Partida Rol por web

Pendiente de su móvil y de las noticias que la radio pudiera emitir, Samuel decidió hacer una jugada arriesgada. O un doble juego llegado el caso. Suspiró quedamente, sabiendo que tratar de deshilvanar un enredo como el que acababa de originarse podía tener funestas consecuencias para él. Pero las motivaciones de Samuel poco tenían que ver con la lealtad supuestamente debida a uno u otro jefe. No, la verdadera razón radicaba en el saber y en el control. El control de su propia realidad. No deseaba ser un mero títere y a un tiempo, sabía que en el conocimiento radicaba su propia supervivencia.

Aquella era una selva plagada de leones. Él no lo era ni lo deseaba. Era una pantera, solitaria, esquiva, elegante a su modo, y ante todo, letal.

Sacó de su bolsa de viaje un móvil prepago, imposible de rastrear y que tras aquella llamada destruiría sin remordimiento alguno. Su mente dibujó a través de sus dedos el número que habría de darle respuestas. Teóricamente. Su pulgar quedó suspendido un solo segundo en el aire antes de pulsar el botón de llamada. Suspiró nuevamente, apreciando que de algún modo aquello lo afectaba, pues había contenido la respiración. El tono de llamada sonó fuerte y vibrante. Aguardó. Sus siguientes pasos dependían en gran medida de lo que escuchara.

Mientras tu móvil de prepago te da señal tu móvil oficial capta una canal internacional de noticias:
El canal de noticias parece internacional, hablan en inglés. Es un “última hora” sobre la H.Energía en el que van narrando atentados sucedidos en diversas partes del mundo. Trenes de mercancías ardiendo en llamas blancas y lanzando al cielo un humo plateado, denso como el mercurio. Almacenes de estacionamiento arden de la misma forma. En las noticias dicen ser grupos islamistas pero más que defender su religión, defienden su petróleo contra aquella nueva amenaza energética. Hay más noticias, un bar de Berlín convertido en cenizas, un hotel en Francia... Cualquier alto cargo de L-Bloque se ha vuelto un objetivo de los grupos radicales. Y eso solo parece el comienzo. Rusia exige a Estados Unidos el cese de la extracción de la H. Energía de sus tierras. Exigen su potestad de explotar esta energía pues si se extrae de sus tierras, la proclama como suya. Desde la ONU se exige calma por ambas partes, ya que Yutai, el joven y pequeño país ruso en el que se cultiva aquella energía, está en negociaciones para entrar en la Unión Europea. Los especialistas dicen que no solo es posible una tercera guerra mundial, sino que se esta ya debe haber empezado en los despachos de los mandamases mundiales...

Las noticias continúan, pero en ese momento te cogen el móvil prepago:
-Hola, ¿sabes cuán solo estoy aquí? JAJAJAJAJAJAJA puedes pinchar las nubes y exprimir su luz, ¿lo sabías? Buscaba rayos y encontré tormentas. ¿Que divertido eh? JAJAJAJAJAJA Estoy vivo o muerto o ¿que más da? No merezco ninguna de las dos cosas ¿verdad?
No crees que sepa quién llama, lo que te extraña es que no le importe... La voz es la de Aaron, la locura también.

Una sarta de insulsos comentarios cayó en cascada a través del móvil. Samuel la escuchó impertérrito. La voz era de Aaron y eso era lo importante.

-Soy yo -dijo no arriesgando su identidad, aunque si la conversación estaba siendo registrada por cualquier razón, acabarían sabiendo quién era demasiado pronto-. He recibido un cambio de órdenes por parte de la nueva cabeza, señor Aaron. ¿Algo que pueda decirme?

La percibida locura previa podía ser real o un simple disfraz. Fuera como fuera, todo era fácil y difícil a un tiempo.

Su risa va disminuyendo hasta convertirse en un gritito lastimero y luego en nada... Samuel dice apenas susurrando Samuel se queda unos minutos pensando Hemos roto el mundo Samuel te habla como si hablara a su amigo imaginario Lo hemos roto, ¿sabes?. Hemos roto el mundo. Y yo...miro aquellas cosas que escribí, hace años, y no las entiendo. ¿Acaso no merezco la muerte, Samuel? Se queda pensativo otra vez Lerman...claro...Lerman. Haz lo que debas hacer... solo yo, desde aquí...¿podría?...quizás con mis propias explicaciones...recordaría. No se decirte como llegar hasta mí, puede que esté más allá del alcance humano, puede que solo sea una filtración de H-Energía respondiendo una llamada. No lo sabrías, el mundo acabará envuelto en luz, se desgarrará...yo podría evitarlo, quizás, si viera las cosas más claras, con las fórmulas correctas...sí, con las fórmulas correctas, todo es luz...todo es luz...Lerman...todo es luz y repite esto una y otra vez, cada vez más despacio y para él, como si ya no existieras.

