Partida Rol por web

EL BLOQUE III

TRAMO BLQ071-BLQ072

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06/10/2013, 23:36
Director

Tu orden desde hacía ya demasiado tiempo era vigilar desde la lejanía a aquella chica. No sabías la razón aunque tampoco te importaba. Sabías que si estabas allí era porque era importante y, trabajar para el bloque era trabajar con el tiempo y la paciencia. La chica era camarera, trabajaba en un chiringuito en la playa y vivía en una casita blanca adosada, en primera línea de playa. Así que cuando estaba en su propio hogar, como era el caso, la vigilabas desde la lejanía. Tu barco pesquero era apenas un punto blanco para ella, pero ella y su casa eran enormes en la mira de tu rifle. Solo te habían dicho que observaras y informaras de cualquier cambio. Y ahora, tras tanto tiempo, sucedía uno: un tipo duro con andar de mercenario se había bajado de un taxi, junto delante de su casa y ahora estaba llamando a la puerta de tu objetivo.

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07/10/2013, 10:40
Samuel Lerman

Su aspecto relajado desmentía la realidad de quien había nacido depredador. Los músculos laxos, el cuerpo descansando en la silla de playa sobre la borda del pequeño barco de pesca, las cañas esperando a que un pez picara, la gorra de béisbol arrojando sombra sus implacables y fríos ojos azules. Un teatro elaborado para un fin, y como toda obra de ficción no respondía a la verdadera realidad. Vestido con unos pantalones cortos azul marino y unos tenis, el resto dé su piel había adquirido un tono broncíneo fruto de las muchas horas de vigilancia bajo el sol. 

La distancia con el objetivo era la precisa para que su figura no fuera perceptible a simple vista. Ni siquiera unos prismáticos estándar permitirían vislumbrarlo adecuadamente. Tan solo una figura alta y atlética, de rostro oculto por una gorra y, en la mayoría de las ocasiones, por unas gafas de sol. Pero para él y la tecnología con la que contaba, ella era la chica de la ventana de enfrente. Tras varias semanas, conocía no solo su nombre, sino todas sus rutinas y hábitos, conocía sus gustos. Y así sabía que prefería la carne muy hecha, el salmón a cualquier otro pescado, que era alérgica al marisco y al ácido acetilsalicílico, que usaba ropa interior blanca de Marcs&Spencers, o que corría a diario siete kilómetros y medio tan pronto como se levantaba a las seis y media de la mañana. Sí, la conocía más y mejor que sus pretendidas amistades, que sus compañeros de trabajo. Pudiera ser que mejor que ella misma. 

Durante semanas, ambos habían tenido su propio régimen de vida. Paralelos, sin tocarse en ningún momento. Ella vivía su propia vida. Él la de ella. Nunca se sintió tentado de hablar con ella, de pasar de su asiento en la cafetería al de ella, de invitarla al cine tras un breve cortejo. No respondía a sus órdenes, ni necesitaba aquel contacto. Ella era solo un objetivo.

Y ahora, por fin, a través de sus potentes prismáticos, aquello que había sido predicho se producía. Sonrió brevemente, como un león que olfateara una gacela herida. Se puso en pie y se encaminó a la popa del barco. 

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07/10/2013, 13:30
Samuel Lerman

Las suelas de goma sobre la madera impregnada de sal parecieron exhalar crujientes gemidos. Samuel se inclinó sobre la maquinaria asentada a la popa y tomó los auriculares, al tiempo que maniobraba con algunos de los interruptores y botones del panel de escuchas. Tan pronto como fue informado de su misión y trabajo, la casa fue pinchada. Minúsculos ojos y oídos fueron colocados en los lugares más insospechados, indetectables al ojo humano, espías constantes que acompañaban día y noche, en todo momento, a la joven camarera. 

Comprobó el correcto funcionamiento de todo, los auriculares en una oreja, y cuando se dio por satisfecho, tomó el potente receptor, aquel pequeño Puerto Arecivo hecho para captar, no señales extraterrestres, sino humanas. Muy humanas. 

