y recibí esta advertencia.- Se tocó la frente.- Pero aún y así, doy gracias por no estar muerta, porque podría haber acabado fácilmente conmigo. Solo la suerte me salvó entonces.

Duarte siguió hablando y preguntó que qué les había pasado a ellos. Mei también se moría de curiosidad por saber que extraños sucesos podrían haber vivido el resto de sus compañeros, una curiosidad que le hizo olvidarse momentaneamente de sus heridas.

Sus compañeros se quedaron igual de quietos que ella ante la visión de Ciara, había que reconocer que era muy raro verla así y tan sola. No respondió a su pregunta, seguía ahí, como catatónica...y entonces fue como si Pedro los hubiera invocado. Al preguntar por el resto, los ecos de los pasos resonaron por el el pasillo. Allí estaban Pilni (emitiendo un intenso olor a tinta, como si acabara de salir de una imprenta), Macario que no presentaba ya resto alguno de herida en la pierna y...no,no podía ser...

- ¡¡STEVE!! - gritó Alex con alegría,  el impulso de salir corriendo hacia él se vio truncado por la visión de Ciara en el suelo, no deseaba acercarse mucho, ya había tenido suficiente ración de sorpresas...por eso y por el pinchazo que sintió en su nariz. Cerró los ojos con fuerza ante el intenso dolor. Sus compañeros comentaron con todo lujo de detalles lo que les había ocurrido en el almacén. Poco más podía añadir ella. Cuando el dolor mitigó y sus compañeros dejaron de hablar, consideró que era su turno. - Bien, ya ha comentado Pedro lo que nos ocurrió. Ese cabrón de Dwayne nos atacó. Gritó algo de una cacería y disparó a Anette y luego mató a Mich...Mich...- e hizo un pequeño paro para tragar saliva - A oscuras poco podíamos hacer...estaba lejos, no teníamos armas...el podía vernos con esa máscara...yo intenté...supongo que como todos, hacerme la valiente, para no conseguir más que un cuerpo magullado y esta.....esta cara dolorida y ensangrentada..-  se señaló su rostro. Todos pudieron ver sus heridas. La nariz inflamada, rojiza, y extrañamente torcida hacia la derecha, con una fea brecha en su puente. Rastros de sangre ya seca salían de la brecha uniéndose a las pequeñas gotas de sangre que caían de sus fosas nasales y que se limpió de nuevo con la manga del mono, manga que tenía un desgarrón allí donde había cortado para vendar la herida de Mei. Así como un corte, no tan feo como el de la nariz, en la ceja izquierda, del que también salia un pequeño riachuelo de sangre seca ya también, que continuaba por el ojo hasta casi la mejilla, dándole a Alex el aspecto de haber llorado sangre como si de una vidente en éxtasis se tratara. Su cara era poco menos que un poema...quizá uno de esos que a Shan Mei le gustaba recitar.-...así que la presión me pudo...no pude hacer otra cosa que esconderme en uno de los armarios...como una cobarde...pero al menos sigo viva. Hay otra cosa, a parte de ese espíritu que nos ayudó, después de la lluvia de varillas metálicas, apareció una puerta en una esquina...una puerta que no habíamos visto o que no estaba ahí antes..no sabría deci...- otro calambrazo...- ...decirlo. Mei y yo necesitamos ir a la enfermería a curarnos y creo que a todos nos vendría bien un pequeño descanso,después deberíamos trazar un plan. Parece que habéis pasado también por un infierno. Secundo a Pedro, ¿qué ha pasado?¿y el resto? Mathew, el padre Zackarias...¿dónde están?- no sabía si realmente quería que le respondieran, podía imaginarse lo que había pasado...y entonces miró a Ciara, que seguía allí sentada, en medio, y no pudo evitar pensar que ninguno de los dos grupos había hecho nada por acercarse a la muchacha...