-Señor, L-Bloque está siendo atacada en diferentes partes del mundo. Y usted está en peligro, al igual que otros -Lerman buscaba orden en medio del caos y sentido en medio de aquella incongruente cascada de datos que le proporcionaba Aaron-. La misión que ejecutaba para usted ha sido cancelada de algún modo, pues se me exige regresar a Berlín. Dígame si hay alguna forma de llegar a usted y de qué fórmulas habla. Si puedo obtenerlas, se las haré llegar.

Sensatez frente a locura. Racionalidad frente a un parloteo onírico. Samuel buscaba una guía. L-Bloque estaba sufriendo una crisis. Externa e interna y en aquellas arenas movedizas, cualquier paso en falso podía ser el último. Y como siempre, el faro que podía iluminar su camino dependía del conocimiento. Pero aquel conocimiento dependía ahora de la críptica locura de un oráculo del siglo XXI.

La voz detiene su interminable repetición y te escucha. Incluso los peores casos de locura y alzheimer tienen su momento de lucidez, y por algún extraño proceso subconsciente tu voz, quizá por las contadas ocasiones que habéis hablado y por la causa de las mismas, le da confianza.
¿Sabes? una vez fui brillante, inteligente, pero nunca fui sabio. Encontré el patrón, donde otros veían historias de fantasmas... yo veía energía. Donde unos veían casas fantasma yo solo veía escenarios que estudiar. ¿Que tenían en común los viejos hospitales?¿las viejas escuelas?¿los antiguos edificios abandonados? Datos, revestimientos, pruebas, elementos constructivos, comprobaciones. Materiales con los que construir un edificio. El factor humano era el más facil de repetir, los patrones eran sencillos. Muertes horrendas y sufrimiento generaban un tipo de energía, alma creo que le llaman algunos, con una carga diferente. Una energía con polaridad negativa, algo que jamás había visto. Los viejos hierros de aquellas estructuras y los recubrimientos hacían el resto. Mis formulas trataban de como almacenar esa energía y usarla, compatibilizarla con los electrodomésticos y vehículos. Creo que muchos me catalogarán de monstruo por ello, no lo negaré, aunque prefiero el término visionario. Realmente lo que pretendía era una introducción muy lenta de esta energía... pero cuando subieron al poder los estamentos adecuados, los inversores quisieron más. Mucho más. Estudiando aquello vimos que lo que habíamos conseguido era la punta del iceberg. Algunos lo llamarán cuarta dimensión, otros el otro lado, yo solo veo el siguiente estado de la energía que nos guía tras morir. Cuando los moribundos dicen ver la luz lo único que ven es la grieta a ese lugar, a esa energía a la que su alma va unirse. Con cada cruz de los muertos, cargada negativamente, atrapamos la mayoría de energías que abandonan los cuerpos. Las atrapamos a mitad de camino a esa grieta, de manera que esta queda abierta. Cuantas más de estas grietas se abren, mayor proporción de H-Energia entra en nuestro mundo, más de esta H-Energía flota en el aire y más de esta H-Energía es absorbida por nuestros captadores. El problema es...que llegará un momento, si seguimos abriendo grietas a ese otro lado, que se romperá el equilibrio. Lo calculé... pero no recuerdo...¿meses? Con las formulas originales podría intentar invertir polaridades y... Esto es tan difícil de explicar... pero quiero que lo entiendas. A la gente le sonará a chiste, pero no es nada similar: Este universo nació con diez dimensiones, pero la perfección es un peso difícil de soportar y se partió. Hubo el Big bang, entre otras teorías, y el universo se dividió en dos: un universo de seis dimensiones y uno de cuatro: el nuestro. En nuestra forma física solo podemos imaginarnos las dimensiones que nos preceden. Una línea: una dimensión. Un garabato dibujado en un papel: dos dimensiones. La realitad, lo físico, las tres dimensiones. ¿Pero como imaginarnos una cuarta dimensión, la que nos completa?. Las matemáticas nos dejan vislumbrarlas, la cuarta dimensión para nosotros, incapaces de imanginarla, es solo energía. Una energía que engloba todas las subenergías o almas en una sola, es una energía atemporal, con carga y polaridad própia, con formas que jamás imaginaríamos y es a la vez inteligente. Ha recibido muchos nombres. En su polaridad positiva la llaman Dios, en su negativa Diablo. Cuando ha habido grietas o escapes y partes mínimas de esa energía han pasado a este lado, o se han quedado atrapadas, intentan tomar la forma humana que tuvieron un día. Y si son energías procedentes de ese lado, nacidas allí, pueden tomar cualquier forma que crean lógica desde su desconocimiento absoluto de nuestro mundo. El problema es el efecto "compresión". Nuestro mundo... nuestro mundo tiene un transcurso del tiempo lógico... y ahora está en contacto directo con esa cuarta dimensión cuyo potencial es superior en todo a las otras tres dimensiones subyacentes y que no tiene paso del tiempo, ni sentido de la forma, ni sentido de la vida. La propia naturaleza regula este tipo de situaciones...pero llegará un momento que será superada y, suceda lo que suceda, nisiquera nos enteraremos. Porque ya no existiremos...Necesito mis fórmulas para replantearlo todo. Estoy en el Bloque, donde todo empezó... en la vieja base que hay bajo el bloque de edificios. Vine aquí...oh Dios... vine aquí ¿para morir?¿buscando que? No lo se, Liss, mi mujer, mi amor... ella tendrá toda la información. Tenía que traérmela pero supongo que si ha habido cambios en la dirección...es que ha muerto...Mi Liss, mi querida Liss. Ahora debes ser solo energía en un captador, esperando a ser depositada en alguna batería de móvil o de auto...Lerman, estamos condenados, si Liss ha muerto, es imposible que llegues hasta aquí, además seguramente ellos tendrán la información... Nos quedarán un par de meses para que la tierra se convierta en horror y prodigios, disfrutalas. Yo... moriré atormentado entre aquellas almas que yo mismo torturé. Me lo merezco. Gracias por... haberme devuelto parte de mi cordura, me gustaría ser consciente de todo lo que vaya a suceder. Luego cuelga.