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08/10/2013, 10:49
Samuel Lerman

La transmisión de imagen y sonido era buena y Samuel, como una rapaz prendida en su percha, lo observaba todo y lo escuchaba todo. Sin perder detalle. Dos desconocidos que se encontraban y una amistad común que los había conducido a dicho encuentro. El cazador judío no pudo evitar pestañear un par de veces ante la peculiar reacción de L. Sí, un nombre reducido a su inicial, una sigla instrumental que lo alejaba de la persona, de cualquier vinculo emocional hacia su presa, una inicial que la cosificaba, que la despojaba de su humanidad.

Tecleó con una economía de gestos elogiable y logró extraer una imagen perfecta del rostro del hombre, cuyas facciones permitirían a través de un filtro de reconocimiento facial extraer su identidad. Mientras tanto, L, la siempre vigilante, ansiosa y acobardada L en la vida real, franqueaba el paso a su casa a alguien cuyo pasaporte consistía en la mención de una amiga común y un nombre posiblemente tan falso como el cielo cristiano. Como en una mala película de serie B. 

Samuel siguió cada gesto, cada movimiento con un rostro ausente de emociones, de curiosidad, de interés por algo que no fuera la propia misión. Los múltiples ojos dentro de la casa le ofrecían una visión fraccionada y panorámica a un tiempo. Y ahora, congelados en el tiempo, veía a L, con el bulto de su arma en la cintura del pantalón parapetada tras un mueble en un absurdo comportamiento para quien había confiado en lo que había oído y había dado libre acceso a su hogar a un desconocido. Alguien que a partir de ese momento pasaba a ser W.

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10/10/2013, 19:10
Samuel Lerman

Todo él era un depredador atento a su presa. Ojos y oídos no perdían detalle. Todo sería debidamente registrado en forma digital, al gusto de sus superiores, pero él confiaba en sus propios métodos y, ante todo, en su propio cerebro. La mano volaba sobre un cercano bloc de notas, algo que podría ser destruido fácilmente sin dejar tras él más rastro que unas cenizas. El bolígrafo corría precipitado, y su sonido áspero contra el papel revelaba la importancia de lo transcrito.

No perdió el tiempo. Encendió el motor del barco y procedió a aproximarse al muelle más cercano. Sabía adónde se dirigirían si necesitaban un cajero, más cuando el mercenario había mencionado uno próximo a la casa de la muchacha. Aquellos eran los detalles que siempre hacían sencillas ciertas labores. Lidia quizá hubiera sido cuidadosa con determinados aspectos de su vida, pero para otros había incurrido en los fallos de un principiante, como podía ser el confiarse a la trampa del dinero eléctronico. Nada como el efectivo, algo sencillo cuando no se es más que un camarero.

Conforme se acercaba al muelle, sacó el móvil e hizo una llamada al número que se le había consignado ante cualquier cambio en las rutinas de su vigilada. Aguardó paciente, mientras el tono de llamada martilleaba junto a su oreja.

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11/10/2013, 11:39
Director

Llevas dos minutos con el móvil comunicando, o cortándose la señal, o diciéndote que el número no existe. Sabes lo suficiente de estas cosas para detectar cuando la señal de un móvil está siendo anulada por algún tipo de dispositivo. Como observas mientras tu barco te va acercando a la orilla y el maldito móvil se niega a conectarte con quién sea que esté a la otra banda (Aaron por lo que tu sabes), tus objetivos se han metido por una calle. Estás lo suficiente cerca para saltar a la calle, pero si no quieres perderles deberás dejar allí tu barco por atar...y está el tema de la llamada. ¿Sigues probando con la llamada o te concentras únicamente en ellos dos?