Ciara se frotaba las rodillas, sentada, mientras escuchaba a unos y a otros. Curiosamente, ella era la única que había quedado indemne a sus exploraciones por los tubos... ¿Qué marcaba la diferencia? ¿El respeto, quizá? ¿El tope de desesperación? Aún sentía el penetrante olor, físico, si podían engañar a su vista, podían engañar al resto de sentidos... ¿Engañar? Podía creer que el verdadero engaño era aquella luz cegadora más que las paredes ensangrentadas. Pero no iba a decir absolutamente nada. Era prescindible para los vivos, había quedado claro. Lo que no sabía era cómo había llegado hasta ahí...
Inversión del campo gravitatorio, intangibilidad momentánea... Sus conocimientos de física no llegaban a tanto, no tenía ninguna carrera al respecto, sólo la curiosidad y una buena memoria que no eran tan útiles como esperaba... Se levantó poco a poco. Buscó que todo el mundo tuviese las extremidades en su sitio y número correcto, apretó la cruz de Jackson.

- ¿Mi idioma? ¿El inglés...? No te entiendo... -preguntó para si misma, en voz baja. Miró al resto de los vivos con desconfianza. Sabía que a alguno le resultaría sospechoso que ella estuviera ilesa- Si creéis que nos hemos librado del negro sólo por matarlo... -negó con la cabeza.

Luego de frotar la mano de Steven con su pulgar sólo por joderlo y aligerar el ambiente un poco el joven hindú se encontró con una grata sorpresa. El grupo que se había ido ahora estaba frente a ellos. Ciertamente, los jóvenes frente a él parecían haber salido de un campo de guerra, pero era mejor que nada después de lo que había oído.

En su cintura podía verse un papel con extrañas inscripciones, el mono azul estaba inmaculado y lo único que se podía notar de diferente en Pilni era su mirada. Parecía la de un animal, sus ojos se movían escrutando cada centímetro del lugar y sus oídos se inclinaban apenas hacia las voces que oía, mirando a un punto fijo. Parecía que aquella manía de tomar notas en el cuaderno se había perdido, pero los más astutos podían deducir, por su mirada que se perdía de a momentos y parecía leer algo en el aire, que ahora las notas las tomaba en su mente.

Repentinamente se volteó hacia el grupo, paseando su mirada por todos por varios segundos. Mirando aquella mano que había rayado antes con el marcador extraño... Aún no tenía respuesta para esa tinta...

-Bien... Nao Shen murió. De alguna manera su garganta se cortó perfectamente... Sin usar ningún instrumento. Lo más extraño es que me atacó justo antes de morir. Dijo algo muy extraño, probablemente enloqueció y creyó que yo era alguien de su pasado... Luego murió, sin más.-

El joven volvió su mirada al papel dentro de su mono y luego a los demás, suspirando pesadamente. Debía decirlo todo para tener más información

-Recordé algo que vi hace muchos años y dibujé unos símbolos sobre el papel. Lo siguiente que supe es que estaba en algún lugar de completa oscuridad. Una voz... Ente, algo... Proyectaba imágenes en mi mente... Dijo que la energía "Recuerda" y habían imágenes... Cosas... ¿Edificios? Cuando le pregunté si me hablaba del infierno me comparó con muchas cosas... Me dijo que ella era luz y yo oscuridad, eso recuerdo. Dijo algunas otras cosas... Puedo recordar que estuve mucho tiempo ahí, ella dijo muchas cosas pero las otras están borrosas...-

Pilni había resumido lo que había parecido el sueño de años en unas pocas palabras mientras sus ojos parecían leer palabras en el aire, estaba buscando cada ápice de información que recordaba mientras hablaba

-Al volver, parecía haber habido un terremoto, pero no lo noté, Macario es el que sabe exactamente lo que pasó. Había una grieta de la cual venía alguna luz extraña, al asomarme había una planta cuatro por alguna razón que no comprendo. Un grupo de gente que dijo que esta fuerza divide y ataca al grupo más pequeño. Con lo cual debemos asumir que separarnos, de ahora en adelante, es la peor idea posible. Los otros habitantes parecían saber mucho. Dijeron que ahora todo debía estar abierto y las taquillas de los trabajadores de este lugar debían tener bengalas junto a las botas... Y, para finalizar, al momento de la inversión Stevie Wonder estaba de nuevo entre nosotros. Y ustedes se fueron con Matt y Zackarias...-