Contempló la pantalla negra del móvil. El rostro de Lerman era una máscara perfecta que no traslucía nada. Pero se sentó en un banco próximo, único reflejo de lo que aquella conversación había provocado en él. Si el cerebro pudiera estar en silencio, el de Lerman lo estaba en aquel momento. Había comprendido. Mucho. Quizá demasiado. El apocalipsis estaba cerca. El armagedón más propiamente, como buen judío que era. Parpadeó un par de veces. Dos meses. Era cuanto quedaba si las profecías de Aaron eran ciertas. Un moderno profeta llevado por la locura al conocimiento de verdades que un humano jamás debería haber alcanzado.

Y un nombre. Liss. La única que podría conducirle a donde fuera que estuviera su exjefe. La única que podría servirle de cicerón en un viaje sin retorno si lo que se proponía era poner fin a aquella profecía. Aaron había dicho dónde se encontraba, pero la clave para acceder a él debía ser ella.

Se puso en pie. Debía iniciar su viaje hacia Berlín.

Nunca nada resultaba sencillo cuando uno se involucraba personalmente, pero ¿cómo no hacerlo cuando el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina? ¿Cabía que Aaron estuviera equivocado y que todo fuera un producto de su locura? ¿Cómo podría localizar la ubicación del Bloque original y a aquella mujer llamada Liss, la esposa de Aaron?

En aquellas reflexiones estaba sumido Lerman, mientras su cuerpo, con un piloto automático perfecto, fruto de años de aprendizaje mecánico actuaba por su cuenta. Sus pasos lo encaminaron al rent-a-car más próximo, donde alquiló un vehículo que después dejaría en el punto de destino. Gibraltar. Su aeropuerto era el más cercano y el que le ofrecería mejores conexiones y vuelos a Berlín.