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11/10/2013, 16:23
Samuel Lerman

Samuel Lerman no era hombre que improvisara. Su mente, estratégica y altamente racional, consideraba la vida como un inmenso tablero de ajedrez donde cada movimiento estaba previsto y cada uno de ellos tenía preprogramada su respuesta. O sus respuestas. Colgó el móvil, consciente del inhibidor. Un breve vistazo le confirmó que su bolsa de viaje estaba donde debía. Un simple tableteo en el teclado del sistema de vigilancia, transfirió los últimos datos al disco duro en el que se encontraba ya recogido el material de días de vigilancia. Lo retiró y lo guardó en la bolsa.

Se vistió con presteza. Una camiseta, cazadora, gafas de sol, la gorra que ya llevaba y unas bermudas tras quitarse su pantalón corto. Apenas le llevó un minuto.

Tomó el timón y maniobró el barco para que girara sobre sí y entró en el muelle de popa. Con el motor al ralentí, arrojó la bolsa al muelle, y antes de saltar él mismo, le dio potencia al motor, el timón adecuadamente inmovilizado gracias a un rápido nudo en la cuerda que empleó a tal efecto. Saltó a tiempo de ver cómo el barco iniciaba su marcha saliendo de la zona de atraque y enfilando hacia alta mar. En diez minutos, un pequeño explosivo plástico situado en al bodega abriría un hueco del tamaño necesario para que el barco se hundiera rápidamente. Treinta segundos después, un pequeño dispositivo lanzaría un pulso electromagnético que freiría todo el sistema eléctrico e informático, borrando todos los datos acumulados en los sistemas de vigilancia y eliminando cualquier pista acerca de la presencia de Samuel y de su misión.

Sin una sola mirada atrás, Samuel siguió con la misión que se le había asignado. Vigilar a la mujer. Ya habría tiempo para contactar con su superior. Pero había un nuevo dato a tener en cuenta. Había un tercer grupo de jugadores. Aquellos que habían inhibido la señal. Ya no era solo vigilar. Además, debía estar pendiente de cualquier movimiento sospechoso. Ignoraba si el objetivo era él o lo era Lidia. O White.

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13/10/2013, 15:20
Samuel Lerman

Avanzó entre los turistas, como uno más de ellos, procurando no perder de vista a su objetivo. Era día de mercado, una de las variables que, pese a formar parte de su inmenso tablero estratégico, suponía un inconveniente dadas las dificultades que añadiría a su intento de mantener vigilada a la muchacha. Por otra parte, era muy consciente de que debía procurarse un éxito inmediato. Seguirla de forma constante no era una opción válida. No a corto plazo. Máxime cuando en teoría un nuevo grupo se había añadido a la cacería.

El mercenario guardaespaldas la protegía y, a un tiempo, le facilitaba una vía de escape pero, ¿de quién o quiénes escapaban? Esa era la incógnita. Tanteó el móvil en su bolsillo, tentado de intentar una nueva comunicación pero descartó la idea. Habría tiempo en un futuro inmediato para hacerlo. Por otra parte, se imponía la necesidad de colocar en la mujer un localizador, algo que le permitiera saber sus movimientos. Contaba con uno en su bolsa, por supuesto, pero necesitaría entrar en contacto con ella. Y suponía un riesgo. Por la posibilidad de verlo a él y porque si llegaba a localizar el minúsuclo aparato, sabría que estaba siendo perseguida. Y ahora no se enfrentaba a un intelecto, sino a dos.

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14/10/2013, 00:47
Director

Te llega un mensaje:
"Mismas instrucciones, seguir al objet"

Notas de juego

sí, la palabra objetivo no está acabada de escribir, como si hubiesen tenido mucha prisa por enviarte el mensaje.

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14/10/2013, 13:45
Director

Ves como tus objetivos se dan la vuelta en tu dirección, sí, aún hay gente de por medio, y no tienen porque fijarse en tí, incluso pasandote por el lado. Otra cosa es si chocan contigo, no hay muchas posibilidades pero podría ocurrir.

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14/10/2013, 21:07
Samuel Lerman

El mensaje, de precipitada escritura, provocó que una ceja se enarcara. ¿Por qué recibía aquel mensaje, cortado, amputado, cuando no había llegado a comunicarse con su contacto ni había llegado a proporcionar información alguna acerca de la situación presente de su objetivo?