Respondió por último a Alex. Al decir esto miró hacia abajo, a donde antes estaba su cruz.. -Oh, si... ¿Alguien aún tiene su cruz?-

Macario ofrecía un aspecto de deportista con las extremidades fibrosas y demasiado delgado como para tener grasas. Su mono azul, del mismo tipo que llevaban todos puesto, estaba sucio dejando claro que se había visto obligado a tirarse por el suelo y retorcerse, aunque lo más curioso era el agujero que mostraba en una pierna como si algo redondo lo hubiera atravesado de lado a lado.
Sus ojos lucían abiertos en una muestra de querer saber que es lo que les había pasado a todos, atento a las conversaciones mientras iba pensando en lo que le habían dicho los demás.

Fue solo cuando se produjo un silencio que se decidió a intervenir y tomar la palabra:
Cuando desperté estaban todos ustedes, y algunas personas más, en la enfermería. Como estaba encerrado con esa cosa atravesada en mi piernas ustedes se fueron. El chino entonces ataco a pilni pero tenía los ojos en blanco,¡Vaya cagelo me entro al ver eso! Pero después como que volvió y dijo algo sobre lo fuerte que se había vuelto y luego se corto el cuello con una de esas sierras. ¡TE CAGAS!
Después de eso pilni como que desapareció de la habitación, murmurrando algo sobre espirales, y me dejo solo con los cadáveres: el del chino y el de otro tipo ¿Jackson? ¡Me dejaste solo, colega!
Luego se produjo un terremoto, todo se agitó y apareció una grieta en el suelo de la enfermería. Al otro lado había gente pero no sabía quienes eran. Ellos también tenían miedo y dudaban de hablar con nosotros, pero cuando se fue la luz nos dijeron que esa fuerza divide y ataca al grupo menor. Al irse la luz todo debería estar abierto así que habría que acudir a las taquillas de los guardianes, Bloque L. Debería haber bengalas junto a las botas. Ah, y que no nos separemos.
Y es entonces cuando una fuerza nos lanzó contra el techo, y lo que ocurrió es que todo dio la vuelta. Al menos eso sirvió para que el hierro que tenía en la pierna se cayera y desapareciera la cruz de los muertos que teníamos antes. Y cuando todo eso paso nos encontramos con steve que apareció de repente.
En fin, ¡Todo esto es una puta locura!

El mono de Steven parecía más viejo que el de los demás, no más roto ni peor conservado, simple y llanamente más viejo. Su cabello había encanecido y lucía ojeras, seguramente por el miedo, puede que por un paso del tiempo desigual. Llevaba un par de botas colgando del cinturón y caminaba descalzo con
una linterna en su mano derecha, apagada ante tanta luz pero empuñada casi como si fuese un sable láser.
Yo...desaparecí cuando intentábamos averiguar que demonios había escrito Diana dentro de su litera. Apagamos la luz para ver si brillaba como una especie de tinta fluorescente o extraña, pero eso fue lo último que me sucedió aquí. Primero creí que simplemente era que todo se había oscuro, pero no, era que todo había desaparecido. Intentaba palparme para confirmar mi propia existencia pero no tenía manos con que hacerlo. En ese estado llame a Alex y Pilni y, no se, me dijeron que hable con boca de ese chico. Con el tiempo, no se cuanto, la nada se convirtió en simplemente oscuridad y al menos podía utilizar la linterna. Incluso las luces a veces...era curioso. Estaba en esta fábrica, desaparecía, volvía a estar aquí. Me sentía como un pez al que un niño con ganas de tocar las narices sacara de su pecera y lo dejara en el suelo, para luego meterlo en una pecera igual que la anterior pero que no era la misma. Solo una cosa me permitió conservar la cordura: ser metódico. Así que seguí midiendo este lugar, haciendo cálculos y bueno, nos queda un día de aire a lo sumo. Puede parece extraño pero con el tiempo mis huesos...me dolían poco antes de que me "sacaran" de la pecera. De desaparecer. Creo poder notar como vibra la h-energía. O cuando vibraba. Es como si todo lo extraño hubiese desaparecido, como reseteado. Puede que fuera cuando Duarte rompió ese aparato, no se, pero me desapareció la luz de los muertos y aparecí aquí al mismo tiempo. Diría que todo lo extraño ha desaparecido, si no colgáramos del techo. Se queda pensando una única cosa.
Estuve en el hall de la zona de trabajo, salía agua. Me extraño así que vi de donde salía: de una de las zonas de trabajo. La pared del fondo no era metálica como el resto de todo este lugar. Era de bloques de arcilla. De entre ellos pasa el agua, cuando los golpeas suena hueco detrás. Creo que hay alguna cueva, algo. Quería quitar algunos ladrillos para conseguir más aire, justo me dirigía a la enfermería para coger algún útil y apartarlos. La verdad es que con tantas variantes, se rasca el pelo blanco igual podría quedarnos un día, que un año, que unos minutos. Creo que todos estamos agotados por el cansancio...pero podría ser por la falta de aire. Yo... se pone rojo ...no quiero parecer cobarde pero si alguien me acompañara, sería solo un momento y ahora que hay gente... Está claro que Steven tiene un miedo atroz, que ha cambiado incluso su habitual manera de hablar.