Cuando pagó en efectivo el importe, pareció regresar al presente y su mente se retrotrajo por un instante a aquella mujer que había sido objeto de su vigilancia durante tanto tiempo. Algo en su mente rebullía ante la idea de un fracaso, de no haber completado una misión que, aparentemente, tampoco tenía un fin concreto que él conociera. Y sin embargo, antes del cambio de trabajo y antes de las nuevas instrucciones, la  última petición de Aaron había sido la que había sido. Seguir tras ella. Evidentemente, a la luz de las nuevas circunstancias, aquello devenía en imposible. Debía volar a Alemania y trabajar cual agente doble por motivaciones propias y poniendo en peligro su propia vida. Una vida que tan solo contaba con dos meses por delante si la verdad era la que le había sido revelada.

Metió la mano en el bolsillo y sacó el prepago que aún no había destruido. Con rapidez, introdujo un número y tecleó un mensaje. Después, lo envió.

Lidia, ahora Paula Soto. Te persiguen y tu vida está en peligro. Da igual lo que corras, que intentes llegar a África o a otro destino usando uno u otro medio, o que vayas acompañada por un mercenario más preocupado en las tetas de su contratadora que en lo que de verdad era importante o que vayas sola. Te alcanzarán y morirás. Lo sabes. No soy un amigo. Tampoco un enemigo. Simplemente, alguien que conoce la verdad. Podría haberte protegido pero me obligan a retirarme. Tus oportunidades son escasas. Viaja a Berlín y cuando llegues, lo sabré. Conserva tu número de teléfono y me pondré en contacto contigo una vez en Alemania. No intentes ponerte en contacvto conmigo. No podrás. Este móvil será destruido tan pronto envíe el mensaje. Buen viaje. O buena suerte, decidas lo que decidas.

Un crujido fue el final de aquel teléfono cuando un fuerte pisotón hizo que carcasa y tripas se esparcieran por el suelo. Lo que aquella pareja hiciera a partir de aquel momento era cosa suya. La de él había sido una jugada arriesgada y sin sentido aparente. Demasiados frentes que cubrir sin los medios necesarios para asegurar nada. Lerman sonrió. Ampliamente. Divertido. Sí, aquella aventura era la gran aventura. Risego asegurado. Muerte segura.

El motor del coche rugió cuando Samuel dio al contacto. Pisó a fondo y una marca de neumático fue la señal que delataba la presencia de aquel hombre en aquellas tierras. Nada más.

Practicamente llegando a Gibraltar, aún conduciendo tu coche alquilado, tu móvil suena. Sabes que solo una persona puede llamarte desde él, y se te hace muy extraño que te llame tan pronto.
No hay ningún tipo de cortesía ni de retórica vacía. Su pregunta es directa:
Hemos visto que desde este mismo terminal has marcado la ubicación de dos móviles para un supuesto seguimiento. ¿Quienes son y cual es la razón?

La disciplina de años hizo que Lerman respondiera a aquella llamada aunque en el fondo de su cerebro titilaba una luz de alarma que le desaconsejaba descolgar el teléfono. Pero no era el momento de mostrarse reacio ni de levantar sospechas. Y cuando oyó la pregunta, al margen de la constancia de que su móvil era controlado, algo que no le sorprendía, se preguntó por la razón de la misma. No tenía especial sentido formularla, como tampoco tenía especial sentido que aquello hubiera despertado alguna sospecha o duda en quien ahora lo llamaba. Lo que no tenía sentido era mentir.

-Con anterioridad a las instrucciones llegadas de su mano, llevaba una misión de seguimiento de una mujer. Paula Soto de acuerdo con su actual identidad. Iba acompañada de un mercenario contratado que apareció hace unas horas en su casa de Tarifa. Obedeciendo sus órdenes abandoné dicha tarea y me encuentro en las proximidades de Gibraltar, cerca del aeropuerto, con el objeto de dirigirme a Berlín -respondió escueta pero exhaustivamente. La voz de Lerman era firme y en nada de cuanto había dicho había mentira alguna.

El silencio al otro lado del auricular duro unos segundos. Comprendo. Dijo con su voz serena. Nos hacemos cargo. Luego colgó.

Nos hacemos cargo.

La despedida flotó en el aire mientras Lerman seguía conduciendo. ¿Qué había querido decir Jhonson con aquello? La fría y azul mirada de Samuel seguía fija en la carretera y en las indicaciones, mientras trataba de desentrañar el alcance y contenido de aquella frase. Pero carecía de las necesarias referencias. Y quizá tampoco era importante. Y si lo era, nada podía hacer en aquel momento. Había cumplido con su parte jugando al peligroso juego de la sinceridad.