Pero no tuvo tiempo de mayores reacciones ante aquello. Al alzar la mirada de la pantalla del móvil, comprobó que la pareja persecutora se había girado en su dirección. Nada que le preocupara especialmente. Se concentró, aparentemente, en su móvil, tecleando un mensaje sin destinatario y que jamás sería enviado, como otro más de los muchos cuya vida parecía colgada de un teléfono.

En el proceso, ralentizó el paso, levemente, como si la atención debida al mensaje mermara otras de sus capacidades. Pero no se detuvo. Superar su posición era algo que tenía asumido. Una persecución de vigilancia no implicaba necesariamente ir por detrás.

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14/10/2013, 22:24
Director

Ves, a contraojo y disimuladamente, como el guardian detiene a la chica en su persecución. Hay gente y no lo ves con claridad, pero está claro que ellos se han detenido.
No así el que supones el ladrón, por la manera de desplazarse. Rápido, acostumbrado a nadar a contracorriente, y cabizbajo. Es un hombre de mediana edad, pelo blanco.

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16/10/2013, 20:48
Samuel Lerman

Samuel tenía claras sus prioridades. La dispersión no conducía a nada. Móvil en mano, sacó unas pocas fotos con la esperanza de haber captado una imagen de aquel hombre que después poder estudiar. Ni siquiera pensó nuevamente en el mensaje recibido. Habría un tiempo y un lugar para ello.

Cuando la joven pareja se volvió e inició un nuevo camino que los alejaba del cajero más próximo, frunció el ceño, ante lo inusitado de aquel comportamiento. Pero tampoco quiso perder el tiempo en especulaciones. Era muy consciente de que ella lo había vislumbrado al darse media vuelta y en su actual estado, las imágenes quedaban grabadas, por muy difusas que fueran. No podía arriesgarse a que Lidia o Paula, le reconociera. Se deshizo de la gorra que llevaba, arrojándola en su paseo a una papelera. Se quitó la chaqueta y dio la vuelta a la misma, demostrando su carácter reversible y los dos tonos que poseía.

Manteniéndose a una prudencial distancia, comprobó que su destino era el ferry que los trasladaría al otro lado del Estrecho. Se sentó en un banco, sin perderles de vista y con su móvil, averiguó los horarios de las próximas salidas. Sin dudarlo un instante, adquirió billetes para todas las partidas. El número de localizador pertinente bastaría para subir al mismo barco que ellos.

Notas de juego

La idea es no perderlos de vista en este momento. Vayan a donde vayan. Y procurar que no vean en Samuel más que un turista de los muchos con intenciones de cruzar el Estrecho.

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21/10/2013, 16:32
Samuel Lerman

Sintió que el vello de la nuca se le erizaba. Y supo a qué se debía. En un depredador como él, hacer caso de ciertas respuestas básicas había supuesto en el pasado la diferencia entre morir y seguir vivo. Su presa y su acompañante, o al menos uno de ellos, se sentía observado, vigilado, amenazado. La razón de tal sentimiento podía ser él o quizá otro estímulo, algo que aél se le había escapado. Tanto en uno como en otro caso, ello suponía un fracaso por su parte.

Su mano izquierda pellizcó con fuerza el antebrazo derecho, en su zona más sensible, y un hematoma se formó de forma inmediata. Un pequeño autocastigo por su torpeza.

Pero no por ello dejó de observarlos discretamente. Los veía nerviosos, especialmente a ella y la repentina algarabía no hizo sino incrementar su estado de alerta. Y aquello no era bueno para él pues se mostrarían suspicaces a cualquier movimiento anómalo o un apresencia recurrente. Su preocupación, no obsatnte, no se vio acrecentada por la masiva cancelación de viajes ni por el sonido de sirenas de los vehículos que cruzaban en las inmediaciones del lugar. Pero eran nuevos datos y sobretodo, factores a tener en cuenta en el actual panorama.