-Acá no hay "Alguien que me acompañe" ya-

Dijo Pilni con una firmeza inusual ante las palabras de Steven, luego suspiro y miró a Alex... Realmente tenía mala pinta. Las heridas eran superficiales, pero la nariz... Debía volver a colocarse en su lugar... El chico sacudió la cabeza y señaló la enfermería... No deseaba regresar, pero no podían quedarse así... El pequeño bolso habría de servirle de transporte

-Me niego rotundamente. Ya vimos lo que nos pasó, así que acá nadie se queda solo, ni en grupos pequeños, ni en grupos iguales. Me da igual si deben ir al baño, vamos juntos, fin... ¿Qué debemos hacer? Duarte y las chicas están heridas, así que volveremos a la enfermería. Usaremos mi bolso para transportar lo mayor posible, al igual que las chaquetas. Luego vamos a las habitaciones, buscamos las bengalas, y de ser posible, otros bolsos. Luego iremos al sitio que dijo Steve... Y buscaremos la salida. ¿Qué tal suena esa idea?-

Por una vez el muchacho había dicho algo con sentido. Macario asintió ante la propuesta de pilni pues era de su agrado.

- Respondiéndote a la primera pregunta, Pilni, por eso lo preguntaba. Estaban con nosotros cuando nos fuímos, pero se quedaron fuera del almacén. Cuando conseguimos salir, ya no estaban ahí, pensábamos que habían vuelto a aquí. Pero solo queda Ciara - le dijo Alex al chico hindú mientras volvía a limpiarse un poco de sangre que caía de su maltrecha nariz.

Escuchó a Steven, que parecía...diferente, y no solo físicamente, parecía más maduro, más serio. Pilni propuso un plan y Alex estuvo de acuerdo con su primera parte al menos, ir a la enfermería. Le dolía todo el cuerpo y respirar se estaba convirtiendo en un suplicio. Necesitaba colocar esa nariz en su sitio y curar las heridas, y Shan Mei quizá lo necesitaba más que ella.

- Mei, tenemos que ir a curarnos primero, tu herida...bueno, es un poco fea...y a mi me duele la nariz hasta decir basta. Luego ya podemos mirar lo que hacer - miró a su compañera - Si lo que dices de tu marido es cierto, si vino en nuestra ayuda, quizá pueda ayudarnos también a encontrar una salida.- y volvió a mirar a sus compañeros - Estoy de acuerdo en ir a la enfermería e incluso a recoger las bengalas,no vendrían mal...pero en volver a la zona de trabajo...yo no quiero volver a ese sitio, yo buscaría otra forma de salir - y bajó la mirada recordando lo sucedido con Dwayne ahí dentro...

-El padrecito no está muerto -dijo Duarte mirando a Alex-, lo siento acá -se palmeó el pecho- y ella no ha dicho qué ocurrió. Solo dice que no nos hemos librado del Puño -una mirada oscura y dura abrazó a Ciara. Aquella mujer no había abierto la boda ni dicho nada de interés para el grupo-. Siempre habla con media lengua y calla lo que sabe.