Llegó al aeropuerto. Aparcó el coche en el aparcamiento de la compañía de alquiler de vehículos, cumplimentó el papeleo y la entrega de llaves y se dirigió a la terminal de aeropuerto. Compró un billete para Berlín, pagando en efectivo y se encaminó hacia la zona de embarque.

Sacó su pasaporte diplomático y evitó las largas colas, el chequeo y especialmente, la facturación de su bolsa que, como valija diplomática, estaba exenta de las incómodas miradas de aparatos y humanos y de las molestas preguntas a la presencia de armas de fuego en su haber.

Se sentó en la sala de espera VIP del aeropuerto, tomando un agua con gas, mientras reflexionaba sobre la llamada de Jhonson. Ignoraba la razón de la misma, pero le incomodaba que esta hubiera tenido lugar poco después de su mensaje. Sí, había actuado ingenuamente, considerando que los malabarismos propios del espionaje tradicional bastarían. Pero había olvidado que todos sus pasos estaban vigilados. O que podían estarlo. Por los suyos. Y aunque no había mensaje de voz ni había empleado su propio móvil, sí habían los suficientes datos en su texto como para poder asociarlo con el emisor de aquel mensaje. Porque si su móvil estaba siendo vigilado, no dudaba de que el Lidia, alias Paula, también estaría pinchado.

Blanco y en botella. Leche. Mensaje y a Lidia. Lerman.

Suspiró quedamente, aunque su mano aplastó el plástico de la botella con fría fuerza. Si se le pedían razones para aquel comportamiento las daría. Sin un solo problema. Era un hombre de recursos.

La voz impersonal de una azafata comunicó la necesidad de embarcarse. Cogió un periódico de los muchos que habían, lo dobló, se lo puso bajo el brazo y avanzó por el largo y estrecho finger de su avión. Volar en primera y con pasaporte diplomático tenía sus ventajas. Y esas no eran el champán francés ni la ensalada de langosta. Eran evitar las esperas y las aglomeraciones en los estrechos pasillos con gentes ruidosas y sudorosas.

Accedió al interior del avión, saludando a la zafata y al sobrecargo que lo recibieron. Colocó bajo el asiento su bolsa tras sentarse y aguardó pacientemente a que el aparato despegara.

Estas leyendo el periódico tranquilamente cuando un tipo se sienta a tu único lado libre (no ibas a escoger un asiento sin ventanilla, pudiendo elegir). En la zona de primera clase solo habían tres filas de dos asientos de ancho cada una. Fila central y filas laterales. La primera clase iba llena, aunque claro, también había muchos menos asientos que llenar. Toda la gente parece gente de recursos y de alta clase.
El tipo que se sienta a tu lado te suena, precisamente de haberlo visto en el diario. También ayudaba que iba con la misma ropa. Llevaba gafas de sol incluso allí dentro, y antes de despegar al menos cinco de las personas de primera clase, dos azafatas y un par de quinceañeros de otras clases, se presentan frente a el con un libro -El hogar de los dementes- que en tu diario describía en su titular (poco más habías visto ya que no era un tema precisamente prioritario para tí) como "Lo único aterrador de la última obra de Neth Dereck es su precio". A pesar de eso y por la cara de la gente de aquel avión que había ido a pedir sus firmas(parecía ser la obra de "moda" de los transportes públicos de esa semana)no parecían muy estafados.
Podrías haber sido invisible ya que nadie se fija siquiera que existes. Cuando los buscadores de firmas desaparecen y tras que pase una azafata ofreciendo bebida -a la que el escritor no hace ascos y pide un botellín de un wisky de quince años- se anuncia que se va a despegar y la retahila de instrucciones. Neth se quita sus gafas, casi parece un vampiro, sería dificil saber si es un hombre adulto que se conserva muy bien o un joven que ser conserva muy mal. Se gira hacia tí y se queda mirando tu diario mientras se pasa el cinturón. Uff, ese rostro sí da miedo. dice sobre la portada en la que parece Johnson.

Un simple vistazo había servido para identificar a su compañero de asiento. No mostró desagrado ni sensación de molestia cuando el asiento fue ocupado, ni cuando los fans de aquel tipo llegaron solicitando un autógrafo. Ni siquiera cuando la azafata le obvió para dedicar al famosete una sonrisa babosa y el esplendor de su pecho a cambio de servirle una bebida.