La joven pareja aún se hallaba cerca, pero era claro que se movían con un propósito y ahora que no había ocasión de trasladarse en barco, lo lógico es que buscaran otra forma de transporte. Un seguimiento directo no parecía la mejor opción, si tal y como sospechaba, habían sentido su presencia.

Su rostro dibujó un signo de contrariedad que, para cualquiera que lo viera, bien podía responder a las cancelaciones. Se puso en pie y salió al exterior, justo tras las puertas de cristal de la salida, como un curioso cualquiera ante el sonido de las sirenas. Aprovechó para fumar un cigarrillo, cuyo humo ni siquiera tragó. Un turista más, nervioso, que trataba de matar el tiempo matándose a sí mismo a base de nicotina y alquitrán. Pero su mente trabajaba, mientras mantenía su vigilancia. No le gustaba depender de la tecnología en la medida de lo posible. Lo vivido con el móvil hacía unos minutos era un claro ejemplo de la escasa o nula eficacia de esta en momentos clave por la injerencia de elementos no controlados. Y para un estratega como Samuel, eso suponía depender de sí mismo siempre y cuando fuera posible. Pero en aquella ocasión, se veía obligado a recurrir a ella.

Tomó su móvil, un aparato que poco conservaba de sus orígenes telefónicos. Activó el programa de rastreo de móviles e introdujo el número del correspondiente a Lidia. Abrió el GPS y verificó si lograba localizar la posición actual de su presa.

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21/10/2013, 22:41
Director

El móvil encuentra rápidamente tres satélites que triangulan la señal. El plano de la estación aparece en tonos claros pero detallados, dentro tantos puntos amarilos como personas. Sabes donde se encuentran tus presas, en la otra puerta. Solo ves un punto, quizás solo uno de ellos tiene móvil, quizás están muy juntos. Pulsas la pantalla táctil y ese punto se vuelve azul. Un bonito color para marcar futuros cadáveres.
Estas fumando tu cigarro, sabiendo marcada a tu presa, estrujando tu mente en como seguirlos sin que se den cuenta... Cuando observas en la dirección que siguen las ambuláncias, que no dejan de llegar junto con los coches de policías, ves a lo lejos una inmensa columna de humo plateado. Parece denso como el mercurio y brilla ante el sol, aquel extraño humo parece incluso reflectar el cielo mientras se eleva hacia él.
Tu móvil empieza a soñar sacándote de tus pensamientos. Solo una persona puede llamarte desde "ese" móvil.

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22/10/2013, 00:22
Samuel Lerman

En aquellas circunstancias, otro hombre, otra persona, se hubiera sobresaltado y dejado caer el móvil con el cual había conseguido fijar sus objetivos para poderlos rastrear hasta que comprendieran que aquel minúsculo aparato podía ser más un perjuicio que una ventaja. No así Samuel Lerman. Quizá hubiera hasta quien se hubiera alegrado de la llamada. No así Samuel Lerman. Una nueva pieza del tablero entraba en juego. Una pieza desconocida. Y necesitaba conocerla, entenderla, comprenderla.

Y mientras el asesino llamado Filo en otros tiempos y en otra vida, contemplaba la densa columna de humo, sin preguntarse por la razón ni el origen de la misma, atendió a la llamada.

-Sí, le escucho -fue su escueta respuesta donde no había lugar a las presentaciones.