Había escuchado a unos y a otros, sin comprenderlo todo, pero tampoco pretendía entender lo que ocurría allí. Pero alguna cosa quedaba clara.

-Un día de aire. Órale, debemos darnos prisa e ir juntos, manos. Conseguir salir de la madriguera. Alex, lo tuyo es fácil. Estuve en muchas peleas y puse más de una nariz rota en su sitio. Pero te dolerá el pinche trajín para ponerla bien. Y no podemos estar volviendo a este sitio cada vez que alguien resulta fregado. Debemos llevarnos lo que haga falta para curarnos. Pero también vamos a necesitar armas. Algo más que esto -acarició su cuchillo-. Trajimos cosas del almacén. Pueden servirnos, pero no bastarán. No creo. Tú hablaste de taquillas de guardianes. Vayamos allá primero tras curar a las güeras -comentó mirando a Macario-. Pero cojan primero lo que les venga bien -sacó de los bolsillos un alicate grande y un destornillador de grandes dimensiones, así como una sierra circular idéntica a la usada para acabar con el Puño-. Más posibilidades de vivir.

Shan Mei escuchaba con atención a sus compañeros mientras daban su opinión, y cuando Alex se dirigió a ella no pudo estar más de acuerdo, aunque la parte de su marido era un poco más compleja. Sabía lo que ella había hecho, que sencillamente era "pensar" en él y pedirle ayuda mentalmente. Conociendo aquel lugar, aquel incidente... aquella figura... podía ser cualquier cosa y, aunque quería creer que Michael les había ayudado, no daría por supuesto nada mientras estuvieran allí encerrados. Esperó a que Duarte acabara de hablar y dijo entonces lo que pensaba.

- Sí. - Respondió mirando a Alex y con convicción.- Debemos ir a curarnos cuanto antes y, como dice Pedro, coger todo lo que podamos cargar para hacer alguna cura de urgencia si fuera necesario. Después deberíamos ir a las taquillas a ver qué encontramos allí. - se quedó pensando un momento y respiró hondo antes de responder. Bajó la mirada un instante, pero enseguida volió a alzarla y miró a Alex de nuevo. - No sé si lo que ocurrió en el almacén podría volver a pasar, ni siquiera sé si aquello que nos ayudó era Michael o solo quise verlo allí. Debemos confiar más en nosotros mismos que en algo que no comprendemos, además... si alguien o algo nos ayudó... de igual manera también podría haber alguien o algo que nos quisiera hacer daño...
 

- Yo no sé nada del cura -dijo denostándose la última palabra con cierto rechazo, sin salirse de un tono bastante neutro-. No vino conmigo. Yo fui hacia los gritos -dijo mirando a Alex y señalándola- donde tú y yo estuvimos y retrocedimos... Vi lo que puede sucedernos: Igual que Macario se volvió intangible y se "fusionó" con la barra de su camilla, hubo otros que cayeron de sus literas y se fusionaron con el de la litera de abajo. He visto en lo que se convertían: Una masa de partes del cuerpo desordenada, ni hombre, ni mujer. Les he oído, he visto sus recuerdos, he hablado con ellos... Creo que... Con Jackson -dijo acariciando un momento la cruz con el pulgar- . Quieren "entrar", pero no sé donde... Y quieren que les enseñe mi idioma, no sé a qué se referían, quiero verles de nuevo, pero -tragó saliva- en realidad, aunque no lo veáis, éstas paredes están cubiertas de sangre. Y algunos de ellos son hostiles -se puso en pié. No iba a discutir la decisión de formar un grupo sólido- tenemos que sacar el cuerpo de Jackson de aquí si logramos irnos... Tenemos que sacarlos a todos, no están en paz... -no le importaba la falta de crédito o el caso que le hicieran, ella tenía lo que deseaba en la vida... Pero no sabía cómo iba a terminar ésta.

¿Y cómo demonios solucionamos lo de la gravedad? ¿Habrá pasado ésto sólo aquí o al planeta entero...?