Se concentró en la lectura, siguiendo con la mirada aquel río de palabras que trataban de describir con tinta lo que era imposible de hacer, pues nadie conocía realmente a aquellos de los que se hablaba. Ni siquiera el propio Lerman.

-Uff, ese rostro sí da miedo.

Apenas alzó el rostro, pero su mirada azul pareció traspasar a Neth Dereck.

-¿Usted cree? Lo mismo dicen del precio de su último libro. Pero dudo que tanto una afirmación como otra sean para tanto -por qué Samuel se animó a responderle obedecía a una sola razón. El viaje iba a durar unas tres horas, hacía mucho que no socializaba y aún más que no se divertía a cuenta de un paleto ricachón.

Mientras empezaban la conversación el vuelo había despegado sin ningún tipo de problema. A fuera de las ventanillas la noche se cernía sobre el mundo y la tierra empequeñecía bajo el avión. Las estrellas iluminaban el mundo como un mar de focos de teatrillo.
Ufh- Dijo el ¿chico? -Ni me lo recuerde- Les dije a mi editorial que iba a pegarme un buen año sabático. Me lo merezco con la de millones que les he hecho ganar, y además, puedo permitirme no escribir cuando no tengo nada que decir... Suspira dando un trago al botellín de whisky Y apenas llevo una semana de vacaciones cuando leo que ¡¡he escrito un libro!! Llamo a la editorial y escucho horrorizado que habían editado un libro que les envié para un concurso hace siglos, cuando aún no trabajaba para ellos. Otro trago de whisky. Aquel libro no gano nada, por lo que no tenían ningún derecho legal a publicarlo. Mucho menos siendo la enorme bazofia que es, si no ganó nada en aquel entonces era porque no valía ni para limpiarse el culo. Un trabajo de un niño que creía que juntando las suficientes palabras para llenar las suficientes hojas, debería ganar. Suspira y da otro trago. Y además de cruzificarme delante de la crítica los cabrones de mi editorial lo ponen a la venta a casi treinta euros... Se acaba el botellín. Usted que haría amigo ¿seguiría tragando y cobrando o llamaría a los abogados para denunciar a la editorial? ¿Dicen que nunca hay que morder a la mano que te da de comer, pero y si esta mano te muerde a ti primero? Mi madre siempre me decía todos salís disparados hacia delante, chocando con los asientos de delante. Las bebidas, portátiles, bolsos y algunas prendas de ropa salen volando por el interior del avión.
Se escuchan los gritos ante el eminente impacto, explosión o la forma en que vaya a llegaros la muerte.
Pero nada ocurre, pasan los segundos y los gritos van disminuyendo y canviandose por zollozos o quejas de dolor. La gente empieza a mirar por las ventanas, sin entender. Allí afuera a lo lejos ven despegando aviones del aeropuerto allá a lo lejos. Las estrellas se han vuelto un cuadro estático en el cielo. El impacto más que tal ha sido un "frenazo". O algo similar, algo como pasar de la velocidad que llevaba -por suerte aún no la máxima que el avión podía alcanzar- a cero. Pero sin chocar con absolutamente nada.
El avión simple y llanamente se había detenido en el cielo.

Lo escuchó como quien escucha llover, sin interés alguno por sus dilemas o situación, si bien su rostro mostraba una expresión de atención y cabeceaba asintiendo esporádicamente en una interpretación habitual en él. Fue entonces cuando el cinturón que llevaba abrochado estranguló su abdomen como consecuencia de una extraña fuerza que en aquel momento no reconoció. La inercia.

Esperó sentir la sensación de caída en su estómago, el zozobrar del avión en alguna maniobra imposible, inclusó miró por la ventanilla para comprobar si los  motores habían explotado. Y fue entonces cuando lo vio. El cielo estrellado. Inamovible. Y cuando fue consciente de otra cosa. Del propio avión. No se movían.