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23/10/2013, 11:30
Jhonson

Reconociste rápidamente la voz al otro lado, que no estuvieses metido en las intrigas políticas de El Bloque (como siempre se habían hecho llamar, antes de oficializarse como "L-Bloque") no significaba que no conocieses el nombre de los jugadores y, dentro de lo pausible, supieras que posiciones ocupaban en la pirámide del poder.
Jhonson era la cara más radical de El Bloque, el polo opuesto a Aaron y su política. Todos eran peligrosos pero donde Aaron era desgaste y envenenamiento lento y metódico, Jhonson era demolición y tiro en la nuca. Su voz gris y anodina habló sin tapujos.
Agente le necesitamos de vuelta tras sus seis meses de retiro. La agente que le sustituyó nos ha fallado y creemos haber sufrido una importante filtración. Diríjase a Berlín lo más raudo posible. ¿Preguntas?
Tus preguntas son mentales, ¿seis meses de retiro?, ese es el tiempo que llevabas vigilando a aquella chica. Parece ser que tus últimos movimientos no habían sido informados, o registrados. Tampoco había razón para que quién mandase anteriormente diera cuenta de tí, ya que solo respondías directamente ante el poder absoluto que ahora ostentaba Jhonson. Pero la pregunta era evidente: ¿Traicionar la confianza del anterior director te haría más o menos fiable a la vista de quien ahora ocupaba dicho cargo?

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23/10/2013, 22:13
Samuel Lerman

Juegos dentro del juego. Samuel escuchó las escuetas órdenes y se tomó un tiempo antes de responder. No le gustaba precipitarse más allá de lo necesario. La cúpula había variado. Aquel que esperaba al otro lado del móvil no era quien lo había llamado. Aaron, además, había mantenido oculta su misión y a ojos del resto simplemente era un agente retirado provisionalmente. Las razones de ello le eran indiferentes. Pero el término retiro le recordaba en exceso a un tiempo en el que era militar y su celo lo había conducido a un destino similar. Y que cualquiera pudiera evaluar su ausencia como un castigo a un comportamiento inadecuado, no le agradó.

Echó un vistazo en dirección a donde debían hallarse Lidia y su mercenario protector. Habían dejado de ser su objetivo. No debía lealtad a Aaron. Ni a Jhonson. Su lealtad estaba para quien lo había contratado. La empresa. Y mientras esta estuviera en pie, fuera quien fuera la voz que expresara su voluntad, Samuel obedecería.

-Sí, señor. Tomaré el primer vuelo a Berlín. ¿Lugar de encuentro e instrucciones?

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24/10/2013, 00:57
Jhonson

En el aeropuerto de Berlín,zona de taquillas B: taquilla número doce. Simplemente acercate a intentar abrirla y tu contacto irá a buscarte. Te dirá "Esa taquilla es mía" y la abrirá delante de tí. Seguid ambos las instruciones. Luego colgó.

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25/10/2013, 04:41
Samuel Lerman

Las órdenes concluyeron con el fin de la llamada. No había habido opciones a más instrucciones ni a ningún comentario. Tampoco lo esperaba. Se guardó el móvil y se quedó inmóvil, abstraído en sus propios pensamientos, ciego a la nube y al trajín de su alrededor.

Un nuevo orden había llegado a la empresa. Él era un peón y era muy consciente de ello. Los había habido antes y los habría después. Aaron, Jhonson. Jhonson, Aaron. Nombre de un mismo perro al servicio de algo más grande que ellos. Algo que sin estar vivo, tenía vida. L-Bloque.

Y surgieron las preguntas. O la pregunta. ¿Por qué su misión había sido secreta incluso para L-Bloque? ¿Qué representaba Lidia en aquel extraño juego? ¿Cuál era su trabajo en aquella función de títeres? Si Samuel hubiera tenido la oportunidad de dividirse, lo hubiera hecho. En dos. Una simple estrategia para mantener cubierto el espectro más amplio. El de ambos frentes.

Sí, iría a Berlín, pero algo en su interior repicaba. Un vago sonido de alarma. Y no deseaba desatenderlo. Pero no podía estar en dos sitios a un tiempo. Y entonces su mirada se concentró en al mercúrea nube que se alzaba contra el cielo azul. Y por alguna razón asoció aquello a la mujer que había gritado dentro de la estación afirmando que su marido la había llamado. Y con la cancelación de todas las salidas de ferry. Frunció el ceño y sacando nuevamente su móvil, conectó la radio de la misma, localizando la emisora local. Quizá, y solo quizá, hubiera alguna noticia referida a aquella nube.