Congelados en el aire, Samuel sintió un escalofrio en su columna por primera vez en mucho tiempo. Supo reconocer aquella sensación. Era miedo. Lo que estaba viviendo era un imposible. Y sin embargo, era posible. Cerró los ojos y tomó aire, sumiéndose en un estado de meditación para recuperar el control. Cuando sintió que sus pulsaciones regresaban a la normalidad, que su cerebro no estaba empapado por la sucia y desagradable miasma del miedo, miró en derredor. Soltó su cinturón, tras asegurar que su bolsa estaba bajo el asiento, y se puso en pie para dirigirse a la cabina de los pilotos. Necesitaba saber qué estaba ocurriendo.

Pasas con cuidado por encima del cuerpo del escritor, este no había sido tan previsor como tú y había salido disparado hacia adelante. No parecía nada grave. Las azafatas intentaban poner orden mientras la gente, que en un principio no sabía como reaccionar frente aquello, elige de manera subsconiente el miedo y los gritos y los llantos.
Te abres paso entre el creciente kaos, una azafata está saliendo de la cabina de los pilotos y entras en la misma antes de que ella reaccione. De hecho nisiquiera parece verte.
Cuando entras, los pilotos están con los ojos abiertos, con la boca desencajada y murmurando para sí. Pero ninguno de ellos mira los aparatos del avión, sinó que miran através de las ventanillas el horizonte.
La forma es levemente familiar, de hecho horrorosamente familiar... la silueta luminosa y a la vez plateada de una gigantesca seta atómica se perfila en el horizonte. Brutal, destructiva, definitiva. Se hace de día delante vuestro y todos os tapáis los ojos ante aquel espectáculo. Si el avión no se hubiese detenido os hubiese engullido sin ninguna duda. ¿Casualidad?

Samuel cerró los ojos y su antebrazo derecho se elevó instintivamente para protegerse de la luz creciente y cegadora que inundó la cabina de pilotaje. Creyó incluso experimentar el calor de aquella destructiva obra del hombre hecha para matar. Y pese a su frialdad y su experiencia, un escalofrío recorrió su espinazo. El avión seguía suspendido en el aire, un acto de magia imposible. Miró a los dos pilotos. Necesitaba respuestas. 

-Siento haber irrumpido en su cabina. Cuerpo diplomático. Seguridad -dijo escuetamente proporcionando una información que, a uń tiempo era cierta y falsa, tan contradictoria como el propio Lerman-. Eso ha sido un hongo atómico. No se trata de un accidente sino de un acto de guerra. ¿Pueden decirme a qué ciudad o localización corresponde? -había urgencia en su voz-. Y señores, algo ha detenido el avión en pleno vuelo, algo imposible pero que, a la vista de ese desastre, nos ha salvado. Algo que puede dejar de ejercer su efecto sobre nosotros en cualquier momento. Así que devuelvan su atención a la máquina. ¿Pueden decirme algo al respecto de lo ocurrido? ¿Han tenido alguna comunicación?  

Lerman necesitaba respuestas pero no deseaba saturar de preguntas a aquellos dos hombres posiblemente superados por lo que acababan de ver. 

El capitán mira con severidad a Samuel, pero luego tras un suspiro esta desaparece de su rostro y se cambia por cansancio. Luego ordena a su ayudante de pilotaje y a otra enfermera Salid ahí afuera y explicadle a la gente que estamos en una tormenta y explicadles las capacidades extra... de vuelo de este avión.
Salen y cierran la puerta, Sobre nuestra actual condición... nunca la habíamos usado. Hicimos los cursos de capacitación para estos nuevos aviones que usaban H.Engería. Realmente son tan fáciles de llevar que asusta. Todos estos medidores, aparatos de medición... es una mera tapadera. Igual que el que tenga forma de avión, en palabras de quién nos dió el cursillo de vuelo: "Si tiene forma de avión es porque es la forma que la gente se espera que tenga". En teoría podríamos despegar si quisieramos como un Harrier. Simplemente pusimos la velocidad a cero y... ahora ni él mismo se lo creía, incluso habiéndolo obrado él mismo... y se detuvo al instante. Si quisiera podría hacerlo descender ahora mismo pero estoy esperando ordenes. Miró hacia el horizonte... la explosión. Nos ordenaron que detuviesemos a cero el avión y justo después vimos la explosión. Se ha declarado La Guerra por lo visto. Esta noche será la más luminosa en mucho tiempo.
Se quedó escuchando algo en sus auriculares.
Van a abordarnos con helicópteros. No quieren identificarse pero tienen un acento árabe muy fuerte. Dijo sin saber como reaccionar...